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Neptunidraco ammoniticus, una nueva especie de
cocodrilo del Jurasico italiano.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 53. Marzo de 2011.
Fósiles de una
nueva especie, pariente de los cocodrilos, han sido descubiertos en
una piedra caliza alguna vez destinada para mostradores de cocina
italiana, afirma un nuevo estudio.
Los fósiles fueron descubiertos originalmente en 1955 en una cantera
de piedra caliza de Ferrara, Italia, luego de que los trabajadores
cortaran un enorme bloque en cuatro losas y encontraran los huesos
atrapados en su interior.
"Cuando el dueño vio los huesos, decidió guardar las losas", dice
Federico Fanti, coautor del estudio y geólogo del Museo Geológico
Giovanni Capellini, en Italia.
Los científicos solo examinaron superficialmente los huesos ?lo
suficiente para determinar que pertenecían a un antiguo cocodrilo?
antes de que las losas fueran enviadas a dos museos italianos. Los
fósiles permanecieron sin estudiarse hasta 2009, cuando los
científicos decidieron reexaminarlos con más detalle. El análisis de
los huesos incrustados reveló un cráneo y algunas vértebras
pertenecientes a una especie previamente desconocida de reptil
prehistórico de 165 millones de años de antigüedad llamado
Neptunidraco ammoniticus.
La criatura recién
encontrada resultó ser el miembro más antiguo conocido de los
Metriorrínquidos, una familia de milenarios cocodrilos marinos que
recorrieron los océanos de la Tierra durante casi 30 millones de
años antes de extinguirse. Los científicos creen que los
Metriorrínquidos se separaron de los ancestros de los cocodrilos
modernos hace aproximadamente 200 millones de años.
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A
diferencia de los cocodrilos modernos, cuyo estilo de vida
es semiacuático, los científicos creen que el N.
ammoniticus era un depredador completamente marino
que raras veces o nunca se acercaba a tierra.
El
animal de 4 metros de largo se comparaba en tamaño con los
cocodrilos modernos, pero su cráneo es más aerodinámico, su
cuerpo más hidrodinámico y tiene una cola vertical muy
parecida a la de los peces o tiburones. Basados en
descubrimientos previos de fósiles de otras especies de
Metriorrínquidos, los científicos también sospechan que el
N. ammoniticus tenía aletas.
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"Estaba tan
adaptado a vivir en el mar que no podía sobrevivir fuera del agua.
En general, era más delfín que cocodrilo", dice Andrea Cau, coautor
del estudio y paleontólogo de la Universidad de Bolonia, Italia. Sin
embargo, pese a todas sus adaptaciones acuáticas, el N.
ammoniticus y otras especies de cocodrilos marinos no
cortaron completamente el vínculo con el mundo de la superficie,
señala Cau. Al igual que las ballenas y los delfines, tenían que
nadar a la superficie para respirar y, al igual que las tortugas
marinas, tal vez se arrastraron por las playas una vez al año para
depositar sus huevos.
Aunque aterrador
bajo estándares modernos, el N. ammoniticus tampoco
era un depredador alfa entre sus antiguas contrapartes marinas. Por
ejemplo, a este pariente de los cocodrilos lo empequeñecían los
principales depredadores marinos, como el plesiosaurio de cuello
corto Liopleurodon, que podía llegar a medir más de 25
metros. En todo el mundo se ha encontrado fósiles de
Metriorrínquidos, lo que sugiere que vagaban libremente por los
antiguos océanos de la Tierra.
Basados en el tamaño y forma de sus dientes, los científicos piensan
que Metriorrínquidos como el N. ammoniticus se
alimentaban de peces y calamares y, tal vez, de otros reptiles.
Pero el N. ammoniticus es el único pariente de los
cocodrilos que se sabe que vivió en el antiguo mar de Tetis,
localizado al norte del supercontinente de Gondwana y que ahora es
parte de Italia. Su presencia en Tetis sugiere que los
Metriorrínquidos fueron "aún más exitosos" de lo previamente
pensado, destaca Fanti, cuya investigación aparece en la próxima
emisión de la revista Gondwana Research.
Pese a ello, el
grupo no sobrevivió, acota. "Trataron de colonizar un mundo marino y
de sobrevivir con lo que el mar proveía, pero fracasaron", precisa.
Encuentran fósiles paleobotanicos del Carbonífero.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 53. Marzo de 2011.
Piezas fósiles
como la de una flor que por su apariencia simula una amapola
petrificada, forman parte de los más recientes hallazgos ubicados en
minas y otros parajes de la región Carbonífera, por paleontólogos
aficionados.
El integrante de
la A.C. “Paleontólogos Aficionados de Sabinas”, José Martín Galicia
Chávez, informó que un reconocido paleobotánico mexicano, que
actualmente trabaja en Estados Unidos, ya ha mostrado interés en
estudiar la pieza. Se estima que por la profundidad de 200 metros a
la que fue encontrada, la flor del tamaño de una moneda de cinco
pesos, data del período carbonífero.
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Manifestó que igualmente se han descubierto fósiles de
plantas que incluyen hojas de palmera, helechos, y otras
parecidas a las de nogal y álamos, pero que aun no han sido
plenamente identificadas. “Igualmente se ha encontrado una
pieza que parece ser de un invertebrado, es decir un
anmonite, lo que da referencia que la región Carbonífera
pudo haber estado cubierta por agua dulce, y en algunas
zonas fue mar”, explicó. |
El paleontólogo
interesado especialmente en los fósiles de carbón, añadió que además
de minas, otros de sus sitios preferidos para explorar son el paraje
conocido como la loma “El Menor”, y otros aledaños a la comunidad de
Minas de Barroterán.
Iberica hahni, un pequeño mamífero del Cretácico de
Teruel.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 53. Marzo de 2011.
Investigadores de
la Universidad de Zaragoza han descubierto, en la localidad de Galve
(Teruel), un pequeño mamífero herbívoro, del tamaño de un ratón,
coetáneo de los dinosaurios que vivían hace 130 millones de años, y
al que han identificado por dientes aislados.
