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*** Paleontología Internacional ***

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IMPORTANTE: Algunas de las imágenes que acompañan a las presentes noticias son ilustrativas. Las imágenes originales se encuentran publicadas en Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico del Grupo Paleo Contenidos ©. Aviso Legal sobre el origen de imágenes. 

Científicos rusos descubren nueva especie de dinosaurio.

Un equipo de investigación compuesto por paleontólogos de la Universidad Estatal de Tomsk, de la Universidad Estatal de San Petersburgo y del Instituto de Zoología de la Academia de Ciencias de Rusia ha identificado un nuevo taxón en la familia de los Titanosaurus —dinosaurios herbívoros de cuatro patas.

   

El estudio de los restos de este gigante animal, encontrados en el año 2008 en la región de Kémerovo, reveló que los fósiles tienen características estructurales distintas de las de todos los demás miembros de este grupo de dinosaurios.

e estima que estos animales habitaron el territorio de Siberia hace cerca de 100 millones de años y tenían unos 20 metros de largo y pesaban alrededor de 50 toneladas.

<<<Pata de Titanosaurio. Imagen ilustrativa.

S La mayor diferencia del nuevo dinosaurio con otros similares son sus características estructurales: un animal con semejante estructura ósea aún no ha sido encontrado en ningún otro país del mundo.

Actualmente, los paleontólogos rusos están trabajando en montar los fragmentos encontrados para formar el dinosaurio completo y también están escribiendo la descripción científica de los hallazgos. Posteriormente, el dinosaurio ruso, aún no nombrado, recibirá un nombre en latín.


Enorme huella de dinosaurio carnívoro hallada en Bolivia.

Una huella de 1,2 metros del Terópodo Abelisaurio, estampada sobre la piedra, acaba de ser encontrada en el sur de Bolivia, indicando la ruta de los dinosaurios a través de Latinoamérica 80 millones de años atrás.

"Lo que se ha encontrado, el Terópodo Abelisaurio, corresponde a un dinosaurio carnívoro, bípedo, característico del Cretácico Superior de hace unos 80 millones de años. Debió haber tenido una altura de unos 15 metros, era grande", ha señalado a diversos medios el paleontólogo Omar Medina.

El investigador ha destacado que el hallazgo constituye un récord mundial, en tanto que se trata del dinosaurio carnívoro del periodo Cretácico de mayor tamaño entre sus semejantes, que apenas alcanzaban los nueve metros de altura.

El municipio de Sucre, en Bolivia, está considerado la 'meca' de los dinosaurios en Sudamérica, puesto que cuenta con más de 10.000 huellas de estos animales.

Esta gigantesca huella contribuirá a "determinar la ruta migratoria" de los dinosaurios por el hemisferio sur y "conocer la megafauna de la zona", ha comentado Medina.

Curiosamente, el fabuloso hallazgo ha tenido lugar por pura casualidad, durante la campaña de exploración para diseñar una nueva ruta turística, que había sido encargada por el Ayuntamiento de Sucre.


Hallan huellas fosilizadas de un gran tigre dientes de sable en Argentina.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 148. Mayo de 2016.

El peculiar hallazgo fue realizado en la localidad balnearia de Miramar, Argentina por miembros del Museo local, quienes descubrieron un yacimiento con huellas prehistóricas de 100 mil años de antigüedad. Entre ellas, la de un gran tigre dientes de sable.

El hallazgo de un nuevo yacimiento paleoicnologico fue dado a conocer por el personal del Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad de Miramar, a unos 450 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, sobre la costa atlántica.

El yacimiento paleontológico rico en restos óseos de enormes criaturas prehistóricas que alguna vez habitaron la región pampeana, ahora sorprende al mundo científico al revelar un fabuloso yacimiento paleoicnologico, es decir, un yacimiento con huellas o pisadas de enormes y pequeños animales que habitaron esa zona durante el Pleistoceno tardío, hace unos 100 mil años antes del presente.

El sitio fue bautizado como “punta verde” y se encuentra ubicado dentro del sitio paleontológico mundialmente conocido como “Punta Hermengo”, estudiado desde principios del siglo XX por el mismo sabio Florentino Ameghino y explorado por numerosos científicos durante décadas, principalmente del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires y Museo de La Plata, como así también en las ultimas tres décadas por el Museo Municipal de Miramar, dependiente de la Secretaria de Turismo y Cultura de la Municipalidad de General Alvarado.

El hallazgo fue presentado a la comunidad científica, técnicos y aficionados durante las XXX Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados en la ciudad de Buenos Aires, que reúne especialistas de todo el mundo, como Brasil, Uruguay, Suiza, Estados Unidos, Bolivia, Paraguay y China. Actualmente el estudio se encuentra en proceso de edición para una importante revista científica europea.

El descubrimiento consiste en el hallazgo de huellas fosilizadas (también conocidas como paleoicnitas) de al menos cuatro especies, aunque no se descartan algunas sorpresas mas, argumento Daniel Boh, coautor de la publicación y director del museo miramarense.

Entre ellas, encontramos huellas de Rheidae, un ave de gran tamaño y corredora, que llegaba a una altura de 1,50 metros. También se recuperaron icnitas de un enorme roedor Hidrochoeridae que podrían llegar hasta 1,30 metros de largo y pesar 65 kg.

También se registraron huellas con tres dedos, compatible con un Macraucheniidae. En estos mismos sedimentos hemos recuperado restos mandibulares de Macrauchenia patagonica, a cuya especie se le atribuye esta huella. Sus dimensiones eran semejantes al de los camellos actuales, pero los orificios nasales y una gran fosa elíptica señala la presencia de una trompa, algo más larga que la del tapir actual, señalo Mariano Magnussen, uno de los autores de la publicación.

El hallazgo mas novedoso corresponde a cuatro huellas pertenecientes a dos individuos de un tigre dientes de sable. Es la primera vez que se encuentran huellas fósiles de esta increíble criatura. El Smilodon superaba el peso y tamaño que el león actual; sin embargo, sus proporciones corporales diferían de las de cualquier félido moderno. Las extremidades posteriores del Smilodon populator eran más cortas y robustas, su cuello proporcionalmente más largo, y el lomo más corto. La extraordinaria peligrosidad de este félido se debía al gran desarrollo de la parte anterior de su cuerpo y al tamaño asombroso de sus caninos superiores, que llegaban a sobresalir más de quince centímetros.

Los autores llegaron a la conclusión de que se trata de las huellas de un Smilodon populator al cual bautizaron como “Smilodonichnum”, luego de la comparación con otras huellas de especies fósiles y vivientes de la familia Felidae, datos biométricos entre otras. La huella de la pata anterior tiene un ancho de de 19,2 cm y un largo de 18 cm, señalaron las fuentes.

Las observaciones geológicas para poder interpretar en que circunstancias un grupo de animales dejaron sus huellas y como estas se preservaron en ese ambiente, estuvo a cargo del Dr. Cristian Favier Dubois de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. El investigador pudo determinar que las huellas de aves y mamíferos aquí recuperados fueron creadas en sedimentos que pertenecían a las orillas de un antiguo pantano o de áreas inundadas, de poca y pobre profundidad, alimentado por un arroyo.

Las huellas fueron descubiertas en pleno sector turístico costero de Miramar, por lo cual motivo la recuperación de las mismas, debido a que corrían peligro por la depredación y la erosión. El material será debidamente registrado para complementar la Ley 25.743 y la ordenanza municipal 248/88 que reglamentan el patrimonio paleontológico nacional y municipal.

En las tareas de campo, se contó con la colaboración de Francisco De Cianni y al Lic. Pablo Reggio de la APN por su aporte sobre la observación de los rastros actuales de P. onca. Mas info www.museodemiramar.com.ar


Spiclypeus shipporum, una nueva especie de dinosaurio.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 148. Mayo de 2016.

El reptil tenía un impresionante volante en la cabeza con púas triangulares

Un descubrimiento casual de fósiles en Montana, Estados Unidos, hace una década ha llevado a identificar una nueva especie de dinosaurio con cuernos bautizada como 'Spiclypeus shipporum', según revela un estudio publicado este miércoles en la revista 'Plos One' por Jordan Mallon, del Museo de la Naturaleza Canadiense, junto a otros colegas.

El nuevo dinosaurio se ha podido reconstruir a partir de huesos que representan el cráneo, parte de las piernas, las caderas y la columna vertebral de un individuo conservado en una ladera limosa que una vez formó parte de una antigua llanura de inundación o aluvial.

Aunque el fósil tiene ahora un nombre científico, se conoce más comúnmente por su apodo de 'Judith', a raíz de la formación geológica del río Judith donde fue encontrado. Lo que diferencia a 'Spiclypeus shipporum' de otros dinosaurios con cuernos es la orientación de las astas sobre los ojos, que sobresalían hacia los lados del cráneo, y una disposición única de picos óseos que salían del borde de la ornamenta, con algunos curvados hacia delante y otros proyectándose hacia el exterior, según informa Europa Press.

Un examen detallado de algunos de sus otros huesos sugiera una vida con dolor: el hueso del brazo superior (húmero) mostró claros signos de artritis e infección. A pesar de este trauma, el análisis de los anillos de crecimiento dentro de los huesos del dinosaurio sugirió que vivió hasta la madurez y probablemente tendría por lo menos 10 años cuando murió.

