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Como rescatar un gran gliptodonte y no fallar en el intento.

Por Mariano Magnussen Saffer y Daniel Boh. Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. museomiramar@gmail.com. - Magnussen Saffer, Mariano. 2016. Como rescatar un gran gliptodonte y no fallar en el intento. Paleo Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XIV. 139: 18-21. 

Desde mediados del siglo XIX se han realizado intensas búsquedas de nuevos taxones, cuyas tareas en forma sistemática y técnicas básicas no han cambiado demasiado. En principio consiste en extraer los restos fósiles de forma satisfactoria, pero el resultado no siempre es bueno.

En la mayor parte de nuestro país, los yacimientos fosilíferos se encuentran en zonas alejadas, caminos de tierra o ausencia total de ellos, y debido al gran tamaño del material, la logística del personal, la preparación y el transporte resultan importantes como los aspectos científicos, la interpretación del lugar del hallazgo y los sedimentos que los contienen.

Durante las VI Jornadas Paleontológicas Regionales llevadas a cabo en la ciudad de Santa Clara del Mar, en la provincia de Buenos Aires, se dio a conocer una nueva técnica para recuperar grandes tocones de sedimento con fósiles en su interior por parte de una experiencia llevada a cabo por personal del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar.

Los afloramientos fosilíferos pueden tener variantes en su dureza, el tipo de fosilización del organismo, la manera directa o indirecta de llegar al material paleontológico, los recursos técnicos y económicos de las instituciones participes, influyen sobre el resultado exitoso del rescate paleontológico.

Si bien la extracción de un gran bochon de varias toneladas parece algo clásico en la paleontología, podemos decir que no siempre se realiza de la misma manera, por la cantidad de variantes ya expresadas. A lo largo y ancho del país, grandes, medianos y pequeños museos tienen experiencias fallidas en la extracción y traslado de grandes piezas hasta los respectivos laboratorios, donde se los procesa técnicamente para su posterior estudio, exhibición o colección.

El género Glyptodon, reconocido originalmente por Owen (1838) constituye uno de los taxones más conspicuos del conjunto de Glyptodontidae pleistocénicos de América del Sur. Posee caracteres altamente especializados, aunque con una persistencia notable de ciertos rasgos primitivos, como por ejemplo la presencia de anillos caudales y de cinco dedos en los pies, coraza formada por miles de placas articuladas entre si, se ha convertido tal vez, en un de los especimenes cuaternarios mas difíciles de extraer y transportar debido a sus dimensiones y complejidad anatómica, refiriéndonos siempre, a piezas muy completas.

El Museo Municipal Punta Hermengo logro la recuperación de su tercera coraza de un enorme Glyptodon s.p (Mammalia, Cingulata, Glyptodontidae) en sedimentos del Pleistoceno medio-superior en los barrancos del litoral marítimo del Bosque del Vivero dunicola Florentino Ameghino de la ciudad de Miramar con la construcción de una novedosa estructura desarmable, única y original para su extracción, traslado al museo y la respectiva documentación del proceso técnico.

El objetivo del presente aporte es dar a conocer una nueva variante para la recuperación exitosa de grandes bochones con restos fósiles en su interior y su adecuado transporte hasta el laboratorio del museo, pudiendo ser utilizado en grandes Glyptodontidae, u otros organismos de diferentes periodos geológicos o muestras sedimentarias de gran porte.

La campaña para la recuperaron del material paleontológico de referencia, se llevaron a cabo en el año 2005.

La metodología utilizada es la tradicional en el estudio de vertebrados e invertebrados fósiles, que comprende lo siguiente: 1) análisis de los caracteres anatómicos más significativos e identificación del organismo; 2) estudio y comparación, con datos bibliográficos existentes al respecto (descripciones, láminas, imágenes etc.); 3) observaciones y registros geológicos de los sedimentos portadores; 4) Comparaciones con organismos vivientes o extintos; 5) Se tomaron fotografías digitales y fílmicos de los procedimientos técnicos para su registro.

Con respecto a las herramientas utilizadas, se procedió a aquellas empleadas normalmente para esta actividad técnica, con herramientas de mano y mecánicas.

El material fue divisado un barranco vertical de abrasión, con una extensión de unos 4 kilómetros aproximadamente y una altura que promedia los 3 metros de altura, siendo variable según la acumulación de arena sobre la playa.

En ellos afloran unidades referibles al cenozoico tardío (Pleistoceno tardío) constituidas por sedimentos de aspecto loessoide con poca variación textural: limo arenosos a areno limosos, en los que se ven representados distintos procesos de sedimentación, con depósitos y cementaciones carbonáticas a  lago de todo el sitio.

Para ello, se trabajo desde la superficie, teniendo en cuenta que el fósil se encontraba a un metro promedio de profundidad, al menos, la parte mas alta el caparazón. Conociendo las características anatómicas y las dimensiones de estos grandes gliptodontes, sumada a las experiencias anteriores de este museo en grandes fósiles y otros dos caparazones ya recuperados, se comenzaron las tareas de excavación y reconocimiento del sitio.

El personal técnico y colaboradores llegaron al material referente por medio de dos grandes cavidades (tipo trincheras) realizadas a los laterales de la coraza del Glyptodontidae, logrando de esta forma la conexión de ambas por la punta caudal del mismo, pues, el sector dorsal, es el área erosionada sobre la barranca vertical.

De esta manera se rodeo toda la estructura del caparazón, con una cavidad sobre el sediento en forma de “U”. Posteriormente, el personal técnico del museo con más experiencia, trabajo sobre el sedimento depositado sobre la coraza ósea. Se retiro fácilmente el mismo durante varias jornadas.

De esta manera se pudo observar la dimensión total del organismo, y se decidió seguir excavando sobre las cavidades realizadas con palas, picos y otras herramientas manuales, logrando que todo el fósil, con su sedimento de relleno, se encontrara apoyado sobre una pequeña, pero resistente estructura sedimentaria, apuntalando el caparazón desde abajo y laterales del mismo, por medio de maderas cortadas a medida y apoyadas al sedimento circundante, separándolo del fósil con goma espuma.

De esta manera, el personal logro tener todo el caparazón visualmente libre. Se pudo determinar algunos daños naturales sobre la parte más dorsal y alta de la estructura ósea, tanto por agentes ambientales y biológicos, pero creemos por las evidencias reunidas, que gran parte de los faltantes y tal vez, otras estructuras óseas del esqueleto, pudieran estar aun dentro de los sedimentos del paquete de la coraza, aun sin procesar.

El momento crucial, fue la planificación de levantar y retirar toda la estructura, sin dañar el fósil, teniendo encuentra que el bocón y la estructura ósea del Glyptodontidae superaba a tonelada de peso.

Se evaluó retirar e sedimento interno de la coraza, por medio de la cavidad caudal y por la cavidad dorsal. Por experiencias anteriores en otras instituciones, esto permitió la rotura y separación de gran parte de las centenares de placas que forman el caparazón del animal, sumándole la posibilidad de que por si, halla naturalmente restos óseos en el interior del bochon.

Después de analizar distintas posibilidades, se decidió retirar todo el bocón entero y trasladarlo al Museo Municipal Punta Hermengo, ubicado a unos 2 kilómetros de sitio del trabajo de campo, por medio de calles de tierra, dunas, pendientes y bajadas pronunciadas.

Para ello, el primer paso fue solidificar el sedimento portador y el fósil. Se utilizo un impermeabilizante acrílico liquido incoloro (aunque al ser colocado y hasta su secado, todo el sedimento y el mismo fósil toma un color violeta intenso) formulado para el sellado de cavidades, que al secar adquiere una consistencia elástica de gran adherencia, que puede ser retirado fácilmente en el laboratorio del museo. Una vez seco, se procedió a cubrir el fósil y el sedimento de base con diario o papel mojado, cubriéndolo con yeso y estructuras básicas de alambre. Estando cubierto y seco, la pregunta fue, ¿Como lo levantamos y los llevamos al museo?

Fue así que se pensó en crear una estructura fácil retransportar y armar alrededor del gran bocón para levantar al fósil. El mismo fue creado a partir de planchas de hierro y tornillos entrelazados en forma de jaula, mientas que el gran fósil y su sedimento interno se encontraban apoyados sobre un pequeño bloque arcilloso in situ, mientras era equilibrado con madera a los laterales del mismo, para evitar su desplazamiento o accidente con el personal. Luego se lo levanto con una pala mecánica con cables de acero. Se lo apoyo sobre el barranco, se desarmo parte de la estructura y la pala metálica propiamente dicha lo llevo hasta el Museo de Miramar.

