Biografia de José Bonaparte, Ángel Cabrera,  Rodolfo Parodi Bustos y Pellegrino Strobel. PaleoArgentina.
 
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José Bonaparte.

Maestro de la Era Mesozoica.

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Magnussen Saffer, Mariano. (2007). José Bonaparte. Maestro de la Era Mesozoica. Paleo, Boletín Paleontológico. Año 5. 27: 16-19.

El paleontólogo norteamericano Robert Bakker llama a Bonaparte "maestro de la era mesozoica", pues considera que sus descubrimientos de fósiles en el territorio Argentino han modificado profundamente los conocimientos sobre la historia de los dinosaurios.
El Doctor José Fernando Bonaparte nació en Rosario, Provincia de Santa Fe, el 14 de junio 1928.  Se inicio en Paleontologia de Vertebrados en Mercedes provincia de Buenos Aires, y desde muy joven se dedico a recolectar huesos antiguos en las barrancas del río Lujan la misma zona donde Fray Manuel de Torres encontró los restos de un Megaterio del siglo 17 y donde también hicieron sus primeras excavaciones los pioneros de la paleontología Argentina: Francisco J. Muñiz y Florentino Ameghino, donde fundó y organizó el Museo "Carlos Ameghino".. Bonaparte es uno de los protagonistas del renacimiento de la paleontología Argentina ocurrida en las ultimas décadas por obra de Osvaldo Reig , Rodolfo Casaminquela y otros Argentinos además de los norteamericanos Alfred Romerd y Edwin Colbert .

Emprendió por entonces numerosos trabajos de campo en las márgenes del Río Luján y en los acantilados de Monte Hermoso, entre otras tantas localidades. Realizó cursos libres de Geología Histórica y Paleontología con el Dr. O. A. Reig y de Anatomía Comparada con el Dr. K. Gavrilov en la Universidad Nacional de Tucumán, así como también de Evolución con el Dr. E. Mayr, de Vertebrados inferiores con el Dr. A. S. Romer, de Mamíferos sudamericanos con el Dr. B. Patterson y de Faunas de Asia con la Dra. Z. Kielan-Jaworowska, todos estos en la Universidad de Harvard.

Desde 1959 orientó sus investigaciones a los vertebrados mesozoicos, las cuales tenían por entonces muy pocos precedentes en Sudamérica. Después de trabajar con correcciones de fósiles en la universidad de Tucumán , fue contratado a fines de la década de 1970 por el museo de ciencias naturales de Bs As donde actualmente dirige el departamento de paleontología de vertebrados según Don Lessem , fundador de the dinosaur sosiety , " mientras los principales expertos norteamericanos en dinosaurios son celebridades de la televisión, Bonaparte y sus descubrimientos son apenas conocidos inclusive en Argentina ". Mediante exploraciones metódicas y continuas en afloramientos triásicos, jurásicos y cretácicos continentales ha logrado reunir colecciones únicas, posibilitando numerosos estudios que han sido publicados en revistas científicas de primera línea como Science y Nature.

En 1959 se incorporó a la Fundación Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán, donde fue Profesor Titular de Paleozoología entre 1975 y 1979 y Director de la Sección de Paleovertebrados entre 1960 y 1978. Bajo su dirección, esta sección alcanzó una jerarquía notable, no sólo por los excepcionales materiales que se reunieron sino también por los numerosos trabajos que se publicaron. En 1974 dicha casa de altos estudios le otorgó, previa consulta internacional, el título de Doctor honoris causa. En 1978 debió dejar la Fundación Miguel Lillo y trasladarse a Buenos Aires para tomar la dirección de la Sección de Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”. No obstante continuó dictando algunas clases en Tucumán entre 1980 y 1984.

¿Cuales son esos hallazgos y por que son tan valiosos ? Su importancia reside en que muestra una fauna de dinosaurios del hemisferio Sur ( el antiguo super continente Gondwana ) muy diferenciada de los que vivieron en el norte ( el antiguo supercontinente Lauracia ).