En la actualidad hay nueve especies de dinosaurios conocidos de la formación río Judith de Montana, algunos de los cuales también fueron encontrados en Alberta, mientras que otros como 'Spiclypeus' son exclusivos de Montana. Los autores señalan que no se ha encontrado ninguna de las especies en los estados más al sur, lo que sugiere que las faunas de dinosaurios en el oeste de América del Norte pueden haber estado muy localizadas hace unos 76 millones de años.

Una investigación anterior de Jordan Mallon demostró que este tipo de comunidades ricas en especies pueden haber sido propiciadas por la especialización alimenticia entre los herbívoros, un fenómeno más comúnmente conocido como partición de nicho. "Se trata de una espectacular nueva adición a la familia de dinosaurios con cuernos que recorrían el oeste de América del Norte entre hace 85 y 66 millones de años atrás", explica Mallon, que colaboró con investigadores de Canadá y Estados Unidos.

"Se ofrece nueva evidencia de la diversidad de los dinosaurios durante el periodo Cretáceo de un área que es probable que proporcione aún más descubrimientos", agrega.

El nombre de 'Spiclypeus' es una combinación de dos palabras latinas que significan "escudo de púas", en referencia al impresionante volante de la cabeza con picos triangulares que adornan sus bordes, y 'shipporum' en honor a la familia Shipp, en cuyas tierras se encontró el fósil cerca de Winifred, Montana por el doctor Bill Shipp.

"Yo no sabía que la primera vez que iba a la búsqueda de fósiles me tropezaría con una nueva especie", explica Shipp, físico nuclear retirado que se ha convertido en un entusiasta de los fósiles después de mudarse a una zona rica en dinosaurios de Montana. "Como científico, estoy muy satisfecho de que el Museo Canadiense de la Naturaleza haya reconocido el valor del dinosaurio, y que ahora investigadores de todo el mundo puedan acceder a él como parte de las colecciones de fósiles del museo", concluye. Fuente; El Periodico.


Atopodentatus unicus, una criatura con cabeza de martillo del Triasico.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 148. Mayo de 2016.

En 2014, los científicos descubrieron un extraño fósil, un reptil marino del tamaño del cocodrilo que vivió hace 242 millones de años en lo que hoy es el sur de China. Su cabeza estaba mal conservado, pero parecía tener un pico similar al flamenco. Sin embargo, en un artículo publicado este viernes en 'Science Advances', los paleontólogos revelan que el "pico" es en realidad parte de un sistema de mandíbula en forma de cabeza de martillo, que empleaba para alimentarse de plantas en el suelo marino, por lo que se trata del primer ejemplo conocido de un reptil marino herbívoro.

"Es un animal muy extraño --subraya uno de los autores, el doctor Olivier Rieppel, conservador de Biología Evolutiva en el Museo Field de Chicago--. Tiene una cabeza de martillo, que es única y que es la primera vez que hemos visto un reptil como éste". Rieppel realizó el trabajo con colegas de los Museos Nacionales de Escocia y el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de China y el Centro Wuhan del Servicio Geológico de China.

El nombre del reptil, 'Atopodentatus unicus', hace alusión a su pasado confuso -del latín, "único extrañamente dentado".

Pero los fósiles recién descubiertos hacen que sea más claro cómo estaban configurados en realidad sus "extraños dientes". Su amplia mandíbula tenía forma de cabeza de martillo, y a lo largo del borde, tenía dientes como estacas y más adentro en su boca, presentaba grupos de dientes en forma de aguja.

"Para averiguar cómo la mandíbula encaja entre sí y cómo el animal se alimenta, compramos arcilla para niños, una especie de plastilina, y lo reconstruimos con palillos de dientes para representar los dientes --relata Rieppel--. Nos fijamos en cómo el maxilar superior e inferior se cerraban juntos, y así es como lo hicimos y describimos".

El veredicto es que 'Atopodentatus unicus' utilizó su extraña mandíbula como ayuda para comer plantas. "Usaba los dientes frontales en forma de estaca para raspar las plantas de las rocas del fondo del mar y luego abría su boca y engullía los trozos de material vegetal. Entonces, empleaba los dientes en forma de aguja como un tamiz, atrapando las plantas y dejando que el agua saliera, igual que las ballenas se alimentan empleando el filtro de su barbas", explica Rieppel.

Este descubrimiento no sólo resuelve el misterio del extraño animal con dientes, sino que también proporciona un ejemplo del primer reptil marino herbívoro. "La estructura de la mandíbula es claramente la de un herbívoro --afirma Rieppel--.

Tiene similitudes con otros animales marinos que comían plantas con un sistema de alimentación por filtración, pero 'Atopodentatus' es mayor que ellos por unos ocho millones de años".

'Atopodentatus' también ayuda a contar una gran historia sobre la extinción en masa más grande del mundo hace 252 millones de años. "Los animales que vivieron durante los años que rodean a la extinción del Pérmico-Triásico nos ayudan a ver cómo reaccionó la vida en la tierra a ese evento", dice Rieppel. "La existencia de animales especializados como 'Atopodentatus unicus' nos muestra que la vida se recuperó y se diversificó con mayor rapidez que antes", añade. Fuente; lavanguardia.com


La adaptación de Gryposuchus pachakamue para vivir en los ríos del Mioceno.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 147. Mayo de 2016.

Fósiles de un miembro extinto de la orden crocodilia de hace 13 millones de años, llamado 'el narrador', sugieren que las especies de América del Sur e India evolucionaron por separado para adquirir ojos saltones 'telescópicos' para vivir en el río, según un estudio publicado este miércoles en 'Plos One' por el doctor Rodolfo Salas-Gismondi, de la Universidad de Montpellier, Francia, y sus colegas.

Los 'gavialoids' son un grupo diversificado de especies crocodilia de largo hocico en su mayoría extintos. Muchas de las relaciones evolutivas entre estas especies siguen sin estar claras. Fósiles de 'gavialoids' extintos de América del Sur y el 'gavialoid' existente gavial indio tienen ojos telescópicos similares, pero no se sabía cómo desarrollaron estas características.

Los autores de este estudio examinaron fósiles peruanos de espeies de Amércia del Sur de hace 13 millones de años, el 'gavialoid' de la orden crocodilia más antiguo de la Amazonía, al que llamaron 'Gryposuchus pachakamue' en honor a Pachakamue, un dios 'narrador' de la cultura pre-hispánica de Amércia del Sur que se pensaba que tenía conocimiento sobre los orígenes de la vida de América del Sur.

Los fósiles fueron fechados en el Mioceno Medio y procedían de la Formación Pebas, que probablemente se componía de cursos de agua pantanosos, lo que sugiere que los crocodilia vivían en los ríos y los ojos ligeramente telescópicos. Los investigadores realizaron análisis filogenético y morfométrico para evaluar el posible desarrollo evolutivo de los protuberantes ojos telescópicos de las especies de India y América del Sur.

Su análisis sugiere que el 'narrador' con los ojos ligeramente telescópicos representa la condición ancestral de la que el linaje sudamericano desarrolló sus ojos telescópicos. Los ojos evolucionaron en paralelo en los linajes de América del Sur y de India, mostrando primero un desarrollo parcian en el 'narrador', y, finalmente, llegando a su evolución telescópica completa como se ve en las especies que evolucionaron más tarde.

Ambas especies de América del Sur e India adoptaron un estilo de vida en el río y es probable que los ojos telescópicos fueran adaptativos, ayudándoles a capturar peces en estos hábitats. Aunque se necesita más investigación, el estudio de Thibs puede mejorar nuestra comprensión del 'narrador' y la evolución de todos los cocodrilos 'gavialoid'. Fuentes; telecinco.es


Panamacebus, un mono en el canal de Panamá sacan y su migración a Norteamérica.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 147. Mayo de 2016.

Habitaba la zona hace 21 millones de años, mucho antes de que el itsmo uniera los dos continentes

En Panamá salen a la luz algo más que papeles. Las obras de ampliación del famoso canal que cruza el país y conecta el Caribe con el Pacífico han desenterrado siete dientes fósiles de un mono de 21 millones de años, el primero del que se tienen evidencias en Norteamérica. La especie, que aparece descrita en la revista Nature, ha sido llamada Panamacebus transitus, en honor al país donde ha sido encontrada, y parece tener conexión con los capuchinos actuales.

Los monos del Nuevo Mundo (platirrinos) forman parte de los ecosistemas tropicales modernos tanto del norte como del sur de América. Sin embargo, estas dos gigantescas masas de tierra estaban separadas por un océano hasta que el istmo de Panamá los unió hace unos 3,5 millones de años. Estimaciones genéticas sugerían que los monos no llegaron a América Central, la parte más meridional de la masa continental de Norteamérica, hasta este momento, pero la ausencia completa de fósiles había limitado el conocimiento de su historia.