Con la construcción de una novedosa estructura desarmable, única y original para su extracción, se logro separar perfectamente el gran fósil y su sedimento del barranco costero, subiéndolo a la superficie, y por medio de una pala mecánica, se lo acomodo, para que este mismo vehiculo, lo traslade hasta el deposito del Museo de Miramar, por medio de calles de tierra, subidas y bajadas pronunciadas. 

Este material se encuentra tal cual fue hallado y retirado, sin sufrir daño alguno, y próximamente será preparado para su estudio y exhibición. Sin dudas el conocimiento técnico del personal, y la logística llevada a cabo, fue lo que posibilito que mas de una tonelada de hueso y sedimento llegaran exitosamente a destino, lo que facilita y alienta para que otras instituciones puedan evaluar tareas similares en sus futuros trabajos de campo.

Agradecimientos.

Los autores agradecen la participaron de Cecilio Bajos, Jorge Trusoni, Gonzalo Auriti, Jonatan Suárez, Melina Cutraro, Sabrina Boh, Ayelen y Tamara Díaz. Destacando la buena voluntad y disposición de la Dirección Servicios y la habilidad de los agentes encargados, especialmente del tractorista, por las difíciles maniobras para retirar el ejemplar y bomberos destacamento forestal del Vivero Dunicola Florentino Ameghino de Miramar.

Bibliografía

Hoffstetter, R. 1958. Xenarthra. En: J. Piveteau (ed.), Traité de Paléontologie 2: 535-626.
Lydekker, R. 1887. Catalogue of the fossil Mammalia in the British Museum, (Natural History) 5: 115. London.

Magnussen Saffer, Mariano. 2005. Recuperan Restos Fósiles de un Gliptodonte en Miramar. PaleoWeb, Boletín Paleontológico. Año 3. 9: 32-33.

Owen, R. 1838. Fossil Mammalia (1). En: C. Darwin (ed.), The Zoology of the voyage of HSM Beagle 1: 1-40. Smith, Elder and Co. London.

Pascual, R., Ortega Hinojosa, E.J., Gondar, D.G, y Tonni E.P. 1966. Vertebrata. En: A.V. Borrello (ed.), Paleontografía Bonaerense - Vertebrata I. Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires, Buenos Aires, 202 pp

Paula Couto, J.C. 1979. Tratado de Paleomastozoología. Academia Brasileira de Ciencias, Rio de Janeiro, 590 pp.

 


Perezosos gigantes (Xenarthra, Pilosa) del pleistoceno de la región pampeana.

Mariano Magnussen Saffer. Integrante de Grupo Paleo, Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar y Fundación Argentavis. marianomagnussen@yahoo.com.ar

 Tomado de; Magnussen Saffer, Mariano (2014).Perezosos gigantes (Xenarthra, Pilosa) del pleistoceno de la región pampeana. Paleo Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XII. 108: 08-13.

Gran parte del conocimiento referido a los mamíferos extintos cuaternarios proviene del estudio de aquéllos de la región pampeana de la Argentina, especialmente de la Provincia de Buenos Aires.

Los pilosos (Pilosa) son un orden de mamíferos placentarios que incluye los osos hormigueros, los tamandúas y los perezosos. En la actualidad existen únicamente en el continente americano. El origen del orden se remonta a principios del Terciario (hace alrededor de 60 millones de años, poco tiempo después de la extinción de los dinosaurios).

Hasta hace poco se consideraban un suborden del orden Xenarthra que en la actualidad ha sido elevado al rango de superorden. Están emparentados con los armadillos, que hoy se consideran un orden (Cingulata) dentro de los xenartros, aunque los pilosos modernos están muy especializados y superficialmente se parecen poco a los armadillos.

Entre el Oligoceno y Pleistoceno existieron varias familias de perezosos terrestres gigantes; eran animales cuadrúpedos uy bipedos ocacionalmente con las patas anteriores más cortas que las posteriores, y provistas de garras.

Es probable que fuesen prácticamente bípedos agarrando las ramas de los árboles y arrancándolas con su peso. Se han descrito cerca de 50 géneros de perezosos terrestres, muestra de que tuvieron un gran éxito ecológico en los bosques sudamericanos. Habitaron en América del Sur y parte de América del Norte.

A continuación detallaremos algunos de estos grandes perezosos extintos, que alcanzaron su maximo desarrollo durane el Plestinoceno.

Glossotherium myloides. Gervais, 1855.

Fue un Xenarthro corpulento, con cabeza grande y una cola larga y pesada. Los pies largos y con garras envueltas hacia adentro al igual que los otros Pilosa ya descriptos, por lo tanto caminaba apoyando sus nudillos. Es probable que pudiera ponerse en dos patas y mantener el equilibrio con la cola, utilizando sus garras para llevarse el alimento a la boca.

Tenia 4 metros de largo y 1,7 de alto. Se ha comprobado recientemente que podía excavar cuevas e invernar en ellas, a juzgar por los hallazgos realizados en la ciudad de Mar del Plata y posteriormente en Miramar.

Su masa estimada fue de una tonelada y su extinción ocurrió durante el Holoceno medio, hace 6 mil años antes del presente. Su cuerpo estaba cubierto por una espesa y densa pelambre y embebidos en la piel se encontraba un gran numero de huesillos (osteodermos), en forma y tamaño variables, generalmente superiores a un centímetro de diámetro.

Los restos completos rescatados en la Argentina son muy escasos. Se conocen los registros en el S.E bonaerense por Lorenzo Parodi, quien descubriera restos sustanciales de un esqueleto en 1924 y de José Maria Dupuy en el año 1925. Su habito alimenticio era variado, constituido de hojas de graminias, arbustos y arboles. Sus primeros registros corresponden a la Formación Vorohue.

Lestodon arnatus. Gervais, 1855.

Fue otro gran "Xenarthro" del Pleistoceno. Al igual que sus parientes era un herbívoro, el cual recogía su comida a orillas de los pantanos o causes fluviales.

Era muy grande, pero menor que el Megatherium americanum. El registro más antiguo del género corresponde al Montehermosense (Plioceno temprano). Median aproximadamente unos 4 metros de longitud. Su cráneo tenia una región rostral muy ensanchada.

Los huesos de sus miembros eran grandes y gruesos. Su dentición era simple, pero resaltaban hacia afuera de la boca unos caniformes muy grandes, lo que se convertía en una defensa contra los posibles depredadores. Su masa estimada es de 2,5 toneladas.

Después de Scelidotherium, Lestodon es uno de los mamíferos fósiles del Cuaternario más comunes en el territorio pampeano. Las especies de Lestodon, junto a las de Megatherium, son los Tardigrada de mayor tamaño corporal de ese momento.

Recientemente, personal y colaboradores del Museo Paleontológico de San Pedro, dieron a conocer el descubrimiento de una manada de diez individuos del genero Lestodon, tratándose de ejemplares adultos y juveniles.

Otros ejemplares interesantes, corresponden a los depósitos de la localidad de Salto, y se hallan exhibidos en el Museo de esta ciudad. Generalmente, se supone que estuvo adaptado a biomas abiertos de pastizales y arbustos. Otras  especies: Lestodon trigonidens (exclusiva del Bonaerense y Lujanense), y Lestodon armatus, que se extiende estratigráficamente durante el Ensenadense y Lujanense, aunque algunos autores sostienen que se trata de una única clase.

Megatherium americanum. Cuvier, 1796.

Los "Pilosa" en la actualidad se encuentran representados por mamíferos pequeños y medianos, como osos hormigueros y perezosos de tres dedos que pasan la mayor parte de su tiempo colgados en los árboles, moviéndose en forma muy lenta, debido a su bajo metabolismo, pero en el Pleistoceno habitaron en nuestro territorio formas gigantescas. Megatherium fue descripto por primera vez por el naturalista francés Georges Cuvier en 1796, quien se baso para tal descripción en un esqueleto completo descubierto en 1789 en las barrancas del Rió Lujan (Prov. Buenos Aires).

El Megatherium americanum fue uno de ellos. Su nombre significa "bestia grande" y sin dudas fue el animal terrestre más grande que habito en la región pampeana, donde se han rescatado sus principales restos. El género Megatherium constituye, al igual que Glyptodon, uno de los elementos más conspicuos de la megafauna pleistocena.

Su dentición está constituida por molariformes en forma de columna prismática cuadrangular. Tradicionalmente, se lo ha asociado a una dieta herbívora, aunque se propuso una dieta mixta, carroñera o incluso carnívora.

El primer registro del género se remonta al Vorohuense hasta llegar al Lujanense temprano (Megatherium americanum) y Lujanense tardío (Megatherium sp.).

Desde el punto de vista geográfico, su extensión parece estar limitada a la parte austral de América del Sur, es decir, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia; hacia el norte y el este, Megatherium es reemplazado por Eremotherium, un género similar, pero con algunos caracteres más primitivos y adaptado a temperaturas posiblemente más elevadas.