El hallazgo de los
científicos Ainara Badiola, José Ignacio Canudo y Gloria Cuenca, del
grupo de investigación Aragosaurus-IUCA, acaba de ser publicado en
la revista científica inglesa "Cretaceous Research", ha informado
hoy la Universidad de Zaragoza. Este mamífero ya extinguido ha sido
bautizado como "Iberica hahni", pertenecía al orden de
los multituberculados herbívoros, y se caracterizaba por presentar
dientes o muelas con numerosas cúspides o picos en toda la
superficie, que le permitían disponer de mayor superficie de
masticación para moler plantas y frutos.
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Los dientes
aislados de los multituberculados se han recuperado con la
técnica del lavado-tamizado de toneladas de sedimento en el
campo y el triado de los concentrados mediante el uso de
lupas binoculares en el laboratorio. Esta dentición recuerda
a la de los roedores, aunque diferente, con la presencia de
largos incisivos, seguidos de un diastema dental (parte de
la dentadura que no tiene dientes). Se trata de unos dientes
especializados en procesar vegetales, aunque se desconoce
cuál sería la dieta precisa de estos mamíferos extintos. |
La localidad
turolense de Galve es conocida por el descubrimiento de dinosaurios,
de los cuales se han descrito dos hasta el momento, los saurópodos
Aragosaurus y Galvesaurus, que convivían con
pequeños mamíferos herbívoros del tamaño de los actuales ratones,
los multituberculados. De hecho, en Galve, hay al menos cuatro
especies de estos animales en las rocas de hace unos 130 millones de
años, que han sido identificados exclusivamente por dientes
aislados. El nombre genérico del nuevo multituberculado de Galve, "Ibérica",
está dedicado a la Península Ibérica, y la especie, "hahni",
a los investigadores alemanes Gerard y Renate Hahn, especialistas en
multituberculados y que han publicado diferentes trabajos en la
localidad turolense.
Los fósiles de
multituberculados de Galve fueron recuperados en los años 1960 y
1970 por los equipos alemán y español, liderados por los
investigadores Walter Kühne y Miquel Crusafont de las Universidades
Freie Universität Berlin y de Barcelona, respectivamente.
Xenicibis xympithecus, un ave de fines del
Pleistoceno de Jamaica.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 53. Marzo de 2011.
Como si de
caballeros medievales se trataran, estos pájaros prehistóricos se
enfrentaban en duelos "lanza en ristre". La diferencia es que en
estos 'torneos' las armas usadas eran sus propias alas.
Paleontólogos de la
Universidad de Yale y del Instituto Smithsonian han descubierto que
el Xenicibis xympithecus, miembro de la familia de los
ibis que vivió hace unos 10.000 años exclusivamente en Jamaica,
batía sus alas
como si de un
mangual se tratase. El pájaro prehistórico
balanceaba la parte superior de su
brazo
oscilante gracias a las articulaciones,
que funcionaban como bisagras, y luego golpeaba a
sus enemigos con la parte gruesa de los huesos de sus alas, según
recoge el estudio publicado en
Proceedings of
the Royal Society B.
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Es la mayor
especialización armamentística que hayamos visto nunca en un
pájaro "Ningún animal ha evolucionado nunca a nada
parecido", explica Nicholas Longrich, de la Universidad de
Yale y responsable de la investigación. "No conocemos
ninguna otra especie que use su cuerpo como un mangual. Es
la mayor especialización armamentística que hayamos visto
nunca en un pájaro", asegura. |
Como parte del
estudio, los investigadores analizaron esqueletos parciales de
Xenicibis xympithecus descubiertos
recientemente y vieron que sus alas eran muy diferentes a todo lo
que habían visto con anterioridad. "Cuando las vi por primera vez
creí que se trataba de algún tipo de deformidad", afirma Longrich.
El Xenicibis xympithecus es del tamaño de una gallina
grande, similar a otros miembros de la familia de los ibis.
Exceptuando sus alas, que incluyen
huesos gruesos
y con la parte delantera curvada.
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El equipo
encontró que varios huesos de las alas analizadas tenían
evidencias de duros combates. Estas
peculiaridades llevaron a los investigadores de Yale a
pensar que tendrían que "utilizarlas para algo". Se sabe que
algunos pájaros usan sus alas para golpear o a modo de
martillo. |
Pero el
Xenicibis xympithecus es el único animal
conocido que las blandía de esta particular forma, como si fueran
dos
bates de béisbol dispuestos a machacar a sus oponentes.
Los científicos
creen que con esta técnica podrían defenderse de otras especies que acecharan a sus huevos
o crías. Los ibis de hoy en día han perdido la contundencia sus
antecesores, pero siguen siendo muy territoriales y a menudo se
enzarzan en luchas en la época de nidificación o por comida.
Encuentran icnitas de Artcodus simus en Estados
Unidos.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 54. Marzo de 2011.
Las marcas de un
zarpazo han llevado a descubrir que hubo un tiempo en el que un oso
gigantesco, que medía 1,8 metros de altura en cuatro patas y casi
cuatro metros cuando se ponía sobre sus dos patas traseras, y que
habitó en el planeta hace cientos de miles de años, coincidiendo con
la Edad de Hielo.
Este monstruo
prehistórico, que debió causar auténtico terror entre sus víctimas
con sus 816 kilos de peso, vivió en la Cueva Riverbluff cercana a
Springfield, en Misuri (Estados Unidos) y, según los paleontólogos,
podía superar los 70 kilómetros por hora de velocidad cuando
perseguía una presa.
El hallazgo de la
cueva, donde se han encontrado tantas pistas sobre este
Artcodus simus, tuvo lugar hace cinco años y fue fruto de la
casualidad. Los obreros construían una carretera en la zona cuando
hicieron un agujero en las rocas y el fango que había sellado la
cueva hace al menos 55.000 años.