Los nuevos fósiles del Panamacebus fueron encontrados en la formación Las Cascadas gracias al trabajo de los investigadores, que se vieron obligados a correr detrás de los ingenieros de las obras cada vez que dinamitaban las empinadas orillas del canal. Los científicos intentaban recoger los fósiles expuestos por las explosiones antes de que las fuertes lluvias y el rápido crecimiento de la vegetación ocultaran la evidencia de los violentos eventos tectónicos que elevaron el puente de tierra que unió las dos partes del continente.

«Le pedí a mi jefe un millón de dólares para cavar un gran agujero en el suelo y entonces el pueblo panameño votó para que la Autoridad del Canal de Panamá se gastara 5.600 millones para ampliar el canal y destapar un tesoro para nosotros, que contiene esta nueva especie de mono y muchos otros fósiles», explica Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), uno de los organismos que participó en el proyecto de recuperación junto a la Universidad de Florida y el Museo de Historia Natural y Ciencia de Nuevo México. Entre los otros restos se encuentran murciélagos, caballos, ardillas, pequeños camélidos, cocodrilos, tortugas y los feroces osos-perro.

«Creemos que el Panamacebus estaba relacionado con el capuchino (también conocido como mono cariblanco) y con los monos ardilla que se encuentran en América Central y del Sur en la actualidad», apunta Jonathan Bloch, curador de paleontología de vertebrados en el Museo de Historia Natural de Florida, en el campus de la Universidad de Florida, y autor principal del estudio.

«Antes de este descubrimiento, se creía que los monos del Nuevo Mundo habían evolucionado aislados en América del Sur, separados de América del Norte por un amplio mar», añade.

Antes de que se descubrieran los dientes de mono, la evidencia más antigua de la circulación de un mamífero de América del Sur a la del Norte era de hace 8,5 a 9 millones de años de edad, los restos fósiles de perezosos gigantes. Los autores del estudio sugieren dos explicaciones que van más allá que las diferencias en el clima o la existencia de importantes barreras geográficas.

A su juicio, los mamíferos de América del Sur podían haber estado más adaptados a la vida en los bosques sudamericanos que todavía se encuentran en Panamá y Costa Rica que a otros tipos de bosque característicos del norte de América Central. O quizás, simplemente, la falta de depósitos fósiles en toda América central signifique que las evidencias de estas dispersiones aún no se han revelado. Fuente; abc


Asilisaurus revela el crecimiento de antecesores de dinosaurios.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 146. Mayo de 2016.

Los investigadores estudiaron cicatrices óseas en los huesos de las piernas de los dinosaurios. Los huesos permiten analizar los cambios en la anatomía y tejido óseo de las especies

Los huesos fosilizados de la nueva especie llamada Asilisaurus kongwe, que vivió en el Triásico Medio hace unos 240 millones de años, permitieron conocer más sobre el crecimiento de estos antecesores de los dinosaurios.

Un equipo de paleontólogos estudió los restos óseos de 14 ejemplares del Asilisaurus kongwe, de diferente tamaño, género y edad, hallados recientemente en el sur de Tanzania, y encontró muchas variaciones en el patrón de crecimiento entre éstos reptiles.

Según los paleontólogos, los Asilisaurus kongwe fueron reptiles que vivieron alrededor de 10 millones de años antes que los dinosaurios más antiguos conocidos hasta ahora, en lo que actualmente es Tanzania. Tenían una cola larga y quizá pesaban un máximo de 30 kilogramos. Durante su investigación de la anatomía y el tejido óseo de los especímenes descubiertos, los científicos encontraron que aunque éstos animales individuales vivían más o menos en el mismo lugar y tiempo, crecieron de manera diferente.

Compararon este hallazgo con cualquier familia moderna, con sus hermanos y primos que difieren en altura o masa corporal, por ejemplo, un hermano más bien pequeño y otro más alto; uno naturalmente muscular y otro propenso a la delgadez.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron cicatrices óseas en los huesos de las piernas de los Asilisaurus kongwe, centrándose en los puntos donde los músculos y los tendones se unen a éstos. Los restos del individuo que era más maduro cuando murió tenían cicatrices óseas más grandes, al igual que las marcadas con la edad en el esqueleto de cualquier persona o animal, según los resultados de la investigación publicados en el Journal of Vertebrate Paleontology.

Los paleontólogos optaron por analizar las cicatrices óseas debido a que el tamaño de los huesos es un pobre indicador de la madurez esquelética en esta especie, ya que también puede influir el diferente sexo de los especímenes.

El autor principal de la investigación, Christopher Grifin, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad Estatal y Politécnica de Virginia, señala que las cicatrices están relacionadas "con el crecimiento, no con el sexo". Fuente; informador.mx


Hesperornis, una antigua ave acuática sobrevivió a los monstruos marinos.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 146. Mayo de 2016.

Primera evidencia de que los plesiosaurios, que normalmente comían pescado, también se alimentaban de pájaros

Los científicos han descubierto el Hesperornis que puede ser el más afortunado del mundo - un antiguo pájaro acuático que escapó de las fauces de un plesiosaurio hace 70 millones de años en la prehistórica Dakota del Sur.

Aún así, el plesiosaurio propinó un buen mordisco al Hesperornis, un gran pájaro buceador no volador que vivió durante el período Cretáceo, cuando los dinosaurios vagaban por el mundo.

"Básicamente, el plesiosaurio apareció por el lado", dijo el coautor del estudio, Bruce Rothschild, profesor de medicina de la Northeast Ohio Medical University. "Eso probablemente fue lo que permitió que el ave escapase, porque cuando el plesiosaurio dió el primer mordisco y luedo soltó la presa para conseguir un mejor agarre, el pájaro se escapó".

Los investigadores encontraron el espécimen de Hesperornis mientras ordenaban la colección de fósiles en el Museo Peabody de Yale de la Universidad de Princeton.

El esqueleto de más o menos 1 metro de largo tenía dañado el tibiotarso izquierdo, un hueso de la pata que, tras una inspección más cercana, parecía que tenía marcas de dientes.

Los investigadores se pusieron los sombreros de detective y se dispusieron a determinar lo que había mordido al ave. Los sospechosos fueron un mosasauro (un gran reptil depredador que nadaba en los océanos prehistóricos de la Tierra), un Xiphactinus (un pez carnívoro prehistórico gigante) y un plesiosaurio (otro tipo de reptil marino carnívoro), dijo Rothschild.

Él y sus colegas fueron a la Universidad de Kansas, que tiene la mayor colección de fósiles de mosasaurios del mundo (en gran parte debido a una antigua vía marítima donde nadaban los antiguos reptiles, que una vez cubrió medio Estados Unidos, dijo). Miraron los cráneos de los mosasaurios Clidastes, los plesiosaurios Dolichorhynchops osborni y Trinacromerum bentonianum, y del Xiphactinus.

La mejor pieza de evidencia fue la separación de las marcas de los dientes. El fósil mostraba que toda la parte mordida del ave tenía dientes espaciados uniformemente, que no coincidían con los dientes espaciados irregularmente del mosasauro o los patrones de los dientes del Xiphactinus.

"Básicamente hicimos el cuento de la Cenicienta para ver que dientes podían adaptarse a la 'zapatilla'", dijo Rothschild.

Los dientes del plesiosaurio hicieron un ajuste perfecto. No está claro qué especie de plesiosaurio cometió el hecho, pero es probable que fuese un pequeño plesiosaurio de cuello corto, un largo y estrecho hocico y dientes equidistantes, el que mordió desde abajo la pata del Hesperornis", dijo

La pata del ave muestra signos de curación, pero la lesión parece haber alterado su posterior crecimiento.

El pájaro era un juvenil cuando fue atacado, desarrollando más tarde una osteoartritis, probablemente debido a que la mordedura causaba que sus huesos se rozasen entre sí de forma permanente, dijo Rothschild.

"La osteoartritis no se había reconocido previamente en cualquier tipo de animal marino", dijo. También es la primera evidencia de que los plesiosaurios, que normalmente comían pescado, también se alimentaban de pájaros, dijo.

El hallazgo es un recordatorio de que los fósiles pueden contar espectaculares historias sobre animales que vivieron hace mucho tiempo.

"Los fósiles no son trozos de información estática, sino que en realidad nos informan sobre el comportamiento del animal", dijo Rothschild. "Esto demuestra la capacidad de recuperación de las aves para sobrevivir a la lesión". Fuente; Vista al mar


Elasmotherium sibiricum, el último unicornio del Pleistoceno.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 145. Mayo de 2016.

Investigadores han determinado que el conocido como 'unicornio siberiano' --un rinoceronte peludo extinto hace 350.000 años-- encontró su último refugio en Kazjistán hace sólo 29.000 años.

Un artículo de la Universidad de Tomsk (Rusia) describe el reciente hallazgo de fósiles en el Irtysh Pavlodar, publicado en el American Journal of Applied Science.

"Lo más probable, es que el sur de Siberia occidental fue un refugio, donde este rinoceronte perseveró más tiempo en comparación con el resto de la especie.

Hay otra posibilidad de que pudiera migrar y habitar por un tiempo en las zonas más al sur", dijo Andrey Shpanski, paleontólogo autor del estudio.

Se llegó a estas conclusiones después de investigar el cráneo de rinoceronte encontrado cerca del pueblo de Kozhamzhar en la región de Pavlodar (Kazajistán). El cráneo está bien conservado con algunas grietas, pero no hay rastro de peletización, retortijones o de exfoliación. Los fósiles fueron examinados por el método de análisis del radiocarbono AMS, en la Universidad Queen de Belfast, (Reino Unido).


