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Hallaron en Zapala piezas de un primate Platirrino del Mioceno Inferior.

Publicado en Paleo. Año 9. Numero 63. Diciembre de 2011.

Para sorpresa de muchos investigadores fueron halladas piezas de un mono fósil en un yacimiento paleontológico cercano a esta ciudad que ofrece además una importante variedad de mamíferos fósiles cenozoicos.

El yacimiento fue ubicado a unos 35 kilómetros de Zapala en sedimentos de aproximadamente 20 millones de años (Mioceno inferior) y el proyecto permitió a la provincia de Neuquén obtener la colección más grande de mamíferos fósiles.

En este caso, se trata de restos de primates (monos) pertenecientes al grupo de los platirrinos (entre cuyos descendientes actuales se encuentra el mono Tití). El geólogo Alberto Garrido, director del Museo Provincial de Ciencias Naturales “Profesor Juan Olsacher”, confirmó la existencia y sostuvo que se encuentran frente al primer hallazgo de estas características y en rocas de esa antigüedad para la provincia.

Garrido explicó “tuvimos suerte de encontrar  nuevos yacimientos fosilíferos, algunos de los cuales nos han dado muchísima información. Todavía algunos materiales se están limpiando pero se ha encontrado una cantidad muy diversa de mamíferos fósiles, algunas piezas excepcionales con cráneo incluido, y entre lo más llamativo está el hallazgo de restos de primates (monos) muy cerca de Zapala, son especímenes de tamaño relativamente  pequeño”.

El especialista señaló que, “si bien la presencia de mamíferos fósiles en territorio neuquino es conocida por los investigadores desde fines del siglo XIX, en general han sido poco estudiados y la cantidad de piezas que había sido coleccionada hasta el momento era bastante discreta. Las piezas que se habían encontrado en aquellas primeras investigaciones están hoy en museos de Buenos Aires y de La Plata porque en ese entonces Neuquén no tenía museos".

El grupo de investigadores que confirmaron las piezas del primate está conformado por Alejandro Kramarz, integrante del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”; Analía Forasiepi, del Museo de Historia Natural de San Rafael, Mendoza; Marcelo Tejedor del Centro Nacional Patagónico de Chubut y Garrido.

El director del museo zapalino manifestó  que las piezas fósiles más destacadas estarán expuestas en el museo Juan Olsacher "una vez que finalicen las tareas de limpieza que se están realizando actualmente".

 


Cronopio dentiacutus, un nuevo mamífero fósil del cretácico de Patagonia supera a la ciencia ficción.

Publicado en Paleo. Año 9. Numero 63. Diciembre de 2011.

Un pequeño mamífero fósil muy parecido a la ardilla prehistórica de la película La era del hielo y que vivió hace 95 millones de años entre los dinosaurios en territorio de Argentina, fue presentado por el prestigioso paleontólogo Sebastián Apesteguía.

El parecido es asombroso, y sin embargo quienes crearon al personaje de Scrat -esa suerte de ardilla de prominentes colmillos que deambula en busca de una bellota en la película La era del hielo- no tenían ni noticias de la existencia del Cronopio dentiacutus, un pequeño mamífero que vivió a la sombra de los dinosaurios en lo que es hoy la Patagonia argentina, y cuya descripción acaba de publicar la revista Nature.

Con unos 10 a 15 centímetros de largo, ojos grandes, aparentemente adaptados para una visión nocturna, y un delgado hocico armado con prominentes caninos, el cronopio no sólo viene a demostrar que la biología puede ser mucho más creativa que los guionistas de Hollywood."Rompe con un hiato de casi 60 millones años, entre 130 y 65 millones de años atrás, de los que no se conocía nada sobre los mamíferos en América del Sur", dijo el paleontólogo Guillermo Rougier, que analizó los restos fósiles del cronopio desenterrados en el yacimiento paleontológico de La Buitrera, cerca del embalse de El Chocón, en Río Negro.

Este investigador argentino, actualmente en la Universidad de Louisville, Estados Unidos, es el autor principal de la descripción del cronopio, que lleva ese nombre como "un pequeño homenaje a Julio Cortázar, que me ha influenciado durante toda mi vida. Este fósil nos sorprendió mucho por su caracteres peculiares y decidimos darle el nombre de los cronopios, esos seres extraños y afables que van desde esferas verdes y pegajosas a seres semihumanos"

El hallazgo de los dos cráneos fósiles desenterrados en La Buitrera que permitieron describir al cronopio -el primer mamífero de comienzos del cretácico tardío hallado en América del Sur- es singular desde donde se lo mire. "Nuestro conocimiento de los dos primeros tercios de la evolución de los mamíferos es terriblemente incompleto. Considerando la pobreza del registro fósil, cualquier descubrimiento de un cráneo razonablemente bien preservado de un mamífero del mesozoico es un evento paleontológico muy importante", escribió Christian de Muizon, investigador del Museo de Historia Natural de París, en un artículo publicado en Nature que acompaña al que describe el hallazgo.

"El Cronopio dentiacutus fue hallado en rocas sedimentarias argentinas de comienzo del cretácico tardío (de alrededor de 100 millones de años de antigüedad), una época de la que no se conocía previamente ningún mamífero en América del Sur." 