Superaba los 4,5 metros de altura cuando se paraba sobre sus patas traseras y con su larga y robusta cola  formando una especie de "trípode" permitiéndole llegar de esta forma a las hojas de los árboles y tener un mejor panorama de todo su alrededor.

El peso estimado de esta especie es de 5 toneladas, algo así como dos elefantes. Su cuerpo estaba recubierto por una fuerte pelambre. Sus patas delanteras eran largas y fuertes, acompañadas por cuatro garras, lo que le permitía acceder de mejor manera a los vegetales que formaban parte de su dieta. En la localidad de Pehun-co, Provincia de Buenos Aires, se hallo un yacimiento paleoicnologico con huellas dejadas por este enorme animal hace unos 11 mil años, junto a otras pertenecientes a especies desaparecidas y vivientes (ver notas de divulgación) Megatherium coexistió con los antiguos habitantes humanos en la Provincia de Buenos Aires hace 8500 años antes del presente.

Scelidotherium leptocephalum. Owen, 1840.

Los primeros restos fósiles atribuidos a estas especie fueron descubiertos por Charles Darwin en su viaje del Beagle en la localidad de Bahía Blanca. Basados en restos del cráneo, vértebras y costillas, Richard Owen lo bautizo como Scelidotherium en 1840. De tamaño menor y del grupo de los Xenarthros (perezosos) mencionados anteriormente fueron los mamíferos mas comunes del paisaje del Pleistoceno, ya que sus restos fósiles son muy abundantes en los depósitos sedimentarios de este periodo.

Tenia 1,7  metros de alto y 3,5 de largo. Su peso estimado es de una tonelada. El cráneo es alargado, bajo y estrecho, con un rostro proyectado hacia adelante. Su alimentación consistía de vegetales que hallaba en áreas secas. Investigadores del Museo de La Plata, habían realizado estudios biomecánicos en los huesos de las patas delanteras de Scelidotherium, concluyendo que estos extintos animales estaban plenamente capacitados para emplear sus fornidos brazos para cavar.

La robustez de cada uno de sus huesos, así como las amplias manos en forma de palas, son coherente con este comportamiento de superexcavadores.

Recientemente se pudo saber por varios hallazgos realizados por el Museo de Ciencias Naturales de Mar del Plata (ver notas de divulgación)  que estos enormes mamíferos cavaban madrigueras, las cuales realizaban para refugiarse, o bien para invernar, ya que es posible que tuvieran un metabolismo muy bajo, logrando una temperatura constante de 15° c en su interior.

Una de ellas media 40 metros de largo con un diámetro de 1,8 de donde se rescataron numerosos moldes de las garras entre otras evidencias. El autor de la Pagina, encontró en Agosto de 2002 en el Pleistoceno de Miramar una Paleocueva similar y de menor espectaculidad, la cual se encuentra en estudio. Este animal de notables proporciones desaparece del registro fosilífero hace unos 7 mil años atrás.

Los restos de Scelidotherium son tal vez, los fósiles de grandes mamíferos mas comunes en la región pampeana. Hace unos años se extrajeron dos esqueletos completos al sur de la localidad de Centinela del Mar en el Partido de General Alvarado, otro de la localidad fosilífera de Camet norte, Partido de Mar Chiquita y una hembra adulta abrazando su cría en la localidad de Mar del Sud, preservado en el Museo Municipal Punta Hermengo. el género Scelidotherium, básicamente diferenciable de Scelidodon por la presencia de ciertos caracteres más derivados a nivel de los miembros y cráneo, cuenta con al menos dos especies pleistocenas: S. floweri y S. leptocephalum. Las especies de este género habitaron en espacios abiertos, parcialmente arbolados, de climas templados.

Durante el Pleistoceno más tardío se lo encuentra también en ambientes de altura, compatibles con condiciones ambientales templado-frías, entre 2.000 y más de 3.000 m, específicamente en las localidades de Las Juntas, Catamarca y Lauricocha, Perú, aunque es importante mencionar que en este último sitio existen evidencias que los restos fueron llevados allí por el hombre. Geográficamente, se habría distribuido en los territorios de Argentina, Perú, Uruguay y Paraguay.

Mylodon darwinii. Owen, 1840.

Pertenecía al infraorden "Pilosa" de menor tamaño que el Megatherium americanun descrito anteriormente, pero  con cierta semejanza morfológica. Fue descubierto por primera vez por Charles Darwin en los alrededores de Bahia Blanca y posteriormente estudiados por Richard Owen.

Se alimentaba de vegetales y tenia unos 3 metros de largo por 1,5 metros de alto. El Museo de la Universidad Nacional de La Plata exhibe en sus salas, un trozo de cuero momificado de Mylodon. Este singular hallazgo casual  fue realizado a fines del siglo pasado. Proviene de una caverna en el Seno de la Ultima Esperanza, llamada también como "Cueva del Mylodon" donde también fueron encontrados excrementos del animal y huesos de gran tamaño diseminados en sedimentos que incluían restos de carbón.

Lo asombroso de este descubrimiento, es que la pieza única permitió conocer la estructura del cuero de estos animales, que en su interior alojaba pequeños huesecillos subesfericos ( osteodermos ) que si bien permitían flexibilidad a la piel, convertían al Milodonte en un verdadero acorazado.

Los Paleontólogos creen que esta adaptación en la piel la tuvieron sus antecesores del Paleoceno o tal vez antes, dando origen a los acorazados Dasipodidos y Gliptodontidos. 

En otros sitios de la Patagonia Chilena y Patagonia Argentina se han hallado restos similares a este pero menos espectaculares. Un hallazgo realizado en la localidad de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires, permitieron comprobar que los Milodontes habrían sido cazados y consumidos junto a otros gigantes por grupos humanos prehistóricos. Esta especie se extinguió entre 10000 y 8000 años antes del presente.

Bibliografía Sugerida:

Alfredo A. Carlini, Diego Brandoni and Carlos N. Dal Molin (2013). «A new genus and species of Planopinae (Xenarthra: Tardigrada) from the Miocene of Santa Cruz Province, Argentina». Zootaxa 3694 (6):  pp. 565–578.

Bargo, M.S. 2001. The ground sloth Megatherium americanum: skull shape, bite forces, and diet. In: S.F. Vizcaíno, R.A. Fariña y C. Janis (eds.), “Biomechanics and Paleobiology of Vertebrates”. Acta Paleontologica Polonica, Special Issue 46(2): 41-60

Casamiquela, R. 1968b. Noticias sobre la presencia de Glossotherium (Xenarthra, Mylodontidae) en Chile central. Anales del Museo de Historia Natural, Vol. 1, p. 59-75. Santiago.

Calcaterra, A. 1977. El Género Lestodon (Edentata-Milodontidae). Estudio preliminar. Comunicaciones Paleontológicas del Museo Municipal Real de San Carlos, 1(1):1-31. Colonia.

Esteban, G.1996. Revisión de los Mylodontinae cuaternarios (Edentata, Tardigrada) de Argentina, Bolivia y Uruguay. Sistemática, Filogenia, Paleobiología y Paleozoogeografía y Paleoecología. Tesis Doctoral (Inédito), Instituto Miguel Lillo, Facultad de Ciencias Naturales, 235 p. Tucumán.

M. Magnussen Saffer, D. Boh y C. Estarli. (2014). Asociación de un ejemplar juvenil y uno adulto de Scelidotherium leptocephalum Owen, 1839  (Xenarthra, Mylodontidae, Scelidotheriinae ) en una paleocueva en el Pleistoceno del Partido de General Alvarado. Aspectos Sistemáticos y Tafonomicos. XXVIII Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados. Zapala – Villa El Chocon, Neuquén. Mayo del 2014. Libro de Resumenes. , p 38.

Scillato-Yané, G.J.; Carlini, A.A.; Vizcaíno, S.F.; Ortíz Jaureguizar, E. 1995. Los Xenarthros. In Evolución biológica y climática de la región pampeana durante los últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental (Alberdi, M.T.; Leone, G.; Tonni, E.P.; editores). Museo de Ciencias Naturales, Consejo de Investigaciones, Monografías, p. 183-209. Madrid.

Tonni. E. P., El milodonte: género Mylodon Owen, 1840. Novedades del Mus.  La Plata, 1(9):80; 1985. 

 

Andalgalornis. El pico de las "aves del terror"

 Por: Federico Degrange, Claudia Tambussi, France: Karen Moreno, Lawrence Witmer y Stephen Wroe.