El animal murió hace 29.000 años. "Lo más probable es que fuera un macho de gran tamaño solitario. Las dimensiones de este rinoceronte son las más grandes de los descritos en la literatura, y las proporciones son típicas", dijo el científico. Se presuponía que Elasmotherium sibiricum se extinguió hace aproximadamente 350.000 años. Su hábitat era el vasto territorio desde el río Don al este de Kazajstán moderna. El hallazgo de residuos de Elasmotherium en el Irtysh Pavlodar muestran que fue morada de estos rinocerontes en el sureste de la llanura de Siberia Occidental. europapress.es


Encontraron excremento fosilizada en restos de un pterosaurio.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 145. Mayo de 2016.

Los paleontólogos se emocionan cuando encuentran caca - o, mejor dicho, heces fosilizadas, llamados coprolitos. Encontrar coprolitos es difícil, pero hallarlos dentro del animal que lo creó lo es mucho más, pero puede ser exactamente eso lo que hallaron en un espécimen recién descubierto de Rhamphorhynchus, un reptil alado.

Se trata de un ejemplar de pterosaurio espécimen que data del Jurásico Superior, hace aproximadamente 161 a 146 millones de años. Los paleontólogos encontraron por primera vez esta Rhamphorhynchus en la cantera Schernfeld de Baviera, sur de Alemania, en 1965.

Ahora, el fósil se encuentra en el Royal Tyrrell Museum of Palenotology, en Alberta, Canadá. Allí, un equipo de investigación recientemente tuvo la oportunidad de analizar el fósil en profundidad.

El equipo señala en su artículo, publicado en PeerJ, que el espécimen se encuentre en buen estado - algunos tejidos blandos, tales como las membranas de las alas y la piel que se extienden desde los miembros posteriores a la cola, son visibles. Además, tendido entre las tripas del espécimen estan los huesos de lo que puede ser un pescado. También hay una masa de algo por debajo de la criatura, un hueso triangular en la base de la columna vertebral, cerca de donde estaría la cloaca.

El posible coprolito tiene estructuras que parecen ganchos. Estas estructuras, plantea la hipótesis del equipo de investigadores, pueden ser los restos de espinas de algún tipo de invertebrado marino (tal vez una esponja o un familiar de una estrella de mar). Si la masa es realmente un coprolito entonces será el primero encontrado para cualquier tipo de pterosaurio.  Fuente; rebdo.org


Hallada una nueva especie de vaca marina extinta en Cataluña.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 144. Marzo de 2016.

Las excavaciones en un yacimiento cerca de Tona en Cataluña han permitido encontrar buena parte del cráneo, vértebras y costillas de una nueva especie de sirenio, un orden de mamífero marino conocido como vaca marina al que pertenecen manatíes y dugongos actuales. Prototherium ausetanum, como ha sido bautizada la nueva especie extinta, adopta su nombre en alusión a los ausentanos, un antiguo pueblo íbero que vivió en la zona. 

Los dugongos actuales, unos grandes mamíferos de unos tres metros de largo y 300 kilos de peso, son los parientes más cercanos de Prototherium ausetanum, la nueva especie fósil descrita por el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusfont (ICP). Como los manatíes, pertenecen al orden de los sirenios pero se diferencian de ellos por su cola bilobulada (similar a la de un cetáceo), una fuerte curvatura hacia abajo del hocico y su hábitat, que es exclusivamente marino.

En la actualidad, la familia de los dugóngidos está representada por una única especie (Dugong dugon), aunque una segunda especie (Hydrodamalis gigas) se extinguió en el siglo XVIII como consecuencia de su caza indiscriminada. El registro fósil, sin embargo, revela una gran diversidad en el pasado de este grupo que apareció a mediados del Eoceno, hace unos 50 millones de años.

El paleontólogo Jordi Balaguer encabeza el estudio publicado en Comptes Rendus Palevol que ha permitido describir la nueva especie de dugongo del Eoceno a partir de unos restos recuperados de unos 40 millones de años de antigüedad de cráneo, costillas y vértebras en el yacimiento de Mas Vilageliu, a unos dos kilómetros del municipio de Tona.

El epíteto asignado a la nueva especie ("ausetanum") es una referencia a los ausetanos, antiguo pueblo íbero de la Plana de Vic

"El estudio del cráneo reveló diferencias significativas respecto a las otras especies fósiles de sirenio que conocíamos del Eoceno medio y ciertas semejanzas con las del género Prototherium encontrados en Italia y España", explica Balaguer. El epíteto asignado a la nueva especie ("ausetanum") es una referencia a los ausetanos, antiguo pueblo íbero de la Plana de Vic.

El estudio de los nuevos restos también ha permitido concluir que los fósiles de sirenio encontrados anteriormente en el mismo municipio de Tona y publicados a finales de los años 80 seguramente pertenecen a una especie descrita en Italia y, por tanto, confirma la presencia de al menos dos especies diferentes de este grupo en esta zona. 

Durante el Eoceno, lo que actualmente es la Plana de Vic era un mar tropical con arrecifes de coral donde habitaban sirenios, cetáceos y peces y una gran diversidad de invertebrados. Sobre los restos del dugongo, los investigadores han identificado una especie de esponja marina que habitualmente vivía en profundidades superiores a los 100 metros.

"El hecho de que no encontremos fanerógamas marinas, el alimento principal de los dugongos, pero sí restos de esta esponja nos hace pensar que el animal no murió allí donde lo encontramos", explica el investigador. Una vez muerto, el cuerpo se habría depositado en el fondo y se habría ido cubriendo lentamente con sedimentos, lo que habría dado tiempo suficiente a las esponjas para crecer sobre sus restos. Fuente: Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP)


El misterio de la extinción de los primates del Paleoceno.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 144. Marzo de 2016.

Hace 56 millones de años, justo antes de que aumentaran los niveles de dióxido de carbono y las temperaturas medias, muchas especies de primates primitivos se extinguieron en Norteamérica por razones que no están claras para los científicos. Ahora, un estudio de molares fósiles parece exonerar a una potencial culpable en la desaparición de los animales: la competición por la comida con roedores primitivos.

El equipo de Kristen Prufrock, de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos (antes en la de Toronto en Scarborough, Canadá) y Doug M. Boyer de la Universidad Duke en Estados Unidos, examinó indicios dentales sobre las dietas de ciertos primates y roedores que vivieron en Norteamérica a finales del periodo Paleoceno.

Otros paleontólogos han sugerido que muchos de aquellos primates (que superficialmente se parecían a los roedores pero que tenían características de primates, como dedos largos para agarrar) se extinguieron debido a que los roedores les superaron en su competición por sus alimentos preferidos.

Los resultados ponen en duda la idea de que la competición por la comida hizo desaparecer a los primates.

Pero cuando Prufrock y sus colegas realizaron escaneos muy detallados de tomografía computerizada sobre 13 mandíbulas de roedor y 181 de primates primitivos conservadas en varios museos, las formas de sus molares revelaron que la mayoría de los primates comían tipos de comida distintos que los consumidos por los roedores.

 La extinción de aquellos primates antiguos de Norteamérica resulta intrigante porque aunque muchos de estos grupos primitivos parecen haberse extinguido al mismo tiempo, algunos sobrevivieron mucho más tiempo. Sería muy útil conocer qué rasgos hicieron especiales a estos supervivientes y qué nos dice eso sobre la biología, la fisiología y las adaptaciones de los primates modernos. Fuente; onlinelibrary.


Un fémur fósil revela el gran tamaño de un dinosaurio carnívoro.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 143. Marzo de 2016.

Un hueso fosilizado no identificado en un museo ha revelado el tamaño de un temible abelisaurio, y puede haber resuelto un puzzle de hace cien años.

Alessandro Chiarenza, estudiante de doctorado en el Imperial College de Londres, se topó el año pasado con un hueso fémur fosilizado olvidado en un cajón, durante su visita al Museo de Geología y Paleontología en Palermo, Italia. Él y su colega Andrea Cau, un investigador de la Universidad de Bolonia, obtuvieron permiso del museo para analizar el fémur. Descubrieron que el hueso era de un dinosaurio llamado abelisaurio, que poblaban la Tierra hace unos 95 millones de años durante el período cretácico tardío.

Los abelisaurios eran un grupo de dinosaurios depredadores, carnívoros, que se caracterizan por extremadamente pequeñas patas delanteras, una cara profunda, con pequeños dientes afilados y poderosas patas traseras musculares. Los científicos sospechan que también estaban cubiertos de plumas mullidas. El abelisaurio estudiado habría vivido en el norte de África, que en ese momento era una sabana exuberante atravesada por ríos y manglares. Este antiguo mundo tropical le habría proporcionado un hábitat ideal para la caza de animales acuáticos como tortugas, cocodrilos, peces grandes y otros dinosaurios.

Mediante el estudio de los huesos, el equipo dedujo que este abelisaurio pudo medir nueve metros de largo y pesaba entre una y dos toneladas, por lo que es potencialmente una de las más grandes jamás encontrados.