Los mas destacados fósiles hallados o descriptos por Bonaparte son : El antarctosauro, quizás el mas grande de los gigantescos tiranosauros; el saltasauro, un raro tiranosauro cubierto de placas acorazadas; el amargasauro; un peculiar sauropodo con largas espinas en el cuello; el carnotauro , un enorme predador equivalente a los tiranosauros y alosauros del hemisferio norte; el noasauro , un veloz carnívoro lejanamente emparentado con los velicirraptores del hemisferio norte , y, para culminar , un nido de dinosaurios prosaurópodos del Triásico .

En los últimos años , Bonaparte presta especial atención a los fósiles de un grupo animal que coexistió con los dinosaurios y los sobre vivió : los mamíferos.

Entre sus descubiertos cabe destacar el de las asociaciones faunísticas de la Formaciones Los Colorados (Triásico Superior de La Rioja) en 1964, Río Mendoza (Triásico Inferior de Mendoza) en 1964, Lagarcito (Cretácico Inferior de San Luis) en 1965, Lecho (Cretácico Superior de Salta) en 1975, Cañadon Asfalto (Jurásico Medio de Chubut) en 1976, Los Alamitos (Cretácico Superior de Río Negro) en 1982-1984, La Amarga (Cretácico Inferior de Neuquén) en 1984 y Loncoche (Cretácico del sur de Mendoza) en 1988.

En los último años de la década de los 90 ha realizado significativos descubrimientos en afloramientos del Triásico de Brasil, con colegas de esa nacionalidad. A dado a conocer una gran cantidad de especies fósiles nuevas para la ciencia, en este aspecto y por estas latitudes sólo encontraríamos un punto de comparación en la obra realizada por Florentino y Carlos Ameghino entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. 
   

Entre las especies de tetrápodos mesozoicos que ha dado a conocer se destacan los dinosaurios: Riojasaurus incertus Bonaparte, 1969; Coloradisaurus brevis (Bonaparte, 1978); Mussaurus patagonicus Bonaparte y Vince, 1979; Piatnitzkysaurus floresi Bonaparte, 1979; Patagosaurus fariasi Bonaparte, 1979; Volkheimeria chubutensis Bonaparte, 1979; Noasaurus leali Bonaparte y Powell, 1980; Saltasaurus loricatus Bonaparte y Powell, 1980; Kritosaurus australis Bonaparte et al., 1984; Carnotaurus sastrei Bonaparte, 1985; Abelisaurus comahuensis Bonapate y Novas, 1985; Lapparentosaurus madagascariensis Bonaparte, 1986; Velocisaurus unicus Bonaparte, 1991; Alvarezsaurus calvoi Bonaparte, 1991; Andesaurus delgadoi Calvo y Bonaparte, 1991; Amargasaurus cazaui Salgado y Bonaparte, 1991; Argentinosaurus huinculensis Bonaparte y Coria, 1993; Rayososaurus agrioensis Bonaparte, 1995; Ligabueino andesi Bonaparte, 1996; Lessemsaurus sauropoides Bonaparte, 1999; Dinheirosaurus lourinhanensis Bonaparte y Mateus, 1999; Guaibasaurus candelariensis Bonaparte, Ferigolo & Ribeiro, 1999 y Agustinia ligabuei Bonaparte, 1999. El Dr. Bonaparte ha contribuido con la revisión y la descripción de material complementario de otras tantas especies de tetrápodos mesozoicos dados a conocer por otros autores. Así mismo ha proporcionado material inédito para estudio a otros especialistas.

A través de las exploraciones metódicas y continuas que realiza desde 1959 en afloramientos continentales triásicos, jurásicos y cretácicos logró reunir colecciones únicas que han dotado al Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” y al Instituto Miguel Lillo de Tucumán de un patrimonio paleontológico de incalculable valor. Así mismo ha contribuido a aumentar las colecciones existentes en otras instituciones como el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Rioja, el Museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue y el Museo “Prof. Juan Olsacher” de Zapala. El Dr. José F. Bonaparte ha logrado formar un grupo de distinguidos investigadores y técnicos que a su vez han creado sus propios equipos de trabajos en distintos rincones de la Argentina.

