Noticias de Paleontologia 2019. Encontraron el cráneo completo de Najash rionegrina, una serpiente con patas  del cretácico de Río Negro. Astrapotherium guillei, una nueva especie de mamífero del Mioceno de Bariloche. Hallaron un nuevo dinosaurio carnívoro en Neuquén. Hallaron un nuevo dinosaurio carnívoro en Neuquén. Hallan restos fósiles de un gran titanosaurio en Neuquén. Proclyodontomys dondasi, una nueva especie de rata espinosa fósil del Pleistoceno. Asfaltovenator vialidadi, un nuevo dinosaurio carnívoro del Jurásico de la Patagonia Argentina.  Phractocephalus yaguaron, un nuevo pez monstruoso del Mioceno de  Argentina. Descubrieron dos nuevas especies de dinosaurios en Santa Cruz.
 
   

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Descubrieron dos nuevas especies de dinosaurios en Santa Cruz.

Fue en un yacimiento que se encuentra unos 30 kilómetros al sur de El Calafate. Los investigadores quedaron impactados ya que también hallaron restos de plantas prehistóricas.

Se halló una nueva especie de titanosaurio de más de 20 metros de longitud junto a fósiles de mamíferos, serpientes, caracoles, peces, ranas, tortugas y aves. Este sorprendente yacimiento se encuentra unos 30 kilómetros al sur de El Calafate y corresponde a la época previa a la extinción masiva de los dinosaurios.

En este sitio ubicado al sudoeste de la provincia de Santa Cruz, más precisamente en una montaña desde la que se puede observar el glaciar Perito Moreno, también se descubrieron hojas, madera petrificada y abundante polen de plantas prehistóricas durante las campañas realizadas en enero y marzo de 2019.

En relación a la gran cantidad y diversidad de fauna y flora hallada, el doctor Fernando Novas, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET, destacó a la Agencia CTyS-UNLaM: “Pocas veces, un yacimiento ofrece tanta información como éste; tenemos una gran cantidad de información de naturaleza ecológica”.

“Debido a que el yacimiento queda en lo alto de una montaña de muy difícil acceso,  representó un desafío enorme para nosotros, los paleontólogos, realizar dichas campañas”, mencionó el experto.

Estos fósiles ayudarán a describir el ecosistema que precedió a la extinción masiva de los dinosaurios. El doctor Novas afirmó que “es poco lo que se sabe en América del Sur y en todo el hemisferio sur acerca de cómo se extinguieron los dinosaurios; la mayor cantidad de información proviene de Norteamérica y de Europa, en tanto que las rocas de este yacimiento van desde los 75 a los 65 millones de años de antigüedad aproximadamente, por lo que nos permitirán ver la secuencia de cómo fueron cambiando las faunas hasta la extinción final de ese grupo”.    <<<Imagen archivo.

“Seguramente, en los próximos años, podremos comprender cómo fue esa secuencia y, quizás, las causas que aquí, en el extremo sur de Sudamérica, provocaron la extinción de los dinosaurios y otros reptiles que convivían con ellos”, añadió. El doctor Federico Agnolin, también investigador del MACN y del CONICET, relató a la Agencia CTyS-UNLaM que el geólogo Francisco Nullo, en 1980, fue el primero en divisar fósiles de un dinosaurio cuando recorría estos estratos de rocas.

“En aquel entonces, hace ya casi 40 años, Nullo dio aviso a José Bonaparte, un gran paleontólogo argentino, pero como ese lugar es inaccesible con vehículos, encontraron fósiles pero no pudieron extraerlos”, contó. Durante el verano de 2019, un equipo liderado por Fernando Novas organizó una campaña a este sitio para ver si lograba redescubrir los restos, pero lo que encontraron fue aun mayor a lo esperado.

Agnolin destacó que “encontramos una infinidad de fósiles de dinosaurios, pero también tuvimos la suerte de hallar granos de polen y animales pequeños, lo cuales vienen a ser figuritas difíciles en cualquier descubrimiento, entre los que hay mamíferos, aves, lagartijas, reptiles e incluso caracoles terrestres, que son hallazgos rarísimos”. Para estudiar todos estos hallazgos, se reunió un equipo numeroso de paleontólogos especializados en plantas, en invertebrados, en caracoles, como así también de geólogos.

<<<<La ilustración fue realizada por el investigador Sebastián Rozadilla.  Imagen de Prensa.

“Armamos un trabajo extensísimo en el que le pusimos nombre a varias especies de dinosaurios argentinos: uno de ellos es un animal herbívoro enorme que superaba los 20 metros de longitud, Nullotitan glacialis, en alusión al geólogo Francisco Nullo y a que desde el yacimiento se puede observar el glaciar Perito Moreno”, observó Agnolín.

También, el grupo liderado por Novas presentó otra nueva especie de dinosaurio herbívoro, llamado Isasicursor santacrucensis, en referencia a Marcelo Isasi, un explorador y preparador de fósiles del MACN. La ilustración de ambas nuevas especies fue realizada por el investigador Sebastián Rozadilla.

En marzo del año de próximo, el equipo liderado por Novas regresará a este yacimiento extraordinario que permitirá, acaso, describir con claridad lo que sucedió en los últimos millones de años de la edad de oro de los dinosaurios en el hemisferio sur.


Phractocephalus yaguaron, un nuevo pez monstruoso del Mioceno de  Argentina.

El río Paraná es el mayor curso de agua de la Argentina y uno de los más grandes de América del Sur. Su cuenca tiene una larguísima historia que se remonta a varios millones de años antes del presente. Actualmente se encuentra bien separada de su vecina del Norte, la super cuenca del río Amazonas. Pero esto no siempre fue así, y los fósiles de peces son muy importantes para entender las antiguas conexiones entre las cuencas de los grandes ríos Sudamericanos.

Investigadores del Museo de La Plata ya habían sentado las bases sobre los restos de los peces que vivían en el pasado en nuestros ríos, describiendo restos de pirañas gigantes, chafalotes, dorados y bagres.

En esta semana los investigadores Sergio Bogan y Federico Agnolín de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides y el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", dieron a conocer una nueva especie extinta, pariente del gigante bagre de cola roja que actualmente vive en los ríos Orinoco y Amazonas. Los fósiles fueron originalmente hallados en las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos y tienen 10 millones de años de antigüedad.

Los investigadores lo nombraron Phractocephalus yaguaron. Yaguarón es una palabra Guaraní para designar a un ser mitológico prehispánico muy arraigado en la cultura popular del litoral y del norte argentino. Se lo representa como un pez gigantesco, verdoso y de lomo y cabeza chata. Asoma sólo parte de su cuerpo a la superficie del agua y se revuelve en el fondo formando grandes remolinos que serían responsables de hundir pequeñas embarcaciones.

Algunas de las descripciones sugieren que este animal presenta cabeza de pez o similar a la del ganado y el cuerpo recordaría al de una serpiente. El Yaguarón es un monstruo que vive en las profundidades, y es especialmente mencionado para el río Paraná. Se cree que por las noches de luna llena, se desplaza y socava las barrancas provocando desmoronamientos que cobran muchas veces las vidas de hombres y animales.

Los restos del cráneo de este pez son tan grandes y gruesos que se encontraban hacía años en las colecciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales identificados erróneamente como los restos de un colosal cocodrilo.

Los restos conservados indican que este bagre gigante habría superado los dos metros de longitud y probablemente más de 70 kilogramos de peso.

El artículo fue publicado en la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology de la Sociedad Americana de Paleontología de Vertebrados.

Ilustración: Sebastian Rozadilla, representando la especie en primer plano. Imagen: fragmento de cráneo. Fuente Fundación Azara.


Asfaltovenator vialidadi, un nuevo dinosaurio carnívoro del Jurásico de la Patagonia Argentina.

Investigadores del Museo Egidio Feruglio (MEF) de Trelew dieron a conocer este miércoles el hallazgo de fósiles de un dinosaurio​ -bautizado como Asfaltovenator Vvalidadi- que aporta claves hasta ahora desconocidas sobre la evolución de la familia de los terópodos. Es uno de los ejemplares más completos y antiguos encontrados de este tipo de carnívoros.

Los tetanuros representan el grupo de dinosaurios terópodos más diverso, dentro del cual se encuentran no solo los dinosaurios más populares, como Allosaurus o Tyrannosaurus, sino también las aves modernas.

La historia evolutiva de este grupo comienza hace 185 millones de años durante el Jurásico Medio temprano. Sin embargo, los primeros registros son extremadamente escasos y fragmentarios.

Los primeros restos del nuevo ejemplar fueron hallados en 2002 en el paraje Cerro Cóndor, ubicado en el centro de la provincia considerado un verdadero “parque jurásico”. Pero llevaron años de trabajo para ser extraídos, y luego estudiados.

Este trabajo, realizado por Oliver Rauhut (LMU München, Alemania) y Diego Pol (CONICET-MEF) ahora fue publicado en la prestigiosa revista científica Scientific Reports De Nature.           <<<Posible aspecto (*):

Por otro lado, las relaciones de parentesco entre los principales linajes de la familia de terópodos hasta el momento no han sido del todo comprendidas. El Asfaltovenator vialidadi, descubierto en yacimientos de entre 170 y 180 millones de años (Jurásico Medio), ha brindado claves para entender mejor a este grupo de dinosaurios.

El científico agregó que “encontrar un animal tan completo, justamente durante el momento de esta explosión evolutiva, es realmente importante porque nos permite empezar a entender cómo son las relaciones entre los principales grupos de dinosaurios carnívoros. Y Asfaltovenator posee una combinación de características únicas que reúne a linajes que estaban separados: los alosaurios, los megalosaurios y los espinosaurios”.

Para entender las relaciones de parentesco entre los linajes conocidos de dinosaurios carnívoros, los investigadores incluyeron a esta nueva especie en un análisis filogenético. “El resultado de incluir a Asfaltovenator es que los grupos que pensábamos que estaban separados, ahora conforman un único grupo que reconocemos como carnosaurios, una propuesta hecha hace muchos años, pero que últimamente nadie la tomaba en serio”, detalla.

<<<Cráneo. Prensa.

La Provincia del Chubut posee yacimientos paleontológicos sumamente ricos del Período Jurásico, constituyendo una verdadera ventana al pasado. “El nuevo dinosaurio completa el panorama de los ecosistemas de los lagos del centro de la Patagonia hace unos 170 o 180 millones de años, que se suma a herbívoros como Patagosaurus, Volkheimeria, o a carnívoros como Eoabelisaurus o Condorraptor", comentó el científico.

Los primeros restos que comenzaron a aparecer en el año 2002, a unos pocos kilómetros de la aldea escolar de Cerro Cóndor, se convertirían en un hallazgo no sólo importante desde el punto de vista científico, sino también en uno de los rescates más importantes que se harían en la historia del Museo.

“Habíamos viajado un grupo de técnicos, paleontólogos y estudiantes a una región en el centro de Chubut donde previamente se habían descubierto otros dinosaurios. Recuerdo que nos habíamos separado en grupos para prospectar la zona, y caminando, encontré unas vértebras sueltas en el fondo de un cañadón. Las junté, empecé a ver de dónde venían y logré encontrar de dónde estaban saliendo: era un nivel donde había más vértebras metiéndose en la roca”, comentó Leandro Canessa, técnico del MEF.

“Cuando encontramos los restos, parecía un dinosaurio más. Empezamos a destaparlo y para ese momento, cuando ya teníamos el trabajo bastante avanzado, nos dimos cuenta que los huesos estaban articulados. Era el primer dinosaurio carnívoro del Jurásico Medio que estaba articulado. Entonces era importantísimo tratar de sacarlo en un solo bochón (estructura de tela y yeso para protección de los huesos)”, detalló Pablo Puerta, también técnico del museo de Trelew.

<<<Mandíbulas en el MEF. Prensa.

Los paleontólogos bautizaron a este dinosaurio con el nombre de Asfaltovenator vialidadi. El nombre Asfaltovenator tiene dos raíces. La Formación geológica Cañadón Asfalto, donde se encontraron los fósiles y Venator, del griego, que significa cazador. El nombre de la especie, Vialidad, es en honor a Vialidad Provincial que colaboró en el rescate del dinosaurio. Fuente; Chubut. Corresponsalía. DD. Clarin.


Proclyodontomys dondasi, una nueva especie de rata espinosa fósil del Pleistoceno.

El descubrimiento se produjo en los acantilados de la costa atlántica, unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de Miramar. Se estima que la nueva especie medía unos 20 centímetros y, posiblemente, habría usado sus espinas para defenderse de los depredadores.

Por sorprendente que parezca, algunos roedores con espinas actuales pueden llegar a ocasionar la muerte de un león que ose atacarlos. Pero no es posible saber si esta nueva especie fósil -Proclinodontomys dondasi- habría tenido el mismo éxito ante los posibles ataques de los depredadores de su época, entre los cuales se encontraba el tigre dientes de sable y varias especies de lobos pampeanos extintos.

La doctora Adriana Candela, investigadora del Museo de La Plata (MLP) y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “una de las características más distintivas de Proclyodontomys dondasi es que tenía los dientes incisivos muy proyectados hacia adelante, mucho más que las ratas espinosas que viven en el presente”.

El nombre Proclinodontomys hace referencia a esta característica en sus dientes. “Además, el cráneo tiene fosas profundas y crestas muy marcadas, lo que indica que tenía una musculatura masticatoria poderosa”, agregó la autora principal de este estudio publicado en la revista científica Journal of Paleontology.

Los ejemplares que sirvieron para describir esta nueva especie de roedor fueron descubiertos en las inmediaciones del arroyo Chocorí ubicado en el partido de General Alvarado. El área de hallazgo se encuentra incluida en un sector de la costa bonaerense comprendido entre Centinela del Mar y Mar del Sur.

Los restos de esta especie se encuentran en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar. El doctor Marcos Cenizo, director de la División Paleontología del Museo de Historia Natural de La Pampa e investigador de la Fundación Azara, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el área donde se produjo el hallazgo es muy importante desde el punto de vista patrimonial y existe un proyecto para que se establezca como Reserva natural; hay más de 150 trabajos de paleontología y arqueología a partir de los restos encontrados en ese lugar”.   

<<<Aspecto de la rata espinosa (*).

En dichos acantilados, hay sedimentos de diversos momentos prehistóricos que van desde los dos millones a los 10 mil años de antigüedad. En el transcurso de ese tiempo hubo períodos con grandes variaciones climáticas: durante las etapas frías y áridas, habitaron mamíferos y vertebrados similares a los de la Patagonia y, en los momentos más cálidos, se desarrolló una fauna asociada a los animales del Brasil actual.

“Además, sobre el final de este periodo de tiempo, los primeros humanos ingresaron a Sudamérica generando un impacto dramático sobre los ecosistemas”, contó Cenizo. El investigador Ulyses Pardiñas, investigador del CONICET y del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador, analizó que “si la diversidad de la vida es abundante en el presente, la que existió en el pasado es aún mucho mayor, porque en él tenemos concentrada la biodiversidad de 4500 millones de años de vida”.

“Más allá de que conocemos muchas especies de dinosaurios y de roedores extintos, lo cierto es que conocemos una parte muy pequeña de lo que es el registro fósil”, aseveró Pardiñas a la Agencia CTyS-UNLaM.

El científico indicó que esta nueva especie “tiene una característica particular, porque los roedores equímidos -que son los roedores con espinas- no son frecuentes en las partes templadas del país, sino en regiones tropicales o subtropicales, por lo que haber encontrado esta forma en la parte sur de Buenos Aires indica que, quizás, las condiciones ambientales eran distintas a las actuales”.

Pardiñas aclaró que no se sabe con certeza los hábitos de este roedor fósil y sus requerimientos ambientales estrictos. “Lo que hacemos son inferencias; tratamos de interpretar a estos animales del pasado a partir de los roedores similares que viven actualmente. Y, en la actualidad, solo hay una especie semejante en Corrientes y en Brasil, por lo que suponemos que podría haber necesitado temperaturas más altas”.

<<<Cráneo de Proclinodontomys dondasi.

Respecto a las espinas, el investigador sopesó que “podrían haber sido un método defensivo, antidepredador, pero también podrían haber sido simples adaptaciones de tipo térmico o que fuesen adaptaciones que les quedaron del pasado y no tuvieran una mayor función”.

Puede que Proclinodontomys dondasi se extinguiera entre unos 500 y 400 mil años atrás. Este estudio permitió, además, establecer que otra especie emparentada, Proclinodontomys mordax, sobrevivió hasta al menos unos 10 mil años atrás en el sur de Brasil. La ilustración de la nueva especie fósil argentina fue realizada por el ilustrador Pablo Núñez del Museo de Historia Natural de La Pampa.

El nombre de este roedor extinto es también un reconocimiento a Alejandro Dondas, quien estuvo a cargo de la Sección Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Mar del Plata. “Alejandro fue una persona generosa que contribuyó mucho al conocimiento, la conservación y la difusión del enorme patrimonio paleontológico de la costa bonaerense”, aseveró Pardiñas.

De esta investigación también participaron Daniel Tassara del Museo Municipal de Ciencias Naturales Pachamama; Céline Robinet, Luciano Rasia y Nahuel Muñoz de la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata; y Carola Cañón Valenzuela del IDEAus-CONICET.


Hallan restos fósiles de un gran titanosaurio en Neuquén.

La hija de una alumna de la carrera de Geografía de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) halló restos fósiles de un Titanosaurio, que vivió hace 85 millones de años, en el campus de la universidad, ubicado en el centro de la ciudad de Neuquén, informó hoy uno de los paleontólogos a cargo de la recuperación de las piezas, Jorge Calvo.

La joven encontró en la superficie de la roca unos 100 centímetros cuadrados de un "huesito blanco", explicó Calvo en diálogo con Télam, y agregó que al iniciar ayer la excavación "nos encontramos con dos vértebras del cuello de un dinosaurio muy grande".

Los restos fósiles pertenecieron a "un animal de unos 25 metros, más específicamente de un Titanosaurio, un dinosaurio herbívoro de cuello largo que fue muy abundante aquí en el cretácico de Patagonia, hace 85 millones de años", contó.

Asimismo, el paleontólogo detalló que "una de las piezas tiene 90 centímetros de alto por 80 de largo y la otra 80 por 80, con un peso estimado de 200 kilogramos por pieza".

Finalmente, destacó que "a pesar de que son dos vértebras, son muy importantes porque este lugar, que está muy caminado, no ha dado grandes cosas, grandes animales, así que sería un registro importante para la fauna de ese momento".

El proceso de excavación y extracción se realizó esta mañana, se finalizó la construcción de los bloques para proteger las piezas y se estaban trasladando al Proyecto Dino del Centro Paleontólogico Lago Barreales, ubicado en la zona de Loma de la Lata, donde serán recibidas para su posterior análisis.

Jorge Calvo, paleontólogo y profesor de la carrera de Geología de la UNCo, estuvo a cargo del proceso de recuperación de los restos fósiles junto a la paleontóloga Edith Simón, docente de la carrera de Geografía de dicha universidad.


Hallaron un nuevo dinosaurio carnívoro en Neuquén.

Pertenece a la familia de los abelisaurios y lo encontraron en Cerro Overo, Rincón de los Sauces. Lo hallaron en la formación Bajo de la Carpa, de 85 millones de años de antigüedad. Rondaría los seis metros. Ya extrajeron su maxilar y algunos restos fósiles.

En una campaña paleontológica realizada en Cerro Overo, en Rincón de los Sauces, un grupo de investigadores halló un nuevo dinosaurio carnívoro de la familia de los abelisaurios. Los científicos retiraron parte de de sus restos fósiles, pero aún quedan otros huesos que se extraerán en una campaña proyectada para el próximo año.

“Es un Abelisaurio; se pudo recuperar un maxilar que en comparación con el Viavenator -otro carnívoro hallado cerca del lugar- es más grande. Los huesos de las patas hablan de un ejemplar más robusto y grande”, indicó el paleontólogo Leonardo Filippi, del Museo Municipal Argentino Urquiza y que participó de los trabajos en el terreno.

En una zona cercana conocida como La Invernada se encontró años atrás el “Viavenator exxoni”, el primer dinosaurio carnívoro identificado de la ciudad. “Es poco probable que sea otro ejemplar de Viavenator, porque además los estudios de Viavenator comprobaron que el ejemplar identificado era un adulto, por lo que no pudo haber crecido mucho más”, explicó

Los investigadores indicaron que si bien es difícil precisar el tamaño del nuevo carnívoro porque aún resta extraer material y estudiarlo, el nuevo dinosaurio rondaría los 6 metros de largo.“Este nuevo abelisaurio se va a comparar con esta forma ya conocida ”, señaló Filippi. “En esta campaña se quiso aprovechar que había un pequeño saurópodo identificado, y tomamos las prospecciones en el área para ver si encontrábamos más restos de ornitópodos”, explicó el paleontólogo. Fue así que dieron con el nuevo carnívoro.

La campaña se realizó desde el 8 hasta el 15 de noviembre. En el trabajo de campo participaron además Ariadna Paulina Carabajal, Elena Previtera, Ariel Méndez, Alberto Garrido, Francisco Barrios, y Laura Pipo. Leonardo Filippi describió que Cerro Overo y La Invernada, son dos zonas que están pegadas. “Son muy fosilíferas, con materiales muy bien preservados y la mayoría articulados”.

En esos sitios se encontraron dinosaurios ornitópodos (herbívoros de andar bípedo), saurópodos (herbívoros cuadrúpedos y de cuello largo), terópodos (carnívoros) y cocodrilos del periodo cretácico superior. El hallazgo fue en la formación Bajo de la Carpa, que tiene una antigüedad entre 83 y 85 millones de años. En la campaña de este mes se extrajo también parte de los restos de un dinosaurio herbívoro.

“De un saurópodo quedó un bloque por sacar y del carnívoro, quedaron algunos huesos porque están en una roca bastante dura y se necesita más tiempo para poder extraerlos”, amplió el investigador y marcó que se planea sacar lo que quedó el próximo año.

El paleontólogo describió que es un lugar donde se encontraron saurópodos que rondaban los diez metros de largo. Uno de esos ejemplares fue el Overosaurus, que tenía “bien preservada la columna, pero no las extremidades”.

Del saurópodo que se extrae ahora, ya tienen dos fémures, parte de la pata trasera y delantera, y algunos huesos de la cadera . “Hasta que no se limpie el material no sabremos si es un ejemplar nuevo de Overosaurio, que aportaría información novedosa; o si se trata de otra especie de tamaño similar”, expuso. Fuente; Diario Rio Negro.


Astrapotherium guillei, una nueva especie de mamífero del Mioceno de Bariloche.

Una nueva especie de un mamífero gigante que fue hallado en la localidad de Comallo será exhibido en el Museo Paleontológico de Bariloche.

Científicos argentinos del Conicet reconocieron una nueva especie de un mamífero gigante en la localidad de Comallo, a 100 kilómetros al este de Bariloche. El material, patrimonio paleontológico de Río Negro, se encuentra aún en estudio en el Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y pronto será expuesto en las salas del Museo Paleontológico Bariloche.

Si bien el resto fósil fue hallado hace unos años fue dado a conocer recién ahora. Los científicos reconocieron que posee el cráneo muy raro de un grupo de mamíferos totalmente extinto, los astrapoterios. Se trata de un grupo de mamíferos herbívoros parecidos a un tapir o un jabalí aunque de tamaño gigante que solo se desarrollaron en el sur de América del Sur y en Antártida. "Algunos fueron tan grandes como un rinoceronte actual, con unos 4.000 kilos de peso", reconocieron.

Alejandro Kramarz, paleontólogo del Conicet y autor principal del trabajo, describió que el cráneo es diferente al de otros mamíferos, con grandes colmillos proyectados hacia delante como un elefante. "Los espacios donde se ubicaban los ojos poseían una amplia zona abierta por detrás, dando una apariencia muy particular. Se supone que tenían una trompa corta y flexible", indicó. La nueva especie representa uno de los hallazgos de los últimos astrapoterios que vivieron en Patagonia antes de su extinción hace 15 millones de años.

El nombre genérico Astrapotherium significa "bestia de luz " pero recibió el nombre específico "guillei" en homenaje a Guillermo Aguirrezabala, un técnico del Conicet oriundo de Comallo que realizó la limpieza, preparación y extracción del fósil. Este paleontólogo también halló el esqueleto del terrible ave carnívora "Kelenken", cuando apenas tenía 13 años. Fuente Diario Rio Negro.


Encontraron el cráneo completo de Najash rionegrina, una serpiente con patas  del cretácico de Río Negro.

Un grupo de investigadores liderado por integrantes del CONICET halló cráneos y esqueletos con patas de serpientes del género Najash provenientes de rocas del Cretácico Superior, es decir, de aproximadamente 95 millones de años de antigüedad. El descubrimiento, que acaba de publicarse en la revista Science Advances, permite echar luz sobre polémicas que existían desde hacía tiempo en la comunidad científica respecto a los cambios anatómicos que tuvieron las serpientes hasta llegar a ser como son actualmente, ya que, hasta el momento, existían pocos fósiles tan completos y bien preservados que permitieran estudiar su evolución.