Esto está ayudando a los investigadores a determinar los tamaños máximos que estos dinosaurios podrían haber alcanzado durante su apogeo.

Alfio Alessandro Chiarenza, co-autor del estudio, del Departamento de Ciencias de la Tierra e Ingeniería del Imperial College, dijo: "Hasta ahora se habían encontrado fósiles más pequeños de abelisaurio, pero este hallazgo demuestra lo verdaderamente enormes que eran estos depredadores carnívoros, extraños porque probablemente estaban cubiertos de plumas con diminutas patas delanteras".

El fósil se originó a partir de un afloramiento sedimentario en Marruecos llamado el Kem Kem Beds, que son bien conocidos por la abundancia inusual de fósiles de dinosaurios gigantes depredadores 

Este fósil, junto con la riqueza acumulada de los estudios anteriores, está ayudando a resolver la cuestión de si el abelisaurio puede haber coexistido con una gama de otros depredadores en la misma región. En lugar de compartir el mismo entorno pensamos que estas criaturas vivieron probablemente muy lejos unas de otras en diferentes tipos de entornos, señala Chiarenza.

Los fémures fosilizados son útiles para los paleontólogos ya que pueden determinar el tamaño total de los dinosaurios. Esto se debe a que los fémures están asociadas a los músculos del muslo y de la cola y tienen cicatrices o protuberancias, donde los ligamentos y los músculos se unieron al hueso, permitiendo dilucidar cómo de grandes fueron esos músculos y ligamentos. Fuente: Europa Press


Fósiles de Stegodon de más de un millón de años en Pakistán.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 143. Marzo de 2016.

Un equipo de paleontología de Pakistán descubrió un colmillo de Stegodon, antecedente lejano del elefante, de 2,4 metros de largo, 20 centímetros de diámetro y con una antigüedad de 1,1 millones de años. 

"Es el mayor colmillo de este tipo encontrado en el país", dijo este 16 de febrero del 2016 a Efe el jefe del equipo de investigación de la Universidad del Punyab que llevó a cabo el descubrimiento, Mohammed Akhtar.  

El investigador afirmó que el hallazgo del colmillo, desenterrado hace tres días en el distrito de Jhelum, en la provincia oriental del Punyab, ayudará a estudiar la evolución de los elefantes. 

El fósil pertenece al periodo del Pleistoceno, según las pruebas realizadas con uranio radiactivo para determinar su antigüedad. 

Akhtar indicó que se trata del mayor descubrimiento que han realizado desde que en 1992 comenzaron a investigar los fósiles en Jhelum, donde han hallado unas 4.000 piezas. 

El stegodon es una especia de mastodonte extinguido, originario de Asia y pariente lejano del elefante actual, que vivió hace 11 millones de años. Fuente: Agencia EF


Reubicación de fósiles de ballena blanca Ontocetus Oxymycterus.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 142. Marzo de 2016.

Con sus 15 millones años de antigüedad, el espécimen fósil de cachalote pertenece a un nuevo género, según un estudio publicado en PLoS ONE por Alexandra Boersma y Nicholas Pyenson del Museo Nacional de Historia Natural del Inst. Smithsoniano.

Los autores del estudio volvieron a analizar los grandes pero incompletos especímenes de fósiles de cachalotes, Ontocetus Oxymycterus, desde mediados del Mioceno en Monterey, California, descrito originalmente en 1925 por Remington Kellogg.

Kellogg colocó a esta especie en el género Ontocetus, que fue pensado originalmente como un taxón dental; Sin embargo, ahora se sabe que en este género, las especies tienen colmillos de morsa en lugar de la dentadura de los cetáceos.

Por lo tanto, los autores asignaron esta especie al nuevo género Albicetus, creando así la nueva combinación, Oxymycterus albicetus, gen. nov. Los autores utilizan el término "Albicetus" o "ballena blanca", debido a que se inspiraron en el color blanco hueso del fósil, en homenaje al famoso y ficticio Leviatán de Moby Dick, de Melville.

Los autores también analizaron el tamaño del cuerpo de la ballena, en comparación con el árbol evolutivo de la ballena blanca. Kellogg originalmente colocó esta especie en el género Ontocetus, un taxón dental enigmático reportado del siglo XIX.

Sin embargo, las ballenas de gran tamaño corporal probablemente surgieron varias veces en la evolución de los cachalotes, y la mayoría de estas grandes ballenas también tenía dientes superiores e inferiores inusualmente grandes.

Los autores sospechan que la presencia de grandes dientes del fósil de cachalote sugiere que se alimentaban de grandes presas, mamíferos quizá marinos, como focas y otras ballenas más pequeñas, en comparación con los cachalotes modernos, que se alimentan principalmente de calamares, apenas usando sus dientes para masticar.

"Este hallazgo significa que, hace unos 15 millones de años, cuando había muchos de estos grandes cachalotes con grandes dientes, como el Albicetus, pudo haber sido un momento de enorme riqueza tanto en el número como en la diversidad de mamíferos marinos que sirvieron como presa para estas ballenas", sugiere Boersma. Fuente: PLOS ONE.


Huellas de arcosaurios de cuando Guadalajara estaba cubierta por el mar.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 142. Marzo de 2016.

Los Arroturos un yacimiento de huellas fósiles único en la Península Ibérica, en Paredes de Sigüenza.

La primera conferencia del ciclo, que desde hace ya ocho años, la Sociedad de Amigos del Museo organiza en Guadalajara, celebrada el pasado jueves, 4 de febrero, “presentó en sociedad” un yacimiento paleontológico excepcional localizado en el paraje de “Los Arroturos” en el término municipal de Paredes de Sigüenza, a medio camino entre dos de sus pedanías, Rienda y Tordelrábano. El yacimiento de huellas fosiles fue localizado por agentes medioambientales alrededor en 2005, y tras diversas vicisitudes, acabó siendo investigado en profundidad por técnicos del Instituto Geominero.

La presentación corrió a cargo del principal investigador del proyecto, Joaquín Moratalla García, Científico Titular del Instituto Geominero, reconocido paleontólogo especialista en paleobiología, huevos e icnitas de dinosaurios.

Las huellas fósiles, icnitas, conservadas son más de 600, de un tamaño medio de  20 centímetros, ocupando una superficie de más de 1700 metros cuadrados, y pudiéndose reconocer hasta 11 posibles rastros distintos. Fueron realizadas por un grupo de reptiles arcosaurios mientras recorrían una llanura intermareal  ahora convertida en una lastra de dolomía (caliza).

Datan del periodo Ladiniense, Triásico medio, hace entre 242-235 millones de años, cuando todavía no habían aparecido los dinosaurios y el mundo se recuperaba de una de las peores extinciones masivas de su historia, más del 90% de las especies terrestres y marinas habían desaparecido.

La geografía del mundo era muy distinta, existiendo un único continente que agrupaba a todos los que actualmente conocemos. Gran parte de la Península Ibérica y de la provincia de Guadalajara estaban cubiertas por el mar y reinaba un clima excepcionalmente árido y continental,  la mayor parte de las tierras emergidas eran desiertos. En las zonas cercanas a las costas o en las llanuras fluviales aparecía una vegetación formada por “bosques” de helechos, equisetos (colas de caballo) y licopodios.

En este mundo proliferaba una abundante y diversa fauna de reptiles: los futuros antecesores de  dinosaurios, mamíferos y cocodrilos, así como grupos que acabaron desapareciendo sin dejar descendencia.

La especie que produjo las huellas no ha podido ser determinada pero se sabe que no pertenecía al linaje que originó a los dinosaurios sino al relacionado con los cocodrilos, concretamente al grupo de los Poposáuridos y sería muy similar al género Effigia, conocido por fósiles del continente americano, de unos dos metros de largo. 

La excepcionalidad del yacimiento se basa en la práctica ausencia de yacimientos terrestres de esa época en nuestro territorio, el ponente lo consideró un auténtico”milagro”, siendo las primeras huellas localizadas en el Muschelkalk (Triásico medio) en España. Para encontrar un yacimiento de este tamaño y características hay que viajar hasta Alemania, norte de Italia o Suiza.

Además de la labores de estudio, entre las que cabe resaltar un cartografiado láser del mismo,  el yacimiento ha sido objeto de una serie de actuaciones por parte de la administración para facilitar su visita y conservación, aún así el ponente dejó claro la insuficiencia de éstas, augurando su desaparición en un plazo de 10-15 años por efecto de la erosión si no se procede al techado del  mismo. Fuente; guadaque.com.


Una tortuga depredada por una hiena en el Mioceno.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 141. Marzo de 2016.

Viene a cuento insistir en lo entonces hallado por haber surgido nuevas ideas de lo que ocurrió allí hace unos trece millones de años.

Se encontró en 1983 una placa de tortuga terrestre gigante, de las que desde 2014 se llaman Titanochelon bolivari. Era una pieza aislada, una primera periferal izquierda, que muestra unas mordeduras.

 En principio se pensó que había sido mordida en vida por el juego de algún joven carnívoro, por recordar escenas de reportajes en que se ve dicha peculiaridad lúdica sobre tortugas terrestres actuales, mucho más pequeñas. ¿Qué otra cosa podía ser si estos depredadores no pueden nada contra ellas, que no tienen otra cosa que hacer para defenderse, sino introducir las extremidades acorazadas en el interior de su caparazón?

