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PaleoGuia del Periodo Cretácico de Argentina: Galería 3 de 3.

El periodo Cretácico comprende un lapso de tiempo entre 135 a 65 millones de años.

Ver PaleoGuia del Cretácico I

Ver PaleoGuia del Cretácico II


Patagotitan mayorum. Carballido, et al, 2017.

 

Fémur in situ de Patagotitan mayorum comparado con una persona. Colección del Museo Paleontológico Egidio Fereglio. Trelew. Prensa.  
Una réplica tridimensional del Patagotitan mayorum cerca del Museo paleontológico Egidio Feruglio, en Trelew. Prensa.
Recreación en escala natural del esqueleto de Patagotitan mayorum en el predio ferial de la ciudad de Trelew. Prensa.

Dinosaurio Sauropodo. Es una especie de dinosaurio saurópodo titanosaurio. Vivió a mediados del período Cretácico, hace aproximadamente 101 millones de años, en lo que es hoy es el sur de América del Sur. Sus restos se hallaron en el centro-norte de la provincia argentina del Chubut, en el centro de la Patagonia argentina. ​ El hallazgo de sus restos óseos fue dado a conocer en mayo de 2014. Los investigadores afirman que sería el animal terrestre más grande de todos los tiempos. Según datos estimados, su tamaño sería de 37,2 metros de longitud y 77 toneladas de peso. Acompañaban a las muestras de estos animales, troncos fosilizados e improntas de la vegetación que convivió con los mismos, lo que permite reconstruir parte de su ecosistema, el que contrastaba netamente con el paisaje frío y seco de hoy, pues crecía un frondoso bosque con árboles de unos 15 metros de alto, de los cuales se alimentaban los titanosaurios.  Se cree que los ejemplares encontrados de este dinosaurio podrían haber conformado una manada, muriendo todos al mismo tiempo formando un «cementerio paleontológico».​ Junto a ellos se encontraron 57 dientes de Tyrannotitan chubutensis, un dinosaurio carnívoro que se postula que carroñaron los cuerpos de los gigantes herbívoros. Esto lo constituiría entre los animales terrestres conocidos más grandes de todo el planeta, siendo similar o superando al Argentinosaurus huinculensis, ​ el dinosaurio más grande del cual se tiene buena evidencia. Los titanosaurios eran cuadrúpedos herbívoros, frecuentemente de gran tamaño, de cabezas pequeñas, de cuellos relativamente cortos y de cola de tipo látigo. En el caso de la especie chubutense, se estima que vivió durante el Cretácico superior (hace alrededor de entre 101,6 y 95 millones de años). Hasta el momento del anuncio sólo se ha había retirado el 20 % del material que se estima podría encontrarse en el yacimiento. Lo que torna al hallazgo un hecho trascendental para la ciencia a nivel mundial no sólo es el tamaño de los restos, sino también la perfecta conservación y la abundancia de piezas colectadas (de 7 ejemplares), pues los titanosaurios se conocen mayormente por restos fragmentarios de ejemplares aislados. De la especie ya se exhumaron la mayoría de los huesos (excepto el cráneo), entre los que se destacan: 10 vértebras dorsales, parte del cuello, la mayoría de las 40 vértebras caudales y los miembros anteriores y posteriores completos, por lo que se conseguirá reconstruir por completo al gigantesco dinosaurio.


Notocolossus gonzalesparejasi. González Riga et al., 2016.

Bernardo González Riga con el humero de Notocolossus. Imagen de Prensa.

Aspecto de Notocolossus (*).

Dinosaurio Sauropodo. Es un género monotípico extinto de dinosaurio saurópodo titanosaurio, que vivió hace 86 millones de años, en lo que ahora es la provincia de Mendoza, Argentina, representado por una única especie, N. gonzalesparejasi. Con un peso estimado de 60 toneladas, tanto como 13 elefantes y 30 metros de largo, es considerado uno de los dinosaurios más grandes del mundo. Su tamaño fue estimado a partir de la reconstrucción de su húmero, el cual mide 1.76 metros, y los huesos de su columna vertebral, cola, pata delantera, pelvis, y un tobillo y pie completos. Su pie muestra un metatarso compacto y homogéneo, que se piensa era una adaptación para sostener su enorme peso. También presenta unguales truncadas, una característica desconocida entre los Sauropoda


Dreadnoughtus schrani. Lacovara et al., 2014

Excavación de los restos del gigantesco Dreadnoughtus schrani- Imagen de prensa.

Posible aspecto de Dreadnoughtus schrani (*)

Dinosaurio Sauropodo. Es un género y especie extintos de dinosaurio saurópodo titanosaurio que vivió durante el Cretácico Superior (Campaniense - Maastrichtiense) en Argentina; fue descrito originalmente en 2014. D. schrani era un animal grande, ubicándose entre los mayores titanosaurios conocidos. Comparado con otros saurópodos gigantes, Dreadnoughtus está relativamente completo; es conocido a partir de ocho vértebras dorsales, permitiendo nuevas perspectivas sobre la columna vertebral de esto titanosaurios enormes. El descubrimiento de Dreadnoughtus schrani ha provisto nueva información sobre el tamaño y la anatomía de los dinosaurios titanosaurios gigantescos, especialmente en lo referente a sus extremidades y a sus cinturas escapular y pélvica. La mayoría de los huesos de Dreadnoughtus schrani están muy bien preservados. Tienen un mínimo de deformación, especialmente en los huesos de las extremidades. Rasgos delicados, como la localización de los puntos de sujeción de los músculos, son visibles frecuentemente.


Sarmientosaurus musacchioi. Martínez et al., 2016.

Cráneo de  Sarmientosaurus musacchioi. Imagen de prensa.

 Aspecto en vivo de Sarmientosaurus. Imagen de prensa.

Dinosaurio Sauropodo. Es un género extinto de dinosaurio saurópodo (específicamente un titanosaurio). Sus restos fueron hallados en América del Sur, en Argentina, en estratos que datan del período Cretácico Superior. La especie tipo y única descrita es Sarmientosaurus musacchioi. Los restos fosilizados se hallaron en la Formación Bajo Barreal. Es uno de los pocos titanosaurios de los que se ha encontrado material craneano. Tenía grandes órbitas oculares, lo que significa que puede haber tenido mejor vista que otros titanosaurios. Basándose en el oído y el tendón osificado del cuello, Sarmientosaurus muy probablemente mantenía su cabeza y cuello hacia abajo. Esta postura implica que Sarmientosaurus puede haber consumido principalmente vegetación baja en comparación con otros saurópodos. El encéfalo del Sarmientosaurus musacchioi ha brindado una información tan valiosa sobre el cerebro y sistemas sensoriales que está entre las más completas de cualquier dinosaurio saurópodo. El cráneo tiene 43 centímetros y fue hallado junto con vértebras cervicales articuladas y llenas de sacos de aire. Si bien el tamaño no es especialmente grande para un titanosaurio ofrece a la ciencia el primer vistazo a los orígenes de este grupo de animales. La presencia de un tendón osificado ventrolateralmente posicionado en el cuello del titanosaurio es una novedad anatómica entre los dinosaurios no avianos. El Sarmientosaurus brinda datos claves sobre la extensión de la neumatización cervical en titanosaurios al tener vértebras que internamente tenían más aire que hueso.


Ninjatitan zapatai. Gallina, Canale & Carballido, 2021.

 

Detalles de la cola de Ninjatitan zapatai  del Cretácico de Neuquén.   Aspecto de Ninjatitan zapatai  por Jorge González.

Dinosaurio Sauropodo. Es un nuevo titanosaurio de la Patagonia que pasa al salón de la fama entre estos colosos que pisaron la Tierra por ser el más antiguo de su grupo. Este animal, de unos 20 metros de longitud, tiene 140 millones de años de antigüedad, por lo que evidencia que los titanosaurios se originaron a comienzos del periodo Cretácico. Ninjatitan zapatai se trataba de un titanosaurio, por lo que pasaba a ser el más antiguo del mundo con decenas de millones de años de diferencia. Este análisis filogenético se realizó con un amplio muestreo no solo de formas de titanosaurios, sino también de formas cercanas y más basales al origen de los titanosaurios. Sin embargo, su nombre no tiene ningún tipo de vinculación a los movimientos que podía realizar en vida y, desde luego, este herbívoro cuadrúpedo no contaba con habilidades para el desarrollo de un arte marcial. Su nombre fue dado en reconocimiento al investigador argentino Sebastián Apesteguía, apodado como “El Ninja” desde sus inicios en la paleontología.


Bajadasaurus pronuspinax. Gallina, Apesteguía, Canale y Haluza. 2019.

Cráneo y detalle de las vértebras cervicales de Bajadasaurus pronuspinax.

Rama mandibular de Bajadasaurus pronuspinax,

Aspecto de Bajadasaurus pronuspinax, por Aldo Gonzáles.

Dinosaurio Sauropodo. Los saurópodos son un grupo de dinosaurios herbívoros y cuadrúpedos que vivieron entre el Triásico Tardío y el final del Cretácico Superior  -cuando se produjo la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno- caracterizados por su gran tamaño y el largo de su cuello y cola. Recientemente, un equipo de paleontólogos del CONICET del Área de Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides) y del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” (Villa El Chocón, Neuquén) encontró en el norte patagónico, más precisamente en la formación geológica conocida como Bajada Colorada, una nueve especie de saurópodo a la que nombraron Bajadasaurus pronuspinax, en simultánea alusión a la localidad en la que fue hallado y a las largas espinas inclinadas hacia delante que caracterizan su cuello. Los resultados de su estudio fueron publicados en Scientific Reports. La nueva especie pertenece a la familia de los dicreosáuridos, distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico Inferior hace alrededor de 140 millones de años. A este grupo de saurópodos pertenece también Amargasaurus cazaui, especie que habitó el continente sudamericano unos 15 millones de años después que Bajadasaurus y que fue hallada en Neuquén en la década del ´80 por el paleontólogo argentino José Bonaparte. La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es aun motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de Bajadasaurus creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones. Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas servían de soporte de una especie de vela que regulaba la temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual. También se especuló, por ejemplo, que estas especies podrían haber tenido una joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas. Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales ataques.