Bajo su dirección se han montado un gran número de esqueletos de tetrápodos mesozoicos en museos nacionales y extranjeros, así como también exhibiciones itinerantes en Japón y Portugal, a través de las cuales queda de manifiesto el interés que sus descubrimientos han despertado en el mundo.

Realizó estudios en el Museum of Comparative Zoology de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), en el British Museum (Londres, Inglaterra), en el Inst. Paleontologie de París (Francia), en el Museum für Naturkunde (Berlín, Alemania) y en la Universidad Autónoma de Madrid (España), entre otras tantas instituciones.

Obtuvo becas para perfeccionamiento e investigación en el exterior de la Deut la Fundación J. S. Guggenheim, de la Fundación Alexander von Humboldt, del British Council, de la Deutsche Akademie Austauschdienst, del Field Museum y de la Humboldt Stiftung, entre otros organismos.

Fue subsidiado en sus expediciones por distintas entidades nacionales y extranjeras como: la Fundación Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" y el Centro Studi Ricerche Ligabue. También fue subsidiado por la National Geographic Society durante nada menos que 16 años consecutivos y por The Dinosaur Society en distintas oportunidades.

<<<El autor del texto, junto a José Bonaparte en el MACN.

Debido a su trayectoria fue requerido para dar conferencias y cursos en prestigiosas universidades y museos del extranjero como Harvard Univ., Univ. of  California (Berkley), Museo für Naturkunde de Berlín, Univ. Federal de Rio Grande do Sul, Indian Statistical Institute de Calcutta, Universidad Autónoma de Madrid, Staatsammlung für Palaontologie de Munich y Fundacao Zoobotánica de Porto Alegre, además de sus tantas disertaciones en congresos internacionales.

Es miembro actualmente de numerosas sociedades científicas tales como la Asociación Paleontológica Argentina, la Asociación Geológica Argentina, la Society of Vertebrate Paleontology (Estados Unidos), la Dinosaur Society (Estados Unidos), la Sociedad Brasileira de Paleontología y la Society of Avian Paleontology (Francia). También es integrante de varios grupos internacionales de investigación como el Working Group on Mesozoic Stratigraphy (Gondwana Subcammission), IUGS, el Comité Sudamericano del Jurásico y Cretácico, el Comité del Cretácico de América Latina y el Reasearch Group on Circum Pacific Jurassic.

Ha participado en organismos científicos gubernamentales de nuestro país. Entre 1976 y 1979 integró la Subcomisión Asesora del CONICET en Tucumán y el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán, SECyT, entre 1985 y 1986 la Junta de Calificación y Promoción del CONICET, y en dos períodos, (1984 a 1986 y 1990 a 1991), la Comisión Asesora de Ciencias de la Tierra del CONICET.

Es autor de más de 120 trabajos de investigación sobre vertebrados mesozoicos. También es autor de un texto de nivel universitario: "El Mesozoico de América del Sur y sus tetrápodos" publicado en 1978 por la Fundación Miguel Lillo de Tucumán y de tres libros de divulgación científica sobre la fauna mesozoica sudamericana: "Dinosaurios de América del Sur" (1996), "El Triásico de San Juan y La Rioja, Argentina y sus dinosaurios" (1997) y “Los Dinosaurios de La Patagonia Argentina” (1998).

<<<Carnotaurus sastrei. uno de los grandes hallazgos de Bonaparte.

Se le han otorgado diversas distinciones tanto en el país como en el exterior: Associate Vertebrate Paleontology de la Universidad de Harvard en 1968; Delegado ante el II Symposium Internacional de Gondwana, Africa del Sur, en 1970; Arnold Guyot Memorial Award de la National Geographic Society en 1989; Forschungspreisträger (portador del galardón de la investigación) de la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania en 1992; Premio de la Fundación Konex en 1993; Premio “Angel Cabrera” de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1994; “Miembro Honorario” de la Asociación Geológica Argentina en 1995 y Premio al Mérito Paleontológico de la Asociación Paleontológica Argentina en 1996. Además sus colegas le han dedicado varios taxones que llevan su nombre.