Fue Miguel Ángel Cuesta quien primero se dio cuenta de que eso no era así. Se interpretaron las huellas de los mordiscos pequeños como producidas por incisivos, y el grande, separado de ellas por diastema, por el canino. Todo parecía indicar que las huellas, que destacan en la superficie visceral de la placa del quelonio, habían sido hechas por dientes de la mandíbula superior, es decir que un carroñero estaba comiendo un cadáver que reposaba “panza arriba” y cuya pata colgaba fuera del caparazón.

Las huellas pequeñas de dientes ¡no son de incisivos! La del canino si lo es de tal. Y eso ¿por qué?

En primer lugar, si fuesen de incisivos, el mordisco habría sido hecho de frente, metiendo en la boca toda la pata o la cabeza. ¡Imposible! Claro que también se la habría podido ir devorando como quien come un plátano, y tropezar con la placa cuando sólo quedaba un muñón. ¿Habéis visto en algún reportaje a alguna hiena hacerlo así? Yo no. ¿Os lo imagináis?. Yo tampoco. Creo que la hiena tendría prisa en arrancar la pitanza y retirarse con ella para evitar disputas.

Hay otra explicación más lógica, que se le ha ocurrido a Santiago Martín de Jesús. Las huellas pequeñas no son de incisivos, sino de molares, con lo que el mordisco sería paralelo y no frontal al borde de la placa. De este modo el carroñero usaría las muelas carniceras, que funcionan como tijeras, para cortar el cuello del quelonio.

Según esto, el espacio entre las huellas pequeñas y la grande no corresponde al diastema, sino a los premolares que, al ser más cortos, no punzarían la placa. Y se trata de los dientes superiores, pues es evidente que son los que forman la parte externa de la cizalla. Se mantiene, pues, la opinión sobre la posición invertida de la tortuga, que estaría muerta.

Hay en la Sala de las Tortugas un ejemplar de hiena de las cavernas, cuaternaria, hallada en la cueva Cocoliso, en Casafranca (Salamanca) (STUS 12.162). Se ha comparado con las huellas del mordisco benaventano y casi coinciden con lo que acabamos de escribir.

Además, la huella del canino penetra en la placa con un ángulo de 25 a 30º. Si el mordisco hubiese sido frontal sería próximo a los 90º.

Queda por resolver una cuestión. Parece que el borde de las huellas está cicatrizado, lo que supondría que la tortuga estaba viva, intentando darse la vuelta en el momento de ser lisiada. No lo creo, pero podría ser. ¿Cómo consiguió entonces volver a su posición normal? También puede ser que, arrastrado el cadáver por las corrientes, se fragmentase por las suturas óseas –que es lo usual– y la placa, suelta y algo rodada, fuese erosionada o corroída.

Para terminar, dejemos claro que el depredador, o el carroñero, allá en los tiempos del Mioceno, no tuvo por que ser una hiena. Colocar juntos al Titanochelon con una hiena de las cavernas es como poner a Aníbal jugando al ajedrez contra Napoleón. Pero dejo el título de esta ocurrencia así, para llamar la atención del futuro lector.

Y, una vez más, repito a mis lectores que comprendan la enorme importancia de los museos paleontológicos, donde siempre puede haber alguien que corrija o amplíe lo que otros vieron y explicaron antes. Fuente; la crónica de salamanca.


Las ballenas que no sobrevivieron a una extinción masiva.

Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 141. Marzo de 2016.

Hace 40 millones de años, Wadi al Hitan era mar. Las dunas que hoy salpican su árida geografía aún guardan huellas de su remoto pasado. El primer museo dedicado al cambio climático de Oriente Próximo, inaugurado esta semana, levanta acta del fenómeno natural que trastocó su paisaje y de la fascinante evolución de las gigantescas ballenas que habitaron su páramo.

"Esto que ven fue un océano antes de convertirse en desierto. La temperatura se elevó y cambió el hábitat", explica a EL MUNDO Mohamed Sameh, director del primer equipo egipcio de paleontología y artífice de los hallazgos que en los últimos años han situado a Wadi al Hitan (El valle de las ballenas, en árabe) en el mapa científico. Sameh aterrizó hace quince años en la reserva -ubicada en la provincia agrícola de Fayum, a unos 170 kilómetros al suroeste de El Cairo-.

Desde entonces ha batallado por rescatar una zona declarada patrimonio natural de la Humanidad por la Unesco en 2005. "Hasta hace unas décadas nadie creía que Wadi al Hitan guardara fósiles como los que hemos hallado. Recuerdo que en 2000, cuando llegué, tuve que convencer a algunos de que lo que veían diseminado por el paisaje no eran piedras sino esqueletos de animales antiquísimos", evoca Sameh desde el flamante museo que exhibe parte de la colección de restos localizados por su expedición. "Durante los últimos 15 meses -admite- hemos trabajado en este museo. Lo hemos logrado en tiempo récord".

La joya de la galería es el fósil del Basilosaurus isis, un antepasado de las actuales ballenas desenterrado por el equipo de Sameh. La especie -dedicada a Isis, la diosa de la fertilidad en el Egipto faraónico- pertenece al género de los cetáceos arqueocetos que aparecieron en aguas poco profundas hace unos cuarenta y cinco millones de años, durante el Eoceno tardío, y se extinguieron hace unos treinta y seis millones de años alcanzados por el Grande Coupure, un episodio de cambio climático marcado por extinciones masivas y dramáticos cambios de fauna.

Su esqueleto -con su alargado cuerpo y las dos patas posteriores que lo alejan de las ballenas actuales- ocupa el centro del museo junto a restos fósiles del Dorudon atrox, otro cetáceo coetáneo del basilosaurio que le sirvió de alimento. Con su inmenso paisaje aún pendiente de ser auscultado, Wadi al Hitan ofrece a los paleontólogos un jugoso botín: examinar la evolución de estos cetáceos cuya osamenta algunos confundieron con "monstruos del mar", desde su pasado como mamíferos hasta su posterior existencia oceánica. Una transición de la tierra al mar que fascina a Sameh.

"Para mí esta labor es un honor. Me siento muy satisfecho", declara el científico. "En esta última década hemos tratado de controlar una superficie que abarca 200 kilómetros. Cuando llegué había vehículos que circulaban por la zona destruyendo los restos. Ahora tenemos señalizado el lugar y hemos colocado bloques a lo largo de 21 kilómetros", esboza junto a las vitrinas que retratan la vida tropical de la que gozó la zona durante el oligoceno, un período que arrancó hace 33,9 millones de años y concluyó hace 23 millones de años. Un elefante prehistórico o los fósiles del extinto arsinoitherium -similar al rinoceronte- rememoran aquel tiempo.

El museo, abierto al público este jueves con el boato habitual, está financiado por la agencia de cooperación del Gobierno italiano y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). "Egipto está bendecido por la naturaleza. Tiene unos sitios de un valor incalculable pero también unos espacios naturales espectaculares como éste.

La idea es dar a conocer el valor turístico y ecológico de estos lugares y concienciar sobre el impacto del cambio climático", apunta a este diario el español Ignacio Artaza, director del PNUD en la tierra de los faraones, a las puertas del edificio que alberga la colección. Plantado en pleno desierto, el museo -cuyo interior circular presume de una exhibición moderna que ya quisiera el vetusto y caótico museo de Antigüedades de El Cairo- se mimetiza con el entorno. "Está construido con materiales naturales e inspirado en la naturaleza.

Parece otra de las colinas que se hallan esparcidas por el área", relata Gabriel Mijail, al arquitecto a cargo de levantar un inmueble horadado en la arena. "Descender para ver los restos de las ballenas que pasaron milenios enterradas proporcionar otra experiencia", reconoce el constructor.

En sus alrededores un itinerario de dos kilómetros invita a completar la visita transitando una exhibición a cielo abierto. "El museo es un ejemplo para los edificios que se proyecten en otras áreas protegidas. Emplea energía solar y ventilación natural", subraya Mijail.

Un recordatorio para un país y sus gobernantes que, pese a la amenaza de desertificación y la extrema dependencia de un Nilo jalonado de conflictos, flirtean con el cambio climático causado por el hombre alentando la construcción de centrales eléctricas de carbón. Fuente; El mundo.es


Machimosaurus rex, un gigante cocodrilo del Jurasico marino de África.

  Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 140. Enero de 2016. 

Machimosaurus rex, la nueva especie de cocodrilomorfos hallada en África, es el ‘cocodrilo‘ marino más grande jamás encontrado. El descubrimiento pone en cuestión la extición masiva de especies en el Jurásico.

Un grupo internacional de paleontólogos descubrió la mayor especie de cocodrilomorfo, grupo que incluye crocodilianos existentes y extintos, de su tiempo. Lo bautizaron como Machimosaurus rex, afirman en una publicación en la revista ‘Cretaceous Research‘. El ‘cocodrilo‘ gigante vivió hace 120 millones de años en ambientes lagunares situados donde hoy hallamos los desiertos tunecinos.