Bicentenaria argentina. Novas, 2012.

Aspecto del cráneo y mandíbula. Esqueletos exhibidos en el MACN. Aspecto del carnívoro Bicentenaria argentina. (*).

Dinosaurio Terópodo. Investigadores argentinos anunciaron el descubrimiento de un nuevo linaje que podría aportar claves para comprender la evolución de los lejanos antepasados de las aves. Bicentenaria argentina, es el nombre elegido por los investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) para este nuevo dinosaurio, no sólo para conmemorar los dos siglos de independencia argentina sino también los 200 años de la creación del Museo, dependiente del CONICET. Pero Bicentenaria no es un dinosaurio más: es muy probable que sea el primer representante que se encuentra de un linaje nuevo dentro de la familia de celurosaurios, aquellos dinosaurios que eventualmente darían origen a las aves. Los investigadores creen que ejemplares como el Bicentenaria podrían aportar claves para entender cómo fue la evolución de estos animales. “Si bien dentro de los celurosaurios hay miembros como el Tyrannosaurus rex o el Velociraptor, no se conoce mucho acerca de las formas primitivas, los primeros celurosaurios. El Paleontólogo Fernando Novas, junto con su equipo, analizaron los huesos encontrados en Río Negro y describieron las características del Bicentenaria. Los adultos habrían tenido entre 2.5 y 3 metros de largo, y eran ágiles y delgados. Por la forma de sus dientes y la presencia de garras, sería posible deducir que se trataba de dinosaurios cazadores. Por otra parte, se puede también especular que este dinosaurio habría tenido el cuerpo cubierto por plumas. Si bien no se hallaron rastros de plumaje en las rocas, investigaciones anteriores muestran que sus parientes, hallados en China, sí estaban emplumados. Las rocas que contenían los huesos tienen alrededor de 90 millones de años y corresponden al período Cretácico Superior, entre 65 y 98 millones de años atrás. Bicentenaria no sólo debería ayudar a comprender mejor el árbol familiar de las aves y sus parientes más cercanos, sino que también, indica que los continentes del sur – Sudamérica, África, Australia – tuvieron una mayor diversidad de dinosaurios pequeños y similares a las aves de lo que se esperaba.


Ligabueino andesi. Bonaparte, 1996.

 

Femur de Ligabueino andesi.

 

Posible aspecto de Ligabueino andesi.

Dinosaurio Terópodo. Es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo noasáurido, que vivió a principios del período Cretácico, hace aproximadamente 130 y 122 millones de años, en el Hauteriviano y el Barremiano, en lo que hoy es Sudamérica. Es uno de los más pequeños dinosaurios conocidos con solo 74 centímetros de largo. Su nombre fue puesto en reconocimiento del Doctor Giancario Ligabue, quién ayudara tanto al conocimiento del Patagonia a través de su libro maravillosamente ilustrado. Solo se encontró el fémur de 62 milímetros, ilion, pubis, falanges y arcos neurales de vértebras cervicales, dorsales y caudales. Fue encontrado en sedimentos del Miembro Puesto Antigual de la Formación La Amarga, en la Provincia del Neuquén, Argentina y descritpto por José Fernando Bonaparte en 1996, aunque ya lo había nombrado informalmente un año antes.


Ilokelesia aguadagradensis. Coria & Salgado, 1998.

 

Imagen Ilustrativa de un terópodos en el Museo Paleontológico Villa El Chocon, Neuquén.   Posible aspecto del carnívoro Ilokelesia aguadagrandensis

Dinosaurio Terópodo. Es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo abelisáurido, que vivió a mediados del Cretácico, hace aproximadamente 98 y 90 millones de años, en el Cenomaniano y el Turoniano, en Sudamérica. Los restos fueron encontrados en 1991, en lo que hoy es la provincia Argentina de Neuquén, en el grupo Neuquén perteneciente a la Formación del río Limay. El especimen consiste en restos muy fragmentarios del cráneo, esqueleto axial y apendicular, descrito por Coria et al a finales de 1998. La etimología del nommbre génerico proviene de la lengua Mapuche, ilo que significa “carne” y kelesio, “lagarto”; con el epiteto especifico reflejando el nombre de la localidad donde se encontraran los fósiles, Aguada Grande. Ilokelesia, fue un terópodo, caracterizado por las particularidades del cráneo, particularmente por los huesos cuadrado y postorbital. La serie vertebral posee características distintivas Que lo apartan de otros abelisáuridos, como el proceso reducido en las vértebras cervicales y dorsalesa la que le faltan los pleurocoelos. I. aguadagrandensis es el mas basal abelisáurido descrito en su tiempo, mostrando caracteres, como la expansión del hueso postorbital alrededor de la órbita y un reborde en el mismo hueso dentro de la órbita, como Abelisauridae y Noasauridae; pero reteniendo características de Abelisauria como la abertura en el hueso cuadrado y el ala en forma de T del postorbital.


Aniksosaurus darwini. Martínez & Novas, 2006.

 

Pata de Aniksosaurus in situ. Prensa.

 

Ilustración. Prensa.

Dinosaurio Terópodo. Es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo celurosauriano. Vivió en lo que hoy es la actual provincia de Chubut, Argentina, en mediados del período Cretácico, hace aproximadamente entre 98 y 90 millones de años durante el Cenomaniano al Turoniano. El Aniksosaurus medía alrededor de 2 metros de longitud y 70 centímetros de alto y era de constitución robusta, llegando a pesar alrededor de 120 kg. La especie tipo Aniksosaurus darwini, fue oficialmente descrita por Martínez y Novas en 2006, aunque el nombre fue acuñado en 1995. El nombre genérico se refiere al 21 de septiembre dia en que comienza la primavera en el hemisferio sur y fueran encontrados los fósiles. El epíteto específico hace honores a Charles Darwin, quien visitara la Patagonia entre 1832 y 1833 en su viaje alrededor del mundo en el Beagle. Los restos fueron encontrados en la parte inferior de la Formación Bajo Barreal de la Patagonia, donde se hallaron por lo menos cinco individuos en una cama de huesos, sin ningún otro animal alrededor. Cinco tibias derechas en el lugar del descubrimiento nos dan el número mínimo de individuos. Otros huesos incluyen algunas vértebras, huesos de brazo e ilion. Los restos fueron encontrados en cenizas volcánicas o que indica que había un volcán apagándose en las cercanías.  Los paleontólogos describen a Aniksosaurus "como más derivados que algunos celurosaurianos basales como los compsognátidos, como Ornitholestes, y los celuridos", pero menos avanzado que los más tardíos coelurosaurios como el Tyrannosaurus y Oviraptor.


Gualicho shinyae. Apesteguía, 2016.

 

Esqueleto de Gualicho shinyae en el Centro Cultural de la Ciencia en Buenos Aires. Prensa.   Paleoreconstruccion de Gualicho shinyae por los artistas Jorge González y Pablo Lara.

Dinosaurio Terópodo. Fue una especie de terópodo, que habitó hace 90 millones de años la patagonia argentina. Debe su nombre a un espíritu maligno temido entre el pueblo de los Tehuelches en la Patagonia, fue descubierto cerca de un embalse al pie del cerro Chikubi en la provincia argentina de Provincia de Río Negro. El esqueleto encontrado está incompleto, y las partes recuperadas comprenden algunas vértebras de la espalda, una parte de la cola, el omóplato, brazo completo izquierdo, algunas partes de la pelvis y fragmentos de ambas piernas. Quienes lo investigan describen que fue de piernas fuertes y ágiles, y tenía solo dos dedos en sus brazos muy cortos, medía unos seis metros de largo y 1,70 metros de altura. La zona de la Provincia de Río Negro en la que vivió, hace 90 millones de años gozaba de un clima cálido y grande ríos, lugares en los que convivió con otros dinosaurios conocidos, incluyendo algunos de los gigantes como el Giganotosaurus y el Argentinosaurus. El descubrimiento se produjo el 13 de febrero de 2007, por parte de la jefa de técnicos del Field Museum of Natural History de Chicago, Akiko Shinya. Días después, uno de los dos vehículos que participaban en la campaña volcó, debiendo interrumpir los trabajos de excavación. El autor principal de la publicación científica fue Sebastián Apesteguía, investigador del Conicet y director del Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.


Murusraptor  barrosaensis. Coria & Currie, 2016.

 

El paleontólogo Rodolfo Coria con los restos de Murusraptor barrosaensis. Imagen de Prensa.

 

Aspecto de Murusraptor barrosaensis. Imagen de Prensa. (*).

Dinosaurio Terópodo. Es un género extinto representado por una única especie de dinosaurio terópodo megarraptórido, cuyos restos fósiles se han encontrado en estratos que datan del período Cretácico, en la Formación Sierra Barrosa (específicamente el Grupo Neuquén) en la Patagonia, Argentina. El nombre del género deriva de la palabra murus, que es un término en latín para "pared", refiriéndose a que el espécimen fue hallado en la pared de un cañón, mientras que el término latino raptor significa "ladrón"; "barrosaensis", el nombre de la especie, alude a la Sierra Barrosa, la localidad donde fue recogido el espécimen. Murusraptor es un megarraptorano, miembro de un grupo de grandes dinosaurios depredadores cuya clasificación exacta permanece en discusión. Alguna vez considerados como dromeosáuridos, han sido clasificados tanto como carnosaurios alosauroideos como celurosaurios tiranosauroideos. Se estima que este animal mediría unos 6.4 metros de longitud, y se considera que representa un ejemplar inmaduro, ya que las suturas craneanas en su neurocráneo aún no habían desaparecido; esto indica que pudo haber sido potencialmente más grande. El análisis del esqueleto reveló características anatómicas hasta entonces no vistas en los Megaraptora, particularmente en el cráneo y las caderas. Los análisis de la parte posterior del cráneo indican que, como ocurre en su pariente Megaraptor, Murusraptor probablemente tendría un hocico alargado y estrecho.