Actualmente es Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Jefe del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia". El Dr. José Fernando Bonaparte se encuentra entre los paleontólogos más reconocidos y célebres del mundo.

Actualizaciones posteriores a la publicación del articulo:

En el año 2005, y después de 26 años de dedicación plena a la investigación y tarea paleontológica en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires, renunció el Dr. José Bonaparte, investigador superior del Conicet, ya retirado, quien denunció la venta del Amargasaurus e incontables fallas básicas de la dirección del MACN que han afectado su dignidad y mi labor en esta institución. El denunciante hizo mención expresa del desmantelamiento de la exposición de dinosaurios, la desarticulación de la exposición itinerante "Dinosaurios de la Argentina", armada tras muchos años de trabajo voluntario, y la prohibición, emanada de la dirección, de que los científicos y los técnicos del museo hagan declaraciones a los medios de difusión, sin autorización previa. El Dr Bonaparte, luego de este penoso hecho volvió a sus pagos para integrarse como asesor del Museo Municipal de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino” de Mercedes.

El Doctor José Bonaparte, recibió la medalla “Romer Simpson”, que la Sociedad de Paleontología de Vertebrados de Estados Unidos, otorga anualmente al que ellos consideran el paleontólogo más destacado. El premio le fue otorgado el sábado 18 de octubre de 2008, en la ciudad de Cleveland, durante el banquete de cierre de un Congreso de Paleovertebrados, con una concurrencia de 1150 especialistas de diversos países, entre ellos de Argentina.

Como tantas otras veces, partió en busca de lo desconocido, solo que ya no regresará con su tesoro de huesos fósiles. Murió José Bonaparte, uno de los "padres" de la paleontología en el país. Falleció el martes 18 de Febrero de 2020 en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, a los 91 años de edad.

Fuentes: Revista Conozca Mas - Paleonet - Paleontología de Argentina Web Site, wikipedia.

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Ángel Cabrera.

Un brillante Mastozoólogo y su contribución a los Mamíferos Fósiles.

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Magnussen Saffer, Mariano. (2007). Ángel Cabrera. Un brillante Mastozoólogo y su contribución a los Mamíferos Fósiles. Paleo, Boletín Paleontológico. Año 5. 28: 18-21.

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Nace Ángel Cabrera y Latorre en Madrid, el 19 de febrero de 1879, siendo el menor de siete hermanos. La historia de su familia es interesante pues su padre fue el primer Obispo Protestante de España. Creció en un ambiente muy culto, donde predominaba la tolerancia y la comprensión, lo que le sirvió para adquirir una amplia visión de la diversidad cultural y religiosa.

Realizó el Doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, el cual terminó en 1900 con destacadas notas, pero su afición fueron las ciencias naturales. El joven Cabrera evidenció pronto su gran interés por la zoología, especialmente por los mamíferos y a los 18 años difunde su primer trabajo: Observaciones sobre un chimpancé de ancas blancas, publicado en las Actas de la Sociedad Española de Historia Natural.

El gran naturalista Ignacio Bolívar y Urrutia, director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid reconoce su enorme valía y le invita a formar parte de la institución científica.

Ingresó en el Museo en 1902 y allí trabajó durante veinticinco años.Durante los diez primeros, entre 1902 y 1912, fue naturalista agregado, posteriormente recolector, más tarde disector primero y finalmente naturalista agregado de la Sección Osteozoología a cargo de las colecciones de mamíferos. En 1903 se le asignó para estudiar mamíferos colectados en protectorados españoles de África.

En 1910 viajó a Inglaterra y Francia, comisionado por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Madrid, para estudiar la organización de las colecciones zoológicas de sus museos, ocasión en la cual estableció amistad con Oldfield Thomas.

