PaleoArgentina Web. Hallan restos de un mamífero que
depredaba dinosaurios. Encuentran restos de Stegotetrabelodon. Un Mamut
congelado. Fosiles de Ailuropoda microta. Descubren Gryposaurus
monumentensis. Arcantiodelphys marchando, un marsupial del cretácico de
Francia. Kaprosuchus, Laganosuchus y Araripesuchus, tres nuevas especies
de cocodrilos halladas en el desierto de Sahara. Hallan restos de
Teleoceras hicksi, un rinoceronte del Plioceno de México.
Sinornithosaurus, un dinosaurio terópodos del cretácico que inyectaba
veneno a sus victimas. Yacarerani boliviensis, un cocodrilo del
cretácico de Bolivia. Recuperan el cráneo de una vaca marina del
Plioceno de Valencia.
Recuperan el cráneo de una vaca marina del Plioceno
de Valencia.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
Unos científicos
valencianos han recuperado y restaurado el cráneo de la última vaca
marina, que habitó en el Mediterráneo hace cuatro millones de años, en
el Plioceno español. El fósil procede de un paraje de Pilar de la
Horadada y está expuesto hoy en el Museo de Ciencias Naturales de
Valencia. Tal como afirma el paleontólogo valenciano, Ximo Sendra, es
único en España pues "hasta el momento se habían descrito en el Eoceno y
Mioceno de España restos tanto craneales como postcraneales de sirenios"
pero del Plioceno únicamente existían restos postcraneales que no
permitían "una buena caracterización taxonómica".
Hay que decir que
las vacas marinas se extinguieron en el Mediterráneo durante el cambio
climático del Plioceno al Pleistoceno, que dió paso a un clima más frío,
más estable y más seco de forma brutal. Por ello, el cráneo ahora citado
pertenece al último ejemplar de vaca marina que vivió en el Mar
Mediterráneo, cuando este ecosistema reproducía las características de
una zona subtropical, con altas temperaturas, abundantes
precipitaciones, agua caliente y altamente salinizada. Hoy las vacas
marinas, y sus parientes, los manatíes nadan en Florida, Guatemala,
Costa Rica, Puerto Rico y Australia, por citar algunos ecosistemas con
clima húmedo y caluroso.
Están en
peligro de extinción y sufren el acoso de los furtivos, que los
cazan por su carne con sabor a cerdo. Son mamíferos marinos,
herbívoros, miden de 3 a 5 metros, y pesan entre 300 y 500
kilos. En su momento, el hallazgo se debió a un encuentro
casual, efectuado a finales de 1992 por las hermanas Ana y
Soledad Nuñez, en el paraje denominado Rambla del Río Seco, en
Pilar de la Horadada. Sin embargo, el carácter "excepcional" del
fósil ha sido valorado ahora, después de varios años de estudio
y de colaboración de tres especialistas.
Los numerosos
fragmentos recuperados se trasladaron al Departamento de Geología de la
Universitat de València, donde se procedió a la restauración y montaje
del cráneo. Una vez preparado, quedó depositado en el Museo
Paleontológico de Valencia, tras una cierta polémica con las autoras del
hallazgo respecto a la propiedad del mismo. En la actualidad, se halla
expuesto en el Museo de Ciencias Naturales. Este fósil fué estudiado por
el propio Sendra, el doctor Plinio Montoya, que certificó las medidas
del cráneo y la doctora Margarita Belinchón, Directora del Museo Natural
de Ciencias Naturales de Valencia (sito en Viveros).
La vaca marina hallada en Pilar de la Horadada, explica el investigador
Ximo Sendra, pertenece al orden de los sirenios, catalagado por Illiger
en 1811. Este grupo es de los menos conocidos hasta la actualidad (junto
con los cetáceos) en el registro fósil general, especialmente en nuestro
país.
Hoy sólo
quedan vivos dos géneros del orden: Trichechus y
Dugong. Los cráneos de estos dos géneros, pese a
mantener en común la estructura masiva, presentan una forma
diferente. Trichechus tiene una morfología craneal
estrecha y alargada, frente al cráneo más ancho y corto que
poseen los Dugong. Evolutivamente, están emparentados con los
antepasados de los elefantes, solo que esta rama evolutiva se
adaptó a vivir en el mar, aunque también son herbívoros, de ahí
que se les denomine Vacas Marinas y tienen un caracter muy
pacífico.
