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Algunos conceptos de la Evolución humana.

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Magnussen Saffer, Mariano (2012). Algunos conceptos de la Evolución Humana. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 77: 18-19.   

Proceso de cambio que dio lugar a la aparición del Homo sapiens. Hay evidencias que demuestran que las características físicas y de comportamiento comunes a todos los seres humanos fueron evolucionando a lo largo de, como mínimo, 6 millones de años.

Una de las primeras características que definió al ser humano, la bipedación —capacidad de andar erguido sobre los dos pies—, se desarrolló hace ya unos 4 millones de años, mientras que otras, tales como un cerebro grande y complejo, la capacidad de fabricar y utilizar herramientas y el lenguaje, se desarrollaron más recientemente. Gran parte de los rasgos más avanzados, que incluyen expresiones simbólicas complejas, como el arte, y la diversidad cultural, aparecieron en los últimos 100.000 años.
   
El ser humano es un primate. Las similitudes físicas y genéticas muestran que la especie humana moderna, el Homo sapiens, está estrechamente relacionada con otro grupo de primates, los simios. Los hombres y los antropoides o monos superiores —chimpancés (incluidos bonobos o chimpancés pigmeos) y gorilas— comparten un antepasado común que vivió hace entre 10 y 5 millones de años. El ser humano comenzó su evolución en África, continente donde se produjeron gran parte de las transformaciones posteriores. Los fósiles de los primeros homínidos, que vivieron hace entre 6 y 2 millones de años, proceden íntegramente de África. La mayoría de los científicos distinguen entre 10 y 15 especies diferentes de homínidos.

Sin embargo, no se ponen totalmente de acuerdo en cómo están relacionados entre sí las especies o cuáles fueron las que sencillamente se extinguieron. Muchas de las primeras especies —probablemente la mayoría de ellas— no dejaron descendientes. Tampoco hay consenso sobre la forma de identificar y clasificar determinados homínidos, ni en los factores que más influyeron en la evolución y la extinción de cada uno de ellos.

Los homínidos comenzaron a emigrar desde África hacia Asia hace probablemente unos 2 a 1,6 millones de años, llegando a Europa la mayoría de ellos durante el último millón de años. Sólo mucho después, distintas especies de homínidos modernos poblaron diferentes partes del mundo. Así, por ejemplo, probablemente el ser humano llegó por primera vez a Australia hace 60.000 años y a América hace 35.000 años. La aparición de la agricultura y de las primeras civilizaciones tuvo lugar en los últimos 10.000 años.

La ciencia que estudia la evolución y origen de los rasgos físicos y de comportamiento del ser humano se denomina paleoantropología. Se trata de una de las ramas de la antropología física, disciplina que estudia las características biológicas y fisiológicas del hombre. Su misión es descubrir cómo la evolución ha ido conformando los potenciales, las tendencias y las limitaciones del ser humano. Para muchos es una ciencia apasionante porque rastrea los orígenes de las características que definieron a nuestra especie, así como las conexiones fundamentales entre el hombre y otros seres que habitan la Tierra. Los científicos disponen de numerosas evidencias que demuestran la existencia de un proceso evolutivo obtenidas a partir del estudio de fósiles, objetos y mapas genéticos.
 

 


El Proceso Evolutivo del Homo sapiens.

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Magnussen Saffer, Mariano (2012). El proceso Evolutivo del Homo Sapiens. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 78: 28-29.  

Todas las especies de organismos tienen su origen en un proceso de evolución biológica. Durante este proceso van surgiendo nuevas especies a causa de una serie de cambios naturales. En los animales que se reproducen sexualmente, incluido el ser humano, el término especie se refiere a un grupo cuyos miembros adultos se aparean de forma regular dando lugar a una descendencia fértil, es decir, vástagos que, a su vez, son capaces de reproducirse. Los científicos clasifican cada especie mediante un nombre científico único de dos términos. En este sistema el hombre moderno recibe el nombre de Homo sapiens.
 

El mecanismo del cambio evolutivo reside en los genes, las unidades básicas hereditarias. Los genes determinan el desarrollo del cuerpo y de la conducta de un determinado organismo durante su vida. La información contenida en los genes puede variar y este proceso es conocido como mutación. La forma en que determinados genes se expresan —cómo afectan al cuerpo o al comportamiento de un organismo— también puede variar. Con el transcurso del tiempo, el cambio genético puede modificar un aspecto principal de la vida de una especie como, por ejemplo, su alimentación, su crecimiento o sus condiciones de habitabilidad.

Los cambios genéticos pueden mejorar la capacidad de los organismos para sobrevivir, reproducirse y, en animales, criar a su descendencia. Este proceso se denomina adaptación. Los progenitores transmiten mutaciones genéticas adaptativas a su descendencia y finalmente estos cambios se generalizan en una población —un grupo de organismos de la misma especie que comparten un hábitat local particular. Existen numerosos factores que pueden favorecer nuevas adaptaciones, pero los cambios del entorno desempeñan a menudo un papel importante. Las antiguas especies de homínidos se fueron adaptando a nuevos entornos a medida que sus genes iban mutando, modificando así su anatomía (estructura corporal), fisiología (procesos físicos y químicos tales como la digestión) y comportamiento. A lo largo de grandes periodos de tiempo esta evolución fue modificando profundamente al ser humano y a su forma de vida.