Para ese entonces ya era toda una autoridad mundial en su especialidad. Encargándole a su regreso la reorganización de las colecciones de mamíferos en el Museo de Madrid, misión que cumplió con la eficacia que lo caracterizaría durante toda su vida. Por sus méritos es nombrado en 1913 representante del Gobierno Español ante el 9° Congreso Internacional de Zoología, que se desarrolla en Mónaco. Ese mismo año participó además de una expedición de la Real Sociedad Española de Historia Natural a Marruecos, a la que le siguieron otras tres en 1919, 1921 y 1923, de las cuales también participó.

En esta época de juventud conoció a la que sería su esposa, una joven católica, lo que le planteó serios problemas con su padre. La solución la encontró en el propio Museo de Ciencias: allí trabajaba también un sacerdote llamado Barreiro, especialista en esponjas y gran amigo suyo. Barreiro hizo valer sus buenos oficios ante el Capellán del Palacio Real y logró que se dictase una bula papal autorizando al joven Cabrera a casarse por la Iglesia Católica sin renunciar al culto protestante, lo que evitó un enfrentamiento con su familia.

En 1919, bajo los auspicios del Ministerio de Estado, encabeza la expedición que va al Rif y en 1921 viaja como jefe de otra expedición al Marruecos Occidental. En 1923 será el zoólogo a cargo de mamíferos e insectos de la expedición del almirante H.Lynes, de la Marina Británica, que se realiza a la zona montañosa del norte de Marruecos.
En estos viajes, convivió con nativos kabileños y del Rif, que en más de una ocasión le hicieron de guía y aprendió de ellos los rudimentos del idioma árabe.

Como resultado de dichas expediciones publicó una serie de trabajos específicos y varias interesantes narraciones, entre ellas: Yebala y el bajo Lucus (1914). De 1904 a 1919 fue bibliotecario de la Real Sociedad Española de Historia Natural y de 1919 a 1925 ocupó la secretaría general de la misma.

En 1914 publicó su obra: Fauna Ibérica - Mamíferos; entre 1919 y 1925: Genera Mammalium (aunque incompleta, una de sus más brillantes obras); en 1922: Manual de Mastozoología (en la serie de manuales Gallach de la editorial Calpe), donde se acuña el término mastozoología en lugar de teriología o mammalogía; y tardíamente en 1932: Los mamíferos de Marruecos.

Imagen: Archivo del Museo de La Plata.

En 1925 contaba con 46 años de edad y ya era toda una autoridad en el mundo científico. El doctor Luis María Torres le ofrece dirigir el departamento de Paleontología del Museo de La Plata, tras el fallecimiento del doctor Santiago Roth y la no aceptación de Lucas Kraglievich.

Por ello, abandona España con su familia trasladándose a Argentina, obteniendo una remuneración muy superior al que percibía en Madrid. En este país, que adopta como el suyo, continuará con su brillante trayectoria y alumbrará importantes trabajos científicos dedicados especialmente a la paleontología, realizando estudios sobre la mayor parte de la fauna fósil argentina: el Megaterio, cetáceos, ciervos, camélidos, jaguares y marsupiales.

Con el objetivo de reunir materiales de análisis organizó varios viajes científicos a la Patagonia y Catamarca, donde descubrió importantes fósiles entre 1926 y 1930. En un viaje a Cinco Saltos logró extraer restos de un dinosaurio cretácico. También dio a conocer durante 1947, los restos muy incompletos de dos ejemplares de aparentemente una misma especie de dinosaurio saurópodo, (Jurásico Inferior) que habían sido hallados en la estancia La Bernarda, provincia de Chubut.