Para Muizon, el hallazgo confirma que en el momento de mayor esplendor de los dinosaurios la presencia de los mamíferos estaba muy extendida en el sur del globo, y que incluso sus formas corporales estaban muy diversificadas.

¿Cuáles son los indicios que soportan esa idea? "Ciertamente los caninos, lo más destacado y sorprendente de este animal, son proporcionalmente enormes, pero el cronopio tiene otras características especiales que indican que se trata de un grupo altamente especializado", respondió Rougier. El cronopio perteneció a los drioléstidos, un extinto grupo de mamíferos emparentados con los marsupiales y mamíferos con placenta modernos.

Esa alta especialización de sus formas corporales sugiere "que este animalito pertenece a un grupo que evolucionó en forma aislada en América del Sur durante mucho tiempo, pues la geografía de los continentes del cretácico nos dice que América del Sur estaba aislada de América del Norte y de Europa".

Aunque restan muchas cuestiones por resolver -como la finalidad de los desproporcionados caninos en un animal que, según el resto de la dentadura, se alimentaba de insectos-, lo cierto es que el hallazgo del cronopio es un avance importante en el fragmentario y escaso conocimiento de la evolución de los mamíferos en América del Sur.

 


Honoris Causa para el paleontólogo Bonaparte.

 Publicado en Paleo. Año 9. Numero 63. Diciembre de 2011.

Es uno de los primeros paleontólogos de la Argentina y un referente a nivel sudamericano. Formador de profesionales que hoy se desempeñan en la región, José Bonaparte, fue reconocido ayer por su labor en la zona del Comahue.

Su desempeño y pasión por la búsqueda y estudios de fósiles lo consagraron con el nombre del "maestro de la era Mesozoica", periodo en el que habitaron los dinosaurios. Con 18 años, Bonaparte había fundado el museo de Ciencias Naturales de Mercedes.  En la región participó de numerosas excavaciones, entre las que descubrió huevos de cocodrilos y aves fósiles, en el lugar donde hoy se alzan los edificios de la Universidad Nacional del Comahue.

Por otra parte, ha descubierto en Patagonia al fabuloso Carnotaurus y en los alrededores de Zapala al Amargasaurus, un dino herbívoro que tenía potentes espinas en el lomo. Entre sus alumnos se cuentan a Rodolfo Coria, Leonardo Salgado, Sebastián Apesteguía, Luis Chiappe, y Jorge Calvo, investigadores con un rol importante en el estudio paleontológico de Neuquén y Río Negro.

Por estas razones, ayer las autoridades de la UNCo, consagraron a José Bonaparte con el título de doctor "Honoris Causae", título honorífico que otorgan las casas de altos estudios .  

"Queremos agradecerle porque los conocimientos sobre la historia de nuestra tierra, poblada de antiguas especies, haya salido a la luz y porque sus logros científicos contribuyen a la configuración de un nuevo paisaje. No se puede amar lo que no se conoce", expresó Teresa Vega, rectora de la Universidad.  

Vega, hizo entrega del diploma que consagró a Bonaparte doctor Honoris Causa. "Toda su trayectoria en los museos de Buenos Aires o Plaza Huincul, nos deja también su mensaje: es el afán de dar a conocer a un público más amplio que la academia. Su presencia en nuestra Universidad enaltece la tarea cotidiana porque es imagen de esfuerzo y la humildad", destacó la rectora.

El hombre, de 83 anos, recibió su diploma junto con una medalla por su trabajo y contribución al conocimiento de las especies de dinosaurios que habitaron la Patagonia, "es la estrella de la paleontología", como la definió Bonaparte a estas tierras.

 


Las Lajas continúan ampliando su colección de dinosaurios.

  Publicado en Paleo. Año 9. Numero 64. Diciembre de 2011.

Paleontólogos argentinos y del exterior trabajan en la excavación de las piezas que pertenecerían a un saurópodo que habitó hace 130 millones de años.

El paleontólogo Rodolfo Coria encabeza una nueva campaña de excavación en cercanías a la localidad de Las Lajas con el objetivo de extraer de la Formación Geológica Mullinco parte de un dinosaurio que data de hace 130 millones de años. Se trata de piezas que pertenecen a un dinosaurio saurópodo que serán extraídas con la participación de científicos argentinos y extranjeros.

En diálogo con este diario, el especialista estimó que se trata de un dinosaurio del grupo saurópodo.
“Son dinosaurios de gran porte, cuadrúpedos, de colas y cuellos largos. Este ejemplar en particular todavía está enterrado en la roca, no ha sido removido por la erosión y el estado de preservación de los huesos es mucho mejor que el último que se extrajo. Creo que es parte de una columna vertebral articulada”, sostuvo.

Coria calificó de atractiva la Formación Geológica Mullinco, unidad a la que pertenece este ejemplar, debido a la cantidad de información nueva que aporta a la comunidad científica.

“Hasta el momento nada se sabe sobre la fauna de dinosaurios que habitó en el momento, que se depositó esta unidad geológica que data de 130 millones de años de antigüedad, entonces toda la información que podamos obtener contribuirá a mejorar nuestro conocimiento sobre un capítulo completamente desconocido en la evolución de las biotas en Patagonia”, indicó. El paleontólogo, quien dirige el Museo Municipal Carmen Funes de Plaza Huincul, sostuvo que también buscarán extraer todo el material fósil en una o dos partes para acceder al estado de preservación natural de los fósiles.