Andalgalornis es un ave extinta de hasta 1,40 mts. de alto, incapaz de volar que habitó Catamarca hace casi 7 millones de años.  El ave Andalgalornis era incapaz de volar pero utilizaba un pico ganchudo para combatir con sus presas. Un equipo de investigadores internacionales, entre ellos dos paleontólogos argentinos, recrearon los hábitos alimenticios de esta ave prehistórica. El primer estudio detallado del modo de depredar de estas aves extintas denominadas científicamente “fororracos” (Phorusrhacidae) pero también son conocidas como “aves del terror” fue publicado en PlosOne 

Los fororracos se habrían originado hace 60 millones de años y evolucionaron durante el período de aislamiento de América del Sur, un continente isla hasta hace 3 millones de años. Se conocen 18 especies que varían de 90 centímetros de alto hasta más de 2 metros, como es el caso de Kelenken, un fororraco que habitaba en la Patagonia con un cráneo de más de 70 centímetros de largo. 

Como no se conocen análogos de los fororracos entre las aves modernas, sus hábitos son un misterio para los paleontólogos. Un equipo de científicos realizó el estudio más sofisticado, conocido hasta la fecha, sobre la forma, función y comportamiento depredador de un fororraco, utilizando tomografías computadas y herramientas de la ingeniería. 

Las áreas de color claro representan el fósil, mientras que las áreas azuladas representan sedimento y yeso. Las líneas indican la posición de los cortes tomográficos que se ven debajo. Nótese que este pico angosto y totalmente hueco (indicado por las flechas) era muy fuerte verticalmente, pero peligrosamente débil lateralmente. Las estrellas muestran las áreas claves del cráneo que se han convertido en zonas rígidas, móviles en la mayoría de las aves actuales. Cortesía de WitmerLab en la Ohio University, USA.

“Nadie ha realizado un análisis biomecánico exhaustivo de un fororraco”, comenta Federico Degrange, becario del CONICET e integrante de la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata. “Necesitamos descubrir el rol ecológico que estas asombrosas aves desarrollaron si queremos realmente entender como evolucionaron los ecosistemas sudamericanos a lo largo de los últimos 60 millones de años”, detalló Degrange. El ave bajo estudio es un fororraco que habitó en Catamarca hace casi 7 millones de años. Es de tamaño mediano, 1,4 metros de alto y un peso de 40 kg. “Al igual que el resto de los fororracos, su cráneo es desproporcionadamente grande, tiene 37 cm. de largo, con un angosto y alto pico dotado de un poderoso gancho similar al de las aves rapaces”, señala la Dra. Claudia Tambussi, investigadora del CONICET y también integrante División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata. 

El Dr. Lawrence Witmer, de la Ohio University College of Osteopathic Medicine, realizó una tomografía completa del cráneo de Andalgalornis que permitió conocer su estructura interna. Las tomografías le revelaron que Andalgalornis no era como otras aves ya que había adquirido un cráneo sumamente rígido.  “Las aves en general presentan un cráneo con gran cantidad de puntos de movilidad entre los huesos que lo componen,  que les permite tener cráneos ligeros, pero fuertes. Sin embargo, hallamos en Andalgalornis estos puntos de movilidad se han convertido en uniones rígidas, inmóviles. Este ave tiene un cráneo fuerte, a pesar de tener un pico curiosamente hueco”, expresó Witmer, profesor de paleontología y anatomía. La evolución de este pico estaría presuntamente asociada a la pérdida de la capacidad de vuelo en los fororracos, como también a su gran tamaño. 

A partir de las tomografías, Stephen Wroe, Director del Computational Biomechanics Research Group de la University of New South Wales, Australia, construyó modelos 3D del fororraco y de dos aves actuales para su comparación: un águila y una chuña, pariente actual más cercano a los fororracos. 

Las modelos en 3D y las simulaciones apoyaron los resultados anatómicos basados en tomografías. “En comparación con las otras aves estudiadas, Andalgalornis estaba bien adaptado para llevar su pico hacia delante y luego hacia atrás utilizando el gancho curvo del extremo”, remarca Wroe.

Un elemento clave en el análisis fue determinar la fuerza de mordida. Para esto, Degrange y Tambussi trabajaron en el Zoológico de La Plata para conseguir que una chuña y un águila mordieran un aparato especialmente diseñado para medir la fuerza de mordida. “Combinando toda esta información, descubrimos que la fuerza de mordida de Andalgalornis era menor de lo que hubiésemos esperado y más débil que aquella de muchos mamíferos carnívoros del mismo tamaño. Andalgalornis podría haber compensado esta débil fuerza de mordida usando sus poderosos músculos del cuello para arremeter con su fuerte cráneo contra sus presas como un hachazo”, expresó Degrange.

En su conjunto, los resultados brindan una nueva perspectiva acerca del estilo de vida del esta ave depredadora única. Si bien su cráneo era robusto, era demasiado débil lateralmente y su pico hueco estaba en peligro de sufrir una fractura catastrófica. Los fororracos se volvieron depredadores en sus ambientes sudamericanos. El estudio muestra que el fororraco debería emplear una estrategia de ataque y retroceso con golpes bien dirigidos a modo de hachazos. Una vez muerta la presa sería despedazada en bocados más pequeños utilizando el poderoso cuello, retrayendo la cabeza hacia atrás o, de ser posible, tragada entera.

La investigación fue financiada por National Science Foundation (Witmer, U.S.); the Australian Research Council and the Australia and Pacific Science Foundation (Wroe, Australia) y el FONCYT de la Agencia Nacional de Promociones científicas y Técnicas (Tambussi, Argentina). 

Contactos: 

Federico Degrange, fjdegrange@fcnym.unlp.edu.ar

 

Gigantes con Plumas.

Un fascinante relato de un mundo poblado por aves gigantescas.

Por Daniel Boh, Museólogo y Dibujante del Museo Municipal "Punta Hermengo" de General Alvarado. Mariano Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal "Punta Hermengo". (Publicado en el Sitio Web de "Miramar Prehistórica")

En el continente sudamericano, especialmente en la zona pampeana Argentina, vivieron hace millones de años, unas aves de gran tamaño que, con su dieta carnívoras constituyeron las principales depredadoras de esa época. Antes de empezar a detallar un cráneo muy particular del Plioceno, repasaremos la historia de estos fabulosas especies y los diversos hallazgos de las "Gigantes con Plumas" en distintas partes del Planeta.

Nueva Zelanda y Madagascar.

El ave de mayor altura que tengamos noticias, fue Dinornis (Dinornis maximus) que vivió en Nueva Zelanda hasta hace pocos siglos. Se cree que los primeros nativos Maories contribuyeron a la extinción de este animal al que llamaban "Moa".

El esqueleto montado en el Museo de Historia Natural de Nueva York, alcanza una longitud de casi 3,5 metros, sus huevos pesarían unos 4 kilogramos, y su masa corporal esta estimada en 250 kilogramos. Con todas las características mencionadas no era un ave de temer (salvo que nos pisara un pie), ya que su dieta estaba constituida principalmente de vegetales, matizada con pequeñas rocas para facilitar la digestión y objetos varios (como el ñandú).

Otro descomunal ejemplar sin dudas fue Epiornis (Epyornis maximus) denominada "ave elefante", que según algunas buenas fuentes vivió hasta el principio de la era cristiana en Madagascar. Su altura llegaba a los 2,5 metros de altura y podía pesar hasta media tonelada. Sus huesos y restos de huevo que podrían tener el mismo volumen al de un avestruz y pesar 8 kilogramos, seguramente fueron conocidos por los viajeros arabes de la edad media, originando la famosa leyenda que narra en "Las mil y una Noches", en que un ave gigantesca podía llevar volando un elefante en cada pata y un tercero en el pico.

Estos seres estaban emparentados con los actuales Kiwis de Nueva Zelanda, los Casuarios de Australia, los Avestruces de África y los Ñandúes de América del sur, compartiendo con estos la incapacidad de volar, debido a la atrofia de los músculos pectorales y las fuertes patas las convierten en poderosas corredoras. Puesto que es imposible subir a una balanza a estas gigantescas aves extinguidas, no se puede conocer el peso exacto de las mismas. El método usado en estos y otros casos, es el de medir, pesar y estudiar la estructura ósea con otros restos de aves vivientes que tienen afinidad con estas. De este modo y a partir de pocos restos podemos tener una mejor idea del aspecto en vida que tendrían los especimenes y su relación con el medio que las rodeaban.

Terror de los aires.

El Teratornis era el ave voladora mas grande conocida. Su aspecto era similar al actual cóndor, y su envergadura alar era de 5 metros. Sus restos proceden principalmente de depósitos sedimentarios del Pleistoceno (principios de la Era Cuaternaria), es decir, alredor de 2 millones de años de antigüedad, de América del norte, siendo registrados los últimos fósiles hasta el principio del Periodo Holoceno, hace unos 10 mil años, época en que los seres humanos ya habían ingresado al continente por medio del estrecho de "Bering"

Ejemplar exhibido en el MEF.