Los nuevos fósiles fueron hallados a partir del año 2013 en varias localidades dentro del Área Paleontológica de La Buitrera en Río Negro, que antaño fue una extensa zona desértica de dunas de arena, con parches de lagos efímeros. En esta área suelen encontrarse restos de pequeños y medianos animales del período Cretácico –mamíferos, lagartijas, cocodrilos-, y ya se habían hallado restos importantes de serpientes, aunque pocos materiales del cráneo. “Hasta el momento se habían estudiado vértebras, cintura,  miembros posteriores y partes de la mandíbula, pero los ejemplares con cráneo eran muy escasos.

Como son huesos muy delicados, difícilmente se preservan, por lo que prácticamente no se tenía hasta ahora un cráneo articulado de esta época como el que encontramos, que nos permitiera estudiar e interpretar la anatomía de una serpiente fósil en tanto detalle”, explica Fernando Garberoglio, becario doctoral del CONICET, de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y primer autor del paper.

<<<Cráneo y mandíbula del género Najash.

El hallazgo de este cráneo–que fue reconstruido por los investigadores casi de manera completa en base a técnicas de tomografía computada, a partir del que lograron un modelo del cráneo en 3D- permitió a los científicos develar otras incógnitas que permanecían en debate alrededor del origen de las serpientes y las transformaciones que dieron lugar a como son hoy.

“Con estos fósiles pudimos despejar, por ejemplo, que hubo un linaje de serpientes antiguas, que hoy en día están extintas, que habitaron los continentes del hemisferio sur, en la zona conocida como Gondwana”, apunta Garberoglio al respecto, y precisa que “eran serpientes terrestres, de cuerpo y de boca grande y con miembros posteriores bastante desarrollados, que comparten un ancestro común con las serpientes modernas, lo cual nos indica que las mismas no provienen de formas de cuerpo y boca pequeña y hábitos subterráneos como se suponía, sino que el ancestro común era de este tipo.

Además, pudimos inferir que las serpientes mantuvieron los miembros posteriores durante un período de tiempo bastante extenso, en una etapa previa al origen de los grupos modernos, que si bien retienen algunos vestigios de los miembros posteriores, la mayoría ya no los tiene. Esto demuestra que el tiempo en el que las serpientes retuvieron los miembros posteriores no fue solo una fase intermedia como se creía”.

Y continúa: “Lo que nos informan estos fósiles y los análisis evolutivos que realizamos a partir de ellos es que aparentemente los miembros anteriores se perdieron tempranamente en la historia evolutiva de las serpientes, mientras que los miembros posteriores se mantuvieron durante un tiempo considerable hasta que se redujeron drásticamente en una etapa cercana al origen de las formas modernas”.

<<<Restos tipo del género Najash.

Para finalizar, Garberoglio detalló que “también existía un debate sobre si las serpientes tienen o no tienen el hueso yugal, que es un hueso que se ubica por debajo del ojo en los lagartos, formando el pómulo. Justamente, con este fósil pudimos demostrar que el yugal efectivamente está presente en las serpientes. Aunque generalmente los lagartos lo tienen mucho más desarrollado, en el cráneo de esta serpiente fósil podemos observar que el yugal está presente y casi en el mismo grado, mientras que las serpientes actuales lo tienen pero mucho más reducido”. Fuente Conicet.


Anthropornis grandis, un pingüino gigante fósil hallado en la Antártida.

Se encontró el cráneo casi completo, parte de la mandíbula y otros restos fósiles de un pingüino gigante de 35 millones de años de antigüedad. Con este nuevo hallazgo en la Antártida, se pudo estudiar cómo era su musculatura y los movimientos que podía realizar para cazar.

La doctora Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del Museo de La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “es la primera vez que conocemos el cráneo y la mandíbula del Anthropornis grandis y, además, es la primera vez que se puede asignar un cráneo hallado en la Antártida a una especie determinada”.

El nombre de esta bestia gigante significa hombre-pájaro: “La especie fue nominada en 1905 y, si bien en aquel entonces solo se conocían restos muy aislados, ya veían que sus huesos eran mucho más grandes que los pingüinos actuales y que podían tener un tamaño semejante a una persona”, relató la autora principal del estudio publicado recientemente en la revista científica Comptes Rendus Palevol.

<<<Ilustrativo. Humero de Anthropornis exhibido en el Muse Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires.

Más de un siglo después, con la identificación del primer cráneo de estos pingüinos que alcanzaban los 1.70 metros de estatura, se inició un estudio muy detallado. “A partir del análisis de sus inserciones musculares y de los movimientos que podría haber hecho, se estima que este animal habría usado su largo pico para arponear a sus presas, atravesándolas”, contó Acosta Hospitaleche.

El largo del pico sería indicativo de que este pingüino gigante se alimentaba de peces, los cuales habrían sido las principales víctimas de sus arponazos. Previamente, se habían encontrado cráneos aislados de pingüinos gigantes en la Antártida, pero nunca se los había podido asignar a una especie. En esta ocasión, se pudo reconocer que dicho cráneo y mandíbula pertenecían a un Anthropornis por las características del tarso y metatarso de su pata izquierda.

“Es la primera vez que se logra identificar un cráneo a una especie en la Antártida, por lo que es un punto de partida y nos da un parámetro comparativo para los demás materiales”, aseveró la especialista en el estudio de pingüinos fósiles. La doctora Acosta Hospitaleche precisó: “No solo describimos los restos encontrados, sino que también realizamos estudios paleoneurológicos para ver qué áreas del cerebro de este animal tenían un mayor desarrollo proporcional y, por lo tanto, qué habilidades habría tenido más desarrolladas”. “Analizamos las inserciones musculares, ya que de esa manera se puede estudiar la biomecánica, los tipos de movimientos que podía realizar, como así también la fuerza con la que podían efectuarlos”, agregó.

Este hallazgo se produjo durante la campaña antártica de 2014. El doctor Marcelo Reguero del Instituto Antártico Argentino mencionó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el Instituto Antártico Argentino convoca anualmente a investigadores argentinos de otras instituciones a participar en proyectos incluidos en el Plan Anual Antártico”.

“Paleontólogos participan en las campañas de verano y acampan en diferentes islas del noreste de la Península Antártica”, indicó Reguero. Y añadió: “En este marco, se produjo el descubrimiento de los restos de este ejemplar de Anthropornis en la Isla Marambio”

<<<Posible aspecto del pingüino arponero gigante Anthropornis.

Del estudio del primer cráneo identificado de este “hombre-pájaro”, también participaron las doctoras Nadia Haidr de la Unidad Ejecutora Lillo (FML-CONICET) y Ariana Paulina-Carabajal del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET).

La especialista Acosta Hospitaleche afirmó que, para lograr una mayor precisión en el análisis, también se han hecho estudios de retrodeformación: “Escaneamos tridimensionalmente los fósiles en el Museo de La Plata, para posteriormente revertir la deformación que han sufrido estos materiales desde que falleció el espécimen hace 35 millones de años”.

De esa manera, al revertir la deformación, se pudo tener una idea mucho más ajustada de la anatomía craneana del animal y, por consiguiente, de su anatomía cerebral y de sus inserciones musculares.

A comienzos del siglo XX y durante muchos años, los científicos consideraron que los Anthropornis eran los pingüinos más grandes de la historia evolutiva. Pero, posteriormente, se descubrió otro género que superaba ampliamente la estatura humana promedio, los Palaeeudyptes, los cuales medían más de dos metros de altura.

El ejemplar más grande del que se tiene registro en el mundo hasta la actualidad, justamente, fue dado a conocer por Acosta Hospitaleche en 2010. Se estima que esa bestia colosal de la Antártida medía alrededor de 2,30 y que habrá sido una especie de rey entre la gran diversidad de pingüinos que habitaban la costa este de la Isla Marambio durante el Eoceno medio.

<<<Fósiles de pingüinos. Ilustrativo.

En aquel entonces, no solo había pingüinos gigantescos, sino también otros muy pequeños, incluso más chicos que los que habitan el Planeta en la actualidad. Tal es el caso de la especie Aprosdokitos mikrotero (inesperado minúsculo), también dada a conocer por la investigadora del MLP y del CONICET.

Aprosdokitos era el liliputiense entre los pingüinos. Apenas alcanzaba los 35 centímetros en posición erguida, pero ello no le impedía convivir con gigantes de más de dos metros y con los temerarios “hombres-pájaros” que se destacaban por la robustez de sus cuerpos y por ser capaces de atravesar a los peces con su pico como si fuese un arpón.


Hallan fósil de un Felino Ocelote en el Pleistoceno de Corrientes.

En el marco de exploraciones paleontológicas en la Formación Toropí/Yupoí, en la provincia de Corrientes, investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-CONICET) identificaron restos fósiles de un ejemplar de “ocelote”. Es el tercer registro de félido en ese sitio paleontológico, y el primer registro fósil de la especie “Leopardus pardalis” del Pleistoceno Tardío para la Mesopotamia argentina.

La Formación Toropí/Yupoí (aproximadamente 52-38 miles de años antes del presente) es una de las unidades fosilíferas más ampliamente distribuida en la provincia de Corrientes, contando con una importante diversidad de vertebrados, 45 taxones reconocidos hasta el momento, dentro de los cuales predominan ampliamente grandes mamíferos herbívoros.

Sin embargo, el sitio exhibe un escaso registro de carnívoros, que se limita a materiales pobremente preservados correspondientes a un cánido no identificado y a dos félidos: Panthera onca (Linnaeus, 1758) o “Yaguareté” y Smilodon populator (Lund, 1842) o “Tigre dientes de sable”.

Recientes trabajos de exploración en la Formación Toropí/Yupoí dieron como resultado el hallazgo de una hemimandíbula derecha y un fragmento de maxilar izquierdo, los cuales se interpretaron como correspondientes al mismo ejemplar.

Ante el hallazgo, investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-CONICET) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE (FaCENA) pusieron en marcha un proyecto para describir y asignar taxonómicamente el ejemplar. Según las observaciones, el tamaño de la mandíbula se encuentra dentro del rango de variación de Leopardus Gray, 1842, siendo considerablemente menor que otros géneros como Puma Linnaeus, 1771 y Panthera Linnaeus, 1758.

<<<Esqueleto de felino. Ilustrativo.

En tanto, la morfología dentaria y de la mandíbula también remite a este género, difiriendo de otros géneros como Herpailurus, en que la rama horizontal tiene una altura uniforme y es robusta en su extremo anterior.

“Los estudios confirmaron que se trata de un ejemplar de Leopardus pardalis Linnaeus, 1758” comentó la licenciada Cecilia Méndez, becaria doctoral del CECOAL (UNNE-CONICET), quien desarrolla su tesis doctoral sobre la tafonomía de vertebrados de la Formación Toropí/Yupoí.

En el trabajo colaboraron los investigadores Alfredo Zurita, Ángel Miño Boilini, Carlos Luna y Pedro Cuaranta, del CECOAL y FaCENA-UNNE, así como el Dr. Francisco Prevosti del CRILAR (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja).

La Lic. Méndez explicó que el ejemplar de “ocelote” identificado representa el tercer registro fósil de félido (un grupo de mamíferos carnívoros) para la Formación Toropí/Yupoí en casi cuarenta años de estudios en ese sitio de creciente interés paleontológico y cultural.

Pero además el hallazgo representa el primer registro de la especie Leopardus pardalis u “ocelote” para el periodo del Pleistoceno Tardío de la región Mesopotámica de Argentina. El Pleistoceno Tardío es una división de la escala temporal geológica que pertenece al período Cuaternario, y que finalizó aproximadamente hace 10.000 antes del presente.

<<<Aspecto actual del Ocelote del genero Leopardus sp.

La licenciada detalló que las especies de este género se encuentran adaptadas a diferentes hábitats, que van desde la Cordillera de los Andes hasta las sabanas húmedas del Pantanal en Brasil. Resaltó en ese aspecto que el hallazgo contribuye a seguir aportando al conocimiento de la Formación Toropí/Yupoí y sobre los vertebrados del Pleistoceno Tardío de las provincias de la región.

El hallazgo del ejemplar de Leopardus pardalis se enmarca en las líneas de investigación desarrolladas por integrantes del “Laboratorio de Paleontología y Paleoambientes del Neógeno y del Cuaternario” del CECOAL (UNNE-CONICET) y del “Grupo de Investigación en Paleontología de Vertebrados” de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE.


Revelan una nueva forma de “armadura flexible” que tenían los perezosos prehistóricos gigantes

El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro halló 136 huesillos dérmicos de un perezoso gigante de más de 500 mil años de antigüedad. Esta “armadura” estaba incorporada al cuero de estos animales y les servía de protección frente a los depredadores. 

El director Museo Paleontológico de San Pedro José Luis Aguilar comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “estos huesitos llamados osteodermos estaban incorporados a la piel de estos animales, por todo el cuerpo, y tienen una forma que era desconocida hasta ahora”.

Los perezosos gigantes poseían este sistema de defensa embebido en la piel como protección ante los posibles ataques de los tigres dientes de sable, los osos gigantes, pumas y unos perros salvajes llamados Theriodictis, entre otros carnívoros.  “Estos huesitos que encontramos son octaédricos, como si fueran dos pirámides unidas por su base”, describió Aguilar. Y agregó: “Entre los más de 130 osteodermos hallados, las medidas van desde 3 milímetros hasta unos 13 milímetros de largo”.

“La presencia de osteodermos en los perezosos gigantes se conoce hace tiempo, aunque no hay muchos registros para una antigüedad superior a los 500 mil años y es la primera vez que se encuentran con una estructura bipiramidal”, aseveró el director sobre los huesitos hallados en Campo Spósito, un yacimiento ubicado a 12 kilómetros de la ciudad de San Pedro.

<<<Aspecto de los milodontidos.

El estudio científico sobre esta nueva forma de “armadura flexible” fue publicado recientemente en la revista Journal of South American Earth Sciences y está firmado por los doctores Luciano Brambilla de la Universidad de Rosario y del CONICET, Augusto Haro de la Universidad Nacional de Córdoba, Marcelo Toledo del Instituto de Geociencias de Buenos Aires y el director del Museo de San Pedro José Luis Aguilar.

El investigador Luciano Brambilla precisó que “como la forma externa de los huesos de la piel de este antiguo perezoso es tan particular a simple vista, también estudiamos la estructura interna a nivel microscópico”. “Cortamos finas láminas a partir de algunos de los huesitos bipiramidales y descubrimos que el patrón de fibras observado en estos osteodermos era muy denso y novedoso, algo que también ayuda a caracterizar a estos pequeños elementos”, analizó.

El paleontólogo aseveró que “es un enigma aún por responder a qué especie pertenecieron estos osteodermos, porque en las colecciones nada se les parece y es relativamente poco el conocimiento que tenemos sobre perezosos de tanta antigüedad como los que se encuentran en los yacimientos de San Pedro”. Hasta el momento, se conocían estructuras con un patrón globoso, casi sin irregularidades, propias  de los milodontes, mientras que los osteodermos de los glosoterios tenían una forma aplanada, arriñonada.

Al respecto, Aguilar observó que “con este descubrimiento, se refuerza la idea propuesta por el Museo Paleontológico de San Pedro de que los distintos géneros de estos grandes mamíferos fósiles poseían osteodermos con patrones diferentes”. Según contó Aguilar, “así como los  gliptodontes (armadillos gigantes) evolucionaron hasta que toda la piel se transformó en una coraza para protegerse de los depredadores, los perezosos desarrollaron esta masa intermedia que era flexible, porque todos estos osteodermos, estos huesitos, se desarrollaban en el interior de la piel”.

“Estos animales tenían una piel, un cuero de unos dos centímetros de espesor, en la que un grupo de células comenzaban a endurecerse hasta desarrollar fibras duras y se transformaban en una de estas tantas bolitas que encontramos; eran parte de su piel”, relató.  De esa forma, animales como los milodontes o los glosoterios, lograban disminuir las heridas provocadas por sus atacantes. "Después de casi 200 años de paleontología argentina, este hallazgo introduce una novedad inesperada a la hora de analizar a ciertos géneros de perezosos prehistóricos", destacó Aguilar a la Agencia CTyS-UNLaM.

Este nuevo descubrimiento de osteodermos con forma romboidal se produjo a unos 170 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en un área de barrancas y cortadas naturales que ya ha aportado numerosos e importantes fósiles a la colección del Museo de San Pedro. Fuente; Museo Palontologico de San Pedro.


Encuentran por casualidad restos fósiles de un oso prehistorico Arctotherium en La Plata.

Otra sorpresa en una obra en construcción: operarios que trabajaban en un terreno de 2 y 72, cerca del centro de La Plata encontraron un resto fósil que pertenecería a un oso "rostro corto", que vivió en estas tierras hasta por lo menos hace 10 mil años.

Se trata de una pieza de poco más de medio metro que correspondería con el húmero del animal omnívoro que habitó la zona de la pampa bonaerense en el pleistoceno.

Los trabajadores removían tierra que llegó desde una cantera ubicada en la zona del Barrio Aeropuerto (a 15 kilómetros del centro de la ciudad) cuando hallaron el hueso fosilizado.

"En buena parte del subsuelo de la región pampeana se pueden encontrar muchos fósiles. Esto abarca provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa. Pero la importancia de este hallazgo es que se trata de un animal que no era muy abundante", dijo a Clarín el docente e investigador de la facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, Leopoldo Soibelzón.

El oso "Actotherium" era una especie de entre 400 y 1.500 kilos; y unos 3 metros de altura que vivió en esta región entre un millón de años atrás y los de 10 mil años. "Formaban parte de la pirámide del sistema. Eran predadores tope, por eso su presencia entre las especies era menos frecuente", explicó Soibelzón, quien se especializa en animales prehistóricos de la zona de América del Sur y trabaja también para el Conicet.   <<<Esqueleto ilustrativo de MACN>>>

José Aguirre, uno de los obreros que encontró el hueso, se encargó de llevarlo hasta el Museo de Ciencias Naturales de la UNLP, donde funciona la facultad y los centros de investigación. "Los profesores estaban contentos y nos dijeron sobre la importancia de dar a conocer estas cosas", dijo el hombre en declaraciones que difunde el portal 0221.com.ar.

Esto ocurrió a fines de la semana pasada. Ahora las piezas del animal están sometidas a estudios y análisis en el área de Paleontología del Museo. Al enorme hueso lo sacaron de una tosca. Se trata de un húmero de 60 centímetros de largo. "Aunque no están terminados los estudios podemos afirmar que se trata de un individuo adulto, de mediana estatura, probablemente una hembra", anticipó el investigador.

A fines de julio pasado un vecino de Berisso halló en el patio de su casa los restos de un mastodonte, mientras trabajaban obreros en una refacción. También en ese caso la tierra provenía de la cantera del Barrio Aeropuerto.

Soibelzón aclaró que los primeros registros del oso rostro corto data de un millón de años y que los ejemplares desaparecieron en la gran extinción que afectó a los mamíferos de gran tamaño. Esto fue al mismo tiempo que desaparece la gran fauna, sobre el final de la glaciación que provocó un fuerte cambio climático y también coincidió con la aparición del hombre en la región de América. Fuente, Clarin.


Se inauguro el nuevo Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Quedo inaugurado formalmente el Museo de Ciencias Naturales de la localidad bonaerense de Miramar, por medio de un convenio entre el Municipio de General Alvarado y la Fundación Azara.

Miramar – En horas del mediodía del día viernes, con presencia de autoridades municipales, miembros de la Fundación Azara de historia natural, personal del museo, miembros de la Asociación de Amigos y público en general, quedo inaugurado el flamante Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

La nueva institución, debe su origen al anterior museo, el cual contenía exhibiciones de ciencias naturales e historia local. Pero la necesidad de fundar un nuevo museo que coleccionara, estudiara y exponga las riquezas naturales de la región tiene vieja data. Los hallazgos paleontológicos y biológicos, sumado a la importante presencia en medios de comunicación de todo el mundo, logro que el municipio local y la fundación científica, firmaran  en febrero de este año, un convenio para crear en conjunto esta institución

La idea de abrirlo al público en esta fecha, es por el 131º aniversario de la ciudad. El edificio que fue destinado para este proyecto, incluyó el arreglo y adaptación de techos, paredes, electricidad y pintura entre otros trabajos, para poner en valor  la antigua “Casa de Huéspedes”, situada en el acceso al vivero dunícola “Florentino Ameghino”, un magnifico bosque artificial de unas 502 hectáreas.

<<<Fachada del nuevo Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Esta enorme casona de la década del “30”, fue adaptada para tal fin. En ella se prepararon ocho salas de exhibiciones, que incluyen grandes esqueletos de megafauna prehistórica, fósiles regionales, historia del “Hombre de Miramar” basado en antiguas hipótesis de los hermanos Ameghino, arqueología local, exhibición marina entre otras. Además de  modernos laboratorios de preparación y estudio, oficinas, depósitos de colecciones entre otros, citaron las fuentes.

El edificio del nuevo Museo de Ciencias Naturales, está rodeado de un magnifico parque, que incluye además criaturas de tamaño natural, como  los extintos gliptodontes o tigres dientes de sable, o criaturas marinas como el calamar gigante o la tortuga laúd, y otros para ir descubriendo en el paseo.

En el evento estuvo  encabezado  por el  Intendente Municipal, Germán Di Cesare y por el  Presidente de la Fundación Azara, Adrián Giacchino, quienes estuvieron acompañados por  investigadores del Museo de La Plata, investigadores del CONICET, Universidad Nacional de la Plata, Dr. Eduardo Toni, Dr. Mariano Bonomo; Universidad Nacional de Mar del Plata, Dr. Ricardo Bastidas y Carlos Quintana, miembros de la Universidad Maimonides, Miembros de la Fundación Azara; Director del Museo , Museólogo Daniel Boh y Funcionarios Municipales.

Además de las emotivas palabras del Intendente local German Di Cesare, y del Presidente de la Fundación Azara, Adrián Giacchino, se procedió a un reconocimiento público y merecido  a Daniel Boh y Mariano Magnussen, como miembros fundadores del nuevo museo.

El diente de sable que dio origen al Museo.

El fortuito hallazgo de huellas fósiles únicas en el mundo de un gran tigre dientes de sable (posteriormente denominado Felipeda miramarensis, en honor a la ciudad), encontradas cerca del muelle de pescadores por Mariano Magnussen en 2015, fueron recuperados y estudiado en conjunto con Daniel Boh, y científicos de la Fundación Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de Ciencias Naturales y Conicet, fue el detonante para que autoridades locales pusieran en valor el antiguo chalet abandonado, y se convirtiera en un moderno museo dedicado únicamente a las ciencias naturales.

Más reconocimientos.

La Fundación Azara y la Universidad Maimónides, decidieron en conjunto que las salas llevaron los nombres de distinguidos investigadores y científicos de reconocimiento internacional, que basaron sus estudios y descubrimientos en las inmediaciones de la ciudad de Miramar. Entre ellos, los ya fallecidos Osvaldo Reig y Rosendo Pascual, como así también, al Doctor Eduardo Tonni, que estuvo presente en el acto.

El Nuevo Museo.

Originado de anteriores colecciones, tuvo gran auge en los últimos años por magníficos aportes a la paleontología y a la biología marina. El museo posee una gran cantidad de restos fósiles locales (de los últimos 4 millones de años) y otros colectados en distintas partes del país. Además de una importante cantidad de restos marinos, que van desde pequeñas criaturas a grandes ballenas, restos arqueológicos de antiguos grupos humanos entre otras colecciones, que conforman miles de piezas, de las cuales se tomaron las más pedagógicas para conformar las muestras exhibidas.

Fundación Azara  

Las investigaciones realizadas los últimos 18 años por la Fundación Azara aportaron más de 100 especies nuevas para la ciencia, tanto fósiles como vivientes. En sus colecciones científicas, abiertas a la consulta de investigadores de todo el mundo, se atesoran más de 200.000 objetos de geología, paleontología, botánica, zoología, arqueología y etnografía. Unos 300.000 jóvenes participaron de sus diferentes actividades educativas (talleres, charlas, visitas guiadas, clubes de ciencias) y las exhibiciones itinerantes fueron visitadas por más de 5.000.000 de personas en más de una veintena de países. Además gestiona varias instituciones del país.

Conocer mas en www.museodemiramar.com.ar


Científicos ingleses logran armar el cráneo de megaterio que Darwin se llevó de Punta Alta.

Los 2 paleontólogos que la semana pasada visitaron nuestra ciudad encontraron las dos mitades e hicieron un modelo 3D de uno de los fósiles que disparó la teoría de la evolución.

Científicos del Museo de Historia Natural de Londres juntaron por primera vez las dos mitades del cráneo de un megaterio que Charles Darwin recolectó en 1832 en un médano de Punta Alta.  El naturalista inglés visitó nuestras costas en una expedición de 5 años a bordo del HMS “Beagle”. Acá, juntó diversos fósiles que se cree dieron el puntapié inicial para el desarrollo de su famosa teoría de las especies.

