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Fósiles del Mioceno de Argentina:

Comprende de siete edades, las cuales comprenden un lapso de 24 a 5 millones de años atrás.

Sedimentos de las Barrancas del Rió Paraná.

La edad mamífero "Colhuehuapense", es la más antigua de este periodo y se encuentra principalmente en la Provincia de Chubut, Argentina. Posee una antigüedad de 21 a 19 millones de años atrás. La edad "Santacrusense" corresponde a sedimentos que se han depositado entre 17,5 a 16,5 millones de años, encontrando una amplia distribución en todas las provincias patagonicas. La edad "Colloncurense" se caracteriza por su amplio registro fosilífero de vertebrados de ambientes cálidos y tropicales, marcando drásticamente el reemplazo de mamíferos sudamericanos. Su antigüedad es de 15,5 a 14 millones de años. La edad "Lavarense y Mayonense" poseen una antigüedad entre 13,8 a 10 millones de años. Esta última se encuentra muy bien representada en las barrancas del Río Mayo, al sur de la Provincia de Chubut. La edad "Chasiquense" es tal vez, la más popular del Periodo Mioceno, ya que los vertebrados extraídos son numerosos. Posee una antigüedad de 10 a 9 millones de años y corresponden a los yacimientos expuestos en las barrancas del Arroyo Chasico (Partido de Villarino y Adolfo Alsina), en la Provincia de Buenos Aires. Por último, la edad "Huayquereriense" y corresponden a los sedimentos depositados entre 9 y 7 millones de años atrás, las cuales afloran a orillas del Rió Paraná y otros cauces de agua de la mesopotania Argentina y en el NOA, como Catamarca y Santiago del Estero. En el Mioceno temprano el clima era muy cálido. La presencia de vertebrados corredores y pastadores indicarían un ambiente de praderas, con precipitaciones relativamente abundantes, que alternaban con ambientes de bosques cálidos.

Para este momento se produjo una importante emersión en Sudamérica, como consecuencia de este fenómeno, el mar epicontinental que bañaba la costa occidental sudamericana registro una leve regresión. Este fenómeno posibilito en la región del caribe, la dispersión de algunos pequeños carnívoros placentarios, los cuales se encontraban ausentes en América del sur. En la Antártida las abundantes precipitaciones favorecen la formación de la capa de hielo. Como consecuencia del periodo más intenso de orogenia andina comenzó paulatinamente el crecimiento de la desertización en gran parte del territorio argentino, sobre todo desde la pampa hasta tierra del fuego. La elevación de la cordillera de los Andes produjo una "sombra de lluvias" a lo largo de su flanco oriental, bloqueando el paso de humedad que acarrean los vientos del pacifico. Al sur de los 40º S. Las condiciones al este de la cordillera pasan de ser bosques cálidos y húmedos a ser sabanas áridas y templadas por lo que se hacen abundantes los mamíferos pastadores y ramoneadores. El clima templado y seco de la Patagonia, favoreció un recambio de los tipos fáunisticos, que procedió por mucho tiempo a la entrada de nuevos grupos de mamíferos de origen norteamericano. En la plataforma continental se desarrolló un mar de aguas cálidas, someras y cercanas a la costa. A fines del Mioceno, los cambios climáticos causados por el levantamiento de los Andes se vieron acentuados por el desarrollo del escudo de hielo Antártico, lo que produjo un descenso en las temperaturas costeras y dio origen a corrientes frías que se hicieron efectivas en la plataforma argentina alrededor de los 10 millones de años atrás. Consecuentemente con esto, la fauna de las costas argentinas experimento una migración progresiva hacia el norte, buscado regiones más óptimas para sobrevivir.<<< Principales sitios fosilíferos de Argentina.


Phorusrhacos longissimus.  Ameghino, 1887.

Phorusrhacos longissimus Phorusrhacos longissimus Phorusrhacos longissimus  Phorusrhacos longissimus

Cráneo en el Museo Jacobacci, San Antonio Oeste, Rió Negro aportado por la Fundación Azara.

Cráneo exhibido en el  Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires Reconstrucción en vivo  (*)

Ave. Durante mucho tiempo, los animales de dieta carnívora más exitosos en América del sur fueron aves gigantescas, como los Phorusrhacos. Es un género de gigantescas aves depredadoras no voladoras que habitaron la Patagonia, de la familia de las Phorusrhacidae, conteniendo una sola especie; el Phorusrhacos longissimus. Sus parientes más cercanos en la actualidad son los de la familia Cariamidae, llamados también Seriemas o Chuñas, pero su tamaño era mucho mayor que el de éstos; siendo su aspecto más parecido al de un avestruz. Estas aves habitaron en bosques y pastizales. Entre los huesos hallados en el estrato de la Formación Santa Cruz (ahora considerado como principalmente de mediados del Mioceno) fue la pieza de una mandíbula que Florentino Ameghino descubierto a principios de 1887 y el mismo año la presento como parte de la cadera de un perezoso por su semejanza, él nombró Phorusrhacos longissimus. El nombre específico significa "muy largo" en latín. Lejos estaba Florentino de imaginar aves gigantes en la antigua Patagonia. El holotipo del ejemplar es, MLP-118 (Museo de La Plata). En 1889 Ameghino corrigió el nombre a una más correcta gramaticalmente Phororhacos pero el nombre más temprana tiene prioridad. En 1891, fue reconocido por él como un pájaro gigante. Los restos se conocen de varias localidades de la provincia de Santa Cruz, Argentina. Phorusrhacos situó en torno a 2,5 metros de alto y pesaba unos 130 kilos. Fue apodado el "Ave del Terror" por razones obvias: es uno de las mayores aves depredadoras que jamás haya existido, y sus alas rudimentarias formadas como estructuras de brazo con garras en forma de un gancho de carnicero para atrapar la presa de frente, y asesinarlo luego con el pico enorme. El ave mataba de dos maneras. En primer lugar, sujetando a su presa con su pico y golpear contra el suelo varias veces al igual que sus parientes modernos, las chuñas.  En segundo lugar, y más espectacularmente, al golpear hacia abajo con la punta aguda en la parte delantera de su pico superior. En la posición correcta, según lo especulado, la espiga podría penetrar en el cráneo y matar instantáneamente. Esta tenía un cráneo enorme, de hasta sesenta centímetros de largo, armado con un poderoso gancho en la punta del pico. La estructura del pico y las garras grandes en los dedos demostrar que se trataba de un carnívoro muy activo. En la Reserva Natural de Punta Bermejo, en Rio Negro, en sedimentos Miocenos, se han encontrado una serie de grandes huellas, atribuidas a aves del terror, asociadas a mamíferos contemporáneos


Kelenken guillermoi. Bertelli et al., 2007.

Esqueleto de  Kelenken recreado por la Fundación Azara a partir de los restos conocidos.

Cráneo de Kelenken guillermoi, descubierto en Comallo, Provincia de Rió Negro, mide 70 centímetros de largo. (*)

Posible aspecto de Kelenken guillermoi  (*).

Ave. Es una especie extinta de ave gruiforme de la familia Phorusrhacidae o aves del terror. Es el ave predadora conocida más grande de la historia. Vivió en el Mioceno, hace unos 15 millones de años. Midió más de tres metros de altura, su cabeza (incluyendo el pico) llegó a medir más de 70 cm de longitud, siendo el ave conocida con el cráneo más grande. Llegaban a pesar los 160 kilogramos. Kelenken era ágil, podía cazar y devorar roedores, reptiles y pequeños mamíferos, las crías de estas aves alcanzaban los 100 km/h pero los adultos sólo llegaban a los 60 km/h. Su fósil fue encontrado en la Patagonia, concretamente en la estación de tren de Comallo, cerca de la ciudad de Bariloche, por Guillermo Oscar Aguirrezabala. Los restos constan de un cráneo, fragmentos de un pie, de una pata y se encuentran en el Museo Paleontológico de Bariloche. Antes del descubrimiento de su cráneo, los científicos interpretaban las cabezas de las grandes aves del Cenozoico como versiones a mayor escala de las de las aves de menor tamaño. Los huesos de la pata y el pie tienen un parecido superficial con los del ñandú, un ave no voladora actual de América del Sur.


Andalgalornis férox.  Patterson & Kraglievich, 1960.

Andalgalomis férox Andalgalomis férox Andalgalomis férox Andalgalomis férox Andalgalomis férox Andalgalomis férox

Ejemplar exhibido en el Museo Argentino de Cs Nat. de Buenos Aires. Aspecto del esqueleto de un Ave del Terror. (*) Aspecto de la gigantesca ave hallada en el Mioceno de la Prov de Catamarca.(*)

Ave. Es conocido a partir de un esqueleto incompleto y algunos huesos aislados encontrados en estratos del Mioceno Superior al Plioceno Inferior en la Formación Andalgalá, situados en las provincias de Entre Ríos y Catamarca, en el noreste y norte de Argentina. Esta ave midió un metro y medio de altura. La subfamilia a la que pertenecía este género, los Patagornithinae, contenía especies que eran de constitución más bien delgada; Andalgalornis se parecía al mucho mayor Phorusrhacos, pero era más grácil que este, y tenía un pico proporcionalmente más alto. Ademas, parecia más masivo en proporción a su tamaño corporal entre todos los forusrácidos. Un análisis realizado con escáner TAC del cráneo de Andalgalornis sugiere que el pico era fuerte en sentido dorsoventral (es decir, en el plano vertical) pero en cambio era relativamente débil mediolateralmente (a los lados). La debilidad del pico implicaría que esta ave no pudo haber abatido a presas grandes, sino que depredaba presas más pequeñas, más fáciles de manejar y con menor riesgo. Aun así, el que, el pico fuera fuerte dorsoventralmente le pudo haber permitido a Andalgalornis abatir con rapidez a una presa con una estrategia de caza consistente en atacar y retirarse de manera repetida. Llego a medir 1,8 metros. Sinónimos: Phororhacos steulleti, Phororhacos deautieri, Andalgalornis ferox Phorohacos deautieri.


Argentavis magnificens. Campbell & Tonni, 1980.
     

Cráneo de Argentavis magnificens. Foto gentileza de Paleogenesis.

El Paleontólogo Rosendo Pascual, comparando el humero de Argentavis y un cóndor.  (Discovery Channel).

Argentavis magnificens  atacando a un Thylacosmilus atrox. (*)

Mariano Magnussen Saffer del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, junto al ala de Argentavis magnificens, recreada para esta institución a partir de los pocos restos conocidos.

Ave. Un esqueleto parcial de este enorme teratornítido, fue encontró de la provincia de La Pampa, Argentina. Es la mayor ave voladora que haya existido. Es también el teratornítido más antiguo encontrado, ya que data de fines del Mioceno, entre 6 y 8 millones de años, y uno de los escasos teratornítidos encontrados en América del Sur. El primer descubrimiento incluyó porciones del cráneo, un húmero incompleto y varios otros huesos del ala. Incluso los estudios realizados, estiman su envergadura en por lo menos 6 metros, y podría haber llegado hasta los 8 metros. Su peso se estima en alrededor de 80 kilogramos. Su peso y su envergadura rivalizan entonces con los de los más grandes pterosaurios. Por su tamaño, seguro que fue un ave planeadora, limitando el aleteo al carreteo y posterior despegue, aprovechando las fuertes corrientes térmicas para su majestuoso vuelo que provenían del océano Pacifico, antes de que las cordilleras llegaran a las alturas que presentan en la actualidad. Por lo tanto, Argentavis magnificens resulto ser hasta el momento el ave voladora de mayor tamaño del mundo.


Onactornis depressus. Cabrera, 1936.
Onactornis depressus Onactornis depressus Onactorn Onactornis depressus Onactornis depressus

 

Cráneo de Onactornis depressus del Mioceno tardío de Carohue, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Museo de La Plata. Aspecto en vida de Onactornis depressus. (*)

Ave. Todos los Paleontólogos se ponen de acuerdo de que Onactornis depressus fue el ave corredora más grande de todas las épocas, hasta el descubrimiento de Kelenken. Su nombre significa "Jefes de las aves" y no es por nada. Su masa corporal está estimada en unos 800 kilogramos aproximadamente. Todas las aves corredoras que se diversificaron en Sudamérica por lo general son carnívoras, por acepción de este ejemplar, el cual era carroñero, o por lo menos los investigadores creen esto. Su enorme tamaño y un cuerpo robusto y grande no reúne las características necesarias para ser un depredador. Pero seguro que su gigantesco cuerpo asustaba a otros depredadores como Thylacosmilus, apropiándose rápidamente de su presa mal herida o muerta. Tenía un pico muy desarrollado y duro, especializado en romper huesos. Su tamaño era de aproximadamente de 2,5 metros de altura, y sus alas eran tan reducidas que prácticamente pasaban de ser percibidas. El desarrollo de grandes zonas de praderas y altos pastizales, sumados a la falta de depredadores primarios en el continente, es la explicación que encuentran los científicos para explicar la magnitud de estos fabulosos animales desaparecidos, los cuales, ecológicamente ocuparon los nichos ecológicos vacantes que dejaron los dinosaurios predadores luego de su extinción.  Sus restos provienen principalmente de los depósitos sedimentarios de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, cuya antigüedad seria de 6 millones de años antes del presente. Otra especie conocida es Onactornis mendocinus.


Brontornis burmeisteri. Moreno & Mercerat, 1891.

Cráneo y pico. (*)

Falanges. (*)

 Recontracción. (*)
Ave. Es un género extinto de aves no voladoras gigantes y depredadoras que vivían en la Patagonia. La única especie actualmente aceptada como válida es B. burmeisteri, ha sido tradicionalmente incluida en la familia Phorusrhacidae ("aves del terror") por su gran tamaño y estilo de vida depredadora, y más precisamente en la subfamilia Brontornithinae, que contenía formas muy grandes y corpulentas. Se conoce a partir de huesos, principalmente de las patas y los pies, pero también por algunas piezas de cráneo y columna vertebral, que se encuentra en varias localidades de la provincia de Santa Cruz. B. burmeisteri fue la especie más grande de su grupo, con una altura de alrededor de 2,80 metros y un peso estimado de 350-400 kilogrmos, por lo que es el tercera ave más pesada según los conocimientos actuales (después de Aepyornis maximus y Dromornis stirtoni), y los depredadores terrestres más grandes de su tiempo y lugar. Debido a su volumen, es probable que tuviera un estilo de vida entre un depredador de emboscada y uno que perseguía activamente la presa, saltando sobre ella y derribándola por la fuerza de ataque después de una corta persecución. Era el carnívoro dominante de la Patagonia durante el Mioceno, siendo capaz de matar incluso a grandes animales como ungulado sudamericano Astrapotherium y el depredador Thylacosmilus (un marsupial con dientes de sable). Convivió con algunos forusrácidos más pequeños y activos como Phorusrhacos; pero aparentemente se extinguió antes de la aparición del inmenso Argentavis, la mayor ave voladora de la que se tiene constancia.

Psilopterus bachmann. Moreno & Mercerat, 1891.

 

Cráneo. (*)

 

Reconstrucción en vivo.  (*)

Ave. Es un género extinto de forusrácido ("ave del terror") que vivió a mediados del Oligoceno hasta finales del Mioceno en Argentina. Comparado con otros forusrácidos, los miembros de este género eran relativamente gráciles y pequeños, e incluyen las menores especies de aves del terror: con la cabeza en alto. P. bachmanni alcanzaba 70 - 80 centímetros de altura y pesaba cerca de 5 kilogramos, mientras que los mayores miembros del género solo alcanzaban 7 kilogramos. Estas aves se parecen a la actual Cariama o Chuña (Cariama cristata), excepto por su constitución más robusta y alas considerablemente menores. La gran similitud morfológica entre las garras de las Cariamas y Psilopterus, siendo ambas afiladas, curvas y comprimidas lateralmente, pueden indicar que eran usadas para golpear a las presas. En contraste con otras aves del terror de mayor tamaño, los investigadores Tonni y Tambussi también han sugerido que Psilopterus podría usar sus garras para trepar a los árboles, y podrían incluso volar, cuyas ideas han sido rechazada en la literatura científica más reciente. Otras especies conocidas; P. lemoinei (Moreno & Mercerat, 1891), P. affinis (Ameghino, 1899) y P. colzecus (Tonni & Tambussi, 1988). También se las puede encontrar con la sinonimia de Pelecyornis (Ameghino, 1891) y Staphylornis (Mercerat, 1897). La más reciente revisión sistemática de Phorusrhacida,e sitúa a Psilopterus dentro de la subfamilia Psilopterinae, junto con los géneros Procariama y Paleopsilopterus, y divide a Psilopterus en cuatro especies. Psilopterus lemoinei (Moreno & Mercerat, 1891) es contemporáneo de P. bachmanni y probablemente llenaba un nicho ecológico muy similar, aunque P. lemoinei es levemente mayor, con un peso promedio estimado en 7 kilogramos. La especie fue definida por una parte de la parte inferior de la pata (el lectotipo, MLP-162, es el extremo distal de un tibiotarso), pero unas amplias variedades de materiales se han referido a este taxón. Dicho material se ha hallado en algunos sitios en la provincia de Santa Cruz de Argentina que datan de mediados del Mioceno (Santacruciense). Las características de diagnóstico incluyen un cráneo alto y una mandíbula más alta (maxilar), y que la parte frontal del agujero en frente de los ojos (borde rostral de la fenestra anteorbital) está menos inclinado. Algunas diferencias adicionales en el esqueleto fueron notadas por Sinclair y Farr (1932). Algunas discrepancias entre varios especímenes han sido atribuidas a diferencias de edad o sexo, pero el material actualmente asignado a P. lemonei y P. bachmanni puede ser reclasificado a nivel de especie si son reexaminados en profundidad.


Opisthodactylus patagonicus. Ameghino 1891.

 

 Restos de Opisthodactylus sp. Imagen ilustrativa.

 

Aspecto de Opisthodactylus . (*)

Ave. Rheiformes. Se trata de un ave del orden de los Reiformes, nombre común que reciben dos aves sudamericanas similares al avestruz, emparentada con el género Rhea del Pleistoceno y Holoceno, es decir, el ñandú actual. Es una especie extinta de ñandú del Mioceno de Argentina. Se conocen las especies Opisthodactylus patagonicus (tipo), Opisthodactylus horacioperezi y Opisthodactylus kirchneri, en homenaje al expresidente Néstor Kirchner, cuyo material fósil había sido encontrado en la década del 40 por un naturalista y permaneció en el Museo Florentino y Carlos Ameghino de Rosario. El género Opisthodactylus es arduamente conocido en la Formación Santa Cruz, en la Patagonia Argentina. Una nueva especie de RheaPterocnemia mesopotámica, del Mioceno tardío de Mesopotamia de Argentina. Los especímenes provienen de la base de la Formación Ituzaingó, que brota a lo largo de los acantilados del río Paraná cerca de la ciudad homónima de la provincia de Entre Ríos. Era un ave esbelta y de cuerpo pequeño, de tamaño similar a Rhea o choique (Pterocnemia pennata) y dieta omnívora. También se conoce un tarsometástaro aislado, procedente de la Formación Aisol en la Provincia de Mendoza.