En la década de 1980, Paleontólogos de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata, dieron a conocer el hallazgo de un verdadero gigante emplumado, al que denominaron Argentavis magnificens, considerando que su tamaño estaba cercano al máximo impuesto por las leyes físicas de la proporción entre volumen, su superficie alar y velocidad.

¿Que caracterizo a estos nuevos representantes ? En primer lugar es el Teratornis mas antiguo que se conoce, pues sus restos provienen de depósitos sedimentarios del Mioceno, con una antigüedad estimada entre 8 y 6 millones de años, que corresponden a las Salinas de Hidalgo, Provincia de La Pampa, Argentina. En segundo lugar, es el ave voladora mas grande de todos los tiempos, ya que su envergadura fue entre 8 y 10 metros.

Como ocurre con muchos hallazgos de aves prehistóricas, sus restos son muy fragmentarios, pero permiten deducir algunas medidas. El largo del animal desde el pico hasta la cola fue de unos 3,5 metros de longitud, en posición de descanso habrá superado los 2 metros de alto. Su peso esta calculado entre 80 y 100 kilos. También podemos afirmar que las plumas de las alas de esta ave tenían un metro de largo por 20 centímetros de ancho. Sus principales características, hacen pensar a los Paleontólogos de que se trata de un ave planeadora, limitando el aleteo al correteo y despegue, aprovechando posteriormente las corrientes térmicas para su majestuoso vuelo.

El alimento de estas aves pudieron ser principalmente las mamíferos Notoungulatos, los cuales habían alcanzado un grado de diversificación muy importante para este periodo. Otros autores coinciden de que se trataba de un animal carroñero, que detectaba cadáveres desde grandes alturas, o que aprovecharía para espantar con su temible tamaño a los carnívoros Marsupiales como los Tilacosmilos, y robarles sus presas. Esta ultima hipótesis parece mas certera y próxima a la realidad.

Argentavis desaparece rápidamente del rastro de los Paleontólogos, debido a que se conocen varios huesos de un mismo ejemplar. Aun no esta claro la desaparición de este tipo de golosos. Como siempre pasa, el principal sospechoso es el clima, el cual estaba en pleno cambio y las cordilleras de Los Andes alcanzaron su punto máximo, interrumpiendo los fuertes vientos del Pacifico, ideales para el planear de estas aves.

Corredoras peligrosas.

Otro grupo bien representado en Sudamérica fueron los Fororracos, con alturas que varían los 50 centímetros hasta los 2 metros, según la especie, y que compartían varias características, como ser carnívoras o carroñeras, buenas corredoras, alcanzando varios kilómetros por hora y la incapacidad de volar. Los fósiles de estos animales eran bien conocidos en Uruguay y Argentina desde principios de Siglo, cuando el  sabio Florentino Ameghino describió algunos restos procedentes del Mioceno de Chubut, creyendo en un primer momento que, esos enormes huesos colectados pertenecían a un Perezoso sin dientes extinguido. Pero mucho tiempo después fueron hallados en Brasil y otros lugares, como la Antartida. Pero es en nuestro territorio donde alcanzan su mayor diversidad, la cual, ocurrió hace unos 23 millones de años en la Patagonia, cuando los Fororracos eran los carnívoros dominantes.

Cráneo de Psilopterinae, depositado en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Reconstrucción de Psilopterinae, por Daniel Boh.

El mayor volumen corporal alcanzado por estas aves, se los atribuyen a Onactornis depressus, cuyo nombre significa "El jefe de todas las aves" y no estuvo muy lejos de esa realidad. Sus restos proceden del Mioceno inferior de la Provincia de Buenos Aires, con una antigüedad aproximada de 6 millones de años. Algunos Paleontólogos creen que el desarrollo de pastizales en extensos territorios contribuyo a la evolución de este enorme animal. Su altura pudo ser cercana a los 2,5 metros. Por su peso y lentitud se cree que era un ave carroñera, ya que le era difícil perseguir y atrapar a una presa.

Un poco de historia.

Porque las aves en Sudamérica alcanzaron estas enormes proporciones? La teoría mas aceptada es la que afirma que luego  que comenzara la división de la gran masa continental que existía hace 65 millones de años, Sudamérica se convirtió en una gran isla (como Australia). En ella poco antes habían desaparecido los Dinosaurios y otros vertebrados secundarios. Los únicos depredadores existentes eran unos pequeños mamíferos con aspecto similar a la actual zarigüeya, y no tan bien adaptados como otros carnívoros placentarios, los cuales se estaban desarbolando en otros continentes. Para mantener el equilibrio ecológico, la naturaleza convirtió a las aves  en gigantescas predadoras, cumpliendo un papel muy parecido a los ya extintos Teropodos de la Era Mesozoica, las que tuvieron el rol de ser las principales consumidoras secundarias de la cadena alimenticia. Coincidentemente con la desaparición de estas aves, ingresan al continente luego de reestablecerse el istmo de Panamá, otros tipos de vertebrados superiores, ocurrida hace 3 millones de años.

Una pieza llamativa.

El cráneo hallado en las proximidades de la ciudad de Miramar pertenece a uno de los últimos representantes de la Subfamilia Psilopterinae y procede del Plioceno tardío , considerado como Edad Chapadmalalense de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. El cráneo, cuya longitud actual es de unos 23 centímetros, fue hallado por el actual Director del Museo, el señor Daniel Boh. En su preparación se emplearon técnicas estandarizadas a cargo de su descubridor, consistió en extraer el fósil dentro de un tocón, limpiarlo cuidadosamente con una aguja de inseccion y productos químicos. Esta preciada pieza se exhibe en el Museo Municipal “Punta Hermengo” de la ciudad de Miramar. Si bien, no se trata de un cráneo muy completo, y fue sepultado en malas condiciones ambientales, posee algo que lo hace único, como la preservación de la esclerotida ocular, esos pequeños y delicados huesecillos ubicados en la orbita ocular. Asimismo se pueden observar las marcas de un par de caninos en su parte superior. El tamaño de esta ave pudo ser de 1,5 metros y se extinguió hace 3 millones de años. Algunos representantes actuales y ciertamente emparentados con esta familia, viven en la Republica Argentina. Los dos y únicos representantes de la Familia Cariamidae: la chuña de patas rojas (Cariama cristata) de unos 95 centímetros de altura y la chuña de patas negras (Chunga burmeisteri) de unos 78 centímetros de altura.

Bibliografía Sugerida.

Ameghino, F., 1905. Enumeración de los impennes fósiles de la Patagonia e Isla Seymour. Anales del Museo Nacional de Buenos Aires, 6: 97-167.

Patterson, B. y Kraglievich, L., 1960. Sistemática y nomenclatura de las aves fororracoideas del Plioceno argentino. Publicación del Museo Municipal de Ciencias Naturales y Tradicional de Mar del Plata, 1 (1): 1-52. 

Rusconi, C., 1958. Ave fosil del Plioceno de Buenos Aires. Revista Museo Historia Natural, 21: 1-3.

Tambussi, C. P., 1989. Las aves del Plioceno tardío – Pleistoceno temprano de la Provincia de Buenos Aires. Tesis doctoral de la Universidad Nacional de La Plata, inédita, 378 pp

Tambussi, C. P., 1995. Aves. En: Alberdi, M. T., G. Leone y E. P. Tonni (eds.), Evolución biológica y climática de la Región Pampeana durante los últimos 5 millones de años. Monografía del Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, España, cap. 7: 145-161.

Tonni. E. P., 1980. The present state of knowledge of the Cenozoic birds of Argentina. In: Papers in avian paleontology honoring Hildegard Howard, K. Cambell, ed., Contributions in Science. Natural History Museum of Los Angeles Country, 330: 105-114.

 


Los trabajos de Campo y de Laboratorio en el Museo.

Por Mariano Magnussen Saffer, integrante del Museo Municipal de Ciencias Naturales "Punta Hermengo" de Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. marianomagnussen@yahoo.com.ar

 

La búsqueda de Fósiles.