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Enseguida
llegaron al lugar los paleontólogos, que han sacado desde
entonces 5.000 microfósiles incrustrados en la arcilla desde
hace un millón de años y el momento en el que se cerró la
cueva, según ha declarado a la agencia AP el naturista Matt
Forir. Entre otros restos, han aparecido huesos de mamuts,
caballos, tigres de diente de sable, leones americanos y
caparazones de una especie de tortuga desconocida. "Es un
auténtico tesoro paleontológico porque todo estaba sellado
como una cápsula", ha asegurado Larry Agenbroad, experto en
mamíferos prehistóricos de Dakota. |
Pero lo más
llamativo es el zarpazo en la pared. "Si se confirma que es del oso,
los otros fósiles serían la primera prueba real de lo que comía esta
especie en la Edad de Hielo", ha declarado Greg McDonald, otro
paleontólogo. Por lo que se sabe de este animal, fue el mayor
depredador de su tiempo, con una mandíbula impresionante, colmillos
con gran capacidad perforadora y muelas puntiagudas que podían
machacar los huesos de un mastodonte. Un morro poco pronunciado, un
cuerpo corto y unas piernas largas completan el retrato de un animal
que, como poco, doblaba el tamaño de los osos que hoy se conocen.
Respecto a sus
hábitos, se cree que vivía solo, salvo cuando las hembras tenían
crías de las que cuidar o en época de apareamiento. Pese a su
poderío, no pudo sobrevivir a la última glaciación por la
competencia de los osos marrones y los grisis, más pequeños, pero
con más posibilidades de atrapar a las rápidas presas con las que
compartían el gélido ecosistema de aquellos tiempos.
Investigadores Chilenos encuentran fósiles de
mosasaurio y plesiosaurios en la Antártica.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 54. Marzo de 2011.
Un paraíso para los
paleontólogos resultó ser la Antártica, según descubrió el grupo de
chilenos que componen la expedición científica al continente blanco.
Tal es la cantidad de evidencia encontrada respecto de la existencia
de vida animal y vegetal desde hace al menos 65 millones de años,
que ya se aventura que con más estudios podría confirmarse la
existencia de Gondwana.
“Sudamérica y la
península antártica fueron parte de un súper continente llamado
Gondwana, y este tipo de hallazgos está confirmando la hipótesis. Es
decir, ambas zonas tuvieron similar fauna y flora hace más de 65
millones de años, en la época en que gobernaban los dinosaurios”,
dijo el jefe del proyecto geológico y paleontológico del programa
Anillos de Ciencia Antártica, del Instituto Chileno Antártico,
doctor David Rubilar.
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“Hallamos
restos de un cráneo de mosasaurio y vértebras de
plesiosaurios, reptiles marinos gigantes. Los mosasaurios
serían parientes de los actuales varanos o Dragones de
Komodo. Eran enormes (como orcas), con extremidades a modo
de aletas y que han planteado algunas preguntas acerca del
origen de las serpientes y si éstas evolucionaron o no de
formas acuáticas. Mientras que los plesiosaurios no exhiben
pariente alguno en la actualidad”, añadió el profesional. |
Además fueron
encontrados un hueso de brazo de un tipo de ave de gran envergadura,
mayor a la de un albatros —probablemente de pelagornítido— y que
tenían proyecciones en sus picos a modo de dientes. Aparte de
moluscos, restos de tiburones, pingüinos extintos y ammonites
(moluscos cefalópodos extinguidos, que solían tener un duro
caparazón en espiral enrollado sobre sí mismo, de hasta dos metros
de diámetro), los científicos dieron con muestras de árboles
coníferos.
“Para esta zona
sería una gran novedad desde el punto de vista paleontológico. Una
vez que analicemos los restos en el laboratorio podremos
confirmarlo”, explicó Rubilar.
Amphiperatherium frequens, un mamífero marsupial del
Mioceno de Castellón.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 54. Marzo de 2011.
Un equipo formado por los paleontólogos Vicent Crespo, Francisco
Javier Ruiz y Plini Montoya, de la Universidad de València (UV), y
Marc Furió, del Institut Català de Paleontología (ICP), ha
recuperado fósiles de marsupiales -grupo
al que pertenecen los canguros o los koalas- en las
cercanías de Araia, pedanía perteneciente al término municipal de
Alcora (Castellón), según ha informado la institución académica en
un comunicado.
Este grupo de mamíferos, que se caracterizan porque las crías
completan su desarrollo en el interior de la bolsa marsupial materna
(o marsupio), habitaron también en épocas pasadas en África, Asia y
Europa. En estos tres continentes,
los
marsupiales se fueron extinguiendo a lo largo del Terciario,
y el último registro en Europa data del Mioceno.
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La
especie fósil hallada en tierras castellonenses, cuyo nombre
científico es Amphiperatherium frequens, está
emparentada con los marsupiales americanos, ya que forma
parte de la
familia de los didélfidos, a la que también
pertenecen las zarigüeyas actuales. |
Además de los marsupiales, se han obtenido también restos de
roedores, insectívoros, quirópteros (murciélagos) y de algunos
grandes mamíferos, que han permitido fechar los yacimientos
paleontológicos en unos 16 millones de años de antigüedad, en la
parte inferior de la época conocida como Mioceno. Por tanto,
los fósiles
recuperados en Araia pertenecen a los últimos marsupiales que
habitaron la Península Ibérica, según ha explicado
la UV.
El ambiente donde vivían estos animales debió tratarse de una zona
boscosa subtropical, en las cercanías de un gran lago
que abarcaba los actuales términos municipales de Alcora y
Ribesalbes. En la parte profunda del lago se depositaron los
sedimentos que constituyen el clásico yacimiento paleontológico de
conservación excepcional de Ribesalbes, que ha proporcionado
"magníficos" fósiles de plantas, insectos y anfibios.
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En una
etapa posterior, en los fangos de las riberas del lago se
acumularon los restos esqueléticos de mamíferos que
constituyen los yacimientos de Araia. Para su obtención, se
tuvieron que procesar varias toneladas de sedimento, que fue
tamizado para eliminar las arcillas y los limos.
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Posteriormente, se procedió a triar el residuo grano a grano para
extraer los fósiles, que consisten sobre todo en dientes aislados.
