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Descubiertas icnitas y camas de hibernación del oso
de las cavernas.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 60. Septiembre de 2011.
La
revista Ichnos acaba de publicar un trabajo donde se describen unas
icnitas perfectamente conservadas de osos de las cavernas en una
cueva de Rumania. En el mismo yacimiento se han identificado camas
de hibernación de los osos, e incluso la impresión de pelo.
Las huellas de los animales tienen algo especial que nos fascina.
Son la impronta de un momento en su vida, vestigio de su actividad
biológica, buscando alimento, o refugio, o dónde cobijar a sus crias,
o simplemente de su paso por una llanura olvidada en el tiempo, o
(menos poético) de sus excrementos. Las icnitas son estudiadas por
los icnólogos con diferentes propósitos: para identificar a los
animales que las hacen y así inventariar la fauna de una región,
para conocer su peso, su estado de salud, por dónde han pasado, si
van en grupo o son solitarios... Sólo por citar algunos ejemplos
¿quién no recuerda a Diane Fossey recogiendo excrementos de gorilas
para conocer cuántos días habían pasado desde su paso?
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Los que
estudian los huellas etológicas o biogénicas, como las
cavidades hechas por animales, huellas de pies y manos,
senderos, rastrilladas, marcas de piel o sus estructuras
dérmicas, se llaman icnólogos. Para mantener separada la
nomenclatura de los fósiles corporales (dientes, huesos,
conchas, semillas, polen) de la de las estructuras
etológicas, se crearon los icnotaxones, que tienen un
tratamiento particular en la nomenclatura zoológica. El
estudio de las huellas de animales que vivieron en el pasado
se llama paleoicnología. |
Y
las estructuras del pasado tienen un tratamiento particular en la
nomenclatura paleontológica, paleoicnotaxones. Recientemente se han
publicado sendos trabajos de paleoicnología, uno de invertebrados
del que ya dimos noticia hace unos días (Sexo y muerte de los
cangrejos cacerola hace 243 millones de años) y otro sobre
paleoicnología de osos de las cavernas. Sobre este último es del que
vamos a desarrollar hoy nuestra noticia del día. Por cierto, que el
autor es el mismo que el de los cangrejos del triásico.
El
autor, Cajus G. Diedrich, del PaleoLogic, Halle, Germany, hace un
estudio del oso de las cavernas (Ursus spelaeus) de la Cueva
de Ursilor, en los Cárpatos occidentales, en Rumania. El artículo,
publicado en una de las revistas más importantes de paleoicnología
del mundo, Ichnos, describe las miles de huellas que un grupo de
osos dejaron en las paredes, plataformas y pendientes del interior
de la cueva.
Un pequeño inciso: la formación del yacimiento paleontológico, en el
que también se han encontrado numerosos restos de huesos fósiles,
tanto de osos como de otros carnívoros, recuerda, en su
conservación, al yacimiento del oso de las cavernas del Pleistoceno
de Tella, en Huesca, pues un desplome de grandes bloques ha sido una
de las causas por la que ambos yacimientos se halla podido conservar
hasta nuestros días. Diedrich ha descrito y definido las icnitas
dejadas por los osos de Ursilor: Ursichnus europaeus
(la terminación ichnus es muy frecuente en la parataxonomía de
huellas). Y las camas, o icnitas de reposo durante la hibernación,
Ursalveolus carpathicus. En Ursilor hay también
huellas de pelo de oso de las cavernas que no se habían documentado
hasta ahora en ninguna cueva europea.
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Las camas
de hibernación son sin embargo conocidas en más cuevas
europeas aunque, según Diedrich ninguna se ha estudiado en
detalle.
Un resultado interesante, por el gran debate que ocupa a los
paleontólogos desde hace unos años, es que, al estudiar y
comparar las huellas del oso de las cavernas de Ursilor con
las de otros osos, Dietrich ha visto que son plantígradas y
que sus uñas son más parecidas a las de los osos hervíboros,
como el oso negro americano (Ursus americanus).
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Este oso come de vez en cuando materia animal pero no es su fuente
principal de proteinas. Se han hecho muchos estudios sobre la
alimentación del oso de las cavernas, están basados en la morfología
dental, en la morfología mandibular, isótopos en el esmalte dental,
nosotros hemos hecho un estudio sobre las marcas de osos en los
huesos del yacimiento de Tella y todavía se sigue discutiendo si era
fundamentalmente hervíboro, omnívoro o carnívoro. Parece que la
balanza se inclina hacia una herviboría con algo de omnivorismo! Sin
embargo, a diferencia de los huesos de osos de Tella, que presentan
mordeduras y marcas que indican que los osos carroñeaban otros
individuos de su misma especie, en Ursilor no hay marcas de
mordeduras por lo que ni ellos mismos, ni el resto de carnívoros que
ocasionalmente usaron la cueva, mordieron los huesos de los osos que
eventualmente morían durante la hibernación.
Hay
que decir que las huellas del oso de las cavernas de Ursilor ¡son
más grandes que las que deja un gran gryzzly actual!. Una parte
importante del estudio de los osos de Ursilor ha sido también la
identificación de las camas de hibernación (140 en total) de las
cuales las más notables son las de un grupo de tres osos, una osa y
un osito cercano a la hembra, que probablemente no había pasado
todavía su primer año de hibernación. El tercero, un oso macho joven
en el fondo más lejano de la cueva. Además, otra conclusión
interesante es que los osos excavaban sus propios nidos de
hibernación pues las camas tienen las marcas de las uñas alrededor
de la huella de hibernación.
Los tiburones se alimentaban de ammonoideos en el
Jurásico.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 60. Septiembre de 2011.
Evidencias directas de la actividad predadora son raras encontrarlas
en el registro fósil, por ejemplo conservación de contenidos
estomacales. Esto dificulta reconstruir las relaciones
presa-predador en el pasado. Los ammonoideos fueron unos cefalópodos
muy abundantes. Se han descrito algunas marcas de mordeduras en sus
conchas, que se han relacionado con diferentes vertebrados, como
mosasaurios en el Cretácico Superior. Sin embargo no se habían
encontrado dientes relacionados con un ejemplar mordido. Hay que
tener en cuenta, que en muchos casos la mordedura produciría la
perdida de algunos dientes.