Macranhinga paranensis.  Noriega, 1992.

 Tarsometatarso de la especie gigante extinguida Macranhinga  (*)

Barrancos del Rió Paraná. Portador de fósiles. (*)

Aspecto de Biguá-víbora fósil Macranhinga paranensis de mayor tamaño que su representante viviente. (*)

Ave. Las anhingas son aves integrantes del orden de los Pelecaniformes, que habitan ambientes de agua dulce y tienen estrechos vínculos de parentesco con los cormoranes y los biguás. Presentan un largo y delgado cuello y un pico recto y muy puntiagudo. Son buenas voladoras, alternando el vuelo batido de sus alas con el planeo en las corrientes ascendentes de aire caliente. La propulsión en el agua es imprescindible para ellas, ya que su dieta se compone casi exclusivamente de peces. Nadan lentamente sobre la superficie, con la mayor parte del cuerpo sumergido y asomando el cuello y la cabeza, lo que les da el aspecto de una víbora. Su nombre vulgar deriva precisamente de esta apariencia. Este tipo de natación es alternada con cortos períodos de buceo, en los cuales "arponean" a los peces con sus afilados picos. A manera de síntesis simplificada de la historia geológica de la región, podemos decir que los sedimentos más antiguos de la base de las barrancas del Paraná, integrantes de la Formación Paraná, fueron depositados por una extensa ingresión marina que a fines del Mioceno medio (hace aproximadamente 15 millones de años), el cual, formó el denominado "Mar Paranense". Dicho mar penetró desde el Océano Atlántico, cubriendo el noreste de la Argentina, oeste del Uruguay y hasta el sur del Paraguay. Sus aguas templado-cálidas y poco profundas albergaron una rica fauna de peces óseos, tiburones y rayas; entre los mamíferos fueron abundantes los cetáceos, como así también se ha reportado la presencia de restos fósiles de focas y dugongos o vacas marinas. No obstante, constituyen las evidencias fósiles más comunes y fácilmente reconocibles, las variadas formas de invertebrados que habitaban el litoral de aquel antiguo mar, destacándose entre los moluscos las enormes ostras. Con posterioridad al retiro del "Mar Paranense" y a lo largo de la amplia cuenca del incipiente río Paraná, comenzaron a depositarse desde el Mioceno tardío y también durante el Plioceno (aproximadamente entre los 10 y los 5 millones de años antes del presente) sedimentos fluviales compuestos principalmente por arenas blancas, amarillas y ocráceas. Estos sedimentos conforman la porción mayoritaria del paquete de estratos típicos observables hoy en día en las barrancas de los alrededores de la Toma Vieja en la ciudad de Paraná. La base de esta última formación geológica, denominada Formación Ituzaingó, es portadora de una rica y variada fauna extinta de vertebrados que se conoce como "Mesopotamiense". Entre las aves exhumadas de aquella fauna "Mesopotamiense" es particularmente interesante el hallazgo de restos fósiles pertenecientes a una especie de biguá-víbora o anhinga gigante, cuyo nombre científico es Macranhinga paranensis, que habitó las márgenes forestadas de aquel primitivo río Paraná, y seguramente tuvo comportamientos muy similares a sus representantes vivientes.


Reyesichnus punensis. Alonso et al. 1980.

 

Imagen ilustrativa.

 

Aspecto de Reyesichnus punensis.

Ave. Los animales que vivieron en el pasado geológico dejaron pruebas irrefutables de su existencia en forma de huesos, dientes, conchillas, caparazones o bien por las impresiones de sus pisadas conservadas como huellas. Dichas huellas se conocen como icnitas y su campo de estudio es la icnología. Cuando se trata de huellas fósiles entonces es la paleoicnología. Se descubrieron abundantes huellas de aves fósiles en la Puna. Las más antiguas se encontraron en unas lajas rojas de Farallón Catal en el salar del Hombre Muerto y tenían una edad de 15 millones de años. Corresponden a un representante antiguo de los teros, bautizado como Reyesichnus punensis, en homenaje al Dr. Celso Reyes, que fuera profesor de la Universidad Nacional de Salta. En aquel tiempo la Puna, al igual que ahora, estaba salpicada de lagos salinos de distintos tamaños. En esos lagos vivía una abundante avifauna que medraba en sus playas y dejaba impresas sus huellas en el barro fresco. Hay huellas pequeñas, medianas y grandes; tridáctilas y tetradáctilas; con o sin membranas interdigitales, entre otros detalles. Se han identificado representantes morfológicos de los actuales flamencos, patos, guayatas, teros, teritos y otros pájaros y zancudas.


Palaeospheniscus bergi. Moreno y Mercerat, 1891

Aspecto de como seria el esqueleto del pingüino mioceno Palaeospheniscus. (*). Cráneo de Palaeospheniscus  comparado con un pinguino actual de tamaño promedio (*).

Aspecto de Sphenisciforme en estudio. Imagen prensa.

Ave. El género Palaeospheniscus fue nombrado por François Moreno y Alcide Mercerat en 1891 para designar una serie de especímenes fósiles procedentes de la Patagonia argentina. La especie tipo del género corresponde a Palaeospheniscus patagonicus, cuyo holotipo consiste en un tarsometatarso aislado que se encuentra depositado en el Museo de La Plata, que proceden de la Formación Gaiman (Mioceno temprano). Capas portadoras de fósiles marinos del Cenozoico medio afloran en cerro Plataforma en la Provincia del Chubut. Aquí fueron hallados restos de pingüinos y un diente de tiburón bien preservados, además se encontraron fósiles de invertebrados se incluyen corales, briozoos, abundantes moluscos, equinoideos y cangrejos. Muchos de los fósiles de pingüinos hallados en Patagonia han sido asociados a este género, al punto que en 1946 George Gaylord Simpson mencionaba nueve especies (la mayoría de las cuales Simpson consideraba sinónimos de la especie tipo). El mismo autor, en una revisión posterior realizada en 1975, solo consideraba validas cuatro especies. En la actualidad solo se incluyen tres especies en el género: Palaeospheniscus patagonicusPalaeospheniscus bergi y Palaeospheniscus biloculata. Igualmente, los géneros patagónicos ParaspheniscusTrelewdyptesChubutodyptes y Perispheniscus han sido actualmente incluidos en alguna de estas tres especies. Los análisis recientes sugieren que Palaeospheniscus se encuentra más próximo a los pingüinos vivientes que a los pingüinos gigantes del Paleógeno o al género Paraptenodytes. Seguramente fue un gran nadador y se alimentaba principalmente de peces. Llego a medir unos 80 centímetros de altura.


Gryposuchus neogaeus. Burmeister, 1885. 

 

Cráneo exhibido en el Museo de La Plata.

 

Paleoreconstruccion. (*)

Cocodrilo. Es un género extinto de crocodiliano gavialoide. Además, es el género tipo de la subfamilia Gryposuchinae. Sus fósiles han sido hallados en varios países de Sudamérica, como Argentina, Colombia, Venezuela, Brasil y Perú. Existió durante principios y mediados del período Mioceno. Una especie recientemente descrita, Gryposuchus croizati, tiene una longitud estimada de 10 metros. Especímenes de esta especie fueron descritos inicialmente de Argentina en 1885, aunque fueron referidos al género Ramphostoma. No fue sino hasta 1912 que se le asignó su propio género con la descripción de una nueva especie de Brasil, Gryposuchus jessei. Algunos gaviales griposuquinos como Siquisiquesuchus y Piscogavialis han sido hallados en localidades que se cree eran depósitos de ambientes costeros. La presencia de Gryposuchus en la formación Urumaco de Venezuela, que incluye estratos marinos, le da crédito a la idea de que los griposuquinos pueden haber vivido en ambientes costeros. Sin embargo, ciertas localidades donde se recuperó material perteneciente a la especie Gryposuchus colombianus, como la zona de La Venta, Colombia , claramente eran depósitos de ambientes de agua dulce, lo que indica que la hipótesis de u estilo de vida costero para los griposuquinos no puede generalizarse. Fue un activo czador de peces, pequeñas tortugas, anfibios entre otros animales.


Pristidactylus. Fitzinger, 1843.

 

Reptil. Los iguania es el clado de lagartos más diverso en número de especies y más ampliamente distribuido en América del Sur, aunque su registro paleontológico en este territorio es aún muy escaso en comparación con el de América del Norte y Central. Los iguanios del Cenozoico sudamericano se registran en el Paleoceno de Bolivia y Brasil (Estes, 1983; Rage, 1992), Mioceno de Argentina y Colombia. Conocida como especie tipo Leiosaurus fasciatus (Duméril y Bibron 1837), se ha encontado su presencia como iguanio en el Mioceno Temprano de la Patagonia Argentina. Justamente poseen una antigüedad Terciaria o aún Cretácica para el género. La presencia de restos de Pristidactylus en el Mioceno Temprano de Gaiman apoya la hipótesis de un origen al menos Terciario y fenómenos subsecuentes de vicariancia como respuesta al elevamiento de la cordillera andina. El paleoambiente propuesto para el Colhuehuapense de Gaiman, caracterizado por áreas boscosas y el desarrollo de dunas de arena, proponen un modelo de especiación eco-geográfica para el género Pristidactylus, se considera que desde un primitivo ancestro común que habitaba extensos bosques, en deterioro a través del tiempo, algunas poblaciones disyuntas quedaron en refugios aislados y adquirieron pre-adaptaciones a ambientes más abiertos, rocosos, secos y con formaciones arbustivas, evolucionando hacia los presentes taxones conocidos en Sudamérica, que se diferencian para distintos hábitats. Esta hipótesis requiere ser contrastada con un reanálisis de la filogenia del género basada en caracteres de diversas fuentes e incluyendo a Pristidactylus nigroiugulus, que no fue particularmente considerada en la filogenia. Llego a medir unos 12 centimetros de largo. Tenía cabeza alargada, triangular, y su cola es más larga que el cuerpo. Era principalmente insectívoro, y completo su dieta mínimamente con vegetales. Pudo ser capturado por mamíferos carnívoros y aves rapaces.


Callopistes rionegrensis. Quadros. et al. 2018.

 

     

Reptil. El resto fósil hallado corresponde a un cráneo de 5 centímetros de largo proveniente de los sedimentos de la Formación Chichinales en los afloramientos del Área Natural Protegida Paso Córdoba, en las afueras de la ciudad de General Roca, Provincia de Rio Negro. Constituye uno de los cráneos más completos de un lagarto fósil de Argentina. Callopistes es un género de lagartos que actualmente cuenta con dos especies vivientes, Callopistes maculatus y Callopistes flavipunctatus, que habitan desde el norte de Chile hasta el sur de Ecuador. Además, existe un representante fósil de la localidad de Monte Hermoso, provincia de Buenos Aires, Callopistes bicuspidatus, que es más reciente que la nueva especie rionegrina ya que la formación geológica de la localidad bonaerense tiene unos 7 millones de años. Este nuevo hallazgo ubica su aparición hace unos 20 millones de años, reforzando hipótesis sobre el origen y la distribución de estas especies en el sur de Sudamérica y aportando novedosa información sobre la evolución de todo este grupo de reptiles. Forman parte de la familia Teiidae, encontrando entre sus representantes sureños vivientes al Lagarto Colorado (Salvator rufescens), el Ututu coludo Rojo (Aurivela longicauda) y el Teiu (Teius ocelatus). El lagarto Callopistes rionegrensis tenía unos 50 o 60 centimetros de longitud, que al igual que sus parientes actuales sería un importante predador de pequeños animales.


Boidae. Gray, 1825.

 

Vértebra de un gran Boidae. al lado, vértebras de otra boa gigante del Eoceno de patagonia, Chubutophis grandis.   Aspecto de la boa gigante del Mioceno de Patagonia. (*).

Ofideo. Los boidos o boas son una familia de serpientes constrictoras, es decir que matan a sus presas por constricción, encerrándolas en sus anillos. A diferencia de sus cercanas parientes, las pitones (Pythonidae), son ovovivíparas. A ambos lados de la cloaca presentan espolones, que son vestigios de las patas posteriores locomotoras. Entre las boas se encuentran algunas de las especies de serpientes más grandes. Pero en el actual desierto patagónico, hace unos 15 millones de años existía una exuberante selva, semejante a la amazónica, con grandes lagartos, perezosos, monos y mucho más. Hace tiempo, un Paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires se encontraba revisando las colecciones de dicha institución, hallo el fragmento de una enorme vértebra que, en un principio, fue atribuida a restos de un Dinosaurio. Al consultar los registros del inventario del Departamento de Paleontología de Vertebrados "Florentino Ameghino" del Museo porteño, se dieron cuenta los investigadores de que se trataba de un enorme vertebrado que vivió durante el Terciario, mucho después de la desaparición de los grandes reptiles de la Era Mesozoica. La pieza en cuestión fue hallada por el Geólogo Roberto Ferello en el año 1953, en sedimentos de origen continental de la zona comprendida entre los lagos Musters y Colhue Huapi, al sur de la Provincia de Chubut. Hoy sabemos que esta vértebra pertenece a un Ofidio (Serpientes y víboras) más grande de todos los tiempos. Calculamos después de hacer varias comparaciones con especies vivientes y extinguidas, este enorme animal midió unos 20 metros de largo. Su cráneo tuve que medir unos 70 centímetros, con lo que la abertura bucal le permitía engullir presas de más de un metro de circunferencia, como los astrapotherios y otros notoungulados de la época.


Gaimanophis tenuis. Albino, 1996.

 

Vértebra de Gaimanophis powelli, del Mioceno de Tucumán.   Aspecto de la boa de Patagonia y NOA, Gaimanophis powelli (*)

Ofideo. Es un género boido extinto, hallado en el acantilado sur del valle inferior del río Chubut, cerca de la localidad de Gaiman. Los climas del Paleoceno y Eoceno se caracterizaron por condiciones tropicales bastantes cálidas y se extendieron de norte a sur hacia los polos. En este escenario, las grandes serpientes eran relativamente diversas en Sudamérica. En Patagonia se hallaron formas pequeñas, como Waincophis, medianas (Boa) y grandes como Chubutophis, pero solo los géneros pequeños Waincophis Gaimanophis, persistieron en el Mioceno. La ausencia de serpientes grandes en el Mioceno patagónico con respecto a las de períodos anteriores se ha relacionado con la disminución de las temperaturas, lo que es consistente con los cambios conocidos en las temperaturas medias globales. Gaimanophis tenuis, es conocida por vértebras aisladas del Mioceno temprano de la Patagonia. Recientemente se dio a conocer Gaimanophis powelli, de mayor tamaño, procedente de la Formación India Muerta (Mioceno tardío) en el Dique El Cadillal de la provincia de Tucumán, en el del noroeste de Argentina. Chubutophis, fue una serpiente constrictora, es decir que matan a sus presas por constricción, encerrándolas entre sus anillos. Posiblemente vivía en madrigueras abandonadas por otros animales o en huecos de árboles.


Caiman lutescens. Rovereto 1912.

Caimán latescens Caimán latescens Caimán latescens Caimán latescens Caimán latescens Caimán latescens Caimán latescens

Placas dermicas óseas de Caimán latescens y Caimán yacare, recuperados del Plioceno de Entre Ríos. Museo de La Plata. Vista superior de cráneo de Caimán sp. Aspecto del genero de cocodrilo prehistórico Caimán latescens. (*)

Reptil. Los cocodrilos constituyen un grupo originado en el Triásico. Su posterior desarrollo y expansión ocurre desde el Cretácico y Terciario, especialmente asociado con regiones de latitudes medias-tropicales a ecuatoriales. Han ocupado un nicho ecológico amplio, tanto marino como continental, siempre vinculado con áreas acuáticas (costaneras, humedales, etc.). Los cocodrilos no son buenos indicadores paleoecológicos, aunque su presencia está relacionada a climas cálidos en lugares donde el agua no escasee. Las dos especies actuales de caimanes en el país viven asociadas a cuerpos permanentes de agua. La mayor parte de los materiales recolectados proceden de los afloramientos de la Formación Ituzaingó, a unos 800 metros al sur del puerto de Villa Urquiza. En la zona del puerto y hasta unos 400 metros al norte y sur del mismo, aflora un paquete de unos 6 metros de arcillas verdosas y arenas blanquecinas o gris verdosas que contienen niveles con Ostrea patagonica y Pecten paranensis (invertebrados). Este nivel pertenece a la Formación Paraná (Mioceno medio) y es recubierto en discordancia por las arenas blanquecinas y amarillentas de la Formación Ituzaingó (Mioceno superior - Plioceno). Esta última unidad estratigráfica, de origen fluvial, labró paleocauces sobre la marina precedente produciendo en su contacto acumulación de material clástico más grueso y, particularmente, una concentración de material óseo de diverso origen. Estos restos, al igual de los que fueron anteriormente descriptos provienen de un nivel estratigráfico inferior de la Formación Ituzaingó, al cual, informalmente, se lo conoce con el nombre de «mesopotamiense» y que representa niveles de mayor energía en un ámbito fluvial desarrollado sobre la secuencia marina de la Formación Paraná. Esto plantea la posibilidad que algunos de estos cocodrilos hayan vivido en el ámbito marino, otros en los costaneros y en humedales. Anteriormente se han colectado huesos fósiles de cocodrilos del ‘Mesopotamiense’, entre ellos el dentario derecho de un alligatórido gigante, al cual denomina Alligator lutescens, sobre el cual se discute su sinonimia con Caiman tutescens.


Chelonoidis gringorum. Simpson, 1942.

 

Fósil del caparazón de Chelonoidis gringorum en el MEF.  

Posible aspecto de Chelonoidis gringorum  (*).

Reptil. En el Mioceno Inferior de Patagonia fue hallada una tortuga de gran tamaño, llamada Chelonoidis gringorum probablemente precursora de Chelonoidis chilensis, también fósil en los depósitos pleistocénicos de Córdoba. Otros dos taxa, muy cercanos a Chelonoidis chilensisChelonoidis donosobarrosi y  Chelonoidis petersi (vivientes). Rasgo sobresaliente del orden Testudines, es la presencia de una envoltura externa de consistencia variable, vulgarmente conocida como caparazón o concha, en íntimo contacto con el eje vertebral del esqueleto y constituida por una porción ósea profunda recubierta por láminas o placas córneas dérmicas. Integran el caparazón, dorsalmente el denominado carapax, ventralmente el plastrón, unidos lateralmente por una conexión, o puente, y ambos formados por huesos aplanados, articulados entre ellos mediante suturas apareciendo proyectados hacia el exterior los marginales, como aleros de un tejado. Resulta así asegurada la notoria solidez estructural del caparazón. Estas tortugas marcan su permanente presencia en áreas relativamente boscosas, cerca de algarrobos, grandes cactus, etc, determinando restringidos espacios de abrigo casi libre de vegetación. La alimentación estária constituida por frutos y hojas de cactáceas, cucurbitáceas, leguminosas, gramineas, etc. Fósiles de Chelonoidis gringorum provienen de afloramientos Terciarios de la Formación Sarmiento expuestos en la ribera sur del valle del río Chubut, entre Gaiman y Dolavon (Provincia de Chubut, Argentina). Otras tortugas del Mioceno tuvieron amplia dispersión, con formas de robustas dimensiones como Geochelone (Chelonoidis) gallardoi en Catamarca.