Para
su estudio se requieren técnicas de microscopía electrónica, ya que
estas piezas dentarias poseen un tamaño que no suele superar el
milímetro.
Los trabajos paleontológicos en el área de Araia, que se han llevado
a cabo durante los años 2009 y 2010, han sido autorizados y
financiados por la Conselleria de Cultura de la Generalitat
Valenciana.
Los primeros
resultados se han presentado recientemente en el congreso anual de
la Society of Vertebrate Palaeontology, celebrado en
Pittsburgh (Estados Unidos).
Además, según la UV, la "gran
riqueza paleontológica" que encierran los
afloramientos de Araia d'Alcora permite "albergar esperanzas de
realizar nuevos hallazgos de interés científico durante futuras
campañas de excavación".
Tianyulong confuciusi, un
antiguo ornitópodo con indicios de plumas.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Un equipo de
científicos chinos y estadounidenses ha descubierto en China el
fósil de un dinosaurio del grupo de los ornitópodos (herbívoros) que
presenta señales de haber tenido algo parecido a plumas, lo que
modificaría la teoría sobre el origen del plumaje en esos animales
prehistóricos. El hallazgo, del que se hace eco la revista
científica británica “ Nature ” , tuvo lugar en el condado chino de
Jianchang, en la provincia de Liaoning, y el fósil parece
corresponder al periodo conocido como Cretáceo temprano (hace entre
144 y 99 millones de años) .
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Hasta
ahora se tendía a pensar que los pájaros actuales, que
vienen a ser dinosaurios con plumas, descendían de los
terópodos, unos dinosaurios carnívoros bípedos del grupo de
los saurisquios que vivieron desde el Triásico superior
hasta el Cretáceo superior (hace entre 228 y 65 millones de
años). Sin embargo, el fósil descubierto por Hai-Lu You, de
la Academia china de ciencias geológicas, y Lawrence Witmer,
de la universidad estadounidense de Ohio, desafiaría esa
teoría, dado que presenta indicios de plumas pero en cambio
pertenece a la familia de los pequeños
heterodontosaurus, del grupo de los ornitópodos
(fitófagos) |
El fósil,
bautizado como “Tianyulong confuciusi” , tiene en
varias partes del cuerpo estructuras filamentosas externas parecidas
a plumas, señalan los científicos. Esas estructuras, que no
presentan signos de ramificarse, tienen el mismo tamaño y están
agrupadas en tres zonas, más una cuarta, en la cola, donde son más
largas, de hasta 6 centímetros.
Hasta ahora, los
heterodontosaurus se habían hallado en África y
datado del periodo del Jurásico temprano (hace 205 hasta 190
millones de años). El descubrimiento de estos paleontólogos traslada
además por primera vez ese grupo de dinosaurios herbívoros,
caracterizados por sus cuerpos pequeños y gráciles, al continente
asiático.
Fuente: EFE y
Grupo Paleo.
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Recuperan fósil de un enorme Pliosaurio |
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en el archipiélago ártico de Svalbarb. |
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Los restos de un
monstruo carnívoro que habitó los mares en el reinado de los
dinosaurios y superó en tamaño al famoso Tiranosaurus Rex
del Cretácico, han sido descubiertos en una isla del
archipiélago ártico de Svalbarb. Según publica en su edición
electrónica el diario “The Guardian”, un grupo de “cazadores”
noruegos de fósiles ha encontrado la parte trasera del cráneo del
animal en el sudoeste de la isla de Spitsbergen (Noruega).
El hallazgo,
asegura el periódico británico, “ha sido descrito como uno de los
descubrimientos más significativos del Jurásico“. El depredador ha
sido identificado como una nueva especie de pliosaurio, un grupo ya
extinto de reptiles acuáticos caracterizados por un cráneo enorme,
un cuello corto y cuatro aletas para desplazarse en el agua.
“Es realmente
grande. Tenemos partes de la mandíbula inferior que son gigantes en
comparación con cualquier cosa vista antes” Las medidas de la parte
trasera del cráneo y otros 20.000 fragmentos óseos hallados en la
isla ártica muestran que la criatura ocupaba la cúspide de la cadena
alimenticia y vivía a base de comer calamares, pescados y otros
reptiles marinos.
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Para
hacerse una idea del colosal tamaño del pliosaurio, su
cabeza era dos veces más grande que la del
Tiranosaurus Rex y su mandíbula estaba salpicada de
dientes de casi 30,5 centímetros de longitud.
Los
paleontólogos calculan que el animal, cuyo mordisco era
cuatro veces más poderoso que el del Tiranosaurus Rex,
medía 15 metros de largo, pesaba 45 toneladas y dominó los
océanos hace 147 millones de años. “Es realmente grande.
Tenemos partes de la mandíbula inferior que son gigantes en
comparación con cualquier cosa vista antes”, afirmó Espen
Madsen Knutsen, paleontólogo del equipo de la Universidad de
Oslo que ha examinado los restos. |
Los investigadores
avistaron los primeros vestigios del animal durante el último día de
una expedición llevada a cabo en 2007, en la que dieron con huesos
de pliosaurios más pequeños. Sin embargo, Jorn Hurum, director de la
expedición y miembro del Museo de Historia Natural de la Universidad
de Oslo, reparó en que había unos huesos más grandes en el terreno y
marcaron ese paraje con un GPS (sistemas de navegación). El pasado
mes de agosto, el equipo regresó al lugar del hallazgo y quedó
asombrado al comprobar que los restos correspondían al mayor
pliosaurio encontrado hasta la fecha.
Los paleontólogos
han pasado los últimos meses limpiando y midiendo los fragmentos,
con el fin de elaborar un dibujo del depredador.
Fuente:
Noticias24/EFE y Grupo Paleo.
Hurdia victoria un gran depredador invertebrado del
Cámbrico.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Un equipo
investigador de la Universidad de Uppsala (Suecia) ha descubierto un
animal predecesor de los artrópodos, bautizado Hurdia victoria,
que fue un "temible depredador" marino hace entre 540 y 500 millones
de años. Los científicos, dirigidos por Allison Daley, explican en
la revista estadounidense "Science" que este gran animal y sus
primos cercanos, todos de la familia de los anomalocarídicos,
dominaron los mares del periodo Cámbrico y se comieron a buena parte
de sus habitantes.