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Desde
hace tiempo se conoce que los tiburones fueron predadores de
los ammonoideos durante el Mesozoico, deducido a partir del
análisis de marcas de mordedura encontradas en estos
moluscos, y por el estudio del contenido de coprolitos de
tiburones. Sin embargo nunca se había descrito una evidencia
directa de la relación entre la presa y el predador. El
paleontólogo frances Vulló describe por primera vez esta
relación a partir de un ejemplar de ammonoideo del género
Orthaspidoceras del Kimmeridgiense (Jurásico
Superior) del Oeste de Francia. Este ammonoideo tiene
asociados dientes del tiburón hibodóntido Planohybodus. |
Los hibodóntidos son un grupo de tiburones actualmente extinguidos,
pero que fueron muy abundantes en el Mesozoico. Los hibodóntidos
diferencian de los tiburones modernos por presentar unos dientes con
cúspides alineadas y generalmente con crestas. Precisamente varios
de estos dientes aislados se encuentran asociados en la concha del
ammonoideo como se puede ver en la fotografía. Además presenta
marcas de dientes. Los dientes de hibodóntidos como
Planohybodus morfológicamente parecen mejor adaptados para
predar sobre organismos sin concha externa. Sin embargo este
ejemplar indica que eran capaces de atacar robustos ammonoideos y
seguramente alimentarse de ellos.
Un cuerno ceratops podría resolver el misterio de la
extinción de los dinosaurios.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 60. Septiembre de 2011.
Un pequeño cuerno
fosilizado, descubierto en un lugar inhabitual, podría poner fin a
la polémica sobre la causa de la desaparición de los dinosaurios,
hace unos 65 millones de años, que desde hace unos 30 años divide a
los partidarios de diversas teorías.
Según un estudio publicado el martes en la revista Biology Letters
de la Royal Society británica, la presencia de este cuerno de
dinosaurio en una capa de las colinas de Montana (Estados Unidos)
sugiere un brusco cambio climático provocado por la caída de un
asteroide en la Tierra.
Durante mucho
tiempo, la desaparición de los dinosaurios fue un misterio que dio
lugar a todo tipo de especulaciones. Los especialistas se limitaban
a constatar que sus fósiles abundan en la era mesozoica (-248 a -65
millones de años), pero que no se encuentran otros rastros en las
rocas más cercanas.
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En 1980,
varios científicos de la Universidad de California en
Berkeley (Estados Unidos), liderados por Luis Álvarez y su
hijo Walter, descubrieron que una capa de arcilla de 65
millones de años de antigüedad contenía una fuerte tasa de
iridio, un metal muy raro y casi ausente de la superficie de
la Tierra... pero no en los meteoritos. Para los
investigadores, era una señal de un impacto de la colisión
con la Tierra de un gran objeto llegado del espacio, que
podría haber provocado una catástrofe ecológica que borró
bruscamente del planeta los dinosaurios, así como a
numerosas especies animales y vegetales. |
En marzo de 2010,
41 investigadores acusaron a un asteroide de 15 kilómetros de
diámetro que cayó en Chicxulub, en la provincia mexicana de Yucatán,
golpeando la Tierra con una potencia fenomenal.
La teoría de la extinción del Cretáceo-Terciario ('KT'), muy
polémica al principio, fue alimentada más tarde por numerosos
estudios, que no convencieron a los defensores de la principal
teoría adversa. Si bien estos expertos no niegan la caída de ese
asteroide en la época del KT, consideran que esta extinción masiva
está vinculada a fenómenos volcánicos mucho más antiguos, cuyo
origen se encuentra en la actual India. Después de 1,5 millones de
años, esas erupciones podrían haber desembocado en el mismo
resultado que el asteroide: un lento enfriamiento y depósitos de
iridio o de otros minerales raros.
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Según
algunos de estos científicos, la población de dinosaurios
podría haber desaparecido ya antes de la caída de ese
asteroide en el Yucatán.
La
prueba sería la existencia de una capa de tres metros en los
sedimentos geológicos situados bajo los del KT y, por lo
tanto, anteriores a ese período, en el cual jamás se
descubrieron fósiles de dinosaurios. |
Esto fue hasta que
un equipo dirigido por Tyler Lyson, de la Universidad de Yale,
encontró el cuerno frontal de un ceratops, a 13
centímetros bajo el límite geológico que marca el comienzo del
episodio KT. "La localización de ese dinosaurio demuestra que no
existe un 'vacío de tres metros' en el Cretáceo y es incompatible
con la hipótesis según la cual los dinosaurios (...) desaparecieron
antes del impacto" del asteroide, concluye el estudio del profesor
Lyson.
Sin embargo, la polémica no está definitivamente enterrada. Los
geólogos que descubrieron ese cuerno reconocen que no pueden
explicar la ausencia total de fósiles en una capa de sedimentos de
125 centímetros depositada inmediatamente después de la caída del
asteroide.
Fósiles de
Crocodylus s.p en Republica Dominicana.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 61. Septiembre de 2011.
Fósiles de al menos
tres cocodrilos, especies acuáticas y osamentas de otros animales
fueron encontrados en el manantial de una cueva ubicada en la
provincia La Altagracia, gracias a una expedición realizada por el
equipo de buzos de la Dominican Republic Speleological Society (DRSS),
el Museo del Hombre Dominicano y la Waitt Foundation de National
Geographic.
La aparición de los
cocodrilos en la zona Este de la isla rompe con la creencia de que
en el país unicamente han existido esos reptiles en el suroeste, de
manera específica, en el Lago Enriquillo. El cocodrilo americano (Crocodylus
acutus) es la especie conocida en el suroeste de República
Dominicana y que además está en peligro de extinción. Debido a esto,
su presencia se ha visto reducida al Lago Enriquillo, donde algunos
científicos consideran que existe una de las mayores poblaciones
naturales del mundo.
La cueva en donde
se encontraron los fósiles hasta el momento es desconocida por las
autoridades. Sin embargo, los moradores del lugar informaron que de
ella algunos extraían murcielaguina y otros saquearon artefactos
taínos.