Viavenator exxoni. Filippi et al, 2016.

Aspecto del cráneo completo de Viavenator exxoni. Imagen prensa.

Aspecto de Viavenator exxoni por Ezequiel Vera para el Museo Municipal Argentino Urquiza.

Dinosaurio Terópodo. Es un género extinto de dinosaurio terópodo abelisáurido, de hábitos carnívoros, bípedo, brazos cotos y cráneo alargado; que vivió a finales del período Cretácico en el área de la actual Argentina. El nombre del género se deriva de los términos en latín via, "camino", y venator, "cazador".  El fósil holotipo fue encontrado en el sitio La Invernada, en el noroeste de la Patagonia, que se encuentra en una capa de la Formación Bajo de la Carpa que data del Santoniense. Consiste en un esqueleto parcial con el cráneo. Se han conservado del cráneo el neurocráneo y siete vértebras del cuello, costillas cervicales, dos vértebras anteriores, una serie de cinco vértebras dorsales, doce vértebras de la cola aisladas, un cheurón de una vértebra caudal posterior, un escapulocoracoides de la cintura escapular, una espoleta, las costillas del vientre (gastralia) y un arco hemal. Tiene una antigüedad aproximadamente de 84 millones de años. Media unos 6 metros de largo y 2,5 metros de alto. Los huesos están en buenas condiciones. Los fósiles son parte de la colección del Museo Municipal Argentino Urquiza.


Tralkasaurus cuyi. Cerroni et al., 2019.

Fragmento de maxilar de Tralkasaurus cuyi. Prensa.

Aspecto de Tralkasaurus cuyi. ilustración Sebastián Rozadilla.

Dinosaurio Terópodo. Del tipo carnívoro, sus restos fueron recuperados en una zona próxima al Embalse Ezequiel Ramos Mejía, del lado rionegrino, en lo que corresponde a la meseta de El Cuy. De allí deriva su segundo nombre. Según lo describieron, el Tralkasaurus cuyi pertenece al grupo de los terópodos abelisáuridos y su contextura fue mucho más pequeña que los carnívoros de ese tipo conocidos hasta ahora: medía cuatro metros de longitud, mientras que los otros alcanzan entre siete y once metros. Seguramente fue un activo predador.


Overoraptor chimentoi. Motta, et al, 2020.

Restos comparativos fósiles. Imagen prensa.

Garra de . Imagen de prensa.

Ilustración de Gabriel Lío

Dinosaurio Terópodo. Se trataba de un animal pequeño, de unos 1,5 metros de largo, aproximadamente, con brazos y patas largas. Presenta miembros súper alargados y gráciles, son muy frágiles los huesos de este dinosaurio.  Muestra características, en su miembro posterior, muy similares a las de animales corredores y seria  muy veloz. Además, como sus parientes los unenlágidos, sus patas aportaban una gran garra curvada y filosa en el segundo dedo. Sin embargo, estudiando la anatomía del brazo, el equipo de investigadores distinguió que sus huesos tenían características muy similares a las de las aves que no tienen otros dinosaurios raptores. Este resultado abre la posibilidad a la existencia de un nuevo grupo de dinosaurios paravianos (carnívoros) distribuidos en África y Sudamérica y que eran desconocidos hasta la fecha. Un nuevo dinosaurio identificado en la Patagonia Argentina arroja más datos para comprender la radiación adaptativa de los paravianos en Sudamérica. Se trata del Overoraptor chimentoi, hallado en rocas del Cretácico Superior, unos 90 millones de años de antigüedad, en la provincia argentina de Río Negro, en el marco de una expedición liderada por el paleontólogo argentino y explorador de National Geographic Matías Motta, en febrero de 2018. El investigador también forma parte del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" (MACN - CONICET). El Overoraptor chimentoi recibe su nombre del término “overo” (por la particularidad de sus huesos, que fueron conservados en un patrón de color blanco y negro) y “chimentoi” en honor al Dr. Nicolás Chimento, quién fuese el descubridor de los primeros fósiles de esta especie.


Guemesia ochoai. Agnolín et al., 2022.

 

Aspecto de un abelisáurido sudamericano. Imagen de prensa.   Posible aspecto de Guemesia (*).

Dinosaurio Terópodo. La nueva especie de dinosaurios denominado como Guemesia ochoai, y según los investigadores pertenecería a la familia de los abelisáuridos, sin embargo a diferencia de estos tendría el cerebro 70 % más pequeño, aportando nuevas pruebas de un ecosistema único durante el Cretácico Superior, cercana al momento de la extinción de los dinosaurios. Esto se descubrió cuando paleontólogos desenterraron un cráneo de dinosaurio de 70 millones de años en la limolita roja de la Formación Los Blanquitos, en el noroeste de Argentina. Guemesia ochoai, podría ser un pariente cercano de los ancestros de un grupo de dinosaurios sin brazos, los abelisáuridos, que vagaban por las tierras que ahora son América del Sur, África y la India. Los abelisáuridos eran poderosos cazadores que no utilizaban los brazos. Y es que sus apéndices eran notablemente cortos, incluso más pequeños que los del Tyrannosaurus rex y efectivamente inútiles. En su lugar, estos temibles carnívoros se valían de sus poderosas cabezas y mandíbulas para cazar. Los científicos creen que se alimentaron de algunos de los dinosaurios más grandes que han existido, como el titanosaurio, un herbívoro de 70 toneladas más grande que una ballena azul. A diferencia de otros abelisáuridos, el nuevo fósil tiene agujeros en la parte delantera del cráneo, que podrían haber ayudado al dinosaurio a liberar calor para enfriarse.


Nullotitan glacialis. Novas et al., 2019.

 

Algunos de los integrantes del grupo de Fernando Novas del MACN con los restos fósiles de Nullotitan glacialis. Imagen de Prensa.   La ilustración fue realizada por el investigador Sebastián Rozadilla.  Imagen de Prensa.

Dinosaurio Sauropodo. Es una nueva especie de dinosaurio titanosaurio de más de 20 metros de longitud, que fue hallada junto a fósiles de mamíferos, serpientes, caracoles, peces, ranas, tortugas y aves. Este sorprendente yacimiento se encuentra unos 30 kilómetros al sur de El Calafate y corresponde a la época previa a la extinción masiva de los dinosaurios. En este sitio ubicado al sudoeste de la provincia de Santa Cruz, más precisamente en una montaña desde la que se puede observar el glaciar Perito Moreno. Es poco lo que se sabe en América del Sur y en todo el hemisferio sur acerca de cómo se extinguieron los dinosaurios; la mayor cantidad de información proviene de Norteamérica y de Europa, en tanto que las rocas de este yacimiento van desde los 75 a los 65 millones de años de antigüedad aproximadamente, por lo que nos permitirán ver la secuencia de cómo fueron cambiando las faunas hasta la extinción final de ese grupo. El nombre del genero hace referencia al geólogo Francisco Nullo, en 1980, fue el primero en divisar fósiles de un dinosaurio cuando recorría estos estratos de rocas. Durante el verano de 2019, un equipo liderado por Fernando Novas organizó una campaña a este sitio para ver si lograba redescubrir los restos, pero lo que encontraron fue aún mayor a lo esperado.


Lakumasaurus antarcticus. Novas et al., 2002.

Fósiles exhibidos en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires y reconstrucción en vivo de Carlos Papolio.

Reptil Marino Mosasaurio. Es un género fósil, un Mosasaurio que vivió en el Cretácico superior. Fue descubierto junto a Antartopelta, siendo uno de los pocos animales descubiertos en la Antártida como fósiles. Es un ejemplar muy especial de la familia Mosasauridae debido a que fue encontrado en una región en donde por lo general no acostumbraban a habitar, ya que la mayoría de estos reptiles han sido encontrados en latitudes mayores como América del Norte y África, respectivamente. Al parecer, vivió en una zona de la Antártida que se inundaba la mayor parte del año en ese tiempo, debido al clima tropical que existía en esa región del mundo, se encontraba bajo el nivel del mar; si no hubiera sido por esas condiciones, probablemente no hubiera sido capaz de sobrevivir debido a su anatomía. Descubierto en el 2002 por Novas et al. en la isla de Ross, en el 2007 se revisa el género por James E. Martin y Marta Fernández pasando a ser considerado una sinonimia de Taniwhasaurus.


Taniwhasaurus oweni. Hector, 1874.

Cráneo de Taniwhasaurus (*) Esqueleto de Taniwhasaurus antarcticus en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. Reconstruccion de Taniwhasaurus (*)

Reptil Marino Mosasaurio.  Es un género representado por una única especie de saurópsido mosasáurido, que vivió en el Cretácico superior. Son grandes lagartos marinos extintos. Los mosasaurios hoy día son considerados parientes cercanos de las serpientes, debido a que los análisis cladísticos que se han realizado, han hallado similitudes en la anatomía del cráneo y las mandíbulas.Los mosasaurios eran miembros de los varanoides, emparentados con los actuales lagartos varanos terrestres. Ellos probablemente evolucionaron de reptiles escamosos semiacuáticos conocidos como los aigialosáuridos, los cuales son muy similares en apariencia a los modernos varanos, a fines del período Cretácico Inferior. Durante los últimos 20 millones de años del período Cretácico (Turoniano-Maastrichtiano), con la desaparición de los ictiosaurios y los pliosaurios, los mosasaurios se volvieron los depredadores marinos dominantes. Los mosasaurios respiraban aire, eran poderosos nadadores y estaban bien adaptados a vivir en los mares epicontinentales cálidos y poco profundos, que predominaban a finales del período Cretácico. los mosasaurios se hallaban tan bien adaptados a su entorno que eran ya animales vivíparos, en vez de retornar a las playas a depositar sus huevos, a la manera de las tortugas marinas.


Vegasaurus molyi. O’Gorman et al., 2015.
     