Entre ellos se encuentran los fósiles del megaterio, un perezoso gigante del tamaño de un elefante, que habitó nuestro territorio hace más de 10.000 años y del que no se tenía conocimiento en el mundo de la ciencia de ese entonces. En los últimos meses, esos fósiles fueron llevados finalmente al Museo de Historia Natural de Londres para ser escaneados en 3D, como parte de un programa de digitalización.

 La tarea no fue fácil, puesto que paleontólogos encargados del trabajo, Pip Brewer y Adrian Lister, tuvieron que hacer un trabajo de detectives para dar con todas las piezas de la colección de Darwin.

Es así que a la mitad faltante del cráneo del megaterio de Darwin lograron encontrarla en la antigua casa del naturalista inglés. "Estuvimos tratando de documentar cada espécimen, de entender de dónde vino e incluso determinar si definitivamente fue uno de los de Darwin— dijo la paleontóloga en una nota publicada en el sitio web del MHN—. Curiosamente, nadie había hecho eso antes. Considerando el papel fundamental que estos fósiles probablemente jugaron al sentar las bases de la teoría de la evolución de Darwin, esto es sorprendente.”

“Escanear los delicados fósiles ayuda a preservarlos para futuras investigaciones. Tener un sustituto digital no solo reduce el manejo, sino que también brinda acceso a las personas de todo el mundo, ya sean investigadores que quieran estudiarlos o al público que simplemente esté interesado y quiera verlos", explicaron los científicos.  La semana pasada, Brewer y Lister visitaron Punta Alta, conocieron el Museo Municipal de Ciencias Naturales Carlos Darwin y recorrieron los sitios dentro de la Base Naval Puerto Belgrano donde el naturalista inglés recolectó algunos de los fósiles.

Además, dieron una charla en el Teatro Colón, en el marco de las celebraciones por “El mes de Darwin en Punta Alta”.Fueron recibidos por el intendente Mariano Uset, la geóloga Teresa Manera (quien trabajó para conservar las huellas de megaterio y otras especies prehistóricas en Pehuen Co) y el director del Archivo Histórico Municipal, Luciano Izarra.

 “Venir después de muchos años estudiando a Darwin es para mí como visitar La Meca. Es una sensación muy especial y emocionante porque las cosas que Darwin encontró aquí fueron muy importantes para el desarrollo de su teoría —dijo Lister en una rueda de prensa—. Ustedes tienen aquí un museo con los fósiles y las explicaciones en el mismo lugar donde fueron encontrados. La gente de este lugar y los visitantes deben valorizar la gran importancia de este lugar, porque es fantástico.”

“Es absolutamente fantástico estar en este lugar. Cuando vine la primera vez no sabía de la existencia de este museo y fue fantástico encontrarme con los fósiles de todos estos animales, de los cuáles hemos leído o solo habíamos visto pequeños fragmentos. En nuestro Museo de Londres, donde se exhiben muchos de los fragmentos de fósiles que Darwin llevó desde Punta Alta, la gente se muestra muy entusiasmada al verlos. Ustedes deberían estar muy orgullosos de este lugar y de lo que ha contribuido a la ciencia”, agregó la paleontóloga Brewer.

<<<Esqueleto de Megatherium. Ilustrativo.

Por su parte, Manera contó que “cuando en auto veníamos por la ruta entrando a la ciudad, Adrian y Pip se emocionaron al ver el cartel que decía Punta Alta. No nos damos cuenta aún de la importancia que tienen para la historia de la ciencia esos hallazgos de Darwin, hace más de 180 años, que fueron los disparadores de su teoría que hoy es la base de la biología moderna”.

 Como regalo, los científicos británicos entregaron al Museo Carlos Darwin una réplica exacta de la mandíbula de un milodón, otro tipo de perezoso gigante extinto que el científico británico recogió de nuestras costas y que hoy se exhibe en Londres. (La Nueva.)


Colossosaurios, una nueva familia de dinosaurios a partir de fósiles mendocinos.

Se trata de los Colossosaurios, una categoría que agrupa a los vertebrados más grandes de toda la historia de la evolución.

Un grupo de científicos mendocinos, junto a colegas de Estados Unidos y Brasil, presentaron un estudio donde dan a conocer a todo el mundo una nueva familia de dinosaurios denominada 'Colossosauria' a través de la cual agrupan a los vertebrados más grandes que habitaron el planeta.

La nueva categoría fue desarrollada por un grupo de especialistas pertenecientes al Laboratorio y Museo de Dinosaurios de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNCUYO, quienes trabajaron bajo la coordinación del doctor Bernardo González Riga, docente investigador y director del museo. El descubrimiento del nuevo linaje permite la agrupación de varias especies halladas en distintas partes del mundo y sobre todo a los cuatro colosos argentinos: Notocolossus, Patagotitan, Argentinosaurus y Puertasaurus.

El trabajo científico fue publicado en julio de este año en la prestigiosa revista Annais da Academia Brasileira de Ciencias. En ella se da cuenta que a través de diversos análisis anatómicos comparativos de restos fósiles, más el empleo de un software -llamado programa TNT- se pudo procesar cientos de datos para obtener hipótesis filogenéticas de parentesco en forma de 'árboles' basados en caracteres compartidos.

Consultado por Los Andes sobre la importancia de la nueva clasificación, Bernardo Gonzalez Riga explicó que la diferencia entre descubrir una especie y una familia: "Hay dos tipos de hallazgos; uno puede ser localizar restos y el otro es tomar esos restos y realizar en ellos análisis anatómicos muy detallados. Esto es lo que ocurrió con más de 400 fósiles de titanosaurios, cuyas características fueron procesadas por un software que permitió llegar a la conclusión de que estábamos ante una nueva familia a la que se la llamó Colossosaurios".

Consultado por Los Andes sobre la importancia de la nueva clasificación, Bernardo Gonzalez Riga explicó que la diferencia entre descubrir una especie y una familia: "Hay dos tipos de hallazgos; uno puede ser localizar restos y el otro es tomar esos restos y realizar en ellos análisis anatómicos muy detallados. Esto es lo que ocurrió con más de 400 fósiles de titanosaurios, cuyas características fueron procesadas por un software que permitió llegar a la conclusión de que estábamos ante una nueva familia a la que se la llamó Colossosaurios".

Así mismo el científico destacó que el avance en el conocimiento de una nueva familia "tiene más impacto que descubrir una especie, porque posibilita agrupar a varios tipos. Esta categorización agrupa ahora a los más grandes del mundo. El aporte radica en sintetizar el conocimiento anatómico que se tiene de los saurópodos titanosaurios, haciendo especial énfasis en su estudio filogenético, es decir en los parentescos".

González Riga detalló en este sentido uno de las características principales entre los integrantes de la nueva categoría estuvo dada por la anatomía ósea: "Son animales cuyos cuellos estaban entre 10 y 12 metros de largo y presentaban cabezas pequeña. Además tenían un saco aéreo para respirar y su metabolismo era más rápido, como el de las aves, y no tanto como reptiles"

"Su reproducción estaba dada mediante huevos y tenían un metabolismo elevado, además de que su tasa de crecimiento era rapidísima. Todos ellos eran herbívoros y sus dientes estaban adaptados para tomar los alimentos y arrastrarlos hacia su interior sin ser masticados. En este sentido sus masas corporales máximas tuvieron entre 50 a 70 toneladas", destacó.


Nothrotheriops, un perezoso extinto de Norteamérica aparece en el registro fósil de la provincia de Santa Fe.

El resultado de esta novedosa investigación para la Paleontología de Argentina corresponde al hallazgo fósil -un fémur- de un perezoso norteamericano en la Pcia. de Santa Fe, cuya existencia se desconocía en América del Sur para el período Cuaternario.

Este interesante descubrimiento corresponde al hallazgo fósil de un perezoso norteamericano en Argentina que realizó el Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del CICYTTP, sito en Diamante (E.R.). Dicho hallazgo está muy bien representado por los registros fósiles que los científicos han dado a conocer en la provincia de Santa Fe.

Los investigadores del Centro de Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la Producción y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos lograron identificar un género de perezoso fósil -principalmente registrado en América del Norte- en sedimentos del Cuaternario de la provincia de Santa Fe. La investigación, recientemente publicada en la revista científica internacional “BOREAS: An International Journal of Quaternary Research”, corresponde a resultados obtenidos durante estudios de postgrado realizados por uno de los investigadores.

El hallazgo consiste en un fémur referido al género Nothrotheriops y el ejemplar fue hallado en las barrancas del río Salado del norte, en sedimentos que tienen una edad aproximada de 90.000 años antes del presente. Se lo encontró en inmediaciones de la localidad de Llambi Campbell, comuna del Departamento La Capital (Pcia. de Santa Fe), en cuyo Museo Comunal “Río Salado” fue depositado. La aproximación para conocer la antigüedad de los afloramientos portadores del perezoso fue posible gracias al aporte de distintas instituciones nacionales y provinciales tales como FICH (UNL), FCyT-UADER y CICYTTP.

Cabe señalar que el género Nothrotheriops estuvo ampliamente distribuido durante el Cuaternario de América del Norte, y durante el evento conocido como Gran Intercambio Biótico Americano resultaría que Nothrotheriops procedente de Estados Unidos y México se habría dispersado, junto con otros mamíferos, hacia América del Sur. Fuente Conicet. Imágenes ilustrativas.

 


Descubren el ADN más antiguo de un parásito en heces fosilizadas de un carnívoro del Pleistoceno de Catamarca.

El estudio de un coprolito (heces fosilizadas) de un puma descubierto en el refugio paleontológico y arqueológico de Peñas de las Trampas, en la provincia de Catamarca (Argentina), ha revelado el ADN más antiguo de un parásito, con una edad de entre 16.570 y 17.000 años.

Este material genético pertenece a unos huevos de la lombriz Toxascaris leonina, una especie que todavía es común encontrar en los sistemas digestivos de gatos, perros y zorros, según explica a Sinc la bióloga Romina Petrigh, de la Universidad Nacional del Mar de Plata (Argentina).

Petrigh, junto a Martín Fugassa, lidera el equipo multidisciplinar del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que ha llevado a cabo esta investigación, publicada en el último número de la revista Parasitology.

En ella, se utilizaron análisis de ADN mitocondrial para confirmar que el coprolito provenía de un puma (Puma concolor) y que los huevos pertenecían a esta especie de ascáride.

“Este hallazgo representa el registro más antiguo de una secuencia de ADN antiguo para un parásito nemátodo gastrointestinal de mamíferos silvestres, el registro de ADN más antiguo del mundo para un parásito y también una nueva edad máxima para la recuperación de ADN antiguo de este origen”, detalla la autora.

Según Petrigh, las extremas condiciones de aridez, bajas temperaturas y altas concentraciones de sal, propias de la zona, habrían ayudado a reducir la descomposición del material y habrían permitido su conservación durante tanto tiempo.

Este descubrimiento también ha confirmado la presencia de pumas en la provincia al final del Pleistoceno. “Esto tiene implicaciones significativas para la historia natural de la región, así como para inferir el contexto ecológico inmediatamente antes de que los primeros exploradores humanos se aventuraran en el área”, añade la investigadora.

Además, el estudio muestra que estas lombrices microscópicas estaban infectando la fauna de Sudamérica antes de la llegada de los primeros humanos a la zona, hace unos 11.000 años.

“La interpretación común es que la presencia de T. leonina en los carnívoros silvestres de América hoy en día es una consecuencia de su contacto con perros o gatos domésticos, pero este trabajo muestra que ya no debe suponerse como la única explicación posible”, concluye la investigadora. (Fuente: María G.Dionis / SINC)


Recuperan una gran variedad de fósiles en una sola exploración en Miramar.

Una importante cantidad y variedad de restos fósiles de unos 3 millones de años, fueron  halladas en unos 100 metros de exploración, y en menos de una hora.  La localidad bonaerense de Miramar, es una de las mayores potencias paleontológicas del mundo.

En una prospección paleontológica con el equipo de investigadores del Museo Municipal de Ciencias Naturales de Miramar “Punta Hermengo”, se realizó el hallazgo de unos treinta  muestras paleontológicas de gran valor científico, entre ellas, hay una que podría ser única en el mundo.

Días atrás, y después de un temporal, personal del museo local, exploraba sitos conocidos y con una antigüedad de superior a os 3 millones de años, correspondiente a la época geológica conocida como Plioceno. “Encontramos en una plataforma una amplia diversidad de organismos que vivieron y conformaron un primitivo ecosistema ya desaparecido” comento Mariano Magnussen Saffer, investigador del museo local, y agrego; ”Estos hallazgos siguen demostrando el potencial científico mundial de nuestra región”.

Entre los materiales recuperados, se pudieron identificar fósiles de aves (que no volaban), reptiles (lagartos de más de un metro), restos de gliptodontes (armadillos de caparazón rigio) y de grandes perezosos extintos, restos de varios carnívoros  marsupiales (semejantes a las zarigüeyas), un carnívoro prociónido pariente lejano y extinto de mapaches y cuatíes),  dos especies de armadillos de importante dimensiones, varios cráneos de roedores sin representantes actuales en la región , pequeños notoungulados, y un sin fin de muestras que ya se encuentran en el museo miramarense, para ser estudiados en conjunto con científicos de la Fundación Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de Ciencias Naturales y Conicet respectivamente.

Además, realizamos otros hallazgos pocos frecuentes en estos sedimentos, como una importante cantidad de coprolitos (fecas o  excrementos fosilizados), fácil de reconocer por su alto contenido de calcio, huesos triturados en su interior y con una matriz fosfática. “También encontramos otros tipos de icnifosiles, como cuevas con rellenos y en algunos casos con restos de sus antiguos habitantes, y algunas curiosidades más que se encuentran en estudio”, sostuvo Daniel Boh, titular del museo local.

En estos momentos, además de trabajar en los hallazgos paleontológicos, los cuales siempre tienen repercusión nacional e internacional, el personal del Museo de Miramar se encuentra trabajando en conjunto con la Municipalidad de General Alvarado y Fundación Azara, para la próxima inauguración de las nuevas instalaciones y exhibiciones del  nuevo Museo de Ciencias Naturales, que sorprenderá por su moderna y completa muestra.


Hallan el primer cráneo de Paraceros fragilis, en el Pleistoceno de San Pedro.

Fue hallado por el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro en el yacimiento de Campo Spósito y tiene una antigüedad que supera los 200.000 años

Campo Spósito es un yacimiento paleontológico descubierto en noviembre de 2001 por el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, de la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires. Ya se han recuperado allí, más de veinte especies de animales en estado fósil.

El área fosilífera, de tan sólo unos 4.000 m2, fue el fondo de un antiguo río que corrió por la zona hace más de 200.000 años y se encuentra en el interior de un campo propiedad de la empresa arenera Spósito S.A.

En las últimas semanas, el equipo del Museo ha recuperado allí, el primer cráneo conocido de una rara especie de ciervo fósil denominada Paraceros fragilis, que vivió en la provincia de Buenos Aires durante una edad geológica denominada Bonaerense.

Desde el grupo del museo comentan que, “Es impresionante la densidad de fósiles que contiene el yacimiento de Campo Spósito, por ser un lugar pequeño. El accionar de aquel antiguo río que corrió por el lugar hace miles de años arrastró y acumuló las partes duras de la fauna que vivía y moría en ese ecosistema prehistórico. Desde su descubrimiento en 2001, este lugar ha aportado centenares de piezas a la colección del Museo de San Pedro”.

<<<Imagen ilustrativa. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el libro Bestiario Fósil.   >>>Ver Imágenes Aquí.

Los restos de este ciervo fósil son extremadamente raros. Tan inusuales que a la especie sólo se la conocía por el aspecto de sus cornamentas, de sus astas. Las citas bibliográficas desde la época de Florentino Ameghino mencionan la aparición de cornamentas fragmentadas asignadas a este animal y, unas pocas, en buen estado de preservación. Un dato curioso es que su existencia en la provincia de Buenos Aires sólo se observa en sedimentos la edad Bonaerense, un lapso del tiempo geológico que transcurrió entre los 500.000 y los 130.000 años antes del presente. Los investigadores piensan que esto puede deberse a una distribución temporal muy acotada o a su escaso registro.

Se cree que Paraceros fue un ciervo de mediano tamaño, con astas delgadas pero largas, en relación a su desarrollo corporal.

El ejemplar descubierto por el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro no sólo posee la rama izquierda de su cornamenta casi completa y parte de la rama derecha, sino que también conserva el 80 % del cráneo de este curioso animal. El primero que se conoce.

El Director del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, explica que “Un Paraceros pesaba unos 50 kg. Algo más que un venado de las pampas (45 kg., aprox.) y menos que un ciervo de los pantanos (que alcanzan cerca de los 100 kg.) Su altura a la cruz habría oscilado entre 1,00 m. y 1,20 m.

El cráneo de este ejemplar está muy bien. Se preservó su parte frontal, las orbitas de los ojos, la cúpula y toda la parte posterior completa. El fósil ha perdido las fosas nasales y la dentición pero todo lo demás está intacto. Es mucho más de lo que se podía esperar de los delicados huesos de este animal. Desde ahora conoceremos el aspecto general de la cabeza de estos ciervos prehistóricos”.

En relación a esto último, el Doctor Nicolás Chimento, del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados, del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, opina que “la preservación de este material es justamente lo que lo hace único, ya que los restos de ciervos son comunes en las capas de más de 10.000 años dentro de la Región Pampeana pero casi siempre están representados sólo por astas incompletas.

Paraceros fragilis es una especie de ciervo de tamaño similar a un Ciervo de los Pantanos, pero con cornamentas más delgadas y de una morfología particular. El material de San Pedro proporcionará novedosa información anatómica, ya que permitirá la comparación por primera vez, de un cráneo de esta especie, con las demás especies de ciervos de la época Pleistoceno y con los ciervos actuales. De esta manera, se conocerá mejor a esta fugaz especie y se podrán obtener datos acerca de su parentezco con los demás ciervos.”


Pseudotherium argentinus, un primitivo animal del Triasico en San Juan.

Por su tremendo parecido, los paleontólogos pensaron en nombrar esta nueva especie en alusión a Scrat, el reconocido personaje de la película con dientitos de sable, aunque finalmente la bautizaron como Pseudotherium argentinus. Medía unos 25 centímetros de longitud y fue hallada en Ischigualasto junto a dos de los dinosaurios más antiguos de los que se tienen conocimiento.

El doctor Ricardo Martínez, investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de San Juan (IMCN), comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “La nueva especie tiene el hocico muy largo y chato, de poca profundidad, y sus colmillos son también muy largos y están ubicados casi en la punta del hocico, por lo que el parecido es tremendo”.

El cráneo se conservó de manera sorprendente, por lo que, a simple vista, puede comprobarse la similitud. “En algún momento, pensé en ponerle el nombre de Scrat”, contó Martínez, quien realizó un estudio muy exhaustivo del cráneo de este mamiferoide junto a Rachel Wallace y Timothy Rowe de la Universidad de Texas. El estudio fue publicado recientemente en la revista científica Plos One.

Podría decirse que el paleontólogo Martínez, quien tiene más de una docena de especies descubiertas en su palmarés, ha concretado una especie de hattrick paleontológico. Así como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo suelen hacer tripletes y se llevan el balón a su casa, Martínez hizo su “hattrick” al encontrar este pequeño animalito junto a dos nuevas especies de dinosaurios primitivos. Es cierto, no se llevó un balón a su casa, pero se llevó al Museo el bochón que hacen los paleontólogos para poder trasladar los fósiles para su posterior estudio.

Más de 230 millones de años tuvo que esperar este pequeño animalito para ser descubierto. Estuvo congelado en el tiempo, aunque no en hielo como Scrat, sino en las rocas multicolores del famoso yacimiento Ischigualasto ubicado al noroeste de Argentina.

En este sitio, también conocido como Valle de la Luna, este “Scrat” del Triásico esperó a ser rescatado junto al dinosaurio Panphagia protos, uno de los sauropodomorfos más antiguos conocidos hasta hoy, y al fémur del primer y único protodinosaurio lagerpétido descubierto en San Juan. De modo que tres especies muy distintas compartieron su larga estadía hasta el “hattrick” de Martínez en el año 2006, momento a partir del cual se iniciaron sus respectivos estudios.

A diferencia de la “ardilla” de la película, este mamiferoide nombrado como Pseudotherium argentinus vivió en un ambiente más cálido que el actual, con abundante flora, compuesto mayormente por helechos y coníferas, ya que todavía no existían las plantas con flores. 

<<<< (ver ilustraciones del artista Jorge A. González en la galería de fotos y video).     >>>Ver Imágenes Aquí.

Según indicó Martínez, este animalito habría tenido unos 25 centímetros de longitud y tenía una alimentación distinta a la del personaje de la película de animación creada por Blue Sky Studios: “No se alimentaba de bellotas, sino que seguramente comía insectos o animales más pequeños”, aseveró.

Puesto que no precisaba sus dientes de sable para abrir bellotas, el paleontólogo del IMCN estimó que sus colmillos largos podrían haberle servido “por un lado, para clavar y atrapar los insectos o presas, pero otra opción es que este animal haya sido un macho y estemos en presencia de dimorfismo sexual, es decir, que los machos de esta especie hubieran desarrollado esos grandes colmillos como modo de atraer a las hembras”.

“Pero, a esta altura, no se puede saber mucho, porque solo contamos con un espécimen”, aclaró Martínez. Y agregó: “Si hubiera muchos individuos para analizar, uno podría ver si hay variabilidad y podría pensar que machos y hembras tenían distintos largos de colmillos”.

De estos tres individuos que Martínez halló conjuntamente, dos pudieron ser nominados como nuevas especies. En tanto, la preservación del cráneo fue tan buena que se pudo realizar un estudio muy detallado de su estructura interna con un escáner de última generación en la Universidad de Texas.

El doctor Martínez comentó que “hasta ahora, no se había encontrado un mamiferoide tan avanzado en Ischigualasto, en el que se observa el crecimiento de la cavidad encefálica, precursora de los grandes encéfalos de los mamíferos”.

“Con estas imágenes, se pudo observar el desarrollado oído interno, la pérdida de la barra posorbitaria, como así también se detectó la presencia de los turbinales que son como tabiques que le permitieron a este animalito calentar el aire que ingresaba a su sistema respiratorio, lo que nos indicaría que tenía sangre caliente”, preciso el experto.

En el 2011, los investigadores Guillermo Rougier, Sebastián Apesteguía y Leandro Gaetano dieron a conocer a un animalito al que nombraron como Cronopio dentiacus, en tributo a Cortázar y en alusión al pequeño tamaño de esta especie que medía entre 10 y 15 centímetros.

En aquel momento, los investigadores destacaron las similitudes que este animal también tenía con Scrat y, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, el doctor Apesteguía destacó la imaginación de los creadores de la película que se anticiparon a la existencia de un animalito con colmillos de sable antes de que se conociera una especie así.

Lo sorprendente es que la naturaleza creó a “dos Scrats” en tiempos muy distintos, porque mientras el protomamífero de Ischigualasto tiene 231 millones de años de antigüedad, Cronopio fue encontrado en La Buitrera, un yacimiento ubicado en Río negro que tiene una antigüedad de 95 millones de años.


Un ciclista encuentra fósiles de Notocetus en Trelew.

Un hallazgo paleontológico de gran valor científico tuvo lugar esta semana al sur de Ia ciudad de Trelew, cuando un ciclista que habitualmente entrena en Ia zona de bardas, encontró un llamativo hueso en proximidad de uno de los senderos.

Al alertar sobre el objeto encontrado, se hicieron presentes técnicos del Museo Egidio Feruglio, quienes prima fade confirmaron que se trata de un delfín prehistórico (Notocetus), y se les dio intervención a investigadores del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) para que preserven Ia pieza dentada y se circunscriba el lugar, ya que podría haber más material de ese tipo en Ias inmediaciones.

El punto de hallazgo de lo que presuntamente es una mandíbula de un delfín de millones de años fue en lo que vulgarmente se conoce como Ia segunda subida yendo de Trelew a Comodoro, pasando el autódromo Mar y Valle, a mano izquierda, a aproximadamente 1 .500 metros de Ia ruta, en uno de los senderos que suelen utilizar los ciclistas y atletas en sus entrenamientos en ese sector de bardas. La pieza con dientes parece enterrada que comienza a descubrirse por efecto de Ia erosión y Ia lluvia, aflorando a superficie, lo que permitió ser vista por el atleta, que además sería guía de turismo, por lo que con su ojo adiestrado no pasó por alto, lo que para otra persona podría ser un simple resto óseo, así lo informó el Diario de Madryn.

Especialistas del CENTAP preparaban un bloque de yeso para comenzar con los trabajos de preservación y remoción del Notocetus, para su posterior análisis en Ia sede de Puerto Madryn, y así poder determinar Ia data de origen del delfín prehistórico.