“Trataremos de remover la menor cantidad posible de roca, entonces los resultados serán mucho más valiosos porque llegaremos al fósil en su estado íntegro,” reveló. El equipo de expertos que acompañan en esta oportunidad a Coria está integrado por el español Francisco Ortega; los canadienses Philip Currie, Eva Koppelhus y Victoria Auburn; además de los argentinos Cecilia Succar, José O’Gorman y Magalí Cárdenas. Se trata de la cuarta campaña de trabajo dentro del mismo proyecto que se lleva a cabo en Pilmatué con científicos que han recibido desde un principio asistencia logística y acompañamiento permanente del museo paleontológico local y del municipio de Las Lajas.  Ahora también se suman al esfuerzo económico la Universidad Nacional de Río Negro y el Conicet. Así lo confirmó Coria al señalar que impulsa en estos momentos la quinta y sexta campaña para los próximos años.

 


Un enorme fósil hallado en Malargüe sorprende a los científicos.

  Publicado en Paleo. Año 9. Numero 64. Diciembre de 2011.

Un grupo de especialistas fue contratado por Vale para supervisar el movimiento de suelo en Potasio Río Colorado. Lo requiere la ley. En 6 meses sacaron unas 100 piezas.

Hace seis meses, Vale empezó los movimientos de suelo en Malargüe para desarrollar el proyecto Potasio Río Colorado. Pero como es una zona donde se han encontrado fósiles en el pasado, la empresa convocó a un equipo de paleontólogos y técnicos. Los operarios de las máquinas sólo inician su trabajo bajo la supervisión de un miembro de este equipo.

Cada 10 minutos, el técnico observa el material removido y si halla un fósil detiene la tarea para comenzar la de rescate y preservación. Hasta ahora, han hallado más de 100 piezas y en dos sitios huesos asociados, que parecen corresponder a una especie hasta ahora desconocida.

El investigador del Conicet (Ianigla-CCT), Bernardo González Riga, detalló que día por medio o cada dos días se está produciendo un hallazgo. Sin embargo, planteó que esto podía esperarse, ya que en la zona del emprendimiento minero se hallaron las primeras especies de dinosaurios de Mendoza, como el Mendozasaurus neguyelap y el Malarguesaurus florenciae. Hace unos 80 millones de años, el sur de Mendoza y Neuquén presentaban un paisaje de bosques de coníferas, atravesado por ríos que fluían hacia el sudoeste, con muchas curvas, y donde la montaña elevada era la Sierra Pintada, ya que la cordillera aún no se había levantado. Este sitio es hoy una de las áreas paleontológicas más importantes de América.

En la mayoría de las excavaciones han aparecido huesos aislados, sobre todo de saurópodos -herbívoros de cuello y cola largos-, pero también unos pocos restos de carnívoros y muy escasos de cocodrilos. Sin embargo, lo más significativo es el hallazgo en dos sitios de piezas asociadas, es decir que probablemente pertenecen a un mismo ejemplar, con lo que resulta más sencillo establecer la especie. De todos modos, la forma de las vértebras cervicales y de los dientes que encontraron les permite inferir que se trata de una nueva, dentro del grupo de los saurios. Aun así, González Riga destacó que esto deberá ser corroborado en el laboratorio.

Es que el periplo de los huesos comienza en la excavación, donde una vez que se detecta un fósil, se lo identifica y preserva con coberturas de yeso, tela, mallas o varillas metálicas. De ahí, es llevado a un recinto de geología que dispuso la empresa en el lugar y cuando se reúne una cantidad suficiente, se coordina el traslado a la Dirección de Patrimonio (en el Parque General San Martín). Una vez que han sido registrados, se envían algunos al laboratorio del Conicet.

En este sitio comienza la tarea de reconstruir las piezas. González Riga destaca que dos o más fragmentos hallados pueden conformar un solo hueso. Cuando se han analizado, se los compara con otros ejemplares que han sido encontrados en distintas partes del mundo y recién entonces se puede confirmar si se trata de una nueva especie.

El investigador del Conicet explicó que el trabajo que se está realizando en Malargüe es importante, ya que en el lugar hay, en forma permanente, un equipo de 1 paleontólogo de campo y 10 técnicos (coordinados por 4 paleontólogos más).

Cada día, se acuerda con el supervisor de obra dónde van a estar las máquinas y se destina un técnico a cada sitio, que estará presente durante toda la jornada (de 7 a 19). La tarea de movimiento de suelo recién puede comenzar cuando esa persona firmó una planilla.  Este mecanismo se fijó para las áreas de mayor potencial paleontológico, que se determinan a partir de mapas que los especialistas han elaborado después de 17 años de trabajo en el lugar. Para ello se toma en cuenta el tipo de roca, la historia de hallazgos, la presencia de fósiles. A su vez, este mapa se contrasta con las obras a realizar en cada punto y se define la modalidad de control.

Cuando se encuentra un fósil, el técnico llama al paleontólogo de campo, quien determina si se trata de un hallazgo mayor -que excede las pocas piezas aisladas- y, en ese caso, convoca una cuadrilla especial, de unas 10 personas más, entre paleontólogos y técnicos. González Riga señala que se utilizan roto percutores y martillo y cincel, en lugar de los pinceles de las películas, porque los huesos fosilizados se encuentran dentro de la roca.

