Rastros humanos en un yacimiento valenciano de
1,5 millones de años.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 96. Diciembre de 2013.
Los
especialistas que trabajan en el yacimiento arqueológico de Las
Picarazas --que se encuentra entre los términos municipales
valencianos de Chelva y Andilla y es uno de los de mayor
antigüedad de Europa--, han hallado evidencias de presencia
humana.
La consellera
de Educación, Cultura y Deporte, María José Català, ha visitado
este lunes la excavación, con restos datados de 1,5 millones de
años de antigüedad, del Pleistoceno Inferior. CulturArts
Generalitat, a través del Ivacor, está llevando adelante una
campaña de excavaciones arqueológicas dentro del 'Proyecto
Prometeo' sobre Poblamiento Paleolítico de la Comunitat y ha
descubierto que en este emplazamiento "existen evidencias de
presencia humana", destaca la Conselleria de Cultura.
En este
sentido, el arqueólogo responsable del proyecto, Rafa Martínez,
ha subrayado que una de las razones de "la excepcional
importancia del yacimiento" es "la conservación de los
materiales y un conjunto de fauna riquísimo en especies, en el
que, además, son patentes las marcas y señales de actividad
humana, como descarnados o percusiones para extraer la médula",
ha puesto como ejemplo.
El
especialista ha recalcado que estas señales conforman
"una serie de evidencias que indican que los homínidos
frecuentaron este lugar en fechas tan antiguas". Y ha
agregado: "De momento tenemos la huella de su presencia,
pero no es descabellado pensar que pudieran aparecer
restos humanos".
Por su
parte, Carmen Pérez, del Ivacor, ha querido destacar que
el Alto de las Picarazas "conserva los primeros
testimonios de presencia humana de la Comunitat y que es
uno de los yacimientos con presencia humana más antiguos
de la Península Ibérica".
El yacimiento
se localiza entre los términos municipales de Andilla y Chelva,
en la comarca de Los Serranos, provincia de Valencia y su
cronología está en torno a 1,3 y 1,5 millones de años, en el
Pleistoceno Inferior.
Se trata de un
conjunto de cavidades de origen cárstico que contienen rellenos
detríticos con abundantes restos óseos de cronología
Pleistocena, que fueron descubiertas como consecuencia de los
trabajos de construcción del Parque Eólico Peñas de Dios II.
En este sentido
se han encontrado herramientas realizadas en sílex y cuarcita,
abundantes huesos de animales con marcas de carnicería y huesos
quemados. Estas evidencias indican la presencia de homínidos en
nuestras tierras en fechas tan tempranas, detalla la Generalitat
en un comunicado.
El Àrea
d'Arqueologia i Paleóntologia de CulturArts Ivacor se ha
ocupado de la restauración de los materiales
arqueológicos y del estudio paleontológico. Estos
estudios, junto a los elaborados por un equipo en el que
se integran arqueólogos o geomorfólogos, permitieron
demostrar la presencia humana en unas fechas de entre
1,3 y 1,5 millones de años.
Una de
las evidencias de presencia humana en el yacimiento es
el hallazgo de industria lítica: herramientas y restos
de talla en sílex y cuarcitas.
Se trata de
utensilios del denominado Modo 1º "industrias olduvayenses", de
pequeño tamaño utilizados para cortar carne, (Marcas de
carnicería).
La existencia
de huesos animales (caballos y bisontes primitivos) con marcas
realizadas con un útil lítico y de huesos de conejo con marcas
de carnicería y de dentición humana, indican que Homo sp
frecuentó el yacimiento en los momentos más antiguos de la
secuencia (nivel IV). También se observa la presencia de huesos
quemados: astillas y fragmentos óseos con marcas de combustión.
La cronología
del nivel IV (1,3 y 1,5 Ma) hace del Alto de las Picarazas uno
de los yacimientos con presencia humana más antiguos de Europa
junto a Pirro Nord, en Italia (1,3-1,5 Ma.). De cronología
similar serían los yacimientos de la Península Ibérica de Fuente
Nueva-3 y Barranco León-5 con 1.3 Ma., y la Sima del Elefante de
Atapuerca de 1,4-0,78 Ma.
Hallados nuevos restos de neandertal en la Cova
Negra de Xàtiva.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 96. Diciembre de 2013.
Un equipo de
arqueólogos -dirigido por el catedrático de Prehistoria de la
Universitat de València (UV) Valentín Villaverde- ha hallado
tres nuevos restos fósiles de neandertales en el yacimiento del
Paleolítico medio de la Cova Negra de Xàtiva (Valencia) durante
la campaña de excavaciones arqueológicas que se ha desarrollado
durante este mes. En concreto, los trabajos han permitido el
descubrimiento de un fragmento de parietal de un individuo
adulto, un fragmento craneal infantil y un premolar infantil.
Los resultados
de la reciente campaña han sido presentados este martes en la
Universitat por el vicerrector de Investigación y Política
Científica, Pedro Carrasco; el profesor Valentín Villaverde; y
el arqueólogo municipal de Xàtiva, Ángel Velasco. También ha
asistido el alcalde de la capital de la Costera y presidente de
la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.
Carrasco ha
destacado la labor investigadora de Villaverde como un
"referente" de la Universitat de València por su solidez, su
liderazgo para conseguir fondos de investigación y por la
relevancia de sus resultados. "El proyecto Prometeo que hoy
presentamos también es uno de los más importantes y
especialmente remarcable porque proviene del ámbito de las
humanidades", ha recalcado el vicerrector.
Los
tres nuevos fósiles de neandertal se han encontrado "en
el paquete superior del relleno sedimentario, que
engloba niveles que corresponden a la parte superior de
la secuencia documentada en el yacimiento", explica el
investigador. En consecuencia, "su cronología no es
precisa, sin embargo, sí que es posible correlacionarlos
con otros restos encontrados en las excavaciones de los
años cincuenta del pasado siglo y con alguno de los
restos descubiertos en las campañas de los años
ochenta". "Su morfología es inequívoca y remite con
claridad a las poblaciones neandertales del Pleistoceno
superior", puntualiza.
Para
Villaverde es importante señalar que los dos restos
craneales hallados presentan marcas en su cara externa.
"En un caso parecen producidas por el mordisqueo de un
animal y en el otro, probablemente, fueron realizadas
con algún útil cortante, lo que podría estar en relación
con la manipulación del cráneo, ya sea por canibalismo o
con fines rituales", argumenta.
Valentín
Villaverde asegura que el material fósil de la Cova Negra
"configura una de la colecciones más ricas de restos humanos
neandertales de la península ibérica, con 25 piezas, y que
presenta como peculiaridad el elevado número de restos
infantiles documentados".
Hasta el
momento, el conjunto está formado por un número mínimo de siete
individuos, de los que dos corresponden a adultos, uno a un
adolescente y cuatro son infantiles. De hecho, este yacimiento
es el tercero en la península ibérica con un mayor número de
individuos identificados después de la cueva del Sidrón de
Asturias y uno de los más destacados de Europa y Oriente
Próximo.
Estrategias cinegéticas en el Pleistoceno.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 95. Diciembre de 2013.
El registro
arqueológico del Pleistoceno está constituido únicamente por
aquellos elementos que pueden conservarse en los yacimientos a
través del tiempo. Además de los instrumentos de piedra, los
restos óseos de los animales cazados por nuestros ancestros
conservan las evidencias de los procesos de carnicería.
Los golpes o
las marcas de descarnado son una prueba muy clara de que
aquellos humanos despiezaron, cortaron tendones, separaron la
carne del hueso, o fracturaron las diáfisis de los huesos largos
para conseguir la médula. A falta de otras evidencias, podemos
creer en la falsa idea de que la dieta de nuestros antepasados
europeos estaba formada exclusivamente de los productos
derivados de la caza.
Es muy posible
que está apreciación sea correcta durante el invierno, la
estación del año en la que no se podían recolectar frutos y
otros alimentos de naturaleza vegetal. Hace unos 600.000 años,
Europa fue colonizada por grupos humanos con una tecnología muy
avanzada. No solo controlaban el fuego, sino que eran capaces
de curtir la piel o de realizar instrumentos de piedra con una
técnica ideada en África un millón de años antes (Achelense),
pero totalmente desconocida en Europa hasta entonces.
Estos
grupos humanos, que la mayoría de especialistas incluyen
en la especie Homo heidelbergensis, fueron capaces de
alcanzar latitudes elevadas, donde el clima no era tan
benigno como en las regiones mediterráneas. Los nuevos
pobladores de Europa pudieron vivir en épocas
interglaciares (no en épocas glaciares) en los
territorios que hoy en día ocupan países como Alemania,
Polonia o las regiones más meridionales del Reino Unido.
Aunque las estaciones más cálidas del año proporcionasen
alimentos de naturaleza vegetal a los grupos de Homo
heidelbergensis, es evidente que la caza fue primordial
en su subsistencia.
El yacimiento
de Shöningen, en Alemania, está situado a una latitud de 52
grados norte. Su antigüedad se ha estimado en unos 400.000 años.