Phrynops geoffroanus.  Schweigger, 1812.

Phrynops geoffroanus Phrynops geoffroanus Phrynops geoffroanus Phrynops geoffroanus Phrynops geoffroanus Phrynops

Ejemplar de fósil de tortuga. Ilustrativo.

Placas del caparazón de  Phrynops, de la prov. de Entre Ríos. Museo de La Plata.

Aspecto del Quelonio Mioceno Phrynops geoffroanus. (*)

Reptil. El registro fósil de tortugas en América austral es muy rico e incluye localidades en el sur de la Patagonia donde las condiciones climáticas actuales impiden el establecimiento de quelonofauna.  Los fósiles más antiguos que se conocen de la familia Chelidae datan del Cretácico inferior en Patagonia. Estos quélidos dulceacuícolas actualmente están representados por algunas especies vivientes con una distribución disyunta en América del Sur, desde el norte de Venezuela hasta la Argentina central templada y Australasia, como resultado de un pasado biogeográfico gondwánico. El género Phrynops está registrado desde el Mio-Plioceno de la Argentina y el Mioceno superior de Uruguay. Los registros fósiles atribuidos al género Phrynops, por el momento están restringidos a sedimentos del noroeste argentino (Catamarca y Tucumán) y al área de la Mesopotamia, en Argentina; y al Departamento de San José en Uruguay. Restos fósiles han sido asignados a Phrynops también se mencionan para sedimentos pleistocenos del Carcarañá, provincia de Santa Fe. Desde el siglo pasado, la existencia de placas fósiles y material fragmentado ya ha sido mencionada por Bravard (1858); Burmeister (1885); Ambrosetti (1893) quienes determinaron a nivel específico placas aisladas, pese a la naturaleza fragmentaria del material. Wieland (1923); cita para la región del Paraná a Parahydraspis paranaensis como un nuevo taxón dentro de pleurodira. Mlynarski al referirse a las tortugas de Paraná, consideró a Parahydraspis paranaensis como un sinónimo de Phrynops geoffroanus. En el "Mesopotamiense" se han registrado abundantes y numerosas tortugas, principalmente perteneciente a la familia Chelidae, género Phrynops. Los quélidos, considerados buenos indicadores paleoambientales, señalarían condiciones subtropicales y húmedas, en áreas bajas, inundables y con abundante vegetación. Por lo cual no resulta raro que haya existido una mayor variedad de tortugas acuáticas, entre otros reptiles.


Necrolestes patagonensis. Ameghino, 1891.

Rama mandibular sobre un dedo humano. Fuente Ciencia Hoy.

Cráneo y mandíbula de Necrolestes patagonensis (*): Posible aspecto de Necrolestes. (*)

Mamífero. Es un enigmático género de mamífero extinto, de difícil clasificación taxonómica, que vivió a principios del Mioceno de Sudamérica. Cerca de un tercio del esqueleto del animal, incluyendo la mayor parte del cráneo, ha sido hallado con huesos desarticulados de varios individuos. La mandíbula se curva hacia la punta, posiblemente para sostener un apéndice carnoso similar a los tentáculos sensitivos del topo nariz de estrella. Necrolestes es asimismo reconstruido como una criatura parecida a un topo. Probablemente se alimentaba de insectos o lombrices. La especie tipo, Necrolestes patagonensis, fue nombrada y descrita por el conocido naturalista argentino Florentino Ameghino en 1891, a partir de restos de edad Santacrucense, que comprendían dientes y un resto izquierdo de mandíbula inferior, considerándolo como de algún género de mamifero Insectivoro. Una segunda especie, Necrolestes mirabilis ha sido descrita del Mioceno argentino, en la zona de Gran Barranca (Barranca sur del lago Colhue Huapi), Departamento de Sarmiento, provincia del Chubut, y pese a ser más algo más antigua que la especie tipo (de edad Colhueapense), es algo mayor y parece ser tan especializada como Necrolestes patagonensis, según se desprende del análisis de sus restos dentales. Su clasificación aún no está bien resuelta, debido a que era altamente apomórfico y tenía una anatomía distinta a cualquier otro mamífero conocido, vivo o extinto. Es posible que pertenezca al mismo linaje que los marsupiales, Metatheria. Por otro lado, la posibilidad de que fuera un euterio no puede ser excluida basándose en los datos actualmente disponibles, dado que, cuando era un continente independiente, Sudamérica tuvo varios linajes endémicos de mamíferos tanto marsupiales como placentarios. Un análisis filogenético realizado por Guillermo Rougier et al. (2012) encontró que Necrolestes tiene una inesperada posición filogenética como un mamífero no terio que pertenecía al clado Meridiolestida y estaba particularmente relacionado de cerca con los géneros Cronopio Leonardus; si esto se confirma convertiría a Necrolestes en el miembro más reciente conocido de este grupo. Los propios meridioléstidos fueron clasificados en principio como miembros del clado Dryolestida, pero el análisis de Rougier et al. (2012) los encuentra como algo más cercanamente relacionados con los mamíferos placentarios, marsupiales y los anfitéridos que a los miembros de Dryolestida.


Lycopsis torresi. Cabrera, 1927

Parte del esqueleto puesto en forma ilustrativa de ejemplar colombiano.

 y reconstrucción. (*)

Mamífero Marsupial. Es un género extinto de mamífero carnívoro metaterio del orden Sparassodonta, emparentado de cerca con los actuales marsupiales. Hasta la actualidad se han descrito tres especies, Lycopsis torresi del Mioceno de Santa Cruz en Argentina, Lycopsis viverensis que vivió durante el Chasiquense de la provincia de Buenos Aires, y Lycopsis longirostrus. Esta última especie es la mejor conocida a mediados del Mioceno. Un esqueleto casi completo ha permitido mostrar que era un animal de contextura grácil y talla reducida, de 1,1 metros de longitud, unos 35 centímetros de altura hasta los hombros y aproximadamente 15 kilos de peso, dotado de un hocico alargado que le daba un perfil vagamente similar al de los cánidos. Probablemente se trataba de una especie que cazaba a presas de tamaño reducido (se encontraron restos del roedor Scleromys colombianus en la región del vientre del esqueleto de un ejemplar de Lycopsis longirostrus) a través de la emboscada en el medio boscoso como lo fue el área de La Venta (Colombia) durante el Mioceno, lo que bien pudo haberle evitado competencia de otros carnívoros mayores.


Microtragelus argentinus.  Ameghino, 1904.

 

Recreación del esqueleto de un Microtragelus a partir de los fósiles conocidos. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

  Posible aspecto Microtragelus. Ambas recreaciones realizadas por Mariano Magnussen.

Mamífero Marsupial. Fue un pequeño mamífero marsupial de tamaño pequeño, como un ratón, de aproximadamente 40 centímetros de largo, emparentado con los actuales canguros de Australia y las zarigüeyas de América del sur. Su apariencia es muy semejante a las actuales ratas canguros de Egipto. Tenía largas patas traseras y brazos cortos. Sus mandíbulas eran con apariencia rodariforme. Tal vez, tuvo orejas largas, pero estas no se han preservado como fósiles. Se alimentaba de vegetales e insectos, y probablemente tuvo hábitos crepusculares o nocturnos. Sin embargo, Microtragelus fue parte de una evolución notable e independiente que tuvo lugar en Sudamérica durante los últimos 70 millones de años, cuando esta quedara aislada del resto de las masas continentales y se desarrollara una fauna única y que no se repitió en otras partes del mundo. Estos marsupiales, mamíferos con bolsa, habían ocupado nichos ecológicos que en otras partes del mundo estaban ocupados por mamíferos placentarios. Otras especies conocidas; Microtragelus bolivianus, Microtragelus catamarcensis y Microtragelus reigi.


Borhyaena macrodonta.  Ameghino, 1897.
  proborhyaena proborhyaena proborhyaena proborhyaena

Esqueleto de borienido, en el MEF. Cráneo y mandíbula en el Museo de La Plata. Aspecto. Tomado de Prehistoric Fauna.

Mamífero Marsupial. Era parecido a un oso, con las patas planas. Fue un marsupial carnívoro del orden Sparassodonta, del tamaño de un lobo, de 1,5 metros de longitud. Eran depredadores muy importantes durante el Mioceno de la Patagonia Argentina, los cuales se alimentaban de mamíferos notoungulados y armadillos. Las patas cortas señalan que no era un animal corredor, pero seguro que asechaba a sus víctimas en los antiguos bosques que existían hace 20 millones de años en los actuales desiertos de la provincia de Chubut.


Prothylacinus patagonicus. Ameghino 1891.

 Rama mandibular de Prothylacinus patagonicus. Tomado de Flickr. (2010) En el Museo Argentino de Cs Naturales.

Aspecto de Prothylacinus patagonicus. (*)

Mamífero Marsupial. Este es un mamífero marsupial extinto, similar a un perro. Vivió en el Mioceno inferior (hace unos 18 millones de años) de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia argentina. Este animal tenía un físico robusto, y su peso fue de cerca de 40 kilogramos. El cuerpo era largo y flexible, mientras que la musculatura del cuello era muy poderosa. El cráneo estaba equipado con dientes fuertes, típicos de un animal carnívoro. Las patas cortas y fuertes estaban equipadas con potentes músculos, y probablemente con una especie de pulgar semioponible. Las patas delanteras tenían garras fuertemente curvadas, mientras que las traseras tenían dedos cortos, plantígrados, con la planta del pie alargada, probablemente capaz de captar las superficies curvas.  La cola era larga (compuesta por 20-30 vértebras) y muy puntiaguda. Las características del protilacino sugieren que era un animal arborícola, poderoso y ágil. Las patas delanteras las utilizaban para sujetarse a las ramas, mientras que el cráneo y el cuello eran fuertes para poder soportar el peso de la presa, que capturaba con sus poderosas mandíbulas. Es posible que el protilacino se alimentase de roedores, marsupiales, y pequeños perezosos. El protilacino es el representante más típico de los Prothylacynidae, del orden Sparassodonta, el cual se desarrolló en América del Sur ocupando los nichos ecológicos que fueron ocupados en otros continentes por los mamíferos del orden carnívora.


Arctodictis munizi. Mercerat, 1891.

Cráneo y Mandíbula de Arctodictis munizi. Tomado de Ciencia Hoy. V22,N130.

Fósiles de Arctodictis sinclairi en el Geoparque Bryn Gwyn de Gaiman, Chubut.

Aspecto característico de los esparasodontos como Arctodictis munizi. Imagen del Museo de Cs Nat de Salta.

Mamífero Marsupial. Fue un mamífero metaterio carnívoro originario de América del Sur. Fueron considerados alguna vez como parte de los marsupiales, pero la evidencia indica que en realidad son más bien un taxón estrechamente emparentado con estos, pero independiente. Se parecían mucho a ciertos depredadores placentarios que evolucionaron separadamente en otros continentes, y son citados con frecuencia como ejemplos de evolución convergente. El grupo de los esparasodonte fue descrito originalmente por el paleontólogo argentino Florentino Ameghino, a partir de fósiles de los lechos de Santa Cruz en la Patagonia. Los esparasodontos estuvieron presentes durante buena parte del largo período de "espléndido aislamiento" de Sudamérica durante el Cenozoico. Durante este tiempo compartieron los nichos de los grandes depredadores de sangre caliente, o con las llamadas aves del terror. Junto con los tilacoleónidos de Australia, Arctodictis munizi fue uno de los mayores depredadores entre los metaterios. Se caracteriza por una serie dentales que distinguen al grupo de otros mamíferos cercanamente relacionados. El inicio de la historia de los esparasodontos es muy poco conocido, ya que muchos de los miembros de este grupo del Paleoceno y el Eoceno son conocidos apenas de dientes aislados y mandíbulas fragmentarias. Otra especie relacionada; Arctodictis sinclairi.


Patagosmilus goini.  Forasiepi y Carlini, 2010.

 

Fragmento de cráneo con molares y canino de Patagosmilus goini. Colección Museo de La Plata. (*)

 

Aspecto de Patagosmilus goini, cazando un Huayqueriana (*).

Mamífero Marsupial. Es un género extinto de mamífero metaterio de la familia Thylacosmilidae que vivió a mediados del Mioceno en América del Sur. Al igual que otros representantes de esta familia, como Thylacosmilus atrox o Anachlysictis gracilis, se caracterizaba por sus enormes colmillos en la mandíbula superior, similares a los conocidos felinos "dientes de sable" (Machairodontinae), de los que eran equivalentes ecológicos sin parentesco algunos. La morfología general de Patagosmilus sugiere que era anatómicamente menos especializado que Thylacosmilus del Plioceno, pero la morfología de los dientes, sin embargo, sugiere que probablemente estaba más estrechamente relacionado con este último, que con el más primitivo Anachlysictis de Colombia. La especie Patagosmilus goini, que debe su nombre al paleontólogo argentino Francisco Goín, especialista en marsupiales, fue descrita a partir de los restos de un cráneo aplastado y parte de una falange ungual que se descubrió en sedimentos que datan del Mioceno Medio en la orilla oeste del Río Chico, en la provincia de Río Negro en la Patagonia, Argentina y depositados en el Museo de La Plata. Este es el primer representante de Thylacosmilidae del que se han encontrado restos en la Patagonia, y el primer género reconocido aparte de Thylacosmilus Anachlysictis que es un miembro indiscutido de esta familia. Seguramente fue un importante marsupial depredador.


Astrapotherium magnum. Owen 1853.
     

 

Cráneo y mandíbula de Astrapotherium magnun en el Museo Egidio Feruglio (MEF).

Mandíbula inferior. Museo de La Plata.

Reconstrucción en vivo del extraño Astrapotherium magnun. Imagen Sergey Krasovskiy.

Mamífero Astrapoterio. Mientras los Marsupiales evolucionaban, los Notoungulados hacían lo mismo para colonizar todos los ambientes. Astrapotherium es un género extinto de mamíferos placentarios del orden Astrapotheria, superorden Meridiungulata propio de Sudamérica. Eran del tamaño de un rinoceronte y probablemente tenían una trompa corta y flexible. Su nombre significa "animal estrella" o "bestia del rayo". El astrapoterio mejor conocido es Astrapotherium magnum del periodo Mioceno Inferior-Medio, cuyos restos provienen de las rocas denominadas Formación Santa Cruz en Argentina, que tienen unos 15 millones de años. Gracias a que estaban atrapados en cenizas volcánicas, ha sido posible reconstruir varios esqueletos completos de astrapotéridos. Un esqueleto casi completo de este animal se encuentra en el Museo MEF de Trelew. La preservación de la columna vertebral casi completa y articulada, hizo imposible extraerla con seguridad. De este modo el ejemplar fue montado con las extremidades flexionadas, como si estuviera echado sobre su vientre. El esqueleto permite apreciar que los astrapoterios eran criaturas bastante distintas como ninguna otra. Astrapotherium era un animal grande, quizás tanto como un búfalo africano de unos 800 Kilogrmos, o un rinoceronte indio de más de 1000 Kilogramos. Su cuerpo era largo, de cerca de 2,7 metros de longitud y una altura a la cruz de 1,40 metros, con patas relativamente cortas, muy similar en proporciones a un hipopótamo. El cráneo de Astrapotherium era corto pero la mandíbula inferior era larga, los caninos eran largos y los molares macizos; los molares de los astrapoterios recuerdan vagamente a los de los rinocerontes. Otras especies conocidas; A. angustidens, A. columnatum, A. delimitatum, A. giganteum, A. magnum y A. nahum.


Homalodotherium cunninghanni. Lydekker, 1894.

Maxilar de Homalodotherium cunninghanni del Mioceno de Santa Cruz, en el Museo de La Plata.

Homalodotherium cunninghami en el Field Museum of Natural History (*).

Reconstrucción. Kelly Taylor Illustration.

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de mamíferos placentarios del orden Notoungulata que vivió en el Mioceno Inferior, hace alrededor de 20 millones de años en Argentina. Los calicoterios (perisodáctilos de Eurasia), los perezosos terrestres y los osos panda son un notable ejemplo de convergencia evolutiva con los homalodoterios. Muchos notungulados no eran mayores que conejos, pero algunos se parecían más a caballos o a hipopótamos. La mayoría de los notungulados tenía pezuñas, pero Homalodotherium poseía garras en los cuatro dedos de cada pata. En América del Sur evolucionó una amplia gama de animales herbívoros con pezuñas, en completo aislamiento porque, en aquella época, América del Sur era una isla-continente como Oceanía. Al contrario que su pariente más reciente, el Toxodon, los caninos no estaban desarrollados. Por la forma del cráneo se supone que desarrolló una pequeña trompa. Sus extremidades anteriores eran largas, y las posteriores, más cortas, con lo que abandonaron la posición cuadrúpeda. En las patas delanteras tenían garras enormes y curvadas, que probablemente usaban para agarrar las hojas de los árboles ya que eran ramoneadores en los bosques y es posible que se pusiesen de pie sobre sus patas traseras para alcanzar las ramas más altas. Sus miembros eran gruesos, por lo que no parece que pudiera alcanzar gran velocidad. Medía 2 metros de longitud. La función de las garras se mantiene en el misterio; quizás usaba las garras para desenterrar raíces y bulbos jugosos o para agarrarse y trepar por el tronco de los árboles. Tal vez se incorporaba también sobre las patas traseras a fin de doblar ramas y comer hojas. Se ha comparado a los homalodoterios con caballos con garras. La comparación sin embargo no es demasiado apropiada. Si bien la cabeza y el cuerpo se parecían un poco a los del caballo, las extremidades eran pesadas y no servían para correr.


Calchaquitherium mixtum. Nasif, Musalem y Cerdeño, 2010.

Diente de un Toxodonta. Ilustrativo.

Ilustración del paleoartista. (*):

Mamífero Notoungulado. Los toxodóntidos, fue un grupo de ungulados nativos que incluye formas de mediano y gran tamaño. Se hallan relativamente bien representados en sedimentos neógenos de América del Sur. Un nuevo género y especie de Toxodontidae del Huayqueriense (Mioceno tardío) de El Cajón Valle en la provincia de Catamarca, fue dado a conocer. El nombre del grupo deriva del género Toxodon (Pleistoceno), el primer ejemplar que se descubrió, fue un gran herbívoro del tamaño del actual rinoceronte negro con tres dedos en cada pata. Los mamíferos originarios de Sudamérica, evolucionaron independientemente en dicha isla-continente. Alrededor del año 1900, Florentino Ameghino inició un catálogo que contiene clasificaciones, estudios, comparaciones y descripciones de más de 9.000 animales extinguidos, muchos de ellos descubiertos por él. Los notungulados incluyen más de 100 géneros agrupados en cuatro subórdenes. Los ungulados sudamericanos proporcionan un caso de aislamiento geográfico tan notable como el de los marsupiales en Oceanía. Los meridiungulados se conocen a menudo como los ungulados sudamericanos. La radiación adaptativa de los ungulados Paleocenos de América del Sur fue precoz y rápida, lo que dificulta encontrar un modelo filogenético lo suficientemente explicativo. Procedentes de pequeños y primitivos animales herbívoros sin competidores, evolucionaron independientemente y aislados del resto de los ungulados durante casi todo el extenso periodo del Cenozoico. Los toxodontos alcanzan el tamaño de un paquidermo y probablemente compartían sus hábitos. Particularmente en el Mioceno tardío-Plioceno de Catamarca se reconocen al menos cuatro especies agrupadas en tres géneros: Xotodon cristatus Moreno y Mercerat, 1891, Xotodon cf. X. foricurvatus Ameghino, 1885 y Toxodontherium andinum Kraglievich.