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Los
anomalocarídicos, entre los que se encontraba el
anomalocaris, eran animales de gran tamaño y bocas dentadas
y se conocen por el sobrenombre de tiranosaurios rex
del Cámbrico. Anomalocaris y
Hurdia victoria forman parte, probablemente, del
origen del linaje evolutivo de los artrópodos, el gran grupo
que abarca insectos, crustáceos, arañas, miriápodos y
quilópodos. Los primeros fósiles del Hurdia victoria
se descubrieron hace cien años, pero los trozos de sus
restos llegaron a clasificarse dentro de hasta ocho grupos
animales, incluidos los crustáceos, las medusas y los
pepinos de mar. En la década de los 90 se encontraron nuevos
especímenes en Canadá y ahora los investigadores han podido
completar el puzzle y descubrir que los distintos restos
forman parte de una única y desconocida especie:
Hurdia victoria. |
Su cuerpo es
segmentado, en su cabeza tiene dos garras espinadas y una estructura
de mandíbula circular con muchos dientes y posee branquias. "La
mayoría del cuerpo está cubierto por las branquias, que
probablemente eran necesarias para que un animal tan grande y activo
nadador obtuviera oxígeno", explica la responsable de la
investigación, Allison Daley.
El rasgo novedoso y
misterioso de esta especie es el gran caparazón de tres partes que
nace de la zona delantera de su cabeza hacia el exterior. "Esta
estructura no se parece a ninguna otra observada en otro fósil o en
los artrópodos vivos", afirma Daley. Muchos animales tienen una
concha o caparazón que protege sus órganos blandos, pero en el caso
de este depredador marino está vacía y ni cubre ni protege al resto
del cuerpo. Hurdia victoria vuelve a quebrar las
cabezas de los paleontólogos, que en esta ocasión deberán descifrar
el misterio de su cabeza.
Fuente: EFE y Grupo
Paleo
Un gran Mamut en el Pleistoceno de Los Ángeles.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Científicos
estadounidenses desenterraron en medio de la ciudad de Los Ángeles
el esqueleto casi completo de un mamut, según ha informado el diario
"Los Angeles Times" en su página de Internet. Los restos óseos del
animal, apodado "Zed", fueron hallados durante una excavación para
construir un aparcamiento subterráneo. El esqueleto está siendo
limpiado en el Museo George C. Page de Los Ángeles que vivió
durante la
Edad de Hielo,
es decir, hace unos
40.000 años.
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Hasta el
momento, lo único que pueden afirmar los expertos es que "Zed"
tenía una altura de unos tres metros, medido en la cadera, y
que tenía una edad de entre 47 y 49 años. Los colmillos,
piezas en general frágiles, también están prácticamente
intactos. Sólo falta en el esqueleto una pata trasera, una
vértebra y parte del cráneo.
Por si
fuera poco, junto al mastodóntico Zed, los paleontólogos han
hallado también huesos de 700 animales, entre ellos,
bisontes, leones, lobos, caballos, linces, bisontes,
tortugas, serpientes y coyotes. |
Según John Harris,
investigador del Museo de Historia Natural de la Ciudad, el
emplazamiento, conocido como La Brea, es el resultado de un fenómeno
natural de
afloramiento
de hidrocarburos
en cuya trampa cayeron numerosos animales muchos milenios
antes de que la zona formara parte de una de las mayores ciudades de
Estados Unidos.
En La Brea, la
localidad en las afueras de Los Ángeles donde se encontraron los
restos del mamut, han sido hallados en el pasado gran cantidad de
fósiles, de entre 10. 000 y 40. 000 años de antigüedad. Entre los
años 1906 y 1914, los investigadores desenterraron restos de 34
Mamuts. "Pero en ese caso, se trataba de huesos
desordenados", indicó el paleontólogo Christopher A. Shaw, al "Los
Angeles Times". Los mamuts se extinguieron en América del Norte hace
más de 10.000 años.
Guiyu oneiros, un pez primitivo del Silúrico superior
de China.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Dice el paleontólogo Michael Coates, de la Universidad de Chicago,
que, "como norma, los fósiles más antiguos de grupos vivos suelen
encontrarse en muy mal estado, y tales fragmentos se prestan a
interpretaciones contenciosas". Por eso
hallar un
ejemplar completo, o casi completo, es siempre una novedad
con importantes repercusiones.
Es
lo que les ha ocurrido a un equipo de científicos chinos, que han
dado con
un pez
primitivo que conserva todas sus partes salvo la aleta caudal,
según publican en Nature.
El magnífico ejemplar procede de un yacimiento de la provincia de
Yunnan, en China, y ha resultado ser, además de casi entero,
el más antiguo
de todos los peces mandibulados enteros que se conservan:
tiene
419 millones de años de edad, lo que lo sitúa en el
Silúrico superior (época Ludlow) en la escala geológica del tiempo.
'Guiyu'
o "pez secreto" es el nombre con el que los investigadores han
bautizado al espécimen, único ejemplar de su género y de su especie.
Guiyu oneiros es su nombre completo: el pez secreto y
onírico, que acaba de superar al anterior ejemplar de pez óseo
completo más antiguo, Dialipina salgueiroensis, ocho
millones de años más joven, y se ha convertido también en el miembro
más viejo del linaje de los peces óseos superiores o propiamente
dichos, si bien no es basal (primitivo).
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"El
principal valor del hallazgo es, desde luego, la excepcional
conservación del fósil para lo antiguo que es", explica
Héctor Botella, de la Universidad de Valencia.