Aunque la altitud de este yacimiento es tan solo de poco más de
100 metros sobre el nivel del mar, no cabe duda de que los
inviernos fueron muy duros en aquella época. Este yacimiento se
formó mediante el depósito de sedimentos, que llegaron a formar
una mina de lignitos. Gracias a ello, el yacimiento de Shöningen
no solo ha conservado las herramientas de piedra o los miles de
restos óseos de caballos, ciervos o bisontes cazados por
nuestros ancestros, sino que también ha preservado lanzas de
madera fabricadas por grupos de Homo heidelbergensis.
La conservación
de la madera es un hecho excepcional en los yacimientos
arqueológicos, que nos habla de los conocimientos del medio y de
las capacidades técnicas de los homininos. Estas lanzas son un
claro testimonio de la caza a cierta distancia. Las lanzas están
fabricadas con los troncos de ejemplares jóvenes de abetos y
pinos (abundantes en climas del norte de Europa).
Su
longitud media es de dos metros y su fabricación denota
conocimientos técnicos muy sofisticados.
Por
ejemplo, el centro de gravedad se sitúa en el tercio
anterior de las lanzas, a una distancia de la punta
similar a la de las jabalinas actuales. Las réplicas de
las lanzas de Schöningen pueden ser lanzadas por atletas
hasta una longitud de 70 metros, a unos treinta metros
del record del mundo en lanzamiento de jabalina.
La gran
complexión de los individuos de Homo heidelbergensis, que
llegaron a medir 180 centímetros y alcanzar un peso de 100
kilogramos, permitiría lanzar sus jabalinas con la fuerza
suficiente como para atravesar la piel y alcanzar los órganos
vitales de caballos o ciervos sin acercarse a sus presas. Y todo
ello sin olvidar su notable organización social, que facilitaría
las estrategias cinegéticas, perfectamente planificadas. La
visión de las habilidades cognitivas de nuestros antepasados
mejora cada vez que se encuentra un nuevo yacimiento. Shöningen
es un magnífico ejemplo de que estos y otros humanos, de
especies distintas a la nuestra, están muy cerca de nosotros en
su inteligencia y su capacidad para la innovación.
Nuevos restos de Lufengpithecus en el sudeste
asiático.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 95. Diciembre de 2013.
Lufengpithecus
es
un género de grandes simios que vivieron durante el Mioceno
tardío, hace unos 8 millones de años en lo que hoy es el sudeste
asiático. Tradicionalmente, estos simios son clasificados en la
subfamilia Ponginae, que incluye a los actuales orangutanes
Pongo pygmaeus, el orangután de Borneo y Pongo abelii,
el orangután de Sumatra.
Este
mes se publicó en el Boletín Chino de Ciencias el
hallazgo, descubrimiento y descripción del cráneo de un
juvenil de la especie Lufengpithecus lufengensis.
Este hallazgo tuvo lugar en la provincia de Yunnan,
específicamente en la localidad de Shuitangba. El cráneo
representa el segundo cráneo de primate del Mioceno
Eurasiático conocido y se compone de la parte frontal
(rostro) del animal.
El estudio de
este y otros elementos de Lufengpithecus han contribuido
a descartar la idea que estos primates son una especie de
orangután antiguo y en su lugar se consolida la noción de que,
en realidad representan una radiación adaptativa de grandes
simios no emparentados cercanamente a ningún linaje de simios
actual.
Esta nueva
hipótesis concuerda con los cambios geológicos y bióticos que
ocurrieron en el sudeste asiático durante el Mioceno medio y
tardío, lo que supone que Asia fue en su momento centro de
origen de algunos grupos de simios.
El primer éxodo humano.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 93. Agosto de 2013.
Desde hace unos
dos millones y medio de años las poblaciones del género Homo se
movieron a través de todo el gran Valle del Rift.
Esta gran
fractura de la corteza continental africana comienza cerca de la
costa situada frente a Madagascar, continúa por el mar Rojo
desde regiones del cuerno de África y termina en el valle del
Jordán, ya en el Corredor Levantino.
El Valle del
Rift está jalonado por los grandes lagos de África y muchos de
sus amplios territorios se sitúan bajo el nivel del océano
Pacífico. Dentro de algunos millones de años, un buen pedazo de
África se habrá separado del continente. Pero esta es una larga
historia, que merece ser contada en otra ocasión.
El Valle del
Rift gozaba entonces de un clima muy aceptable y de abundantes
cursos fluviales, muchos de los cuales desembocaban en los
enormes lagos del este de África.
Su vegetación
de sabanas y bosques de galería asociados a las riberas de los
ríos facilitaron la vida de nuestros antepasados. En aquella
época, el desierto del Sáhara aún no llegaba hasta la regiones
ocupadas en la actualidad por Egipto, por lo que el paso desde
el África hacia Eurasia era muy factible.
Mientras no se demuestre lo contrario, la primera
migración de las poblaciones del género Homo ocurrió
hace unos dos millones de años. Las evidencias
arqueológicas y paleontológicas de esa migración se
localizan en varios yacimientos de la actual República
de Georgia.
Pronto
tendré ocasión de escribir sobre el yacimiento de
Dmanisi, donde se han localizado los restos de los
homininos más antiguos de Eurasia. Se ha escrito mucho
sobre esta primera migración ¿Qué razones impulsaron a
nuestros antepasados a peregrinar hasta latitudes tan
elevadas?, ¿fueron siguiendo a sus presas?, ¿huían quizá
de sus predadores, de enfermedades propias de África o
tal vez de la presión de otras poblaciones de homininos?
Quizá nunca conozcamos la respuesta, pero lo cierto es que esta
migración no supuso ningún trauma, puesto que el clima de las
regiones más meridionales del hemisferio norte tenían entonces
un clima muy benigno.
Por supuesto,
nadie tuvo que pasar ninguna frontera política y nadie supo que
había salido de las tierras que hoy en día reconocemos como
pertenecientes al continente africano. Los homininos siguieron
su instinto y tal vez alguna necesidad para lograr una gran
expansión demográfica, a la postre muy importante para el
devenir del linaje humano.
La dieta de
estos humanos viajeros seguramente no tuvo que ser alterada de
manera significativa, puesto que lugares como la actual
República de Georgia gozaban de un clima tropical, como antiguos
reductos del clima del Mioceno, la época geológica que comprende
entre hace entre 23 y algo más de cinco millones de años.
Sin embargo, el
clima se estaba enfriando y todas las regiones del hemisferio
norte, incluidas las situadas más al sur, comenzaron a notar con
intensidad creciente los efectos de las glaciaciones. La llamada
“transición del Pleistoceno Inferior al Pleistoceno Medio”, un
período que comprende entre hace 1,2 millones de años y 800.000
años, supuso el cambio de las glaciaciones de una periodicidad
de 41.000 años a las intensas glaciaciones que todos conocemos
por el cine y por otros medios de comunicación.
Los últimos e
intensos períodos glaciares fueron causados por múltiples
factores, todavía no bien comprendidos por los expertos, pero
sus efectos fueron devastadores para la flora y la fauna del
hemisferio norte ¿Cómo influyeron en nuestra evolución?
Contestar a esa pregunta en toda su extensión excede con
generosidad los límites de un post. Es por ello que de
momento me voy a detener en el tema de la dieta.
Si en
regiones de climas tropicales la comida está asegurada
todo el año, en regiones con estacionalidad y
diferencias importantes en la cantidad de luz solar
según la época del año no sucede los mismo.
Esta afirmación
vale tanto para el Pleistoceno como para épocas recientes en las
que hemos desarrollado la agricultura. Si nos fijamos en los
productos vegetales, la primavera es época de brotes tiernos, el
verano y los comienzos del otoño es época de buenos frutos,
mientras que el invierno carece de estos alimentos.
Durante el
crudo invierno los homininos tuvieron que recurrir al único
alimento disponible: la carne y la grasa de los animales.
Si los primeros
representantes del género Homo fueron carroñeros (como expliqué
en un post anterior), los humanos que habitaron el hemisferio
norte aumentaron su talla y su peso de manera significativa,
llegando a convertirse en formidables cazadores.
La selección
natural realizó su papel y los humanos se adaptaron para
sobrevivir en condiciones muy complejas. Una vez más, la dieta
jugó un papel primordial en la evolución de la humanidad.
Fuente;
reflexiones-de-un-primate.blogs.quo.es
Parántropos y el cambió el escenario evolutivo de la
genealogía humana.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 93. Agosto de 2013.
Hace entre tres y dos millones de años, la progresiva
retirada de los bosques cerrados en el este de África y la aparición
de enormes extensiones dominadas por la vegetación propia de las
sabanas cambió el escenario evolutivo de la genealogía humana.
El linaje de la especie Australopithecus afarensis persistió
en las nuevas condiciones mediante profundas transformaciones
evolutivas. Todos recordamos a “Lucy”, la pequeña hembra de
Australopithecus afarensis, que durante un tiempo tuvo el honor de
ser considerada como la madre de la humanidad.
Todo parece indicar que no fue así, sino que la evolución de
Australopithecus afarensis dio lugar hace unos 2,5 millones de años
a la especie Paranthropus aethiopicus.
Los parántropos formaron una rama lateral, desgajada de
tronco que condujo a los homininos hasta el presente. Sin
embargo, los parántropos fueron un linaje longevo, que logró
sobrevivir hasta hace un millón de años. Los expertos
proponen que Paranthropus aethiopicus dio lugar a dos
especies: Paranthropus robustus, en el sur de África, y
Paranthropus boisei, en el este del continente africano.