Se trata del ‘cocodrilo‘ habitante de los océanos de mayor tamaño jamás conocido, aunque era algo menor que el Sarcosuchus imperator, que vivió en agua dulce hace 140 millones de años según la revista ‘National Geografic‘, que contribuyó a la elaboración del estudio.

A partir de los fragmentos de fósiles hallados, los científicos calculan que su cráneo medía 160 centímetros, mientras que el propio cocodrilo alcanzaba 10 metros de longitud y pesaba casi 10 toneladas.
 

El reptil gigante vivió en el período Cretácico Temprano, que siguió al Jurásico, era durante la cual se atribuye una extinción masiva de especies. Es decir, el hallazgo afirma que si la desaparición a gran escala tuvo lugar en el Jurásico, algunas especies gigantes, como los propios Machimosaurus, sobrevivieron a ella. Fuente:Actualidad.rt.com.-


Lohuecosuchus megadontos, un cocodrilo en Cuenca hace 66 millones de años.

  Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 140. Enero de 2016. 

El nuevo cocodrilo descubierto en el yacimiento conquense de Lo Hueco tiene unos dientes desproporcionadamente grandes, los mayores que se conocen en grupos cercanos de estos reptiles. Esta nueva especie extinta del Cretácico constituye el pariente más cercano del grupo formado por todos los cocodrilos actuales.

Lohuecosuchus megadontos –cuyo nombre deriva del enorme tamaño de sus dientes– compartía muchas características con los cocodrilos actuales: eran potentes nadadores con capacidad para caminar fuera del agua, tenía hábitos anfibios, y su cuerpo estaba cubierto por una potente armadura dérmica compuesta por varias filas de huesos integrados en la piel.

A pesar de estas similitudes, esta nueva especie extinta presenta un cráneo con rasgos distintos: en su parte externa surge un surco que lo recorre desde el oído hasta el lado posterior.

Pero, lo que sin duda destaca, es el tamaño de sus dientes. Así lo revela una investigación publicada en la revista PLoS One y liderada por el grupo de Biología Evolutiva de la Universidad de Educación a Distancia (UNED).

“Los dientes desproporcionadamente grandes hacen que su maxilar se proyecte lateralmente y hacia debajo de una forma muy característica”, explica a Sinc Francisco Ortega, uno de los autores del trabajo e investigador en la UNED, quien añade que por cuestión de espacio tenía menos piezas dentales.

Según los científicos, el nuevo cocodrilo, descubierto en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca), forma parte de un grupo extinto –alodaposúquidos– que habitó Europa durante el Cretácico (hace más de 66 millones de años) y es el pariente más cercano de los cocodrilos representados en la actualidad en todo el planeta. Pero estos constituyen una muestra mínima de la diversidad y dispersión que mostró el linaje de estos reptiles durante el Mesozoico.

El linaje de los cocodrilos se remonta a hace 230 millones de años y “está plagado de grupos que no se parecen a los cocodrilos actuales”, detalla a Sinc Iván Narváez, primer autor del trabajo e investigador en la UNED. De hecho, se considera que el antecesor común de todos ellos convivió con los dinosaurios en algún momento del Mesozoico.

Lohuecosuchus pudo habitar en Iberoarmórica, una isla que agrupa buena parte del sur de Francia y la mitad norte de la península ibérica

El grupo de parientes morfológicamente más cercano al que forman los cocodrilos actuales habitó Europa durante el Cretácico y fue muy abundante en la última parte de esta era. Sin embargo, existían muy pocos fósiles que confirmaran la diversidad del grupo.

El hallazgo de más de una decena de cráneos completos de cocodrilos en Lo Hueco –que en esa época era un humedal costero– permite recomponer la historia de este nuevo grupo, como uno exclusivo del Cretácico superior de Europa.

Hasta ahora, muchos de los cocodrilos del Cretácico superior de Europa occidental se habían relacionado con un género de cocodrilo que habitó Rumania a finales del Cretácico denominado Allodaposuchus. Estos presentan una relación cercana con Lohuecosuchus megadontos.


Australerpeton cosgriffi, un anfibio gigante de 260 millones de años.

   Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 139. Enero de 2016. 

Científicos brasileños efectúan un nuevo y pormenorizado análisis del Australerpeton cosgriffi, un pariente gigante de los actuales anfibios, que vivió en el período Pérmico

Un grupo de paleontólogos realizó un nuevo y detallado análisis de una de las especies fósiles más interesantes de Brasil: el Australerpeton cosgriffi, un pariente gigante de los actuales anfibios que vivió en el período Pérmico, hace 260 millones de años. Pese a su nexo con los sapos y las salamandras actuales, este animal de hasta 2,5 metros de largo parecía más bien un cocodrilo, con su hocico delgado, que incluso poseía escamas en su cuerpo.

Esta nueva descripción de la especie, que hace hincapié en la peculiar morfología de su cráneo, salió publicada en Zoological Journal of the Linnean Society, y su primer autor es Estevan Eltink, quien cursó su doctorado en el Laboratorio de Paleontología de la Universidad de São Paulo en la ciudad de Ribeirão Preto, Brasil, con el apoyo de la FAPESP. Un trabajo anterior sobre fósiles recientemente descubiertos de este animal salió en mayo de 2014 en Journal of Vertebrate Paleontology.

Suscriben también el estudio Max Langer, de la USP de Ribeirão Preto –quien coordina el Proyecto Temático intitulado “El origen y la irradiación de los dinosaurios en Gondwana (Neotriásico - Eojurásico)” y dirigió el doctorado de Eltink–, como asín también Eliseu Dias, de la Universidad Estadual del Oeste de Paraná, Sérgio Dias-da-Silva, de la Universidad Federal de Santa Maria (Rio Grande do Sul), y Cesar Schultz, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.

Eltink comenta que el paleontólogo Mario Costa Barberena, de la UFRGS (ya fallecido), recolectó los primeros fósiles de la especie, oriunda de Serra do Cadeado, zona serrana del interior de estado de Paraná, a lo largo de los años 1970 y 1980. Costa Barberena realizó la primera descripción formal del A. cosgriffi en 1998, abordando justamente el cráneo del animal. Otros trabajos sobre ese material poscraneal (es decir, que va del cuello hasta la punta de la cola) salieron en la década siguiente.

“Pese a que era un animal relativamente bien estudiado, la descripción de Costa Barberena era superficial y carecía de una revisión más profunda de la anatomía y la comprensión comparativa de las estructuras”, dijo Eltink. Asimismo, perduraba un misterio con relación a la posición de la criatura en el “álbum de familia” de los anfibios primitivos.

Para ser más preciso, la especie pertenecía al gran grupo de los temnospóndilos, animales que gozaron de un amplio éxito evolutivo y colonizaron ambientes terrestres y acuáticos durante más de 200 millones de años hasta desaparecer (pero no sin que antes un subgrupo de éstos les diera origen a los anfibios actuales, de acuerdo con la hipótesis dominante entre los paleontólogos).

El A. cosgriffi es el temnospóndilo más completo que se haya encontrado en América del Sur. Su hocico muy largo y fino –el término técnico es “longirrostrino”– se asemeja al de animales que existieron en la región de la actual Rusia.


Fucaia buelli pequeña ballena del Mioceno.

  Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 139. Enero de 2016. 

La Fucaia Buelli es de transición entre las arcaicas ballenas dentadas y las ballenas barbadas modernas.

Ha sido descrita por investigadores de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda una nueva especie de ballena fósil que vivía en el Océano Pacífico del Norte hace 30 a 33 millones años.

La ballena, llamada Fucaia Buelli por los investigadores, es de transición entre las antiguas ballenas dentadas y las ballenas con barbas de los mares modernos. Es una de las más antiguas ballenas barbadas que se han encontrado y, con una longitud de unos 2-2.5m, también una de las más pequeñas.

El fósil, que se recuperó de la Península Olímpica, Estado de Washington, EE.UU., se describe en un artículo recientemente publicado en la revista británica Royal Society Open Science. El co-autor de artículo, Dr. Felix Marx, dice que a diferencia de sus parientes las ballenas barbadas de ahora, que usan barbas de peine para filtrar el krill del agua circundante, la Fucaia tenía dientes bien desarrollados que utilizó para cazar activamente y masticar a sus presas.

Una vez capturada, la presa probablemente era aspirada profundamente en la boca para tragarla - una técnica que, en última instancia, puede haber dado lugar a las barbadas y la alimentación por filtración en el moderno suborden Mysticeti de las ballenas", dice el Dr. Marx.

El Dr. Marx y sus coautores, el Dr. CH Tsai y el profesor Ewan Fordyce dicen que el fósil arroja nueva luz sobre una de las grandes preguntas de la evolución de los mamíferos: Cómo, cuándo y por qué las ballenas barbadas modernas pierden sus dientes.


Hallan un raro fósil de dinosaurio con cuernos Ceratopsia.

  Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 138. Enero de 2016. 

Científicos de la Universidad de Bath han hallado un raro fósil, en el este de norteamérica, que pertenece a un dinosaurio cornudo del tamaño de un perro. Este descubrimiento ha proporcionado evidencias de la división en la evolución de los dinosaurios en este subcontinente.