El
Metaxiterium valenciano está más próximo evolutivamente al
dugong, que en la actualidad vive en aguas tropicales de Australia. Esta
vaca marina se suma a las abundantes citas de sirenios, representados
por varias especies, en el Plioceno circunmediterráneo, que ha detallado
Sendra en sus estudios. El investigador de la Unidad de Paleontología
del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, ya había
recuperado hace años, como publicó Levante-EMV, otro ejemplar de vaca
marina en Crevillent, de edad más antigua, datada hace 8 millones de
años en el Mioceno, que no tenía cráneo. El área de Pilar de la Horadada
formaba parte durante el Plioceno inferior (Plioceno I) de la llamada
Cuenca del Mar Menor, en una zona litoral relativamente superficial.
Sendra, que ha excavado el yacimiento paleontológico, explica que la
serie estaba básicamente formada por "calcarenitas pliocénicas
-areniscas con muchos restos fragmentados de invertebrados como los
moluscos, erizos, etc.-, con diferentes contenidos de arcillas y margas
en niveles discontinuos que no se llegan a diferenciar en estratos".
Arcantiodelphys marchando, un marsupial del cretácico
de Francia.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
Los paleontólogos
suelen decir que el continente europeo es Terra ignota en lo que se
refiere a la historia de los primeros mamíferos que lo habitaron.
Son muy
escasos los restos de esta clase de vertebrados que se han encontrado
del Cretácico y, por ello, cuando uno sale a la luz se
considera un pequeño tesoro. Este es el caso de unas cuantas piezas
dentales que han sido desenterradas en el departamento francés Charente-Maritime,
al este del país, bajo cinco toneladas de sedimentos.
Según sus
descubridores, pertenecen a un pequeño marsupial que vivió hace
99 millones de años, por lo que, aseguran, podrá dar
importantes pistas sobre los mamíferos que ocuparon Europa antes
de la gran extinción que tuvo lugar al final del
Cretácico, hace unos 65 millones de años. Es, según aseguran,
"uno de los más viejos y primitivos marsupiales conocidos en el
mundo" y, desde luego, el mas antiguo
representante europeo de los modernos terios (subclase de
mamíferos cuyo embrión se desarrolla en el interior del útero,
en lugar de en el huevo).
Los dientes de este
ejemplar fueron localizados por un equipo de paleontólogos del
Museo de Historia Natural (CNRS) francés y de la
Universidad de Rennes 1. Pertenecen, según el estudio que publican en la
revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) a un
marsupial de la especie que han bautizado como 'Arcantiodelphys
marchandi'. Entre las aportaciones de estos fósiles dentales
mencionan que ayudarán a mejorar el conocimiento sobre la historia de
los marsupiales en general, que hasta ahora sólo ha sido conocida a
través de los restos encontrados en Norteamérica. Es más, consideran que
podría confirmar las relaciones que hubo entre la fauna de estas dos
grandes áreas continentales durante el Cretácico medio, cuando creen que
pudo existir una gran paleoprovincia euroamericana.
Por otro lado, también
dan nueva
información sobre las rutas de dispersión que siguieron estos pequeños
mamíferos, que pudieron transcurrir entre Asia y Europa,
y no desde Norteamérica hacia este continente, como parecían indicar los
fósiles hasta ahora.
Kaprosuchus, Laganosuchus y
Araripesuchus, tres nuevas especies de cocodrilos halladas en el
desierto de Sahara.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
Un cocodrilo de seis
metros de largo y tres juegos de colmillos tan grandes como los de un
jabalí salvaje moderno vagó hace millones de años -incluso "galopando"
por tierra- en el norte de Africa, anunciaron los investigadores. Aunque
esta criatura aterrador (Kaprosuchus saharicus, apodado "BoarCroc"
o "Cocodrilo-jabalí", encontrado en Níger) comía carne, no muy lejos
habitaba otro tipo de cocodrilo recientemente descubierto, con un hocico
ancho y llano como panqueque que se alimentaba de pescados.
Esta última especie
encontrada en Níger y Marruecos ha sido llamada Laganosuchus
thaumastos, pero los científicos se refieren familiarmente a
ella como "PancakeCroc" ("Cocodrilo-panqueque"). Para sorpresa de los
científicos, en la misma región vivió un familiar relativamente pequeño,
de un metro (tres pies) de largo, con dientes parecidos a los de un
conejo para mascar plantas y larvas: el Araripesuchus rattoides,
que los investigadores llaman "RatCroc" o "Cocodrilo-rata", encontrado
en Marruecos.