Los parántropos alcanzaron una estatura de hasta 150
centímetros y un cerebro de 550 centímetros cúbicos. El
incremento del tamaño del cerebro de los parántropos con
respecto al de sus antepasados (350-400 centímetros cúbicos)
fue llamativa. Sin embargo, este aumento se produjo de
manera proporcional al incremento de su masa corporal.
El índice de encefalización de los parántropos (tamaño
corporal/tamaño cerebral) fue prácticamente idéntico al de los
australopitecos. Podemos asumir, por tanto, que sus capacidades
cognitivas también fueron similares. Por ejemplo, por el momento no
ha podido demostrarse que unos y otros fueran capaces de alterar la
forma de las rocas para producir utensilios de piedra.
Las especies Parathropus robustus y Paranthropus boisei
tenían mandíbulas grandes y robustas, una cara muy plana sin
prominencia nasal y dientes anteriores (incisivos y caninos)
sorprendentemente pequeños. Los premolares y molares, sin embargo,
tenían una superficie de masticación de gran complejidad
topográfica, que duplicaba generosamente la extensión de nuestros
dientes posteriores.
En consonancia con su enorme mandíbula y sus grandes
premolares y molares, los músculos de la masticación alcanzaron un
gran desarrollo. Los arcos cigomáticos tuvieron que crecer y
arquearse para dejar paso a las masas musculares que movían las
mandíbulas. Los músculos temporales necesitaron un complemento óseo
en el cráneo para anclarse con firmeza y cumplir su función.
Ese complemento se manifiesta en una cresta de hueso situada
en lo alto del cráneo, siguiendo la línea sagital. Se trata
de la misma solución anatómica adoptada por los gorilas,
herbívoros por excelencia. No cabe duda de que los
parántropos se adaptaron a una dieta de productos vegetales
de consistencia muy dura. La sabana ofrecía varias
posibilidades de subsistencia y los parántropos optaron por
una de ellas.
Los expertos han averiguado que los parántropos del este de
África tuvieron que consumir plantas crecidas en ambiente
semiáridos, con poco valor nutritivo.
Si bien siempre se consideró que los parántropos necesitaron
su poderoso aparato masticador para triturar frutos secos y semillas
de consistencia dura, ahora se nos presentan como los “parientes
pobres”, condenados a pasar el día triturando gramíneas y otras
plantas propias de las sabanas y de regiones escasas en vegetación.
Hace menos décadas los expertos averiguaron que el desarrollo
de los parántropos era más rápido que el de sus ancestros, por lo
que cabe suponer que su longevidad decreció de manera significativa.
Entre otras razones, la necesidad de permanecer triturando
hierbas o raíces durante horas les expuso al peligro de los
depredadores de la sabanas. Aún así, y como decía al principio, los
parántropos sobrevivieron durante un millón y medio de años. Quizá
la progresiva desertización de África terminó por acabar con su
despensa y ya no tuvieron capacidad para adaptarse a zonas
prácticamente inhabitables para cualquier primate.
El papel de la carne en la transformación del
homínido en hombre.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 92. Agosto de 2013.
Uno de los
elementos fundamentales en llegar a ser lo que somos, es el tener,
en términos relativos a nuestro tamaño corporal, un cerebro grande y
equipado con un número considerable de neuronas: 86 mil millones,
según cálculos recientes, contra los 28 mil millones de nuestros
parientes más próximos, los chimpancés.
Un cerebro que les
permitió a nuestros ancestros desarrollar todas las capacidades que
en el curso de millones de años los han convertido en los humanos
que piensan, se relacionan, compiten, componen sinfonías, curan
enfermedades y, que inventan tantas cosas que no alcanzaría el
tiempo para nombrarlas.
El cómo se
llegó a disponer de esa pequeña masa gelatinosa con casi
1400 centímetros cúbicos y que cabría en una mano, es algo
que no deja de sorprender. El cerebro humano no es el más
grande en el reino animal pero sí el que empaqueta con mayor
eficiencia los diferentes tipos de neuronas y el que
establece las redes más complejas entre ellas.
Para
nosotros es un hecho natural hacer uso de nuestro órgano más
preciado, el segundo según lo considera con su buen humor
Woody Allen, sin detenernos a pensar que no siempre fue así.
Hace 4.4 millones
de años existió en el África un homínido que caminando erguido tenía
un cerebro similar a un chimpancé, Ardiphitecus ramidus, Ardie. El
caminar erguido redujo su cavidad torácica y con ella su aparato
digestivo. El alimento con hierbas y ocasionales insectos que
aportaban proteína no fue suficiente y acabó llevándolo a la
extinción, como a tantos otros que le sucedieron en el experimento.
Habrían de pasar
unos millones de años más hasta que apareciera Homo erectus, y él sí
haría la gran revolución, incorporar la carne a su dieta. Su cerebro
llegó a tener 1000 centímetros cúbicos y la mandíbula y los dientes
de un tamaño menor. Antes se habían hecho otros intentos por mejorar
la dieta, extrayendo médula ósea de huesos de animales o peleando
con las hienas los restos dejados por los grandes cazadores felinos.
“Comer carne
siempre ha sido considerada una de las cosas que nos han hecho
humanos, con la proteína contribuyendo al crecimiento de nuestros
cerebros”, dice Charles Musiba, profesor asociado de antropología en
la Universidad de Colorado y uno de los autores de un artículo
aparecido en la revista PLOSONE donde se informa que el consumo de
carne se inició hace 1.5 millones de años.
Un
fragmento de hueso, de unos 6 centímetros de largo fue
encontrado en La Garganta de Olduvai, en Tanzania, el sitio
que se puede considerar “la cuna de la humanidad”.
El hueso
pertenece a un infante de 2 años y muestra signos de
osteoporosis simétrica, una alteración ósea asociada con
anemia, debida, según el estudio, a la falta de carne en la
dieta. “La presencia de osteoporosis asociada con anemia
indica indirectamente que al menos en el Pleistoceno
temprano la carne se había vuelto tan esencial para el
funcionamiento adecuado en los homínidos, que su pérdida
llevó a una condición patológica deletérea” señala el
estudio.
Pero el
consumo de carne no es por sí mismo una condición única para
lograr el crecimiento cerebral. Algunos simios comen
esporádicamente carne y siguen anclados en su estado.
Es el procesamiento
de la carne lo que al final importa. Richard Wrangham, primatólogo
de la Universidad de Harvard viene defendiendo desde hace años la
hipótesis de que nuestros ancestros, después de procesar la carne
reblandeciéndola a palos, pasaron a cocinarla con el fuego que
habían domesticado.
Su idea se basa en
que una carne cocida necesita una inversión menor de energía para
extraer las calorías que hicieron posible ese crecimiento notable
del cerebro.
Para comprobar sus
ideas, Wrangham se fue al laboratorio pero no encontró casi nada que
le ayudara a entender el impacto nutricional de cocinar. Inició una
colaboración con el fisiólogo Stephen Secor de la Universidad de
Alabama quien estudia la fisiología y el metabolismo de anfibios y
reptiles.
El equipo de Secor
alimentó serpientes pitón con las siguientes dietas: carne molida
cocida, carne entera cocida, carne molida cruda o carne entera
cruda. Las pitones alimentadas con carne cocida gastaron 12.7% menos
energía digiriéndola y 23.4% si estaba molida y cocida.
El calor
del cocimiento gelatiniza la matriz de colágeno en la carne
animal y abre las moléculas de carbohidratos que están muy
empaquetadas en los vegetales, haciendo la absorción mucho
más fácil. Nuestros ancestros debieron aprender a aderezar
sus comidas con vegetales asados multiplicando así sus
fuentes nutritivas.
Pasaron a
necesitar menos tiempo masticando (los chimpancés necesitan
5 horas), tiempo que pudieron dedicar a otras cosas, a
alejarse mucho más de la vida salvaje, organizando y
planificando sus tareas futuras.
La carne desempeñó
un papel esencial en el desarrollo cerebral. Lo hizo hace millones
de años y lo sigue haciendo pues el cerebro es un órgano voraz en
energía.
Consume el 20% de
la totalidad de la de un cuerpo en reposo y necesita reposición
continua para seguir funcionando. Hay quienes dicen que la carne ya
no es necesaria y que se puede prescindir de ella; sin embargo, es
un hecho que sigue siendo esencial, sobre todo para los infantes.
Cada vez que
pensamos en el beneficio que nos trajo al habernos liberado de andar
a cuatro patas buscando comida entre la hierba y estancados como
nuestros primos los chimpancés, le hacemos unas buenas reverencias a
la estufa en la cocina.
Nuevas dataciones de Ksar Akil cuestionan la
procedencia de los europeos modernos.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 91. Agosto de 2013.
Katerina Douka,
Christopher A. Bergman, Robert E. M. Hedges, Frank P. Wesselingh, y
Thomas F. G. Higham han datado por radiocarbono los contextos donde
fueron hallados dos fósiles de HAM en Ksar Akil (Líbano) y los
niveles superior e inferior:
Junto con unos
diez dientes de los niveles IUP y Ahmariense Temprano de Üçağızlı
Cave en el sur de Turquía, Egbert y Ethelruda son los
únicos fósiles del sur de Asia Occidental relacionados con conjuntos
del Paleolítico Superior Temprano (EUP) y Paleolítico Superior
Inicial (IUP) respectivamente.