Desde mediados del siglo XIX se han realizado intensas búsquedas de nuevos taxones, cuyas tareas en forma sistemática, y las técnicas básicas no han cambiado demasiado. En principio consiste en extraerlos esqueletos de la mejor manera. En la mayor parte de nuestro país, los yacimientos fosilíferos se encuentran en zonas alejadas, y debido al gran tamaño del material, el aspecto logistico del personal, el mantenimiento y el transporte resultan importantes como los aspectos científicos, como la interpretación del lugar del hallazgo y el sedimento que rodea a este. Aumenta la facilidad del descubrimiento cuando las roca adecuadas quedan expuestas en varias zonas y sujetas a una erosión relativamente rápida. Por tal motivo, en la actualidad algunos de los principales sitios de búsqueda se encuentran en la Patagonia, en el Valle de la Luna,  Ischigualasto y prácticamente todo el sector marítimo, en especial el bonaerense.

La expedición Paleontológica.

Una gran parte de las expediciones paleontológicas son planeadas con un buen tiempo de anticipación, con la necesidad de conseguir los fondos económicos, que cada día son mas escasos y un grupo de voluntarios. El objetivo es conseguir fósiles para exhibirlos, como para las colecciones sistemáticas de las instituciones.

En una expedición de búsqueda de nuevos materiales, es fundamental la planificación. Hay que definir muy bien la zona de búsqueda, y debe haber información previa de la existencia de restos fósiles en la zona. Generalmente esta información proviene de trabajos anteriores, realizados por distintos investigadores. Un geólogo o un paleontólogo baga por el fondo de un barranca o por el medio de un desierto, entre rocas sedimentarias  de distintas edades geológicas, en busca de fragmentos óseos o de manifestaciones de organismos desaparecidos hace varios millones de años. Entonces el prospector intentar de que ejemplar se podría tratar y de lo grande que podría ser el hallazgo, a partir de los trozos de huesos sobre la superficie, que luego de este análisis, se decidirá si vale la pena trabajar durante varios días en el sitio.

La planificación de la expedición implica también la negociación con los propietarios del terreno, para poder llegar hasta el sitio sin entrar en conflicto con loas habitantes de la región, pues si bien as instituciones tiene la autoridad necesaria para realizar todas las tareas sin autorización de los propietarios, siempre es bueno llegar a un acuerdo y evitar los conflictos, ya que los Museos y Las Universidades son entidades que deben trabajar para toda la comunidad y no en forma individual y aislada.

Los miembros de la expedición deben de disponer de los vehículos adecuados, capaces de acceder a los terrenos mas difíciles y poder trasladar varios cientos de kilos. Además, en algunos casos, deben preparar grandes campamentos con tiendas de campañas, laboratorio móvil, una provisión de agua segura, alimentación adecuada a las condiciones y otras previsiones cotidianas. Estos "arreglos domésticos" son fundamentales para el personal, ya que se debe trabajar en zonas muy aisladas durante varias semanas.

Los investigadores, técnicos y colaboradores, necesitan un equipo formado por martillos, picos, palas, formones, cepillos, arpillera, yeso, madera, alambres gruesos, resinas plásticas y productos químicos que endurecerán los restos fósiles y el sedimento que acompaña a este. En algunas expediciones se llevan compresores de aires para utilizar martillos mecánicos y otros artefactos, aunque son para casos muy especiales. Asimismo instrumental óptico de laboratorio, cámaras fotográficas y de video y otros artefactos de medición.

En algunas ocasiones el personal de la campaña deben de remover varios metros cúbicos de sedimento para poder acceder al fósil, ya que no pueden hacerlo en forma directa. Esta tarea puede llevar varios días de trabajo, e incluso algunos meses. Esta reducción de capas sedimentarias sobre los fósiles se realiza hasta llegar a unos pocos centímetros de la pieza para poder limitarla y extraer peso para su posterior traslado. De esta forma se pone al descubierto la totalidad del fósil en forma controlada, eliminando cuidadosamente las rocas de la plataforma irregular. En esta ultima etapa se utilizan por lo general, instrumental de pequeño tamaño, como formones, destornilladores, cucharines y pinceles. Por lo general todos los huesos de una excavación se encuentran sobre el mismo nivel, lo que facilita su procesamiento inicial en el campo.

Una vez que el material esta sobre la superficie se registra el hallazgo, donde se dibujan los restos, se fotografía toda la zona circundante y demás tareas, cuyos datos facilitaran a los investigadores el estudio del espécimen extraído.

La preparación para el transporte.

A continuación se preparan los restos para ser trasportados hasta el laboratorio del Museo. Se trata de una tarea arriesgada en todo el trasporte. A pesar de que algunos restos pueden ser de enorme tamaño, los huesos pueden ser muy frágiles, y hay que protegerlos de las fracturas cuando se los levanta y durante el transito camino al laboratorio, ya que en la mayoría de los casos los caminos son de tierra.

La primera tarea es excavar zanjas profundas alrededor del fósil. Los huesos aislados se extraen de a uno, mientras aquellos que se encuentren aun articulados o semi-articulados son extraídos en grupo. Se cubren los con papel húmedo o papel de aluminio para que se adapte al contorno del hueso y aislarlo completamente, y luego se le incorpora a su alrededor arpillera con yeso, y en algunos casos se utilizan productos químicos plásticos y estructuras de hierro. Todo el material queda cubierto en un enorme bloque de yeso, el cual es duro como una coraza.

Una vez que se seco el molde del hueso, se utiliza una palanca para separar el fósil de la base de la roca. y se da vuelta el tocón, para poder cubrir con yeso la parte inferior del hueso con arenisca. Ahora que se encuentra encerrado en un capullo de yeso, se lo puede retirar del sitio. Los huesos pequeños pueden ser trasladados en la mano o entre dos o tres personas, pero para los grandes bloques se pueden utilizar distintas técnicas, desde trineos, carretas, camiones, grúas especiales y en algunos casos helicópteros. Si bien se puede tratar de un fósil de un tamaño modesto, el tocón puede pesar varias toneladas y se puede tratar de una tarea muy compleja de manuavilidad.

La preparación de los huesos en el laboratorio del Museo.

Generalmente, los Museos mas importantes de nuestro país pueden tener mas de un laboratorio destinado al estudio de fósiles, y el tamaño de estos pueden variar según su especialidad. Una vez que llegan los materiales del campo son descargados y puestos en grupos relacionados entre si.

La primera tarea es extraer la cubierta de yeso y se deja secar el tocón. Luego se empieza a limpiar con instrumental del tipo odontológico toda la superficie del hueso ya que gran parte de la cubierta matriz fue extraída en el campo por los mismo técnicos y colaboradores.

El trabajo de laboratorio por lo general no esta realizado por los profesionales universitarios, aunque asesoran al personal técnico especializado, los cuales cumplen unas de las tareas mas importantes. La limpieza y preparación de los especimenes extraídos de una campaña paleontológica pueden llevar varios meses de minuncioso trabajo. Esta tarea es  fascinante, como una escultura y su figura se tona de apoco a medida que se avanza. Podemos decir que el 99 por ciento de los casos el técnico no tiene problemas para distinguir y separar la roca del fósil.

Algunos huesos pueden presentar numerosas fracturas, ya que pudieron ser pisados por otros animales antes de quedar sepultados o pudieron sufrir los efectos de la intemperie. En otros casos los huesos son duros pero los depósitos sedimentarios están atravesados por minúsculas fisuras provocadas por tensiones en la corteza terrestre. Una vez limpio el hueso y pegada aquellas partes fracturadas, se pinta al mismo a base de lacas sintéticas y otros productos químicos para endurecerlos. Una vez completadas estas tareas el material es introducido a un inventario de bases de datos, donde se le asigna un numero a todas las piezas del mismo ejemplar y se incluyen todos los datos geográficos, geológicos, biológicos y técnicos para futuras consultas y que no se mezclen con el resto de los especimenes allí conservados. Este tipo de material tiene dos caminos probables dentro del Museo, uno de ellos es la exhibición publica del mismo, o lo mas probable es que engrosé la colección sistemática de la institución y que no este al alcance del publico pero si de los investigadores que consultaran periódicamente.

Preparación de los moldes y de las copias.

Cuando un resto fósil tienen un interés especial, tal vez porque se trata de una forma nueva o muy bien preservado, los paleontólogos deciden hacer copias. La idea es hacer replicas de los restos originales las cuales son copias fieles a la pieza original. El primer paso es hacer los moldes de la pieza del organismo a copiar, que por supuesto, el fósil fue procesado previamente por el personal de dicha institución. Esta tarea debe realizarse con mucho cuidado para no dañar los especimenes.

 En la actualidad, los moldes suelen hacerse con plásticos flexibles que se separan con facilidad del hueso, y después de la pieza fundida, logrando copiar hasta los detalles mas íntimos de un organismo. Pero igualmente existen numerosas técnicas de trabajo, las cuales son utilizadas según el espécimen a duplicar.