 

Aleta de Vegasaurus molyi, un elasmosaurio del Cretácico tardío de la antártica Argentina. Museo de La Plata.

 

Aspecto de un Plesiosaurio. (*).

Reptil Marino Plesiosaurio. Se conoce únicamente el esqueleto postcraneal bien conservado casi completo (que carecen de la punta de la cola) alojado en el Museo de La Plata. La extracción de este ejemplar representó una gran dificultad e implicó décadas de trabajo. De hecho, un equipo de geólogos encabezado por Eduardo Olivero avistó una de sus aletas anteriores en el año 1989 y, recién en el año 1993, se pudo realizar la primera campaña paleontológica de rescate. Luego, en 1999, se continuó con la expedición, que recién pudo ser finalizada en el 2005. Desde entonces, comenzó el estudio de los fósiles hasta la reciente publicación que demuestra que se trata de una nueva especie. Los elementos incluyen todo el cuello con 54 vértebras cervicales completa, tres vértebras pectorales, 17 espalda vértebras, tres vértebras sacras, la parte delantera y vértebras de la cola media, pectorales y pélvicas fajas, miembros anteriores y posteriores, las costillas, y 45 gastrolitos asociados con la región dorsal. Fue descubierto en 1989, por Eduardo Olivero, Daniel Martinioni, Francisco Mejillón y Jorge Lusky, en el Cabo de Cordero de Vega Isla en el borde de la Península Antártica de James Archipiélago Ross (parte más septentrional de la Antártida). Las excavaciones toman asiento durante tres expediciones antárticas de verano en 1993, 1999 y 2005. Se recogió de un área de 3 metros cuadrados en un estado semi-articulado, en localidad "Assemblage 10", que pertenece a la sección media del Cabo Cordero Miembro de la Formación de la isla Snow Hill, que data del Cretácico, hace aproximadamente 72 millones de años

 


Plesiosauria. (en estudio).

 

 

Isasi y Agnolin (autores junto a Fernando Novas) junto a la réplica recreada in situ.

Los restos de este plesiosaurio son los más completos hallados hasta el momento en Argentina.

Reptil Marino Plesiosaurio. Los plesiosaurios fueron grandes reptiles marinos que habitaron los mares de todo el mundo, tenían cuello largo, cabeza pequeña y dientes puntiagudos. Retuvieron sus dos pares ancestrales de miembros que evolucionaron en grandes aletas. Tenían mandíbulas poderosas, probablemente lo bastante para atravesar las conchas duras de sus presas. Paleontólogos del Museo Argentino de Ciencia Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires presentaron la réplica de un plesiosaurio hallado en 2009 en los lagos de la Patagonia, donde este reptil marino vivió hace 65 millones de años. Se trata de un reptil marino cuyos restos fueron hallados en rocas del cretácico en cercanías de la ciudad de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Corresponden a una era en la que la cordillera de los Andes no existía y el océano inundaba la actual Patagonia Argentina. De acuerdo a la reconstrucción de los paleontólogos, el ejemplar medía unos nueve metros de largo y sus aletas alcanzaban 1,30 metros cada una.


Notoceratops bonarelli. Tapia, 1918.

Fragmento de rama mandibular de Notoceratops bonarelii y las partes faltantes. (*).

Posible aspecto de Notoceratops bonarelii. (*).

Ornitópodo, Ceratopsiano. Es un género de dinosaurio marginocéfalo ceratopsiano considerado como nomen dubium, que vivio a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 68 millones de años, en el Mastrichtiano. Algunos paleontólogos piensan que el notocerátopo fue en realidad un hadrosáurido. Otros siguen asumiendo que probablemente este herbívoro desconocido era efectivamente un ceratopsiano, basados además en el hallazgo de un ceratopsio australiano, el serendipacerátopo. Si esto fuese cierto, notoceratopo representaría el único resto de este grupo de ornistisquios en Suramérica.


Secernosaurus koerneri. Brett-Surman, 1979.

Cráneo de Secernosaurus, sinónimo de Kritosaurus. MACN.

Posible aspecto de Secernosaurus (*).

Ornitópodo hadrosáurido. Es un género representado por una única especie de dinosaurio ornitópodo hadrosáurido que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 70 millones de años, en el Mastrichtiano, en lo que es hoy Sudamérica. Secernosaurus es un dinosaurio de pico de pato de pequeño tamaño, solo midió 3 metros de largo, 1,2 de alto y entre 200 y 400 kilogramos. Este tipo de especies es Secernosaurus koerneri, describido en 1979 a partir de restos encontrados en la Formación Bajo Barreal en la Provincia del Chubut Patagonia Argentina. El nombre proviene de que en el momento de su descubrimiento no se conocía otros hadrosáurido en el hemisferio sur. El holotipo estuvo almacenado desde 1923 en el Museo de Historia Natural de Chicago. Un analísis cladistico de John R. Horner, David B. Weishampel, Catherine A. Forster lo coloca junto a Telmatosaurus, Bactrosaurus, Gilmoreosaurus, Tanius y Claosaurus dentro de Euhadrosauria, siendo basales al resto de los Hadrosáuridos.


Morrosaurus antarcticus.  Rozadilla et al., 2015.

Huesos fósiles de la pata de Morrosaurus antarcticus. Imagen Prensa Conicet. Paleoreconstruccion de Morrosaurus antarcticus por Sebastián Rozadilla.

Ornitisquio. Es un género extinto de dinosaurio herbívoro ornitisquio perteneciente a los Euornithopoda, que vivió a finales del Cretácico en el área de la actual Antártida. La especie tipo y única conocida es Morrosaurus antarcticus. En 2002 el paleontólogo argentino Fernando Novas informó sobre el descubrimiento de un esqueleto parcial de un euornitópodo en la Antártida. En 2015 estos restos fueron la base para denominar a la especie tipo Morrosaurus antarcticus, nombrada y descrita por Sebastián Rozadilla, Federico Lisandro Agnolin, Fernando Emilio Novas, Alexis Mauro Aranciaga Rolando, Matías J. Motta, Juan Manuel Lirio y Marcelo Pablo Isasi. El nombre del género se refiere a el sitio El Morro en la isla James Ross, en donde se encontraron los restos de la especie. El nombre de la especie se refiere a la Antártida. Su nombre fue mencionado en 2015 en la versión electrónica de la publicación Cretaceous Research. Los restos provienen de una pata trasera derecha, que incluyen la parte superior del fémur, el extremo inferior del fémur, la parte superior de la tibia, la parte inferior de la tibia, la parte superior de la mitad del pie, la parte inferior del pie medio y la parte superior de la primera articulación de la tercera dedo del pie. No se puede determinar, sin embargo, si el propio Morrosaurus poseía estas características debido a sus restos limitados. La existencia de dicho clado podría indicar que Patagonia, la Antártida y Australia compartían el mismo tipo de fauna. La relaciones filogenéticas exactas dentro de este clado no pudieron ser identificadas, exceptuando a Gasparinisaura que resultó siendo el miembro más basal del grupo.


Bonapartesaurus rionegrensis. Cruzado-Caballero & Powell, 2017.

 

Vértebras caudales de Hadrosaurio. Ilustrativo (*).

 

Posible aspecto de Bonapartesaurus. (*).

Ornitisquio. Los hadrosáuridos son un clado de dinosaurios herbívoros que podemos encontrar en prácticamente todos los continentes, salvo África y Australia. En Argentina son conocidos desde hace varias décadas. La primera especie que se describió fue Secernosaurus koerneri y lo hizo el paleontólogo Brett-Surman en 1979. Desde que se describió Secernosaurus la paleobiodiversidad de este clado de dinosaurios ha sufrido de diferentes interpretaciones. Hasta el año 2016 habían descritas cuatro especies: Secernosaurus, Kritosaurus australis, Willinakaqe salitralensis y Lapampasaurus cholinoi. Los huesos que fueron excavados en la década de los 80 por el paleontólogo Jaime Powell y coautor de la especie nueva. Estos restos proceden de un yacimiento denominado Salitral Moreno y se localiza en las cercanías de la ciudad de General Roca (provincia de Río Negro). Estos huesos representan la mitad posterior de un individuo adulto y fueron encontrados en conexión anatómica, es decir, en la misma posición en la que estuvieron en vida del animal. Bonapartesaurus es un representante de los dinosaurios hadrosaurinos y está emparentado con las especies norteamericanas Prosaurolophus maximus y Saurolophus osborni y la especie asiática Saurolophus angustirostris. Quienes conforman la tribu Saurolophini. De esta forma Bonapartesaurus se convierte en el primer representante de dicha tribu para Argentina.


Stegosauria indet. Bonaparte, 1985.

Placa dermica de la columna de un Stegosauria (*)

Aspecto del Stegosauria (*).

Ornitisquios, Tireóforos. Son un infraorden de dinosaurios tireóforos que vivieron desde del período Jurásico hasta el Cretácico, hace aproximadamente 165 y 120 millones de años, desde el Batoniano al Aptiano, distribuyendose por todo el mundo. El primer estegosauriano descrito, el Dacentrurus, fue descrito por Sir Richard Owen en 1875. Los principales descubrimientos provienen de Norteamérica, África, Asia y Europa, con una forma sin describir de Sudamérica y un género dudoso de la India. Todos los miembros de este taxón se caracterizan principalmente por un desplazamiento cuadrúpedo, además de poseer una cabeza porporcionalmente pequeña con un pico aplanado y una doble hilera de púas o placas óseas dispuestas a lo largo del dorso. Los estegosaurianos, hablando en términos generales, son herbívoros medios a grandes con las pequeñas cabezas y los cuellos largos. Los estegosáuridos poseían un cráneo más largo que los huayangosáuridos. Terminaba en un pico corneo, que cubria el premaxilar y en predentario. Aparte de los huayangosauridae, los estegosáuridos posteriores perdieron los dientes premaxilares. Los brazos mucho más cortos que las piernas, un par de púas hacia arriba según lo pensado tradicionalmente o hacia fuera según lo sugerido por los nuevos hallazgos del extremo de la cola, de hombros construidos pesadamente a menudo con una espina hacia fuera de ellos a un ángulo incierto, y de dos filas de las espinas dorsales o de las placas que van de detrás la cabeza del extremo de la cola. El Stegosaurus es el único con placas grandes y sin espinas dorsales. Parecen haber conservado cinco dedos en la mano, pero solamente tres dedos funcionales por pie. Los miembros son inusualmente acolumnados para los dinosaurios, y los brazos son robustos. Las patas se vuelven más de largas comparadas a los brazos en los estegosaurianos derivados. El fósil encontrado en Sudamérica corresponden a placas seas dermicas sobre la columna y otros restos de la Formación La Amarga, en la provincia de Neuquén, Patagonia Argentina.