Para la
datación, los autores utilizaron principalmente cuentas de
concha marina, consideradas como un indicio del
comportamiento moderno.
El
modelo estimó unas dataciones entre 40,8–39,2 ka para el
lugar donde fue hallado Egbert y 42,4–41,7 ka para el
de Ethelruda. Por consiguiente, Egbert tiene
una antigüedad comparable a la de los restos de HAM de
Peştera cu Oase y Ethelruda a la de los dientes de
HAM de Cavallo.
La datación de
las capas del Paleolítico Superior Temprano indican que el paso
desde el Paleolítico Medio al Superior en Ksar Akil, y posiblemente
en toda el área geográfica sucedió más tarde de lo que se pensaba,
lo que arroja algunas dudas sobre el papel de la región como un
locus para la dispersión humana a Europa.
La datación e
interpretación de los fósiles del contexto de Ethelruda son
un indicio de que las industrias transicionales o del Paleolítico
Superior Inicial (IUP) en Europa y el sur de Asia Occidental, o al
menos algunas de ellas, son resultado de migraciones tempranas del
HAM.
El Enigma del Neandertal podría llegar a su fin.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 90. Agosto de 2013.
Muchos científicos
se rehusaban a aceptar que el Neandertal fuera nuestro ancestro. Una
de las razones por la cual muchos descartaban esta teoría es porque,
al parecer, habían descubierto un posible candidato como nuestro
antecesor.
En 1912 se anunció
el descubrimiento del hombre de Piltdown. Un cazador de fósiles
amateur, Charles Dawson, desenterró los huesos del hombre de
Piltdown en Sussex, Inglaterra.
Esto causó gran
revuelo en los círculos científicos. A diferencia del cráneo del
Neandertal, el de Piltdown se parecía en muchos aspectos a uno
moderno. Solo la quijada parecía primitiva, como la de un chimpancé,
pero tenía dientes muy parecidos a los nuestros. Este era el
antecesor que Boule había esperado, y felizmente podía decir que era
nuestro legítimo antecesor.
El problema con el
hombre de Piltdown es que era… ¡un fraude! Alguien, lo más probable
es que fuera Dawson, había tomado partes de un esqueleto humano
moderno y la quijada de un orangután, los lijó y ensució para que
parecieran restos antiguos.
A los dientes se
les había hecho unos surcos para despistar a los investigadores. No
fue sino hasta 1953 que los científicos los observaron bajo el
microscopio y las marcas fueron descubiertas.
En este
punto, la comunidad científica parecía haber cambiado de
opinión con respecto al Neandertal como nuestro ancestro
humano. En lugar de enfatizar las diferencias que había
entre ellos y nosotros, los investigadores se enfocaron en
las similitudes.
En 1957 dos
anatomistas americanos, William Strauss y A. J. E. Cave,
examinaron los mismos restos con los cuales Boule había
descrito a los Neandertales como primitivos e inhumanos.
Estos eran los fósiles encontrados en una cueva en La
Chapelle-Aux-Saints, Francia en 1908.
Lo primero que
estos anatomistas notaron es que al parecer, la persona en vida
había sufrido de artritis. Boule también lo había notado pero ignoró
las implicaciones. Para Strauss y Cave, la artritis explicaba la
postura erguida, y de pronto los Neandertales súbitamente no
parecían tan diferentes de nosotros.
Los dos anatomistas
concluyeron que si un hombre Neandertal “pudiera ser reencarnado y
colocado en un tren subterráneo en Nueva York, y si le fuera
provisto un baño, fuera rasurado y vestido con prendas modernas
-sería difícil que atrajera más atención que cualquier ciudadano
normal.”
Por un lado, el
periodo siguiente al hombre de Piltdown vio una reevaluación del
papel que el hombre de Neandertal pudiera tener en nuestra historia
humana. En la década de 1960, el antropólogo americano, C. Loring
Brace, protagonizó los nuevos estudios sobre las herramientas
fabricadas por los Neandertales, su tecnología y su modo de vida.
Con los
patrones que había en las cenizas que ellos dejaron, por
ejemplo, Brace dedujo que ellos cocinaban en hoyos con poca
profundidad, a manera de horno primitivo, no tan diferente
como lo hacen algunos humanos modernos.
Otros
investigadores notaron que algunos restos de Neandertales
parecían haber sido enterrados a propósito -una práctica
innegablemente humana.
Estos
ritos, aunque macabros, son definitivamente humanos.
La colocación
cuidadosa de huesos de animales en varios sitios funerarios de los
Neandertales parecen indicar también algún tipo de rito funerario;
algunos huesos de Neandertales encontrados en Yugoslavia, en el
sitio de Krapina, fueron rotos de modo que sugiere una conducta de
canibalismo.
La
glorificación de los Neandertales alcanzó su punto más alto en 1971, con
la publicación de Ralph Solecki sobre su trabajo en una cueva iraquí
conocida como Shanidar. En unas muestras de suelo, tomadas de un
entierro Neandertal, se encontró una extraordinaria concentración de
polen silvestre, mucho más alto que los que pudiera haber acarreado el
viento o las patas de los animales.
Solecki infirió que los
Neandertales de Shanidar hacían ofrendas florales en sus sitios
funerarios, y tituló su libro como “The
first Flower People.” Como una prueba adicional a su
humanidad, Solecki recalcó que uno de los restos descubiertos en el
lugar pertenecían a una persona mayor, los restos indican que era una
persona ciega y su brazo derecho inutilizado. Estas condiciones habrían
llevado a la muerte a una edad más temprana a menos que su familia o su
tribu cuidará de él.
Migración del Homo sapiens fuera de África hace 130 mil
años.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 89. Agosto de 2013.
La expansión del
Homo sapiens por el mundo es un debate en continuo movimiento.
Nuestra especie evolucionó en África hace unos 200 mil años, y se creía
que recién hace unos 60 mil años salieron de ese continente a poblar
Asia, Europa, Oceanía y América. Pero cada vez se descubren más
evidencias de que no fue una única salida pobladora, sino que el flujo
poblacional empezó mucho antes, y no se detuvo. Evidencia de ello es un
nuevo descubrimiento de 130 mil años en el noreste de la India.
La hipótesis más
aceptada por los paleoantropólogos era que nuestra especie se expandió
de África hacia el resto de los continentes hace unos 60 mil años porque
en esos tiempos ocurrió una revolución tecnológica y fue cuando
adquirimos el comportamiento moderno que nos caracteriza. Esto sería
durante el paleolítico superior, dejando fuera a los neandertales y
otras especies humanas de la época.
Pero las
evidencias le juegan cada vez más en contra a esta hipótesis de
Fuera de África, basada en estudios genéticos que ya no son tan
fiables. No sólo se ha encontrado tecnología superior y
comportamiento en neandertales, sino que se han descubierto
restos de Homo sapiens y de sus tecnologías en tiempos
anteriores a esa salida de África.
Ya desde hace
al menos 100 mil años, Medio Oriente estaba poblado tanto por
Homo sapiens como por Neandertales.
Antes se suponía que
ambos se habían extinguido en esa región, pero ahora se sabe que hubo
continuidad. Nuevas evidencias provenientes del desierto de Thar, India,
abogarían por completo por flujo continuo de movimiento de poblaciones
de Homo sapiens.
El desierto de Thar marca la transición desde el desierto
Sahara-Arábigo hacia la biogreografía oriental, y por ende es una región
importante para comprender la ocupación homínida y la dispersión durante
el período que va desde hace unos 95 mil a unos 40 mil años. Pero
durante ese período, no era un desierto como ahora, sino que era una
región más húmeda y verde.
En el nuevo estudio,
publicado por James Blinkhorn y colegas en Quaternary Science Reviews,
reportan el descubrimiento de restos de herramientas líticas del
Paleolítico Medio en Katoati, noreste del desierto Thar. Estos restos
datan de un período comprendido entre 95 mil y 40 mil años atrás. El
yacimiento habría sido utilizado como lugar de fabricación de
herramientas durante períodos climáticos húmedos.
Los estratos más
antiguos, del período climático conocido como MIS 5, de hace unos 95 mil
años, sería la datación segura más antigua del sur de Asia.
Los restos del
yacimiento son similares a los descubiertos en Arabia y en
yacimientos del África, en el Sahara.
Aunque no se
tienen restos fósiles para asegurar que eran Homo sapiens
los que estaban allí, es lo más probable. Todo esto aboga a
favor de la dispersión temprana y constante del Homo sapiens
desde África hacia el sur de Asia, en este caso, utilizando
tecnologías del paleolítico medio, es decir, anteriores a la
llamada revolución moderna, que ya se sabe que ni fue una
revolución, ni fue algo localizado y que se expandió.
En diversas regiones se
fue avanzando en el diseño de las herramientas de piedra, incluso los
neandertales lo hicieron.
“La presencia de
tecnologías del paleolítico medio en el desierto de Thar hace unos 60
mil años, claramente es algo que ocurrió dentro de la franja de tiempo
que ha sido sugerida por los estudios genéticos como la llegada de los
Homo sapiens al sur de Asia”, dicen Blinkhorn y colegas.