Chasicotherium rothi. Ameghino, 1887.
Chasicotherium Chasicotherium Chasicotherium Chasicotherium Chasicotherium Chasicotherium Chasicotherium

Cráneo de Chasicotherium exhibido en el Museo de Ciencias Naturales  de La Plata.

 Aspecto de Chasicotherium(*)

Mamífero Notoungulado. Fue un Notoungulado o ungulado sudamericano de gran tamaño descubierto en la formación Chasico, en la Provincia de Buenos Aires, cuyos sedimentos poseen una antigüedad entre 10 y 9 millones de años. Era un herbívoro que prefería ambientes secos y abiertos. Guarda al igual que el Toxodon y el Trigodon, cierta semejanza con los hipopótamos y rinocerontes sin tener parentesco alguno. Este fenómeno es conocido como "convergencia adaptativa o evolución paralela", es decir, especies que nunca tuvieron contacto entre sí, su semejanza es el resultado de adaptarse a ambientes muy similares y cubrir nichos ecológicos iguales. Lo más llamativo de Trigodon, es que, en vez de tener falanges ungeales o pezuñas en sus patas, poseía unas robustas garras. Su peso fue de una tonelada y media. Era un animal de gran tamaño, el más grande entre los homalodotéridos, así como su representante más reciente. Se basa en un cráneo incompleto con la mandíbula, que se distingue por su reducción en la fórmula dental, con un canino grande con un cíngulo que corría hacia arriba. Probablemente estaba más cercanamente emparentado con Homalodotherium que con otros miembros de la familia, como Asmodeus.


Protypotherium australe.  Ameghino, 1885.

Restos esqueletarios de Protypotherium, del Mioceno inferior de Patagonia, exhibido en el Museo de La Plata. (*)

Cráneo y mandíbula completa de Protypotherium colectado en Santa Cruz en 1897.

Reconstrucción.(*)

Mamífero Notoungulado. Los antecesores de Protypotherium son conocidos desde mediados del Paleoceno en América del Sur, pero el género propiamente dicho, se lo conoce desde las primeras etapas del Mioceno. Esta tenía el tamaño algo mayor al de un conejo, de aproximadamente unos 40 centímetros de largo. Su cola y patas eran relativamente largas. Su cráneo semejante de un roedor en forma de punta desde atrás hacia delante. La rareza principal que encuentran los Paleobiologos en esta especie, se halla en sus mandíbulas, compuestas por unos 44 dientes sin especialización alguna. Su cuello era corto y su cuerpo alargado. En sus patas se pueden observar fácilmente las falanges unguales (base de la garra), que podrían utilizarse para cavar sus propias madrigueras, o bien apropiarse de las cuevas de otros animales y modificarlas según sus necesidades. Es probable que Protypotherium comiera vegetales, brotes, fruto, raíces, flores, etc se alimentasen también de carroña, como hacen las liebres actuales y los roedores que viven en las praderas. Las zarpas muestran claramente robustos dedos con garras, el origen de las pezuñas. Gracias a los cuales, podrían escavar una madriguera o ampliar las abandonadas por otros animales. Géneros relacionados: Protypotherium antiquum, Typotheriopsis chasicoensis, Pseudotypotherium histatum y Mesotherium cristatum.


Adinotherium ovinum. Owen, 1853.

Cráneo. (*) Reconstrucción. (*)

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de mamíferos notoungulados de la familia Toxodontidae, que vivió en el Mioceno. Hubo varias especies similares, con diferencias en el tamaño y otras características y se asemejaban a una versión más pequeña de su pariente Toxodon. Así, tenían una apariencia semejante a los actuales rinocerontes, aunque de mucha menor envergadura. Sus patas delanteras eran algo más altas que las de su primo, haciendo que la altura del hombro y de la cadera fueran iguales y facilitando la carrera. Se trataría de animales que vivían solitarios, en pareja o en pequeños grupos familiares en el caso de las hembras y sus crías, una por parto. En algunas especies la bóveda craneana está reforzada, quizá para disminuir los efectos de impactos, durante las peleas en la época de celo. La alimentación era puramente vegetariana, y al no ser especies de gran tamaño, podía realizarse por la noche, para evitar depredadores. Se alimentaban de hojas, ramas y brotes de plantas. Algunas especies se habrían adaptado a las llanuras y praderas, siendo más común el abrigo de las selvas y los bosques de ribera y zonas arbustivas. Se conocen varias especies de Adinotherium, como Adinotherium ferum, etc. La especie más común de Adinotherium fue Adinotherium ovinum. Este animal llegaba a medir 1,50 m de longitud. Tenía un pequeño cuerno en lo alto del cráneo que podría jugar su papel en la temporada de apareamiento. Nesodon es un animal muy estrechamente emparentado Adinotherium y además coetáneo suyo, aunque alcanzó mayores dimensiones. Sinónimos: Phobereotherium Ameghino, 1887 y Noadinotherium Ameghino, 1907.


Typotheriopsis chasicoensis. Cabrera y Kraglievich, 1931.

 

Cráneo de Typotheriopsis sp. del Mioceno de la Prov. de Buenos Aires. Museo de La Plata.

 

Posible aspecto de Typotheriopsis (*).

Mamífero Notoungulado. Los dientes de Typotheriopsis presentan una especialización primitiva a comparación de otros notoungulados de la época. Se asemejaban a los de un roedor, con incisivos promitentes en la parte anterior, separados por un diastema de los premolares y los molares situados en la parte posterior. Sin embargo, los incisivos cincelados, provistos de raíces y que no crecían de forma permanente como el de los roedores, estabas especializados para morder y no para roer. Su cráneo era corto y tosco. Su cuerpo era elastiazado con extremidades relativamente alargadas. Su alimentación consistía principalmente de los típicos pastizales pampasicos de la región, con raíces y bulbos que incorporaba a su dieta.


Hegetotherium mirabile.  Ameghino, 1887.

 

Hegetotherium sp. Cráneo y mandíbula del Mioceno de Santa Cruz. Patagonia Argentina. (*)   Aspecto de Hegetotherium mirabile. (*)

Mamífero Notoungulado. Es un mamífero de la Formación Mioceno Inferior Santa Cruz de la Patagonia, Argentina. Este mamífero extinto era un animal semejante a los conejos por su forma, sistema de locomoción y modo de vida. Poseían patas traseras largas, que les habrán permitido correr dando grandes pasos, como es característico también en los lagomorfos y animales similares, como las vizcachas y maras. Eran importantes herbívoros. Los hegetotéridos, al igual que los tipoterios, en cuyo suborden se les incluye a menudo, tenía formas parecidas a los lagomorfos y a los roedores, que se convirtieron en roedores eficaces. Los representantes más tardíos poseen un diastema entre los incisivos y las muelas y todos los dientes crecían durante toda la vida. Aparecieron poco después que los interatéridos, a mediados del Eoceno, y no se extinguieron hasta el Plioceno, alrededor de 3 millones de años atrás.


Interatherium excavatus. Ameghino, 1887.

Esqueleto de Interatherium excavatus en el Museo Field de Historia Natural, Chicago

Cráneo y mandíbula de Interatherium robustum. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba, Argentina.

 Recreación de Interatherium excavatus por Velizar Simeonowski.

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de mamíferos notoungulados de la familia Interatheriidae. Vivió a principios del Mioceno en lo que hoy es América del sur. La mayoría de los interaterios eran mamíferos bastante pequeños, parecidos a los roedores. Fueron un grupo longevo, con representantes fósiles desde fines del Paleoceno hasta fines del Mioceno. Numerosos materiales de la familia fueron recolectados de 12 niveles estratigráficos, situados dentro de los 120 metros inferiores de la Formación Santa Cruz en la zona de la costa atlántica, entre los ríos Coyle y Gallegos, en Estancia La Costa, Cañadón Silva, Corriguen Aike (Puesto de la Ea. La Costa) y Monte Tigre (Estancia Angelina). Otro género bien conocido es Interatherium, del cual el resto fósil más abundante pertenece a Interatherium robustum.


Colpodon propinquus. Burmeister 1885.

 

Cráneo de Colpodon, con detalles de su maxilar. Colección del MEF. Procedente del Mioceno de Chubut.

 

Posible aspecto de Colpodon. (*).

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de mamífero de la clase de los notoungulados que habitaron América del Sur durante casi la mitad del periodo Mioceno, hace 25 millones de años, perteneció a la subfamilia de los leontiniidae el cual se extinguió casi al terminar dicho periodo. Vivió en llanuras con alta vegetación y donde pasaban gran parte del tiempo pastando. Su tamaño y dentición recuerdan a los actuales rinocerontes. Eran animales con una estructura corporal poderosa. Eran cuadrúpedos. La familia se identifica por poseer incisivos parecidos a los de los cánidos. El resto de la dentadura suele ser braquiodonte. Este animal es conocido casi exclusivamente por restos craneales y, por lo tanto, la apariencia general es bastante hipotética. En comparación con animales similares más conocidos (por ejemplo, Scarrittia Huilatherium), se cree que Colpodon era un animal de formas relativamente pesadas, con una estatura similar a la de un carnero. El cráneo era bastante corto y alto, dotado de una dentición inusual en comparación con el de la mayoría de sus parientes cercanos (los leontínidos). Colpodon es uno de los primeros notoungulados conocidos; fue descrito por primera vez en 1895 por Burmeister; el erudito basó el género Colpodon en un molar superior y dos molares inferiores encontrados en la desembocadura del río Chubut (Argentina). Burmeister consideró Colpodon una forma intermedia entre Nesodon y Homalodotherium. Más tarde el propio Burmeister describió y representó otros restos de la especie tipo (Colpodon propinquus). A principios de la década de 1900, Florentino Ameghino describió otras especies de Colpodon, como Colpodon  distanceus y Colpodon plicatus. Este último creyó que este animal era un representante de los leontínidos.


Diadiaphorus majusculus.  Ameghino, 1887.

Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus Diadiaphorus

Cráneo y mandíbula de Diadiaphorus del Mioceno de Chubut. Al lado, detalle de la estructura de la extremidad. (*)

Aspecto de equino que presentaba el extinto Diadiaphorus, un notoungulado extinto de Sudamérica. (*)

Mamífero Litopterno. La difusión de las planicies abiertas por todo el continente sudamericano contribuyo a la evolución de unos animales corredores de estructura ligera. Los proteroterios (primeras criaturas) eran animales con aspecto de caballos, que vivieron entre el final del Paleoceno hasta el final del Plioceno, e incluso, en el Pleistoceno medio según nuevas evidencias. Estos han experimentado cambios evolutivos y adaptaciones paralelos a los verdaderos caballos de Norteamérica, incluso mucho antes que en cualquier otro sitio. El Diadiaphorus debió tener un aspecto muy semejante al antílope de cuello corto o un poney. Tenía el tamaño semejante al de una oveja, pero con las patas de un caballo de tres dedos. Aunque los huesos pares de las extremidades (cubito, radio y tibia, peroné) nunca llegaron a fundirse, como ocurrió después con los caballos auténticos, las patas eran largas y delgadas. El digito central (el tercero) era muy grande y soportaba todo el peso del animal, mientras que los dos situados en cada lado (el segundo y el cuarto) se habían atrofiado. La cabeza era corta y gruesa, y la caja craneal era bastante grande. Debido a que las coronas dentarias eran bajas, es probable que Diadiaphorus ramoneara la vegetación más blanda, como arbustos y los árboles de las planicies patagónicas. Otra especie conocida; Diadiaphorus caniadensis (Kramarz & Bond, 2005).


Theosodon garretorum.  Scott, 1910.

Cráneo y mandíbula de Thesodon. MNHN. (*)

Mandíbula de Theosodon. Museo de Paleontología de la Univ. de Córdoba.

Reconstrucción en vivo de Thesodon. (*)

Mamífero Litopterno.  El género vivía en lugares abiertos, como los actuales guanacos, al cual se asemejan. Poseían un cuello largo y una trompa como la de los tapires, aunque no guarda relación con ninguno de ellos. Su parecido es resultado de convergencia adaptativa. Los teosodontes, como la mayoría de los meridiungulados, eran exclusivos de América del Sur. Trotando por las llanuras, estas criaturas de cuello largo, que ramoneaban y también pacían, debieron parecerse mucho a las manadas de Auquénidos actuales. Exteriormente, la diferencia principal debía estar en las patas. Las especies del género Theosodon tenían tres dedos y eran, por ende, más pesadas. La posición retraída de las fosas nasales en el cráneo, indica que también tenían trompa, aunque tal vez no más prominente que la del antílope saiga actual. La mandíbula inferior era muy delgada y en la boca, como en el resto de los litopternos, había una dentadura completa, formada por 44 piezas, el máximo para los mamíferos placentarios, lo cual es poco frecuente en los cuadrúpedos herbívoros correspondientes a una etapa tan tardía del Terciario. De huesos finos, las especies variaban aproximadamente de 1 a 2 metros de altura y se estima que pesaban desde cerca de 40 kilogramos en las especies más pequeñas, hasta 140 kilogramos en las mayores. Probablemente vivieron en las planicies, en grupos, alimentándose de gramíneas y hojas de árboles y arbustos. Existieron durante el Mioceno y el Plioceno, hace entre 13 a 5 millones de años. El género de los teosodontes es un representante de la familia de los Macraucheniidae, junto a varios otros como Scalabrinitherium, del cual evolucionó el más conocido entre los géneros de la familia, Macrauchenia del Pleistoceno, descrito por Darwin. La gran mayoría de especies parecen haber desaparecido durante el Plioceno coincidiendo con el Gran Intercambio Biótico Americano.


Brachytherium cuspidatum.  Ameghino 1883. Nomen dubium 

 

Fragmento mandibular de Brachytherium, del Mioceno superior de la Prov. de Buenos Aires. Museo de La Plata.

 

Aspecto de Brachytherium, una forma de evolución paralela con los equinos. (*).

Mamífero Litopterno. Animales de pequeño y mediano tamaño que por su aspecto y sus proporciones eran caballos en miniatura, como ocurrió después paralelamente entre los équidos arcaicos. Los primeros proteroterios tenían un dedo central muy grande en cada pie, y dos laterales más pequeños que apenas tocaban al suelo, algo similar a lo que ocurre en las patas traseras de los jabalíes actuales. En especies más recientes estos dedos laterales fueron reduciéndose cada vez más. Se piensa que evolucionaron de litopternos procedentes de la familia Notonychopidae, cuya familia vivio entre el Oligoceno y el final del Pleistoceno. Hubo otra familia de meridiungulados, perteneciente al suborden de los Notoungulata que también presentaron formas semejantes a los caballos. La difusión de las planicies abiertas por todo el continente sudamericano contribuyó a la evolución de unos animales corredores de estructura ligera. Parece que los proteroterios hubieron de experimentar buena parte de los mismos cambios adaptativos que los caballos primitivos de América del Norte, algunas veces antes que los desarrollos que se producían en cualquier otro sitio. Es poco probable que fueran capaces de pastear, sin embargo, ya que su dentadura parece corresponde a animales ramoneadores, alimentándose de arbustos y, adaptados a la carrera. Son muy similares a la de la subfamilia extinta de caballos Anchitheriinae, que fue abundante en el Mioceno de Eurasia.


Oxyodontherium zeballozi. Ameghino 1883.

 

Cráneo de Oxyodontherium zeballosi, exhibido en el Museo de Cs Naturales y Antropológicas de Mendoza.   Aspecto de un macrauquénido (*)

Mamífero Litopterno. Era un animal más robusto y corpulento, como un caballo, de miembros largos, con tres dedos en cada pie, como los tapires y un cuello largo como el de una jirafa, cuyo nicho ecológico ocupaba con formas intermedias que recuerdan al okapi, con un cráneo pequeño y provisto, en vida, de una corta trompa parecida a la de un tapir. Estos macrauquénidos son una familia extinta de mamíferos placentarios del orden Litopterna perteneciente al superorden Meridiungulata. La dentadura de todo el grupo presenta la dotación de los primeros mamíferos, con 44 dientes. El nicho ecológico fue posteriormente ocupado por litopternos de mayor tamaño, todos extintos, y en la actualidad en parte por el guanaco, que ocupo su nicho ecologico. Otras especies relacionadas; Macrauchenia minuta (Burmeister, 1885), Mesorhinus piramydatus (Ameghino, 1885) y Oxyodontherium piramydatus (Ameghino, 1885).


Huayqueriana cf. H. cristata.  Rovereto, 1914.

Vista ventral del cráneo de  Huayqueriana del Mioceno de Mendoza.

Huayqueriana, según el paleoartista Jorge Blanco.

Mamífero LitopternoLas diversas familias de ungulados nativos de América del Sur prosperaron los Litopterna desde fines del Paleógeno al comienzo del Holoceno. La Formación Huayquerías (Mioceno tardío) está ampliamente expuesta en el centro de Mendoza. En expediciones paleontológicas en la primera mitad del siglo XX, han dado recientemente un número significativo de nuevos hallazgos fósiles. Los macrauquenios son, en su mayor parte, animales semejantes a los jiráfidos o a los camellos. Sus dientes son, por lo general, más sencillos que los de los ungulados de otros lugares; la dentadura seguía siendo completa y el intersticio o diastema entre los dientes anteriores y las muelas no estuvo nunca tan desarrollado. Las extremidades presentan siempre tres dedos como en los rinocerontes o ceratomorfos, pertenecientes al orden de los perisodáctilos, con los que no están relacionados evolutivamente. Uno de los aspectos más llamativos del cráneo de los macrauchénidos son las grandes aperturas nasales ubicadas en el dorso del hocico y vertical al paladar. La excelente preservación del ejemplar del IANIGLA-Mendoza, permitió, con la ayuda de tomografías computadas de alta resolución, estudiar en detalle la anatomía interna, incluso explorar su cavidad nasal.


Proterotherium cervioides. Ameghino, F. 1883.

Mandíbula de Proterotherium cavun. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba.

Molde endocraneano natural de Proterotherium cavum(*).

Un ave de terror persigue a un grupo de Proterotherium (*).

Mamífero Litopterno. Es un género de litopterno, mamíferos ungulados extintos de la familia de los proterotéridos que existieron durante el Mioceno. Tuvo una amplia distribución en Sudamérica, hallándose sus fósiles en Argentina, Chile y Brasil. Animales de pequeño y mediano tamaño que por su aspecto y sus proporciones eran caballos en miniatura, como ocurrió después paralelamente entre los équidos arcaicos. En especies más recientes estos dedos laterales fueron reduciéndose cada vez más. Los proteroterios se piensa que evolucionaron de litopternos procedentes de la familia Notonychopidae. La difusión de las planicies abiertas por todo el continente sudamericano contribuyó a la evolución de unos animales corredores de estructura ligera. Parece que los proteroterios hubieron de experimentar buena parte de los mismos cambios adaptativos que los caballos primitivos de América del Norte, algunas veces antes que los desarrollos que se producían en cualquier otro sitio.