Antarctopelta oliveroi. Salgado y Gasparini, 2006.

 

Diente de Antarctopelta, recuperado en el sector Antártico Argentino.  Fuente APA.

 

Aspecto que presentaría en vida el Anquilosáurido hallado en la Antártida Argentina. Por Tuomas Koivurinne y Sergio Perez.

Ornitisquios Tireóforos. Es un género representado por una única especie de dinosaurio anquilosauriano, que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 80 millones de años, en lo que hoy es la Antártida. Son un infraorden de dinosaurios ornitisquios tireóforos, que vivieron desde el Jurásico inferior hasta el Cretácico superior (hace aproximadamente 208 y 65 millones de años, desde el Hetangiano hasta el Mastrichtiano), en lo que hoy es América, Europa, Asia, Australia y la Antártida. Los anquilosaurianos eran herbívoros cuadrúpedos, con el cuerpo cubierto por una sólida armadura de placas óseas y, en algunos casos, espinas. Los individuos del género más conocido y que da nombre al suborden, los anquilosaurios, medían entre 6 y 9 m de largo. Su poderosa cola estaba formada por dos huesos que se extendían a cada lado de los huesos de la cola. Se conoce solo un esqueleto fósil que fuera descubierto en la Isla James Ross en 1986, siendo el primer dinosauro descubierto en la Antártida y el segundo formalmente nombrado, luego que el Cryolophosaurus de 1994. Aunque la Antártica se encontraba en el polo sur durante el Cretácico, el clima de la tierra era más caliente durante ese periodo de tiempo, y el continente debió haber estado libre de hielo. Animales como Antarctopelta oliveroi pudieron haber vivido en bosques de coníferas y con árboles caducifolios.


Notohypsilophodon comodorensis. Martínez, 1998.

Esqueleto de Notohypsilophodon (*)

Aspecto de Notohypsilophodon (*)

Ornitópodos, Hipsilofodóntidos. Es un género representado por una sola especie de dinosaurios, ornitópodos, hipsilofodóntidos que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 96 millones de años, en el Cenomaniano, en lo que es hoy Sudamérica. Es conocido a partir de los restos de un ejemplar juvenil, al que le falta el cabeza, encontrado en la Formación Bajo Barreal, en el norte de la Provincia del Chubut en la Patagonia Argentina. Fue descrito como el único hipsilofodóntido de América del Sur, esto no es aceptado por todos, compartiendo actualmente este grupo con el Gasparinisaura. De pequeño tamaño, se calcula que alcanzó solo 1,5 metros de largo. Notohypsilophodon esta basado en el holotipo UNPSJB — PV 942, que consiste en un esqueleto parcial con cuatro vértebras del cuello, siete de la espalda, 4 del sacro, y seis de la cola, fragmentos de costillas, una escápula parcial, coracoides también parcial, un húmero, ambas ulnas y la mayor parte de la pata izquierda, menos el pie, y la fíbula derecha con el astrágalo. Debido a que los arcos neurales de las vértebras no están soldados, Rubén D. Martínez, describio al individuo como un juvenil que no había alcanzado la madures corporal. No encontró evidencia que se tratara de un iguanodóntido, siendo asignado al mas basal Hypsilophodontidae, al ser descubierto el único de Sudamérica. La asignación como Hypsilophodontidae fue apoyada por Rodolfo Coria en una revisión de los ornitópodos sudamericanos de 1999, pero en revisiones mas recientesde los ornitópodo basales debido a lo fragmentario de los restos ha sido incluido dentro de Euornithopoda, un clado de Ornithopoda que incluye a los iguanodóntidos y a los hipsilofodóntidos.


Anabisetia saldiviai. Coria & Calvo, 2002.

Cráneo de Anabisetia (*) Esqueleto de Anabisetia (*) Posible aspecto de Anabisetia (*)

Ornitópodo Iguanodontiano. Es un género representado por una única especie de dinosaurio ornitópodo iguanodontiano, que vivió a mediados del período Cretácico, hace aproximadamente entre 96 millones de años, en el Cenomaniano, en lo que hoy es Sudamérica. El anabisetio fue un pequeño herbívoro corredor de aproximadamente 2 metros de largo, 60 centímetros de alto y un peso estimado de 20 kilogramos. Poseía largos miembros traseros y más reducidos miembros delanteros que no le servían para la locomoción. La cabeza era pequeña con dientes especializados en moler la vegetación. Los paleontólogos argentinos Rodolfo Coria y Jorge Calvo nombraron a Anabisetia en 2002. El nombre genérico hace honor a Ana Biset, una influyente arqueóloga de la Provincia del Neuquén en Argentina, donde los restos fueran encontrados. El nombre de la especie tipo y única conocida A. saldiviai, es en honor a Roberto Saldivia, un lugareño que descubriera los fósiles en 1993. Los restos de este dinosaurio fueron encontrados por Roberto Saldivia, un jubilado de YPF que en ese momento trabajaba de puestero en Cerro Bayo Mesa, Provincia del Neuquén, Patagonia argentina. Saldivia le llevo los restos a Rodolfo Coria al Museo Carmen Funes de Plaza Huincul, que luego de recoger mas especimenes en el mismo lugar, publica su descripción en el Journal of Vertebrate Paleontology y constituye la presentación en sociedad de un nuevo dinosaurio patagónico. Se conocen cuatro esqueletos parciales del Anabisetia, aunque permiten una buena interpretación de los hallazgos. Todos los especímenes fueron encontrados en la localidad de Cerro Bayo Mesa, al sur de Plaza Huincul en la Provincia del Neuquén, Argentina. Esta localidad es parte de la Formación Cerro Lisandro, a su vez parte del Subgrupo Rio Limay del mayor Grupo Neuquén que representa una zona pantanosa y húmeda. Los sedimentos de esta formación se depositaron en el periodo entre el Cenomaniano tardío y el Turoniano temprano en el Cretácico superior hace alrededor de 95 a 92 millones de años atrás (Leanza et al., 2004).


Mahuidacursor lipanglef. Cruzado-Caballero et al., 2019.

 

Restos fósiles articulados de Mahuidacursor lipanglef. Museo Argentino Urquiza, Neuquen.  

Aspecto de Mahuidacursor lipanglef. Imagen de prensa.

Ornitópodo. Es un especie de dinosaurios ornitópodos basales que habitaron Argentina, durante el Cretácico. Consiste en varios huesos postcraneales aislados y un esqueleto articulado parcial. El holotipo se encontró en un sitio llamado Cerro Overo, en la Provincia del Neuquén. El Mahuidacursor lipanglef, o el "corredor de los cerros de brazos ligeros", fue un dinosaurio herbívoro, de cinco metros. El hallazgo se produjo en junio de 2016, cuando el equipo del museo Argentino Urquiza de la localidad neuquina de Rincón de los Sauces, realizó una salida de campo con el objetivo de explorar una nueva zona. El estudio científico de este ejemplar estuvo a cargo de la doctora Penélope Cruzado Caballero y del doctor José Gasca, ambos especialistas en dinosaurios ornitópodos, el magister Leonardo Filippi, el doctor Ignacio Cerda y el geólogo Alberto Garrido. Mahuidacursor es parte de un grupo de dinosaurios ornitópodos dentro del cual se encuentran otros representantes patagónicos, como Talenkauen y Macrogryphosaurus.


Cronopio dentiacutus. Rougier, Apesteguía & Gaetano, 2011.

Cráneo de Cronopio dentiacutus. Imagen de Prensa. Rama mandibular de Cronopio dentiacutus. Imagen de Prensa. Aspecto de Cronopio dentiacutus por Jorge González.

Mamífero. Un pequeño mamífero fósil muy parecido a la ardilla prehistórica de la película La era del hielo y que vivió hace 95 millones de años entre los dinosaurios en territorio de Argentina, fue presentado por el prestigioso paleontólogo Sebastián Apesteguía. El parecido es asombroso, y sin embargo quienes crearon al personaje de Scrat -esa suerte de ardilla de prominentes colmillos que deambula en busca de una bellota en la película La era del hielo- no tenían ni noticias de la existencia del Cronopio dentiacutus, un pequeño mamífero que vivió a la sombra de los dinosaurios en lo que es hoy la Patagonia argentina, y cuya descripción se publico la revista Nature. Con unos 10 a 15 centímetros de largo, ojos grandes, aparentemente adaptados para una visión nocturna, y un delgado hocico armado con prominentes caninos, el cronopio no sólo viene a demostrar que la biología puede ser mucho más creativa que los guionistas de Hollywood. El hallazgo de los dos cráneos fósiles desenterrados en La Buitrera que permitieron describir al cronopio -el primer mamífero de comienzos del cretácico tardío hallado en América del Sur- es singular desde donde se lo mire. "Nuestro conocimiento de los dos primeros tercios de la evolución de los mamíferos es terriblemente incompleto. Considerando la pobreza del registro fósil, cualquier descubrimiento de un cráneo razonablemente bien preservado de un mamífero del mesozoico es un evento paleontológico muy importante", escribió Christian de Muizon, investigador del Museo de Historia Natural de París, en un artículo publicado en Nature que acompaña al que describe el hallazgo. Esa alta especialización de sus formas corporales sugiere "que este animalito pertenece a un grupo que evolucionó en forma aislada en América del Sur durante mucho tiempo, pues la geografía de los continentes del cretácico nos dice que América del Sur estaba aislada de América del Norte y de Europa". Aunque restan muchas cuestiones por resolver -como la finalidad de los desproporcionados caninos en un animal que, según el resto de la dentadura, se alimentaba de insectos-, lo cierto es que el hallazgo del cronopio es un avance importante en el fragmentario y escaso conocimiento de la evolución de los mamíferos en América del Sur.