El fósil
fue hallado en la formación de Kuanti en un yacimiento rico
en fauna marina silúrica en Yunnan (provincia que, por
cierto, cuenta con el principal lagerstätte -yacimiento de
gran calidad por su diversidad y excelente estado de
conservación- de los primeros animales que poblaron los
mares de la Tierra hace cerca de 600 millones de años, en el
Cámbrico). La comparación con otros tres ejemplares
fragmentados de peces primitivos posteriores en el tiempo ha
permitido a los investigadores colocar al nuevo pez en el
complejo puzzle filogenético, aún lleno de agujeros. |
De hecho, el
hallazgo de 'Guiyu' ha sido para el árbol geneaológico de los peces
primitivos lo que es para un juez un importante testigo presencial.
El fósil, con su anatomía prácticamente intacta, y gracias a la
comparación con sus compañeros óseos 'Psarolepis', 'Naxilepis'
y 'Ligulalepis', ha sido colocado cerca (poco después)
de los inicios de una importante divergencia evolutiva: la de la
separación entre actinopterigios y sarcopterigios, que a la luz de 'Guiyu'
ha sido datada como aproximadamente contemporánea al pez, es decir,
no más tarde de hace 419 millones de años. 'Guiyu' es,
pues, un sarcopterigio basal.
Actinopterigios y
sarcopterigios son las dos clases que componen a los peces óseos
(los primeros surgen a partir de los segundos), que a su vez
pertenecen a los peces mandibulados. Esta divergencia fue crucial en
la historia evolutiva, ya que de los peces óseos ha surgido el 98%
de los vertebrados vivos, incluidos los humanos. Serán los
sarcopterigios los que darán lugar a los tetrápodos; "peces"
evolucionados que convirtieron sus aletas en patas y saltaron a la
tierra para dar paso, mucho más tarde, a todos los mamíferos.
Como sarcopterigio
basal (primitivo), 'Guiyu' comparte rasgos con otros
sarcopterigios y con los actinopterigios. "Es esperable que comparta
rasgos con otros grupos basales, porque están muy cerca
evolutivamente", añade Héctor Botella. El nuevo pez presenta, en
palabras de los autores del estudio,
"un mosaico"
de características de los distintos peces mandibulados
a los que pertenecen los óseos. Esta combinación de rasgos
arroja
nueva luz
sobre los orígenes de los peces óseos
y confirma las sospechas derivadas de fósiles
fragmentados. "El descubrimiento de 'Guiyu' ofrece una
restauración completa de un pez primitivo con un mosaico de
características de los gnatóstomos [peces mandibulados]", escriben
los autores.
Recuperan numerosas especies de vertebrados del
Pleistoceno de Venezuela.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
En un yacimiento de
Monagas, hallaron restos de 34 animales del Pleistoceno. El
armadillo del tamaño de un Volkswagen, Holmesina
septentrionales, correteaba por las sabanas de Monagas. Su
mayor preocupación era, probablemente, escapar de depredadores como
los tigres dientes de sable, Smilodon fatalis y
dientes de cimitarra, Xenosmilus hodsonae, el león del
pleistoceno, Panthera atrox o del lobo del
pleistoceno, Canis dirus.
Todos esos animales prehistóricos y por lo menos 29 más, habitaban
en lo que ahora es territorio venezolano, en la era del Pleistoceno
que se calcula comenzó hace más de dos millones de años y finalizó
hace unos doce mil años. Quedaron atrapados en brea y se fosilizaron
unos sobre otros, creando un fabuloso yacimiento descubierto en
1996, y que ha sido llamado “El Breal de Orocual”,
población del Estado Monagas, a veinte kilómetros de Maturín,
en cuyas cercanías se encuentra este tesoro paleontológico.
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Por un
maquinista
no esperaba encontrar tal yacimiento prehistórico
en esa tierra de Monagas. Lo único que quería hacerse, bajo
ese sol abrumador del oriente de una mañana de junio, era
cavar la tierra seca y colocar un acueducto de Pdvsa. En eso
andaba el maquinista de la industria petrolera cuando sintió
que la pala de la excavadora tropezaba con algo duro. Cuando
miró intuyó lo extraordinario. Paró la máquina y le dijo a
su supervisor: "allí hay dos huesos, y no son humanos". Eran
gigantes. |
A partir de ese
hallazgo, Pdvsa y el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas desarrollaron las labores de paleontología en Orocual.
En el Centro de Arte La Estancia, la I reunión internacional sobre
este breal.
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La
lideraron Ascanio Rincón, paleontólogo del IVIC; Greg
MacDonalds, asesor del proyecto y Néstor Castillo,
representante del consejo comunal de la zona.
"Este
yacimiento es único, tanto por sus dimensiones (37 mil
metros cúbicos de asfalto) como por la cantidad de especies
prehistóricas, incluso inéditas en el país, que hemos
encontrado", explicó Rincón. McDonalds admitió que, en su
experiencia mayor de 25 años, nunca había visto un
yacimiento tan rico paleontológicamente, como el de Monagas.
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Además de enormes
vertebrados, se han identificado hojas, insectos e invertebrados.
Entre los animales más importantes identificados están caimanes,
tortugas, patos, zamiros, gavilanes, 5 ó 6 especies de acorazados,
lobos y leones, todo en grandes formatos, y los destacados tigres
dientes de sable, que pesaba entre 150 y 350 kilos, de colmillos
gigantes y cola corta; y de cimitarra, con longitud de dos metros,
230 kilos de peso y cuyos restos también han sido hallados en
Florida, Estados Unidos, con data de un millón de años.
El artrópodo Eurypterido en el Periodo Devónico de
Bolivia.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
El fósil de un
Eurypterido, artrópodo antepasado del escorpión marino que vivió en
lo que hoy es territorio paceño hace unos 400 millones de años, es
uno de los más importantes hallazgos paleontológicos de los últimos
años. Sus descubridores, los científicos Rubén Andrade y Pedro
Ortega, conservan la pieza en el Museo de Historia Natural.
El ojo experto de Rubén Andrade, especialista en fósiles de invertebrados
y del biólogo Pedro Ortega, reconoció una parte fosilizada del
cuerpo del artrópodo marino durante una expedición realizada el 2006
en la zona paceña de Villa Apaña.