Los científicos estiman que la línea de los homínidos comenzó a separarse de la de los simios africanos hace unos 10 o 5 millones de años. Esta cifra se ha fijado comparando las diferencias entre el mapa genético del género humano y el de los simios, y calculando a continuación el tiempo probable que pudieron tardar en desarrollarse estas diferencias. Utilizando técnicas similares y comparando las variaciones genéticas entre las poblaciones humanas en todo el mundo, los científicos han llegado a la conclusión de que los hombres tal vez compartieron unos antepasados genéticos comunes que vivieron hace unos 290.000 - 130.000 años.

 

 


Principales características, clasificación

 y procesos evolutivos en los primates.

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Magnussen Saffer, Mariano (2012). Principales características, clasificación y procesos evolutivos en los primates. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 24: 26-29. 

El ser humano pertenece al orden científico Primates, un grupo de más de 230 especies de mamíferos que incluye asimismo lemures, loris, tarseros, monos y simios. El hombre moderno, los primeros homínidos y otras especies de primates presentan numerosas similitudes entre sí pero también algunas diferencias importantes. El estudio de estas similitudes y diferencias ayuda a los científicos a comprender las raíces de muchas características humanas, así como el significado de cada etapa de su evolución.
 

Todos los primates, incluido el ser humano, comparten al menos una serie de características que les distinguen de otros mamíferos. Muchas de estas características fueron evolucionando para adaptarse a su vida en los árboles, entorno en el que se desarrollaron los primeros primates. Entre ellas cabe citar: mayor utilización de la vista frente al olfato, solapamiento de campos de visión para obtener una visión estereoscópica (tridimensional), miembros inferiores y manos prensiles, capacidad de agarrar y balancearse en troncos y ramas de los árboles, capacidad de sostener y manipular objetos pequeños (utilizando dedos con uñas en lugar de garras), grandes cerebros en relación con el tamaño corporal, así como vidas sociales complejas.

La clasificación científica de los primates refleja las relaciones evolutivas entre las diferentes especies y grupos de especies. Los primates que constituyen el suborden Prosimios —entre cuyos representantes actuales se encuentran los lemures, los tarseros y los loris, entre otras especies— fueron los primeros en evolucionar y representan la forma más antigua de primates. Otros sistemas de clasificación agrupan a los tarseros con los antropoideos, ya que comparten algunos rasgos fundamentales desde un punto de vista genético.

Monos, simios y hombres —que comparten muchas características que no se encuentran en otros primates— constituyen el suborden Antropoideos. Simios y hombres forman la superfamilia Hominoideos, clasificación que pone de relieve la estrecha relación entre los individuos de estos dos grupos.
   
El suborden Prosimios incluye a los primates menos evolucionados. Los últimos antepasados comunes de los prosimios y otros mamíferos —similares a las tupayas y clasificados como plesiadapiformes— evolucionaron hace al menos 65 millones de años. Los primeros primates evolucionaron hace unos 55 millones de años mientras que las especies fósiles similares a los lemures evolucionaron durante el eoceno (hace unos 56,5 y 35,4 millones de años). Los prosimios comparten todas las características básicas de los primates, aunque sus cerebros no son especialmente grandes ni complejos y presentan un sentido del olfato más fino y sensible que el de otros primates.

Los primates antropoideos se dividen en monos del Nuevo Mundo (Sudamérica, Centroamérica y las islas del Caribe) y monos del Viejo Mundo (África y Asia). Los del Nuevo Mundo —tales como titís, capuchinos y monos araña— pertenecen al infraorden de los Platirrinos. Los monos del Viejo Mundo pertenecen al infraorden de los Catarrinos. Dado que el hombre y los simios constituyen la superfamilia de los Hominoideos, puede considerarse que el hombre es también un antropoide catarrino.

Propliopithecu  Aegyptopithecus

Propliopithecus Proconsul heseloni Afropithecus Keniapithecus Dryopithecus
Los primeros primates catarrinos evolucionaron hace unos 50 a 33 millones de años. La mayoría de los fósiles de primates de este periodo se han encontrado en una región del norte de Egipto conocida como Fayum. Un grupo de primates conocido como Propliopithecus, uno de cuyos linajes se denomina a veces Aegyptopithecus, tenía rasgos catarrinos —es decir, presentaba muchas de las características básicas comunes actualmente a simios, hombres y monos del Viejo Mundo. Por lo tanto, los científicos piensan que el Propliopithecus se parece al antepasado común de todos los simios y monos posteriores del Viejo Mundo. Así, también puede ser considerado como antepasado o pariente próximo de un antepasado del ser humano.