Los
investigadores Paul Sereno de la Universidad de Chicago y Hans
Larsson de la Universidad de McGill en Montreal dieron detalles
el jueves de las tres especies nuevas, junto con nuevos ejemplos
fosilizados de dos cocodrilos antiguos ya conocidos. Ambos
ofrecieron una conferencia de prensa organizada por National
Geographic Society, que patrocinó la investigación. "
Estas especies abren
una ventana en un mundo de cocodrilos completamente diferente a los
seres vivos en los continentes del (hemisferio) norte", dijo Sereno en
alusión a los animales raros que vivían en un continente del hemisferio
sur hace 100 millones de años, conocido como Gondwana.
Los investigadores
indicaron que estos cocodrilos eran capaces de "galopar" en tierra para
cazar, además de bucear en el agua que existía en la región. "Mis
cocodrilos africanos parecían haber tenido tanto piernas ágiles para
avanzar por tierra como una cola versátil para avanzar por el agua",
escribió Sereno en un artículo para la revista National Geographic. "Sus
talentos anfibios del pasado pueden ser la clave para entender cómo
florecieron y, al final, pudieron sobrevivir tras la era de los
dinosaurios", agregó.
Los nuevos hallazgos
son detallados en la revista ZooKeys así como en la revista National
Geographic. El canal National Geographic en inglés preparó un documental
sobre los descubrimientos.
Hallan restos de Teleoceras hicksi, un rinoceronte del
Plioceno de México.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
Expertos mexicanos en paleontología identificaron como pertenecientes a
la especie de rinocerontes 'Teleoceras hicksi' fósiles
que fueron encontrados en el estado de Jalisco, un lugar donde habitaron
hace poco más de 4,5 millones de años, dijo a Efe el responsable de la
investigación. "Cuando supimos que nadie había estudiado los fósiles
nosotros tomamos la iniciativa y hoy estamos describiendo por primera
vez una especie que solamente se había identificado en Estados Unidos",
declaró el científico Rubén Guzmán Gutiérrez.
Restos de la especie habían sido encontrados hasta ahora en Nebraska,
Colorado y Texas, pero jamás en México, donde estaban en la región
jalisciense de Tecolotlán. Guzmán, jefe del Departamento de
Paleontología de la Secretaria de Turismo de Aguascalientes, centro de
México, sostuvo que los fósiles que hoy se encuentran en los museos
Regional y de Paleontología de Guadalajara fueron hallados a fines de
los años sesenta en región jalisciense de Tecolotlán.
En la década de
los setenta se mostraron al público "sin ningún tipo de
especificación relevante acerca de la especie", algo que se ha
subsanado ahora al determinar cuál es la especie a la que
corresponden, aseguran fuentes del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH). El que hay en México es un
cráneo casi completo de 'Teleoceras hicksi' pieza
que además de Guzmán Gutiérrez estudiaron los científicos
Gerardo Carbot Chanona, del Museo de Paleontología Eliseo
Palacios Aguilera en Chiapas, y Javier Juárez Woo, del Museo de
Paleontología de Guadalajara.
"El tipo 'Teleoceras hicksi' era de hábitos anfibios.
Vivió en zonas de clima tropical húmedo y se alimentaba de pastos",
afirmó Rubén Guzmán. Esta especie es de mediano tamaño y con cuernos
mucho más pequeños que los de las especies actuales. A los rinocerontes
'Teleoceras hicksi' se les ubica en el cuarto período
geológico de la Era Cenozoica, época en la que surgieron numerosas
especies vegetales encontradas en estados mexicanos como Chihuahua,
Guanajuato, Sinaloa, Michoacán, Chiapas, Morelos, Hidalgo y Estado de
México, detallaron los paleontólogos del INAH.
"La investigación se
hace tantos años después porque no hay apoyo y tampoco suficientes
paleontólogos, y estamos seguros de que todavía hay mucho por
descubrir", agregó Guzmán Gutiérrez. Además del espécimen del museo, el
investigado e identificado plenamente, en Teleoceras hay vestigios de
otros cinco rinocerontes que están siendo investigados. Para los
científicos mexicanos la nueva información sobre el 'Teleoceras
hicksi' es una gran "contribución al conocimiento científico y
paleontológico de México".