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Todo
comenzó cuando uno de los lugareños contactó al buzo de
cuevas e instructor de buceo, Oleg Shevchuk, para avisarle
que había un manantial dentro de la cueva que podría ser
explorado. Shevchuk se dirigió al lugar y se convirtió en el
primer buzo en explorar las aguas de la cueva.
Inmediatamente, Shevchuk le informó sobre la existencia de
osamentas al equipo de la Dominican Republic Speleological
Society y éstos al explorarla confirmaron la existencia de
huesos en el sedimento del manantial. |
Ante la situación,
la DRSS le mostró fotografías de los fósiles al investigador Renato
O. Rímoli, paleontólogo del Museo del Hombre Dominicano y profesor
de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y se organizó
una expedición en compañía de los primatólogos norteamericanos
Alfred Rosenberger y Siobhán Cooke, quienes conducen trabajos de
investigación en el país con relación a primates. La expedición fue
financiada por la DRSS y la Waitt Foundation de National Geographic,
esta última se dedica a apoyar de manera financiera estudios de
exploración que ayuden a incrementar el conocimiento humano, así
como aportar al desarrollo científico de República Dominicana.
Renato Rímoli
consideró que este es un hallazgo impresionante para la ciencia en
el país y que el siguiente paso es estudiar todas las especies que
habitaron y habitan dentro de la cueva, e identificarlas
correctamente.
Algunos restos de
los cocodrilos junto a pequeñas muestras fósiles de serpientes y
murciélagos fueron tomados para realizar las investigaciones
correspondientes, explicó Renato Rímoli. El paleontólogo dijo que es
muy apresurado decir la especie a la que corresponden los
cocodrilos, pero indicó que se estudiarán para tratar sus semejanzas
y diferencias con las demás conocidas, fósiles y vivientes, que hay
en el lago Enriquillo y otras localidades del área del Caribe.
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La entrada
de la cueva es muy particular y de difícil acceso. Consiste
en una pequeña cavidad justo en un árbol de higo, en donde
no puede bajar más de una persona al mismo tiempo por su
estrechez. Para llegar al fondo hay que descender unos 13
metros de altura y luego se abre a una gran sala cubierta de
guano de murciélagos por todos lados.
Los
lugareños construyeron dos escaleras de madera para poder
bajar. La visibilidad en la cueva es casi nula, debido a que
no penetra la luz solar. Una de las características
especiales de la cueva nombrada “Oleg Bat House”, es la
cantidad de vida que habita en ella. |
“Se podrían
contabilizar miles de murciélagos”, dijo Cristian Pittaro, buzo
explorador de la DRSS, quien ha quedado sorprendido por la gran
cantidad de cavidades en el techo de la cueva, y que funcionan como
guarida de los murciélagos. De acuerdo a las observaciones de Rímoli,
en la caverna viven al menos cuatro especies de quirópteros,
(murciélagos).
De acuerdo al
levantamiento de datos realizado por la Dominican Republic
Speleological Society, el manantial de Oleg Bat House tiene una
profundidad máxima de 10 metros y una extensión de túneles
explorados hasta el momento de aproximadamente 2,800 pies. Los
restos de tres de los cocodrilos fueron localizados a ocho metros.
Con solo acercarse a la superficie se puede observar una cantidad
enorme de crustáceos de diversos tipos, uno de las especies, según
Rímoli, es del orden de los anfipodos. También habita otra especie
de tamaño casi microscópico, que corresponde al grupo de las Pulgas
de Agua.
Además de los
huesos de cocodrilos, los buzos notaron una gran cantidad de restos
de serpientes que podrían ser de diferentes especies esparcidos en
todo el sedimento del manantial. “Hay gusanos blancos, esponjas de
agua dulce en algunas piedras (reconocidas científicamente como de
la familia Spongillidae), explicó Phillip Lehman fascinado por la
diversidad de especies que habitan en el fondo del manantial.
Esta cueva
sumergida presenta una variedad de túneles oscuros y redondeados con
diferentes tonalidades. También posee algunas decoraciones en sus
rocas.
Hallan huellas de Ornitomimosaurio, un dinosaurios
carnívoro de Australia.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 61. Septiembre de 2011.
Los dinosaurios
colonizaron todo el planeta durante el Cretácico, e incluso llegaron
a la Antártida y otras zonas del hemisferio sur, donde se han
encontrado algunos fósiles, cuando el ecosistema era más cálido que
ahora. Ahora, un equipo de paleontólogos de la Universidad de Emory
(Estados Unidos) ha encontrado más de 20 rastros de huellas muy bien
conservados que aportan nuevas pistas sobre la forma de vida
de aquellos reptiles hace más de 100 millones de años.
Las huellas fueron
encontradas por el paleontólogo Anthony Martin, un experto buscador
de rastros, huevos y refugios de estos animales, el pasado 14 de
junio, en unas rocas sedimentarias de la costa de Victoria, la
remota playa de Milanesia, dentro del Parque Nacional Otways
(Australia).
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Ya el día
anterior había observado unas ondulaciones en las rocas
caídas desde el acantilado, que formaban como el refugio de
algún insecto. "Esas ondulaciones y madrigueras indicaban
que era un terreno sedimentario de aluvión, un lugar
propicio para encontrar rastros de dinosaurios polares",
explica el investigador.
Y así era.
Uno de los bloques contenía cerca de 15 rastros, uno de
ellos con tres huellas consecutivas dejadas allí por
pequeños terópodos, no mayores que un pollo actual, que se
consideran los ancestros de las aves actuales. |
Siguiendo por los
acantilados, a unas tres horas de camino, encontraron un segundo
bloque con ocho rastros más. Algunos eran también de ejemplares
pequeños, como los anteriores, pero otros las hicieron terópodos tan
grandes como grúas. "Ambos bloques creemos que estaban en el mismo
nivel rocoso, que era la superficie por la que caminaron aquellos
dinosaurios", apunta Martin.
En total,
encontraron huellas de tres tamaños diferentes, que podrían
pertenecer a tres especies distintas, pero que también podrían ser
un macho, una hembra y su cría, aunque todo son hipótesis.