Licaphrium floweri. Ameghino 1887.

 

Mandíbula inferior de Licaphrium floweri. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba.   Aspecto de Licaphrium floweri. (*).

Mamífero Litopterno. La enorme extinción de llanuras abiertas por todo el continente sudamericano contribuyó a la evolución de unos animales corredores de estructura ligera. Como los anteriores, eran animales de pequeño y mediano tamaño que, por su aspecto y sus proporciones, eran caballos en miniatura, como ocurrió después paralelamente entre los équidos arcaicos. Los primeros proteroterios tenían un dedo central muy grande en cada pie, y dos laterales. Algunos fósiles bien preservados de Licaphrium, proceden de Puesto Estancia La Costa. Un sinónimo también es conocido como Anisolophus fischeri Mercerat 1891. Otras especies conocidas son; Licaphrium debile, Licaphrium floweri, Licaphrium granatum, Licaphrium intermedium, Licaphrium intermissum Licaphrium mesopotamiense.


Homunculus patagonicus. Ameghino, 1894.

Homunculus patagonicus Homunculus patagonicus Homunculus patagonicus Homunculus patagonicus Homunculus patagonicus

Cráneo del primate Homunculus in situ en el sedimento. (*)

Cráneo de Homunculus patagonicus depositado en el Museo de Paleontología de Córdoba.

Reconstrucción en vivo. (*)

Mamífero Primate.  Es la única especie del género monotípico extinto de primate platirrino Homunculus, el cual vivió en la Patagonia argentina, en el sur de América del Sur, durante el Mioceno inferior. Fue un primitivo primate (monos) aloctono, cuyo ingreso al continente fue hace 30 millones de años según la evidencia fósil reunida hasta el momento. Vivió en lo que es hoy el Rió Pinturas, en la Patagonia Argentina durante la edad Santacrucense. Los hallazgos de estos mamíferos indican que durante parte del Mioceno temprano, el sur argentino tenia condiciones ambientales muy semejantes a las que podemos observar en la selva misionera y amazónica. Su tamaño es muy pequeño y no pesarían más de 1 kilogramo. Al igual que sus representantes vivientes, su dieta era omnívora. Comían insectos, frutos, pequeños mamíferos etc. Lo que más llama la atención de estos primates es su "encefalizacion progresiva", es decir, el aumento de la corteza cerebral a comparación de su tamaño, lo que le permitiría retener información e inteligencia, pero en este periodo algo muy remoto. La especie tenía el rostro relativamente corto y órbitas de moderado tamaño, lo cual sugiere que se trataba de una especie con hábitos diurnos. El cráneo era grácil y carecía de cresta sagital. Tenía una masa corporal de alrededor de 2,7 kilogramos. Basándose en la morfología dental, se trataba de una especie frugívora que complementaba con hojas para suplir su dieta. De acuerdo a los restos postcraneales, probablemente se trataba de un cuadrúpedo. También se lo conoce con el sinónimo Anthropops perfectus. Otros primates del Mioceno de Argentina son; Dolichocebus gaimanensis Kraglievich, 1951, Soriacebus ameghinorum Fleagle et al., 1987, Soriacebus adrianae Fleagle, 1990; Carlocebus carmenensis Fleagle, 1990; Carlocebus intermedius Fleagle, 1990; Proteropithecia neuquenensis Kay et al., 1998, Mazzonicebus almendrae Kay. 2010;  y Tremacebus harringtoni Rusconi, 1933


Killikaike blakei.  Tejedor, 2006.

Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike blakei Killikaike

Material in-situ del primate. El fósil del cráneo de Killikaike y reconstrucción del aspecto original. (*). 

Mamífero Primate. Un grupo de paleontólogos ha hallado en la Patagonia Argentina un cráneo de un primate que aporta relevantes datos sobre la evolución del tamaño cerebral de esta especie. Los resultados del estudio del que está considerado el mejor resto craneal de un primate preservado en Argentina aparecieron publicados en la revista PNAS, firmados por el equipo que dirige el paleontólogo Tejedor en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco". Los primates sudamericanos nada tienen que ver con el origen del hombre, se encuentran ampliamente distribuidos y son diversos en Centroamérica y Sudamérica, pero su registro fósil es sumamente escaso, aparte de que los restos se fragmentan con facilidad. El nuevo cráneo descubierto muestra un rostro completo y sin deformaciones; el hueso frontal conserva intacto el espacio interior de los lóbulos frontales del cerebro y se mantiene además la mayor parte de los dientes superiores casi sin desgaste. El fósil corresponde a un nuevo género y especie de primate denominado Killikaike blakei, en homenaje a la estancia de procedencia (Killik Aike Norte) y a sus propietarios, los señores Blake. Lo más sorprendente detectado en el primate Killikaike blakei son las avanzadas y modernas proporciones de su cerebro, unos rasgos que desvelan que su gran crecimiento cerebral habría ocurrido aproximadamente doce millones de años antes que en los ancestros africanos del hombre. No obstante, el rostro y los dientes aún presentan ciertos caracteres primitivos, lo que podría implicar que sus habilidades cognitivas probablemente precedieron a las relacionadas con hábitos alimentarios. El primate fue localizado cubierto por una roca de ceniza volcánica y sólo se podía apreciar una mínima parte de la superficie dental. El primer paso fue verificar, mediante una tomografía computerizada, si dentro de la roca había realmente un cráneo y, el segundo, corroborar el lugar de procedencia. Esta segunda tarea fue sencilla, porque en las cercanías había un yacimiento con fósiles procedentes precisamente de un nivel de cenizas volcánicas, donde el pasado año se halló un espécimen adicional de este género. Ello permitió un análisis químico de la roca ubicada alrededor del cráneo y se comprobó que la misma tenía una antigüedad de hace 16.4 millones de años, coincidente con el Mioceno temprano, período del Terciario que comenzó hace 23 millones de años y concluyó hace unos 6 millones de años. Además, se concluyó que el nuevo fósil de primate era de la subfamilia de los cebinos, en la que se incluyen los actuales monos ardillas (género Saimiri) y los capuchinos (género Cebus). La particularidad de los cebinos es su cerebro muy desarrollado respecto al tamaño corporal, lo que también se da en los ancestros humanos, los homínidos africanos. Los monos ardillas y capuchinos manifiestan comportamientos asociados con una notable inteligencia, viven en complejos grupos sociales e, incluso, los capuchinos pueden manipular instrumentos rudimentarios.


Stegotherium tessellatum. Ameghino, 1887.
     

Stegotherium tessellatum, del Mioceno de la formación Santa Cruz. Princeton University.

Coraza dorsal y cefálica de Stegotherium, en el Geoparque Bryn Gwyn de Gaiman, Chubut.

Aspecto de  Stegotherium tessellatum. (*).

Mamífero Xenarthro. Es un género extinto de armadillos de gran tamaño de la familia Dasypodidae. En el año 1887, Florentino Ameghino describió de manera preliminar el primer armadillo Stegotheriini, Stegotherium tessellatum, a base de placas de la coraza.  Se trata de un armadillo primitivo que vivió en la Patagonia argentina entre el Eoceno al Mioceno inferior, el cual presenta un cráneo alargado y prolongado, con forma de pico y mandíbulas esteliformes como los oso hormigueros, pero con algunos dientes rudimentarios. Su coraza estaba formada por placas óseas sueltas, no soldadas, presentando el sistema pilífero sumamente desarrollado. Los dasipodidos se caracterizan por poseer un caparazón dorsal formado por placas yuxtapuestas, ordenadas por lo general en filas transversales, con cola bastante larga y extremidades cortas. Los dientes del armadillo son estructuras cilíndricas simples y uniformes, sin esmalte y con raíces abiertas y crecimiento continuo. Los armadillos Stegotheriini se encuentran representados en unidades Cenozoicas desde el Eoceno de la Patagonia, (Edad Casamayorense) hasta el Mioceno medio de Argentina y Chile.


Proeutatus oenophorum. Ameghino, 1887.

Coraza de Proeutatus, en el Geoparque Bryn Gwyn de Gaiman, Chubut.

Fragmento de cráneo de Proeutatus oenophorum. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba.

Aspecto de Proeutatus. (*)

Mamífero Xenarthro. Fue un dasipodido muy común en el Mioceno de Patagonia, que recuerda en cierta forma con el Tatu Carreta. Al igual que los armadillos, pose un escudete de placas óseas en su cráneo, conocido también como escudete cefálico. Su coraza dorsal es robusta, y poseía unas 33 bandas móviles que cubrían las dos terceras partes del caparazón. En cada mandíbula poseía de 9 a 10 dientes, los cuales utilizaba para comer carne en descomposición, huevos, larvas, caracoles y algunos tallos. Es muy posible que Proeutatus oenophorum, se alimentara de pastizales de llanuras abiertas de la antigua Patagonia. Construían grandes galerías subterráneas, con cámaras amplias para proteger sus crías. Su cráneo era alargado. Sus patas eran cortas y robustas, protegidas por unas enormes falanges ungueales o garras, las cuales, eran justamente utilizadas para cavar.


Cochlops muricatus. Ameghino,1889.

Craneo y coraza. Material colectado en 1896 en la provincia de Santa Cruz y depositados desde entonces en Yale Peabody Museum of Natural History. Ilustración de Marcelo Canevari.

Mamífero Xenarthro. La familia gliptodontes constituye uno de los grupos de mamíferos fósiles más comunes y diversificados del Cenozoico sudamericano, y está representada por aproximadamente 65 géneros. Los primeros representantes de esta familia se extienden desde el Eoceno tardío al Holoceno temprano. Cochlops, vivió en el Mioceno medio-tardío (hace aproximadamente 18 a 12 millones de años) y sus restos fósiles fueron encontrados en América del Sur. Este animal, como todos los gliptodontes, estaba equipado con una coraza formada por numerosos osteodermos soldados entre sí, que protegían la mayor parte del cuerpo. El cráneo de Cochlops se caracterizó por un rostro más corto, con el perfil facial fuertemente inclinado hacia el frente y desde el plano occipital oblicuo. En general, la forma del cráneo parece anunciar la de gliptodontes posteriores, como el de Panochthus. El caparazón de Cochlops se caracterizó por placas particularmente arrugadas, especialmente en comparación con otras formas de gliptodontes arcaicos como Asterostemma o Propalaehoplophorus. Algunas placas o osteodermos, especialmente en la región pélvica, mostraron una ornamentación particular, con un gran tubérculo cónico central rodeado de tubérculos arrugados más pequeños. El género Cochlops fue descrito por primera vez por Florentino Ameghino en 1889, sobre la base de restos fósiles encontrados en Argentina, en suelos del Mioceno inferior. La especie es Cochlops muricatus, pero el género Cochlops debilis, descrito por el propio Ameghino en 1891, también se atribuyó a este género.


Glyptatelus tatusinus.  Ameghino, 1897.

 

Fragmentos de placas óseas de Glyptatelus. (*)

 

Aspecto en vida de Glyptatelus por Julio Lacerda. (*).

Mamífero Xenarthro. Pertenecen a una familia muy particular de Xenarthros extinguidos, los "Glyptodontidae". Tenían una coraza ósea (Cingulata) autóctonos de América del sur, de tamaño mediano, alcanzando una notable diversificación durante el Plioceno y Pleistoceno. Su caparazón óseo, espeso y rígido, formado por placas soldadas entre sí, con dentición especializada para la dieta herbívora, alimentándose principalmente del pastoreo. Se convirtieron rápidamente en animales exitosos para los pronunciados cambios climáticos que se aproximaban. Su coraza no les permitía realizar grandes movimientos ni realizar cuevas, ya que estas no presentaban bandas móviles como los peludos y mulitas actuales. Su cola probablemente estaría provista de unos anillos óseos, como los ejemplares más recientes, tanto extintos como vivientes, pero la ausencia por ahora de estos restos no afirma que sea así. Su cráneo era grande y tosco, cubierto en la parte superior por un escudete de placas, lo que protegía al animal cuando era atacado por predadores de la época, como las gigantescas aves o los marsupiales dientes de sable. Sus patas eran muy cortas y robustas como para soportar el peso del animal. Su fémur totalmente desproporcionado a comparación a otros huesos largos, y la pelvis soldada al caparazón del animal. El mismo vivió durante el Mioceno de Chubut, Argentina.


Phlyctaenopyga ameghini. Ameghino, 1889.

Coraza de Phlyctaenopyga ameghini, precedente del Mioceno tardío del Noroeste de Argentina. Museo de La Plata. Coraza y otros restos de una nueva especie de Phlyctaenopyga.  Museo Rincón de Atacama de Termas de Rió Hondo. Aspecto del gliptodonte Phlyctaenopyga. Imagen tomada de E loy Manzanero.

Mamífero Xenarthro. Como todos los Gliptodontes, este animal también tenía un caparazón robusto hecho de placas óseas fusionadas, cubriendo la mayor parte del cuerpo. Phlyctaenopyga era un gliptodonte de tamaño mediano, y generalmente podía superar los dos metros de longitud. El caparazón consistía en osteodermos con una figura central rodeada por dos o tres filas de figuras periféricas; la segunda fila estaba completa solo en algunos osteodermos, mientras que la tercera fila siempre estaba incompleta. Además, el cráneo era muy corto y ancho, especialmente en la región del hocico. Las placas que protegían la región de la cabeza estaban prácticamente desprovistas de ornamentación. En el Mioceno tardío de Catamarca, se registraron importantes restos de Phlyctaenopyga ameghini. Recientemente se dio a conocer una nueva especie de Phlyctaenopyga proveniente de la Formación Las Cañas (Mio-Plioceno) de las Termas de Río Hondo, en la Provincia de Santiago del Estero. El material consiste en una coraza dorsal casi completa, dos anillos caudales y un fragmento de la región media del tubo caudal, alojado en el Museo Municipal Rincón de Atacama de la localidad termense. Al igual que en otros gliptodontes, fue un gran herbívoro. Otras especies relacionadas; Phlyctaenopyga trouessarti, Nopachtus coagmentatus, Stromaphorus y Pseudoplohophorus.


Cranithlastus xibiensis. Arias et al. 1978

 

Ejemplar tipo de Cranithlastus xibiensis, en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Salta.   Posible aspecto de Cranithlastus xibiensis, similar a otros géneros mas tardíos. Ilustración de Carlos Alberto Montefusco.

Mamífero Xenarthro. Es una especie de mamífero acorazado, conocido popularmente como Gliptodonte. El primer ejemplar conocido, está conformado por un esqueleto parcial. Su localidad tipo es Barrancas del Río Chico, que se encuentra en una arenisca arcillita, huayqueria en la Formación Piquete de la provincia de Jujuy, Argentina, cuyos restos fueron preparados y preservados en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Salta. Posteriormente, en 2017, se dieron a conocer nuevos restos de Cranithlastus xibiensis, del Mioceno Tardío en el río Xibi Xibi, Jujuy. Los restos de fósiles recuperados, corresponden a la parte anterior de una coraza dorsal, escudete cefálico y el cráneo mayormente completo, correspondientes a un único individuo. Su cola estaba formada por anillos móviles y un tubo caudal más cilíndrico que en otros géneros. Este como otros gliptodontes, conforman la conocida fauna de mamíferos acorazados de Sudamérica.


Pelecyodon cristatus. F. Ameghino, 1891.
 

Cráneo y mandíbula de Pelecyodon cristatus, hallado en el extremo austral de Patagonia, Estrecho de Magrallanes. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba.

Cráneo completo y mandíbula inferior de Pelecyodon del Mioceno temprano de Santa Cruz. Museo de La Plata.

Aspecto en vida de Pelecyodon cuando la Patagonia era una selva tropical. (*)

Mamífero Xenarthro. Durante el Mioceno, hace 20 millones de años, los Xenarthros estaban representados y adaptados en América del sur, el cual, en el Mioceno se encontraba geográficamente bien distribuido por la actual Patagonia Argentina. Pelecyodon era de tamaño chico, media hasta un metro de largo, a diferencia de sus gigantescos parientes del Pleistoceno que superaban los cuatro metros de altura. Tenía garras muy desarrolladas y curvas (una característica común entre los mamíferos edentados) seguro debe haberse visto desplazarse sobre sus nudillos anteriores. Es muy probable que pasara la mayor parte de su tiempo en las copas de los árboles, sujetándose de sus garras y alimentándose de frutos suculentos en los tupidos bosques sub tropicales del Mioceno. Como todos los edentados, Pelecyodon tenía pocos dientes y sin esmalte. Sus mandíbulas solo tenían cuatro pares de dientes. Si bien hoy en día la Patagonia Argentina es un gran desierto, durante el Mioceno estaba constituida por grandes y extensas selvas, evidenciado por la diversidad faunistica y botánica recuperada. Este animal está emparentado con el Perezoso de Tres Dedos (Bradypus), que vive actualmente desde el norte de Argentina a Nicaragua. Otros géneros relacionadosEucholoeops ingens Pseudhapalops s.p.


Eucholoeps fronto. Ameghino, 1887.

Cráneo y mandíbula (frontal) de Eucholoeps fronto. Museo de Paleontología de la Univ de Córdoba. Cráneo completo de Eucholoeps ingens del Mioceno temprano de Santa Cruz. Exhibido en el Museo de La Plata. Aspecto del perezoso arborícola del Mioceno patagonico. Eucholoeps . (*).

Mamífero Xenarthro. Los megaloníquidos son una familia de mamíferos placentarios del orden Pilosa. Fue muy diversa durante el Cenozoico, pero en la actualidad solo sobrevive un género, Choloepus, con dos especies. Aparte de varios restos óseos, también se conoce un encéfalo de Eucholoeps fronto, se interpreta en base a un molde endocraneano del Mioceno temprano, procedente de Monte León Santa Cruz. Era un perezoso tridáctilo. Poseía pelo más largo seguramente, ojos más grandes, y sus patas traseras y delanteras son menos desproporcionadas en tamaño. Su cola, sin embargo, es más corta. Su dentición es relativamente escasa. Se alimentaba de hojas tiernas y seguramente era arborícola. La presencia de perezosos pequeños y monos indica que en la Patagonia existían frondosos bosques. Otra especie conocida; Eucholoeps ingens.