<<<Imagen ilustrativa de fosiles de Notocetus en el MEF.     >>>Ver Imágenes Aquí.

La Patagonia en general y Chubut en particular, tienen una amplia riqueza paleontológica con reconcomiendo internacional. Y esta nueva pieza podría constituir en otro hito en Ia reconstrucción geológica de Ia región. La Provincia del Chubut declaró por Ley que los yacimientos paleontológicos son Patrimonio del Pueblo chubutense y por ello su resguardo, conservación y estudio se convirtieron en prioritarios para Ia cultura y el desarrollo humano de Ia población. En nuestro territorio conviven valiosos recursos paleontológicos con instituciones científicas ocupadas en rescatar, investigar y divulgar su riqueza, entre Ias que destaca Ia Fundación Egidio Feruglio y su Museo Paleontológico en Trelew, cuya calidad y profesionalismo son reconocidos mundialmente.


Descubren fósiles de un pez de 9 millones de años en Chasicó.

Sergio Bogan y Federico Agnolin, Investigadores de la Fundación Azara, la Universidad Maimonides, el CONICET y el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, describieron en la Revista Suiza de Paleontología los restos de un raro pez en la provincia de Buenos Aires.

Se trata de las espinas de una " vieja del agua" que son peces acorazados, parientes de los bagres, y de aspecto prehistórico que se agrupan dentro del clado Loricariidae. Son peces tropicales y subtropicales, de agua dulce que muestran una alta diversidad en América del Sur y se distribuyen desde Costa Rica hasta el norte de la provincia de Buenos Aires en la Argentina.

Este registro constituye el primer descubrimiento de un pez fósil en el área de Chasicó y lo interesante es que es de una especie que actualmente no vive en la zona y sus parientes más cercanos hoy en día viven cientos de kilómetros más al norte.

<<<<Ejemplar viviente.    >>>Ver Imágenes Aquí.

El fósil podría tener una edad cercana a los 9 millones de años. El hallazgo es congruente con la idea de que antes existía en la región un clima más cálido y que las cuencas de la región pampeana sur y las del norte de la Patagonia estuvieran integradas hidrográficamente con las cuencas más norteñas que albergan peces brasílicos de agua dulce.

Este novedoso material fue colectado años atrás por Vicente Di Martino (1940-2011), un naturalista que pasó su vida colectando y preservando para las generaciones futuras el patrimonio paleontológico del sur bonaerense. Di Martino o Dim para los amigos formo la colección del actual Museo Municipal de Ciencias Naturales de Monte Hermoso (que hoy lleva su nombre).

Los materiales aquí comunicados se encontraban sin identificar hasta que el geólogo de la Universidad del Sur, Rodrigo Tomassini sospecho que se podían tratarse de restos de un pez y gentilmente puso los materiales a disposición de los autores que se ocuparon de dar a conocer esta novedad científica. Fuente; Fundación Azara.


Encuentran evidencias de un mar prehistórico en Marcos Paz.

Investigadores de la Universidad de La Plata, del Museo de La Plata, del CONICET y de la Universidad de Comahue identificaron rastros de sedimentos marinos, peces y ostras en Marcos Paz, propios de un período geológico en que el mar tuvo una subida muy pronunciada.

La doctora Elisa Beilinson del Centro de Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP) afirmó a la Agencia CTyS-UNLaM que “a partir de información recopilada desde el año 2010, hemos llegado a reconstruir cómo se produjo esa ingresión marina”.

“Encontramos estratos con fauna marina, con fauna propia de estuarios y, a pocos centímetros de distancia, fauna continental”, indicó Beilinson, autora principal del estudio publicado en la revista científica Quaternary International.

Los centímetros de distancia, en las capas geológicas, son dimensiones de tiempo. Cuanto más profundo se excava, más antiguos son los sedimentos. En dicha cantera, llamada Vignona III, el trabajo para retirar tosca ha permitido descubrir fósiles de entre unos 8 mil y 90 mil años de antigüedad. En tanto, una parte del terreno se ha establecido como reserva pelontológica.

La geóloga precisó que se han encontrado “invertebrados marinos como las ostreas, vertebrados acuáticos como corvinas y tortugas, y, muy cerca, una especie de caballo extinta”.

“Por esta mezcla de fauna acuática y continental, junto las características sedimentológicas de los estratos, interpretamos que se trata de niveles depositados durante episodios de tormentas fuertes que impactaban en las zonas costeras del estuario interno del Rio de la Plata que había en ese momento y llegaba hasta la zona de la actual de Marcos Paz”, comentó la especialista.

Y agregó: “Estas grandes tormentas podrían ser similares a las sudestadas que conocemos hoy en día”.

El paleontólogo Leopoldo Soibelzon del CONICET y Museo de La Plata (UNLP) comentó que “en esta cantera, se han encontrado grandes mamíferos terrestres, algunas grandes aves y también anfibios, reptiles y peces”.

En el aspecto geológico, se observa que, hace más de 70 mil años, hubo una subida del mar muy pronunciada, por lo que las aguas ingresaban por la cuenca del Río Matanza hasta la zona de Marcos Paz. “Lo que observamos como evidencia son restos de valvas de ostras y, posteriormente, sedimentos que indican la bajada del mar y la vuelta de ambientes de pastizales”.

Lo que se observa en aquellos sedimentos no es un fondo de mar, sino que hubo un estuario donde el mar se encontraba con el continente. “Es un registro interesante e importante a nivel global, ya que se vincula con este estadio isotópico 5E que nivel global marcó un ascenso del nivel del mar en todo el mundo”, aseveró Beilinson.

La investigadora de la UNLP aclaró que “pueden haber ciertos debates, porque el aumento del nivel del mar en el hemisferio norte está datado en unos 120 mil años, mientras que los sedimentos de este estuario son más jóvenes de acuerdo a las dataciones realizadas con radiocarbono y luminiscencia opticamente estimulada, pero ocurre que, a diferencia de lo que se suele considerar, la elevación del nivel del mar no se produce en todas la partes del mundo al mismo tiempo”.

De este estudio, también participaron María Sol Raigemborn del Centro de Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP), Sergio Rodriguez de la Facultad de Ciencias Naturales y MLP, Esteban Soibelzon, Germán Mariano Gasparini y Facundo Iacona del Museo de La Plata-UNLP y CONICET, Lydia Calvo-Marcilese del Laboratorio de Bioestratigrafía (YPF Tecnología), Gabriela Cusminsky de la Universidad Nacional del Comahue (INIBIOMA-CONICET) y Florencia Mari del Centro de Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP).


Patagopipa corsolinii, una nueva especie de rana de 50 millones de años de la Patagonia Argentina.

Presentaron recientemente el estudio de una nueva especie de Rana del sur de la Argentina. La investigación fue realizada por miembros del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (MACN) en colaboración con gente del Museo Paleontológico del Lago Gutierrez, en las cercanías de Bariloche, Provincia de Rio Negro.

El ejemplar, un esqueleto casi completo, mide solo unos 2 centímetros pertenece al grupo de los pipidos, un grupo de ranas que hoy habita Brasil y África, procede  de la localidad tipo de Rio Pichileufu: Estancia Don Hipólito.  Esta especie habitaba bosques templados y húmedos en una Patagonia muy diferente a la que vemos hoy día.

<<<Patagopipa corsolinii.

Estos anfibios se caracterizan por sus adaptaciones al medio acuáticos, como por ejemplo, membranas interdigitales, cuerpo aplanado, entre otros; es por eso, que seguramente hallan habitado cuerpos de agua como lagos los cuales presentan condiciones que facilitan la conservación de estos fósiles.

También este nuevo hallazgo permitió saber que, dentro de los pipidos, existió un subgrupo emparentado entre sí, los Shelaninos. Este grupo, hasta ahora, habría habitado Brasil y Argentina desde el Cretácico hasta el Eoceno hace 50 millones de años antes del presente.

Esto quiere decir, que los shelaninos no solo sobrevivieron a la época de los dinosaurios si no que habitaron América del sur durante más de 75 millones de años, siendo luego extinguidas, seguramente, por el progresivo enfriamiento del clima en el Cenozoico más reciente.

<<<Posible aspecto de Patagopipa corsolinii.

La reconstrucción en vida del Patagopipa se debe a la mano del artista Gabriel Lio. Imagen del Museo Virtual de Fósiles de la Patagonia. El ejemplar fue estudiado por Alexis M. Aranciaga Rolando (Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, y Conicet), Federico L. Agnolin (Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, Fundación Azara y Conicet)  y Julián Corsolini. (Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, y Conicet ). Fuente; Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados.


Encuentran la huella más antigua de un dinosaurio tireóforo en el Jurásico de Neuquén.

El hallazgo fue realizado por investigadores del CONICET en la Formación Lajas, que forma parte de  la Cuenca Neuquina.

Los tireóforos (Thyreophora) son un suborden de dinosaurios herbívoros que habitaron la Tierra desde principios del período Jurasico (hace aproximadamente 200 millones de años) hasta fines del Cretácico (hace alrededor de 65 millones de años). Si bien hay registros de su presencia en ambos hemisferios, los hallazgos, tanto fósiles como icnológicos conocidos hasta hace poco, permitían especular a los especialistas que este grupo de animales era de origen boreal y habían arribado al sur poco antes del comienzo del Cretácico.

“En Sudamérica las huellas más antiguas que se conocían de tireóforos se habían hallado en Brasil y correspondían a una etapa límite entre el Jurásico Tardío y el Cretácico Temprano. Más al sur, los registros que había de la presencia de este clado correspondían al período Cretácico”, explica Pablo Pazos, investigador independiente del CONICET y director del Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN, CONICET-UBA).

Recientemente, Pazos, junto a un grupo de colaboradores, encontró en  la Formación Lajas, una unidad geológica del Jurásico que forma parte de la Cuenca Neuquina- más específicamente en la localidad de Covunco (Neuquén) ubicada al norte de la dorsal de Huincul- una huella correspondiente al pie de un tireóforo del Jurásico Medio. El hallazgo fue publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences.

De acuerdo a Pazos, especialista en sedimentología e icnología, al margen de la novedad paleobiológica, el hallazgo obliga también a replantear las interpretaciones existentes sobre la Formación Lajas (reservorio de gas y petróleo en subsuelo), cuyas localidades ubicadas al sur de la dorsal de Huincul fueron hasta el momento mucho más estudiadas que aquellas que se encuentran al norte de la misma.

“Hasta ahora se consideraba que toda la unidad había conformado un mega sistema deltaico que avanzaba sobre el mar (el paleo-pacífico), por lo que no era esperable encontrar restos de dinosaurios ni mucho menos de huellas. Esto nos obliga a revisar la hipótesis geológica de que toda la zona se encontraba bajo el agua, más tomando en cuenta que la huella apareció en la sección basal dentro de un perfil de roca de alrededor de 500 metros. En caso de haberse tratado de un gran delta como ocurre al sur tendríamos que haber encontrado depósitos subacuáticos, marinos”, explica el investigador.

La evidencia de que sobre la sección basal de la unidad geológica caminaban animales implicaría que se trataba de un área que no solo no era marina sino que estaba expuesta al aire, lo que lleva a los especialistas preguntarse si la Formación Lajas tiene la misma edad al norte y al sur de la dorsal de Huincul

“En este sentido, uno de nuestros colaboradores recordó un trabajo de L. R. Lambert de los años ´40 sobre el hallazgo de trigonias (un género ya extinto de bivalvos marinos) en la zona que sugieren una edad mas joven.Lo cual también era un claro indicio de que la localidades al norte de la unidad eran más nuevas que las que se encontraban al sur”, señala Pazos.

De acuerdo al análisis de los investigadores, la huella es característica de los estegoaurios (un género de dinosaurios tiréoforos) y se trata sin duda de la más vieja de la Cuenca Neuquina y la más antigua de un tireóforo para el hemisferio Sur y para todo el territorio de lo que fue el supercontinente Gondwana, antes de que se produjera la separación en aguas profundas de Sudamérica, Antártida  y Australia.

Una característica particular de este hallazgo es que a diferencia de lo que ocurre generalmente se trata de una única huella aislada de un pie -lo más frecuentes es encontrarlas de a pares o componiendo una caminata- y que está sobre un plano inclinado y no en uno horizontal como suele suceder.

“La marca del pie del dinosaurio está preservada en una estructura sedimentaria que se genera por corrientes fluviales y eso produce la formación del plano inclinado. Es posible que la superficie sobre la que pisó el dinosaurio estuviera sumergida, aunque no totalmente, y que la humedad y las matas microbianas hayan favorecido su preservación. Esto resulta consistente con la hipótesis que encontramos revisando la literatura de que los estegosaurios podían atravesar pequeños cuerpos de agua”, indica Pazos.

Aunque aun no se puede determinar con exactitud la edad del sitio en el que fue realizado el descubrimiento, los investigadores deducen que debe tener más 163 millones de años y menos de 170 millones de años.

“Lajas termina en una discontinuidad -es decir, en una discordancia temporal respecto a la unidad que se encuentra sobre ella-  que indica que lo que viene arriba es necesariamente más nuevo. Sabemos que lo que viene arriba pertenece al Calloviano (entre 166,1  y 168,3 millones de años atrás), una edad temprana del Jurásico Medio. Por lo tanto, la huella como muy nueva podría ser de la primera parte del Calloviano, pero no se puede descartar sea incluso un poco más vieja. De lo que estamos seguros es que se trata hasta ahora de la más antigua de un tireóforo hallada en lo que fue el supercontinente Gondwana”, concluye el investigador. Fuente; Conicet.


Descubren fósiles de un cóndor gigante en San Pedro.

El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro halló un cóndor extinto que superaba los 3.50 metros de extensión con sus alas abiertas, bastante más que el cóndor andino actual. Vivió en una época en que la región pampeana estaba habitada por megamamíferos, por lo que este ave carroñera tenía mucho más alimento a su disposición.

El hallazgo se produjo 12 kilómetros al sur de la ciudad bonaerense de San Pedro. El doctor Federico Agnolin, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), Fundación Félix de Azara y del CONICET, indicó que “es un hallazgo excepcional, ya que se trata del registro de una nueva especie de ave gigante que sobrevoló la provincia de Buenos Aires a finales del Pleistoceno”.

El cóndor andino actual tiene  una envergadura promedio de unos 3 metros mientras que este cóndor extinto tenía una extensión alar de más de tres metros y medio.

“El cúbito y el radio hallados, pertenecientes al ala derecha, son mucho más robustos que el Vultur gryphus, conocido popularmente como el cóndor andino, por lo que estimamos que su masa corporal era mucho mayor, aunque el estudio recién comienza”, agregó Agnolin a la Agencia CTyS-UNLaM.

El director del Museo de San Pedro José Luis Aguilar comentó que “el peso de este gran ave posiblemente rondaba entre los 18 y 20 kilos, mientras que el cóndor andino tiene una masa corporal de entre 12 y 15 kilos”.

El descubrimiento fue realizado por un equipo del Museo de San Pedro conformado por José Luis Aguilar, Julio Simonini, Javier Saucedo, Matías Swistun, Bruno Zarlenga y Bruno Rolfo (el primero en divisar los restos) en el establecimiento La Paloma de la cerealera Ramón Rosa S.A. “En ese sitio, las lluvias generan cortadas en el suelo, lo cual nos permite observar sedimentos antiguos de la Edad lujanenese”, contó Aguilar.

El paleontólogo Agnolin, quien presentó al Pampagyps imperator en 2017 -el primer cóndor extinto descubierto en zona bonaerense-, describió que “actualmente, solo hay un especie de cóndor en Norteamérica y otra en Sudamérica, pero hace 10 mil años había una diversidad mucho mayor y estas especies estaban más distribuidas en el territorio”.

“Estas aves cumplen una función muy importante, porque limpian de desperdicios al ecosistema; son grandes recicladores”, explicó el especialista. Y añadió: “Hace 10 unos mil años, en la región pampeana, había una gran diversidad de megamamiferos, como los perezosos gigantes, los gliptodontes y los tigres dientes de sable, por lo que, cuando estos animales morían, sus cadáveres eran alimento de una gran cantidad de aves carroñeras”.

Este nuevo cóndor gigantesco (que aun no tiene nombre) vivió acompañado otras aves carroñeras como los caranchos gigantes, buitres y jotes. Sin embargo, como las aves tienen los huesos huecos, son muy escasos los restos que logran preservarse.

El doctor Agnolin afirmó que recién comienza el estudio de este nuevo ejemplar. “Es un hallazgo relevante y nos muestra que los cóndores eran mucho más diversos en aquel entonces y que también habitaban la región pampeana, mientras que en la actualidad se los puede ver en la región andina, en el norte de Argentina e, incluso, hasta en la provincia de Córdoba”.

El director José Luis Aguilar reveló a la Agencia CTyS-UNLaM que “junto a los restos del cóndor gigante, se encontró el maxilar superior de un pecarí juvenil, es decir, de un chanchito muy pequeño, y la pelvis de una tortuga, todos fósiles de la misma antigüedad”.

Los investigadores Nicolás Chimento del MACN y Germán Gasparini del Museo de La Plata colaboraron para la identificación de los restos de estos dos animales encontrados cerca del cóndor.

Aguilar expresó que estos dos animales podrían haber sido parte de la dieta del cóndor gigante: “Esperamos confirmarlo cuando se terminen de analizar los restos bajo el microscopio; vemos que la superficie de los restos del pecarí y la tortuga difiere en aspecto con la de los huesos del cóndor, por lo que creemos que ha sido erosionada por los jugos gástricos del ave”.

“De confirmarse, sería la primera vez que se encuentra evidencia directa de las presas que servían de alimento a estos grandes carroñeros prehistóricos”, valoró el director del Museo. Y añadió: “Por la ubicación en la que se hallaron, vemos como hipótesis lógica que los restos del pecarí y la tortuga fueron parte del contenido estomacal del animal”.

El doctor Gasparini observó que los restos del pecarí “podrían ayudar a comprender el ambiente en el que se desenvolvía este cóndor gigante; es decir que, en este caso, podríamos conocerlo mejor a través de las preferencias climáticas de sus presas”.

En la presentación de este hallazgo, el Museo de San Pedro descubrirá una escultura de tamaño real de cómo fue este cóndor gigante en posición de vuelo (ver video). La obra fue realizada por el paleoartista Miguel Lugo, de la ciudad de Ramallo, por encargo de la Municipalidad de San Pedro.

La escultura, realizada a escala real, está trabajada pluma por pluma, moldeada en hierro poliuretano de alta densidad y terminada con aerógrafo para lograr los diferentes tonos. “Es realmente impactante ver la recreación de este animal ´volando´ en el techo de la sala. Ahí tomamos conciencia de lo asombroso que hubiera sido poder ver a estas aves enormes desplazándose por los cielos de la región”, comentó Ramón Salazar, secretario de coordinación del municipio de San Pedro.


Hallan mas de 300 huellas prehistóricas en Miramar.

El Museo Municipal de Ciencias Naturales de la localidad bonaerense de Miramar, anuncio el peculiar hallazgo de cientos de huellas posteriores a la edad de hielo, con una antigüedad de aproximadamente seis mil años antes del presente.

Si bien el hallazgo fue realizado tiempo atrás, especialistas del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, ubicada sobre la costa atlántica a unos 450 kilómetros de Buenos Aires, dieron a conocer un nuevo yacimiento icnológico (con huellas o marcas antiguas), en donde se han observado huellas de diferentes animales prehistóricos que habitaron la región pampeana, luego de la ingresión marina producto de la finalización de la edad de hielo y el aumento global de la temperatura.

El yacimiento fue encontrado por Mariano Magnussen Saffer, investigador del Museo de Miramar, cuando se encontraba realizando prospecciones y observando material paleontológico en lo que fue una antigua laguna de agua salobre, alimentada por un arroyo y conectada temporalmente al océano, semejante al acuífero actual de Mar Chiquita.

En el momento del hallazgo, se encontraron pisadas en dos sitios aislados, en uno pertenecían a dos posibles ciervos, caminando a la par y el otro a un camélido que caminó varios metros y giró en forma de “U”, dejando una clara rastrillada.

Días después y luego de un temporal, las huellas estaban nuevamente tapadas por arena, pero se las individualizó, se tomaron moldes, fotografías, y posteriormente junto al museólogo Daniel Boh, encargado del mismo Museo, se pudieron reconocer otras centenares de ellas que habían quedado al descubierto.

“Tenemos registrados parcialmente varias especies de animales en el sitio, la gran mayoría correspondientes a camélidos como los Guanacos, otras de cérvidos (quizás emparentados con especies vivientes), también Tayassuidae (pecaríes) , un pequeño felino, relacionado con el gato montés”, y un gran ave del genero Rhea (Ñandú), detalló Mariano Magnussen.

 

Daniel Boh comentó que el sitio tiene varias curiosidades y material de valor paleo ambiental. Hay huellas de ejemplares adultos y juveniles, marcas de animales que patinaron en el pantano, corridas y animales paseando o alimentándose. También se recuperó un sinfín de material paleontológico, constituido por restos óseos de camélidos, roedores, peces, moluscos, crustáceos y hasta restos vegetales, lo que permitirá, al finalizar los estudios, saber cómo fueron esos tiempos en esta región.

Este yacimiento se encuentra depositado por encima de estratos de un antiguo fondo marino. El mar avanzó reiteradas veces sobre el continente (eventos conocidos como ingresiones marinas), dejando en tierra firme tanto sedimentos como restos de invertebrados y de vertebrados marinos, hasta cierta distancia de la actual costa. Sobre este se formó posteriormente un pantano donde aparecieron las huellas milenarias, pertenecientes a la edad geológica Holoceno medio, unos 6 mil años antes del presente.

Miramar, ya había sido protagonista de otros grandes hallazgos paleontológicos similares, entre ellos, las huellas fósiles de un tigre dientes de sable, únicas en el mundo, las que fueron denominadas “Felipeda miramarensis”, en homenaje a la ciudad donde se produjo el hallazgo, en inmediaciones al muelle de pescadores.

Este nuevo campo de huellas fósiles se encuentra en un balneario público y muy conocido.  El hecho que gran parte del año está por debajo de la arena de la playa lo ha preservado durante milenios, pero a la vez, complica su estudio y observación.

Actualmente se está refaccionando un inmueble para alojar la gran colección de restos fósiles y de ciencias naturales en general que posee el museo de Miramar. El mismo se realiza en conjunto con la Municipalidad de General Alvarado y la Fundación Azara.

Para conocer más de este hallazgo, los investigadores comunican sus hallazgos por medio de su sitio web, www.museodemiramar.com.ar


Por casualidad hallan fósiles de un Gliptodonte en Correa, Santa Fe.

Trabajadores de la comuna de Correa se llevaron una gran sorpresa al hallar restos de un gliptodonte mientras realizaban una excavación. Se trata de restos fósiles de una especie extinguida hace 8500 años.

Los obreros cavaban un pozo para una obra de cloacas cuando se encontraron con algo que les llamó la atención. Por eso, llamaron a personal especializado, que confirmó que se trataba de un gliptodonte, pariente lejano de los armadillos, y puso manos a la obra para recuperar los restos.

Según explicó Luciano Rey, subdirector del área de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de Santa Fe, Luciano Rey, al diario El Ciudadano, los gliptodontes están clasificados dentro de la “megafauna” de la región, siendo “animales gigantes o muy grandes desaparecidos hace unos 8.500 años”. El funcionario detalló que se hallaron partes de del caparazón y un diente, aclarando que “es muy raro encontrar un bicho de estos completos”.

En febrero de este mismo año, se encontraron restos de una macrauquenia, otra especie de esa época, en Arroyo Seco y hace un mes restos fósiles de un gliptodonte en San José de la Esquina.


Descubren que los pterodáctilos Argentina eran capaces de volar al nacer.

Los pterodáctilos, unos conocidos reptiles voladores extintos, tenían una gran habilidad: eran capaces de volar desde el momento de su nacimiento. Así lo ha revelado una investigación conducida por la Universidad de Leicester (Reino Unido), a partir del reciente hallazgo de embriones en avanzado estado de gestación en Argentina y China.

El descubrimiento cobra especial relevancia ya que no se conoce ningún otro vertebrado actual o extinto con esta capacidad. Según los investigadores, esto tiene un importante impacto en la comprensión de cómo vivían los pterodáctilos, lo que es fundamental para entender mejor cómo funcionaba el mundo de los dinosaurios en su conjunto.

Hasta el momento, se pensaba que los pterodáctilos solo podían volar una vez habían crecido casi al máximo, al igual que las aves o los murciélagos. Esta suposición se fundamentó en embriones fosilizados encontrados en China que tenían alas poco desarrolladas. Sin embargo, David Unwin, de la Universidad de Leicester y especialista en el estudio de los pterodáctilos, y Charles Deeming, zoólogo de la Universidad de Lincoln que investiga la reproducción de aves y reptiles, pudieron refutar esta hipótesis.