Sinornithosaurus, un dinosaurio terópodos del cretácico
que inyectaba veneno a sus victimas.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
Ni lo veían llegar. El
monstruo, un antecesor de las aves rapaces del tamaño de un pavo,
saltaba desde la rama de un árbol y se acercaba a su presa por la
espalda, posiblemente un pequeño dinosaurio o un ave. En un instante, se
abalanzaba sobre ella, las fauces clavadas alrededor del cuello de la
sorprendida víctima. Y aquí viene lo más increíble:
los dientes incrustados en la carne inoculaban un potente veneno.
La presa entraba rápidamente en estado de shock, pero, todavía viva,
podía ver atolondrada cómo estaba siendo devorada por
su verdugo. Este terrible depredador, denominado
Sinornithosaurus, vivió hace 128 millones de
años en China. Es el primer miembro del linaje de las aves
modernas venenoso como una serpiente. Los científicos nunca habían visto
nada semejante.
«Es un ave
venenosa se mire por donde se mire», afirma el paleontólogo Larry
Martin, profesor de la Universidad de Kansas y autor, junto a
científicos chinos, del estudio sobre el animal, que aparece
publicado esta semana en la revista Proceedings of the National
Academy of Sciences (PNAS) . El descubrimiento «fue una
auténtica sorpresa para nosotros y creemos que causará un gran
impacto», asegura. El Sinornithosaurio (que significa pájaro
lagarto chino), es un pariente cercano del Velociraptor
y del Microraptor, un ave con cuatro alas.
Vivía en los bosques
prehistóricos del noreste de China, repletos de animales como otras aves
primitivas y dinosaurios, un ecosistema realmente rico y exótico donde
nuestro protagonista podía encontrar gran variedad de alimento,
especialmente piezas pequeñas.
Su veneno actuaba muy
rápido. Cuando mordía a sus presas, éstas entraban en estado de shock,
lo que reducía la posibilidad de que se defendieran o emprendieran la
huida. Sin embargo, las víctimas se daban cuenta de su fatal destino,
porque no morían enseguida. Podían ver cómo sus miembros eran
despedazados hasta que se les escapaba su último suspiro. La muerte era
cruenta. Los investigadores han encontrado en la cara del animal
unas depresiones especiales en las que podría haber
albergado las glándulas venenosas. Éstas estaban conectadas por
una larga depresión lateral a una serie de largos y acanalados dientes
en la mandíbula superior. Este sistema, que parece hecho para cazar
pájaros, es similar al que tienen las serpientes
modernas, por lo que ambas especies también podrían estar
emparentadas.
Yacarerani boliviensis, un cocodrilo del cretácico de
Bolivia.
Publicado
en Paleo.
Año 8. Numero 42. Marzo de 2010.
El Yacarerani
boliviensis (“primer yacaré de Bolivia”, en guaraní) fue
descubierto por el paleontólogo argentino Fernando Novas. El hallazgo
confirma que los cocodrilos prehistóricos fueron mucho más variados y
extraños que sus parientes actuales. El descubrimiento,
efectuado en rocas de unos 80 millones de años aflorantes en la zona
central de Bolivia, fue realizado por Novas en compañía de su esposa
Roxana Lo Coco y del paleontólogo uruguayo Alvaro Mones cuando
exploraban afloramientos cretácicos en el Parque Nacional Amboró,
ubicado a unos 50 kilómetros al oeste de la ciudad de Santa Cruz de la
Sierra.
Los fósiles encontrados
incluyen dos esqueletos de cocodrilo con sus cráneos y cinco huevitos
que formarían parte de un nido. Novas contó que “el hallazgo del
Yacareranifue increíble”. Era agosto de 2002 y el paleontólogo
se encontraba de viaje en plena selva amazónica. Debido a la
espesa cubierta vegetal, “era casi imposible identificar allí
algún fósil en las rocas”, contó el especialista. “Pero en un
momento nuestro paseo atravesó el cauce seco de un arroyo en el
que podía verse la capa de areniscas rojas que subyacía al resto
de la selva.
El tipo de roca me
recordaba a las famosas ‘Capas con Dinosaurios’ de la provincia de
Neuquén, con la diferencia de que a ambos lados del cauce del arroyo se
encontraba la espesura de la selva”, relató Novas.