Neotamandua conspicua. Rovereto 1914

 
Protamandua Protamandua Protamandua Protamandua Protamandua Protamandua Protamandua Protamandua

Cráneo de Neotamandua sp del Mioceno del Noroeste argentino. Museo de La Plata. Aspecto en vivo de Protamandua. (*)

Mamífero Xenarthro. Genero de mamífero Xenarthro (Vermilingua) de tamaño mediano a moderadamente grande, terrícolas y semiarbolicolas. Es muy probable que, al igual que sus representantes actuales y sus parientes gigantes del Pleistoceno, tuviera un pelaje formado por pelos cerdosos, espesos y duros. Poseían una cola muy larga, la cual duplicaba la longitud total. Su cráneo es muy particular y a veces cuesta a simple vista identificarlo como tal. El mismo tiene forma alargado, delgado, ligeramente curvado en la parte inferior y termina en un hocico romo. Su maxilar tiene la misma longitud, siendo muy poco movible el inferior, ya que su boca se vería como una pequeña hendidura. Según las características morfológicas del cráneo podemos decir que sus ojos y orejas eran muy pequeñas. Su columna vertebral es algo corta y ancha. Sus extremidades cortas. Las delanteras tienen cuatro dedos provistos de unas falanges úngeles muy robustas y comprimidas, las cuales se asemejan a las garras de un ave rapaz. Las patas posteriores son menos robustas que las anteriores, tienen pies con cinco dedos. Su lengua seria larga y estrecha, la que serviría para alimentarse de hormigas, termitas y otros pequeños insectos, con la cual llegaría hasta los rincones menos accesibles. Es probable que tuviera un metabolismo algo lento. Los fósiles de este llamativo mamífero es algo escaso, sus restos aparecen en el Mioceno del Noroeste, Plioceno de Patagonia y en la Provincia de Buenos Aires.


Nematherium angulatum. Ameghino, 1887.

 

Cráneo de Nematherium sp en el Royal Ontario Museum. (*)

 

Aspecto en vida de Nematherium. (*)

Mamífero Xenarthro. Los pilosos son un orden de mamíferos placentarios que incluye los osos hormigueros, los tamandúas y los perezosos. ​En la actualidad existen únicamente en el continente americano. El origen del orden se remonta a principios del Terciario (hace alrededor de 60 millones de años, poco tiempo después de la extinción de los dinosaurios). El género Nematherium de tamaño algo mayor a otros xenarthros, unos 2,5 metros de largo, aunque la ausencia de fósiles, no ayuda a tener la suficiente información. Serían de ambientes cerrados, consumidores de hojas, frutos y posiblemente tubérculos o raíces gracias a su mayor capacidad cavadora. Probablemente era de movimientos lentos, usando sus garras delanteras como arma defensiva. Aunque se consideró vegetariano, algunos científicos plantean la posibilidad de que hubiese consumido alternativamente carroña, tema aun en discusión.  Posiblemente al igual que otros perezosos, exhibe la interesante característica de poseer pequeños osteodermos, huesos insertos en la piel, que presumiblemente añadirían alguna protección al animal. Sus restos fueron recuperados en Formación Santa Cruz, Mioceno temprano de la Patagonia Argentina. Otras géneros relacionados; Analcitherium Ameghino (Mylodontidae) y  Prepotherium Ameghino (Megatheriidae).


Palaeomyrmidon incomtus.  Rovereto, 1914.

Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon Palaeomyrmidon

Cráneo del pequeño perezoso Palaeomyrmidon. (*) Restos fósiles de un pequeño Xenarthro (Vermilingua). Imagen ilustrativa. Aspecto del extraño Palaeomyrmidon. (*)

Mamífero Xenarthro. Es un género extinto de oso hormiguero. Su pariente vivo más cercano es el oso hormiguero enano (Cyclopes didactylus). Aunque el oso hormiguero enano es arborícola, parece que Palaeomyrmidon era más terrestre. Palaeomyrmidon es conocido a partir de un cráneo fósil de 93 milímetros hallado en Argentina, en la Formación Araucano. Este cráneo es más alargado que el de Cyclopes y recuerda superficialmente al de los tamandúas. Descrito por Rovereto en 1914, cuya especie tipo es conocida por un cráneo casi completo, de unos 10 centímetros de largo, procedente de sedimentos del Mioceno tardío de Argentina. Genero monotípico de Xenarthros de tamaño similar al de una ardilla, pero con aspecto similar al de un oso hormiguero actual. Palaeomyrmidon fue estrictamente arborícola, insectívoro y melivoro. Las patas de este singular fósil son parecidas a otras especies ya mencionadas, por tener las delanteras provistas de cuatro dedos, de los cuales dos tienen enormes y afiladas falanges ungueales o garras. Este pequeñísimo animal vivió en las abundantes selvas sub-tropicales de la antigua Patagonia, donde podía estar bien refugiado de los principales depredadores de la época. El tamaño de las fosas oculares señalan hábitos nocturnos. Es probable que fuera algo lento y de aspecto pesado, pero podía trepar los árboles con cierta facilidad con su larga cola prensil, al igual que lo hace un simio. Como hemos adelantado su alimentaron estaba constituida por numerosos insectos, como hormigas, termes, abejas, avispas y de las larvas de todos estos. Se podría poner en dos patas, formando un trípode con su cola mientras que con las patas delanteras se lavaba el alimento a la boca. Sus restos provienen principalmente del Mioceno superior de Chubut, Argentina.


Prolagostomus pusillus. Ameghino 1887.

Restos de vizcacha fósil. Ilustrativo. Museo Paleontológico de San Pedro.

Vista del cráneo. Ilustrativo. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Reconstrucción en vivo. (*)

Mamífero Roedor. Se trata de un género bien reconocido en el Mioceno Argentino. Es un roedor caviomorfo de tamaño relativamente mediano-pequeño. Eran herbívoros estrictos, aunque algunos autores sostienen probables hábitos carroñeros, ya que, en sus paleocuevas o madrigueras antiguas, con frecuencia se hallan restos óseos pertenecientes a otros animales de la época con marcas semejantes a sus dientes, pero también se puede tratar de una actividad propia de los roedores, de roer cosas duras para evitar el crecimiento descontrolado de sus incisivos. Este animal se encuentra representado por otros dos géneros de su familia, uno de ellos el Lagostomopsis antiquus del Plioceno, y Lagostomus maximus del Pleistoceno y Holoceno. Se trata de especies aloctonas que ingresaron al continente en el Oligoceno superior adaptándose efectivamente a los nuevos cambios ambientales. A este género lo conocemos por sus abundantes restos fósiles, ya que no tiene descendientes vivientes. Para el Mioceno también se conoce Lagostomus telenkechanum


Phoberomys burmeisteri. Ameghino, 1886.

Fragmento de rama mandibular de Phoberomys en el Museo de La Plata.

Cráneo de Phoberomys recreado en cartón con interesantes detalles, realizado por Luciano Reuil.

Tamaños comparativos con un humano y un carpincho, el roedor viviente de mayor dimensión. (*)

Mamífero Roedor. Era un roedor caviamorfo endémico y autoctono (?) de América del sur, de tamaño grande. Generalmente cuando hablamos de roedores nos imaginamos las ratas o lauchas. Pero, Phoberomys burmeisteri era algo más grande que un cerdo doméstico y superaría los 200 kilos de peso. Está emparentado con el súper roedor del Plioceno "Telicomys". Su cuerpo era grande y de aspecto rechoncho. Sus extremidades eran largas y angostas. Su maxilares y ramas mandibulares estaban provistas por cuatro molares e incisivos con 2 centímetros de espesor. Su dieta estaría adaptada a los follajes más duros de la región. Estos ejemplares son solo conocidos por piezas aisladas que no aportan mucha información sobre su morfología.


Eocardia perforata. Ameghino, 1887

Fragmento mandibular de Eocardia s.p del Mioceno temprano de Santa Cruz. Museo de La Plata. Cráneo y mandíbula de  Eocardia  perforata. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba. Posible aspecto de Eocardia s.p  (*).

Mamífero Roedor. Es un género extinto de los roedores de América del Sur. Tenía unos 30 centímetros de largo, y estaba relacionada con los conejillos de Indias, cuises y el carpincho (el roedor viviente de mayor tamaño). Su cabeza era grande y rectangular, así como cola muy pequeña o ausente. Poseían cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores. Los Eocardiidae son una familia extinta de roedores histricomorfos que vivieron en Sudamérica desde el Oligoceno superior hasta el Mioceno medio, siendo Eocardia, el generó más representativo para esta época. Parecen ser un taxón polifilético de Cavioidea basal. El primer hallazgo de Eocardia fue realizado por Florentino Ameghino por medio de un molar, el cual ubicó dentro de la familia Toxodontidae. Ese mismo año, Ameghino reconoció el error y lo coloco dentro de familia Caviidae, desde entonces sufrió varios cambios taxonómicos hasta llegar a los ya mencionados. Este animalito vivía entre los pastizales y refugios rocosos, alimentándose de vegetales en zonas abiertas. Los roedores, habrían viajado hasta Sudamérica en un momento climático óptimo, a mediados del Eoceno. Por entonces, según creen otros investigadores, un roedor africano habría logrado cruzar el océano en una balsa vegetal y habría llegado hasta el nordeste de Brasil en una o dos semanas, ya que, el mar que separaba ambos continentes era menos extenso. Otros géneros relacionados: Asteromys, Chubutomys, Eocardia, Luantus, Matiamys, Neophanomys, Phanomys Schistomys.


Neoreomys australis.  Ameghino 1887.

Cráneo y mandíbula de Neoreomys (*). Vértebras de Neoreomys (*): Aspecto del roedor mioceno (*).

 Mamífero Roedor. Es un género de roedores histricomorfos de la familia Dasyproctidae. Seguramente su hábitat era principalmente el sotobosque de las selvas tropicales y los bosques de galería, que existían incluso en el actual desierto patagónico durante el Mioceno. Se alimentaban de frutos y semillas, especialmente de palmas, también de tubérculos y brotes de hierba. Acostumbraba a enterrar semillas cada vez que se alimenta, para comerlas cuando había escasez. Excavaban madrigueras con varias galerías de más de 60 centimetros de extensión. Una importante cantidad de restos y colecciones provienen principalmente de las formaciones geológicas de Pinturas y La Cañada en la Provincia de Santa Cruz. Otra especie conocida es Neoreomys pinturensis, Neoreomys decisus, Neoreomys indivisus, Neoreomys leptorhynchus Neoreomys pachyrhynchus.


Steiromys detentus.  Ameghino, 1887.

 

Fragmento de rama mandibular de Steiromys detentus. Museo de Paleontología de la Universidad de Córdoba.   Aspecto de Steiromys detentus (*).

Mamífero Roedor. Es un género de roedores histricomorfos de la familia Erethizontidae. Incluye a una serie de especies conocidas con el nombre de coendús, puercoespines americanos de cola larga ampliamente distribuidos por la región Neotropical (América Central y del Sur). La característica principal es su espalda cubierta de espinas que les sirve como mecanismo de defensa, ya que cuando se sienten amenazados, las erizan y apuntan hacia sus enemigos. En la actualidad, son de hábitos nocturnos, vive en las ramas de los árboles de las que casi nunca bajan, solitario o en pareja. De día duerme entre los árboles huecos. Prefiere los niveles altos y medios del bosque con lianas. No salta, y para cruzar un espacio entre dos árboles, debe descender hasta el suelo. Se alimenta de hojas, frutos y ramas verdes y pequeñas. Sus representantes fósiles como Steiromys detentus seguramente tendrían un comportamiento similar. Algunos restos proceden de la Estancia Ana María, Formación Pinturas, Lago Buenos Aires, en la provincia patagónica de Santa Cruz. En los mismos estratos se han recuperado restos de perezosos arborícolas y primates, lo que sugiere la presencia de extensos bosques. Otras especies conocidas; Steiromys detentus, Steiromys duplicatus, Steiromys principalis, Steiromys pseudonectus  Steiromys segregatus.


Tracheria troyana. Krapovickas y Nasif, 2011.  

 

Icnofosil de las patas delanteras del icnoespecie Tracheria troyana (*).

 

Posible aspecto del  Dinomydae que dejo sus huellas en el Mioceno de La Rioja.

Mamífero Roedor. Se trata de una icnoespecie, conocida a partir de varias huellas preservadas. Las huellas de la mano carecen de almohadillas y posee dígitos asimétricos. El habita del roedor que produjo estas icnitas, corresponde a zonas fluviales o de terrenos bajos inundados. Las características anatómicas permiten establecer de que se trata de un Dinomydae. El Pacarana (Dinomys branickii), es a única especie viviente entre los roedores Dinomydae, bien diversificado y distribuido durante el Mioceno – Plioceno, ósea, entre 23 y 3 millones de años. Una importante cantidad de muestras de Tracheria troyana, junto a otros organismos que también dejaron sus huellas, proceden de la Formación Vinchina (Mioceno), Provincia de La Rioja, Argentina. Los Pobladores de la ciudad de Viñaña, intentaron preservar las huellas fósiles cuando estaban a punto de ser dañado durante las explosiones planificadas durante reparaciones de la carretera de montaña (R76) que cruza el afloramiento. Así mismo, posteriormente, un mal entendido con autoridades locales, autoridades provinciales y policiales, termino con varios paleontólogos detenidos, y las huellas, depositadas en la comisaria hasta el día de hoy, por la ausencia de un museo en esta localidad. Recientemente (2017) se escaneo en 3D del material ubicado en la estación de policía con el fin de documentar con precisión. Junto a estas huellas, también se reconocieron a Macrauchenichnus isp (macrauchenido), caviomorfos o tipoterios, huellas tridáctilas de reiformes, Gruipeda isp (aves playeras) y Venatoripes riojanus, un perezoso de tamaño medio.


Mar entrerriense.

También llamado mar paranaense o transgresión entrerriense. Fue un cuerpo marino del pasado que se formó en la mitad norte del Cono Sur de América del Sur durante una transgresión marina del Mioceno, sumado a fases tectónicas andinas, ocurrió una elevación del nivel marino lo que originó que, avanzando desde el sudeste (Río de la Plata), la línea costera del océano Atlántico sudoccidental efectuase un corrimiento profundo hacia el oeste y norte, internándose en las áreas continentales, por medio de un mar somero con influencia deltaica a submareal, representada esta última por barreras arrecífales carbonáticas, acompañadas por un registro fosilífero típicamente marino (moluscos de mar, tiburones, ballenas, etc). Hacia el sur, este mar alcanzó a inundar el nordeste de la Patagonia argentina, correspondiendo a él los depósitos de sedimentitas de la formación Puerto Madryn (este de Río Negro y noreste de Chubut) llegando a latitudes australes del área de Puerto Madryn y península Valdés.


Ischyrorhynchus vanbenedeni. Ameghino 1891

 

Cráneo de Ischyrorhynchus vanbenedeni exhibido en el Museo de La Plata.

 

Ubicación anatómica del cráneo del delfín de agua dulce  Ischyrorhynchus.

Mamífero Cetáceo. Los ínidos o iníidos (Iniidae) son una familia de cetáceos odontocetos que incluye varias especies de delfines de río o de agua dulce. Todos los platanistoideos presentan largos y finos hocicos. Tiene molariformes de corona cónica; paladar ancho y ha sido descubierto en el Mioceno de Entre Ríos. Su vista es muy limitada (en algunas especies, inexistentes), por lo que el sentido de la ecolocalización les resulta indispensable a la hora de alimentarse y nadar. Tenía una aleta dorsal es poco desarrollada. Tal vez, una de las características más llamativas es, al igual que en la familia Monodontidae, la capacidad de mover el cuello, a diferencia de los delfines oceánicos, que poseen las vértebras cervicales fusionadas.  Poseían una dieta más amplia entre los odontocetos; se alimentaba principalmente de peces. Seguramente complementaba su dieta con tortugas de río y cangrejos. Se conocen pocos materiales y los estudios sobre este grupo son muy reducidos. Su registro fósil se halla a partir del Mioceno tardío en Argentina, Brasil y Venezuela.   


Notocetus vanbenedeni. Moreno, 1892.

 
Esqueleto de Notocetus vanbenedeni en el Museo Paleontológico 'Egidio Feruglio.   Reconstrucción del aspecto de Notocetus vanbenedeni del Mioceno de Puerto Madryn. (*)

Mamífero Cetáceo. Los restos fósiles de este delfín que vivió hace 20 millones de años fueron descubiertos en el área del Parque Industrial Liviano, en inmediaciones del acceso sur de la ciudad de Puerto Madryn, en Chubut, Argentina, por científicos del Centro Nacional Patagónico (CENPAT). Se hallaron vértebras, costillas, algunos dientes y parte del cráneo de Notocetus vanbenedeni. Los sedimentos donde estaban los restos fósiles pertenecen a la denominada Formación Gaiman, y los de esta especie de cetáceos son abundantes en ella. El ejemplar medía alrededor de tres metros de largo y presenta un largo rostro y mandíbula. Como antecedente de ejemplares de esta especie en la zona se destaca el hallazgo de un esqueleto casi completo y articulado en el valle inferior del río Chubut, cerca de Gaiman. En el pasado este grupo de delfines estuvo ampliamente distribuido en Nueva Zelandia, en el Norte América, en Sudamérica y Europa. Los fósiles pertenecen a una familia de delfines que ya se extinguió, pero está vinculada con especies de delfines que todavía viven, aunque poseen otras adaptaciones. Actualmente la familia está representada sólo por dos especies casi extintas, Platanista gangetica y Platanista indi, que viven en India y Paquistán, en los ríos Ganges e Indo. La zona de Puerto Madryn y Península Valdés, conjuntamente con sus áreas costeras de influencia del Golfo San José y Golfo Nuevo, son conocidas y se destacan, principalmente, por la variedad y exclusividad de su fauna, pero representan también una región de alto interés desde el punto de vista paleontológico. En los últimos años, su importancia se vio revalorizada por importantes hallazgos de fósiles tanto de vertebrados como de invertebrados, que permitieron ampliar el conocimiento de la diversidad biológica en el área. En este sentido, el personal del Laboratorio de Paleontología del CENPAT viene realizando un intenso trabajo desde 1989, que incrementó notablemente el conocimiento de los vertebrados marinos (mamíferos, peces y aves) del período denominado Terciario del Atlántico Sudoccidental.


Aondelphis talen. Viglino, M. et al, 2018.

Posible aspecto del cráneo de Aondelphis talen. (*) Aspecto de Aondelphis talen. (*)

Mamífero Cetáceo. Es un delfín pequeño, de aproximadamente dos metros. Fue bautizado como Aondelphis talen -que en lengua tehuelche significa delfín del sur pequeño- por haber sido hallado en la provincia de Chubut. Si bien los restos que analizamos son bastante fragmentarios, los huesos del oído permitieron determinar que se trata de una especie nueva. El animal estudiado, que habitó los mares patagónicos hace unos 20 millones de años, pertenece a la superfamilia Platanistoidea, un grupo que fue muy diverso en el pasado, según se infiere por la gran cantidad de especies fósiles que se encontraron a lo largo del tiempo y en diferentes lugares del mundo. Sin embargo, en el presente, este grupo se encuentra representado por una sola especie, que es Platanista gangetica: el delfín del río Ganges de la India. Las características anatómicas del oído que presentaban los restos óseos de este delfín permiten suponer que Aondelphis talen contaba con la habilidad de la ecolocalización, una característica fundamental que también se observa en los delfines actuales. El análisis de los sedimentos en los que se encontraban depositados los restos va a precisar con mayor exactitud su antigüedad y aportará datos sobre el ambiente y la fauna. Asociados a los cetáceos encontramos una gran diversidad de invertebrados, como moluscos, equinodermos, crustáceos, entre otro. Existe una diversidad de fauna que habitaba el mismo ambiente que este delfín y que aporta valiosa información.