Compararon estos embriones con datos sobre el crecimiento prenatal de aves y cocodrilos, y descubrieron que aún se encontraban en una etapa temprana de desarrollo, muy lejos de la eclosión. El descubrimiento de embriones más avanzados en China y Argentina -que murieron justo antes de su nacimiento- les ha proporcionado evidencia de que los pterodáctilos tenían la capacidad de volar desde el nacimiento. 

Otra diferencia fundamental entre las crías de pterodáctilos y las aves y murciélagos es que no tenían cuidado parental, de modo que debían alimentarse y cuidarse a sí mismos desde el nacimiento. Su capacidad para volar les dio un mecanismo de supervivencia que les permitió evadir dinosaurios carnívoros. Pero también demostró ser uno de sus mayores peligros, ya que el exigente y peligroso proceso de vuelo llevó a muchos de ellos a morir a una edad muy temprana.

La investigación también desafía la teoría de que los pterodáctilos se comportaron de manera similar a los pájaros y a los murciélagos y ha proporcionado posibles respuestas a algunas preguntas clave que rodean a estos animales. El hecho de que fueran capaces de volar desde el nacimiento proporcionaría una posible explicación a por qué pudieron alcanzar enormes alas, mucho más grandes que cualquier especie de ave o murciélago extinto o actual. La forma en que pudieron llevar a cabo este proceso requerirá más investigación, pero es una pregunta que no se habría planteado sin estos nuevos resultados, según la información de la Universidad de Leicester recogida por DiCYT. (Fuente: DICYT)


Encuentran plantas fósiles del Eoceno en Patagonia y revelan una antigua conexión continental.

En la Patagonia Argentina, se halló el primer registro fósil de este género de plantas de la familia de las fagaceas en el hemisferio sur. El descubrimiento contó con la participación de un investigador del CONICET y fue publicado en Science.

Hace dos décadas, un equipo de investigación conformado por geólogos y paleontólogos del CONICET en el Museo Egidio Feruglio y de la Pennsylvania State University, iniciaron un proyecto conjunto con el objetivo de poder estudiar y poner en valor el sitio de Laguna del Hunco, un yacimiento de plantas fósiles de unos 52 millones de años (Eoceno temprano) ubicado al noroeste de la provincia del Chubut, que si bien era conocido desde los años ’20 del siglo pasado, hasta el momento no había sido todavía suficientemente explorado.

Durante los últimos 20 años, este equipo de investigadores dio a conocer una serie hallazgos de valiosos materiales fósiles (fundamentalmente de vegetales) que los condujo a establecer la hipótesis de que la descendencia de la flora que vivía en Patagonia hace 52 millones de años, sobrevive hoy en día en los bosques de sudeste asiático y el noreste de Australia, particularmente en la región biogeográfica conocida como Australasia.

“Durante el Eoceno, estas dos regiones, hoy distantes, se encontraban unidas a través del continente Antártico (millones de años antes de que se cubriera de hielo), que pudo oficiar de puente continental para el flujo de plantas y animales entre ambas áreas. Si bien el cambio drástico del clima que experimentó la Patagonia, que en ese momento era tropical o subtropical, fundamentalmente como consecuencia del ascenso de la Cordillera de los Andes y la separación de Sudamérica de la península Antártica -que llevó a que las corrientes frías provenientes de la Antártida ascendieran por el Atlántico Sur- hizo que muchos grupos de plantas y animales desaparecieran, en la zona australásica pudieron sobrevivir debido a que las condiciones climáticas se mantuvieron constantes durante todo este tiempo”, explica Rubén Cúneo, investigador principal del CONICET y director del MEF.

El hallazgo reciente de restos fósiles de plantas del género Castanopsis (de la familia de las fagaceas) en Laguna del Hunco, permite reconfirmar una vez más la hipótesis de que antiguamente existió un tránsito migratorio de especies vegetales entre la Patagonia y Australasia.

“Las fagaceas dominan los bosques desde la zona templada del norte hasta el Asia tropical y Malasia. Hasta el momento no se habían registrado fósiles de esta familia de plantas en el hemisferio austral, de ahí la importancia del hallazgo”, afirma el investigador.

De acuerdo a los investigadores, el estudio del yacimiento de Laguna del Hunco permite obtener una imagen de alta resolución del último ecosistema de América del Sur cuando todavía existía el supercontinente Gondwana (antes de que se produjera la separación en aguas profundas de Sudamérica, Antártida y Australia), que coincidió con lo que se conoce como el óptimo climático del Eoceno, una época en que la Tierra experimentó un calentamiento global generalizado.

“Lo curioso es que un bioma de características similares al que se perdió en la Patagonia debido a los cambios climáticos, puede encontrarse hoy en los bosques del sudeste asiático y el noreste de Australia”, resalta Cúneo.

Entre otros hallazgos realizados en Laguna del Hunco por este equipo de investigación internacional, que cuenta con el apoyo económico de la National Science Foundation de los Estados Unidos y al que se han incorporado científicos de otras instituciones como la Cornell University, pueden destacarse el de los restos fósiles más antiguos del género Eucalyptus, cuya distribución natural es casi exclusiva de Australasia, así como el del ancestro más antiguo de los tomatillos de la familia Solenaceae. Esto coloca a la Patagonia como un verdadero hito en la historia evolutiva de la vegetación en el hemisferio austral, la cual seguramente se verá exponencialmente incrementada en su conocimiento en los años por venir. (Conicet)


Descubren en la Antártida fósiles de elasmosáurido ,un reptil gigante del Cretácico.

Se trata del elasmosáurido más grande del mundo, de apariencia semejante al monstruo del Lago Ness. Con una masa corporal que superaba las 12 toneladas, duplica en tamaño a la mayoría de los reptiles de su familia conocidos hasta ahora. Según interpretan los investigadores, habría desarrollado una forma de alimentación con similitudes a la que poseen las ballenas.

El paleontólogo José O´Gorman del Museo de La Plata (MLP) y del CONICET aseguró a la Agencia CTyS-UNLaM que “se extrajo un ejemplar muy importante en la Isla Marambio; es el elasmosáurido más grande del mundo”.

“Debido al gran tamaño de este espécimen, su rescate se realizó durante sucesivas campañas del Instituto Antártico Argentino y su rescate culminó en 2017”, detalló el autor principal de este estudio publicado recientemente en la revista científica Cretaceous Research.

Además, este reptil gigante se destaca por ser el elasmosáurido más cercano a la extinción de los dinosaurios que se haya descubierto en el continente blanco. El doctor Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico Argentino y del MLP, indicó que “este hallazgo es muy próximo al final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y ocasionó la desaparición de muchas especies”.

“Este descubrimiento refuerza la idea de la extinción que se produjo hace 65 millones de años fue catastrófica, porque este ejemplar vivió unos 30 mil años antes, fue muy próximo a ese suceso, y demuestra que este ambiente marino de la Antártida continuaba soportando animales de gran tamaño”, comentó O´Gorman. Y agregó: “Pareciera que no hubo una preparación, que fue una extinción masiva sin previo aviso”.

Los restos de este reptil gigante se encuentran en el Museo de La Plata. Se ha encontrado parte de su columna vertebral, parte de sus aletas anteriores y posteriores y algunos elementos de la cintura escapular. Si bien no se ha encontrado su cráneo, los investigadores han analizado qué estrategia de alimentación podría haber tenido para desarrollar un tamaño tan grande.

Se estima que el largo de este ejemplar era de entre 11.2 y 12 metros. “Pesaba entre 10 y 13 toneladas, por lo que está muy por encima de los que se conocían hasta ahora, los cuales tenían una masa de entre cinco y seis toneladas”, precisó el doctor O´Gorman.

Los elasmosáuridos forman parte de la gran familia de los plesiosaurios, aquellos reptiles extintos en lo que posiblemente se inspiró el imaginario colectivo para crear al monstruo del Lago Ness o a “Nahuelito”.

Dentro de los elasmosáuridos, este reptil gigante forma parte de la subfamilia de los aristonectinos, los cuales tenían el cuello un poco más corto, vértebras mucho más robustas y un cráneo mucho más grande.

“La hipótesis que podría explicar el gran tamaño de este nuevo ejemplar, y que parece estar progresivamente apoyada por las evidencias, es que los aristonectinos tenían un modo de captura de sus presas diferente al resto de los elasmosáuridos; consideramos que, en lugar de capturar a sus presas de manera individual, estos animales abrían la boca y capturaban a un gran número de pequeñas presas al mismo tiempo, como crustáceos de pequeño tamaño por ejemplo”, relató O´Gorman.

<<<Imágenes de archivo.

Este tipo de captura tiene semejanza con el que aplican las ballenas actuales. El doctor O´Gorman aseveró que “las ballenas aprovechan una rugosidad que poseen en el paladar para atrapar al microplancton, en tanto que consideramos que los aristonectinos usaban la batería de dientes como una especie de trampa, en la que quedaba una gran cantidad de animales atrapados y expulsaban el agua”.

“Parece que la evolución repitió ciertos patrones de desarrollo entre estos dos grupos que no tienen ninguna relación”, analizó O´Gorman. Y diferenció: “Los plesiosauros son reptiles y no tienen nada que ver con los cetáceos que son mamíferos”.

Para que existieran animales tan grandes poco tiempo antes de la extinción masiva, debía haber una gran disponibilidad de alimentos en el océano. Hoy, el mar austral continúa siendo muy productivo y por ello es que hay una cuestión geopolítica relacionada con la pesca en el mar antártico.
El doctor Marcelo Reguero destacó la logística y el trabajo que hizo posible el rescate de este ejemplar como así también de otros fósiles en la Antártida.

En este sitio ubicado hacia el centro de la Isla Marambio, se encuentran sedimentos de un antiguo ambiente marino de poca profundidad. “Allí también hemos encontrado pequeñas vértebras muy pequeñas de plesiosaurios bebé digamos, y esto hace pensar que, en aquel momento, allí había un mar bastante tranquilo, donde los plesiosaurios tenían como una especie de guardería para las crías de la especie”, contó Reguero a la Agencia CTyS-UNLaM.

En estos yacimientos, también se han encontrado aves marinas voladoras y dinosaurios de diferentes grupos. Reguero valoró que “siempre que se realizan congresos internacionales donde se exponen los resultados de las investigaciones en la Antártida, los estudios en paleontología de vertebrados realizadas por los científicos argentinos se encuentran en muy bien posicionados”.

Este nuevo espécimen de reptil gigante fue descubierto en el año 1989 y recién se terminó de rescatar en 2017. “La colecta se realizó a lo largo de muchos años y han participado muchos equipos; esto evidencia la necesidad de un sostén de la actividad científica que el Instituto Antártico Argentino ha mantenido en el tiempo”, consideró el doctor O´Gorman.

Además de los doctores José O´Gorman y Marcelo Reguero, el investigador del Instituto Antártico Argentino Sergio Santillana y el paleontólogo Rodrigo Otero del Laboratorio de Ontogenia y Filogenia de la Universidad de Chile participaron de este estudio que dio a conocer al elasmosáurido más grande del mundo conocido hasta el momento.


Mussaurus patagonicus, un dinosaurio patagónico bebé en 3D.

Un investigador del CONICET La Plata lideró un trabajo que determinó los cambios en el andar de una especie que vivió hace 200 millones de años

No es un rasgo frecuente en animales a lo largo de la evolución, pero la ciencia acaba de confirmar que Mussaurus patagonicus, un gigantesco dinosaurio que habitó el sur argentino hace casi 200 millones de años, nació como un individuo que se desplazaba en cuatro patas y alcanzó la adultez caminando solamente sobre las dos traseras y utilizando los miembros superiores como brazos. La conclusión se alcanzó gracias al escaneo de esqueletos casi completos de ejemplares recién nacidos, juveniles y adultos que permitió simular la postura que habrían tenido en cada etapa, y que resulta similar a lo que experimentan los seres humanos durante el crecimiento. La novedad se publica hoy en la prestigiosa revista Scientific Reports.

“La evidencia más contundente fue obtenida a partir del centro de masa, que es el lugar del cuerpo en que se concentra la mayor parte del peso, algo así como un punto de equilibrio”, explica Alejandro Otero, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), y continúa: “Lo que vimos es que en los bebés se encuentra a mitad del tórax, forzando su peso hacia adelante. En los jóvenes de un año de edad, el centro de masa se ubica un poco más atrás, mientras que en los adultos está prácticamente en la cadera, y esto nos permite deducir que de pequeños eran cuadrúpedos y paulatinamente se iban enderezando hasta convertirse definitivamente en bípedos”.

Con restos fósiles correspondientes a esas tres etapas ontogénicas, es decir relativas al desarrollo morfológico del organismo, Otero y colegas del Colegio Veterinario Real de Londres, Reino Unido (RVC, por sus siglas en inglés) reconstruyeron las formas y estructuras de este dinosaurio a lo largo de su vida. Lo hicieron a través de una técnica llamada Micro Tomografía Computarizada que les mostró los huesos sin la roca en la que fueron hallados –algunos estaban adheridos y es imposible separarlos sin destruirlos–, y les permitió articular los esqueletos y agregarles tejido y volumen. Así, calcularon en qué punto del cuerpo estaba el centro de masa y por ende pudieron determinar cuál era su postura.

Otro dato importante que arrojó el análisis fue el crecimiento de los miembros. “Al nacer, tenían una extensión similar en las cuatro patas, pero a medida que pasaba el tiempo las delanteras se iban acortando en proporción a las traseras, hasta llegar a la adultez con patas considerablemente más largas que los brazos”, añade Otero, y enfatiza un particularidad sobre la forma de las manos que se suma a las evidencias anteriores: “Las garras eran muy potentes, especialmente la del que sería el dedo pulgar, que a su vez estaba inclinado hacia adentro.

Esto nos hace pensar que, si bien le era posible apoyarse con ellas, es probable que le sirvieran para otras funciones relacionadas a sus hábitos de vida”. Finalmente, un punto a destacar es la influencia que tuvo el desarrollo relativo de la cola y el cuello a lo largo de la ontogenia del animal, que resultó determinante para que ocurrieran los cambios en la postura mencionados.

Los huesos con los que se trabajó fueron hallados en distintos momentos a partir de la década del ‘60 en la provincia de Santa Cruz, territorio que habitaron estos dinosaurios hace 195 millones de años de acuerdo a la edad de las rocas que los expertos dataron. Las reconstrucciones arrojadas con la técnica empleada mostraron que el desarrollo de M. patagonicus era por sí solo extraordinario: mientras que los recién nacidos se parecían a un pollito de apenas 60 gramos y hubiesen cabido en la palma de una mano, doce meses después pesaban cerca de 7 kilos y alcanzaban la edad adulta –alrededor de los 8 años– con un peso de una tonelada.


Curioso hallazgo de dos Glosoterios en la localidad de San Pedro.

El Museo Paleontológico de San Pedro presentó, en el marco de “La Noche de los Museos”, los restos fosilizados de una peculiar pareja de perezosos prehistóricos hallados recientemente.

El descubrimiento fue realizado a escasos kilómetros del casco urbano, en las barrancas del río Arrecifes, por Juan Domingo y Juan Jesús Barrios, junto a Diana Imfeld O´Farrell, mientras transitaban por el lugar, quienes dieron aviso inmediato al Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”.

Los fósiles, hallados en buen estado de conservación, corresponden a dos perezosos del género Glosoterio (Glossotherium robustum); uno de avanzada edad y otro juvenil, que provienen de sedimentos depositados en la zona durante el Pleistoceno tardío. Un equipo del Museo conformado por José Luis Aguilar, Julio Simonini, Matías Swistun, Bruno Rolfo y Bruno Zarlenga, logró preservar y acondicionar los fósiles.

Uno de los perezosos es un adulto que presenta signos de haber tenido una edad avanzada al momento de morir. La articulación del codo del animal muestra un alto grado de artrosis que ha producido deformaciones y callosidades en las carillas articulares de los cóndilos distales.

De la observación del húmero hallado, se puede deducir que el ejemplar había perdido los cartílagos que amortiguan el roce entre los huesos de una articulación. Esa pérdida de lubricación y amortiguación hizo que los huesos comenzaran a rozarse entre sí produciendo, seguramente, importantes dolores al animal.

Debido al grado de deterioro que se observa en el hueso del brazo y las callosidades que se aprecian en sus carillas articulares, es probable que el perezoso moviera su brazo derecho con un importante grado de dificultad.

El roce entre los componentes del codo hizo que el húmero produjera tejido óseo en zonas que debían ser lisas formando protuberancias que seguramente producían fuertes dolores. Por el mismo motivo, se ve que las carillas articulares se extendieron más allá de sus dimensiones normales produciendo rebabas en la articulación que, seguramente, hayan causado un intenso dolor al brazo del animal.

El perezoso más joven de este dúo prehistórico aún no había alcanzado su total desarrollo al momento de su muerte. La comparación de los restos óseos con ejemplares adultos muestra una notable diferencia en las dimensiones. Se recuperó la cola del animal completa, su pie izquierdo articulado y una número importante de pequeños huesillos dérmicos que el animal poseía embebidos en su piel.

Según describe José Luis Aguilar, director del equipo del Museo de San Pedro, “estos perezosos desarrollaron centenares de pequeños huesitos llamados “osteodermos” (huesos de la dermis) que se encontraban ubicados en el interior del cuero del animal formando una especie de malla flexible que otorgaba una dureza extra a la piel ante el ataque de los carnívoros.

En el caso del joven ejemplar descubierto en San Pedro, los osteodermos que se preservaron corresponden a la zona del glúteo izquierdo, la cola y el pie izquierdo del animal.

En el extremo final de la cola, muy completa y de unos 70 cm de longitud, se puede observar que los osteodermos se conservaron alrededor de las últimas vértebras en la posición que ocupaban cuando el animal vivía.

Este último detalle es importante ya que, desde el Museo de San Pedro, venimos recopilando información respecto de la conformación, crecimiento y variedad de formas que adquirían estos huesillos en diferentes perezosos prehistóricos”.

Para el Dr. Rodrigo Tomassini, investigador adjunto del INGEOSUR-CONICET, “el estudio de paleopatologías en perezosos fósiles ha cobrado mayor relevancia en los últimos años.

Entre las lesiones más notorias registradas en estos animales se encuentran la osteoartritis, osteomielitis, osteocondritis y osteoporosis. Resultan de gran importancia el hallazgo de fósiles como el de este húmero de Glosoterio con síntomas de estas enfermedades. Asimismo, es de gran relevancia que se haya descubierto asociado a restos de un juvenil ya que éstos, no son tan frecuentes en el registro fósil y permite comparar individuos de diferentes edades”.

<<<Glosoterios exhibidos en el Museo de La Plata. Archivo.

Por su parte, el Dr. Luciano Brambilla, de la Universidad Nacional de Rosario, puntualiza que “de acuerdo a la antigüedad de los sedimentos de donde provienen estos dos ejemplares, pertenecieron a la especie Glossotherium robustum, un perezoso de importante tamaño, de algo más de una tonelada de peso, con una piel gruesa y una densa pelambre, muy característica en estos animales.

Desde hace un tiempo, trabajamos en conjunto con el Museo de San Pedro para tratar de aportar detalles al estudio de los pequeños huesos dérmicos que poseían estos animales. Es por eso que este hallazgo, sin dudas, contribuirá al estudio de esas formaciones óseas en la piel y a un mejor conocimiento de las enfermedades que sufrían estos mamíferos con grandes masas corporales”.


Científicos argentinos en busca de osos y lobos prehistóricos en México.

Arctotherium y Protocyon, dos especies extinguidas. Participaron del hallazgo de restos fósiles de antiquísimos animales en cavernas subacuáticas de México

Un científico platense, el investigador Leopoldo Soibelzon, formado en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP y actual investigador de esa unidad académica y del CONICET, participó del descubrimiento, a través de una investigación de coautoría, de restos fósiles de osos y lobos de hace más de 15 mil años en el marco de un trabajo desplegado en una caverna en México. De esta forma, ahora trabajan sobre una afianzada hipótesis acerca de que estos animales emigraron del sur del continente debido a cambios ambientales y condiciones más favorables “pocos miles de años antes de extinguirse”.

Arctotherium y Protocyon son géneros de osos y lobos respectivamente que vivieron en Sudamérica y se extinguieron hace 10 mil años. Sus predecesores habían surgido en América del Norte mucho antes y llegaron a esta parte del mundo durante el fenómeno conocido como Gran Intercambio Biótico Americano (GIBA), la migración de diferentes especies de un hemisferio continental al otro a través del istmo de Panamá cuando ambas masas de tierra se unieron definitivamente, unos tres millones de años atrás.

<<<Cráneo de un gran canido extinto. Archivo.

Entre otros animales, a esta parte del mundo arribaron carnívoros gigantescos que se asentaron sin problemas e incluso alcanzaron dimensiones aún más grandes porque aquí se encontraron con gran variedad de herbívoros en ausencia de predadores. Lo que hasta ahora se creía era que, una vez establecidos en el sur, ya no habían vuelto a trasladarse nunca más, pero el reciente hallazgo en México de restos fósiles datados en entre 12 y 38 mil años de antigüedad es una prueba contundente de que sí lo hicieron.

El platense Soibelzon, uno de los autores del trabajo de investigación, señala que “creemos que en determinado momento las condiciones ambientales de Centroamérica y el sur de América del Norte comenzaron a cambiar y se volvieron favorables para que algunas de estas formas animales volvieran a cruzarse de continente. Eso tiene que haber sucedido unos pocos miles de años antes de extinguirse”.

<<<El investigador Leopoldo Soibelzon. Imagen archivo.

Cráneos, mandíbulas y dientes de varios ejemplares son los restos encontrados fortuitamente por buzos profesionales que estaban explorando Hoyo Negro, un sistema de cuevas subterráneas ubicado al norte de la península de Yucatán. Las especies de osos Arctotherium llegaron a pesar una tonelada y a medir 4 metros y medio estando erguidos, mientras que los perros o lobos pertenecientes al género Protocyon rondaban los 25 kilos. El hallazgo, coinciden los paleontólogos, muestra que futuras investigaciones en esas regiones probablemente cambiarán lo que hasta hoy se conoce sobre la historia biogeográfica de los mamíferos fósiles. Fuente; Conicet.


 Un imperdible de Corrientes. Arroyo Toropí, un paraíso paleontológico.

La zona, en suelo bellavistense, es considerada una de las mayores reservas de fósiles del país. Desde el inicio de las tareas, investigadores dieron con restos de más de 35 especies.

En las afueras de la ciudad de Bella Vista, a 150 kilómetros de la capital de Corrientes, se encuentra una de las mayores reservas de fósiles del norte de la Argentina: el arroyo Toropí. La gran diversidad de especies y el excelente estado de conservación en el que se encuentran los restos sorprende a los paleontólogos, quienes llegan hasta la enorme cárcava erosiva formada allí para buscar elementos que permitan reconstruir la evolución y desaparición de la fauna prehistórica en Sudamérica.

Los trabajos en Toropí comenzaron hace más de 40 años, a cargo de científicos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Durante la última década y media, las campañas se hicieron más frecuentes y se multiplicaron los hallazgos de grandes mamíferos extintos, como mastodontes, gliptodontes o toxodontes.

Para ubicar históricamente a los animales que vivieron en la región de Toropí hay que remontarse a más de 30.000 años atrás. Los fósiles que allí se encuentran datan del pleistoceno, que fue la penúltima época del período cuaternario de la era cenozoica, previa al holoceno, que es la última etapa en la que se divide la historia de la Tierra y se extiende hasta la actualidad.

<<<Pieza tipo e Chelonoidis letzae, en el Museo Paleontológico de Topori, Corrientes.

“Aunque en términos evolutivos está muy alejada, la forma y el tamaño de la fauna que habitó esta región de Sudamérica hasta hace 10.000 años atrás –que es cuando se produjo la extinción–, es similar a la de África en la actualidad”, señala Alfredo Zurita, investigador independiente del Conicet en el Cecoal. Por sus características sedimentológicas, cada lluvia cambia el paisaje de Toropí y permite que aparezcan, con una extraordinaria frecuencia, los restos de estos animales.

En Toropí se hallaron fósiles de más de 35 especies que revelan que en esta zona de Corrientes existían mastodontes, que fueron grandes elefantes sudamericanos de más de 4 toneladas; gliptodontes, enormes armadillos de hasta 800 kilos y toxodontes, otro género extinto con características similares a las de los hipopótamos. También se encontraron restos de perezosos terrestres de más de 700 kilos y de tortugas gigantes, con un tamaño similar a las que actualmente se encuentran en las islas Galápagos, en Ecuador.
“La diversidad es muy grande no solamente en lo que hace al número de especies, sino también en cuanto a las formas. Hemos hallado registros de pequeños roedores, de 600 o 700 gramos, hasta de enormes mastodontes, de 4 o 5 toneladas”, destaca el paleontólogo.