Esta parte de la
costa australiana se sabe que estuvo en el pasado unida a la
Antártida. Hace entre 115 y 105 millones de años, la temperatura
media de la Tierra era de 10ºC más caliente que hoy, lo que
significa que en algunas zonas sí que había meses de frío y
oscuridad polar prolongada. En épocas de deshielo, también habría
inundaciones torrenciales en los valles de los ríos.
Estas huellas se
habrían hecho en verano, en el momento del deshielo, porque la
tierra estaba congelada en invierno y no habrían podido dejar allí
huellas.
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En esta
región ya se había encontrado la mejor colección de fósiles
de dinosaurios polares del mundo, pero no había casi
huellas. Además, en febrero de 2006, Martin encontró el
primer rastro conocido de un carnívoro y en mayo de ese
mismo año halló otro.
"Es un
descubrimiento muy importante porque nos da mucha
información sobre las vidas de dinosaurios en ambientes
polares hace más de 100 millones de años", apunta Martin a
ELMUNDO.es. |
"También España es
famosa por sus huesos y rastros de dinosaurio, pero allí estaban
cerca del ecuador, mientras que los australianos del sur vivían con
inviernos fríos y oscuros, así que igual tuvieron un comportamiento
estacional [hibernando, como los osos]", especula el investigador.
Martin recuerda que
los fósiles indican que fueron activos todo el año. "Como las
huellas sólo se preservan si el suelo no está congelado, está claro
que estos rastros demuestran que los terópodos bípedos eran activos
en el verano. Podrían ser de la clase conocidos como
Ornitomimosaurios".
Estos
Ornitomimosaurios, muy veloces y que podían ser omnívoros o
herbívoros, tenían un aspecto similar a los avestruces y tenían
patas con tres dedos, con huellas similares a la que han encontrado
Martin y sus colegas.
El equipo de
investigación ha estado formado pro Thomas Rich, del Museo Victoria;
Michael Hall y Patricia Vickers-Rich, de la Universidad Monash, de
Victoria; y Gonzalo Vázquez-Prokopec, de la Universidad de Emory.
Descubren una Plesiosaurio embarazada.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 61. Septiembre de 2011.
Durante décadas
existió el debate de la forma de reproducción del plesiosauiro,
criatura prehistórica usualmente asociada con los monstruos marinos.
Al parecer la
respuesta al enigma estuvo oculta por más de 20 años en el sótano
del Museo de Historia Natural de los Ángeles (artdaily.org). El
fósil del
plesiosaurio
de 4 metros de longitud que fue recuperado y estudiado por
científicos de la institución, lleva en su interior los restos de
una cría con 2 tercios de desarrollo de acuerdo al grado de
osificación, el proceso que convierte al cartílago en hueso. Para
estar seguros de que no se trataba de una presa en proceso de
digestión se realizaron diversos estudios que desmintieron esta
hipótesis.
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Las
implicaciones de este hallazgo podrían echar por tierra todo
lo que se creía sobre los dinosaurios y su comportamiento.
Luís Chiappe director del Instituto de Dinosaurios de Los
Ángeles indica lo siguiente "No sólo hemos averiguado que no
ponían huevos, sino que el tamaño de esa cría única sugiere
que habrían cuidado maternalmente de ellas después de que
nacieran y que tendrían comportamientos sociales complejos,
como la formación de grupos" también comenta que este tipo
de conducta coincidiría con la de mamíferos marinos como las
ballenas o los delfines. |
Poly, como se ha
bautizado pertenece a una especie que dominaba los mares hace 65
millones de años. Para muchos alrededor del mundo seguro que Poly es
prima lejana del famoso Nessy (Monstruo del Lago Ness) y quizás tía
de Ogopogo.
Encuentran fósiles de la tortuga más antigua de
Uruguay.
Publicado
en
Paleo.
Revista Argentina de Paleontología. Año
9.
Numero 61. Septiembre de 2011.
En el
departamento de Tacuarembó hallaron los restos de una posible nueva
especie de tortuga que habitó Uruguay en el período jurásico.
“Seguramente sea de
agua dulce, porque en ese momento los ecosistemas favorecían la vida
en agua al haber un gran desierto conformado porque América y África
estaban unidas en un solo continente”, explicó a Subrayado Daniel
Perea, profesor de Paleontología de la Facultad de Ciencias.
El especialista
dijo que seguramente esta especie de tortugas convivía con otros
reptiles, ya que fueron encontradas huellas de dinosaurios en la
zona.
El Tyrannosaurus rex tuvo mejor olfato.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
En una nueva
investigación, llevada a cabo por la paleontóloga Darla Zelenitsky
(Universidad de Calgary, Canadá) y su colaborador François Therrien,
conservador de Paleoecología de Dinosaurios del RTM (Royal Tyrrell
Museum), se han obtenido nuevos y reveladores datos sobre el sentido
del olfato de dinosaurios carnívoros y aves primitivas. Ésta es la
primera ocasión en que se evalúa el sentido del olfato en
dinosaurios carnívoros prehistóricos. Los investigadores encontraron
que el Tyrannosaurus rex tuvo el mejor olfato de todos
los dinosaurios carnívoros, y sus resultados hacen menos creíble la
teoría de que el T. rex era un carroñero.
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Los
investigadores analizaron la importancia del sentido del
olfato en varios dinosaurios carnívoros, basándose en el
tamaño de su bulbo olfatorio, la parte del cerebro asociada
con el sentido del olfato. Aunque los cerebros de los
dinosaurios no están preservados, las impresiones que estos
dejaron en los huesos del cráneo o el espacio que ocuparon
revelan el tamaño y la forma de las diferentes partes del
cerebro. Zelenitsky y Therrien midieron y escanearon
mediante tomografía computerizada los cráneos de una amplia
variedad de dinosaurios, incluyendo el Archaeopteryx,
un pájaro primitivo. |
Los bulbos
olfatorios grandes se encuentran en aves y mamíferos actuales que
dependen mucho del olfato para encontrar carne, en animales que
están más activos de noche, y en aquellas especies que patrullan por
áreas grandes. Aunque el rey de los dinosaurios carnívoros no habría
dejado pasar la oportunidad de comer carne de un animal muerto no
cazado por él, podría haber utilizado su sentido del olfato para
atacar de noche o deambular con eficacia a través de grandes
territorios para localizar a su siguiente víctima.