“Esto contradice la
hipótesis de que los humanos modernos llegaron al sur de Asia utilizando
una tecnología similar a la descrita de los yacimientos africanos
Howiesons Poort. Tecnologías comparables, no han sido observadas en
el sur de Hacia antes de 40-30 mil años. En cambio, la evidencia de
Katoati es consistente con los argumentos para la dispersión de Homo
sapiens utilizando tecnologías del paleolítico medio”
Más en: Popular
Archaeology
Identificado el resto de Homo sapiens más antiguo de Catalunya.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 88. Agosto de 2013.
Investigadores de la UdG han confirmado que el fósil humano hallado en
1972 en les Coves de Serinyà por parte de Josep Corominas tienen una
antigüedad de 22.330 años
Investigadores de la
Universitat de Girona (UdG) han confirmado que el fósil humano
hallado en 1972 en les Coves de Serinyà
por parte de Josep Corominas constituyen los restos humanos modernos -homo
sapiens- más antiguos de Catalunya, con una antigüedad de22.330 años,
y entre los tres más antiguos de la Península Ibérica -junto a otros
hallados en Portugal y Valencia-.
En rueda de prensa, el arqueólogo Joaquim Soler ha explicado que esta
constatación, que ha sido posible gracias a la datación por radiocarbono
en el laboratorio de Gröningen (Holanda), y ha asegurado que el hallazgo
ha animado a los investigadores a seguir sus excavaciones en la zona
porque ésta podría albergar también el entierro más antiguo, a juzgar
por otras piezas materiales halladas en la zona.
Los restos encontrados consisten en una bóveda craneal, sin la parte
frontal ni la mandíbula, pertenecientes a un individuo de edad adulta,
de unos 40 años de edad, y que con mucha probabilidad fue una mujer.
Según ha
remarcado la arqueóloga Bibiana Agustí, pese a una capacidad
craneal mediana -que permitiría atribuir la pieza a cualquiera
de los dos géneros-, la pieza presenta un grueso parietal que
"pesa a favor de la feminidad", así como también refuerzan esta
hipótesis las inserciones craneales.
Como curiosidad, esta persona no presentó ninguna patología
especial, aunque sufrió una pequeña contusión en el parietal
izquierdo que no le causó ninguna lesión profunda, así como unas
pequeñas marcas de dientes, realizadas por algún carnívoro
después de su muerte, ha concretado.
Como cuadro de época,
esta mujer vivió en el Gravetiense -en el Paleolítico superior-, una
época glacial, muy fría y con paisajes muy "esteparios" de gramíneas con
sociedades de cazadores-recolectores, cuando otros humanos
contemporáneos pintaban pingüinos en cuevas de Marsella, ha
ejemplificado.
Los resultados de esta investigación, además de haberse constatado
científicamente, acaban de ser publicados en la revista 'Journal of
Human Evolution', por lo que han entrado a formar parte formalmente del
corpus científico, de ahí su importancia, ha subrayado Soler.
Este cráneo fue
concretamente hallado por Corominas en la cova Mollet III -acompañado de
otras piezas- a quien le pareció que podía ser un 'homo sapiens' del
paleolítico, pero al no encontrar indicios de cerámica lo anotó y
prosiguió sus investigaciones.
Posteriormente, el fósil terminó conservado en el almacén del Museu
Arqueològic de Banyoles hasta que, hace 11 años, investigadores de la
UdG emprendieron un proyecto de reestudio de los materiales de
excavaciones antiguas, al pensar que era "increíble" que no fuera del
paleolítico superior a juzgar por las herramientas de las que iba
acompañado.
Después de este periplo, y tras 38 años en los archivos del museo, se
"contempla" que este fósil sea expuesto en la sala de paleolítico.
El conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, ha
anunciado para este año el mantenimiento de los presupuestos en el
ámbito de la investigación, y ha concretado que las excavaciones
arqueológicas cuentan este año con 3 millones de euros repartidos entre
las 49 excavaciones preventivas y las 16 de investigación que se están
desarrollando en Catalunya.
El por qué sólo hay una especie humana.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 87. Mayo de 2013.
No hace
mucho tiempo, compartíamos este planeta con muchas especies de humanos.
Todas ellas eran astutas, ingeniosas y excelentes cazadoras. Pero ¿qué
les pasó? ¿Por qué el Homo sapiens fue el único que sobrevivió?
Pese a
que el origen de los humanos ha desatado debates apasionados a lo largo
de la historia, existe un consenso entre los científicos: las diferentes
especies de humanos que han existido descendieron de criaturas que se
parecían a los simios y que caminaron erguidas en África, hace más de 6
millones de años. Esas criaturas tuvieron muchos descendientes, la
mayoría de los cuales se extinguieron.
La primera criatura que la ciencia identifica como humana vivió
en África hace dos millones de años. El Homo ergaster
confeccionó herramientas y se destacó en la caza. El estudio de
sus huesos indica que fue un poderoso corredor, capaz de
desafiar a cualquier velocista olímpico.
Se cree que el Homo ergaster enfrentó épocas de extensas y
terribles sequías que afectaron los bosques tropicales y que
permitieron el surgimiento de vastas áreas desérticas.
Los
miembros de esas especies humanas estaban preparados para enfrentar el
calor. Su piel era lisa y, en gran medida, carente de pelos. Eso les
permitía sudar más "eficientemente".
El Homo
ergaster, un devorador de carne, también podía desplazarse y cazar al
mediodía, cuando la mayoría de los animales descansaban.
Rumbo a Asia
Viajó
grandes distancias. De hecho fue el primer humano que abandonó África y
colonizó Asia.
En su
nuevo y exuberante ambiente, evolucionó y dejó de ser un Homo ergaster
para transformarse en el Homo erectus.
Información arqueológica señala que, aunque su población pudo no haber
sido muy numerosa, se dispersó en un área que se extiende desde Turquía
hasta China. "Eran pequeños grupos de cazadores y recolectores", explicó
el profesor Chris Stringer, un antrópologo del Museo de Historia Natural
de Londres.
"Eran
nómadas que se movilizaban por amplias zonas para conseguir sus
alimentos en un ambiente muy competitivo. En lo que respecta a sus
cuerpos -su forma y su constitución física- se parecían mucho a
nosotros", indicó el experto.
Super volcán.
Estudios recientes demuestran que el Homo sapiens también abandonó
África, hace aproximadamente 120.000 años. Viajamos en pequeños grupos,
posiblemente no más de 100 personas en la primera ola migratoria.
Después
nos esparcimos. Algunos llegaron a Europa, que ya estaba ocupada por el
Neandertal, mientras que otros se desplazaron hacia el este hasta llegar
a India. Hay evidencia arqueológica de que arribaron a tiempo para un
verdadero cataclismo. Hace 74.000 años, el monte Toba, un volcán en el
sureste asiático, tuvo una actividad sin parangón. Se trató de la mayor
erupción de los últimos dos millones de años, calificada como una
erupción supervolcánica.
El volcán lanzó tanto azufre a la atmosfera que provocó una
caída, de varios grados, de las temperaturas en todo el planeta.
Las rocas fundidas que emanó cubrieron un área del tamaño del
Reino Unido y se estima que llegó a una profundidad de 10
metros.
Produjo una gran cantidad de cenizas que, arrastradas por los
vientos, cubrieron extensas área de Asia, incluyendo el
subcontinente indio. De hecho, dicen expertos, todavía hoy se
encuentran sus vestigios.
Ya sea
por los efectos de la actividad del monte Toba o por la llegada de los
humanos modernos, la erupción volcánica marcó el punto más alto de la
ocupación del Homo erectus en Asia. En los siguientes 40.000 años,
fueron sacados lentamente, probablemente por una combinación de factores
como el cambio climático y la férrea competencia por conseguir
alimentos, que escaseaban, especialmente tras la expansión de los
humanos modernos.
Competencia
El Homo
erectus era ligeramente más grande y más fuerte que el Homo sapiens.
Entonces ¿por qué sobrevivimos y ellos no?
La
respuesta más obvia es que teníamos cerebros más grandes. Pero eso no
es lo más determinante, aseguran los científicos. Lo que realmente
importa no es el tamaño del cerebro sino cuán grandes son ciertas áreas
del cerebro.
"Las partes del cerebro del Homo erectus dedicadas a controlar
el lenguaje y el habla no ocupaban un gran espacio", señaló John
Shea, profesor de paleontropología de la Universidad Stony Brook
en Nueva York.
"Uno de los elementos cruciales de las adaptaciones que hizo el
Homo sapiens es que combinó la compleja habilidad de planificar,
desarrollada en la sección frontal del cerebro, con el lenguaje
y la destreza de transmitir ideas entre ellos", dijo el experto.
La
planificación, la comunicación e incluso el comercio están entre los
aspectos que permitieron el desarrollo de nuevas herramientas y armas
que se difundieron rápidamente entre la población. Registros de fósiles
indican que el Homo erectus elaboró la misma hacha elemental por más de
un millón de años.
Nuestros ancestros, en cambio, crearon armas más pequeñas y sofisticadas
como la lanza, la cual trajo ventajas evidentes a la hora de cazar y
pelear.