Todas estas características configuran un magnífico escenario para el desarrollo de distintas líneas de investigación. “Es un yacimiento que desde el punto de vista científico tiene un valor enorme. Actualmente, tenemos en el grupo de investigación una becaria doctoral y una posdoctoral del Conicet trabajando específicamente temas vinculados a Toropí y estamos intentando sumar estudios desde otras perspectivas”, menciona Zurita, quien comenzó a trabajar en este emplazamiento hace unos 15 años junto a la paleontóloga Alicia Lutz, una de las pioneras de los estudios en este lugar.

Ambos fueron parte del equipo de científicos que en 2015 impulsó la fundación del primer Museo Paleontológico de la provincia de Corrientes, que está en la ciudad de Bella Vista y fue creado con el objetivo de mostrar la gran diversidad de la fauna que habitó la zona. Con la colaboración de organismos locales y nacionales, el proyecto aspira a seguir creciendo y convertirse en un parque paleontológico.

<<<Aspecto que presentaba en vida Morenelaphus. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el libro Bestiario Fósil.

“El museo fue una consecuencia de nuestro trabajo y es un buen ejemplo de cómo la actividad diaria de los científicos puede transformarse en algo tangible para la sociedad”, resalta el investigador. Las tareas de extensión que realizan los investigadores, becarios y técnicos también incluyen capacitaciones a la comunidad para valorizar Toropí y evitar daños y saqueos de fósiles, un problema que preocupa a los grupos que trabajan en la zona.

Para Zurita, un fósil es casi un milagro. En este caso, explica, el proceso de fosilización ocurre cuando el mineral circundante reemplaza lo que fue el hueso del animal y lo transforma en una réplica en roca. “Cada fósil tiene un valor incalculable porque probablemente no aparezca otro igual. La pérdida de cualquier fósil es irreparable para la ciencia y para el patrimonio cultural del país”, advierte. Fuente larepublica.


Estudian cráneo de un zorrino prehistórico hallado en la localidad de Gobernador Castro.

Hace unos años, el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro descubrió el cráneo muy completo de una especie de zorrino fósil en una cantera abandonada ubicada entre Gobernador Castro y Paraje Espinillo, partido de San Pedro.

Conepatus primaevus, tal su nombre científico, fue estudiado por Mauro Ignacio Schiaffini (del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica) y Francisco Prevosti (del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja).

El trabajo de los dos científicos hace un minucioso análisis de los diferentes géneros y especies de zorrinos fósiles que habitaron la región durante la prehistoria analizando características morfológicas, alimentación y demás datos que permiten conocer mejor a estos animales; discutiendo, a su vez, la validez de algunas especies.

Es en este punto, donde el material descubierto por el Grupo Conservacionista, junto a otros fósiles de diferentes colecciones, aportó caracteres fundamentales para que los paleontólogos pudieran reafirmar la existencia de la especie C. primaevus, la cual había sido puesta en duda en trabajos de autores anteriores.

<<<Cráneo y mandibula de Conepatus primaevus. Museo Paleontológico de San Pedro.

El trabajo científico fue difundido, recientemente, por la “Journal of South American Earth Sciences”, una publicación especializada en trabajos de diferentes autores  que investigan las ciencias de la tierra, principalmente en temas que son relevantes para América del Sur, América Central, el Caribe, México y la Antártida.

Para aquellos que recorran el Museo, este ejemplar se encuentra exhibido desde hace un tiempo junto a otras 30 especies que conforman la muestra permanente del Museo y es un indicador más de los valiosos materiales paleontológicos descubiertos en estos 20 años de trabajo del grupo sampedrino.


Evidencia de peleas entre tigres dientes de sable.

El estudio fue recientemente publicado en la Revista de la Academia de Ciencias de Francia “COMPTES RENDUS PALEVOL” y fue realizado por investigadores argentinos a partir de dos cráneos fósiles, uno de Río Tercero, (Córdoba) y el otro de la ciudad de Mercedes (Buenos Aires)

Sin lugar a dudas, el mamífero carnívoro más espectacular es el Smilodon populator o “tigre dientes de sable”. Fue uno de los mayores felinos conocidos, su longitud sobrepasaba el metro y medio, y su peso rondaba los 300 kilogramos. De tamaño comparable a un león, era muy robusto, de patas cortas y fuertes y cola muy corta. Sin embargo, la característica más llamativa de Smilodon eran los enormes caninos que alcanzaban los 30 centímetros de longitud. Estos dientes tenían forma de daga y los filos como un cuchillo dentado. Debido a sus grandes colmillos, el Smilodon debía abrir la boca en un ángulo mayor a los 120º para poder así morder a sus presas. 

Debido al descomunal tamaño de los colmillos y a su relativa fragilidad, algunos científicos pensaron que el Smilodon solo usaría sus colmillos como exhibición, o tal vez, solo podría morder a sus presas en zonas que no ofrecieran demasiada resistencia como el cuello o la panza. 

Un grupo formado por investigadores del CONICET, Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, Museo Regional “Florentino Ameghino” de Río Tercero, Córdoba y del Museo Municipal de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino” de Mercedes, realizó un estudio excepcional.

<<< Cráneo con perforaciones en el Museo Ameghino de Mercedes.

Los investigadores analizaron dos cráneos de Tigres dientes de Sable que tenían una gran perforación en la parte dorsal. Uno de ellos proviene de Río Tercero, Córdoba, mientras que el otro es del Río Luján, Mercedes, provincia de Buenos Aires. 

Los científicos concluyeron que otro Tigre de Dientes de Sable hizo la gran perforación usando sus poderosos colmillos durante un combate. Es decir, estos grandes felinos podrían haberse causado lesiones muy graves entre sí, posiblemente durante combates por territorio, alimento, acceso a las hembras, etc., muy similar a lo que ocurre en la actualidad con muchos grandes felinos, que incluso pueden culminar en la muerte. Además, en esta investigación se concluye que los enormes colmillos característicos de los Tigres Dientes de Sable tenían una resistencia mucho mayor de lo que se pensaba , y evidentemente eran mucho más utilizados de lo que se creía hasta el momento, tanto para conflictos entre miembros de la misma especie como para la depredación de otros miembros de la “Megafauna”.

Pese a que a veces se trate de especies muy conocidas por su amplio registro y extensión geográfica, son pocos los casos donde el registro fósil nos deja ver claramente el comportamiento de los animales extintos, lo cual nos llena de asombro. 


Recuperan restos fósiles de un megaterio en Colonia Emilio Mitre, La Pampa.

Un fémur de este mamífero prehistórico había sido encontrado en la zona hace algunos años por pobladores. Ahora, desde el Museo de Historia Natural ubicaron el lugar.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de La Pampa informó que el Museo de Historia Natural de La Pampa efectuó con éxito tareas de prospección paleontológica en el área de Colonia Emilio Mitre, a los fines de relocalizar el sitio de hallazgo de los restos fósiles de un megaterio, mamífero extinto de gran tamaño, entregado hace algunos meses atrás a dicha institución para su identificación y resguardo.

Entre otras funciones, el Museo es el organismo encargado de recibir denuncias sobre hallazgos paleontológicos y velar por la correcta extracción y preservación de los restos fósiles dentro del territorio provincial. En este marco, tras el recibimiento de los restos de un megaterio en septiembre del año 2018, el museo provincial puso todo su esfuerzo para reubicar con exactitud el sitio de su hallazgo, tarea que solo fue posible gracias a la colaboración y compromiso por la preservación del patrimonio pampeano del antropólogo bonaerense Ambrosio González Rubio, así como de distintos referentes del pueblo ranquel.

La particular historia de este hallazgo paleontológico comienza en septiembre del 2018, cuando el antropólogo Ambrosio González Rubio se comunicó con el Museo de HIstoria Natural para hacer entrega de unos restos fósiles procedentes del área de Colonia Emilio Mitre.

González Rubio indicó que mientras realizaba sus estudios de tesis en Árbol Solo, el lonko Carlos Campú, máxima autoridad del Pueblo Rankülche, le había cedido los restos para que los hiciera llegar a la autoridad competente.

<<<Aspecto del gigantesco megaterio. Ilustración de Daniel Boh.

Campú también le indicó que los mismos los había recibido tiempo atrás de un poblador vecino, quien los halló al desmoronarse un médano vivo en la zona próxima a Emilio Mitre.

De acuerdo a los comentarios de Campú, en la zona del hallazgo aún se podían observar más restos en el terreno. De esta manera, luego de precisar que los restos pertenecían a un megaterio y ante la importancia del hallazgo dado que este tipo de restos son infrecuentes en el centro-oeste de la provincia, el Museo se dispuso a contactar al lonko para precisar con exactitud el lugar de hallazgo.

El contacto con Campú fue dificultoso debido a que se encontraba en Victorica comprometido en su salud, pero luego de varias semanas y gracias a la colaboración del Consejo Provincial del Aborigen, especialmente de Pedro Coria y María Inés Canhué, desde el Museo pudieron ubicar a su hijo Carlos, quien conocía la historia del hallazgo y amablemente se ofreció a colaborar con la reubicación del sitio.

Habiendo coordinado un punto de encuentro con Carlos Campú hijo, el personal del museo se trasladó a Emilio Mitre para reubicar los restos bajo la dirección de los paleontólogos Marcos Cenizo y Lucas Cheme Arriaga junto a los técnicos colaboradores Pablo Tejerina, Maximiliano Minuet y Nicolás Peralta Seen.

Siguiendo las indicaciones de Campú, el equipo prospectó una vasta zona de médanos al oeste del Emilio Mitre, buscando un área de deflación donde los médanos hubieran perdido su cobertura vegetal permitiendo así la exposición de sedimentos más antiguos, entre ellos aquellos pertenecientes a la Formación El Meauco, cuerpo de roca donde fueron hallados restos de megafauna en otros lugares de la provincia.

Finalmente, se observó las condiciones mencionadas en un área donde los médanos habían sido removidos para la instalación de un tanque australiano. Al llegar al puesto próximo, el equipo del Museo fue recibido por su propietaria, Juana Cabral, quien cordialmente señaló que los restos buscados efectivamente habían sido recuperados en un sector cercano.

<<<Esqueleto de Megaterio en el Museo de La Plata. Archivo.

Tras unas horas de prospección, el equipo halló el sitio exacto donde años atrás se había encontrado el megaterio. El lugar aún mostraba la presencia de grandes astillas incluidas en las arenas de la Formación El Meauco, donde además se recuperaron restos de otros mamíferos más pequeños.

Si bien no se recobraron nuevos restos del megaterio, la ubicación del sitio permitió reconocer exactamente las unidades geológicas que son portadoras de megamamíferos en el centro de La Pampa, algo que hasta el momento no contaba con evidencias concretas. Fuente; eldiariodelapampa.


Descubren acumulaciones de fósiles en el Triasico de Ischigualasto.

"Es una masa de hueso contra hueso acumulado, prácticamente no hay sedimentos. Es como si hubieran hecho un pozo y lo hubieran llenado de huesos", explicó el paleontólogo argentino Ricardo Martínez.

Un cementerio de dinosaurios de 220 millones de años fue descubierto en el oeste de Argentina, con fósiles de al menos una decena de individuos, anunció este miércoles una fuente científica.

"Se trata de un bloque, una verdadera acumulación de huesos, hay cerca de diez individuos distintos. Es una masa de hueso contra hueso acumulado, prácticamente no hay sedimentos. Es como si hubieran hecho un pozo y lo hubieran llenado de huesos. Es realmente impresionante", explicó el paleontólogo argentino Ricardo Martínez.

Según Martínez, investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de San Juan (IMCN), "estos fósiles pertenecen a la cuenca de Ischigualasto, corresponde a 220 millones de años, una época de la que no se conoce mucho de la fauna".

El cementerio, una suerte de colchón sólido, fue encontrado en septiembre del año pasado en la provincia de San Juan (1.100 km al oeste de Buenos Aires), durante la última campaña a Ischigualasto, precisó Cecilia Apaldetti, investigadora del IMCN y del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (Conicet) y parte del equipo.

El descubrimiento "tiene doble importancia porque hay por lo menos siete u ocho individuos de dicinodontes, que son los antecesores de los mamíferos, del tamaño de un buey, y otros arcosaurios (reptiles) que no sabemos todavía qué son, pueden ser dinosaurios o un antecesor de los cocodrilos de gran tamaño", explicó a su vez el científico.

El hallazgo de esta "cama de huesos" de unos dos metros de diámetro y que podría tener uno o dos metros de profundidad, fue dado a conocer por la Agencia de Ciencia, Técnica y Sociedad de la Universidad de La Matanza (CTyS-UNLaM).

Al tratar de explicar las causas de esta acumulación de huesos, los investigadores estimaron que "pudo haber una época de gran sequía y que allí había un cuerpo de agua, un pequeño lago en el que se amontonaban los herbívoros para beber y, a medida que se evaporaba el agua, se iban debilitando e iban muriendo en el lugar".

Apaldetti contó que a medida que iban despejando el bloque para extraerlo iban apareciendo nuevos huesos y tuvieron que suspender la tarea por las altas temperaturas y las lluvias en la zona durante el verano austral.

"Esta acumulación de huesos es más grande de lo que pensábamos, aún no le encontramos la base. Vamos a regresar al sitio en estas semanas para poder extraer todo el bloque completo, posiblemente debamos hacerle una base de hormigón y precisaremos de una grúa y maquinaria adecuada", estimó la investigadora en declaraciones a la agencia CTyS-UNLaM.

Argentina cuenta con fósiles de los tres períodos de dominancia (el Triásico, el Jurásico y el Cretácico) de la era Mesozoica, y se hallaron individuos diferentes de los encontrados en el hemisferio norte. Los yacimientos de fósiles de dinosaurios más preminentes se localizan en la Patagonia (sur), La Rioja (Parque Talampaya) y San Juan, al oeste, y en Salta (norte).


Hallan nuevos peces que habitaron la Patagonia durante el Cretácico.

Fueron identificados por investigadores del CONICET a partir del estudio de fragmentos de un cráneo y dientes encontrados en la Cuenca Neuquina.

El hallazgo de fragmentos del cráneo y la dentición de dos ejemplares de peces en la formación geológica Agrio, en la Cuenca Neuquina, permitió establecer un nuevo género y especie de durófagos –es decir aquellos que trituran su alimento con los dientes– que habitaron la Patagonia argentina en el Cretácico temprano, hace más de 130 millones de años. El trabajo fue realizado por investigadores del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP) en colaboración con un colega alemán, y publicado recientemente en Cretaceous Research.

Los dos ejemplares encontrados pertenecen al orden de los picnodóntidos, que agrupa a peces esféricos y comprimidos, muchos de los cuales habrían estado asociados a arrecifes de coral. Aunque existieron formas más grandes, muchos de ellos medían entre 50 y 60 centímetros y se estima que la gran mayoría de ellos se alimentaba de distintos tipos de bivalvos –moluscos similares a las almejas– y corales, gracias a su poderosa dentición adaptada a esos fines.    

 <<<Ejemplar de Gyrodus huiliches, recuperado en la Cuenca Neuquina.

“Una primera particularidad del hallazgo tiene que ver con la presencia de huesos del cráneo asociados a la dentición”, destaca Soledad Gouiric Cavalli, investigadora adjunta del CONICET en la FCNyM y primera autora del trabajo, y desarrolla: “En general, lo que se encuentra más habitualmente en el campo son los dientes, debido a la naturaleza propia del material dentario que es más resistente que otras partes del pez, lo que le brinda mayor potencial de fosilización en comparación, por ejemplo, con los huesos craneanos”.

“En este estudio pudimos ver que los ejemplares presentaban una combinación única de características en sus dientes. La ornamentación en la corona, es decir el dibujo que hace el esmalte sobre el diente permitió diferenciarlos entre sí y también de todos los géneros y especies de una de las tantas familias de picnodóntidos que se conocen en el mundo. La cantidad de hileras dentarias –cuatro en la mandíbula inferior– y la distribución de los dientes en ambas quijadas nos permitió establecer que el material debía ser referido al género Gyrodus como una nueva especie que denominamos Gyrodus huiliches”, explica.

Aspecto en vida del pez del Cretácico del genero Gyrodus.

Por otro lado, la experta puntualiza que la dentición incompleta de uno de los ejemplares cuadraba con la morfología descripta para el Macromesodon agrioensis, que hasta ese momento era la única especie conocida de picnodóntidos en Argentina, pero al reestudiar ese material original en relación con los fósiles hallados observaron que los dientes presentaban importantes diferencias, sobre todo en su ornamentación y morfología: “Al igual que en algunos dientes del previamente descripto M. agrioensis, los nuevos ejemplares tienen unos mamelones o protuberancias en la corona dentaria. Esa característica no es típica del género Macromesodon, por lo tanto erigimos un nuevo género para ese pez, al que denominamos Tranawuen, y la especie ahora se conoce como Tranawuen agrioensis

Para la especialista, “parte de la importancia de este trabajo radica en que es la primera revisión de los peces picnodóntidos en Argentina, configurándose como el paso inicial para el estudio más detallado de estas faunas. Si bien eran muy diversos y tuvieron una importante presencia durante el Jurásico y el Cretácico, el registro fósil en América del Sur es bastante incompleto”. Según explica, “los dos ejemplares que describimos son endémicos de nuestro país y representan el registro más austral de este grupo. Es interesante marcar que estos peces se habrían originado en Europa y migraron por el océano Pacífico en el Jurásico tardío a través de lo que se conoce como el Corredor Hispánico, una hipótesis que también se propone para explicar la distribución de otros vertebrados e invertebrados marinos”. Fuente Conicet.


Mahuidacursor lipanglef, un nuevo dinosaurio de la Patagonia.

Habitó el sur del país hace 85 millones de años. Tras dos años de trabajo, los técnicos formaron una vértebra coincidente con el ornitópodo.

El Mahuidacursor lipanglef, o el "corredor de los cerros de brazos ligeros", un dinosaurio herbívoro, de cinco metros, que habitó la Patagonia en el Cretácico Superior, fue presentado hoy por la Subsecretaría de Cultura de Neuquén como una nueva pieza del patrimonio paleontológico local.

El nuevo dinosaurio se incorporará a la colección del museo paleontológico de Rincón de los Sauces que, a partir de los restos encontrados, presentará una versión tal cual la que vivió hace millones de años.

El hallazgo se produjo en junio de 2016, cuando el equipo del museo Argentino Urquiza de la localidad neuquina de Rincón de los Sauces, realizó una salida de campo con el objetivo de explorar una nueva zona dentro del área conocida como Cerro Overo, ubicada a unos 50 kilómetros al sur de dicha ciudad. 

Mientras se realizaba la exploración, uno de los técnicos, Salvador Palomo, divisó fragmentos fósiles sueltos al pie de una loma donde afloran niveles de más de 85 millones de años de antigüedad, referidos a la formación geológica Bajo de la Carpa.

Los fragmentos hallados fueron ensamblados y dieron lugar a una vértebra de pocos centímetros de longitud, que fue identificada como perteneciente a la vértebra cervical de un ornitópodo, un grupo de dinosaurios herbívoros de andar principalmente bípedo.

Luego del trabajo con la vértebra, continuó la excavación que permitió a los investigadores descubrir un ejemplar articulado y en muy buen estado de preservación.

El paleontólogo Leonardo Filippi explicó que en esa zona han encontrado "una variedad de fósiles muy interesante, aparecen animales bastante completos y la preservación es muy buena".

"La vértebra que encontramos era pequeña, no era de las que estamos acostumbrados, que son las de los animales saurópodos, los de cuello largo", agregó Filippi.  Además, señaló que la formación Bajo de la Carpa tiene "entre 83 y 85 millones de años aproximadamente".

Por otra parte, la investigadora del Conicet Penélope Cruzado Caballero detalló que el dinosaurio "medía unos cinco metros, era juvenil, tenía alrededor de seis años y aún podía crecer un poco más.

Era herbívoro, bípedo y con unos brazos muy gráciles que podía apoyar sin soportar mucho peso".

El nombre genérico (Mahuidacursor) proviene de mahuida, una palabra mapuche que significa "montaña", en referencia a los cerros de origen volcánico que pueden observarse en la zona, y cursor, del latín "corredor". 

En tanto, el nombre de la especie (Lipanglef) proviene de dos palabras de origen mapuche, lipang, que significa "brazo o miembro anterior" y lef, "ligero". Mahuidacursor es parte de un grupo de dinosaurios ornitópodos dentro del cual se encuentran otros representantes patagónicos, como Talenkauen y Macrogryphosaurus.

Según informaron desde Patrimonio Cultural de la provincia, si bien tiempo atrás ya se habían recuperado materiales de este grupo de dinosaurios en esa misma zona, Mahuidacursor representa el primer registro significativo para el norte de la Cuenca Neuquina, y el primero para la formación geológica Bajo de la Carpa.

El estudio científico de este ejemplar estuvo a cargo de la doctora Penélope Cruzado Caballero y del doctor José Gasca, ambos especialistas en dinosaurios ornitópodos, el magister Leonardo Filippi, el doctor Ignacio Cerda y el geólogo Alberto Garrido.

En la conferencia de prensa llevada adelante esta mañana en la ciudad de Neuquén, informaron que los resultados de este estudio fueron publicados en la reconocida revista científica internacional Cretaceous Research. Fuente Conicet.


Nuevas evidencias sobre la extinción de los mamíferos gigantes en América por humanos.

Investigadores del CONICET hallaron en Olavarría artefactos de caza y huesos de un perezoso gigante que datan de hace aproximadamente 12.600 años.

El momento en que se produjo la definitiva extinción de los grandes mamíferos del Pleistoceno (comenzado hace cerca de 2,6 millones de años y culminado hace unos 12 mil años) y el rol que jugaron los seres humanos en su desaparición son ejes de controversias entre los arqueólogos y paleontólogos del continente americano.

Dataciones de Carbono 14 sobre los huesos de grandes mamíferos extintos hallados en la región pampeana de la Argentina, sugirieron que algunos de estos grandes animales pudo haber habitado la zona hasta hace aproximadamente 8 mil años, ya durante el Holoceno, varios milenios después de su desaparición en el resto de América.

“De alguna manera, se creía que los pastizales pampeanos podrían haber servido de refugio para los herbívoros gigantes del Pleistoceno, y que las poblaciones indígenas no los habrían cazado intensamente”, explica Gustavo Politis, investigador superior del CONICET y director del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET-UNICEN) ubicado en Olavarría

<<<Imagen ilustrativa. Daniel Boh.

Sin embargo, recientemente una investigación dirigida por investigadores del CONICET publicada en Science Advances cuestiona dicha hipótesis, a partir del hallazgo, a orillas del arroyo Tapalqué en el Partido de Olavarría, de los huesos de un perezoso terrestre gigante (Megatherium americanum) junto con las herramientas de piedra usadas para cazarlo y cortarlo que, según dataciones establecidas con métodos precisos, tendrían cerca de 12 mil seiscientos años.

“Varias líneas de evidencia permitieron reconocer el procesamiento del megaterio por parte de los grupos humanos como, por ejemplo, la identificación de huella de corte sobre los huesos realizadas con las herramientas de piedra y la confección de instrumentos con las costillas del perezoso”, explica Pablo Messineo, investigador adjunto del CONICET en el INCUAPA y uno de los autores del trabajo junto a Politis.

Las excavaciones fueron realizadas en el sitio conocido como Campo Laborde y gracias a un set de dataciones de Carbono 14, para las que se usaron métodos más precisos para la extracción del colágeno de los huesos del megaterio, se pudo obtener información original y de alta calidad con relación al impacto directo de los grupos humanos sobre la especie encontrada en particular y sobre los mamíferos gigantes en general. El espécimen cazado, del cual pudieron recatarse decenas de huesos, pesaba alrededor de 4 toneladas.

“La edades Holocénicas (menores a 12 mil años) obtenidas previamente se debieron a la degradación y perdida del colágeno en los huesos y por la contaminación de la materia orgánica de los sedimentos que rejuvenecieron las edades de Carbono 14, contaminantes que no pudieron ser removidos totalmente con las técnicas estándares de extracción del colágeno”, explica Thomas Stafford Jr. de la Stafford Research LLC (Colorado, Estados Unidos), especialista en datación de Carbono 14 y otro de los autores del trabajo.

Hasta el momento, Campo Laborde es el único sitio en América donde se documentó que los grupos indígenas antiguos cazaron este perezoso terrestre gigante. De acuerdo a Politis, los resultados obtenidos permiten evaluar cuál fue el rol de los grupos cazadores en la extinción de la fauna gigante Sudamericana. ”Las nuevas dataciones reducen a aproximadamente 2 mil años el tiempo de coexistencia entre los humanos y los megamamíferos en las Pampas de Argentina”, concluye el investigador. Fuente; Conicet.

 


Recuperan un cráneo de Arctotherium angustidens en San Pedro.

Se trata de un ejemplar de la especie de Arctotherium angustidens, la cual representa a los osos más gigantes que hayan existido. Los investigadores destacan el asombroso estado de conservación del cráneo y las dos ramas mandibulares de este nuevo espécimen de San Pedro.

El doctor Leopoldo Soibelzon, investigador del Museo de La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se trata de un oso de gran tamaño de la especie Arctotherium angustidens, cuyos ejemplares más grandes, en posición erguida, podían alcanzar hasta 4,5 metros de altura”.