Las tareas de rescate y preservación pueden demandar entre 1 y 3 semanas. Durante ese tiempo se suspende la actividad de la máquina, que se deriva a otro punto, y recién puede regresar cuando los especialistas no encuentran más restos y firman el acta de liberación del sitio.

 


Fósiles de Tiburones que vivieron durante el Permico-Triasico de Mendoza.

  Publicado en Paleo. Año 9. Numero 64. Diciembre de 2011.
Fósiles de tiburones de más de 250 millones de años de antigüedad fueron encontrados en cercanías al actual Cerro Vizcacha, hacia el noroeste de Mendoza. Además, son los primeros restos de vertebrados del Pérmico que se han hallado en el país.

El paleontólogo Alberto Cione, encargado de estudiar los dientes de tiburón descubiertos, mencionó que estas especies vivieron antes de la gran extinción del Permo-Triásico, que ocurrió hace 250 millones de años y acabó con el 95 por ciento de la vida que había entonces en la Tierra. Unos 20 millones de años después de ese cataclismo, se iniciaría la época de los dinosaurios.

Los fósiles datados corresponden a dientes de lejanos parientes de los tiburones actuales. “Lo único que se conserva de estos animales, generalmente, son sus dientes, porque el resto de su estructura ósea es cartilaginosa y solo en casos muy excepcionales resisten el paso del tiempo”, explicó el investigador del Museo de La Plata y del CONICET a la Agencia CTyS.

Sin embargo, como los tiburones llegan a perder una cantidad muy alta de dientes a lo largo de su vida se facilita la labor de los paleontólogos para poder encontrarlos y estudiarlos. “Los seláceos longevos, que alcanzan los 30 años, pueden llegar a cambiar más de 20 mil piezas dentales”, precisó Cione. El investigador principal del CONICET explicó que los tiburones tienen dientes hasta en la parte externa de sus cuerpos: “Poseen una cobertura formada por estructuras dentarias, que también se les van desprendiendo a lo largo de su existencia, y así fue posible encontrar sus escamas en los sedimentos del Pérmico, una era geológica que concluyo hace más de 250 millones de años”.

Incluso, las escamas que conocemos en los peces son piezas óseas con muy bajo nivel de calcio, por lo que no poseen gran capacidad de conservación. Por el contrario, los dientes en general y estos exoesqueletos de los tiburones están fortificados al poseer el revestimiento de un esmalte rico en carbonatos, que los hace propicios para resistir el paso del tiempo.

El subtítulo podría emocionar a aquella diva de los teléfonos que imaginó el hallazgo de un dinosaurio vivo. Para evitar confusiones, vale remarcar que estos tiburones vivieron y murieron hace más que 250 millones de años, si bien es cierto que los restos fósiles que fueron estudiados por el doctor Cione provienen, en su mayoría, de seres que aun no habían perecido.

“Mientras que los restos fósiles que se encuentran de mamíferos o de dinosaurios corresponden mayormente a cadáveres, podemos decir que las piezas dentales que estudiamos, en general, se desprendieron del cuerpo de los tiburones cuando éstos se mantenían con vida”, observó el especialista en paleontología de peces.

Según las estimaciones realizadas, los tiburones encontrados medían alrededor de un metro de largo, semejantes en tamaño a los que frecuentan actualmente los mares tropicales y se suelen ver en filmaciones de documentales, siempre desplazándose en grupos muy abundantes.

Mediando centenares de millones de años, se podría imaginar que estas especies tenían formas extravagantes. Sin embargo, sus apariencias no eran muy distantes a la de los tiburones actuales. De todas maneras, aclaró Cione, “que fueran similares en longitud o en sus formas externas, no significa que correspondan a familias cercanamente emparentadas”. De hecho, los tiburones suelen ser denominados como fósiles vivientes, puesto que sus primeros representantes son parecidos a las formas actuales.

Estos tiburones nadaban por la zona en la que actualmente se ubica el Cerro Vizcacha debido a que, durante el Pérmico Temprano, allí no habían montañas y el nivel del mar era mayor al que conocemos hoy en día. En esas condiciones, sin una Cordillera de los Andes todavía elevada, había un ingreso marino desde el Océano Pacífico.

El hallazgo de estos dientes de tiburón fue realizado por el tesista doctoral Hugo Freije, al noroeste de Mendoza, a muchos metros sobre el nivel del mar, puesto que las modificaciones geológicas hicieron ascender aquellas zonas por las que nadaron, hace más de 250 millones de años, estas especies.

Precisamente, estas piezas se ubicaban en los niveles marinos de El Jarillal, en los depósitos que afloran cerca del Cerro Vizcacha, en la cuenca Calingasta-Uspallata que se ubica a lo largo del margen occidental de la Precordillera.

Así, el doctor Cione procedió a realizar la primera descripción de dientes de hibodóntidos del Paleozoico de América del Sur. “Una de estos dientes posee una corona con un centro de cúspide relativamente alto, aunque de escasos milímetros y filos de corte bien desarrollados”, ejemplificó el especialista a la Agencia CTyS.

Estos fósiles rescatados, que pasaron a constituir los primeros vertebrados que se encontraron en Argentina, y precedieron a los dinosaurios, los lagartos, cocodrilos, tortugas, ranas y mamíferos, se encuentran depositados en el Museo de Historia Natural de San Rafael, en Mendoza.