Saurocetes argentinus.  Burmeister 1871.

Fragmento mandibular. Museo de La Plata.

Reconstrucción. (*)

Mamífero Cetáceo. Fue un delfín de río prehistórico, del Mioceno. Sus restos han sido hallados en Argentina. Se distingue por su gran tamaño, pues podía medir más de cinco metros de longitud, siendo del tamaño de un gran tiburón blanco promedio y superando con mucho a los mayores delfines de rió modernos. Se alimentaba de peces y crustáceos.


Aulophyseter rionegrensis. Gondar, 1974.

Diente de Acrophyseter (*).

Recreación paleoartistica de Acrophyseter (*).

Mamífero Cetáceo.  Es un género extinto de cachalotes del Mioceno, encontrado en las formaciones de las costas este y oeste de Norteamérica y en la Patagonia en Sudamérica.  Cetáceo odontoceto, es decir, aquellos que poseen dientes. Es un posible sinónimo de algunos fósiles asignados al género Orycterocetus, que estaba relacionado con otras ballenas depredadoras como Acrophyseter y el gran LivyatanAulophyseter alcanzaba una longitud de 6 metros, con un peso corporal estimado en 1100 kilogramos. Hace unos 15 millones de años, en la provincia de Río Negro, el Océano Atlántico había invadido parte de los que hoy es la estepa patagónica; este mar poco profundo era de un aspecto tropical, había corales, peces coloridos, ballenas y eran frecuentados por focas, lobos marinos y delfines. Recientemente se encontraron dientes de gran tamaño en la provincia de Río Negro en el yacimiento Base del Gualicho nos indican que estas bestias eran grandes predadores que se alimentarían de ballenas y otros vertebrados que podrían atrapar con estos dientes que alcanzaban hasta 36 centímetros de largo y son los dientes más largos que se conocen para un vertebrado. Este género fue encontrado primero en Perú, después en Chile, y esta es la primera vez que se lo encuentra en Argentina. Su cráneo medía más de 3 metros de longitud y sus mandíbulas estaban acompañadas por unos 40 dientes de más de 30 centímetros de largo. Actualmente, los dientes del Levyatan s.p hallados en Río Negro, se encuentran en el Museo Municipal de Lamarque y el Museo de la Asociación Paleontológica de Bariloche. Otras especies relacionadas; Aulophyseter mediatlanticus Cope, 1895 y Aulophyseter morricei Kellogg, 1927. 


Prosqualodon australis.  Lydekker 1894.
 

Cráneo de Prosqualodon australis en el Museo de La Plata.

Fósiles de Prosqualodon australis en el Geoparque Bryn Gwyn de Gaiman, Chubut.

Posible aspecto de Prosqualodon australis(*).

Mamífero Cetáceo.  Este extraño animal vivió del Oligoceno a principios del Mioceno en Australia, Nueva Zelanda y América del Sur, y medía 2,3 metros de longitud. Su familia inmediata puede haber sido los antepasados de todas las demás ballenas con dientes. Es probable que se pareciera al pequeño delfín moderno, con un hocico largo y estrecho, provisto de dientes puntiagudos, aptos para atrapar peces. Pero los dientes eran primitivos, ya que todavía le quedaban dientes triangulares en la parte posterior de las mandíbulas, como sucedía en las ballenas más primitivas, los arqueocetos. El cráneo de Prosqualodon se había vuelto ligero como consecuencia de varias modificaciones que el animal experimentó en la parte frontal. En primer lugar, el cuello se había acortado mucho y la parte posterior de la cabeza se unía al cuerpo y necesitaba menos apoyo y protección. En segundo lugar, la compleja estructura mandibular de las ballenas primitivas se había simplificado considerablemente, gracias a una alimentación a base de peces. Y, en tercer lugar, como el olfato ya no era el sentido fundamental que se utilizaba para localizar las presas (el sonido había ocupado su lugar), reduciendo el complejo aparato olfatorio. Las fosas nasales estaban situadas sobre el techo de la cabeza, entre las cuencas oculares, donde formaban un espiráculo (como el de las ballenas actuales). El aire viciado que se acumulaba durante la inmersión se expulsaba de forma explosiva cuando el animal salía a la superficie.


Cetotherium moreni.  Lyddeker, 1894.

Cetotherium Cetotherium Cetotherium Cetotherium Cetotherium Cetotherium Cetotherium Cetotherium  Cetotherium Cetotherium

 

Mamífero Cetáceo. Este Cetáceo pertenecía a una familia de ballenas primitivas que evolucionó a fines del Oligoceno y alcanzó su auge durante el Mioceno, hace unos 15 millones de años. Tenía un parecido sorprendente con la ballena gris actual del Pacífico Norte, aunque tenía menos de la tercera parte de su longitud. Es probable que sus placas fuesen bastante cortas, aunque esto resulta difícil de determinar, ya que la piel de las ballenas, como los cuernos y los pelos, no se fosilizan. Sin embargo, los cráneos conservan las marcas de los vasos sanguíneos que aumentaban a las ballenas durante su vida, y a partir de es­tos restos se pueden averiguar muchas cosas. Cetotherium y sus familiares eran, probablemente, presas de una especie de enorme tiburón blanco, Carcharodon, que, a juzgar por el tamaño de los dientes que a menudo se encuentran fosilizados, alcanzaba un tamaño similar al de una ballena pequeña. Tenía 4 metros de longitud.  Otro cetáceo conocido es Aglaocetus morenii.


Morenocetus  parvus. Cabrera, 1926.

 

Cráneo de  Morenocetus parvus de la colección del Museo de La Plata. Prensa.  

Aspecto en vida de Morenocetus parvus por el paleoartista Jorge Gonzalez.

Mamífero Cetáceo. Se puede distinguir del otro balaenido mioceno, Peripolocetus, por tener un proceso cigomático expandido. La longitud del cuerpo de Morenocetus se estima en unos 5 metros, alimentándose de pequeños invertebrados marinos. El primer balaenido reconocido es el Mioceno temprano Morenocetus parvus en Argentina. Se describió brevemente a partir de dos cráneos incompletos, una mandíbula y algunas vértebras cervicales recogidas de la Formación Gaiman del Mioceno inferior de la Patagonia. Desde entonces no ha sido revisado, por lo que sigue siendo un cetáceo fósil frecuentemente citado pero enigmático con gran potencial para arrojar luz sobre la historia temprana de la corona Mysticeti. Pero estudios recientes, demuestran que Morenocetus es el balaenido extinto más antiguo hasta ahora, aunque un espécimen chaeomysticete de depósitos marinos del Oligoceno tardío en Nueva Zelanda como un posible representante en la línea evolutiva de los balaenidos. La optimización de la longitud corporal en nuestra filogenia de Balaenidae, sugiere que la condición primitiva fue una longitud corporal relativamente pequeña representada por Morenocetus, y que el gigantismo se ha adquirido de forma independiente al menos dos veces (en Balaena mysticetus y Eubalaena spp.) con la aparición más temprana de este rasgo en el Plioceno tardío Mioceno-temprano representado por Eubalaena shinshuensis.


Properiptychus argentinus. Ameghino 1893.

Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca Acrophoca

 

Fragmento mandibular de la Familia Phocidae (focas).   Reconstrucción de Acrophoca fischeri, similar a Properiptychus del Mioceno de Entre Ríos y Puerto Madryn

Mamífero Carnívoro. Los fócidos o focas verdaderas (Phocidae) son una familia de mamíferos pinnípedos marinos adaptados a vivir en medios acuáticos la mayor parte del tiempo. Las focas habitan las regiones costeras de buena parte del globo, con la excepción de las zonas tropicales. Tienen cuerpos alargados y fusiformes, adaptados a la natación; las extremidades anteriores son cortas y aplanadas, mejor preparadas para su uso como aletas que para el desplazamiento en tierra, aunque algunas especies pueden moverse a gran velocidad empleando movimientos de reptación. Las aletas posteriores adoptan una posición fija hacia atrás, y no pueden retraerse. Gervais y Ameghino (1880) dieron a conocer un supuesto Otariidae, procedente del “Patagónico” de las barrancas del Paraná (Fm. Paraná o Ituzaingó) identificado como Arctophoca fischeri. Posteriormente, Florentino Ameghino (1893, 1897) describió el pinípedo Properiptychus argentinus. El material tipo de P. argentinus y otros restos fueron reestudiados por Muizon y Bond (1982), quienes lo reinterpretaron como un Phocidae Monachinae. Las piezas fósiles, poseen una edad aproximada de 23 a 7 millones de años. Por las características de los sedimentos hallados, se los reconoce como pertenecientes al Terciario tardío (Mioceno tardio-Plioceno temprano). Provienen de la Formación Ituzaingó, mayoritariamente estéril desde el punto de vista paleontológico, a excepción de su base que ha dado una rica fauna continental, conocida como "Mesopotamiense" o Conglomerado fosilífero. Dicha formación se apoya, en discordancia erosiva, sobre la Formación Paraná, representada por sedimentos marinos del "Mar Paranense", que cubrió esta región a mediados y fines del Mioceno. Durante esa época comienza la sedimentación del "Paranense", rellenando la gran cuenca pampeana. En el área de Península Valdés afloran sedimentitas marinas del Terciario superior correspondientes, principalmente, a la Formación Puerto Madryn (Mioceno medio, 14 millones de años) y en menor medida a la Formación Gaiman (Mioceno inferior, 23 millones de años), que aflora sólo en el Istmo Ameghino. De los niveles inferiores de la misma se exhumó, en el área del Golfo San José, un esqueleto parcial y articulado de un pinípedo de la Familia Phocidae (focas). Este material representa el registro más antiguo y más austral de una foca fósil para el Hemisferio Sur y una de las más antiguas del mundo. El ejemplar se presenta algo incompleto pero en muy buen estado de preservación, faltándole el cráneo, las vértebras del cuello y parte de los miembros posteriores. Una característica a destacar de la fina preservación de este material fue la conservación del contenido estomacal, lo que ha permitido por primera vez tener la oportunidad de conocer los hábitos alimenticios de una foca extinguida. Los resultados obtenidos han sido sorprendentes ya que un primer análisis sistemático indica que esta foca probablemente pertenezca a la subfamilia Phocinae o sea a las “focas del norte”. Por lo tanto las implicancias filogenéticas y biogeográficas son muy amplias.


Metaxyterium s.p Reinhart, 1976.

Esqueletos de Sirenidos. Ilustrativos. (*).

Cráneo de Metaxytherium. Ilustrativo. Tomado de GAMPS Posible aspecto de Metaxytherium. (*).

Mamífero Sirenido.  Es un género extinto de mamíferos sirenios de la familia Dugongidae encontrado fósil en el Caribe, así como en diversos yacimientos a lo largo de África, Asia, Europa, Norteamérica y Sudamérica. Los sirenios fósiles de Argentina son conocidos desde el Mioceno tardío en las formaciones Paraná e Ituzaingó en la provincia de Entre Ríos. Los sirenios son un orden de mamíferos placentarios con cinco especies vivientes. Pertenecen al superorden de los afroterios; entre los animales actuales los elefantes son sus parientes más cercanos. Son los únicos mamíferos marinos herbívoros (de ahí que sean llamados "vacas marinas"). Junto con los cetáceos, los sirenios son los únicos mamíferos adaptados completamente a la vida acuática. Son superficialmente parecidos a los pinnípedos (focas y morsas, por ejemplo), con los que no guardan un parentesco evolutivo; se diferencian de éstos, entre otras cosas, por el tipo de alimentación (los pinnípedos son carnívoros mientras que los sirenios son herbívoros) y porque los sirenios son animales totalmente acuáticos, nunca dejan el agua, ni siquiera para parir. Son animales grandes y pesados, y tienen movimientos lentos. Viven en aguas tropicales, en las costas, estuarios e incluso ríos. Además de los cráneos usualmente más o menos completos de este animal se han encontrado muchas costillas sólidas para permitir que el animal permaneciera bajo el agua más tiempo y con menos gasto de energía durante sus períodos de alimentación a base de algas, que forman praderas submarinas. Durante el Mioceno Metaxytherium fue atacado a menudo por el famoso tiburón gigante Carcharodon megalodon o megalodón. Se ha descubierto el fósil de una costilla que presenta una serie de perforaciones paralelas equidistantes entre sí, como un peine: en las costillas quedaron las marcas de los dientes del megalodón, algunas de las cuales se originan en la parte superior de los fósiles, mientras que otros sólo se presentan en la parte convexa, a medida que la influencia de la mordedura iba en aumento. Otro género conocido de sirénido en el Plioceno de Argentina es Dioplotherium (Cozzuol, 1996) y Ribodon limbatus (Ameghino, 1883).


Carcarocles megalodon.  Agassiz, 1843.

Carcarocles megalodon Carcarocles megalodon Carcarocles megalodon Carcarocles megalodon Carcarocles megalodon

Mandíbula de Megalodon recreada a tamaño natural en el Museo Paleontológico de Bariloche.

Diente del tiburón Carcarocles megalodon, común del Mioceno de Patagonia y Entre Ríos, Argentina. (*)

Reconstrucción del gigantesco Carcarocles megalodon. (*)

Pez Selaceo.  Fue encontrado cerca del río Paraná, en Entre Ríos, donde penetraba el océano Atlántico hace más de seis millones de años. Podía alcanzar un tamaño semejante al tiburón blanco actual y poseía dientes con serruchos ligeramente pronunciados. El investigador del Museo de La Plata y Conicet, Alberto Luís Cione, fue el responsable de este hallazgo cerca de la ciudad Villa General San Martín. El surgimiento del gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) ha sido ampliamente debatido entre los paleontólogos. Sabemos que el origen de estos antecesores inmediatos del tiburón blanco se da en el Pacífico, porque hay registros en Perú y Chile, como también en Norteamérica, pero ésta es la primera vez que se lo detecta en el océano Atlántico. Hay dos hipótesis sobre cómo este ejemplar hallado pudo haber llegado a la zona donde hoy está el río Paraná. Una posibilidad es que haya pasado al océano Atlántico por el área actualmente ocupada por Panamá, porque Centroamérica y Sudamérica estaban separadas durante el Mioceno tardío y había una vía de paso entre ambos océanos para los animales marinos. El itsmo se comenzó a completar hace unos tres millones de años, permitiendo la migración de animales terrestres y el denominado gran intercambio biótico interamericano. Como hace seis millones de años el nivel del mar era más alto, fue posible que este tiburón de dientes semi-aserrados nadara hasta donde hoy está el río Paraná, porque en esa época la llanura pampeana y parte de Entre Ríos estaban cubiertas en gran medida por aguas saladas. Sin embargo, también es posible que el ancestro del Carcharodon carcharias haya cruzado al Atlántico por el estrecho de Drake, porque esos mares no eran tan fríos en esa época. A través de ellos, se pudo reconstruir un linaje de tres especies hasta llegar al tiburón blanco: entre el Isidus plicatilis, que es la forma más antigua y poseía dientes lisos; una forma intermedia, que tenía dientes semiaserrados, que se formó en el océano Pacífico, hace unos siete millones de años, y de alguna manera llegó a cruzar al Atlántico; y, por último, el Carcharodon carcharias, que es el tiburón blanco tal como lo conocemos ahora. Otro género conocido; Oxyrhina patagonica.


Carcardum s.p.  Cione, 2012.

 

Dientes de Carcadum sp publicados en los medios de comunicación.

  Reconstrucción. (*)
Pez Selaceo. Fue encontrado cerca del río Paraná, en Entre Ríos, donde penetraba el océano Atlántico hace más de seis millones de años. Podía alcanzar un tamaño semejante al tiburón blanco actual y poseía dientes con serruchos ligeramente pronunciados. El investigador del Museo de La Plata y Conicet, Alberto Luís Cione, responsable de este hallazgo cerca de la ciudad Villa General San Martín. El surgimiento del gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) ha sido ampliamente debatido entre los paleontólogos. Sabemos que el origen de estos antecesores inmediatos del tiburón blanco se da en el Pacífico, porque hay registros en Perú y Chile, como también en Norteamérica, pero ésta es la primera vez que se lo detecta en el océano Atlántico. Hay dos hipótesis sobre cómo este ejemplar hallado pudo haber llegado a la zona donde hoy está el río Paraná. Una posibilidad es que haya pasado al océano Atlántico por el área actualmente ocupada por Panamá, porque Centroamérica  y Sudamérica estaban separadas durante el Mioceno tardío y había una vía de paso entre ambos océanos para los animales marinos. El itsmo se comenzó a completar hace unos tres millones de años, permitiendo la migración de animales terrestres y el denominado gran intercambio biótico interamericano. Como hace seis millones de años el nivel del mar era más alto, fue posible que este tiburón de dientes semi-aserrados nadara hasta donde hoy está el río Paraná, porque en esa época la llanura pampeana y parte de Entre Ríos estaban cubiertas en gran medida por aguas saladas. Sin embargo, también es posible que el ancestro del Carcharodon carcharias haya cruzado al Atlántico por el estrecho de Drake, porque esos mares no eran tan fríos en esa época. A través de ellos, se pudo reconstruir un linaje de tres especies hasta llegar al tiburón blanco: entre el Isidus plicatilis, que es la forma más antigua y poseía dientes lisos; una forma intermedia, que tenía dientes semiaserrados, que se formó en el océano Pacífico, hace unos siete millones de años, y de alguna manera llegó a cruzar al Atlántico; y, por último, el Carcharodon carcharias, que es el tiburón blanco tal como lo conocemos ahora. Otrogenero conocido; Oxyrhina patagonica.

Hemipristis serra. Agassiz 1843

 

Algunos dientes de Hemipristis serra. (*).   Aspecto de Hemipristis (*).

Pez Selaceo. Es una especie de tiburones de la familia Hemigaleidae, del orden Carcharhiniformes, muy parecido al cazón dientudo actual. Este género fue descrito por Louis Agassiz en 1843. Hemipristis posee dos tipos distintos de dientes en cada sección de su mandíbula. Los que están en la mandíbula superior actúan como cuchillos, cortando la carne de la presa, mientras que los puntiagudos actúan como tenedores, ya que lanzan y sujetan a la presa. La fauna de elasmobranquios conocida de la Formación Paraná en la provincia de Entre Ríos es muy abundante. Se ha encontrado numerosos dientes atribuibles a Hemipristis serra, asociados a otros peces miocenos como Carcharias acutissima, Carcharhinus sp,  Physogaleus aduncus, Heterodontus sp, Squatina sp, Isurus hastalis y Carcharocles megalodon. También se lo ha registrado en formación Puerto Madryn, (Mioceno medio marino), de Península Valdés en la Patagonia Argentina.


Pogonias sp. Lacepède, 1801

Fragmento de maxilar de Pogonias sp. Museo Paleontológico de Diamante, Entre Ríos.

Aspecto de Pogonias sp. (*).