Su
colega Alvaro Mones lo alentó a sacar una foto del paisaje que se
apreciaba desde ese punto y al dejar su mochila en el suelo vio una
pequeña mandíbula repleta de dientes que yacía empotrada en la roca.
“Los huesos eran de color crema, por lo que resaltaban nítidamente de la
matriz rojiza que los contenía. Al arrodillarnos para apreciar más de
cerca de qué se trataba, nos percatamos de que había más huesos
alrededor. No podíamos creer la suerte que habíamos tenido: descubrir
los huesos y dientes de una criatura prehistórica en plena selva, un
sitio que, acostumbrado a la árida estepa patagónica, jamás hubiera
elegido para buscar fósiles”, explicó. El nuevo cocodrilo es un
representante de los notosuquios, un linaje extinguido de cocodrilos que
prosperó en América del Sur, Africa y Madagascar a fines de la era de
los dinosaurios.
A diferencia de los cocodrilos vivientes -todos ellos de hábitos
acuáticos-, los notosuquios poseían cabezas altas con los ojos
orientados lateralmente y las fosas nasales proyectadas hacia delante,
rasgos que revelan que se trataba de reptiles que llevaban una vida en
tierra firme. Los Yacareranisadultos no superaban los 80
centímetros de largo y, aparentemente, vivían en grupos. Es muy
probable que construyeran galerías para refugiarse y depositar
sus huevos. Lo más llamativo de su anatomía era su dentición,
formada por dientes de forma y disposición muy compleja, muy
diferentes de los dientes cónicos y sencillos de los cocodrilos
vivientes.
El Yacarerani
poseía en el extremo de su hocico un grupo de dientes puntiagudos y
proyectados hacia adelante que recuerdan a los incisivos de un conejo.
Hacia atrás, su boca estaba equipada con dientes parecidos a muelas,
provistos de tubérculos aptos para cortar y triturar. Se ignora si se
alimentaba sólo de pequeños animales (por ejemplo, artrópodos y crías de
otros vertebrados) o si en su dieta también incluía vegetales.
Según Novas, está muy
difundida la idea de que los cocodrilos son “fósiles vivientes” cuyo
aspecto y costumbres variaron muy poco a lo largo de su evolución. Sin
embargo, la paleontología demuestra que hacia fines de la era de los
dinosaurios los cocodrilos fueron muy abundantes en tierra firme y
cumplieron roles ecológicos muy dispares. Algunos fueron carnívoros que
compitieron con los dinosaurios por conseguir alimento, en tanto otros
tuvieron el aspecto de corpulentos armadillos. La importancia del
Yacareranies que amplía todavía más el abanico de adaptaciones
de los cocodrilos, al demostrar que también eran pequeños animales con
dientes muy raros y complejos cuyas costumbres resultan difíciles de
dilucidar.
Hallan
restos de un mamífero que depredaba dinosaurios.
Comía sus huevos y
también podía capturarlos vivos. Es el carnívoro de su clase más
grande conocido en la Era Mesozoica. El animal hallado era capaz de
alimentarse de los ejemplares más pequeños de los saurios.
Hace 130 millones
de años, en Liaoning, una provincia al noreste de China, vivió un
mamífero de más de un metro de longitud y unos 14 kilos de peso que
tenía mandíbulas y dentadura lo suficientemente fuertes para
capturar a sus presas vivas. Tanto como para engullirse un
dinosaurio pequeño a la hora del almuerzo o de la cena.
Al menos, esto es lo que se desprende del hallazgo de dos fósiles
muy bien conservados por un grupo de paleontólogos chinos, que se
expondrán a partir de mayo en el Museo de Historia Natural de Nueva
York. Es la evidencia de que aun en los tiempos en que los
dinosaurios reinaban sobre la Tierra, también había animales capaces
de alimentarse de ellos.
Al menos, de los
dinosaurios más pequeños y de los bebes de los saurios más grandes.
En un artículo aparecido ayer en la revista Nature, los doctores Hu
Yaoming y Wang Yuanqing, investigadores del Instituto de
Paleontología y Paleoantropología de Pekín, informan el hallazgo del
esqueleto de un joven dinosaurio Psittacosaurus en el estómago de un
mamífero que ya se conocía, el Repenomamus robustus , que medía
medio metro de longitud y llegaba a pesar unos 4 kilos. Los
científicos, al principio, creyeron que se trataba de una cría del
mamífero. Pero no. Había sido su última cena.