 


Paleontólogos argentinos hallaron el primer titanosaurio en la Antártica.

  Publicado en Paleo. Año 9. Numero 64. Diciembre de 2011.
Investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) y del CONICET descubrieron restos de un saurópodo que medía más de 10 metros al este de la Península Antártica. Ahora, intentarán develar cómo estos dinosaurios cuadrúpedos de gran tamaño llegaron al continente que hoy está aislado geográficamente.

Hace 75 millones de años, la Antártida tenía un clima tropical y era habitada por animales terrestres, entre los cuales se encontraban los titanosaurios, el grupo de dinosaurios herbívoros que alcanzaron los tamaños más grandes que hayan existido.

Estas bestias de dimensiones descomunales llegaron a expandirse por todo el mundo a fines del Cretácico. El director de las campañas paleontológicas del IAA, Marcelo Reguero, indicó que “ya se habían datado saurópodos en los demás continentes y con este nuevo descubrimiento sabemos que fueron aún más cosmopolitas que lo que se había demostrado”.“En cada campaña de verano, estábamos alertas de poder encontrar restos de saurópodos, y la aparición de esta vértebra nos estimula y orienta para las futuras exploraciones, porque ahora sabemos que es posible hallar más restos fósiles y dónde ir a buscarlos”, comentó el investigador del CONICET Rodolfo Coria.

En este sentido, el autor principal del paper publicado en la revista especializada Naturwissenschaften, Ignacio Cerda, agregó que “todo hacía pensar que los saurópodos también habían habitado la Antártida, pero no teníamos la certeza de que sus fósiles se hubieran conservado”.

Así, este hallazgo reafirma un gran interrogante para el mundo científico: ¿cómo llegaron estos inmensos animales terrestres hasta allí?

Antes de la extinción masiva de los dinosaurios, distintas clases de titanosaurios se diseminaron por el globo. Por ello, reconocer qué especie habitó en el actual continente blanco permitirá reconocer si emigraron desde la Patagonia o desde Oceanía.

Sin embargo, hay más de 150 especies de saurópodos reconocidas en el mundo y la vértebra hallada no aporta la suficiente información anatómica para determinar su linaje. “Hacia la parte media de la cola se atenúan o reducen los rasgos que distinguen a unos saurópodos de otros, por lo que hubiera sido más afortunado encontrar una vértebra de la región dorsal, por ejemplo, o partes de sus miembros anteriores o posteriores”, explicó el paleontólogo Coria, quien hace casi dos décadas participó en la descripción de un saurópodo de gran renombre: el Argentinosaurus.

Existe cierto debate sobre si el Argentinosaurus fue el más grande de todos los dinosaurios conocidos. Al respecto, Coria observó que “el Argentinosaurus poseyó proporciones extremas y las vértebras dorsales más grandes referidas a un saurópodo, pero desconocemos la extensión de su cola y cuello, por lo que no necesariamente fue más grande que otros linajes que también fueron hallados en nuestro país por investigadores argentinos, como el Puertasaurus y el Futalognkosaurus”.

Por los mismos motivos, no es posible asignarle un tamaño preciso al individuo encontrado en la Antártida, del cual se rescató un fragmento de su cola. “Es complicado hacer una estimación de la talla corporal, aunque la vértebra que poseemos es bastante grande tomando como referencia a varios ejemplares de Sudamérica, por lo que su longitud total podría haber rondado los 12 metros o haberlos superado”, evaluó el doctor Ignacio Cerda.

Será importante develar de dónde procedieron los saurópodos, porque, asimismo, esto permitiría saber si la Antártida estuvo unida geográficamente a la Patagonia o a Oceanía en ciertos lapsos a fines del Cretácico.

Por ello, el IAA y el CONICET emprenderán una nueva campaña de verano a mediados de enero próximo, enfocando la pesquisa en la isla James Ross, allí donde apareció la vértebra del primer titanosaurio antártico.

Estos restos aparecieron en la formación Santa Marta, que tiene sedimentos de entre 75 y 80 millones de años de antigüedad. “Esta unidad geológica ha sido para nosotros muy generosa, porque nos ha dado la mayoría de los dinosaurios que se han encontrado en la Antártida”, valoró Marcelo Reguero. Como estos dinosaurios eran terrestres, no hay dudas de que llegaron a pie al continente que hoy es blanco. Una de las posibilidades, según indican los investigadores, es que dicho territorio haya estado unido a América del Sur a fines del Cretácico, como consecuencia del descenso del nivel del mar o alguna alteración geológica.

Una unión geográfica entre la Patagonia y la Península Antártica podría haber ocasionado la dispersión. Sin embargo, también sería posible que los saurópodos se hubieran desplazado desde Australia.

Por el momento, el ejemplar hallado no permite sortear este interrogante, por lo que será el objetivo de las futuras campañas encontrar restos fósiles más informativos.

Además, hay otra hipótesis más llamativa: que se hubiera desarrollado una especie exclusiva de saurópodos en la Antártida. Al respecto, Coria comentó que “sería muy interesante que hubiera existido un linaje específico, propiamente antártico, que hubiera recorrido sus propias líneas evolutivas desde los protosaurópodos”.