Abismo evolutivo
De esa
forma, el Homo sapiens superó a sus otros rivales humanos, los
Neandertales, quienes murieron 30.000 años, atrás cuando la era del
hielo limitó los suministros alimenticios. "Incluso hace 100.000 años,
había varias especies humanas en la Tierra y eso es algo que, en la
actualidad, nos puede parecer raro. Nosotros somos los únicos
sobrevivientes de todos esos grandes experimentos evolutivos de cómo ser
humanos", aseveró Stringer
El Homo
erectus estuvo en Asia hasta hace 30.000 años. Pese a que se
extinguieron, dejaron descendientes en la isla de las Flores en
Indonesia. Esos humanos, los Homo floresiensis, también conocidos como "Hobbits",
sobrevivieron hasta hace unos 12.000 años atrás.
Con su
partida nos quedamos solos, como la última especie humana en el planeta.
"Existe
un gran abismo entre nosotros y nuestros más cercanos parientes
primates: gorilas, chimpancés y bonobos, señaló el doctor Shea. "Si ese
abismo hubiese sido llenado por otros homínidos, el vacío no sería tan
amplio y la cadena evolutiva sería más gradual. Nosotros nos
consideramos especiales, pero quizás no lo somos tanto. Un poco de
humildad no le caería mal a nadie".
Tras la pista de los primeros pobladores del
continente americano.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 86. Mayo de 2013.
La
hipótesis tradicional más aceptada apunta a que los primeros pobladores
de América fueron los clovis, un pueblo de cazadores que debió de llegar
al continente hace aproximadamente 13.000 años desde el nordeste de
Asia, a través del estrecho de Bering, y que se expandió por todo el
territorio americano.
Un
nuevo estudio sobre genética de poblaciones nativas del continente
americano aporta evidencias científicas para reformular el modelo
tradicional y definir escenarios alternativos para el poblamiento de
América.
El
catedrático Daniel Turbón, del Departamento de Biología Animal de la
Universidad de Barcelona, es uno de los autores de una investigación
internacional, liderada por Lutz Roewer, de La Charité -
Universitätsmedizin de Berlín, y que también firman Eduardo Arroyo Pardo
y Ana María López Parra, de la Universidad Complutense de Madrid sobre
las poblaciones nativas del continente americano.
El
trabajo se basa en el estudio de marcadores genéticos del cromosoma Y
masculino en casi un millar de individuos de cincuenta tribus nativas de
Sudamérica. Según los autores, hay un desacoplamiento entre genética,
lenguaje y geografía en las comunidades nativas del sur del continente
americano. Todo apunta a que, en el primer poblamiento de América, no
hubo una sola migración —independientemente de que fuera o no por el
estrecho de Bering—, sino entradas rápidas y largos períodos de
aislamiento.
"América es, probablemente, uno de los ejemplos más recientes de
poblamiento de un gran continente por la especie humana"
Tal como
explica Daniel Turbón, especialista en antropología molecular y
forense y en origen y evolución de los homínidos, "América es,
probablemente, uno de los ejemplos más recientes de poblamiento
de un gran continente por la especie humana.
Para los
científicos, es un laboratorio excelente para contrastar
herramientas metodológicas de estudios genéticos y
poblacionales. Aunque la hipótesis de la migración única como
explicación del origen de los pobladores de América está
bastante arraigada, es una visión reduccionista cada vez más
cuestionada científicamente".
Estudiando marcadores genéticos del cromosoma Y
Los
autores analizan la variabilidad genética de cada individuo mediante una
serie de marcadores genéticos del cromosoma Y masculino: en concreto, en
919 individuos (91 %) de la muestra, se han estudiado los dieciséis
polimorfismos de nucleótidos simples (SNP) más frecuentes en Sudamérica,
y las diecisiete secuencias cortas y repetidas en tándem (STR) más
empleadas en todo el mundo en antropología forense. El análisis de los
polimorfismos genéticos ha permitido determinar el origen geográfico de
cada individuo y, además, comparar los datos con otras poblaciones del
centro y el norte del continente americano.
El
trabajo, como primicia científica, presenta una potente base de datos
internacional sobre genética forense basada en estudios colectivos de
primer rango (con población pequeña y atomizada de origen nativo) de los
coautores internacionales. En relación con la parte correspondiente a la
UB, también han colaborado los expertos Francesc Bert y Alfons Corella,
autores de tesis doctorales leídas en la Universidad bajo la dirección
del catedrático Daniel Turbón.
"Hoy en
día, la ciencia está fuertemente atomizada", explica Turbón. "Se
publican muchos estudios basados en muestras poblacionales reducidas y
con pocos marcadores genéticos. Y esto no nos permite ver el bosque, es
decir, el escenario global. En el otro extremo, hay macroestudios
genéticos que perfilan un escenario más amplio, pero difícil de
contrastar por dificultades metodológicas. También se hacen trabajos con
muestras biológicas procedentes de hospitales de grandes núcleos de
población donde hay un alto nivel de hibridación. Las comunidades
nativas, que suelen vivir de manera más aislada, son cada vez más
escasas".
Nuevo estudio genético refuta la correlación lingüística
en Sudamérica y la migración única.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 86. Mayo de 2013.
Lutz Roewer, Michael
Nothnagel, Leonor Gusmão, Veronica Gomes, Miguel González, Daniel Corach, Andrea
Sala, Evguenia Alechine, Teresinha Palha, Ney Santos, Andrea
Ribeiro-dos-Santos, Maria Geppert, Sascha Willuweit, Marion Nagy, Sarah
Zweynert, Miriam Baeta, Carolina Núñez, Begoña
Martínez-Jarreta, Fabricio González-Andrade, Elizeu Fagundes de Carvalho, Dayse
Aparecida da Silva, Juan José Builes, Daniel Turbón, Ana Maria Lopez
Parra, Eduardo Arroyo-Pardo, Ulises Toscanini, Lisbeth Borjas, Claudia
Barletta, Elizabeth Ewart, Sidney Santos y Michael Krawczak han
efectuado el mayor estudio hasta la fecha (50 poblaciones tribales en 81
asentamientos) sobre la correlación entre el genotipo del cromosoma Y y
la distribución geográfica y lingüística.
Según sus
hallazgos, al contrario de lo que sucede en Europa y Asia, la
variación genética del cromosoma Y está disociada de la
distribución geográfica y lingüística de las poblaciones.
Esta
disociación es consistente con un rápido poblamiento del
continente, seguido de largos períodos de aislamiento en
pequeños grupos.
Además, por primera
vez se han identificado en un área restringida de Ecuador (Kichwa y
Waorani, culturalmente muy diferenciados, conocidos los últimos por su
extrema ferocidad con los extraños, genéticamente aislados entre ellos)
un haplotipo (C-M217, C3*) prácticamente ausente en América del Norte y
Central, pero que se encuentra en el centro, este y noreste de Asia con
una frecuencia elevada. Esto sugiere una introducción tardía (más de 6
ka) a través de rutas costeras o cruzando el Pacífico y que las
poblaciones que migraron fueron muy reducidas. Dada la similitud de los
artefactos de cerámica encontrados en ambas regiones, se ha especulado
con una conexión a través del Pacífico entre la cultura Jomon medio de
Kyushu (Japón) y la cultura Valdivia de Ecuador en 4400-3300 aC.
El haplogrupo Q1a3a
apareció en el 92% de la muestra. Este haplogrupo también se localiza en
Siberia, probablemente debido a un flujo genético desde Alaska a Asia.
Describen nuevos fósiles de huesos del pie de Homo
antecesor hallados en Atapuerca.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.
El investigador Adrián de Pablos, del Centro Mixto UCM-ISCIII de
Investigación sobre Evolución y Comportamiento Humanos (España), ha
publicado recientemente en la revista científica internacional Journal
of Human Evolution un artículo en el que presenta y describe nuevos
fósiles de huesos del pie de la especie Homo antecessor hallados en el
nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca:
un astrágalo (un hueso corto parte del tarso), un fragmento de calcáneo
(hueso del talón) y un cuarto metatarso derecho. El estudio de estos
fósiles completa la información sobre los encontrados en la década de
los 90 en este yacimiento, con los que se determinó que no existían
grandes diferencias entre los metatarsos de un Homo antecessor y los de
neandertales y Homo sapiens.
Como ha explicado a DiCYT el investigador, el trabajo publicado en
Journal of Human Evolution el pasado mes de octubre forma parte de su
tesis doctoral, en la que está investigando diferentes fósiles de pie de
la Sierra de Atapuerca, tanto los hallados en la Gran Dolina como los de
la Sima de los Huesos. En cuanto a los nuevos restos localizados en la
Gran Dolina, que centran el estudio publicado, el objetivo principal es
“darlos a conocer a la comunidad científica y compararlos con los que ya
se conocían para ver si se puede contrastar o refutar la hipótesis del
Homo antecessor como antepasado común de neandertales y Homo sapiens”.
En cuanto al
metatarso, el estudio concluye que es muy similar a los de
neandertales y Homo sapiens; mientras que el astrágalo presenta
diferencias con los fósiles conocidos de otras especies. “El
astrágalo es más largo y alto de lo normal”, señala el
investigador, quien señala que estas diferencias y
características comunes “no contradicen la hipótesis del Homo
antecessor como antepasado común de neandertales y Homo sapiens”.
Por otro lado, detalla Adrián de Pablos, el estudio también
incluye un nuevo análisis de un metatarso ya conocido de Homo
antecessor y realiza un estudio comparativo con todos los
fósiles del genero Homo que se conocen.