Durante el período Cretácico Tardío, hace entre 66 y 100 millones de años, la masa de tierra que actualmente es América del Norte quedó dividida en dos continentes por un mar poco profundo, una vía marítima interior que se extendió desde el Golfo de México hasta el Océano Ártico. Los dinosaurios que vivían en el continente occidental, llamado Laramidia, fueron similares a los encontrados en Asia.

Sin embargo, se han encontrado pocos fósiles de animales del 'continente perdido' de Appalachia, al este, porque esas áreas presentan una vegetación densa, por lo que es difícil de descubrir y excavar fósiles. Uno de los autores del trabajo, Nick Longrich, estudió uno de estos pocos fósiles, un fragmento de un hueso de la mandíbula que se conserva en el Museo Peabody de la Universidad de Yale. Resultó ser un miembro de los dinosaurios con cuernos, los Ceratopsia.

Su estudio, publicado en Cretaceous Research, destaca este resto como el primer fósil de dinosaurio ceratopsiano de esta época en el este de América del Norte. Ceratopsia es un grupo de dinosaurios con cuernos herbívoros del Cretácico, y proceden de unos pequeños parientes de los Triceratops más conocidos, los leptoceratopsids. Eran aproximadamente del tamaño de un perro.

La muestra estudiada por Longrich era demasiado incompleta para identificar con precisión la especie exacta, pero apreció un extraña disposición en la mandíbula, haciendo que los dientes se curvasen hacia abajo y hacia el exterior en forma de pico. La mandíbula era más delgada que la de los Ceratopsia que se encuentran en el oeste de América del Norte, lo que sugiere que tuvieron una dieta diferente a la occidental, y que recorrieron un camino evolutivo separado.

Longrich ha explicado que, "al igual que muchos animales y plantas que se encuentran en Australia, actualmente son muy diferentes a las encontradas en las demás partes del mundo". Del mismo modo, ha señalado que "los animales en la parte oriental de América del Norte en el período Cretácico evolucionaron de forma totalmente diferente a los encontrados en la parte occidental de lo que es América del Norte ahora, debido a un largo período de aislamiento". Fuente: Europa Press


Morelladon beltrán, una nueva especie de dinosaurio de España.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 138. Enero de 2016. 

En una cantera de arcilla, de la que se extrae material para hacer azulejos y cerámicas, en Morella (Castellón), un equipo de paleontólogos ha descubierto los restos de un dinosaurio desconocido hasta ahora. Sería un ejemplar herbívoro que vivió hace 125 millones de años en esa zona, que entonces sería costera o de delta, con abundante vegetación y clima tropical. Con unos seis metros de largo, dos y medio de alto y aproximadamente una tonelada de peso, el Morelladon beltrani sería un animal imponente.

 Es una nueva especie emparentada con el popular Iguanodon, uno de los primeros dinosaurios que se descubrieron allá por el siglo XIX. Pero Morelladon tiene una peculiaridad notable: algo parecido a una vela desplegada a lo largo del lomo que igual podría ayudar a regular la temperatura del animal, o almacenaba una reserva de grasa para los tiempos de escasez de alimento, y que, a la vez, jugaría un papel en su comunicación dentro de la manada o como aviso disuasorio para los depredadores.

Los científicos presentan hoy a Morelladon beltrani en la revista científica PlosOne. Con los restos del esqueleto (bien conservados) que han rescatado, aunque no suponen más de una cuarta parte de los huesos que tendría el animal, han identificado claramente los rasgos diferenciados respecto a otros dinosaurios, lo que permite definirlo como una especie desconocida hasta ahora. Los huesos de la cadera, casi completa, han sido determinantes para diferenciarlo, pero hay más: hasta ocho rasgos específicos que no dejan hueco para polémicas en cuanto a su condición de especie nueva, afirman estos especialistas.

No ha aparecido el cráneo, aunque sí una buena colección de dientes. “No sabemos de qué sexo era [es difícil averiguarlo con un único ejemplar, que no permite hacer comparaciones] y, probablemente este es un adulto, pero tenemos que hacer más estudios para estar seguros”, explica Fernando Escaso, paleontólogo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y uno de los autores del descubrimiento.

En las vértebras de Morelladon beltrani, unas espinas (parciales y fracturadas entre los fósiles rescatados) debieron sustentar la peculiar vela que recorrería longitudinalmente el lomo del animal, tal vez de hasta medio metro de alto.


Phosphorosaurus ponpetelegans, el monstruo marino japonés con grandes ojos.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 137. Enero de 2016. 

Este lagarto de 3 metros de longitud y visión binocular cazaba de noche bajo las aguas hace 72 millones de años

Era mucho más pequeño que el descomunal Godzilla, pero este monstruo marino japonés existió de verdad. Un grupo internacional de investigadores ha descubierto en un arroyo de la localidad de Mukawa, en el norte del país, el fósil de un reptil marino de 72 millones de años extraordinariamente bien preservado.

El animal, que existió durante el período Cretácico tardío justo antes de los últimos dinosaurios, como el Tiranosaurio y el Triceratops, medía unos 3 metros de longitud, poca cosa en comparación a otras especies de la misma familia hasta cuatro veces más grandes, pero tenía una característica particular: cazaba peces y calamares brillantes durante la noche gracias a sus ojos frontales, comparables a los de un búho actual. El curioso especimen ha sido dado a conocer en una publicación científica del Museo de Historia Natural de Londres.

El descubrimiento del Phosphorosaurus ponpetelegans, de la familia de los mosasaurios, en este punto del planeta demuestra que esta especie fue capaz de colonizar todo el hemisferio norte. «Descubrimientos anteriores de este raro mosasaurio se han producido a lo largo de la costa este y la del Pacífico de América del Norte, Europa y África del Norte, pero este es el primero en llenar la brecha entre el Medio Oriente y el Pacífico Oriental», explica Takuya Konishi, de la Universidad de Cincinnati y miembro del equipo de investigación.

Debido a que el fósil está tan bien conservado, los investigadores saben que la criatura tenía visión binocular, sus ojos estaban puestos en la parte frontal de la cara, lo que proporciona la percepción de profundidad. La estructura del ojo de estos mosasaurios más pequeños era diferente a la de sus primos más grandes, cuyos ojos estaban a cada lado de sus enormes cabezas, como si se tratara de un caballo. Los ojos y las cabezas de los mosasaurios más grandes fueron formados para mejorar la natación en busca de presas que incluyen peces, tortugas e incluso pequeños mosasaurios.

Pero en el Phosphorosaurus, «los ojos mirando hacia el frente proporcionan percepción de profundidad a la visión, y son comunes en las aves de presa y otros mamíferos depredadores que habitan hoy entre nosotros», dice Konishi. Paradójicamente, estos pequeños mosasaurios no eran tan buenos nadadores como sus contemporáneos más grandes porque sus aletas no estaban tan bien desarrolladas.

Por este motivo, los investigadores creen que estos reptiles marinos más pequeños cazaban por la noche, mientras que sus primos más grandes lo hacían de día, al igual que el búho comparado con las aves diurnas rapaces como las águilas. La visión binocular en los animales nocturnos duplica el número de fotorreceptores para detectar la luz. Y, al igual que los búhos con sus ojos muy grandes para alimentar los receptores de luz, estos pequeños reptiles tenían grandes cuencas en los ojos.

Los investigadores creen que el Phosphorosaurus se alimentaba de peces y calamares bioluminiscentes durante la noche, cuyos fósiles se han encontrado en el norte de Japón, mientras que sus primos submarinos más grandes cazaban durante el día.

El fósil, encerrado en una roca, estaba tan bien preservado que los investigadores fueron capaces de construir un cráneo perfecto con la excepción del tercio anterior del hocico. «Esto no es una reconstrucción virtual utilizando el software del ordenador. Es una reconstrucción física que vuelve a la vida para mostrar asombrosos detalles sin distorsiones», dicen los investigadores. Fuente; abc.esMadrid


Científicos rusos podrían revivir al león cavernario extinto hace 10.000 años.

 Publicado en Paleo. Año XIV. Numero 137. Enero de 2016. 

Paleontólogos siberianos afirman que en los próximos años intentarán clonar al león cavernario, una especie que se extinguió hace 10.000 años. Así, los investigadores rusos realizarán un experimento sin precedentes.

Los paleontólogos rusos de Yakutia, conocida también como República de Sajá, han afirmado que "es posible clonar al león cavernario", una subespecie extinta que vivió hace 10.000 años en el Pleistoceno medio y tardío en Eurasia, Alaska y el noroeste de Canadá, informa TASS.

Esta afirmación se basa en los resultados del reciente descubrimiento de los especialistas: este año habían encontrado dos cachorros de león cavernario en un estado impecable de conservación. Este descubrimiento, que no tiene análogos en el mundo, permitirá explicar por qué dejó de existir la especie, conocer su anatomía, la morfología y realizar diferentes pruebas con ordenador y radiocarbono.

"Puesto que el tejido blando de los cachorros se mantuvo bastante bien, creemos que se los puede clonar", afirman los representantes de la Academia de Ciencias de Yakutia, citados por la misma fuente. Sin embargo, dicho trabajo llevará mucho tiempo, por lo que recién en dos o tres años se podrá hablar de resultados preliminares, opinan. Fuente; actualidad.rt.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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