El primer problema surge al diseñar el molde de un hueso. Este debe estar formado por dos o mas piezas, que deben estar ajustadas entre si correctamente, para luego poner el material fundido y que este no se derrame por hendiduras o cavidades mal diseñadas o cerradas, para evitar distorsiones en la pieza procesada. Algunos moldes pueden ser sencillos, como por ejemplo los huesos largos o algunas vértebras, las cuales se hacen en dos mitades coincidentes. Pero los trabajos mas minuciosos para un técnico es el copiado de un cráneo o una cadera, cuyos moldes deben ser tridimensionales y pueden contar con numerosas piezas a unificar.

Las piezas fundidas por lo general se realizan en plásticos livianos o raramente en yeso u otros productos. Las replicas de huesos de gran tamaño se pueden realizar incluso en  fibra de vidria. Estas piezas son muy resistente y es capaz de soportar un tratamiento mas brusco: suele ser mas ligera y fácil de manipular, y se puede colorear y tratar antes que se endurezca por completo, para imitar el aspecto de los restos originales o bien, que se adapte a las condiciones existentes en una sala del Museo. Las copias que se están realizando en nuestro país en los últimos diez años son de alta calidad, y solo con un detalle minucioso uno puede distinguir entre una pieza original y una copiada.

Lo que es muy bueno, es que se pueden realizar numerosas piezas fundidas a partir de un solo molde. Los Museos e Instituciones mas importantes de nuestro país suelen tener numerosas copias de sus mejores especimenes para exponer en sus propias salas, montar exhibiciones especiales o realizar intercambios múltiples. Un solo esqueleto original puede dar origen a dos docenas de replicas exactas. De esta manera se puede intercambiar material o bien pueden ser prestados para estudiarlos. Asimismo se pueden montar varios esqueletos pertenecientes al mismo ejemplar pero en distintas posiciones para que parezca una manada de ellos. 

Pero la finalidad mas importante es preservar a la pieza original, la cual debe estar guardada en los depósitos de los Museos al alcance de los investigadores. Mientras tanto, las copias deben estar exhibidas en las salas o ser trasportadas sin que corran riesgo a romperse o perderse. Así mismo la copia pesa muy poco, y una sola persona puede manipularla con mucha facilidad. En cambio la misma pieza original puede pesar hasta mas de una tonelada y debe ser manipulada con equipos especiales, poniendo en riesgo a vidas humanas y a los especimenes.

Estudio e interpretación de los nuevos taxones.

Los Paleontólogos preparan una descripción formal de todos los huesos de que dispone, y elabora esta parte del informe en esta secuencia bastante normalizadas. Las descripciones pueden variar según la cantidad de restos asociados que se hallaron en el yacimiento, pero también la descripción de una nueva especie puede salir de la evidencia de una uña o un diente aislado. Ahora, si hallamos un esqueleto por lo general su descripción comienza por el cráneo, a continuación la columna vertebral desde las vértebras cervicales hasta las caudales, siguiendo por la cintura torácica y las extremidades anteriores, la cintura pélvica y las extremidades posteriores, y por ultimo los elementos mas superficiales y de menor importancia, como las costillas.

Un informe científico puede cubrir desde unas pocas hojas hasta convertirse en un libro a donde abundan centenares de detalles sobre los nuevos especimenes, los cuales se verán mejores ilustrados con fotografías y dibujos de los taxones cuestionados.

El informe a continuación pasa a los aspectos mas interpretativos del descubrimiento. Aquí se pueden incluir capítulos relacionados con la mecánicas de las mandíbulas y de las extremidades ( en otras palabras, la forma de masticar o de desplazarse). Existen distintas maneras de tratar estas cuestiones, que se asientan en el conocimiento que se obtiene de los organismos vivientes. Por ejemplo, si los detalles de los huesos están bien preservados, el paleontólogo esta en condiciones de especular, con una cierta confianza, sobre la naturaleza de las articulaciones y su biomecánica. Sujetando y manipulando los huesos fósiles, puede establecer hasta que punto se mueven entre si, y en que sentido.

Para concluir el informe, el paleontólogo revisa toda la información que a logrado conseguir, tanto consultando material depositado en distintas instituciones del país, comparándolo con formas afines con representantes vivientes en la actualidad, y sobre todo consultar numerosas y extensas bibliografías, donde el investigador encontrara una guía de antecedentes y discutirá los resultados de otros autores. Una ves completado el informe el paleontólogo presentara su trabajo de información en un congreso o reunión paleontológica donde se encontrara allí presente, decenas de colegas que evaluaran su trabajo, o bien presentara su manucristo a una revista especializada, donde será evaluado por un jurado de profesionales, que generalmente superan los diez miembros.

 


Huellas de Dinosaurios en Neuquén.

Por Jorge Calvo, Museo de Geología y Paleontología del Comahue, Neuquén. Rodolfo Corea, Museo de Carmen Funes, Plaza Huincul, Neuquén. Fragmento de articulo publicado en la revista Ciencia Hoy, Volumen 5 N° 29.

La paleoicnología estudia las huellas o icnitas (de icnoV -icnos-, huella) de animales fósiles; constituye una importante disciplina auxiliar de la paleontología, que se ocupa de los organismos del remoto pasado. Esos rastros fósiles, tanto de animales vertebrados como invertebrados, son la impresión que dejaron en el suelo distintas partes del cuerpo del ser que las originó, como patas, cola, etcétera.

El análisis de tales huellas proporciona un cúmulo de información difícil de obtener de restos óseos, como la anatomía de las partes blandas de las extremidades, la velocidad de desplazamiento, la talla corporal, el comportamiento social y las preferencias ambientales del animal. El estudio del contorno de la marca y sus accidentes internos permite deducir datos sobre almohadillas plantares, membranas interdigitales, etc. A su vez, la investigación sedimentológica del suelo (o sustrato) portador de los rastros aporta luz sobre cómo era el ambiente en el momento en que las huellas quedaron impresas.

Se han realizado muchos intentos de definir el método adecuado de análisis de un rastro fósil. Actualmente la paleoicnología de tetrápodos (o cuadrúpedos, animales con cuatro extremidades) se vale de un sistema convencional de parámetros, que se apoyan, entre otros datos, en diversas medidas de las huellas y de los rastros

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Cada vez son más frecuentes los análisis de huellas fósiles que se presentan en los congresos y reuniones de paleontología en todo el mundo, y son muchos los trabajos publicados anualmente en los órganos de difusión, tanto técnicos como de divulgación general. No sorprende, entonces, que el estudio de las huellas fósiles ocupe, en los últimos años, un lugar importante entre las investigaciones paleontológicas. La Argentina no escapa a esta aseveración, ya que en su territorio han sido descubiertos importantísimos yacimientos de huellas fósiles atribuidas a gran variedad de faunas, principalmente dinosaurios.

Icnita de Carnotaurus de unos 50 cm de largo.

 

La primera noticia de la existencia de tales huellas en tierra argentina fue difundida en 1931 por el paleontólogo alemán Friedrich von Hüne, quien describió una icnita hallada en Plottier; en Neuquén, y la atribuyó a un dinosaurio carnívoro. En la década de los sesenta, Rodolfo Casamiquela realizó un intento inicial de sistematizar el estudio de las huellas fósiles, en un extenso trabajo en el que dio a conocer faunas icnológicas puestas de manifiesto por huellas encontradas en estratos del triásico de Río Negro y del jurásico superior de Santa Cruz. En la segunda de estas provincias está el más antiguo registro sudamericano de mamíferos, el Ameghinichnus patagonicus, del que casi nada se sabe, pues, hasta el presente, sólo se lo conoce por sus huellas, notablemente bien conservadas en lajas de una formación geológica llamada la Matilde, de aproximadamente 50 millones de años de artigüedad. En publicaciones más recientes se han descripto yacimientos situados en el norte argentino, del cretácico superior de Salta, en los que se descubrieron huellas de dinosaurios asociadas a otras, numerosas, de aves; y también hallazgos del cretácico del Neuquén, del Jurásico medio del Chubut y del jurásico superior de Santa Cruz. Los principales yacimientos argentinos de fósiles se encuentran en el valle del Tonco, en Saita; el área del Chocón-Picún Leufu, en Neuquén: el cerro Cóndor; en Chubut; y la laguna Manantiales, en Santa Cruz

Las icnitas de Picún Leufu, a orillas del lago Exequiel Ramos Mexía el gran embalse que forma el dique del Chocón-, en el límite de Neuquén y Rio Negro, se conocen desde 1979, cuando, en ocasión de una bajante excepcional, un poblador de la zona descubrió en la roca unas huellas de lo que supuso que era un "avestruz gigante".

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El diredor del museo de ciencias naturales de la universidad del Comahue, Oscar Deferraris, determinó que se trataba de huellas de dinosaurios.