Muy cerca de esos fósiles, a los paleontólogos chinos los aguardaba
otra sorpresa: los restos de un mamífero el doble de grande del
anterior, de más de un metro de longitud y unos 14 kilos de peso
que, según la reconstrucción, se habría parecido al lobo, tigre o
demonio de Tasmania, un marsupial (un mamífero no placentario, como
el canguro) de Australia. Es el Repenomamus giganticus, el mamífero
más grande del período cretácico de la Era Mesozoica, a cuyo
término -hace 65 millones de años- se extinguieron los
dinosaurios.
"No es novedad la
coexistencia mamíferos-dinosaurios -afirma el doctor Gustavo Gillato
Yané, investigador del Conicet y profesor de paleontología de
vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de la Plata-. Lo
novedoso es que los mamíferos mesozoicos conocidos eran de un tamaño
relativamente pequeño, no más grandes que un gato. Pero había
también dinosaurios muy pequeños que los mamíferos podían atacar en
forma directa o bien consumir sus huevos."
El investigador
agrega que "los mamíferos mesozoicos no eran solamente insectívoros:
los había también piscívoros y carnívoros."
Para el doctor Fernando Novas, investigador del Conicet y experto en
el tema, "la importancia de este descubrimiento es que incrementa
hacia arriba el rango de tamaños que los mamíferos desarrollaron
durante la Era Mesozoica".
Novas agregó que, de este modo, al comprobarse que dos grupos de
vertebrados contemporáneos, los dinosaurios y los mamíferos,
establecieron mayores interacciones ecológicas, "se logra una
perspectiva más realista: hubo algunos mamíferos (por ejemplo, el
Repenomamus ) que depredaban algunos dinosaurios hervíboros (
Psittacosaurus) -afirma Novas-. Y, a la inversa, muchos
dinosaurios se alimentaban de pequeños mamíferos con aspecto de
ratas, que era el tipo de mamíferos que predominaba en ese entonces.
Y hoy ocurre algo parecido: los dinosaurios vivientes (las aves)
incluyen hábitos carnívoros, como, por ejemplo, las águilas, que
capturan ratas, al mismo tiempo que existen mamíferos depredadores,
como el zorro, que se alimenta de palomas y pájaros".
El nuevo hallazgo,
¿significa destronar a los dinosaurios de su sitial de
superpredadores? "De ningún modo -dice Novas-. A pesar de que el
nuevo hallazgo documenta que los mamíferos cretácicos podían
capturar y engullir dinosaurios, no modifica la característica más
importante de aquellos remotos ecosistemas terrestres: los
dinosaurios fueron los superpredadores; no hubo mamífero de ese
entonces que alcanzara el tamaño de un Tyrannosaurus rex. Los
mamíferos debieron esperar unos 10 millones de años después de la
extinción de los dinosaurios para alcanzar el tamaño de un tapir o
un búfalo."
Fuentes:
Nature – Paleontología de Argentina Web Site.
Encuentran restos de Stegotetrabelodon,
un elefante del Mioceno de
España.
Publicado
en Paleo. Año 4.
Numero 19. Septiembre de 2006.
Los restos del animal, que posee cuatro colmillos de
dos metros, fueron hallados cerca de Elche y podrían desvelar una
nueva especie.
Paleontólogos del Museo Paleontológico de Elche (MUPE)
excavarán entre julio y octubre de 2006 en el sur de Alicante los
restos de un elefante prehistórico completo de 8,5 millones de años
que, con cuatro colmillos, podría pertenecer a una especie nueva.
El coordinador del equipo de excavaciones, el paleontólogo Enrique
Peñalver, informó de que podría tratarse de un ejemplar de
Proboscidio del género hallado en un yacimiento del sur de la
provincia de Alicante.
Se trata de un animal de tamaño similar a un elefante
africano actual pero con cuatro colmillos o defensas, de unos dos
metros de longitud cada una de ellas. Este ejemplar parece ser que
vivió durante el periodo Mioceno, concretamente en la fase
Vallesiense de esta época glaciar. En el yacimiento se encuentra el
animal completo aunque algo disperso, según Peñalver.