Encuentran madrigueras de Oryctodromeus cubicularis y
otros dinosaurios de Cretácico.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
Se
cree que dinosaurios utilizaban madrigueras para protegerse de
violento clima de los polos. En total se encontraron tres con formas
similares y un tamaño justo para que quepa el cuerpo de un
dinosaurio pequeño. El agujero más grande mide dos metros de largo.
Estas madrigueras de 106 millones de años estarían mucho más cerca
del polo sur cuando se crearon. Lo que refuerza la idea de que los
dinosaurios que vivían en climas fríos y duros se escondían bajo el
suelo para sobrevivir.
El primer hallazgo de una madriguera de estas características se
hizo hace tres años en Montana, Estados Unidos. En esa oportunidad
el agujero encontrado tenía 95 millones de años y contenía los
huesos de un pequeño dinosaurio adulto y dos jóvenes de la especie
de conocida como Oryctodromeus cubicularis.
Esta vez las nuevas madrigueras las encontró uno de los
investigadores que descubrió la de Montana. "Como muchos hallazgos
en paleontología, ocurrió gracias a una mezcla de fortuna y
conocimiento", explica Anthony Martin, de la Universidad Emory de
Atlanta, EE.UU. "En mayo de 2006 hice una excursión por el sitio
(del descubrimiento) junto a un grupo de recién graduados con la
intención de buscar huellas de dinosaurios", cuenta el paleontólogo.
"Encontramos esos rastros, pero mientras estuve por ahí me llamó la
atención unas estructuras intrigantes". Así fue como Martin decidió
regresar al lugar, conocido como la Cala del Conocimiento a unos
240km de Melbourne, primero en julio de 2007 y después en mayo de
este año.
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Su primera
reacción fue de estupefacción. "Estaba explorando los
primeros rastros de fósil y me quedé sorprendido en ver el
mismo tipo de estructura que había visto en la piedras de
Cretáceos de Montana el año anterior". La estructura
original resultó ser la madriguera de un O. cubicularis, que
Martin identificó junto a sus colegas David Varricchio de la
Universidad de Montana y Yoshi Katsura del Museo de la
Prefectura de Gifu en Ciudad Seki, Japón. "Caminar hasta el
fósil y ver una impresionante estructura similar, en rocas
un poco más antiguas, pero en otro hemisferio, fue un tanto
espeluznante", señala. |
En
la revista Cretaceous Research, Martin explica cómo las tres
madrigueras (de las rocas del Otway, que han ofrecido una rica
diversidad de fósiles vertebrados) estaban a menos de tres metros de
separación. Dos de ellas formaban una semi hélice, que se retorcía
dentro de la piedra que una vez fue tierra. La más grande y mejor
preservada, apodada túnel A, tiene un doble giro antes de terminar
en una cámara más larga. En total tiene más de 2 metros de longitud.
Martin calcula que un animal de 10 kilos podría haber hecho las
madrigueras.
En
la actualidad, los animales que construyen madrigueras son caimanes,
coyotes y algunas especies de tortugas y hienas, entre otros. Estos
agujeros con formas retorcidas ayudan a evitar que depredadores se
metan allí. También mantienen una temperatura y humedad constante.,Martin
no está muy seguro de qué especies de dinosaurios hacían
madrigueras, pero está sorprendido de cuán similares son a las
hechas por los Oryctodromeus cubicularis. Una variedad
de pequeños dinosaurios ornithopodos se cree que también vivieron en
la zona durante la misma época de los cretáceos. Estos ornithopodos
se paraban con sus patas traseras y eran del tamaño de una iguana
moderna grande.
Martin aclara que hay varios factores que pudieron haber sido la
causa por la que se crearon las madrigueras. El hecho de que fueron
hechas por dinosaurios tiene sentido, según expertos. Hace 20 años
especialistas en Australia fueron los primeros en proponer que
algunos de estos animales podrían haber usado este tipo de agujeros
para sobrevivir a un violento clima del que no podían escapar
emigrando. "Este hallazgo nos ofrece otro ejemplo de cómo
dinosaurios tuvieron que adaptarse de acuerdo al ecosistema", agrega
Martin.
"Dinosaurios polares, en particular, debieron tener facultades de
adaptación especial para los inviernos de los polos. Uno de ellos
era cobijarse en madrigueras. También ofrece una explicación
alternativa de cómo pequeños dinosaurios soportaban las condiciones
del invierno polar". Martin espera ahora que paleontólogos se
empiecen a interesar por la búsqueda de los diferentes tipos de
dinosaurios madriguera. En particular por aquellos físicamente
adaptados para enterrarse.
Un dinosaurio momificado confirma su similitud con
reptiles y aves modernos.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
El hombre de Piltdown ha pasado a la historia como uno de los
mayores fraudes de la paleontología. Una mandíbula de orangután
unida artificialmente al cráneo de un humano actual engañó durante
años a los expertos y fue considerado como un nuevo y revolucionario
antepasado de 'Homo sapiens'. Todo ocurrió a
principios del siglo XX, cuando la tarea de datar un fósil y
examinarlo no contaba con la tecnología de hoy en día Si alguien en
quien Piltdown haya sembrado la semilla del escepticismo tuviera
dudas de la existencia de los dinosaurios, podrá encontrar, en un
nuevo estudio publicado en la última edición de la revista británica
'Proceedings of the Royal Society B', evidencias frescas de aquellos
animales; evidencias que van más allá de huesos fosilizados o
icnitas.