Aerotitán sudamericanus. Novas et al. 2012.

 

Fragmento de la mandíbula del reptil volador Aerotitan. Imagen prensa.

 

Paleoreconstruccion de Aerotitan por Gabriel Lio.

Reptil volador. Un pterosaurio que habitó Río Negro hace 65 millones de años fue presentado en sociedad en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales. Los restos constituyen el primer hallazgo en Sudamérica de un reptil volador del Cretácico, la última de las eras de los dinosaurios. El pterosaurio ha sido apodado como Aerotitán sudamericanus según su nombre en latín, "titán del aire Sudamericano" El animal sobrevoló los cielos de una Patagonia bastante alejada de lo que hoy conocemos. El ambiente era cálido y estaba cubierto por un mar poco profundo que se extendía hasta las proximidades de la cordillera de los Andes. El continente sudamericano ya se había separado de África, había un Océano Atlántico más estrecho y la península antártica estaba mucho mas cerca. Tenía 10 metros de envergadura y era carnívoro. Fue descubierto en diciembre 2010 durante una campaña argentino-sueca. “El interior de los huesos preservan trabéculas óseas delgadas, típicas de los pterosaurios”, analiza Novas, “que les conferían fortaleza estructural pero les permitían ser lo suficientemente livianos para suspender sus cuerpos en el aire con unos pocos aleteos”. Según el paleontólogo, esto permite demostrar que ‘enormes pterosaurios’ sobrevolaron los mares tropicales de la Patagonia a finales del Mesozoico. “Este descubrimiento nos alienta a proseguir explorando esta región de Río Negro, que podría aportar datos de enorme interés para develar el porqué de la desaparición de los grandes reptiles hace 65 millones de años”.


Pterodaustro guinazui. Bonaparte, 1979,

 

Cráneo y mandíbula del reptil volador del jurasico de San Luís, Pterodaustro guinazui en el amnh. Esqueleto preparado por José L. Gómez en Museo de  Cs Antropológicas y Nat. de La Rioja. Aspecto en vida del reptil volador Pterodaustro guinazui del Jurasico de la Republica Argentina (*).

Reptil Volador. Fue hallado en la formación Lagarcito en la Provincia de San Luis, Argentina, limite Jurasico – Cretácico. La importancia de este reptil volador es que fue el primero para Sudamérica. Otra de las características es que proviene de sedimentos que hace 120 millones de años se depositaron en el fondo de una laguna, la cual se hallaba en el medio del continente, a diferencia de otros Pterosaurios de Europa y Norteamérica que provenían de sedimentos continentales - marinos. El tamaño de esta especie varía mucho. Se han rescatados ejemplares adultos que superaban los 2,5 metros de envergadura y ejemplares notablemente juveniles de 0,25 metros. Así mismo se pudieron colectar algunas improntas de pisadas de este reptil. Lo más notable de este animal era su cráneo. La mandíbula inferior poseía entre 300 y 400 dientes en forma de lámina, los cuales podían filtrar microorganismos acuáticos al igual que las ballenas, y su mandíbula superior carecía de estos. Esto permitió aprovechar las grandes cantidades de crustáceos y otras pequeñas criaturas que viven suspendidas en el agua Una teoría supone que estos reptiles pudieron tener una piel media rosada al igual que los flamencos, ya que ambos comparten la misma dieta y estos últimos adquirieron este tono por los microbios que atrapa en el agua. Fue el primer reptil volador hallado en el hemisferio sur. Pterodaustro tenía una envergadura de 132 cm; su cabeza medía 23 cm de longitud y era muy estrecha con un pico curvado en el extremo. La dieta del animal podría haberle conferido una tonalidad rosada, otro probable rasgo en común con los flamencos de hoy en día; en efecto, Pterodaustro es frecuentemente apodado el "pterosaurio flamenco". Hoy se considera estos restos como del Cretácico medio.


Argentinadraco barrealensis. Kellner y Calvo, 2017.

 

     

Reptil Volador. Es un género extinto de pterosaurio azdarcoideo que vivió durante el Cretácico Superior en Argentina. Argentinadraco es inusual por poseer una mandíbula cuya parte inferior posee un borde cóncavo, así como un par de crestas y depresiones en su superficie superior. Las crestas de la mandíbula pueden haber sido usadas para alimentarse de pequeños invertebrados en sedimentos blandos dentro del sistema de lagos y ríos en los que residía. La combinación inusualmente elaborada de crestas y depresiones en la superficie superior de la mandíbula de Argentinadraco sugiere que la mandíbula se engranaba con el maxilar de alguna forma. Entretanto, tal como se ha inferido para Pteranodon, la altura de la parte posterior de la sínfisis sugiere que alcanzaba grandes fuerzas de mordida. Kellner y Calvo han sugerido de forma especulativa que Argentinadraco usaba su peculiar mandíbula para surcar entre el sedimento suelto en los ríos o lagos de su ambiente, lo que le permitiría alimentarse de invertebrados pequeños tales como crustáceos. Ellos interpretaron que este estilo de vida sería consistente con los hábitos terrestres de alimentación de los azdárquidos.


Trinisaura santamartaensis. Coria et al, 2013.

Restos fósiles conocidos de Trinisaura. Imagen de prensa. Aspecto de Trinisaura. Imagen de prensa.

Ornitópodos. Es la primera especie de ornitópodo clasificada en la Antártida. A partir del estudio liderado por el doctor Rodolfo Coria, se pudo saber que este dinosaurio caminaba con sus piernas posteriores, medía poco más de un metro de estatura y falleció antes de llegar a la adultez. Los ornitópodos era herbívoros y poseían patas semejantes a las de las aves. Seguramente, era un bípedo muy veloz, tal vez tanto como el avestruz actual, porque sus extremidades posteriores estaban muy bien desarrolladas y, en cambio, las anteriores eran pequeños bracitos y sus manos también eran diminutas. Los ornitópodos llegaron a diversificarse por todo el mundo durante el período Cretácico, pero solamente se había hallado restos fragmentarios de estos dinosaurios en la Antártida, por lo que nunca se los había podido clasificar como especies. Este ejemplar fue hallado por el técnico del Museo de La Plata Juan Jose Moly, un veterano en campañas antárticas. Además de encontrar sus patas, también descubrió varias vértebras de su lomo y de su cola. Gracias a las vértebras encontradas del Trinisaura, se pudo saber que este animal falleció antes de llegar a su adultez. Ocurre que las vértebras de los ornitópodos están formadas por dos elementos: el arco neural y el cuerpo vertebral, y ambas partes empiezan a fusionarse en los ejemplares más adultos, mientras que en este individuo se observan varios arcos neurales aislados. De allí que pudo haber alcanzado una estatura mayor al metro que tuvo en el momento de morir. Lo que no se hallaron fueron restos de su cráneo, aunque se puede estimar que poseía un pico córneo, en algún punto semejante al de un loro. Este ejemplar vivió hace 80 millones de años aproximadamente, cuando la Patagonia y la Antártida estaban unidas por un istmo continental bastante importante, cuyo residuo actual es la Península Antártica.


Willinakaqe salitralensis. Juárez Valieri et al., 2010.

Esqueleto de Willinakaqe salitralensis. Tomado de Gondwana Exótica.

Aspecto de Willinakaqe salitralensis. (*).

Ornitópodos. Es un género de dinosaurio hadrosáurido que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 70 millones de años en lo que es hoy Sudamérica. Willinakaqe es conocido de varios especímenes desarticulados, entre los cuales hay individuos juveniles y adultos encontrados en el sitio Salitral Moreno de la provincia de Río Negro en el sur de Argentina.  Es considerado vulgarmente entre los dinosaurios herbívoros “pico de pato”. Los mayores individuos llegaban a los 9 metros de largo. Willinakaqe tenía largas espinas en su pelvis y en la base de su cola. Una revisión de la diagnosis original de Willinakaqe salitralensis y del material fósil atribuido a esta especie, ha confirmado que los fósiles asignados a esta especie pueden representar más de un taxón de hadrosáurido y que todas las características usadas en la diagnosis original no son válidas, mientras que el propio espécimen holotipo está demasiado erosionado e incompleto como para sustentar una nueva diagnosis válida; por lo tanto, el taxón Willinakaqe salitrensis debe ser considerado como nomina vanum.


Kelumapusaura machi. Rozadilla S. et al, 2022.

 

Detalles de la mandíbula de Kelumapusaura machi. Imagen de Prensa.   Posible aspecto en vida de Kelumapusaura machi.

Ornitópodos. Se trata de un hadrosaurio, también llamado dinosaurio herbivoro “pico de pato”, de unos 70 millones de años de antigüedad. Los investigadores pudieron obtener uno de los cráneos más completos de toda Sudamérica, entre otros huesos. En términos paleontológicos, todo indica que aún quedan grandes tesoros ocultos en los estratos de lo que hoy es Argentina y que, hace millones de años, era parte del subcontinente Gondwana. Fue hallado en la ciudad rionegrina de General Roca, en un terreno perteneciente a la familia Arriagada, y fue bautizada Kelumapusaura machi, que significa “reptil de la tierra roja” en mapudungun. Los distintos fósiles, que además del cráneo incluyen vértebras, algunas costillas, pelvis, escápula y fémur de distintos tamaños, permitieron a los investigadores inferir las dimensiones del animal, además de considerar que se trataba de una manada. Los estudios biogenéticos realizados sobre los fósiles indican, al menos de forma preliminar, que todos los dinosaurios pico de pato –también llamados hadrosaurios- de Patagonia corresponden a un mismo grupo. A su vez, dicho grupo está relacionado con otros hadrosaurios hallados en América del Norte.