En esta línea, el coordinador indicó que estos animales llegaron a
la actual Península Ibérica procedentes del continente africano “a
través del estrecho de Gibraltar que, por aquel entonces, no estaba
cubierto por el mar”, a lo que añadió: “invadieron España y Europa,
así como la provincia de Alicante, que era un área muy cálida pero
que tenía también cursos de agua, por lo que presentaba un paisaje
similar a las actuales partes áridas de Africa”.
Por su
parte, el director del MUPE, José Manuel Marín, afirmó que
este importante hallazgo servirá para ampliar las
investigaciones y la información que se tiene actualmente
sobre ese periodo geológico. En ese mismo yacimiento ya se
hallaron en el pasado restos de animales de la misma época,
como tigres de dientes de sable, tortugas de gran tamaño y
puercoespines prehistóricos, a los que se une ahora los
restos de este gran elefante.
Para llevar a cabo este proyecto, el MUPE ha recibido
una subvención de 50.000 euros del Servicio Valenciano de Empleo (Servef),
que servirá para contratar durante cuatro meses a seis
paleontólogos.
El apoyo del Servef se enmarca dentro del programa Emorga, que
subvenciona planes de empleo para organizaciones sin ánimo de lucro.
Una vez que concluya la excavación en octubre, comenzará a
organizarse el material recogido para realizar una exposición en el
MUPE, con el objetivo de divulgar este importante hallazgo y
dinamizar el turismo cultural de esta zona.
Por otra parte, Marín anunció que el MUPE y el Museo Arqueológico
Nacional de Níger firmarán a finales de verano un protocolo para
desarrollar una serie de actuaciones de colaboración entre ambos
países. Estas se traducirán en la creación de un museo, en luchar
contra los expolios y efectuar nuevas excavaciones.
Las reuniones previas para esta colaboración se han
mantenido con el primer ministro de ese país y con el ministro de
Cultura, y también se contempla la posibilidad de que estudiantes de
ciclo superior puedan llegar becados a España.
Otro aspecto importante que recogerá el protocolo es la creación de
una red de museos encaminada a luchar contra el expolio y la
piratería patrimonial en ambos países. Según Marín, en este proyecto
se implicarán universidades como la Universidad de Alicante, la
Miguel Hernández de Elche, así como la de Lisboa, Valencia y el
Museo de Ciencias de Los Angeles.
Ligado a este mismo proyecto, un equipo de paleontólogos españoles,
portugueses y estadounidenses prepara una nueva expedición a Níger,
concretamente al mismo lugar donde aparecieron restos de importancia
en una primera campaña de excavaciones del MUPE.
Fuentes:
Valenciana Editorial Interactiva S.L. y PaleoArgentina Web.
Un nuevo ejemplar de Mamut congelado.
Publicado
en Paleo. Año
5.
Numero 27. Septiembre de 2007.
Ni el frío ni 40.000
años han servido al Mamutencontrado en Rusia para
desintegrarse. Alexei Tijonov, el científico ruso que lo estudia,
asegura que este hallazgo les abre las puertas para ampliar el mapa
genético de especies extinguidas en la Edad de Hielo.
La hembra
que murió a los seis meses, ha conseguido mantenerse casi
intacto hasta el descubrimiento de Yuri Khudi, el cazador. Luyba,
que así le llamó su descubridor en honor a su esposa, mide 85
centímetros de altura,130 centímetros desde el tronco a la cola,
y su peso oscila los 50 kilos.
En cuánto se
confirmó que era un Mamut, y no un reno muerto
como si creía en un principio, se avisó al Instituto Zoológico
de la Academia de Ciencia rusa. Allí los científicos propusieron
futuros estudios moleculares, genéticos o microbiológicos, pero
dejaron de lado la idea de la clonación. Ya que sus células no
se encuentran intactas.
El Museo Zoológico
de San Petersburgo es el próximo destino de Luyba, en el que se
encontrará con un macho de su misma especie, descubierto hace 30 años
también en Rusia.
Fuentes.
EFE y PaleoArgentina Web.
Recuperan en China restos fósiles de
Ailuropoda
microtao Panda pigmeo.
Publicado
en Paleo. Año
5.
Numero 27. Septiembre de 2007.
Un grupo de
antropólogos de la Universidad de Iowa anunció el descubrimiento en
China del cráneo de un panda de tamaño enano, el antecesor más antiguo
conocido de estos animales, según informó la publicación "Proceedings of
the National Academy of Science" (PNAS).