Sin embargo, esta conjetura es la menos probable. “El tema es que la Antártida quedó aislada geográficamente luego de la extinción masiva de dinosaurios y tuvo varias conexiones intermitentes con la Patagonia y Australia durante el Cretácico, por lo que me inclino a pensar que los saurópodos antárticos son el producto de una dispersión faunística más que de un propio origen en la Antártida”, comentó el también profesor de la Universidad Nacional de Río Negro.

 


Hallan restos fósiles de una posible nueva especie

de Equus, en San Pedro.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 24. Marzo de 2007.

En el partido de San Pedro, a unos 157 kilómetros de Capital Federal, hay un grupo de entusiastas paleontólogos aficionados que armó con unos fósiles, a cual más llamativo, un pintoresco museo.

A fuerza de tesón, voluntad y mucho aprendizaje, le sacaron al suelo de su ciudad, de gran riqueza  unos tesoros apreciados por los paleontólogos más expertos del país. Ahora sorprenden con otro hallazgo: los restos fósiles más antiguos de Sudamérica del antecesor de los caballos actuales.

Las piezas, unos molares bien conservados, pertenecen a
Equus y se cree que son parte de un ejemplar (se especula con que podrían ser de una nueva especie) que habitó la zona hace 500.000 años. Fueron encontradas por personal del Museo Paleontológico de San Pedro en capas de sedimentos que corresponden a esa etapa denominada como Edad Bonaerense.

Más allá de tratarse de restos muy antiguos, su valor también reside en que obligan a revisar la historia evolutiva de estos animales y demuestra que estaban en territorio argentino miles de años antes de lo que se suponía. "Es, sin dudas, el ejemplar del género Equus más antiguo de América del Sur porque su procedencia estratigráfica es clara y su edad puede ser determinada con exactitud", comentó Eduardo Tonni, paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

¿Por qué estas muelas de caballo antiguo pueden cambiar la historia? En principio porque, hasta ahora, se creía que en América del Sur habitaron dos clases de caballos, animales que se inscriben en los géneros Hippidion y Equus. A lo largo de su evolución, los hippidiones llegaron hasta el extremo más austral de la Patagonia; mientras que Equus sólo logró arribar a lo que hoy se conoce como región pampeana, de la Argentina, y también del Uruguay.

Hasta ahí, ningún conflicto. En la otra parte de la historia es que comienzan a hilvanarse hechos que ahora deberán ser revisados. Los especialistas en fósiles del Cuaternario sabían que los caballos del género Equus habían arribado a esta zona hace más de 100 mil años, durante la denominada Edad Lujanense y que luego se extinguieron en Sudamérica, al igual que había ocurrido con el Hippidion unos 8.000 años antes, a comienzos del Holoceno. Según esa explicación, se cree que durante varios milenios América del Sur se quedó sin caballos. Y que tiempo después, hace unos cientos años, fueron reinsertados por los colonizadores españoles que los trajeron desde el continente europeo, de donde nunca desaparecieron. Con este nuevo hallazgo se demostraría que, en realidad, arribaron a la zona que hoy se conoce como Argentina muchos miles de años antes de lo que se creía. Esos dos molares hallados, uno derecho y otro izquierdo, fueron la clave para estas nuevas especulaciones.

De hecho, su antigüedad es tanta, unos 500 mil años, que hace sospechar además que se trataría de una nueva especie dentro de ese género. Según José Luis Aguilar, director del Museo Paleontológico de San Pedro, "eso puede ser posible porque a las piezas de este ejemplar hallado las separa una gran brecha temporal de los demás fósiles del género Equus conocidos".

Los molares fueron descubiertos en la zona conocida como Reserva Paleontológica "Campo Spósito", en el Bajo del Tala, partido de San Pedro. Ese lugar, declarado de Interés Municipal y protegido como yacimiento paleontológico, es el cielo para los entusiastas "buscahuesos" del museo de esa ciudad. Allí ya fueron encontrados restos de unos 10 géneros de mamíferos. "Para nosotros, el lugar es como una caja de sorpresas", comentó José Luis Aguilar.

Ahora, la nueva sorpresa empezó a recorrer un camino que seguramente será cada vez más apasionante. Esos molares seguirán bajo la lupa científica para determinar si realmente se trata de una nueva especie. Mientras eso sucede, en San Pedro nadie se queda quieto. Piensan arrancarle todos los secretos posibles a ese rico suelo que habitan.

"Fueron víctimas de un cambio climático"

(Por Ricardo Pasquali).


La capa de sedimentos verdosos en la que se hallaron las muelas de este ejemplar de caballo, además de otros numerosos restos fósiles, forman parte de lo que el recordado geólogo, paleontólogo y antropólogo Florentino Ameghino —una de las primeras grandes figuras de la ciencia nacional— denominó "belgranense continental".

Los sedimentos que lo componen son de origen lagunar y se observan a lo largo de las barrancas del Paraná. Esta capa se formó a partir de un avance de las aguas sobre las zonas continentales como consecuencia de un calentamiento global —fenómeno que se comenta tanto últimamente— que ocurrió hace unos 500.000 años, en el inicio de la edad Bonaerense.