Los hominoides evolucionaron durante el mioceno (hace entre 23,3 y 5,2 millones de años). Entre los hominoides más antiguos conocidos se encuentra un grupo de primates cuyo nombre genérico es Proconsul. Esta especie presentaba características que sugerían una estrecha relación con un antepasado común de simios y hombres como, por ejemplo, la ausencia de cola. Los individuos de la especie Proconsul heseloni, que vivieron en los árboles de espesos bosques de África oriental hace unos 20 millones de años, eran ágiles saltadores y presentaban características como una columna flexible y un tórax estrecho, típicas de los monos, aunque también tenían una amplia movilidad en caderas y dedo pulgar, típicas de simios y hombres.

Hace unos 23 o 22 millones de años se desarrollaron en África especies de grandes simios. Hace 15 millones de años algunas de estas especies migraron a Asia y Europa a través de un istmo de tierra que se había formado entre los continentes afroárabes y eurasiáticos, anteriormente separados entre sí. Véase Tectónica de placas.

A principios de su evolución los grandes simios sufrieron diferentes radiaciones —periodos en los cuales especies nuevas y diferentes se separaron de los antepasados comunes. Después del Proconsul, hace unos 18 millones de años evolucionó en Arabia y África el género de simios Afropithecus para posteriormente diversificarse en varias especies. Un poco más tarde, evolucionaron otros tres géneros de simios: hace unos 15 millones de años el Keniapithecus de África y el género similar Griphopithecus de Asia occidental y hace unos 12 millones de años el Dryopithecus de Europa. Los científicos todavía no han podido determinar cuál de estos grupos de simios fue el que dio lugar al antepasado común de los simios africanos modernos y los hombres.
 
Los científicos no están de acuerdo en absoluto en cuál es la clasificación más adecuada de los hominoides. Actualmente están agrupados en dos o tres familias: Hilobátidos, Homínidos y a veces también Póngidos. El primer grupo está formado por los simios pequeños o menores del Sureste asiático, conocidos comúnmente como gibones y siamangs. El grupo Homínidos está constituido por el ser humano, aunque algunos científicos también incluyen en él a los grandes simios. Para aquellos que consideran que el grupo Homínidos sólo comprende al hombre, todos los grandes simios, incluidos los orangutanes del Sureste asiático, se incluyen en la familia de los Póngidos.

Tradicionalmente el ser humano era el único que pertenecía a la familia de los Homínidos (Hominidae). Actualmente, sin embargo, estudios genéticos apoyan la clasificación conjunta de grandes simios y hombres. Los monos africanos —chimpancés y gorilas— se clasificarían junto con el hombre en un nivel inferior o subfamilia. De acuerdo con este razonamiento, la rama evolutiva de los simios asiáticos que conduce a los orangutanes, que se separaron de las demás ramas homínidas hace aproximadamente 13 millones de años, pertenece a la subfamilia Ponginae, mientras que los representantes de las ramas de simios africanos y de hombres pertenecen a la subfamilia de los Homininos (Homininae).

Bibliografía Sugerida:

Barnett, S. A. y otros. Un siglo después de Darwin. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1985. Obra divulgativa sobre la evolución y el origen del hombre.
Benton, Michael J. Paleontología y evolución. Lleida: Editorial Perfils, 1995. Obra divulgativa sobre la evolución de los vertebrados.
Bernal, J. D. El origen de la vida. Barcelona: Ediciones Destino, 1977. Obra divulgativa; incluye bibliografía y glosario.
Darwin, Charles. Origen de las especies. Madrid: Ediciones Akal, 2ª ed., 1994. Libro donde el autor fundamenta su teoría de la evolución.
Dobzhansky, Theodosius. Evolución. Barcelona: Ediciones Omega, 1988. Revisión de la teoría de la evolución.
Ghiselin, Michael T. El triunfo de Darwin. Madrid: Ediciones Cátedra, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría evolutiva de Darwin.
Gould, Stephen Jay. El pulgar del panda. Barcelona: Ediciones Omega, 1976. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la evolución.
Gould, Stephen Jay. Dientes de gallina y dedos de caballo. Barcelona: Editorial Crítica, 1995. Obra divulgativa de paleontología y evolución.
Gould, Stephen Jay. La sonrisa del flamenco. Barcelona: Editorial Crítica, 1987. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la evolución.
Museo de Ciencias Naturales. Historia de la vida. Madrid: CSIC, 1991. Obra sobre la evolución de los organismos, muy bien ilustrado.
Oparin, A. I. Origen de la vida sobre la Tierra. Madrid: Editorial Tecnos, 1979. Obra divulgativa clásica sobre los orígenes de la vida.
Reichholf, Josef H. La aparición del hombre. Barcelona: Editorial Crítica, 1994. Origen y evolución del hombre desde las últimas investigaciones en genética.
Ridley, Mark. La evolución y sus problemas. Madrid: Ediciones Pirámide, 1987. Obra sobre las controversias originadas por la teoría evolutiva.
Ruse, Michael. La revolución darwinista. Madrid: Alianza Editorial, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría de la evolución de Darwin.
Weiner, J. S. El hombre: orígenes y evolución. Barcelona: Ediciones Destino, 1980. Obra divulgativa; incluye glosario y bibliografía.

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