Curiosamente, y a
pesar de que pueda parecer contradictorio, el antepasado más antiguo del
Panda gigante es un oso de tamaño enano que vivió en el sur de China
hace algo más de 2 millones de años, afirmó Russell Ciochon, profesor de
antropología de la Universidad de Iowa y uno de los autores del estudio.
Ciochon
manifestó que el ancestro del panda, conocido como Ailuropodamicrotao "Panda pigmeo", medía cerca de 90 centímetros de largo, en
comparación a los más de 150 centímetros del Panda gigante tal y
como lo conocemos hoy en día.
El estudio desveló que, a pesar de los años que los separan, el
antepasado del panda, al igual que el actual, se alimentaba de
bambú, según se ha comprobado luego de encontrar indicios de una
masticación constante en el cráneo hallado.
El hallazgo de este
cráneo muestra que la anatomía básica del Panda gigante se ha mantenido
mayormente sin cambios durante millones de años. Este estudio es
especialmente significativo porque las anteriores investigaciones,
realizadas entre 1985 y 2002 a partir del hallazgo de varios huesos y
dientes, no tuvieron éxito.
La Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China y la Universidad de
Iowa se encargaron de la financiación de este estudio.
Gryposaurus monumentensis, un nuevo
hadrosaurio hallado en Estados Unidos.
Publicado
en Paleo. Año
5.
Numero 27. Septiembre de 2007.
Una nueva especie de
dinosaurio con un inusual hocico dentudo fue descubierta en un
cementerio de dinosaurios en el estado estadounidense de Utah (oeste),
según un estudio divulgado.
El enorme herbívoro
deambuló por el planeta hace 75 millones de años, durante el último
periodo cretácico, y ciertamente era el dueño de sus dominios,
descollando sobre los otros dinosaurios que poblaban esa parte del oeste
de Estados Unidos en esa época.
La criatura tenía una
poderosa mandíbula con forma de pico, con 300 dientes capaces de cortar
casi cualquier tipo de vegetación, y hasta 500 dientes de repuesto
incrustados en su gigantesco maxilar, cuya parte inferior medía unos 70
centímetros de largo.
Un animal adulto podía
llegar hasta los nueve metros de largo, lo que convierte a este
dinosaurio-pato en uno de los mayores hadrosaurios en haber recorrido la
Tierra. "Fue uno de los dinosaurios-pato más robustos de la historia",
dijo Terry Gates, paleontólogo del Museo de Historia Natural de la
Universidad de Utah. "Era un monstruo", agregó.
Un grupo de
paleontólogos de Claremont, California (oeste) descubrió por
primera vez los restos fosilizados del esqueleto del dinosaurio
en 2004, en un remoto sitio del sur de Utah, en un parque
natural protegido conocido como Grand Staircase-Escalante
National Monument.
En 2005,
paleontólogos del Museo de historia natural de la Universidad de
Utah continuaron con la excavación, recuperando los bien
preservados restos del esqueleto, de 90 kilos de peso.
Al esqueleto le
faltaban piezas clave de la región de la nariz pero los paleontólogos
pudieron hacer coincidir el esqueleto con fragmentos de nariz y otros
fósiles recuperados previamente en la zona.
Los científicos suponen
que la cabeza de la criatura rodó hasta una curva de un río, donde quedó
parcialmente enterrada. La parte derecha de la cabeza se mantuvo
expuesta a la corriente del río, desplazando varios huesos antes que
quedara toda enterrada. Los investigadores bautizaron a la criatura 'Gryposaurus
monumentensis', en honor a su extraño pico y el lugar donde fue
encontrado.
En esta región de Utah
han sido recuperados una docena de restos fósiles de dinosaurios, muchos
de nuevas especies. Se han encontrado fósiles también en Montana y
Alberta, Canadá, lo que sugiere que estas criaturas deambulaban más bien
por áreas pequeñas, más que migrar por el continente, como pensaron
alguna vez los investigadores. "Debe haber habido una barrera
-posiblemente física, posiblemente ecológica- que evitó que migraran más
lejos", indicó Gates, que informó sobre su descubrimiento en el Journal
of the Linnean Society. "Simplemente no sabemos aún qué fue", añadió.
Fuentes;
AFP y PaleoArgentina Web.
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