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Phillip
Manning, del Museo de Manchester, y colegas han realizado un
completo análisis de la estructura y composición de tejidos
blandos mineralizados (piel, falanges, tendones) que
pertenecieron a un hadrosaurio de finales del Cretácico,
poco antes del ocaso del largo reinado de sus congéneres
sobre la Tierra. Los resultados confirman que la estructura
de la piel del reptil prehistórico es igual a la de aves y
cocodrilos modernos, sus descendientes. Algo que ya se
suponía, pero que se demuestra esta vez con evidencias
concretas. Los fragmentos orgánicos del espécimen encontrado
proceden de la prolífica formación de Hell Creeks, en Dakota
del Norte. El hadrosaurio ('Edmontosaurus sp.')
en cuestión ha sido bautizado, pues, 'Dakota'. |
Que se encuentren tejidos blandos de tamaña antigüedad no es, pese a
ser siempre jugoso para la ciencia, una estricta novedad. La
coincidencia de distintos factores ambientales -enterramiento
repentino y conservación en entornos pobres en oxígeno- puede
permitir que los tejidos orgánicos, destinados, en condiciones
normales, a descomponerse rápidamente y desaparecer, puedan durar a
lo largo de tiempos extraordinarios.
 |
Pero el
estudio sí es novedoso en sus procedimientos. Las evidencias
bien aprovechadas pueden llevar a resultados interesantes.
"Es uno de los análisis más completos que se han hecho hasta
ahora de los restos de un dinosaurio", comenta José Luis
Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid y el mayor
experto en dinosaurios de España. "Se han utilizado muy
diversas técnicas de observación para tratar de conocer los
mecanismos que han permitido la conservación de estos
tejidos", añade. |
Las partes blandas encontradas pertenecen a falanges, piel y
tendones osificados. La 'autopsia' ha revelado que el hadrosaurio
fue enterrado abruptamente en los márgenes arenosos de un río y
cubierto de un sedimento fino que envolvió su piel formando una
especie de cemento. Aunque el análisis de los restos del animal no
ha obtenido proteínas intactas, sí muestra la presencia de
estructuras celulares, bloques de aminoácidos que en su día formaron
las proteínas. Toda una lección de conservación.
Nuevos fósiles del dinosaurio Nothronychus graffami.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
Casi con seguridad
el dinosaurio Nothronychus graffami, descubierto
recientemente, no era una belleza: tenía un cuello largo de jirafa
con una pequeña cabeza, una barriga redonda como un barril de
cerveza y dos piernas como troncos de árbol. Pero además contaba con
atemorizantes garras, de 22 centímetros y con forma de guadaña, que
probablemente mantenían alejados a sus adversarios, ya que se cree
que era herbívoro.
Este dinosaurio,
desconocido hasta el momento, es presentado por un equipo
internacional de investigadores en torno a Lindsay Zanno, del Museo
Field de Chicago, en la revista "Proceedings B" de la Royal Society
británica. De acuerdo con el artículo, este espécimen, que lleva el
nombre de su descubridor Merle Graffam, pertenece a los
therizinosaurios o lagartos guadaña.
El paleontólogo estadounidense encontró el fósil en la meseta
Kaiparowits, en las montañas Rocosas del estado norteamericano de
Utah, cuando buscaba restos de otro dinosaurio. Éste es el tercer
fósil de therizinosaurio encontrado en Norteamérica. Tras compararlo
con los otros dos y con sus "primos" asiáticos, el equipo llegó a la
conclusión de que todos emigraron al "Nuevo Mundo" desde Asia. De
todas formas, los otros dos partieron antes que el
Nothronychus graffami, ya que éste último tiene más
similitudes con los therizinosaurios asiáticos que con los
norteamericanos.
Para sorpresa de
los científicos, el fósil del Nothronychus graffami
fue hallado en sedimentos marinos, pero los especialistas
consideraron posible como explicación que haya muerto en una
poderosa tormenta hace unos 93 millones de años y su cadáver fuera
arrastrado al mar, donde se hundió a unos 100 kilómetros de la costa
de aquella época. De acuerdo con el estudio, en ese entonces
Norteamérica tenía un clima subtropical. Los therizinosaurios
pertenecen, al igual que el legendario Tiranosaurus rex
y el velociraptor, a los terópodos o saurios carnívoros. Sin embargo
los therizonosaurios comían plantas, que segaban con sus garras.
Hallan la primera huella en España de un
estegosaurio.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
El equipo de
Aragosaurus, dependiente de la Universidad de Zaragoza, ha
encontrado en el yacimiento de icnitas de Valloria , en Soria, la
única huella fósil de un estegosaurio que se ha encontrado en la
península. La verdadera importancia del hallazgo viene dada por la
datación de la huella que la sitúa a principios del periodo
Cretácico, hace unos 140 millones de años.
El hallazgo se
produjo hace tres meses, pero fue hace un mes cuando se determinó a
qué animal correspondía la huella, según explicó Carlos Pascual, uno
de los descubridores y responsable del equipo de paleontólogos. Esta
especie de dinosaurios, caracterizada por disponer de dos hileras de
placas de armadura vertical a lo largo del lomo y una cola rematada
por cuatro púas de hueso, se consideraba ligada al periodo Jurásico
y se desconocía, hasta la fecha, que hubieran existido en el periodo
siguiente.
La verdadera
importancia del hallazgo es que desmonta todas las teorías
científicas que consideraban demostrado que estos animales se habían
extinguido antes de que comenzase el Cretácico. El descubrimiento,
que fue llevado a cabo por el equipo de arqueólogos que dirigen
Carlos Pascual y Nieves Hernández, dentro de los trabajos de
investigación que están realizando en el yacimiento de Valloria es
relevante. Las huellas de este animal son especialmente escasas
dentro de los registros fósiles, lo que viene a reforzar la
importancia del hallazgo.
Suminia getmanovi, un pequeño sinápsido del
Paleozoico superior.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
El ancestro de los
mamíferos había subido a la cima de estas plantas mucho antes de que
los dinosaurios dominaran la tierra. Investigadores del Museo Field
de Historia Natural en Chicago (Estados Unidos) han identificado el
que consideran el primer vertebrado que habitó las ramas de los
árboles buscando alimento y huyendo de los depredadores: el
Suminia getmanovi, un pequeño herbívoro que vivió hace 260
millones de años. Los resultados del estudio se publican en la
revista Proceedings of the Royal Society B.