Vegavis iaai. Clarke et al., 2005.

Fósiles de Vegavis iaai.

Aspecto de Vegavis iaai. Imagen de prensa.

Aves anseriformes. Es un género extinto que vivió durante el Cretácico Superior (estadio Maastrichtiense) de la Antártida, hace unos 65 millones de años. Pertenece al clado Anseriformes. Entre las aves modernas, Vegavis está más relacionado con la familia Anatidae (patos y gansos) pero no se considera que sea un ancestro directo de ésta. El descubrimiento de la especie tipo, Vegavis iaai, demuestra que los mayores grupos de aves actualmente vivientes se habían ya diversificado en el Cretácico. Esto apoya la inferencia filogenética de los paleornitólogos. Esta ha sido aclamada como la primera prueba material definitiva de que los representantes de algunos grupos de aves modernas vivían ya en el Mesozoico. Fue encontrado en depósitos del Cabo Lamb de la Isla Vega, Antártica, en 1992, pero sólo fue descrito como una nueva especie en 2005 porque consiste de restos muy delicados de un ave embebida en una concreción, la cual debía ser preparada meticulosamente para su estudio. Se utilizaron escaneos de tomografía axial computarizada (TAC) para ganar en claridad de imagen de la estructura ósea sin correr peligro de dañar o destruir los huesos. El nombre del género, Vegavis, es una combinación del nombre de la Isla Vega y "avis", la palabra latina para ave. El nombre específico iaai, es por las siglas del Instituto Antártico Argentino, que dirige las expediciones científicas argentinas a la Antártica.


Barrosasuchus neuquenianus. Coria et al. 2018.

 

Aspecto del cráneo y mandíbula de Barrosasuchus neuquenianus.   Aspecto del cocodrilo cretácico de Neuquén, el Barrosasuchus neuquenianus.

Cocodrilo. Fue un cocodrilo de la familia de los peirosáuridos, que en vida llegó a tener dos metros de longitud y habitó hace 70 millones de años la zona de Sierra Barrosa, a treinta kilómetros de Plaza Huincul, en Neuquén. Si bien este tipo de cocodrilos fósiles se conocen desde hace más de sesenta años, la particularidad de este hallazgo es que, por primera vez, se encontró un esqueleto prácticamente completo -la única pieza que falta es la cola-. El trabajo fue recientemente publicado en la revista Cretaceous Research. Estos cocodrilos, que habitaron en la era Cretácica, son abundantes y frecuentes en toda América del Sur, especialmente en la Patagonia, pero la mayoría de esos ejemplares se habían registrado de un modo muy fragmentario. Seguramente fue un activo depredador a la sombra de los grandes dinosaurios.


Titanopodus mendozensis. González Riga y Calvo, 2009.

Copia de huella de Titanopodus, exhibidas en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas de la ciudad de  Mendoza.

En 2006 González Riga y su equipo anunciaron el hallazgo del primer yacimiento de huellas fósiles de dinosaurios de Mendoza. Prensa.

Reconstrucción de Titanopodus mendozensis sobre las huellas halladas in situ. Imagen de prensa.

Dinosaurio Sauropodo. Es un icnotaxón  (es decir, un animal solo conocido por sus huellas) de dinosaurio del Cretácico Superior encontrado en estratos de la Formación Loncoche, en la Provincia de Mendoza. Estas huellas fósiles (icnitas) fueron producidas por saurópodos titanosaurios de 10 a 13 metros de longitud, los que se desplazaban en manadas hace 72 millones de años sobre llanuras deltaicas. Estos ambientes litorales se vinculan con una ingresión marina procedente del Atlántico que cubrió el norte de la Patagonia y llegó hasta el sur de Mendoza, cerca de la actual Cordillera de los Andes. Estas huellas fósiles fueron localizadas por el paleontólogo mendocino Bernardo J. González Riga y publicadas en conjunto con Jorge Calvo en el año 2009. Estudios posteriores permitieron estimar el tamaño de los dinosaurios productores de estas huellas y la velocidad de desplazamiento, entre 4-7 y 4-9 kilómetros por hora Titanopodus mendozensis constituye un excelente caso para estudiar el estilo de locomoción de los titanosaurios, caracterizados por una rastrillada "ancha", donde las huellas izquierda y derecha se encuentran muy separadas de la línea media.


Paleochelco occultato. Martinelli, Agnolin y Ezcurra, 2021.

 

Maxilar del pequeño reptil escamoso Paleochelco occultato.

 

Paleochelco occultato. Ilustración Gabriel Lio. Prensa.

Reptil, Squamata. una nueva especie de un pequeño lagarto fósil que vivió hace aproximadamente 84 millones de años, al final del Periodo Cretácico de la Era Mesozoica, en el norte de la Patagonia Argentina. Durante trabajos curatoriales realizados en la colección del museo, los paleontólogos se toparon con un pequeño fragmento fósil, de características inusuales. Al analizarlo mejor percibieron que se trataba del fragmento de un cráneo de un lagarto, un grupo de escamados cuyo registro fósil en rocas del Mesozoico de la Argentina es muy escaso. El fósil había pasado desapercibido, resguardado en la colección, por más de 35 años. Este ejemplar representa uno de los tantos especímenes colectados en rocas de la Formación Bajo de la Carpa expuestas en la ciudad de Neuquén. El nuevo lagarto, llamado Paleochelco occultato (que significa “antiguo lagarto oculto”, en referencia a que paso “desapercibido” en las colecciones del museo), está representado por la mitad anterior del cráneo, que llega a medir cerca 1,5 cm de largo, y la dentición parcialmente preservada. El cuerpo completo de Paleochelco tendría un largo estimado de unos 25 a 30 cm.


Tika giacchinoi. Apesteguia. Garberoglio y Gómez, 2021.

 

Restos fósiles estudiados de  Tika giacchinoi, del Cretácico de Rio Negro.

 

Aspecto del nuevo esfonodonte Tika giacchinoi. Ilustrado por Raúl Gómez.

Reptiles, esfenodonte. Paleontólogos argentinos dieron a conocer una nueva especie del Cretácico emparentada con los tatuaras que viven en la actualidad. El hallazgo se produjo en La Buitrera, al noroeste de Río Negro, un sitio donde también vivieron carnívoros del grupo de los velocirraptores, titanosaurios, cocodrilos, serpientes con patas, tortugas y peces, entre otros animales. Es de un esfonodonte esfenodontino, es decir, del mismo grupo que el actual tatuara, pero de prácticamente 100 millones de años de antigüedad. Tika es entonces el pariente más antiguo del hemisferio sur del actual tatuara. Este animal alcanzaba unos 25 centímetros de longitud, era pequeño comparado con los esfenodontes herbívoros, los cuales medían un metro y medio de longitud y eran mucho más abundantes en este sitio. Esta nueva especie se trata de uno de los parientes más cercanos y mejor representados del tatuara del Nueva Zelanda que vie en la actualidad. El material estudiado incluye un esqueleto incompleto con restos de cráneo además de otros dos restos craneanos. A partir de ello, se pudo estimar que este animal tenía un cráneo de unos cuatro centímetros de largo y un cuerpo de entre 25 y 30 centímetros. Actualmente, estos ejemplares están resguardados en el Museo Carlos Ameghino de la ciudad de Cipolletti, Río Negro. La especie giacchinoi, homenajea al fundador y actual presidente de la Fundación Azara, Adrián Giacchino.


Pleurodira. Cope, 1865.

 

Ala izquierda, ejemplar de Pleurodira, del Cretácico medio de Neuquén. Exhibido en el Museo Paleontológico de Bariloche. Arriba, aspecto en vida.

Tortuga. Es uno de los subórdenes de tortugas -el otro es Cryptodira-. Representa una división evolutiva muy profunda entre dos tipos muy diferentes de tortugas.  Las tortugas Pleurodira se limitan al hemisferio sur, en gran parte de Australia, Sudamérica y África. Dentro de Pleurodira, hay tres familias representadas actualmente: Chelidae, también conocidas como las tortugas continentales de Sudamérica austral, y Pelomedusidae y Podocnemididae, de la parte afro-sudamericana. Las tortugas del suborden Pleurodira se identifican por el método mediante el cual repliegan su cabeza dentro de sus caparazones. En estas tortugas el cuello se dobla en un plano horizontal, introduciendo la cabeza en el espacio existente delante de una de sus dos extremidades anteriores. Una protrusión en la zona frontal del caparazón ayuda a proteger el cuello, que permanece parcialmente expuesto tras la retracción. Ejemplares muy completos provienen del Cretácico medio de la localidad de Añelo, provincia de Neuquén.


Rionegrochelys caldieroi. De la Fuente, M. et al. 2017

Caparazón de la nueva tortuga Rionegrochelys caldieroi. Prensa.

Posible aspecto de Rionegrochelys caldieroi. (*)

Tortuga. Se trata de una tortuga fósil que mide alrededor de 45 centímetros, un tamaño “relativamente grande” para este tipo de reptiles. Procede del Cretácico de la provincia de Río Negro. Especialistas afirmaron que pertenece a la familia de las “tortugas-serpiente”, caracterizada por tener un cuello largo y por doblar la cabeza de manera horizontal para esconderla dentro del caparazón. Investigadores de la Universidad Nacional de Río Negro y del Conicet la llamaron Rionegrochelys caldieroi, en homenaje a Victorino Caldiero, miembro del Ente de Desarrollo de la Margen Sur e impulsor de los estudios de desarrollo en Cipolletti. Para dar con el ejemplar también trabajó un amplio equipo de paleontólogos y geólogos argentinos y españoles.Se deduce un hábitat semi-acuático con tendencia a ambientes terrestres. Otras especies relacionadas; Pelomedusa subrufa, Bonapartemys bajobarrealis, Lomalatachelys neuquina y Mendozachelys wichmanni.