Soibelzon fue quien presentó en sociedad al ejemplar más grande del que se tenga registro en 2011. En tanto, este nuevo ejemplar de San Pedro fue identificado como un macho joven que pesaba unos 800 kilos al momento de morir y que habría medido aproximadamente 2,5 metros de altura parado en dos patas.

El experto en el estudio de osos gigantes destacó que “el cráneo y la mandíbula de este nuevo ejemplar de San Pedro están increíblemente preservados, en tanto que también se encontró parte de su pelvis, el fragmento de uno de sus húmeros, parte de uno de sus radios y seis vértebras articuladas”.

El director del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, quien realizó este hallazgo junto Matías Swistun y Julio Simonini, coincidió en que “es impresionante el estado de preservación del cráneo junto a sus dos ramas mandibulares, las cuales han conservado todas sus piezas dentales, lo cual lo convierte en un ejemplar excepcional”.

“El cráneo de esta bestia es realmente asombroso en cuanto a tamaño y estado de conservación”, afirmó Aguilar. Y precisó: “Tiene colmillos de unos 6 centímetros de longitud, los cuales son fuertes, compactos, punteagudos y estaban preparados para desgarrar la carne de sus presas”.

“Las mandíbulas también conservan su par de colmillos, los cuales tienen 4,5 centímetros de largo, mientras que los molares de este oso estaban bien adaptados para cortar y para destrozar el tejido muscular y los huesos de los animales de los cuales se alimentaban”, contó el director.

Aguilar valoró que, para la concreción de este hallazgo, fue determinante la colaboración del maquinista Fausto Capre de la empresa Tosquera San Predo SA, propietaria de este sitio.

“Fue posible ver los restos de este ejemplar que caminó la región pampeana hace unos 700 mil años gracias al accionar de la excavadora para la extracción de tosca a nueve metros de profundidad”, mencionó.

A dicha profundidad, se ha detectado una capa sedimentaria con contiene restos de un antiguo pantano. Aguilar explicó que “algunos de los grandes animales que cazaban o que se acercaban para beber agua, quedaban atrapados en ese fango, en ese lodo, y es por ello que, desde hace un tiempo, venimos realizando diversos hallazgos en ese sitio”.

Los Arctotherium angustidens de mayor tamaño alcanzaban una medida mayor a la que se había estimado en 2011 cuando el doctor Soibelzon presentó al ejemplar más gigantesco. En tanto, la fuerza de la mordida de estos osos de tamaño bestial era de unos 225 kilogramos en la zona de los molares.

Estos molares poseían crestas cortantes y cúspides bien marcadas que revelan una dieta omnívora, pero con una fuerte tendencia al consumo de carne y de hueso de animales que obtenían de su propia caza, pero también al disputarle sus presas a otros carnívoros como por ejemplo a los tigres dientes de sable.

<<<Imagen ilustrativa de un esqueleto de Arctotherium en el MACN

José Luis Aguilar contó a la Agencia CTyS-UNLaM que, a partir de un trabajo junto a uno de los laboratorios del Centro de Ecología Aplicada de Litoral de Corrientes, se han identificado esporas y granos de polen de ciertos hongos, algas y algunos vegetales en el sedimento donde fueron encontrados los restos de este oso.

“Ello nos permite saber que este oso gigante habitó en un ambiente de estepa formado por plantas herbáceas, con suelo algo arenoso y siempre con cuerpos de agua cercanos”, relató el director del Museo.

El doctor Soilbelzon indicó que “estos osos vivieron en la región pampeana hasta hace unos 500 mil años”. En tanto, la llegada de los osos a Sudamérica fue posible a partir de que, hace unos 3 millones de años atrás, cuando se elevó el istmo de Panamá, estos animales terrestres pudieron arribar desde Norteamérica.


Conflicto antarcticus, el fósil hallado en el Paleoceno de la Antártida, brinda información de la evolución de las aves.

Científicos estudiaron un fósil antártico que permite conjeturar que este tipo de boca apareció evolutivamente temprano en las aves Anseriformes.

En el año 2007, investigadores del Instituto Antártico Argentino encontraron en la isla Marambio, al Noreste de la Península Antártica, el esqueleto casi completo de una nueva especie de ave que vivió hace 65 millones de años durante el Paleógeno Temprano. Luego de varios años de preparación y estudio del fósil, recientemente el hallazgo fue presentado en Zoological Journal of the Linnean Society.

El estudio, dirigido por Claudia Tambussi, investigadora principal del CONICET en el Centro de Investigaciones de Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC) determinó que el fósil analizado pertenece a un nuevo género y especie basal de Anseriformes (patos, cisnes y gansos) de una familia aún indeterminada. Se lo denominó Conflicto antarcticus en virtud de la conflictiva posición filogenética, debido a que sus características son diferentes a las de otras aves conocidas.

Los Anseriformes actualmente habitan ambientes acuáticos y se considera que la explotación de los cuerpos de agua continentales proporcionó la base para la formidable diversificación de este grupo. A diferencia de la mayoría de las Neoaves acuáticas que son carnívoras -como los macaes y los somormujos-, los anseriformes se alimentan de plantas o pequeños invertebrados acuáticos. Para ello cuentan con unas laminillas en el pico que les permite filtrar su alimento.

¿Cuándo se produjo la diversificación de los Anseriformes? ¿Cuándo y cómo surgió este hábito filtrador? Son algunas de las preguntas que se formula el equipo de trabajo responsable de ésta y otras importantes investigaciones en aves prehistóricas.

Al analizar este esqueleto fósil, los científicos pudieron determinar que Conflicto antarcticus, a juzgar por la forma y las proporciones de los huesos pectorales y del ala, sin dudas tenía capacidad de volar. Aunque no se encontraron los tarsometatarsos ni las falanges (huesos del miembro posterior), los restos óseos que se conservaron de estas extremidades muestran que tenía patas alargadas.

Sin embargo, aunque pertenece al grupo de los Anseriformes, su apariencia no concuerda con la de los patos o gansos. Conflicto antarcticus tenía un cuerpo grácil y estilizado, con miembros alargados -como se observa en los flamencos)- pero poseía un cráneo similar al de un pato, aunque con un pico más delgado. Conflicto antarcticus, al estar representado por un material tan completo y bien preservado es posiblemente el más importante registro de un ave no marina del Paleoceno del hemisferio sur.

“Este nuevo hallazgo permite hipotetizar que la forma del pico típica de los patos actuales -la que les posibilita filtrar el alimento del agua- habría aparecido tempranamente en la evolución de este grupo de aves” explica Tambussi. Asimismo, los estudios filogenéticos establecen nuevas relaciones entre los miembros de los Anseriformes y las aves modernas que, sin dudas, serán motivo de debates futuros.

Según evidencias sedimentológicas y de otros fósiles, Conflicto antarcticus habría habitado un ambiente cálido y húmedo que se caracterizaba por bosques templados donde la temperatura media anual terrestre osciló entre 9 y 15°C.

Finalmente, Los investigadores ya estudian otros aspectos como el cerebro, cerebelo, oído y bulbos olfatorios a partir de tomografías computadas y comparando los modelos 3D obtenidos con lo conocido de otras especies fósiles y vivientes. La finalidad de estas comparaciones es obtener algunas conclusiones acerca del modo de vida del animal, de sus capacidades sensoriales y cognitivas. Fuente Conicet. Esquema del esqueleto de Conflicto antarcticus. Derecha: Reconstrucción en vida de Conflicto antarcticus. Dibujo realizado por H. Santiago Druetta. La concreción en uno de los momentos de su preparación que fue realizada por los técnicos Javier Pozik del Museo de La Plata e Ivana Tapia del CICTERRA.


Material del Museo de Miramar en un libro del Smithsonian Institute.

Científicos e ilustradores le dieron vida a este libro, que explica cómo era la biodiversidad del pasado, y en él se utilizó una pieza de gran valor educativo del Museo Municipal de Ciencias Naturales  Punta Hermengo de Miramar.

El libro Hace tiempo intenta responder, como en toda gran historia, el cómo, cuándo y quiénes participaron en nuestra historia biológica de Sudamérica. Los expertos, acompañados de ilustraciones, cuentan cómo se ha dado la evolución y la extinción de las especies, y cómo el clima, la geografía y la genética influyeron en eso.

El Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales o STRI es un centro de investigaciones administrado por el Instituto Smithsoniano y emplazado en Panamá, cuyo centro es la única dependencia de dicha institución ubicada fuera de los Estados Unidos y se dedica al estudio de la diversidad biológica de los trópicos, entre varios puntos, ilustra y detalla un organismo en proceso de fosilización.

Para ello, y como fiel ejemplo, no solo por el impacto visual, sino por el educativo y creatividad científica, utilizo el esqueleto de Thylacosmilus atrox exhibido en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar (el tercer esqueleto exhibido en el mundo de esta especie), para explicar en forma gráfica y texto el proceso de muerte de una animal prehistórico, y cuáles son los procesos de fosilización para que llegue hasta nuestros días es estado “fósil”.

La misión del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales es ampliar y divulgar los conocimientos sobre el pasado, presente y futuro de los ecosistemas tropicales y su relevancia para el bienestar humano. El libro fue editado por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

Como se hace en muchos casos, se reconstruyo el esqueleto de este raro “marsupial dientes de sable”, conocido científicamente como Thylacosmilus atrox, a partir de un puñado de restos fósiles conocidos, principalmente fragmentos de cráneo y mandíbula. Para ello, Mariano Magnussen Saffer, que desempeña tareas biológicas y paleontológicas en el museo miramarense, logro recrear el extraño animal extinto hace tres millones de años, a partir del conocimiento que se obtienen de otros organismos similares. La tarea se realizó en 2013 y fue exhibido en el museo local en 2015, luego de una gira educativa y científica que recorrió varios puntos de Argentina.

Magnussen comento; “ es la misma técnica que utilizamos para recrear grandes dinosaurios, a partir de un diente aislado, una pata, un cráneo o medio esqueleto. Al conocer la anatomía de organismos similares o de la misma familia, nos permite acercarnos al aspecto real, mientras esperamos que en un futuro nuevos hallazgos nos acerquen a un conocimiento más fidedigno del mismo”, enfatizo.

 


Encuentran restos de un esfenodonte de 90 millones de años en Río Negro.

El hallazgo, realizado por paleontólogos del CONICET, permite entender por qué este grupo de reptiles pudo sobrevivir a la extinción masiva que acabó con los dinosaurios.

Los esfenodontes o tuátaras (Sphenodon) son un grupo de reptiles que en la actualidad se encuentra representado solo por dos especies –Sphenodon punctatus y Sphenodon guntheri-, localizables únicamente en algunas islas menores de Nueva Zelanda, y cuyo registro fósil más antiguo data de tiempos del Tríasico Superior, hace más de 200 millones años.

A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, durante la Era Mesozoica (comenzada 250 millones de años atrás y culminada hace alrededor de 65 millones años) en la que los dinosaurios gigantes llegaron a dominar la Tierra, diversas especies de tuátaras podían encontrarse dispersas en la mayor parte de los continentes.

En Sudamérica, los fósiles más recientes de este grupo de reptiles corresponden al Paleoceno (65 a 60 millones de años atrás), la época inmediatamente posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno que acabó con cerca del 75 por ciento de los seres vivientes existentes, entre los que se encontraban, por ejemplo, la mayoría de los dinosaurios.

<<<<Material recuperado.

En febrero de 2018, un equipo de paleontólogos del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET) y la Fundación de Historia Natural Feliz de Azara dirigido por Fernando Novas, investigador principal del Consejo, encontró en la localidad de Campo Violante (Provincia de Río Negro), en la que afloran rocas del Cretácico Superior de 90 millones años, restos del esqueleto de una nueva especie de esfenodonte, a la que bautizaron Patagosphenos watuku. Tanto la descripción anatómica como los estudios paleohistológicos de los restos del espécimen hallado fueron publicados recientemente en la revista Cretaceous Research.

“Aunque la estructura anatómica de Patagosphenos watuk difiere de la de los esfenodontes actuales, desde el punto de vista histológico existen similitudes claves. Ambos poseen una corteza ósea relativamente gruesa en comparación con la de otros reptiles, lo cual podría favorecer la adaptación a climas fríos. Por otra parte, estudios recientes en mamíferos han mostrado una correlación entre el grosor de las paredes de los huesos y la actividad fosforial (cavar), patrón que parece repetirse al menos en los reptiles actuales. El hecho de que los antiguos tuátaras también tuvieran el hábito de vivir en cuevas podría explicar que hayan sobrevivido al invierno nuclear que se desató en nuestro planeta hace 65 millones de años”, explica Adriel Gentil, becario doctoral del CONICET en el MACN y primer autor del trabajo.

Esto llevaría a los investigadores a concluir que la adaptación de los esfenodontes actuales al clima frío, que les permite soportar temperaturas de hasta sólo 5°C, no sería un rasgo que adquirieron a lo largo del proceso evolutivo sino que ya estaba presente en sus parientes más antiguos.

<<<< Reconstrucción paleoartística de Patagosphenos watuku, por Sebastían Rozadilla.

“Esta capacidad de tolerar las bajas temperaturas diferenciaría a los esfenodontes, no sólo de gran parte de los reptiles actuales, sino también de  otros grupos que desaparecieron junto con los dinosaurios por no contar con las ventajas adaptativas necesarias como para sobrevivir a las bajas temperaturas que asolaron la Tierra durante aquel evento de extinción masiva”, explica Matías Motta, becario doctoral del CONICET en el MACN y otro de los autores del trabajo.

Uno de los aportes más novedosos de este trabajo es que pese a que existe un registro fósil bastante completo de especímenes de esfenodontes de diferentes períodos del Mesozoico, desde el punto de vista paleohistológico, hasta ahora sólo se contaba con la descripción de una especie del Triásico Superior que, aunque escueta, también señala el carácter grueso de las paredes de los huesos. El responsable de este aspecto particular de la investigación estuvo a cargo de Jordi García Marsá, becario doctoral del Consejo en el MACN.

“Otro dato que arrojó el estudio histológico es que Patagosphenos  tenía un crecimiento cíclico, lo que le da al corte del hueso una apariencia similar a la del tronco de un árbol en la que se van marcando anillos concéntricos que representan aproximadamente un año cada uno. En este caso, se pudo deducir que el individuo que encontramos tenía cerca de 18 años de edad. La longevidad, si se los compara con lo que suelen vivir la mayoría de los reptiles, es un rasgo que también comparte los tuátaras actuales con sus parientes más lejanos”, afirma Gentil. Fuente Conicet; Reconstrucción paleoartística de Patagosphenos watuku. Crédito: Sebastían Rozadilla.. Federico Agnolin, Matías Motta, Adriel Gentil y Fernando Novas. Foto: gentileza investigadores. Restos del Patagosphenos watuku hallado Río Negro y una reconstrucción del cráneo. Foto: CONICET. El equipo dirigido por Fernando Novas trabaja en la localidad de Campo Violante (Río Negro). Foto: gentileza investigadores.


Descubren polen y esporas fosilizadas entre las patas de armadillos prehistóricos.

El hallazgo fue realizado a 5 kilómetros de la ciudad de San Pedro en sedimentos de 700.000 años.  Es un hecho inédito por estar asociado a megafauna de esa antigüedad. 

El Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, junto al Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CONICET-UNNE), de Corrientes, lograron muestrear e identificar granos de polen y esporas fósiles de diferentes plantas y hongos que habitaron los alrededores de un pantano cerca de la ciudad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, hace unos 700.000 años.

El descubrimiento, que tiene diferentes facetas de interés científico, comenzó en junio de 2017 con el hallazgo de un grupo de armadillos gigantes o gliptodontes, que fueron extraídos en el predio de la empresa Tosquera San Pedro SA.

Allí se lograron recuperar restos de tres ejemplares adultos y un juvenil en etapa de desarrollo; siendo este último uno de los ejemplares de la especie más completos que se conocen en Argentina.

Los datos arrojados por los fósiles y el análisis del sedimento donde se encontraban, condujeron a los investigadores a  comprender que aquellos pesados animales habían muerto en  un antiguo pantano o humedal que existía en la zona y que actuaba como “trampa natural” cuando los grandes herbívoros se acercaban en busca de agua o comida.

Una vez comprendidas las características del ambiente que habitaron aquellos animales de unos 1.500 kilogramos de peso, se realizó un muestreo del barro consolidado que el ejemplar juvenil (el más completo) tenía entre sus patas. La intención del equipo de investigación era la de efectuar una búsqueda microscópica de elementos que permitieran determinar y corroborar el tipo de ambiente y conocer la flora que había coexistido con aquellos animales prehistóricos.

La extracción de los armadillos y el muestreo de los sedimentos estuvieron a cargo del equipo del Museo de San Pedro, mientras que la búsqueda e identificación de los granos de polen y esporas fue realizada por el laboratorio del CECOAL, en Corrientes, bajo la dirección del Dr. Lionel Pacella y la Lic. Claudia Lovera, integrantes del grupo de Paleoambientes Continentales y Palinología, respectivamente, de dicho centro de investigación.

<<<<Espora de hongo-Alternaria.

Allí se lograron separar e identificar los diminutos granos de polen y esporas fósiles correspondientes a diferentes familias de angiospermas (plantas con flores), esporas de hongos y restos de algas microscópicas que estarían indicando que se trataba de un ambiente de estepa formada por plantas herbáceas, de suelos arenosos, relacionada con cuerpos de agua cercanos.


Redescubren un lobo marino de 6000 años de antigüedad en Buenos Aires.

Sus restos fueron encontrados hace más de 100 años cuando se realizó la construcción del zoológico porteño, pero se perdió el rastro de estos fósiles poco después. Un grupo del Museo Argentino de Ciencias Naturales volvió a descubrir a este ejemplar en 2018 y recientemente publicó su estudio.

El paleontólogo Federico Agnolin del MACN indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “hace unos 6000 años, un mar bastante cálido llamado querandinense invadía gran parte del territorio de la provincia de Buenos Aires y es así que este lobo marino había nadado hasta estos sitios”.

De la investigación también participó la Fundación Azara y el CONICET. “Es interesante cómo fue cambiando el clima, la topografía e incluso la geografía de la Ciudad en el transcurso de los últimos miles de años “, comentó el autor principal del estudio publicado en la revista científica Urbania. El doctor Agnolín agregó que “hoy en día, los restos de este mar los podemos ver en algunas excavaciones que se hacen en edificios del centro, como por ejemplo en Palermo, e incluso en la reserva ecológica de la Costanera Sur, donde en ocasiones el río remueve ese mar antiguo y reflota restos de conchillas y otros elementos”.

El paleontólogo especificó que “Eduardo Holmberg, quien iba a ser el primer director del zoológico, recorría las excavaciones en donde se iban a poner las piletas para cocodrilos y allí vio un huesito que apareció en una capa de arena a un par de metros de profundidad”.

Holmberg percibió que era un hallazgo importante y le envió el material a Florentino Ameghino, quien era el paleontólogo más importante de aquella época y fue clave en la historia en esta área de investigación para Argentina y América.

“En reconocimiento a quien había sido su descubridor, Florentino Ameghino nombró a esta nueva especie como Arctocephalus holmbergi ”, indicó Agnolin. Y agregó: “Pero, poco después, se perdió

El registro de donde estaban este resto fósil y este pequeño lobo marino pasó perdido más de cien años en el MACN, hasta ahora que lo reencontramos y pudimos reestudiarlo”.


Barrosasuchus neuquenianus, un cocodrilo de 70 millones de años en Neuquén.

La especie, denominada Barrosasuchus neuquenianus, fue hallada en Neuquén por el investigador del CONICET Rodolfo Coria.

Un grupo de investigadores argentinos y extranjeros liderados por el paleontólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Rodolfo Coria presentaron el esqueleto de Barrosasuchus neuquenianus, un cocodrilo de la familia de los peirosáuridos, que en vida llegó a tener dos metros de longitud y habitó hace 70 millones de años la zona de Sierra Barrosa, a treinta kilómetros de Plaza Huincul, en Neuquén. Si bien este tipo de cocodrilos fósiles se conocen desde hace más de sesenta años, la particularidad de este hallazgo es que, por primera vez, se encontró un esqueleto prácticamente completo -la única pieza que falta es la cola-. El trabajo fue recientemente publicado en la revista Cretaceous Research.

Barrosasuchus es un aluvión de información peirosáurica”, indicó Coria, al reparar que el hallazgo incluyó el cráneo, el postcráneo, las mandíbulas, las patas, las manos, las costillas y las vértebras del cocodrilo peirosáurido. “Está absolutamente todo: lo único que no tenemos es la cola”, señaló el científico. “Encontrar ejemplares tan completos y tan bien preservados es muy extraño, especialmente de cocodrilos”.

El primer peirosaurio fue hallado sesenta años atrás en la localidad de Peirópolis, en el centro de Brasil. Más adelante, los científicos de la época notaron que ese ejemplar representaba a una familia de cocodrilos diferente a otras, y los denominaron peirosáuridos, por ser Peirosaurus el primer género reconocido de la familia. Estos cocodrilos, que habitaron en la era Cretácica, son abundantes y frecuentes en toda América del Sur, especialmente en la Patagonia, pero la mayoría de esos ejemplares se habían registrado de un modo muy fragmentario. “Hasta ahora se habían hallado trozos de mandíbula, de hocicos, cráneos incompletos, sin mandíbula –advirtió el paleontólogo del CONICET-. Si bien es frecuente encontrar restos de estos animales, y a veces los restos han permitido proponer especies nuevas, el hecho de encontrar esqueletos completos como Barrosasuchus es excepcional y totalmente único”.

El puntapié del hallazgo de este cocodrilo sucedió en febrero de 2001, cuando en una expedición conjunta del Museo Carmen Funes de Plaza Huincul, Neuquén y el Museo Royal Tyrrell de Paleontología de Canadá, a la localidad de Sierra Barrosa, ubicada a treinta kilómetros de Plaza Huincul, se colectaron numerosas piezas para estudiar en los años subsiguientes. “Allí encontramos huesos de dinosaurios carnívoros, herbívoros, mamíferos, pero nos llevó muchos años poder clasificar y registrar todo lo hallado en aquellas campañas de principio de este siglo. Por eso recién ahora logramos estudiar el ejemplar completo del cocodrilo y presentamos a Barrosasuchus”, advirtió Coria.

La etimología del nombre Barrosasuchus neuquenianus, el nombre con el que bautizaron este hallazgo, deviene de “Barrosa”, en alusión a la Sierra Barrosa, donde se encontró el espécimen, y “souchos”, del griego, en referencia a la divinidad egipcia con cabeza de cocodrilo y que es de uso normal en nombres científicos para especies de cocodrilos. Por otro lado, el nombre de la especie, “neuquenianus”, se eligió en referencia a la provincia de Neuquén.

Para Coria, “este ejemplar nos permite apreciar las maravillas que tenemos en la naturaleza y la fantástica fortuna que tenemos de que exista el proceso de fosilización, que nos permite atestiguar y observar restos de formas de vida extinguidas hace 70 millones de años en un estado tan bueno de preservación”.

La pieza más celebrada de las halladas fue el postcráneo: “Lo único que se conocía eran cráneos o fragmentos de cráneo. Barrosasuchus nos permite conocer muchísimo de la anatomía del resto de estos animales -las proporciones de las patas, el tipo de anatomía de las manos y de los pies, si las costillas eran rectas o curvas-, es decir, nos abre un ventanal de información que había permanecido cerrado a los científicos por muchos años, al menos sesenta años, desde que se describió el primer peirosáurido en Brasil”.


Restos de un Gliptodonte en San Pedro.

 

Martín Barrionuevo es un vecino de San Pedro que hace un tiempo observó dos fragmentos de un objeto al que rápidamente asoció con los fósiles que periódicamente recupera el Museo Paleontológico.

Los dos trozos poseían dientes planos, largos y curiosos. Enseguida pensó que "aquello" debía acercarse al museo para su identificación y resguardo.

 

El Grupo Conservacionista recibió el material acercado por Barrionuevo y pronto se lograron conocer datos de aquel hallazgo. Una pasada por el taller del museo posibilitó su restauración y acondicionamiento permitiendo unir los fragmentos hasta lograr determinar que se trataba de la rama mandibular izquierda de un gran mamífero acorazado de la especie Glyptodon munizi

 

Aquellos animales, del grupo de los gliptodontes o armadillos gigantes, llegaron a pesar más de 1.200 kilogramos y su cuerpo estaba cubierto por una gruesa "armadura" o coraza que tenía unos 5 centímetros de espesor en los ejemplares adultos. Eran herbívoros y recorrían la llanura en busca de pastos a los que trituraban con sus dientes planos adaptados para machacar vegetales. Las evidencias recabadas en nuestra zona permiten inferir que eran animales gregarios, es decir, que se mantenían en grupos o manadas.