Los autores explican que en el Paleozoico Superior, hace 260
millones de años, mucho antes de que los dinosaurios dominaran la
tierra, los ancestros de los mamíferos alcanzaron los árboles para
alimentarse de las hojas y escapar de los depredadores. Los dedos
expandidos, un dedo gordo oponible y una cola prensil en el
Suminia getmanovi demuestran que este pequeño sinápsido es
el vertebrado escalador de árboles más primitivo.
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El
Suminia era relativamente pequeño, alrededor de 50
centímetros de la nariz a la punta de la cola. El estilo de
vida arbóreo de este pariente paleozoico de los mamíferos es
particularmente importante porque por primera vez en la
evolución de los vertebrados se alcanzó una nueva fuente de
alimentación por encima del suelo y también suponía una
protección de los depredadores terrestres. Según los
investigadores, la evidencia de este estilo de vida se basa
en varios cráneos completos en excelente estado y en más de
una docena de esqueletos bien conservados de un único bloque
de piedra arcillosa roja que se descubrió en la región de
Kirov en el centro de Rusia. |
La existencia de
muchos especímenes individuales, algunos de individuos maduros y
otros de jóvenes, ayudó a los investigadores a conseguir una visión
completa de la anatomía del esqueleto de estos animales. Según
explica Jörg Fröbisch, responsable del estudio, "es relativamente
raro descubrir varios animales en un único bloque. Tenemos ejemplos
de casi todos los huesos de sus cuerpos". Para los científicos fue
un descubrimiento inesperado que estos vertebrados alcanzaran los
árboles tan pronto en la evolución de la Tierra. "Es una sorpresa,
pero tiene sentido. Era un nuevo nicho para los vertebrados. Había
comida y podían evitar a los depredadores del suelo", añade Fröbisch.
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El estudio
también proporciona la primera evidencia en el registro
fósil de un reparto de los alimentos entre los pequeños
escaladores y los grandes herbívoros que habitaban el suelo
y esto se produjo poco después de que se estableciera el
ecosistema moderno terrestre con grandes números de
herbívoros que daban soporte a unos pocos grandes
depredadores. |
Según señalan los
autores, las comunidades de vertebrados terrestres iniciales no
tenían esta moderna jerarquía pero estaban compuestos de
depredadores de varios tamaños y relativamente pocos herbívoros; la
mayoría de las fuentes de alimentos eran insectos y organismos
acuáticos.
Descubren fósiles de gusanos marinos gigantes del
Periodo Ordovícico de España.
Publicado
en
Paleo. Año
7.
Numero 38. Agosto de 2009.
Gusanos marinos
de un metro de longitud y más de quince centímetros de diámetro,
reptaron, hace unos 475 millones de años, por lo que hoy es parte
del Parque Nacional de Cabañeros, un área protegida de la provincia
de Ciudad Real, en el centro de la península Ibérica. Las huellas
fósiles de la época ordovícica inferior de la era paleozoica han
sido descubiertas por científicos del Centro Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto Geológico Minero y
las universidades de Trás-os-Montes e Alto Douro portuguesa y
Complutense madrileña.
Se ubican en la
garganta del río Estena, que se ha convertido en un rico banco de
datos para el equipo multidisciplinar que lidera el paleontólogo del
CSIC Juan Carlos Gutiérrez Marco. Gutiérrez Marco explica que
hallaron galerías de hasta cinco metros de longitud y de entre
quince y veinte centímetros de diámetro, excavadas bajo el fondo
marino hace 475 millones de años por organismos desconocidos de
cuerpo blando, de los que sólo se fosilizaron las huellas de su
actividad. El hallazgo ilustra sobre la presencia de gusanos de
tamaño gigante, aunque sus trazas, desde el punto de vista
icnológico, sean semejantes a las de poliquetos (gusanos anélidos),
cuyos icnofósiles hay por todo el mundo pero que rara vez exceden de
veinte milímetros de diámetro.
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"Calculamos que los animales que produjeron estas trazas
tenían como un metro de longitud y unos quince o veinte
centímetros de diámetro, lo que les convierte, junto con su
edad aproximada de 475 millones de años, en los más grandes
y los más antiguos de registro geológico paleozoico", afirma
el paleontólogo. Las huellas descubiertas en Cabañeros,
además de ser de ambiente marino, son las más antiguas
relacionadas con gusanos gigantes, tras el descubrimiento
realizado este mismo año en materiales del Pérmico superior
(260 millones de años) y en agua dulce en el English Riviera
Geopark de Devon (Reino Unido). Gutiérrez Marco apunta que
en Uheña (Teruel) hay también huellas de gusanos enormes -de
diez metros de largo y treinta de ancho-, pero son del
jurásico superior, mientras las de Cabañeros son tres veces
más antiguas. |
Las trazas de
Cabañeros "se desarrollan en el plano horizontal y a cierta
distancia, diez o quince centímetros, bajo la superficie de lo que
hace 475 millones de años fue el fondo marino", señala Gutiérrez
Marco. Con el fin de poder estudiar en mejores condiciones el
icnofósil y facilitar su contemplación, los investigadores han hecho
un molde de las huellas con centenares de kilos de siliconas y
resinas.
Eluterio Baeza,
conservador del Museo Geominero, que ha dirigido su realización,
dice que es "una manera realmente segura de proteger el patrimonio"
puesto que la copia perdurará en el tiempo y de ella se podrán
obtener tantas réplicas como se quieran. "Si realizas un molde y lo
pones en una sala de un museo es mucho más sencillo y puede estar
accesible a un mayor número de investigadores", añade. Manuel
Carrasco, director del Parque Nacional de Cabañeros, destaca a Efe
que "Cabañeros tiene un pasado marino importantísimo", aunque se
conozca "relativamente poco", por lo que con estos estudios se
pretende "sacarlo a la luz".
Por ello, en los
centros de interpretación de Cabañeros se puede acceder a réplicas
exactas de los icnofósiles, y el gran reto será el centro de
visitantes que se construye en Horcajo de los Montes, donde la
apuesta por dar a conocer el pasado marino de Cabañeros será total.
Encuentran fósil de Bisonalveus browni,
un extraño mamífero venenoso en Canadá.