Metaceratodus sp. Chapman, 1914.

 

Placas dentarias peces dipnoi, familia ceratodus del cretácico superior. Museo de Cs Naturales y Antrop. de  Mendoza   Posible aspecto de un pez dipnoi. Ilustración de Kyoht Luterman, 2012.

Pez, dipnoi. Los peces dipnoos conocidos como peces pulmonados, son una subclase de peces sarcopterigios, es decir, que presentan aletas lobuladas (con un apéndice carnoso a modo de mano del cual salen los radios de la aleta). Algunos de sus rasgos más característicos son los de poseer pulmones funcionales. Poseen orificios nasales abiertos al exterior, cuya función no es la de respirar aire, ya que no comunican con la boca, sino la del sentido del olfato. Para captar el aire de la atmósfera emplean la boca, y al igual que los anfibios, lo llevan hasta los pulmones tragándolo. poseen esqueleto óseo, de origen endocondral. Poseen mandíbulas y dientes con esmalte. La piel está recubierta por escamas. En Argentina se han recuperado restos fósiles de este primitivo pez en el Cretácico de las provincias de Río Negro, Chubut, Neuquén y Mendoza.


Gyrodus huiliches. Gouiric-Cavalli et al. 2019.

Ejemplar de Gyrodus huiliches, recuperado en la Cuenca Neuquina. Ejemplar ilustrativo de un fósil del genero Gyrodus. Alemania.

Aspecto en vida del pez del Cretácico del genero Gyrodus.  (*).

Pez, Pycnodontidae. Fue un pez óseo picnodontiforme que vivió durante el Jurásico y el Cretácico en lo que hoy es Europa, Norteamérica y Sudamerica. Su cuerpo tenía forma aplanada visto de frente y circular cuando se ve desde el lado,también tenía unos ojos muy grandes. Además los dientes eran redondos muy pegados uno del otro. La aleta caudal de Gyrodus tiene forma puntiaguda, Sin embargo, se cree que el género también fue capaz de tener una aleta dorsal en forma de hoz, la cual le pudo permitir nadar en el océano de alta velocidad abierta. El hallazgo de fragmentos del cráneo y la dentición de dos ejemplares de peces en la formación geológica Agrio, en la Cuenca Neuquina, permitió establecer un nuevo género y especie de durófagos, es decir aquellos que trituran su alimento con los dientes,  que habitaron la Patagonia argentina en el Cretácico temprano, hace más de 130 millones de años. El trabajo fue realizado por investigadores del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP) en colaboración con un colega alemán, y publicado recientemente en Cretaceous Research. Aunque existieron formas más grandes, muchos de ellos medían entre 50 y 60 centímetros y se estima que la gran mayoría de ellos se alimentaba de distintos tipos de bivalvos –moluscos similares a las almejas– y corales, gracias a su poderosa dentición adaptada a esos fines. La importancia de este trabajo radica en que es la primera revisión de los peces picnodóntidos en Argentina, configurándose como el paso inicial para el estudio más detallado de estas faunas. Si bien eran muy diversos y tuvieron una importante presencia durante el Jurásico y el Cretácico, el registro fósil en América del Sur es bastante incompleto.


Saltenia ibanezi. Carroll, 1988.

Saltenia ibanezi, una rana del Cretácico se Salta. Museo Paleontológico de la Universidad Nacional de Córdoba.

Ejemplares de Saltenia ibanezi, en las colecciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires.

Aspecto de Saltenia ibanezi (*).

Anfibio. Saltenia es un género extinto de ranas. Fue asignado a la familia Pipidae por R. L. Carroll en 1988 y otra vez en 2005 por A. M. Báez y T. Harrison. La única especie descrita, Saltenia ibanezi, se cree que ha vivido en América del Sur en el Cretácico superior. Su pariente vivo más cercano son las ranas en el género Silurana. El género hace referencia a la provincia argentina de Salta. Eran ranas carnívoras, de habitos acuáticos, con las plantas de las patas palmeadas, al contrario de los dedos, que no lo son, y con tres uñas alargadas a modo de garra en tres dedos de cada pata trasera.[ Las ranitas fósiles salteñas se están entre las más antiguas del mundo, superadas por hallazgos en Israel en los '70. El cañón rojo de la Quebrada de las Conchas, en el camino a Cafayate, muestra uno de los escenarios geológicos más impactantes del norte argentino. Se trata de un corte angosto y profundo, encajonado entre altas sierras, que sirve de unión a los Valles Calchaquíes al oeste con el Valle de Lerma al este. El río ha labrado su cauce en rocas de color rojo ladrillo a rojo sangre que pertenecen al periodo Cretácico superior (Campaniano) de la era mesozoica, cuando el mundo estaba habitado por dinosaurios que eran los reyes de todos los ecosistemas terrestres.


Trigonia transitoria. Steinmann, 1882.

 

Trigonia transitoria del Cretácico de Zapala. Museo de Cs Naturales y Antrop. de Mendoza  

Trigonia sp. del Cretácico de Neuquén. Colección del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar.

Invertebrado, Molusco. Los Bivalvos son moluscos cuyas conchas están formadas por dos valvas conectadas por un ligamento de materia orgánica, que raramente se conserva en los fósiles. Las valvas están articuladas por una charnela, usualmente con dientes engranados. En la mayoría de los casos, las valvas están cerradas por dos músculos principales, cuyos puntos de anclaje están marcados por impresiones aparentes. Los bivalvos se alimentan filtrando partículas del agua por medio de sifones. Aunque poseen un pie, tienen una movilidad limitada. Muchos de ellos hacen madrigueras en el sedimento o excavan en la piedra o la madera. Otros se autoconsolidan a los objetos sumergidos, o bien se sujetan por un biso de filamentos orgánicos. Pertenecen a la familia Trigoniidae caracterizados por su charnela esquizodonta, integripaleados y dimiarios. Posee concha abombada, equivalva, inequilateral, de morfología trigonal algo ovalada, truncada posteriormente, charnela eschizodonta. Ornamentación externa en base a una quilla crenulada anterior bien desarrollada, que delimita en las valvas dos zonas con diferente ornamentación en base a costillas concéntricas. Comunes en las rocas del Cretácico Inferior de cuenca Neuquina.


Antarcticeramus rabotensis. Crame and Luther. 1997.

Fósil del enorme molusco Antarcticeramus rabotensis. Museo Paleontológico de la Universidad de Córdoba.

Antarcticeramus rabotensis, del Cretácico de la Antártica. Posición de descanso en vida.

Invertebrado, Molusco.  Fue una forma inisualmente gigante de molusco bivalvo extinto (pelecípodo) procedente del cratacico superior (70 millones de años)  de Grupo Marambio, James Ross, Antártida Argentina. Se les encuentraban en vida,  enterrados en fondos blandos (infauna), como habitantes fijos de superficies y estructuras rígidas o libres sobre los fondos epifauna. Carecen de cabeza diferenciada y de tentáculos. No tienen maxilas ni rádula. La boca presenta palpos labiales carnosos. Respiran mediante uno o dos pares de branquias, generalmente laminares.


Serpula antiquata.  J. de C. Sowerby, 1829.

 

Serpula antiquata, del Cretácico inferior de la localidad de Zapala. Col. Museo Cs Naturales de Miramar.

 

Ejemplo de Poliqueto, el anélido que realiza los tubos calcáreos. (*).

Invertebrado, Annelida. Los serpúlidos son poliquetos comunes en fondos duros.  La presencia de un opérculo de desarrollo variable, la formación de un tubo calcáreo sinuoso y una membrana torácica, son los caracteres distintivos principales de la familia. Los Poliquetos son un tipo de gusanos de cuerpo dividido en gran cantidad de segmentos y de vida muy diversa, lo que los ha llevada a adoptar formas tan variadas como la de los conocidos espirógrafos. Viven en tubos, enterrados en el sedimento, entre algas, algunos son comensales o parásitos, y son tan abundantes que no han de pasarse por alto. Los Poliquetos pertenecen al filo de los Anélidos (Filo Annelida), en el cual tienen la categoría de Clase. Sobre sustratos duros, formando grandes colonias sobre piedras, conchas o estructuras portuarias, hasta los 300 m de profundidad.


Ginkgoites tigrensis. Archangelsky 1965.

 

Fósil de Ginkgoites tigrensis exhibido en el Museo de La Plata.

 

Fósil de Ginkgoites (*).

Paleobotanica. Es un género extinto de plantas pertenecientes a la familia Ginkgoaceae. Se han encontrado fósiles en todo el mundo, en sedimentos del Triásico, Jurásico y Cretácico. son árboles leñosos altamente ramificados. Puede ser reconocido por el hecho de que tiene ramas cortas además de ramas largas. De hasta 30 m de altura, con una corona más o menos asimétrica y corteza gris y surcada. Sin canales de resina. Hojas simples, de disposición espiralada, y ampliamente espaciadas en largas ramas cerca de las puntas de las ramas, también ampliamente empaquetadas en ramas cortas en los árboles más viejos, con forma de abanico, bilobadas o enteras, deciduas y amarillas brillantes en el otoño, de venación dicotómica. Árboles dioicos, como las cícadas. Las hojas amplias y deciduas de Ginkgo no son como aquellas de casi todas las demás gimnospermas. La movilidad del esperma, conocida en el resto de las espermatofitas sólo en las cícadas, es claramente un carácter primitivo, como lo es la falta de tubos polínicos. La familia tiene un extenso registro fósil, pero hoy en día contiene una única especie viviente. Los primeros representantes de Ginkgo aparecen en el Triásico tardío, hace más de 200 millones de años, y las estructuras reproductivas han cambiado poco en su aspecto general en unos 120 millones de años. Durante el Jurásico temprano, los parientes extinguidos de Ginkgo tuvieron amplia distribución y fueron diversos, consistiendo quizás en 3 familias.


Ver PaleoGuia del Cretácico I

Ver PaleoGuia del Cretácico II

 

 


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