 

La mandíbula fosilizada recuperada por Martín Barrionuevo proviene de la zona de barrio La Tosquera, un sector de nuestro partido donde el grupo del Museo Paleontológico viene observando y recuperando evidencias de la presencia de un antiguo y extenso pantano donde quedaron atrapados numerosos representantes de la fauna que habitó el norte de Buenos Aires hace unos 700.000 años, durante la etapa final de la edad Ensenadense. 

 

La pieza acercada por Barrionuevo, de unos 35 centímetros de longitud y muy completa, contribuye a sumar datos, ejemplares y materiales de estudio para continuar la reconstrucción de aquel momento en la prehistoria de la región.


Bajadasaurus pronuspinax, una nueva especie de dinosaurio saurópodo de Neuquén.

Fue bautizada con el nombre de Bajadasaurus pronuspinax. Investigadores del CONICET fueron responsables del hallazgo.

Los saurópodos son un grupo de dinosaurios herbívoros y cuadrúpedos que vivieron entre el Triásico Tardío y el final del Cretácico Superior  -cuando se produjo la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno- caracterizados por su gran tamaño y el largo de su cuello y cola.

Recientemente, un equipo de paleontólogos del CONICET del Área de Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides) y del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” (Villa El Chocón, Neuquén) encontró en el norte patagónico, más precisamente en la formación geológica conocida como Bajada Colorada, una nueve especie de saurópodo a la que nombraron Bajadasaurus pronuspinax, en simultánea alusión a la localidad en la que fue hallado y a las largas espinas inclinadas hacia delante que caracterizan su cuello. Los resultados de su estudio fueron publicados hoy en Scientific Reports.

La nueva especie pertenece a la familia de los dicreosáuridos, distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico Inferior hace alrededor de 140 millones de años. A este grupo de saurópodos pertenece también Amargasaurus cazaui, especie que habitó el continente sudamericano unos 15 millones de años después que Bajadasaurus y que fue hallada en Neuquén en la década del ´80 por el paleontólogo argentino José Bonaparte.

“La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es aun motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de Bajadasaurus creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones”, afirma Pablo Gallina, investigador adjunto del CONICET en la Fundación Félix de Azara y primer autor del trabajo.

Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas servían de soporte de una especie de vela que regulaba la temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual. También se especuló, por ejemplo, que estas especies podrían haber tenido una joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas. Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales ataques.

“Nosotros creemos que las largas y puntiagudas espinas -extremadamente largas y finas- en el cuello y la espalda de Bajadasaurus y Amargasaurus  debían servir para disuadir a posibles predadores. Sin embargo, pensamos que si sólo hubieran sido estructuras de hueso desnudas o forradas únicamente de piel podrían haber sufrido roturas o fracturas fácilmente con un golpe o al ser atacados por otros animales.

Esto nos lleva a sugerir que estas espinas debieron estar protegidas por una funda córnea de queratina similar a lo que sucede en los cuernos de muchos mamíferos”, explica Gallina. El estudio del cráneo, el mejor preservado mundialmente para un dinosaurio dicreosáurido, sugirió a los investigadores que estos animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno.

“La importancia de este estudio radica, entre otras cosas, en que nos permite conocer un poco más sobre los dinosaurios que habitaron la zona de Patagonia Norte mucho antes del reinado que ejercieron durante el Cretácico Superior grupos de dinosaurios como los saurópodos titanosaurios o los terópodos abelisaurios sobre los que sabemos mucho más. Es con este objetivo que desde 2010 venimos explorando la zona de Bajada Colorada donde encontramos rocas de 140 millones de años atrás”, concluye el investigador. Ilustración del paleoartista Jorge A. González. Fuente Conicet.


Una misma especie para dos gliptodontes sudamericanos.

En una reciente revisión, investigadores del CONICET comprobaron que los gliptodontes que habitaron la región del sur de Sudamérica hace más de 10 mil años, durante el Pleistoceno tardío, pertenecían a una misma especie: Glyptodon reticulatus. El trabajo, publicado esta semana en el 'Journal of Vertebrate Paleontology', implica una redefinición de la diversidad de estos grandes mamíferos en el continente, que fue considerada mucho más amplia en relevamientos científicos previos.

El análisis incluyó registros fósiles del género que se encuentran en museos de Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Este minucioso estudio permitió que los paleontólogos verificaran una hipótesis que se barajaba hace varios años, que estimaba que muchos de los ejemplares que habían sido atribuidos a otras especies pertenecen a animales juveniles.

Las conclusiones que fueron presentadas en este artículo demandaron varios años de revisiones sistemáticas y forman parte de un trabajo acerca de los taxones australes de los gliptodontes y su dispersión, que está siendo realizado por el becario doctoral del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET-UNNE), Francisco Cuadelli. “Desde 2015 estamos recopilando el material, estandarizando muestras y estableciendo comparaciones que nos permitieron comprobar que el Glyptodon reticulatus era el más abundante en la región y que muchos de los restos fósiles que fueron atribuídos a otras especies, como Glyptodon asper o Glyptodon clavipes, en realidad corresponden a ejemplares juveniles de la entidad dominante”, explica el paleontólogo, que trabajó en conjunto con investigadores de su misma institución en Corrientes, así como también con especialistas de la provincia de Buenos Aires y de Uruguay.

Para conseguir suficiente evidencia acerca del vínculo entre los registros, los investigadores aplicaron índices de similaridad, que reveló que las características de los materiales hallados, por ejemplo, en Córdoba, eran las mismas que los de Buenos Aires y los de Bolivia.

La coexistencia de distintas especies de gliptodontes era un hecho que llamaba la atención de los paleontólologos y esa inquietud fue el estímulo que dio inicio a esta línea de investigación.

 “Desde el punto de vista ecológico, es muy difícil que los animales de gran tamaño -que requieren una enorme cantidad de recursos espaciales y energéticos- evolucionen lo suficiente como para diferenciarse en tantas especies en simultáneo. La confirmación que se obtuvo con este estudio cambia radicalmente el panorama que teníamos respecto a la diversidad y estamos en condiciones de afirmar que en los últimos 70 mil años, hubo una sola especie de Glyptodon (Glyptodon reticulatus) en el sur del continente”, señala el investigador independiente del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita, quien estudia este grupo de mamíferos hace más de 15 años y es otro de los autores del trabajo.

Respecto a las causas que llevaron a que se adjudiquen ejemplares de Glyptodon reticulatus a otras especies, Zurita explica que tienen que ver con que es muy frecuente la aparición de registros de ejemplares juveniles. “Ahora sabemos que estos gliptodontes más jóvenes tienen características diferentes a las de los adultos, pero que pertenecen a la misma especie”, señala.

Otra de las razones tiene que ver con las corazas, que son los restos fósiles más abundantes de estos animales. El patrón de ornamentación de las placas presenta muchos cambios en los distintos sectores de un mismo ejemplar, lo que llevó a que en el pasado se vinculen estas variaciones con distintas especies.

“Todo lo que se ha asignado al Glyptodon clavipes tiene que ver con corazas, pero ha quedado demostrado que no es evidencia suficiente”, señala Cuadrelli.

Al mismo tiempo, aclara que esta revisión no da de baja a esa especie, sino que demuestra cómo muchos de los ejemplares que se le atribuyeron son, en realidad, juveniles de Glyptodon reticulatus.

Estos cambios en las clasificaciones en la diversidad de animales prehistóricos son frecuentes en el campo de la paleontología en los últimos años y también hubo casos similares en dinosaurios. Uno de ellos fue el del Nanotyrannus lancensis, que se diferenciaba del Tyrannosaurus rex por ser de un tamaño más pequeño y presentar un número diferente de dientes, pero que actualmente es reconocido como parte de la misma especie.

Los gliptodontes fueron uno de los animales cuaternarios más emblemáticos de Sudamérica y pertenecen a los xenartros, un grupo de mamíferos endémicos de Sudamérica. Sin embargo, durante la formación del istmo de Panamá, lograron llegar hasta América del Norte.

Su extinción ocurrió hace unos 9 mil años, en el límite entre el Pleistoceno y el Holoceno, cuando desapareció toda la megafauna compuesta por mastodontes, perezosos y toxodontes. El estrés ecológico que sufrían las poblaciones por la alternancia de ciclos glaciales e interglaciales, sumada a la presión que ejerció la llegada de los humanos y sus hábitos de cacería, habrían sido los factores que contribuyeron a su desaparición.

En la fauna que habita el planeta en la actualidad, no existen animales similares a los gliptodones, que podían llegar a pesar más de una tonelada. “Tienen características que no se ven en ningún otro mamífero, como la coraza que los cubría, que no estaba articulada y era completamente inamovible. Su biología era extraña y eso los vuelve fascinantes para la paleontología. Todavía nos queda mucho por descubrir acerca de estos animales”, asegura Cuadrelli.

Otra de las conclusiones a la que llegaron los paleontólogos en este reciente trabajo es que no sólo la diversidad del género es muy baja, sino que también su evolución morfológica fue muy lenta. “Si comparamos los registros de Glyptodon reticulatus con los de Glyptodon munizi, que vivieron en un período previo, vemos que tienen muchas similitudes, pese a que tienen casi un millón de años de diferencia”, señala Zurita. (Fuente: CONICET/DICYT).


Encuentran fósiles de una gigantesca ballena depredadora del 15 millones de años en Rió Negro.

Tenía dientes de hasta 36 centímetros de largo, los más grandes que se conozcan para un vertebrado, y se alimentaba de ballenas. En aquella época, este “Movy-Dick” competía contra otro monstruo depredador de los mares: el megalodon, ese tiburón gigante que superaba los 18 metros de largo y en el que está inspirada la famosa película de Spielberg.

El investigador Federico Agnolin del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “hace unos 15 millones de años, en la provincia de Río Negro, el Océano Atlántico había invadido parte de los que hoy es la estepa patagónica; este mar poco profundo era de un aspecto tropical, había corales, peces coloridos, ballenas y eran frecuentados por focas, lobos marinos y delfines”.

“En estos mares, así como había toda esta fauna, también había grandes predadores y uno que ya conocíamos era el megalodon, ese gran tiburón sobre el cual se basó la película de Spielberg”, relató Agnolin. Y agregó: “Pero, recientemente, acabamos de publicar el estudio sobre el hallazgo de dientes de un enorme cachalote que vivió en estos mares”.

<<< Diente de un cachalote fósil de Rió Negro. Imagen de archivo.

El paleontólogo del MACN explicó que “si bien en la famosa novela clásica Movy-Dick se cuenta la historia de un cachalote que ataca embarcaciones, estos cetáceos de gran tamaño actualmente se alimentan de calamares y otros animales de cuerpo blando”.

“En cambio, los dientes que encontramos en la provincia de Río Negro en el yacimiento Base del Gualicho nos indican que estas bestias eran grandes predadores que se alimentarían de ballenas y otros vertebrados que podrían atrapar con estos dientes que alcanzaban hasta 36 centímetros de largo y son los dientes más largos que se conocen para un vertebrado”.

Estas bestias semejantes a Moby-Dick son conocidas con el nombre científico de Levyatan, en alusión al monstruo marino descrito en la Biblia y que se toma como representación del demonio. “Este género fue encontrado primero en Perú, después en Chile, y esta es la primera vez que se lo encuentra en Argentina”, precisó el doctor Agnolin.

Actualmente, en dicho yacimiento, se puede ver una salina que está unos 70 metros bajo el nivel del mar (ver video). “Es un lugar increíble visualmente y lo más importante para nosotros es que se encuentran fósiles de todo tipo de vertebrados marinos y muchísima más información sobre cómo era la fauna de los mares tropicales que cubrieron Patagonia hasta hace unos 11 millones de años”, afirmó David Piazza, otro de los autores de este estudio publicado en la Revista Brasileira de Paleontologia.

Este hallazgo en Río Negro representa el primer descubrimiento del Levyatan en el Océano Atlántico e indica que estas bestias marinas estaban más extendidas de lo que se pensaba. “Los motivos de la extinción de estas ballenas depredadoras todavía son desconocidos, pero es probable es estén relacionados con la competencia por los alimentos y esta hipótesis debe ser evaluada a través de hallazgos de nuevos especímenes, así como un análisis detallado del registro fósil”, aseveró Piazza.

Asimismo, aún no se ha podido determinar el tamaño del animal. “Se calcula que podría haber medido entre 13 y 17 metros de largo, o incluso más, lo cual lo convertía en un rival importante para cualquier otro animal; incluso, podría haber sido hasta más grande que el megalodon y debió ser un importante rival para ese tiburón”, consideró el paleontólogo Agnolin.

Su cráneo medía más de 3 metros de longitud y sus mandíbulas estaban acompañadas por unos 40 dientes de más de 30 centímetros de largo. Actualmente, los dientes del Levyatan encontrados en Río Negro se encuentran en el Museo Municipal de Lamarque y el Museo de la Asociación Paleonológica de Bariloche.


Recuperan fósiles del ciervo Morenelaphus más completo de Argentina.

Se rescató alrededor del 70 por ciento de este animal, incluidas piezas dentarias, parte de sus extremidades y la columna vertebral articulada. Este fósil pertenece a la Edad Lujanense, que se extendió desde los 126 mil a los 8500 años antes del presente. Se realizarán dataciones en laboratorio para precisar su antigüedad.

El investigador Germán Gasparini del Museo de La Plata y del CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el espécimen tiene un excelente estado de preservación y será identificado a partir de sus dientes conjuntamente con otros elementos craneanos y postcraneanos, lo cual es un rasgo novedoso ya que los ciervos fósiles históricamente se identifican por sus astas”.

El director del Museo Paleontológico de San Pedro José Luis Aguilar fue quien realizó el hallazgo de este ciervo fósil hace pocas semanas, cuando realizaba un relevamiento en el yacimiento de Campo Spósito, ubicado al Este del partido de San Pedro, donde hay un sistema de arroyos y riachos. Allí, ya se han encontrado 24 especies de mamíferos y reptiles de distintos tamaños en los últimos 17 años.

<<<Aspecto que presentaba en vida Morenelaphus. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el libro Bestiario Fósil.

Los fósiles fueron trasladados al Museo de San Pedro, donde fueron preparados para su estudio y, posteriormente, serán expuestos al público.  El director Aguilar valoró que “cada uno de estos descubrimientos ayuda a reconstruir cómo era la zona norte de la provincia de Buenos Aires en diferentes momentos de la prehistoria”.      

En tanto, el paleontólogo Gasparini destacó que “este tipo de hallazgo nos brinda la posibilidad de realizar una investigación con un enfoque integral, tanto sistemática como anatómica, estratigráfica, paleobiogeográfica y paleoecológica junto al doctor Nicolás Chimento del Museo Argentino de Ciencias Naturales y al personal del Museo Paleontológico de San Pedro. A su vez, se contará con la colaboración de investigadores de Brasil, de España y de los Estados Unidos”.

Según expresó el especialista, los ciervos pertenecientes al género Morenelaphus podían alcanzar un peso estimativo comparable a la especie viviente del ciervo colorado -el cual puede alcanzar hasta los 200 kilos-. “Era un animal herbívoro de mediano a gran porte, que se extinguió junto a todos los megamamíferos y a una gran cantidad de grandes mamíferos hace unos 8000 años, al no poder sobreponerse a las alteraciones en los tipos de vegetación como consecuencia de los sucesivos cambios climáticos y a la llegada del ser humano”.

Por su parte, el doctor Nicolás Chimento del MACN aseveró que se están realizando “las primeras comparaciones morfológicas y morfométricas con géneros extintos y actuales, habiendo observado diferencias bastante claras que permitirán inferir detalles de su dieta, tamaño y ciertos aspectos de clasificación taxonómica; es muy valioso poder realizar los estudios paleontológicos con un ejemplar tan completo”.

El equipo del Museo de San Pedro que realizó las tareas de rescate en Campo Spósito estuvo compuesto por Matías Swistun, Julio Simonini, Gabriel Tettamanti y el propio Aguilar. De su cráneo, se pudo rescatar parte de su maxilar con algunas piezas dentarias y ambas ramas mandibulares con su dentición prácticamente completa.

<<< Ilustrativo; Esqueleto en el Museo Provincial de Ciencias Naturales de Córdoba.

 “Por las dimensiones del ejemplar, consideramos que se trata de un animal juvenil, es decir, que aun no había completado su desarrollo al momento de morir”, indicó Aguilar.        


Descubren un lobo marino de 6 mil años.

El Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar, dio a conocer el hallazgo de fósiles atribuidos a un lobo marino, cuyos restos estaban articulados junto a un conjunto faunístico de la época.

Tras una prospección paleontológica llevada a cabo por el museo municipal de la ciudad balnearia bonaerense, el personal de la institución encontró y recupero restos parciales  articulados de un lobo marino que vivió en esta zona durante el Holoceno, hace seis mil años antes  del presente, cuando el mar estaba muy por arriba de su nivel actual y la costa se encontraba  dentro de la que hoy es la ciudad.

Daniel Boh, titular de la institución, indico que; “se trata de restos de un lobo marino del genero Arctocephalus, aunque aún no pudimos determinar si está relacionado con la especie actual, el lobo marino de dos pelos o bien a una especie localmente extinta”.

Estos sedimentos pertenecen a un fondo marino, cuyo mar ingreso por ejemplo hasta la ciudad de Rosario en Santa Fe y  Diamante en Entre Ríos. Por lo cual, gran parte de la provincia de Buenos Aires estaba debajo del mar, en algunas zonas, ingreso a unos 120 kilómetros de su ubicación actual. Las aguas continuaron su ascenso hasta que en un periodo datado entre los años 6500 y 6000 atrás lograron llegar a su nivel máximo de  6,5 metros sobre el nivel actual, lo que genero la modificación del paisaje.

<<<conjunto de restos óseos recuperados.

Los investigadores locales  recuperaron distintas muestras de todo un ambiente de un fondo marino profundo semejante a la  plataforma marina continental en la actualidad. Entre ellos dientes aislados de otros lobos marinos, una infinidad de muestras de moluscos (considerados fósiles guías para comprender los cambios ambientales  y climáticos para la costa bonaerense durante los últimos 10 mil años), como así también restos de dos especies de cangrejos y varias vertebras de peces aún sin determinar su género, debido a la escasez de los mismos en el registro fósil. Años anteriores también se recuperaron restos de grandes ballenas.

“El hallazgo fue realizado al norte de la ciudad de Miramar en un balneario muy conocido, momento posterior a un temporal, que retiro arena de la costa y dejo al descubierto unos sedimentos con gran contenido fosilífero”, argumento Mariano Magnussen integrante del museo local. Además destaco que; “es la primera vez que encontramos restos fósiles articulados de esta especie, ya que en otras oportunidades habíamos recuperado restos aislados de mandíbulas, vértebras, huesos largos etc., argumento.

El material  fue recuperado ante la presencia de numerosas familias que se encontraban en las inmediaciones del sitio paleontológico disfrutando un intenso día de calor y playa. Esto sirvió además para explicarle a los niños y padres curiosos sobre cómo fue esta región en  los últimos 4 millones de años y los gigantes que la habitaron.

<<<Aspecto de Arctocephalus.

Los fósiles están depositados en las colecciones paleontológicas del Museo de Miramar, ubicado dentro del bosque del Vivero Florentino Ameghino, un gran espacio verde de médanos forestados. Allí, en unas instalaciones modestas funciona la institución local, donde exhibe fósiles de animales gigantes recuperados en esta localidad, además de una muestra llamada “La Era de Hielo en Miramar”, única en su estilo, que compara a los animales que vivieron en la región pampeana Argentina con aquellos de la gran pantalla. Restos de ballenas y otros organismos marinos y continentales, arqueología regional e historia local.


Reconstrucción en 3D del cráneo y cerebro de cocodrilos del Mesozoico.

Si bien es motivo de interés científico desde hace casi un siglo, en las últimas décadas la formación geológica Vaca Muerta, situada en la Cuenca Neuquina (Argentina), ha cobrado un singular interés por el enorme potencial económico que significa su característica roca madre generadora de hidrocarburos. Pero además de ser una fuente inconmensurable de gas y petróleo, resguarda información muy valiosa sobre las especies que habitaron la Patagonia hace millones de años atrás.

Uno de los aspectos que la vuelve única es la conservación de un tipo de restos fósiles que se conoce como “moldes naturales”, estructuras que mantienen la forma de los órganos reales de los animales porque, en lugar de degradarse, se fueron rellenando con sedimentos durante muchísimo tiempo. Precisamente, con los huesos de la cabeza y los moldes del cerebro y otros tejidos asociados de dos cocodrilos de hace 160 millones de años, investigadores del CONICET (Argentina) pudieron reconstruir en tres dimensiones sus neurocráneos –esto es la caja craneana ósea que recubre las estructuras blandas como cerebro, nervios, vasos sanguíneos y oído–. Las conclusiones obtenidas fueron publicadas recientemente en la revista PeerJ.

“Cuando un animal muere, el tejido blando decae y se pudre. Por algún motivo las membranas conectivas que lo rodean y le dan soporte –las meninges, por ejemplo– se preservan un tiempo más. En estos casos, el sedimento se fue alojando en su interior y, cuando ese estuche desapareció, quedó expuesto lo que sería una réplica del órgano original.

Esos son los moldes naturales, que en Vaca Muerta se encuentran en gran cantidad. Realmente nos dan una fuente excepcional de información paleobiológica, es decir sobre la biología de los animales extintos”, describe Marta Fernández, investigadora principal del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y parte del equipo de trabajo.

“Nosotros trabajamos en un grupo de cocodrilos acuáticos predominantemente marinos que vivió en el Mesozoico, denominado Thalattosuchia, y formado por dos grandes familias: los metriorrínquidos y los teleosáuridos”, explica Yanina Herrera, investigadora adjunta del CONICET en la FCNyM y primera autora del artículo, y amplía: “Si bien eran grupos hermanos, externamente se diferenciaban bastante porque los primeros se desenvolvían en ambientes marinos abiertos, con lo que sus características estaban adaptadas a esos espacios. Por ejemplo, sus miembros anteriores se encuentran modificados en aletas natatorias y tenían la cola como la de un pez. Los otros, relacionados con ambientes costeros, eran más similares a algunos de los cocodrilos que conocemos en la actualidad”.

Tomando como base un cráneo de metriorrínquido que forma parte de la colección del Museo de La Plata (UNLP) y uno de teleosáurido aportado por colegas alemanes, más los moldes naturales de cerebros y del sistema vascular cefálico –la principal vía de suministro de sangre de ese órgano– extraídos de Vaca Muerta en los años ’70 por expertos platenses, los investigadores se abocaron a analizar si esas diferencias morfológicas externas que se conocían tenían su correlato a nivel interno, específicamente en el neurocráneo y sus estructuras blandas.

Para ello, Herrera viajó a Alemania a fin de especializarse en el uso de tomografías computadas con el objetivo de obtener modelos tridimensionales. “Lo que se hizo fue reconstruir digitalmente ambas cosas, huesos y estructuras blandas por separado y luego, con esas fuentes de información, las cotejamos y vimos que eran compatibles. Utilizamos un microtomógrafo alemán y recreamos el encéfalo, los nervios, los vasos sanguíneos y los órganos de los sentidos”, resalta.

El trabajo permitió establecer algunas características que eran comunes a las dos familias, pese a que se las creía únicas de los metriorrínquidos: “Tenían las arterias carótidas agrandadas y un seno venoso, una suerte de colchón de sangre, en la parte dorsal del cerebro conectado a través de dos grandes vasos sanguíneos, en lo que se configuraba como un sistema muy útil para hacer circular la sangre y regular la temperatura del cerebro y sus órganos asociados en ambientes totalmente marinos. Con este estudio pudimos ver que esas características también estaban presentes en los teleosáuridos, por lo que entendemos que no están relacionadas exclusivamente con la adaptación de los metriorrínquidos al medio en el que se desenvolvían, sino que venían desde la base misma del grupo, de sus ancestros”, subraya Herrera.

Otra particularidad tiene que ver con una reducción en el sistema de senos de aire que rodea al oído, muy desarrollado en el linaje de los cocodrilos. “Si bien ambas familias lo tienen reducido, en los metriorrínquidos es todavía más evidente. De esto se desprende que habrían sufrido una reestructuración mayor en esta región, única en este grupo, lo que incluso pudo haber tenido implicancias en la disminución de la percepción de sonidos de baja frecuencia”, puntualiza Herrera.

Al finalizar, Fernández destaca, por un lado, las posibilidades que supone la formación Vaca Muerta para las investigaciones en paleontología, y por otro la buena recopilación de materiales que se hizo allí desde el Museo de La Plata: “El cráneo que forma parte de nuestra colección fue colectado en 1972 por el investigador Rosendo Pascual y se encuentra perfectamente conservado. Mide cerca de 50 centímetros y está completo, con el hocico y los dientes. Y tenemos también una gran cantidad de moldes naturales hallados en la misma época, por lo que podemos decir que contamos con un potencial fantástico para continuar formando discípulos y contrastando hipótesis sobre estos animales”. (Fuente: CONICET / DICYT)


 

 

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