“Vino el traslado,
la limpieza, la identificación y la reconstrucción de la especie que
nos llevó años. Ahora podemos decir a ciencia cierta que se trata de
la especie Eurypterido”, explica Andrade en su oficina de la Unidad
de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural. El fósil
prueba que el artrópodo habría vivido hace 410 y 390 millones de
años, durante el periodo Devónico de la era Palezoica, que se
caracteriza por el surgimiento de plantas y los primeros animales
invertebrados. De acuerdo con la reconstrucción científica, el
escorpión Eurypterido habría medido unos 30 centímetros, lo que lo
convierte en “casi un gigante” en comparación con sus descendientes
actuales (los escorpiones que generalmente alcanzan un tamaño de
seis centímentros). Su hábitat era el agua salada.
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“Es la
primera vez que se halla en la ciudad de La Paz un fósil de
esta especie invertebrada”, asegura Andrade y añade que el
descubrimiento corrobora la tesis que hace 400 millones de
años lo que es hoy territorio paceño era un mar, donde
habitaban primitivos animales y plantas. Algunas pruebas
científicas de esta idea —trilobites y otros fósiles— se
conservan aún en la zona de Apaña que, con fondos para la
investigación, podría consolidarse como un yacimiento
paleontológico. “En Villa Apaña hay fósiles de especies del
Devónico: se ha encontrado plantas, trilobites y una
estrella de mar fosilizados”, puntualiza Andrade.
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“Existen aún pocos
estudios paleontológicos en Bolivia; es necesario fomentarlos pero
tropezamos con el problema de la financiación para los estudios”,
comenta Bernardino Mamani Quispe, jefe de la Unidad de Paleontología
del Museo Nacional de Historia Natural, y cuenta un hecho que
evidencia el abandono de la actividad científica. El 2008, Mamani y
Andrade hallaron fósiles de helechos de unos 350 millones de años de
antigüedad, en la población de lacustre de Tiquina. “Poco después
este registro de las plantas fosilizadas fue publicado por la
Academia Brasileña de Ciencias —denuncia el jefe de Paleontología—,
tuvimos que defender el trabajo del Museo de Historia Natural de
Bolivia”.
Minuciosa y lenta,
la labor de los paleontólogos del Museo de Historia Natural es poco
difundida. “Por responsabilidad, tenemos que estar muy seguros de un
descubrimiento y tener aval de la comunidad científica, antes de
anunciarlo”, puntualiza Bernardino Mamani, quien actualmente estudia
el fósil de un mamífero, hallado en una zona urbana, que podría dar
nuevas luces sobre la fauna primitiva de La Paz. Dependiente de la
Academia Nacional de Ciencias, el Museo Nacional de Historia Natural
alberga y estudia la colección boliviana de fauna en sus
instalaciones de la calle 26 de Cota Cota. La unidad de
Paleontología de la institución cuenta con más de un millón de
fósiles de diversos tamaños, edades y procedencias. La mayoría se
encuentra en reconstrucción.
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Científicos españoles desarrollan una nueva
|
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técnica para crear réplicas exactas de
fósiles. |
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
¿Sabría encontrar
la diferencia entre las dos fotos que acompañan esta noticia sin ver
el pie de foto? La solución a este pasatiempo no es nada fácil
porque se trata de un cráneo fosilizado de un caballo prehistorico y
de su réplica idéntica, lograda mediante una nueva técnica que acaba
de patentar el Instituto Geológico y Minero de España(IGME). La
iniciativa ha sido del geólogo y restaurador Eleuterio Baeza, del
IGME. Fue Baeza, que trabaja desde hace años en la reproducción de
ejemplares singulares de fósiles y minerales, el primero en intentar
hacer estas copias
utilizando
diferentes materiales, y no uno sólo como se hace
habitualmente. «Si las piezas originales están compuestas de
diferentes materiales, lo mismo debe hacerse con las réplicas,
utilizando una resina u otra, o escayola o poliéster en función de
la parte que se está realizando», explica el geólogo.
 |
Para ello
hay que
fabricar un molde principal y luego tantos moldes
secundarios como diferentes materiales se vayan a usar.
En estos últimos se generan las partes de la pieza. Una vez
que se han endurecido, se unen en el molde principal hasta
que forman una sola, tal y como aparecen en la naturaleza.
Hasta ahora, puesto que se utilizaba un único material, las
copias no tenían la calidad suficiente, pese a las técnicas
de acabado que se aplicaban. «Nosotros lo que queremos es
que no se distinga si es réplica o no», señala el experto,
que ha tardado cuatro años en ver su técnica patentada. |
A partir de ahora,
todo aquel que quiera una copia con esta técnica deberá recurrir al
Instituto para hacerse con ella o para conseguir la autorización
necesaria para utilizar el mismo método. Entre los interesados, sin
duda, podrían estar los
museos y las instituciones que quieren exhibir copias de ejemplares
únicos que no están a su disposición. De hecho, los
originales rara vez se mueven en exposiciones itinerantes, dada su
fragilidad.
Baeza, en estos
momentos, trabaja solo en este asunto, después de que se acabara la
beca con la que contaba su ayudante. Ahora confía en que el
Instituto cree
una empresa
basada en esta tecnología y se genere la demanda de
los museos, de las universidades y otras instituciones de enseñanza
en las que sea importante contar con una copia buena de las piezas
más excepcionales
 |
El
investigador destaca, especialmente, la importancia que
tendrá su técnica en la réplica de minerales. En los fósiles
suele haber dos o tres materiales (hueso y dientes, casi
siempre) y son más estables en su estructura, pero no ocurre
igual con los minerales. "Un
20% se
transforma cuando se exponen en los museos por la
temperatura, la humedad o la luz y,
dado que algunas son piezas únicas, es mejor tener las
copias expuestas si queremos conservar ese patrimonio",
indica Baeza. |
Incluso, precisa,
se pueden crear distintas variedades de un mismo espécimen, así como
los procesos de alteración y transformación de un mineral en otro, o
las fases de crecimiento del cristal. En la actualidad, algunas de
las réplicas realizadas con este método se pueden ver en la
exposición “El
largo viaje hacia Occidente: fauna ibérica de hace 1.800.000 años”,
en Puerto de Santa María (Cádiz). Más adelante la muestra llegará al
Museo Geominero de Madrid.