Más al sur, también como consecuencia del aumento del nivel del mar por ese calentamiento global, se produjo el avance de aguas oceánicas, las que, al retirarse en épocas menos cálidas, dejaron un depósito con abundantes caparazones de caracoles marinos. Este depósito había sido descripto por primera vez en 1857 por el ingeniero en minas francés Auguste Bravard después de haber realizado un estudio sobre una pequeña loma ubicada en el actual barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, donde afloraba con un espesor de 6 metros. Florentino Ameghino denominó a esta capa "belgranense marino". En la ciudad de San Pedro y sus alrededores, esta capa verdosa es un rico yacimiento paleontológico y, además, gracias a su color distinto al de los demás sedimentos que se observan en el lugar y alrededores, permite identificar rápidamente a las capas depositadas durante la finalización de la edad Ensenadense, que se encuentran debajo, y el comienzo de la edad Bonaerense, que se encuentra por encima.

Fuente: Grupo Clarín.

 


Presentan a Aniksosaurus darwini,

un nuevo dinosaurio carnívoro de la patagonia Argentina.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 25. Mayo de 2007.

Desenterraron 5 ejemplares en Chubut. Medía sólo dos metros de largo y pesaba nada más que 50 kilos, un porte incapaz de infundir temor alguno en un mundo habitado por dinosaurios carnívoros de 14 metros de largo y con pesos del orden de las toneladas. Quizás era justamente su reducido tamaño el que llevaba al Aniksosaurus darwini a pasearse en grupo. De alguna forma, había que hacerse respetar.

Este pequeño dinosaurio carnívoro, cuya descripción acaba de publicar la Revista del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires , vivió hace entre 91 y 96 millones de años en lo que es hoy la Patagonia Argentina.

Más precisamente, sus restos fueron desenterrados a 270 kilómetros al nordeste de Comodoro Rivadavia, Chubut, cerca del pueblo de Buen Pasto.

"Encontramos restos de por lo menos cinco ejemplares adultos. Son alrededor de 50 huesos: una pata articulada, algunas vértebras del cuello, de la espalda, de la cola. El miembro posterior está bastante completo, y del anterior tenemos sólo el húmero, la ulna y una garra", dijo Rubén Martínez, investigador del Laboratorio de Paleovertebrados de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en Comodoro Rivadavia.

Los restos fueron hallados en una toba "muy pura, sin señales de transporte, por lo que se interpreta esto como una prueba de gregarismo de la especie", agregó Martínez. Existen pocas dudas sobre el comportamiento gregario de la especie, pero la pregunta es: ¿se juntaban para cazar o para no ser cazados?

"El hallazgo de varios especímenes juntos en un mismo yacimiento podría interpretarse como evidencia de la difundida idea de que los dinosaurios carnívoros vivían en grupos y cazaban en forma coordinada, como lo hacen hoy los leones en la sabana africana", dijo el doctor Fernando Novas, paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires.

Cazador cazado

"Sin embargo -agregó Novas, investigador del Conicet y coautor de la descripción del aniksosaurio-, aunque la evidencia parece firme en indicarnos que los aniksosaurios se reunían en grupos, dudamos mucho que hayan desarrollado aptitudes de caza compleja. Al contrario, creemos más probable que se congregaran alrededor de cadáveres de otros dinosaurios, para alimentarse de dinosaurios que habrían muerto de forma natural o por el ataque de carnívoros de gran porte."

Pero los mismos fósiles de los que Martínez y Novas se valieron para describir esta nueva especie sugieren que el aniksosaurio no era precisamente lo que los paleontólogos llaman un top predator . Lejos de ubicarse en la cima de la cadena alimentaria del Cretácico Superior temprano chubutense, este "pequeño" dinosaurio carnívoro debió haber sido una buena presa, incluso para otras fieras aún más pequeñas.

"Entre los huesos desenterrados hay un fémur en el que se preservan diminutas marcas triangulares, opuestas entre sí, las cuales pertenecerían a (la dentadura de) algún animal carnívoro mucho más pequeño que el propio aniksosaurio", comentó Novas.

Fuentes; Sebastián A. Ríos de La Nación, Revista del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y PaleoArgentina Web.

 


Un Sauropodo de 30 metros en al sur de Mendoza, Argentina.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 25. Mayo de 2007.

La bestia de cola y cuello larguísimos murió sepultada bajo el fango, muy cerca de alguna fuente de aguas mansas, hace unos 95 millones de años. A pocos kilómetros, miles de años después, surgió, estalló y murió el volcán Payún, en el sur de Mendoza. Hoy por hoy, sólo flora achaparrada, pocos bichos y muchas cigüeñas metálicas en permanente y sube y baja, simulando una vida que no es. Y hay un río, otro río, el Colorado, que se mueve rápido, como estos tiempos.

En ese escenario, en medio del yacimiento petrolífero Puesto Hernández, a unos 30 kilómetros de Rincón de los Sauces, hace apenas unos días un equipo de científicos argentinos y un español completó el rescate de un dinosaurio herbívoro que en vida midió unos 30 metros de largo, entre ocho y diez de alto, y pesó alrededor de 40 toneladas. Junto a los huesos amontonados (probablemente por la acción de extintos depredadores) se encontraron siete dientes terópodos (dinos carnívoros de dos patas y de bocaza multidental) que darán para un estudio particular ¿Perdían dientes en cada cacería? ¿Daban contra los huesos cuando comían carne muerta?