Otro de los objetivos de la investigación fue estimar la
estatura de estos homínidos. A través del estudio del astrágalo, se ha
estimado una estatura mínima de 1’73 metros, un poco superior a la media
de los especímenes masculinos de la Sima de los Huesos y compatible con
la estatura calculada con el segundo metatarso y otros elementos
esqueléticos de Homo antecessor. Según explica el investigador, “ya
había cálculos de la estatura a través de otros huesos, y con este hemos
estimado una altura de1’73 metros, aproximadamente, compatible con la de
1’72 que se había estimado con otros huesos”.
Del
mismo modo, a través de la estatura y de otros huesos se ha conseguido
asociar otros fósiles hallados a un mismo individuo, el denominado
homínido 10.
Tras el estudio de los fósiles de huesos del pie encontrados en la Gran
Dolina, los investigadores trabajarán con los hallados en la Sima de los
Huesos, “un material más reciente que el de la Gran Dolina y de una
especie diferente”, para finalmente compararlos “con los de Homo
antecessor y los de neandertales”, avanza Adrián de Pablos. (Fuente:
Cristina G. Pedraz/DICYT)
Rápidos cambios ambientales pueden haber
impulsado la evolución humana hace dos millones de años.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.
Rápidos cambios
ambientales en el este de África hace unos dos millones de años pudieron
ser los responsables de impulsar la evolución humana, según una
investigación de científicos de la Universidad Penn State y la de
Rutgers, ambas en Estados Unidos, cuyas conclusiones publica 'Porceedings
of the National Academy of Sciences (PNAS)'.
"El panorama de los
primeros seres humanos es que habitaron con rápidos cambios hacia atrás
y hacia adelante entre un cerrado bosque y un prado abierto unas cinco o
seis veces durante un período de 200.000 años", dijo Clayton Magill,
estudiante graduado en ciencias de la tierra en la Penn State. A su
juicio, estos cambios sucedieron muy abruptamente, cada paso sucedía
entre cientos a unos pocos miles de años.
Según Katherine
Freeman, profesora de Ciencias de la Tierra en Penn State, la hipótesis
principal actual sugiere que los cambios evolutivos entre los seres
humanos durante el periodo que el equipo investigó estaban relacionados
con un cambio largo y constante del medio ambiente o incluso un gran
cambio en el clima.
"Existe la opinión
de que este tiempo en África fue el de secado óptimo, cuando el entorno
lentamente se fue secando durante tres millones de años. Sin embargo,
nuestros datos muestran que no fue un gran avance hacia la sequía, sino
que el ambiente era muy variable", ha explicado la experta. Según Magill,
muchos antropólogos creen que la variabilidad de la experiencia puede
desencadenar el desarrollo cognitivo. "Los primeros humanos pasaron de
tener árboles disponibles a tener sólo pastos disponibles en tan
sólo entre diez a cien generaciones y su dieta ha tenido que
cambiar en respuesta a estos cambios", explica esta experta.
Así, señala que los cambios en la disponibilidad de alimentos, el tipo
de comida, o la manera de conseguirla pueden desencadenar los mecanismos
evolutivos para hacer frente a esos cambios.
"El resultado puede
ser un aumento del tamaño del cerebro y la cognición, los cambios en la
locomoción e incluso cambios sociales, como la forma de interactuar con
otros en un grupo. Nuestros datos son consistentes con esta hipótesis.
Se demuestra que el entorno ha cambiado drásticamente en un corto
período de tiempo y esta variabilidad coincide con un período importante
en nuestra evolución humana cuando el género Homo fue establecido
primero y cuando no había evidencia del uso de la primera herramienta",
resumen los investigadores.
RECONSTRUCCIÓN DE LA
VEGETACIÓN
Los investigadores
examinaron los sedimentos del lago desde la Garganta de Olduvai en el
norte de Tanzania, de los que estudiaron materia orgánica que se había
lavado bien o que llegó de la vegetación circundante, los microbios y
otros organismos de hace dos millones de años y, en particular, se
miraron biomarcadores, es decir, moléculas fósiles de organismos
antiguos de la capa cerosa de las hojas de las plantas.
El equipo utilizó
gases de Cromatografía y Espectrometría de masas para determinar la
abundancia relativa de diferentes ceras en las hojas y la abundancia de
isótopos de carbono para las ceras de hojas diferentes. Los datos les
permitieron reconstruir los tipos de vegetación presente en el área de
la garganta de Olduvai en intervalos de tiempo muy específicos y
mostraron la rápida transición hacia atrás y hacia adelante entre un
cerrado bosque y un prado abierto.
Para averiguar qué
causó esta rápida transición, los científicos utilizaron modelos
estadísticos y matemáticos para correlacionar los cambios que veían en
el medio ambiente con otras cosas que pudieron haber estado ocurriendo
en ese momento, incluidos los cambios en el movimiento de la Tierra y en
las temperaturas superficiales del mar.
"La órbita de la
Tierra alrededor del Sol cambia lentamente con el tiempo", explica
Freeman, quien añade que estos cambios estaban ligados al clima local en
la garganta de Olduvai por modificaciones en el sistema del monzón en
África. "Ligeros cambios en la cantidad de luz solar cambia la
intensidad de la circulación atmosférica y el abastecimiento de agua.
Los patrones de lluvia que impulsan los patrones de las plantas siguen
esta circulación del monzón. Encontramos una correlación entre los
cambios en el medio ambiente y el movimiento planetario", sentencia.
El equipo también
encontró una correlación entre los cambios en el medio ambiente y la
temperatura superficial del mar en los trópicos. "Encontramos mecanismos
complementarios: uno es el camino de las órbitas de la Tierra y otro, la
variación de la temperatura de los océanos que rodean África", concretó
Freeman.
Los investigadores
publicaron también en 'PNAS' un segundo trabajo que muestra que la
precipitación fue mayor cuando había árboles alrededor y menos cuando
había un prado. "La investigación apunta a la importancia del agua en un
paisaje árido como África. Las plantas están tan íntimamente ligadas al
agua que si tiene escasez de agua, por lo general conducen a la
inseguridad alimentaria", dijo Magill.
Descubren una especie de homínido desconocido
en Sudáfrica.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.
El espectacular hallazgo de fósiles de un niño y una mujer de
unos dos millones de años de antigüedad, podrían ser el eslabón con el
hombre primitivo..Un
espectacular hallazgo de fósiles en Sudáfrica de una especie de homínido
hasta ahora desconocida arroja una nueva luz sobre el árbol evolutivo
del hombre.
Los fósiles de un niño y una mujer, de unos dos millones de años de
antigüedad, podrían ser un eslabón entre los homínidos de aspecto
simiesco y el hombre primitivo, informó hoy la Universidad Witwatersrand
en Johannesburgo. Dos equipos de investigación encabezados por Lee
Berger de la Universidad de Witwatersrand y Paul Dirks de la Universidad
James Cook, de Australia, informaron sobre el descubrimiento y el
análisis de los fósiles en la revista estadounidense Science.
Los
científicos hallaron las partes de los esqueletos en una cueva de la
región de Sterkfontein, denominada "cuna de la humanidad" por la gran
cantidad de descubrimientos espectaculares que se hicieron allí.
El
primer hallazgo, una clavícula de forma humana, fue realizado el 15 de
agosto de 2008 por Matthew Berger, el hijo pequeño del paleoantropólogo.
Los fósiles se encontraban en medio de los restos de tigres dientes de
sable, antílopes, ratones y ratas en una charca subterránea disecada.
El homínido niño tenía unos diez años y la mujer tenía al menos 30. Es
posible que hayan caído por descuido en la charca subterránea, indicaron
los especialistas. No hay indicios de un ataque de un predador o de
animales carroñeros. No se determinó aún si el niño y la mujer eran
familiares, pero se sospecha que es muy posible que al menos hayan sido
conocidos.
Nombre bautismal. La especie hasta ahora desconocida fue bautizada con
el nombre científico Australopithecus sediba. Sediba es el
término para "fuente natural" en la lengua sudafricana sesotho. Tanto el
niño como la mujer tenían una altura de unos 1,27 metros al momento de
su muerte, hace entre 1,95 y 1,78 millones de años, por lo que los
científicos estiman que el infante hubiese sido más alto en la edad
adulta. Con respecto al peso, la mujer pesaba unos 33 kilogramos y el
niño unos 27.
El
cerebro del niño, de quien quedó preservado el cráneo, tenía una tamaño
de entre 420 y 450 centímetros cúbicos y por lo tanto era más pequeño
que el del hombre moderno (entre 1.200 y 1.600 centímetros cúbicos),
pero claramente más desarrollado que el cerebro del Australopithecus
afarensis, una especie más antigua. El hallazgo podría "revolucionar
nuestra comprensión de la evolución humana", indicaron los expertos. Los
fósiles tienen características que recuerdan tanto al Homo habilis como
al Australopithecus, género más simiesco.
Gracias a que el esqueleto del niño está bastante completo, los
científicos tendrían ahora la posibilidad de describir con mayor
precisión que hasta ahora la apariencia de los antepasados del hombre.
"Creo que este es un buen candidato para la especie de transición entre
el homínido africano Australopithecus africanus y el Homo habilis, o
hasta podría ser un antepasado directo del Homo erectus", explicó Berger.
La especie tenía brazos largos, como un mono, pero manos cortas y
fuertes, una pelvis muy desarrollada y piernas largas, dice el
comunicado de la universidad. Un equipo de expertos del Instituto
Antropológico de la Universidad de Zúrich bajo la dirección de Peter
Schmid tiene entretanto más de 180 fragmentos de al menos cuatro
individuos del antepasado del hombre que hasta ahora era desconocido.