Maiacetus inuus, una ballena primitiva que daba a luz
en tierra firme.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 35. Abril de 2009.
Dos fósiles de
ballena, una hembra embarazada y un macho de la misma especie,
revelan que estos animales daban a luz en tierra. Este
descubrimiento proporciona nueva información sobre cómo estos
mamíferos pasaron de vivir en la tierra a hacerlo en el mar. Una
expedición de investigadores de la Universidad de Michigan descubrió
los fósiles en 2000 y 2004 en Pakistan. Tienen una antigüedad de
47,5 millones. El equipo publica sus descubrimientos en la revista
digital 'PLoS'.
Philip Gingerich,
que dirigió la expedición que
descubrió
los fósiles,
explica "cuando vi por primera vez los pequeños dientes en el campo
pensé que habíamos encontrado una pequeña ballena adulta pero al ir
desenterrando el espécimen descubrimos costillas que parecían
demasiado grandes para esos dientes. Al final del día, me di cuenta
que habíamos encontrado una hembra de ballena con un feto". En
realidad este es el primer descubrimiento de un esqueleto fetal de
una ballena extinguida en el grupo conocido como 'Archaeoceti'
y representa una nueva especie denominada 'Maiacetus inuus'.
Maiacetus significa 'madre ballena' y Inuus
era una diosa romana de la fertilidad. El feto estaba dispesto
bocabajo para el parto, como en los animales terrestres pero a
diferencia de las ballenas modernas, lo que indica que estas
ballenas seguían dando a luz en tierra.
|
 |
Otro
indicio del estilo de vida de las ballenas es el
desarrollado conjunto de dientes del feto, lo que sugiere
que los recién nacidos de esta especie estaban equipados
para valerse por sí mismos en vez de indefensos al inicio de
su vida. El espécimen macho de 2,6 metros de largo fue
descubierto cuatro años más tarde en los mismos lechos
fósiles. Comparte las características anatómicas con la
hembra de la especia pero su esqueleto, casi completo, es un
12 por ciento más grande y sus dientes caninos o colmillos
un 20 por ciento mayores. |
Tales
discrepancias de tamaño no son raras entre las ballenas, en algunas
especies las hembras son mayores y en otras el macho es un poco más
grande o mucho más que la hembra. La diferencia en el tamaño del
macho y la hembra de Maiacetus es sólo moderada, lo
que apunta a que los machos no controlaban los territorios o
dirigían harenes de hembras. Los grandes dientes de la ballena, bien
preparados para capturar y comer el pescado sugieren que los
animales vivían en el mar, probablemente iban a tierra sólo a
descansar, aparearse y dar a luz. Como otros arqueocetos, los
Maiacetus tenían cuatro patas modificadas para que sus pies
tuvieran fuerza para nadar y aunque estas ballenas podían soportar
su peso sobre estos miembros, se cree que no caminaban muy lejos en
tierra.
"Los especímenes
completos como estos son auténticas 'piedras Rosetta' ya que
proporcionan conocimientos sobre las capacidades funcionales y la
historia vital de los animales extintos que no puede conseguirse de
otra forma", concluye Gingerich. En comparación con fósiles de
ballena previos, los de Maiacetus ocupan una
posición intermedia en la distancia evolutiva que las ballenas
recorrieron en su paso de la tierra al mar. Por este motivo, estos
fósiles ofrecen nueva información sobre los cambios estructurales y
de conducta que acompañaron esta transición
Descubren fósil de rana del Mioceno atrapada en
resina.
Articulo
publicado
en
forma completa en
Paleo. Año
5.
Numero 24. Marzo de 2007.
Una rana atrapada
en una resina cristalizada de ámbar, con una antigüedad de unos 25
millones de años encontrada en el estado mexicano de Chiapas, ha
despertado el interés de los científicos del país.El propietario de
la pieza es el escultor Iván Mileni, quien cuenta con un pequeño
museo de piezas de ámbar en el que la principal atracción es
precisamente la rana, que está en su poder desde hace dos años. Milani explicó que
la joya tiene un valor científico muy grande debido a que puede
contribuir al estudio de las condiciones de vida del planeta en ese
período.
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“Por ser un
vertebrado llama la atención que haya quedado atrapado por
la resina de ámbar, cuya función es liberar al árbol de
insectos parásitos como las termitas”, dijo a Efe el
artista.
El ámbar
pulido amarillo claro, que permite ver completa la rana de
1,2 centímetros, está en exhibición pero no en venta, junto
con otras piezas singulares que contienen pelos de mamíferos
y una lagartija.
Milani
agregó que el anfibio despertó el interés de los científicos
debido a que es un espécimen de hace 25 millones de años que
ha permanecido entero. |
Además, quedó
atrapado en la resina en tres dimensiones lo que representa
infinitas posibilidades de estudio a diferencia de otros fósiles
encontrados de ese período. Esas circunstancias
le dan “un valor científico invaluable”, manifestó. Agregó que la
rana, que pertenece al género Craugastor, habría vivido en el
período terciario y estuvo oculta en las minas de ámbar de Simojovel,
de donde provino el lote de piezas adquirido por Milani.
La
familia Brachycephalidae, a la que
pertenece la rana fosilizada tiene un gran número de ejemplares
vivos, que habitan desde el sur de los Estados Unidos hasta
Sudamérica, explicó Gerardo Ceballos,
investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. "Un
ejemplo es la Cagaste augustin, que
abarca desde Texas y Arizona hasta Oaxaca. En general, es una
especie poco abundante, pero como tiene una amplia distribución se
ha mantenido con buenos niveles de supervivencia", explicó.
Ceballos
agregó que la taxonomía de este género cambió recientemente, pues
antes era conocido como eleutherodactylus,
algunas de cuyas especies están en peligro de extinción.
Fuente:
EFE y PaleoArgentina.
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