El paleontólogo rosarino trabajó con sus colegas Leonardo Salgado, Rodolfo García, Ignacio Cerda (becario del Conicet) e Iñaqui Canudo (Universidad de Zaragoza). Con ellos estuvieron además el geólogo del museo Carmen Funes Alberto Garrido y técnicos locales.

"Era un animal grande, un saurópodo de buen tamaño pero con características especiales: era más grácil que los grandes saurópodos conocidos, digamos que un poquito menos rechoncho", explicó Leonardo Filippi, el director del Museo Argentino Urquiza de Rincón. Es allí donde descansan los fósiles de este gigante, por ahora en bochones de yeso que le sirven de protección.

El rescate de los fósiles comenzó en septiembre del año pasado y se completó hace un par de semanas. Al cabo se han encontrado dos fémures, un pubis, una docena de costillas (algunas de un metro con veinte centímetros), la placa esternal, vértebras caudales, dientes, metacarpianos y otros muchos restos de huesos que deberán ser analizados y preparados en laboratorio.

El trabajo en campo no fue de los más amable pues los investigadores debieron soportar un par de días de lluvias, varios de sol punzante y -en las últimas semanas- algunas mañanitas frías de tiritar. Así es el desierto. "La denuncia del hallazgo la hizo la empresa Petrobras (que tiene la concesión del yacimiento) cuando una máquina se topó con los fósiles cuando iniciaba una locación", explicó Filippi. La firma brasileña, como lo hacía su antecesora Perez Companc, es una de las pocas que cumple con los términos de la ley de protección del patrimonio y al tiempo que dio aviso al museo detuvo los trabajos de movimiento de suelo. Para completar financió la excavación que Leonardo Salgado definió como muy exitosa y que ya está publicada en la página Aragosaurus.com de la Universidad de Zaragoza.

Filippi comentó este nuevo saurópodo -el décimo segundo que suma la colección del museo Argentino Urquiza- se hará público en las 23 jornadas de Paleontología de Argentina, que se realizarán a fines de mayo en la ciudad de Trelew. "Hemos encontrado siete u ocho dientes de dinosaurios carnívoros, son de dos tipos diferentes de dinosaurios, los más grandes miden tres centímetros y los más chicos la mitad", explicó el investigador.

En virtud de la cantidad de dientes, Filippi comentó que realizarán un estudio particular de las piezas."Curiosamente, en esta zona tan rica en fósiles, no han aparecido restos de dinosaurios carnívoros más allá de los dientes", agregó Filippi.

¿Eran dientes de depredadores o de carroñeros?

-Eso no lo podemos determinar, lo que sí sabemos es que los terópodos perdían muchos dientes y los iban cambiando. Es posible que haya dientes de cazadores y de carroñeros ¿qué dinosaurio se iba a comer por sí solo 30 toneladas de carne? y ¿cuál se iba a resistir de comer gratis semejante oferta?, cerró con humor.

Fuentes: Editorial Rió Negro SA.

 


Condorraptor, el primer dinosaurio jurasico encontrado articulado.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 25. Mayo de 2007.

Los restos fósiles de un dinosaurio carnívoro que pudo haber vivido hace 150 millones de años fueron desenterrados en el sur de Argentina, por primera vez totalmente articulados, informó un técnico en paleontología a cargo de la operación.

"Se trata de un hallazgo sin antecedentes. Es la primera vez en el mundo que se encuentra un dinosaurio carnívoro del período Jurásico medio, totalmente articulado", dijo Pablo Puerta, técnico en paleontología del Museo Egidio Feruglio (MEF) de la ciudad de Trelew (1.436 kilómetros al sur de Buenos Aires).

Se trata del fósil de un animal bípedo de siete metros de largo conocido como Condorraptor. Los restos del dinosaurio se encuentran dentro de una roca de cinco toneladas que fue extraída por una gigantesca grúa una semana atrás en la aldea Cerro Cóndor, localizada 450 kilómetros al oeste de Trelew, en la provincia de Chubut.

El lugar, emplazado en medio de la Patagonia argentina, atesora un parque jurásico.

El fósil, que está completo de la cadera al cuello y en el que se visualiza parte del cráneo y la mandíbula que poseía el animal prehistórico, está adherido a la roca, recostado sobre su lado derecho.

"Tuvimos suerte que el animal muriera sobre uno de sus lados, y que lo que apareciera primero fuera la cola. Es un material muy bien conservado", destacó Puerta.

La piedra que esconde los restos del Condorraptor fue descubierta en marzo de 2002 por una expedición del MEF, encabezada por el paleontólogo alemán Oliver Rauhut, un especialista en dinosaurios carnívoros.

Para extraer el "bochón" de unas 5 toneladas que contiene protegido a este dinosaurio fue necesario usar una grúa de 40 toneladas. "Estimamos que por lo menos el 70% de este dinosaurio está dentro de la roca sobre la que realizaremos los trabajos de investigación", explicó Puerta. Los trabajos de excavación han durado 5 años hasta conseguir montar la logística necesaria para extraer a este dinosaurio de la tierra y trasladarlo hasta las inmediaciones del Museo para su investigación y futura exposición.

"Durante estos años lo que hicimos fue circunscribir el bochón de roca que deberíamos extraer para mantener intacto al dinosaurio. Esto nos llevó tres veranos", explicó Puerta. Se estima que la preparación del fósil llevará un año, con dos
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