En Neuquén y Río Negro existen unas formaciones rocosas conocidas, desde el siglo pasado, como estratos con dinosaurios, capas de sedimentos de origen continental (es decir; no marino) que ahora se denominan grupo Neuquén y que representan distintos momentos de la historia geológica de la zona. Tienen una antigüedad de entre 70 y lOO millones de años y corresponden al cretácico superior o senoniano, si bien existe alguna discrepancia entre autores en cuanto a su datación más precisa, debida a diferentes interpretaciones de los movimientos geológicos de la corteza, el espesor sedimentario, el tiempo de depósito y las correlaciones con estratos subyacentes cuyas edades se pueden establecer por la presencia de fósiles marinos, registrados en el norte del Neuquén y el sur de Mendoza.

huella de Iguanodonte sp de 63 cm en este cuadro.

 

Posteriormente las estudiaron investigadores del Museo de La Plata, hasta que el lago subió a su cota normal y, cubriéndolas, lo impidió. En junio de 1987, aprovechando otra bajante de las aguas, se realizó una nueva campaña, bajo la dirección del primer autor de esta nota, en una época de intenso frío. Se encontraron icnitas en distintos puntos, distribuidos a lo largo de los 60km que se extienden entre Picún Leufu y el Chocón; se extrajeron decenas de moldes, y se confeccionaron centenares de dibujos de las huellas. El principal conjunto de estas se descubrió en el paraje denominado península Nueva, en las proximidades de la primera localidad.

Para facilitar su estudio, el grupo Neuquén ha sido subdividido en unidades denominadas formaciones, a saber: la río Limay, más antigua y basal, la río Neuquén, intermedia, y la río Colorodo, más moderna y superior Estas, a su vez, se componen de miembros. La formación río Limay está constituida por los miembros Candeleros, Huincul y Lisandro, el primero de los cuales, el más antiguo, contiene las huellas a las que hace referencia esta nota, en la periferia del lago del Chocón.

Los investigadores de a universidad del Comahue que estudian el área han identificado una gran variedad de icnoespecies, desconocidas en el resto del mundo. El hallazgo más relevante es el de rastros dejados por un dinosaurío del grupo de los ornitópodos -mas específicamente los iguanodontes-, que constituye el primer registro icnológico de tales dinosaurios en la Argentina. No se han hallado en Sudamérica restos óseos de iguanodontes, pero se han descubierto abundantes huellas de ellos en el Brasil y Chile. Dichas huellas se caracterizan por tener el borde posterior redondeado y ser de un animal tridáctilo, con dedos sin garras, cortos y gruesos. Si bien estos dinosaurios podían desplazarse como bípedos, con ángulo de paso relativamente abierto, en ciertas ocasiones se apoyaban en sus miembros delanteros para caminar De acuerdo con el registro fósil, o la evidencia del pasado impresa en la roca, se extinguieron a fines del cretácico inferior hace 97 millones de años. Este dato permitiría inferir que las rocas que contienen sus restos deberían pertenecer; por lo menos, a la edad albiana, lo que ha llevado a que, recientemente, se haya propuesto ubicar al miembro más antiguo del grupo Neuquén, el Candeleros, en el limite entre el cretácico inferior y el superior

Otro hallazgo importante hecho en Picún Leufu es el de huellas de dinosaurios saurópodos, encontradas por primera vez en la Argentina, e identificadas a pesar de no hallarse en buen estado de conservación. En zonas próximas al actual lago también se han descubierto restos óseos muy bien preservados de saurópodos. Pero, como sucede frecuentemente, las huellas y los restos no pueden ser atribuidos al mismo individuo, razón por la que se utiliza una taxonomía independiente para unas y otros. Una de las icnitas, de forma casi circular; tiene un diámetro de unos 90cm, lo que sugiere que proviene de un animal enorme, por lo menos de 20m de largo. En otras huellas de saurópodos, que se hallan mejor conservadas, pueden diferenciarse las marcas de las patas delanteras de las traseras; las primeras tienen forma circular y 20cm de largo, mientras que las segundas son triangulares y su largo es de 70cm

La fauna icnológica descubierta en Picún Leufu se completa con dinosaurios terópodos. En los textos tradicionales sobre dinosaurios, el suborden Theropoda suele estar dividido en los infraórdenes CarnosourIa y Coelurosauria, esquema que mantenemos en esta nota. Sin embargo, las propuestas más recientes de interpretación de las relaciones filogenéticas de los dinosaurios carnívoros son algo distintas, por lo que remitimos al lector a trabajos actualizados sobre la sistemátira de estos vertebrados (algunos se citan en "Lecturas sugeridas")

Los carnosaurios reúnen a dinosaurios carnívoros robustos y de gran talla, como Tyrannosaurus y Allosaurus (que median, respectivamente, unos 14m y 12m de largo). Los celurosaurios están representados por formas pequeñas y gráciles tales como Deinonychus y Velocirraptor (cuyas longitudes respectivas eran 3m y 2m). Las icnitas de terópodos halladas en Picún Leufu corresponden tanto a unos como a otros, a animales grandes y pequeños. Se han reconocido cuatro tipos diferentes de celurosaurios. Uno está representado por huellas de 12cm de largo, con una separación de sólo 46cm; fueron descubiertas cinco grupos de ellas, muy cercanas unas de otras y con la misma dirección de desplazamiento. También se halló una icnita aislada, de 22cm de largo, con marcas de cuatro dedos, cosa poco común en huellas de terópodos, en los que el primer dedo usualmente no tocaba el suelo: en este caso dicho dedo, dirigido hacia el costado, está a 90º con respecto al tercero. Las icnitas atribuidas a carnosaurios corresponden a un gigantesco depredador miden 50cm de largo, con una longitud entre pasos de 130cm. Estos animales poseían

La fauna icnológica del lago Ramos Mexía sugiere que allí existio una comunidad animal compuesta por distintas formas de dinosaurios que convivían en el mismo hábitat. La diversidad morfológica de las icnitas indicará que los autores ecológicos distintos). Los aspectos ecológicos de esa diversidad faunística, las eventuales relaciones tróficas entre los distintos grupos de dinosaurios, así como otros temas conexos, requieren ser adicionalmente investigados, para conocer mejor la vida de los fascinantes vertebrados terrestres que dominaron la tierra emergidas durantes 140 millones de años.

¿CÓMO SE CONSERVARON LAS HUELLAS?

Que las huellas siempre hayan estado allí, tal como se las descubrió, es un supuesto de díficil justificación , ya que se requeriría explicar por qué no fueron borradas con el paso del tiempo. Las pisadas de animales actuales permanecen en el terreno por un corto lapso, pues desaparecen por la acción del viento, la lluvia, las inundaciones, etc., que en el caso tratado tuvieron millones de años para hacerse sentir, tiene que haber alguna explicación.

Estudios sedimentológicos y paleontológicos recientes sugieren que hace unos 100 millones de años cuando vivieron y murieron dinosaurios que dejaron sus huellas en las rocas del actual Picún Leufu, la región tenía unas características muy distintas de las actuales.

Era llana, de clima templado, compuesta por tierras sedimentarias, bajas y pantanosas, y cuerpos de agua de poca profundidad, que crecían durante períodos lluviosos y se reducían durante los secos. Abundaban las extensiones de inundación intermitente, en las que los dinosaurios imprimían las marcas de sus patas en el barro blando, que luego se secaba pero, posteriormente, era otra vez inundado y cubierto con sedimentos adicionales, lo que generaba una discontinuidad entre el estrato portador de la huella y el que lo cubría, en ocasiones compuesto por arenas traídas por cauces temporarios, producto de lluvias frecuentes.

Con el transcurso del tiempo las huellas quedaron sepultadas bajo centenares de metros de sedimentos que, a lo largo de milenios, se harían más compactos y se transformarían en rocas sedimentarias de gran dureza. Más tarde los levantamientos orogénicos ( es decir , la formación de montañas) y la erosión subsiguiente, que desgastó los depósitos sedimentarios, dejaron nuevamente al descubierto las huellas impresas en aquel barro, ahora convertido en roca.

LECTURAS SUGERIDAS

CALVO, J.O., 1991, "Huellas fósiles de dinosaurios en la formación río Limay" Ameghiniana, 28:241-258

CORIA, R.A., 1991, "Nuevas icnitas de la localidad Estancia laguna Manatiales", Ameghiniana, 28:405

LEONARDI, G. (ed), 1987, Glossary and Manual Tetrapod Footprints. Paleocihnology, Conselho Nacional de Desenvolvimiento Ciéntifico e Tecnológico, Brasilia.

WEISHAMPEL, D.B, DOBSON, P. & OSMOLSKA.H (eds), 1990, Dinosauria , University of California Press, Los Angeles

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