Hace sesenta
millones de años, se paseaba por las llanuras un mamífero parecido a
una musaraña con un sistema de ataque sensacional: un poderoso
diente como una daga, que además, tenía veneno.
El fósil del mamífero extinto fue encontrado en Alberta, Canadá, y
constituye la primera evidencia de que los mamíferos de la
antigüedad usaban un veneno para capturar sus presas y defenderse de
sus predadores.
“Tenía mordedura venenosa, y nunca se había descrito algo parecido“,
señala Richard Fox en su artículo publicado en la revista Nature. Fox y sus
colaboradores encontraron restos de mandíbulas y dientes fosilizados
en dos sitios distintos de la región central de Alberta.
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“Los venenos son
comunes en serpientes y arañas, pero sólo cuatro especies de
mamíferos conocidos usan veneno, y es un misterio evolutivo porqué
dejaron de usar esta estupenda arma“, asegura Fox.
Bisonalveus
browni, como se llama este mamífero parecido a las musarañas, ya
había sido encontrado en 1956, se cree que está relacionado
evolutivamente con un oso hormiguero moderno llamado pangolin.
|
El nuevo
hallazgo contiene las zonas dentarias y una fracción más completa
del cráneo, lo que permitió a los paleontólogos descubrir las
estructuras dispensadoras de veneno.
Los caninos del
'Bisonalveus browni' tenían un característico canal que
probablemente administraba veneno desde glándulas especializadas a
sus víctimas, muy similar a lo que hoy en día utilizan muchas
serpientes venenosas.Este tipo de adaptación de la dentadura no ha
sido observada nunca en un mamífero extinto, aunque sí en diversos
reptiles.
Hasta ahora, las
únicas evidencias que se han encontrado de que los mamíferos
pudieran utilizar estos venenos para cazar a sus presas era en
animales que tienen saliva venenosa, pero no se había comprobado que
alguna especie tuviera conductos para llevar esta saliva hasta la
carne de la presa.
En la mandíbula
del 'Bisonalveus' se pueden apreciar los caninos con conductos para
el veneno. El diente inferior, de mucho mayor tamaño que el
superior, tiene una forma curva y alargada que, cuando la boca
estaba cerrada, podía retraerse un poco y no molestar.
Sólo unos pocos
mamíferos que están vivos en la actualidad, como el solenodonte
caribeño, utilizan veneno.
Encuentran Colágeno de un Tiranosaurio y de un
Mastodonte.
Articulo
publicado
en
forma completa en
Paleo. Año
5.
Numero 25. Mayo de 2007.
Dos
estudios dirigidos por la Universidad del Estado de Carolina del
Norte en Raleigh y el Centro Médico Diaconesa Beth Israel en Boston
(Estados Unidos) respectivamente y publicados en la revista 'Science'
muestran cómo la evolución de las técnicas de estudio de los restos
fósiles ha permitido descubrir y analizar restos de colágeno en
fósiles que poseen una antigüedad de decenas de millones de año. Los
investigadores han detectado una proteína del colágeno en restos
óseos de 'Tiranosaurus rex' y mastodonte, un
descubrimiento sorprendente, dado que
se creía que este tipo de material
no se podía preservar en los fósiles.
Los científicos
de la película Jurassic Park dependían de un mosquito preservado en
ámbar para clonar a estos antiguos animales, pues por mucho tiempo
se supuso que las moléculas de proteínas y aminoácidos –entre ellas
el ADN– se desintegraban al fosilizarse el tejido blando que las
contiene.
Mary Schweitzer,
profesora de Paleontología en la North Carolina State University y
colaboradora del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte,
descubrió tejido blando en el fémur de un T. Rex, desenterrado en
2003 del yacimiento Hell Creek, en Montana. El método utilizado para
identificar estas proteínas podría revelar vínculos evolutivos entre
las especies vivas y las extinguidas.
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Los
investigadores descubrieron recientemente un fémur de un 'T-rex'
en la Formación Hell Creek, al este de Montana (Estados
Unidos), que parecía contener
tejidos blandos internos
que incluían vasos sanguíneos en el hueso. Los
investigadores de Carolina del Norte, dirigidos por Mary
Higby Schweitzer, han analizado en profundidad estos tejidos
utilizando una variedad de técnicas hasta mostrar que los
tejidos de dinosaurio desmineralizados contienen colágeno 1,
el principal componente orgánico de los huesos. |
Los autores proponen que las
proteínas podrían haber conseguido preservarse
debido a la existencia de
radicales libres
que provocaron que se unieran de forma irreversible a otras
moléculas, manteniendo las proteínas fuera del proceso de
fosilización.
En el estudio, liderado por John M.
Asara, los investigadores utilizaron una técnica llamada
espectrometría de masa
para analizar la muestra del 'T-rex' de 68 millones de años así como
otras de mastodonte procedente del 'Museum of Rockies' de Montana.
En esencia, la espectrometría supone descomponer una muestra en sus
componentes de iones y medir sus masas para determinar la
constitución química de la muestra.
Los investigadores utilizaron una
versión sofisticada de esta técnica en las muestras de ''T-rex'' y
mastodonte y
compararon los resultados con los
datos de colágeno de animales existentes en la actualidad,
identificando algunas de las secuencias de péptidos de las
proteínas de colágeno antiguas. Por ello, los autores explican que
en algunos casos existe la posibilidad de conseguir información
genética de especies extinguidas preservadas durante decenas de
millones de años.
Pollos y
raptores
Los investigadores compararon la proteína de colágeno que
descubrieron en el fósil con una base de datos de proteínas
homólogas de animales modernos. Las muestras prehistóricas
resultaron similares a las de los tritones, las ranas y los pollos.
Los científicos sostienen que estos resultados refuerzan la teoría
de que los dinosaurios y las aves son parientes evolutivos, pero
advierten que la muestra es demasiado pequeña para dar por
ratificada esta teoría.
La teoría, cada vez más popular, de que las aves modernas están
relacionadas con los dinosaurios surgió por las similitudes entre
sus estructuras óseas.
Fuentes:
Editorial Milenio y MegaFauna Web.
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