Pez esciénido. Se denomina mar entrerriense, también llamado mar entrerriano, mar paranaense, mar de Bravard o transgresión entrerriense, a un cuerpo marino del pasado que se formó en la mitad norte del Cono Sur de América del Sur durante una transgresión marina del Mioceno. Pogonias era un pez de agua salobre. La Formación Paraná aflora en las barrancas paranaenses de Entre Ríos en una angosta lonja paralela al río Paraná y orientada de norte a sur. Actualmente este género está representado por la corvina negra (Pogonias cromis), similar a su pariente, la corvina roja (Sciaenops ocellatus). Aunque muchos especimenes se encuentran en el rango de 2 a14 kilogramos, la corvina negra es bien conocida por ser la más grande de la familia de las corvinas, con algunos ejemplares superando los 50 kilogramos y una longitud de 1,70 metro. Su dentadura es redondeada y tienen fuertes mandíbulas capaces de triturar ostras y otras conchas. Pertenece a la familia Sciaenidae (esciénidos). Los Sciaenidae tienen una aleta dorsal larga cerca de la cola.


Genidens ancestralis. Bogan, S. & Agnolin, F. 2011.

 

Neurocráneo de Genidens ancestralis en el Museo de Paleontología de Bariloche.

 

Aspecto del primitivo bagre de mar Genidens ancestralis.

Pez. Es la única especie sólo conocida por el registro fósil de las que componen el género de peces silúridos marinos Genidens de la familia Ariidae, los que son popularmente conocidos como bagres de mar. Sus restos fueron colectados en el norte de la Patagonia Argentina. El holotipo es un neurocráneo relacionado con un aparato de Weber, las subsecuentes 3 primeras vértebras precaudales, una placa nucal y un fragmento basal de su espina dorsal, además de elementos de la cintura pectoral y del esplacnocráneo, todos pertenecen a un mismo individuo. La localidad donde fue exhumado es el Puesto Picavea, situado en la región del Gran Bajo del Gualicho, una depresión endorreica ubicada en el área septentrional de la Patagonia esteparia, en el centro-norte de la provincia de Río Negro, considerada como perteneciente al Mioceno Temprano alto a Mioceno Medio bajo. Dicho Miembro litológicamente destaca por poseer afloramientos de areniscas, coquinas y pelitas, lo cual se ha referido a un ambiente transgresivo de aguas marinas.


Phractocephalus yaguaron.  Bogan, S. & Agnolin, F. 2019.

 

 Fragmento de cráneo de Phractocephalus yaguaron.   Aspecto de Phractocephalus yaguaron. Por Sebastián Rozadilla.

Pez. El río Paraná es el mayor curso de agua de la Argentina y uno de los más grandes de América del Sur. Su cuenca tiene una larguísima historia que se remonta a varios millones de años antes del presente. Actualmente se encuentra bien separada de su vecina del Norte, la super cuenca del río Amazonas. Pero esto no siempre fue así, y los fósiles de peces son muy importantes para entender las antiguas conexiones entre las cuencas de los grandes ríos Sudamericanos. Los investigadores Sergio Bogan y Federico Agnolín de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides y el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", dieron a conocer una nueva especie extinta, pariente del gigante bagre de cola roja que actualmente vive en los ríos Orinoco y Amazonas. Los fósiles fueron originalmente hallados en las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos y tienen 10 millones de años de antigüedad. Los restos del cráneo de este pez son tan grandes y gruesos que se encontraban hacía años en las colecciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales identificados erróneamente como los restos de un colosal cocodrilo. Los restos conservados indican que este bagre gigante habría superado los dos metros de longitud y probablemente más de 70 kilogramos de peso.


Acanthicus. Agassiz in Spix & Agassiz, 1829.

 

Fragmento de cráneo de  Acanthicus. Imagen de prensa.

  Aspecto del genero  Acanthicus (*):

Pez. Los Siuriformes son un grupo de peces increíblemente diversos que incluye especies conocidas coloquialmente como bagres, moncholos, surubíes, yuskas, cascarudos y viejas del agua. Estas últimas forman parte de la familia de los loricáridos, por su aspecto acorazado y prehistórico. Pese a esta enorme diversidad, poco es lo que se sabe sobre su historia evolutiva y los fósiles de viejas del agua son aún poco conocidos. Es por eso que investigadores se vieron sorprendidos cuando encontraron grandes restos del esqueleto de gigantescas viejas del agua que habían pasado desapercibidos. Estos restos proceden de las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos y tienen una edad cercana a los 10 millones de años de antigüedad. Luego de un análisis descubrieron que los restos pertenecían a una vieja del agua gigante llamada Acanthicus (palabra griega que significa espinoso). Este tipo de pez vive hoy en día en el norte de Sudamérica, específicamente en la cuenca del Orinoco y en el Amazonas y es la primera vez que sus restos son descubiertos en el Paraná. Dentro de toda la diversidad para esta familia de peces, Acanthicus incluye a la especie viviente de mayor tamaño de viejas del agua, que puede superar fácilmente el metro de longitud. Se alimentan especialmente de algas y corteza de ramas sumergidas en el agua. El tamaño de los restos fósiles encontrados indica que la especie extinta del Paraná habría sido aún de mayores proporciones. El hallazgo fue realizado por Sergio Bogan y Federico Agnolin, investigadores de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" y el CONICET. Este nuevo descubrimiento se suma a otros dados a conocer recientemente como el de los enormes bagres Brachyplatystoma elbakyani y Phractocephalus yaguaron, peces gigantes emparentados con los que hoy en día viven en los grandes ríos del norte sudamericano.


Megapiranha paranensis.  Cione et al. 2009.
     

Fragmento mandibular. (*) Fragmento mandibular. (*) Reconstrucción. (*)

Pez. Hace unos 10 millones de años los ríos de la Mesopotamia Argentina, estaban habitados por una megapiraña, un pez carnívoro de más de un metro de largo, era algo que se suponía desde hace tiempo. Sin embargo, hasta el momento no había pruebas de su existencia. Fue un investigador quien las halló revisando antiguas cajas con fósiles indiferenciados en los depósitos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. La reciente publicación de su hallazgo despertó gran interés, tanto en el ámbito de la paleontología como en el de la divulgación científica. Revistas como la National Geographic se hicieron eco del descubrimiento del doctor Alberto Cione, paleontólogo del Museo de La Plata e investigador del Conicet. Este material aclara el salto evolutivo que separa a las pirañas actuales con el pacú, un pariente herbívoro mucho más primitivo. Aunque se conoce ahora, la historia del descubrimiento se remonta a fines de 1980, cuando Cione, a cargo de la colección de peces de la división de Paleontología de Vertebrados, revisaba antiguas cajas con material fósil sin identificar. Esas piezas habían sido desenterradas de las barrancas del Río Paraná, cerca de la localidad de Villa Urquiza, hacia el 1900, y desde entonces permanecían guardadas. Ancestro directo de las actuales pirañas, aunque de un tamaño cinco veces mayor, las megapirañas habrían habitado los ríos, y quizás también las lagunas, de la mesopotamia hace entre 8 y 15 millones de años. Nadie está seguro, sin embargo, de qué se alimentaban exactamente. Es posible que su dieta fuera diversa, como la de las pirañas actuales, que, si bien son eminentemente carnívoras, también comen plantas y frutos. Lo que sí se sabe es que coexistían con enormes bagres, delfines de agua dulce, tortugas y cocodrilos de muy diversos tipos, incluso uno labial de rostro alargado; toda una fauna que se extendía por una amplia región geográfica hasta el Amazonas. Pese a que las únicas pruebas de su existencia se hallaron en nuestro territorio, es muy probable que las megapirañas hayan llegado a habitar también gran parte de los ríos de Sudamérica. Por entonces las temperaturas globales eran mucho más altas que ahora, y las cuencas del Paraná y el Amazonas no estaban, como hoy, aisladas una de otra.


Salminus noriegai. Cione y Azpelicueta, 2013.

Cráneo y Mandíbula. (*) Cráneo y Mandíbula. (*) Aspecto en vida. (*)

Pez. La nueva especie fue bautizada como Salminus noriegai, en reconocimiento al paleontólogo Jorge Ignacio Noriega, que se especializa en el estudio de aves y fue quien encontró este cráneo de 9 centímetros de longitud al noreste de la ciudad de Paraná, en la localidad Toma Vieja. Paleontólogos argentinos rescataron un ejemplar que pudo haber superado los 50 centímetros, aunque lo más importante no es su talla, sino que permitió conocer el pasado de estos peces tan importantes dentro de la fauna de los ríos sudamericanos. El estado de conservación de la cabeza hallada es muy bueno y, por eso, permitió hacer un estudio minucioso y poder identificar a este dorado como una nueva especie. El dorado ancestral se diferencia por la forma de los huesos en sus mejillas y por la longitud de los huesos que bordean su boca, como el maxilar y el premaxilar; además, la órbita ocular es proporcionalmente alargada. Por otra parte, se observó que sus dientes tienen una forma muy peculiar, símil a un ocho en la zona que se aferra a la mandíbula. Esta es una cualidad que comparten con los dorados actuales, pero que nunca se había descrito hasta ahora, siquiera en los vivientes”, contó el especialista en peces. Actualmente, viven cuatro especies de dorado en América del Sur. Es uno de los peces de agua dulce más importantes de Argentina y Sudamérica; se lo encuentra también en Brasil y en Colombia, por ejemplo, pero hasta ahora nunca había aparecido en el registro fósil. En la época inmediatamente anterior a que viviera este dorado, cuyo cuerpo midió cerca de 60 centímetros, el océano Atlántico ingresaba hasta la provincia de Entre Ríos, formando un gran golfo. Luego, el mar se retiró y se formó una serie de ríos. Es por ello que en dicho yacimiento se encuentran especies de agua dulce y también de agua salada; además, también se descubren huesos y dientes de los mamíferos que vivían a orillas de los ríos. De los fósiles encontrados en la formación fluvial, el Salminus noriegai está entre los de mejor conservación, por lo que se pudo estudiar tanto los huesos externos como internos de la cabeza y compararlo con los dorados actuales.


Sanjuanableps calingasta. Bogan, Contreras, Agnolin, Tomassini y Peralta, 2018.

 

Fósil de Sanjuanableps, recuperado en la zona del Geoparque Puchuzúm, quebrada La Candelaria, San Juan.

 

Posible aspecto de Sanjuanableps. Madrecita de agua. Acuarela realizada por la Prof. Claudina Abella de López, MACN, 1960.

Pez. Los anablépidos, también conocidos como madrecitas de agua, son una familia de peces sudamericanos cuya evolución está aún por ser bien comprendida. Hasta ahora, los especímenes fósiles más antiguos que se conocen de este grupo provienen únicamente del oeste de la Argentina y están representados por tres especies muy distintas a las vivientes. Recientemente, en el departamento sanjuanino de Calingasta, un equipo conformado por investigadores del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET) y el Instituto Geológico del Sur (INGEOSUR, CONICET- UNS), junto a colegas de la Universidad de Nacional de San Juan (UNSJ) y de la Fundación Azara, hallaron en estado fósil varios ejemplares de lo que resultó ser una nueve especie de anablépido que bautizaron como Sanjuanableps calingasta, que vivió entre hace 9 y 7 millones de años durante el Mioceno Tardío. El lugar de hallazgo constituye una ventana al pasado donde se preservaron hasta los más finos detalles de decenas de ejemplares de esta especie. El registro excepcional de estos especímenes permitió el reconocimiento de individuos masculinos y femeninos, adultos y juveniles. Los investigadores creen que estos peces habitaron en lagos ubicados en grandes ambientes áridos de lo que hoy es el territorio argentino. Probablemente conformaban cardúmenes compuestos solo por individuos de esta especie, dado que hasta el momento no se registraron otras especies en los niveles fosilíferos donde fueron descubiertos. Tenían un claro dimorfismo sexual, donde los machos eran notablemente más pequeños que las hembras y contaban con la aleta anal conformando un órgano copulador muy evidente llamado gonopodio. Asimismo consideran este aporte en función de la posibilidad de tener un mayor conocimiento sobre la diversificación de los peces sudamericanos.


Ostrea patagonica. d´Orbigny, 1842.

 

Ostrea maxima, colectada durante la construcción del Aeropuerto en la Isla Martín García en 1962 por Carlos Capelli.

  Ostrea patagonica, procedentes del Terciario del Cerro Gualicho (Oligoceno-Mioceno).  Colección Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar.

Invertebrado. Es un género moluscos bivalvos marinos del orden Ostreoida, conocidos popularmente como ostras. Poseen dos valvas casi circulares y desiguales. Durante el Mioceno una gran parte de la Argentina estuvo cubierta por un mar conocido ampliamente en la literatura geológica como "mar entrerriense o paranense". Los espesores más potentes corresponden a los depósitos del subsuelo del ámbito Chaco-paranense, mientras que secuencias que no superan los 200 metros de espesor, afloran en Patagonia nororiental (Formación Puerto Madryn) y en el este de la provincia de Entre Ríos, donde aflora la delgada secuencia de la Formación Paraná. La característica más notoria de todos estos depósitos lo constituye la abundante y diversa fauna de moluscos restringida a las facies marinas de las formaciones Paraná y Puerto Madryn y a las del subsuelo de la provincia de Buenos Aires. Esta intercalación marina, visible en los potentes acantilados, se caracteriza por grandes concentraciones de valvas de Ostrea patagonica, que ofrecen una excelente oportunidad para los estudios tafonómicos e icnológicos. La gran marca semilunar es donde se inserta el poderoso músculo abductor. Son bastante comunes de encontrar en sedimentos terciarios en las costas argentinas, con variable tamaño. Especies relacionadas; Ostrea alvarezii y Ostrea maxima.


Monophoraster darwini.  Desor, 1847.

Vista oral. Escudo de Mar, un equinodermo marino, común en sedimentos Miocenos de Patagonia y Entre Ríos. (*)

Vista aboral Monophoraster , es un equinodermo común en el Mioceno. Península Valdés. Col Museo de Miramar.

Aspecto de un equinodermo viviente (*).

Invertebrado. Es un equinodermo marino del Mioceno tardío, de Punta Pirámides, Provincia de Chubut, Argentina. La estrechez de las zonas interambulacral en la superficie oral y en el ambitus es muy característico y se ve sólo en Eoscutella y Iheringiella. Monophoraster difiere de esos taxones en tener un lunule anal. Es muy cerca de Amplaster diferentes en ser mucho menos transversalmente alargado, con una, más periproct de hendidura más pequeña que se encuentra en el extremo posterior de los pétalos posteriores. Una discusión detallada de este género está dada por Mooi et al. (2000). Las primeras menciones sobre la existencia estos mares son de índole paleontológica y datan desde mediados del siglo diecinueve. Fueron efectuadas por d’Orbigny (1842), quien halló moluscos marinos en los alrededores de la ciudad de Paraná y en la desembocadura del río Negro. Unos años más tarde, Darwin (1846) encontró la misma fauna en la península Valdés, quedando así establecida la presencia de estos depósitos en la Patagonia septentrional y en la provincia de Entre Ríos, los que constituyeron, por otra parte, las primeras citas del Terciario marino en la Argentina. Otra especie conocida es; Iheringiella patagonesis.


Ophiocrossota kollembergorum. Caviglia, Martínez & del Río, 2007.

 

Ophiocrossota kollembergorum, hallado en Punta Maqueda. Formación Chenque, en la provincia de Chubut. (*)

 

Aspecto de un Ophiuroidea. (*)

Invertebrado. Los ofiuroideos son una clase de equinodermos). Presentan simetría pentarradial y tienen un aspecto parecido a las estrellas de mar (asteroideos), con cinco brazos que salen de un disco central. Seguramente, ofiuroideos y asteroideos son grupos hermanos.  Un fósil muy interesante corresponde justamente a Ophiocrossota kollembergorum (Ophiuroidea), Punta Maqueda. Formación Chenque , en la provincia de Chubut. Tienen el cuerpo pequeño y aplanado formado por un disco redondeado por cinco brazos articulados muy finos y largos que surgen bruscamente del disco central y pueden estar ramificados. La boca está compuesta por cinco placas móviles que actúan como mandíbulas. Carecen de ano, por lo que su tubo digestivo es incompleto. Los materiales no digeridos se expulsan por la boca. El esqueleto es de gran similitud al de las estrellas de mar, salvo por la presencia de vértebras esqueléticas en los brazos, que reducen u obliteran completamente la cavidad celomática.


Chaceon peruvianus. d'Orbigny, 1842

Crustáceo. Es un género de cangrejos marinos. Vivía en aguas templadas, poco profundas y cerca de la costa. Al igual que en sus parientes actuales, usaba sus pinzas para separar los trozos de comida (invertebrados y pequeños vertebrados) al momento de alimentarse. Este espécimen fue hallado junto a varios cangrejos y otros invertebrados en la zona costera de Península Valdés, Patagonia Argentina. Los sedimentos donde se encontraron los fósiles contienen ceniza volcánica. Aunque los volcanes estaban a más de 650 kilometros de la costa atlántica de donde vivían estos animales, hay estudios que sugieren que los crustáceos fueron víctimas de afecciones respiratorias debido al efecto de las cenizas volcánicas en el tejido blando de su sistema respiratorio. Éste es un cangrejo fósil cuya taxonomía ha sido cambiada numerosas veces en diferentes géneros. Su caparazón podía llegar a medir hasta treinta centímetros de anchura y diecisiete de longitud y era redondeado, con cinco dientes poco marcados a cada lado de los ojos, en el borde anterior. Las pinzas eran más cortas que las demás patas, de dedos suavemente curvados y notablemente dentados. El segundo par de patas era muy ligeramente más corto y fino que los tercer, cuarto y quinto pares, los cuales eran más o menos idénticos en tamaño y proporción. Vivió durante el Eoceno medio, desde hace cuarenta y nueve millones de años, aunque durante mucho tiempo se había pensado que era propio del Mioceno. Se distribuía por el cono sur de América, en la Patagonia. Vivía en las aguas profundas, los juveniles vivían en aguas más profundas que los adultos, y dentro de éstos, los machos vivían en aguas más profundas que las hembras. Era carnívoro, alimentándose de moluscos y gusanos del lecho marino. Los juveniles de esta especie muestran muchas características en común con los adultos de Proterocarcinus latus. Otros cangrejos extintos de la Patagonia son Archaeogeryon peruvianus y Archaeogeryon patagonicus.


Otros vertebrados del Mioceno Argentino: Mamíferos:  Colpodon burmeisteri, Microbiotherium, Sparassocynus, Proeutatus, Peltocoelus, Asterostemma,  Analcitherium, Neonematherium, Cardiatherium, Anchimys, Kiyutherium, Proheptoconus, Mixotoxodon, Gyrinodon, Tetramerorhinus prosistens, Tetramerorhinus cingulatum, Picturotherium migueli, Lambdaconus lacerum, Heptaconus obcallatus, , Asmodeus, Acrotypotherium, Typotheriopsis, Pachyrukhos, Raulringueletia, Tremacyllus  y Pontoplanodes. Aves: Arthrodytes grandis, Paraptenodytes antarcticus,  Cladornis, Apterodytes, Physornis, Brortornis, Liornis y Eucallornis, Peces: Oxyrhina, Lamna, Odontaspis, Notidanus, Scapanorhynchus, Corax, Hemipristis, Sphirna, Galeocerdoy y Synechodus.


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