Los fósiles descriptos en "Science" comprenden un fragmento de cráneo,
un fragmento de mandíbula y parte del resto del cuerpo. En cambio de la
mujer sólo se preservaron algunos dientes individuales y fragmentos de
la mandíbula, además de parte del resto del cuerpo. "Estos esqueletos
están mejor preservados y completos que los de Lucy", afirmó Schmid.
Cómo nos hicimos mamíferos. El Cerebro.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 83. Marzo de 2013.
El cerebro de los
mamíferos es el más grande (con respecto al tamaño del cuerpo) de todos
los vertebrados, en los Primates es aún más grande y el nuestro, podría
decirse que es gigante. El tamaño del cerebro es el carácter que
distingue, en la actualidad, a los mamíferos del resto de los seres
vivos de nuestro planeta Tierra. Pero ¿cómo y cuándo aparecen las
primeras evidencias fósiles del aumento del cerebro de los mamíferos y
de otros importantes cambios en nuestra cabeza? Esta es la primera de
una serie de reflexiones paleontológicas sobre la evolución de los
mamíferos y del Orden de los Primates en el que nos incluimos los
humanos.
Hace 250 millones de años comienza el Triásico con todas las tierras
emergidas unidas en el supercontinente Pangea. La fracturación de Pangea
a lo largo del Triásico formó nuevos continentes, separados y nuevos
ecosistemas. El clima era de gran aridez en la mayoría de la Tierra. En
estas condiciones se produjo una explosión de la diversidad de vida
terrestre con la aparición de nuevos vertebrados como fueron los
primeros cocodrilos, dinosaurios, reptiles voladores, mamíferos y
multitud de otros reptiles que solo vivieron en el Triásico. La base de
la alimentación de estos animales eran las coníferas y los insectos que
ya se habían diversificado con anterioridad.
Los primeros
mamíferos eran tan pequeños que pasarían desapercibidos entre el
resto de vertebrados continentales, entre los que destacaban los
dinosaurios. Pero esto no es demasiado importante, ya que los
pequeños animales suelen ser los que mejor capacidad de
adaptación tienen a los cambios. De hecho los mamíferos tenían
un cerebro grande, una buena capacidad para oír, para oler y
para protegerse del frío o calor extremos gracias al pelo que
cubriría su piel y a su capacidad de mantener el calor corporal
independientemente de la temperatura que haya en el medio
ambiente (endotermia).
Además desarrollaron
un eficaz sistema de masticar la comida, aprovechando así los alimentos
al máximo.Un
reciente estudio realizado en el cráneo de mamíferos actuales y fósiles
de diferentes yacimientos de China ha permitido profundizar sobre los
primeros pasos en la evolución del cerebro de los mamíferos. En su
hipótesis de partida, los investigadores se plantearon descifrar la
secuencia de cambios evolutivos que permitieron la evolución del cerebro
de los mamíferos, y cómo se diferenció el cerebro del mamífero ancestral
del de sus parientes reptilianos más cercanos.
Los cráneos estudiados
en la investigación son los de 27 mamíferos modernos, siete de mamíferos
primitivos y los de Morganucodon y Hadrocodium, dos
animales cercanos a los verdaderos mamíferos, por eso se les llama
mammaliamorfos. La investigación se realizó con la técnica de tomografía
computerizada de rayos X de alta resolución que les permitió obtener
imágenes del interior de los diminutos cráneos de los animales
estudiados.
De esta manera
obtuvieron imágenes tridimensionales de alta resolución, en las que se
pudieron estudiar las cavidades y tejidos internos a los que sería
imposible acceder sin destruir el fósil. Y como estos fósiles son únicos
y valiosísimos, hasta ahora no se había estudiado su estructura interna.
En definitiva han conseguido reconstruir el interior de la cavidad
craneal, algo impensable hace pocos años.
El análisis
de las imágenes de escáner ha permitido diferenciar los
principales hitos en el origen y primeros pasos en la evolución
del cerebro de los mamíferos: Primero se produjo el cierre de la
cavidad endocraneal, es decir el estuche óseo protector de
nuestro cerebro. Esta estructura se había formado en los
reptiles mamiferoides, grupo ancestral que incluye a los
mamíferos y a sus parientes reptilianos más cercanos que
vivieron en el Triásico. A la vez o posteriormente evolucionó la
piel con pelos. Esta novedad permitió a los mamíferos
protegerse, aislarse térmicamente del medio ambiente e
incrementar la sensibilidad táctil.
Esta capacidad de
aislamiento del pelo fue aprovechada por Castorocauda, uno de
los primeros mamíferos nadadores que se conocen. Vivió en l Jurásico de
China y tendría un cierto parecido a los actuales castores.
El tercer hito en la evolución es el cambio de alguno de los huesos
posteriores de la mandíbula de los reptiles mamiferoides hasta formar
los huesecillos del oído. Se trata de una gran ventaja evolutiva que
permitió a los primeros mamíferos oír en frecuencias más altas que el
resto de vertebrados terrestres. Esto les dio la ventaja de localizar el
origen del sonido con mayor certeza. La distancia (y por tanto el
trayecto a la posible comida o al posible cazador) se mide con el tiempo
de diferencia de llegada del sonido a cada oído. Al ser las ondas
cortas, el tiempo de medir dicha diferencia se reduce.
Estudio al pie del homínido Australopithecus
afarensis.
Publicado
en Paleo.
Año 11. Numero 82. Marzo de 2013.
Los restos fosilizados
de un pie de hace 3,4 millones de años han revelado que la famosa 'Australopithecus
afarensis', bautizada como 'Lucy', tenía parientes muy cercanos con
los que
compartió tiempo y espacio, en el Pleistocenoen Etiopía.
Un equipo de
investigadores, liderados por Yohannes Haile-Selassie, del Museo de
Historia Natural de Cleveland (EEUU), ha encontrado en la región de
Woranso-Mille, al norte del país del Cuerno de África, varias falanges y
metatarsosde un
primate que quizás andaba sobre dos pies, como 'Lucy', pero de una forma
diferente, lo que, según sus descubridores, revela lagran
diversidad de especiesque hubo en el origen de la humanidad.
El hallazgo, publicado
en la revista 'Nature', y encontrado en febrero de 2009 en un yacimiento
conocido como Burtele, es el primero de un pie que se encuentra en
ancestros humanos tan primitivos. Ni siquiera 'Lucy', de la que se tiene
un esqueleto bastante completo, se halló con esta parte de su cuerpo,
por lo que la forma de locomoción de aquellas especies se difiere de
otros huesos y de las huellas que dejaron, como las de
Laetoli (en Tanzania). Paisaje actual en Woranso-Mille, que hace 3,4
millones de años era el delta de un rio. |Nature
De momento, la
nueva especie no ha sido bautizada ni asignada a otros restos,
puesto que no se han
encontrado ni el cráneo ni dientes. No obstante,
para Haile-Selassie "este pie demuestra claramente que la de
'Lucy', que fue bípeda, no era la única especie en esta región.
"Su especie coexistió con unos primos cercanos que eran más
hábiles para subir a los árboles, como la especie 'Ardipithecus
ramidus' que vivió un millón de años antes", explica en una nota
de prensa de su Universidad.
La diferencia más
llamativa es que mientras que el dedo gordo del pie en 'Lucy' está
alineado con los otros cuatro dedos, lo que le permite andar sobre dos
pies, como los humanos, en el de Burtele el dedo gordo es
oponible, como en el 'Ardi'.
El arqueólogo español
Manuel Domínguez-Rodrigo, que codirige un proyecto científico en la
Garganta de Olduvai (Tanzania), "es un hallazgo muy interesante". "Es un
pie que se
parece más al de un gorilaque al de un ser humano.
El primer metatarso del
dedo gordo es corto y el segundo metatarso curvo, lo que sugiere que
tenía ese ángulo oblicuo al de los otros dedos". En su opinión, el
artículo no demuestra que la especie a la que perteneció fuera bípeda,
pero "si lo hubiera sido, el pie se desplazaba apoyando primero en el
talón y despegando sobre los cuatro dedos externos, no sobre el dedo
gordo, como hacemos nosotros". "Todo indica", continúa
Domínguez-Rodrigo, "que es un pie adaptado a algún bipedismo de corta
duración, lo que indica que fue más arborícola
que terrestreo
que, si fue más terrestre de lo que parece, lo combinó con otra forma de
locomoción".
Así lo cree también
Bruce Latimer, de la Universidad de Cleveland, para quien se trata de un
"descubrimiento impactante", aunque "fuera torpe para caminarsobre la tierra.
Los fósiles se
encontraron bajo una capta de piedra arenisca y fueron datados por la
técnica del argón, que fijó su edad en 3,46 millones de años. "Estaban
cerca de restos de peces, cocodrilos, tortugas... En definitiva,
sedimentos que demuestran que era un entorno fluvial,un delta
con canalesen el
que había arbolado abierto y arbustos", afirma Beverly Z. Saylor,
coautora del trabajo. "Son pistas que nos dicen que era un homínido
adaptado a vivir en las ramas, mientras 'Lucy' lo hacía en el suelo",
concluye.
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