Angel Cabrera denominó a este dinosaurio como Amygdalodon patagonicus y fue el primer dinosaurio jurásico conocido en toda América del Sur. Con sus trabajos, Cabrera dio un nuevo enfoque al estudio de los vertebrados fósiles, ya que su condición de zoólogo le permitió abordar el estudio de los fósiles desde una óptica distinta, predominando marcadamente en sus investigaciones los enfoques biológicos sobre los geológicos. Su obra paleozoológica se caracterizó además por su diversidad, pues trabajó tanto con peces como con anfibios, reptiles, aves y mamíferos, aunque estos últimos fueron siempre sus preferidos.

Sus éxitos como paleontólogo no le apartaron de su verdadera vocación : el estudio de los mamíferos vivientes.
Sobre este tema, que le apasionaba, escribió valiosos trabajos referidos especialmente a la fauna argentina, como el caballo criollo, los perros cimarrones, los pumas etc... Su libro Mamíferos sudamericanos, que publicó junto al Dr. Yepes en 1940, mereció el Primer Premio en Ciencias Naturales de la Comisión Nacional de Cultura. En él se hace una encendida defensa de la fauna autóctona y una llamada de atención sobre el peligro potencial de introducir animales sin control, desde otros países.

También defendía la política de reservas naturales y Parques Nacionales, con argumentos que aún hoy resultan modernos y plenamente vigentes.

Además de brillante investigador, Angel Cabrera fue un gran divulgador de la zoología tratando de hacer que sus libros fuesen entendidos por un público diverso. “Zoología pintoresca”, “Los mamíferos extinguidos” o “Historias de leones” son textos de gran peso científico pero están escritos con un lenguaje accesible, entretenido y ameno.

Otra cualidad sumaba Cabrera en sus libros: su facilidad para el dibujo y la pintura. Era un excelente pintor de animales y no necesitaba que nadie ilustrara sus trabajos. Es más, muchos compañeros científicos le requerían para esta tarea pues sus láminas de animales, especialmente acuarelas, eran de gran belleza y calidad.


Su obra general habla de la estatura científica de este zoólogo: 27 libros, 218 publicaciones científicas y más de 400 artículos en publicaciones nacionales e internacionales. Algunos de estas obras continúan reeditándose en la actualidad. Durante toda su vida profesional no cesó de recibir distinciones desde 1930. Tras residir 35 años en Argentina, Angel Cabrera, “maestro de maestros”, murió en la ciudad de La Plata el 7 de julio de 1960 a la edad de 81 años, tras una breve enfermedad.

Fue profesor en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires y en el Instituto del Museo de La Plata. Su obra consta de 27 libros, 218 publicaciones científicas y más de 400 artículos en publicaciones nacionales e internacionales. Algunos de ellas reeditadas actualmente. En España también estudió instrumentos líticos y mamíferos de yacimientos cuaternarios.

El doctor Ángel Cabrera fue miembro activo de la Sociedad Española de Historia Natural (desde los 17 años); miembro correspondiente de la Zoological Society de Londres (1907); miembro correspondiente de la Sociedad Portugueza de Sciencias Naturaes de Lisboa (1913); miembro correspondiente de la Junta Municipal de Ciencias Naturales de Barcelona (1917); huésped de honor del Athenaeum de Londres (1925); miembro correspondiente de Sociedad Chilena de Historia Natural (1926); miembro correspondiente de la Boston Society of Natural History (1929); miembro de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (desde 1930); académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid (1931); miembro correspondiente del American Museum of Natural History de Nueva York (1943); miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires (1943); miembro de honor de la American Society of Mammology de los Estados Unidos (1947); miembro honorario extranjero de la Zoological Society de Londres (1947); y académico correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires (1950).

En 1925 llegó a la Argentina, donde residió hasta su muerte, ocurrida el 8 de julio de 1960. En nuestro país fue jefe del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata, pero nunca abandonó el estudio de los mamíferos vivientes. Encabezó excursiones a la Patagonia y a Catamarca (provincia en la cual descubrió importantes fósiles entre 1927 y 1930). En la fotografía de la derecha se puede ver el esqueleto de Megatherium americanum que fue montado en una de las salas del Museo de La Plata bajo la dirección del Dr. Angel Cabrera. Se halló en el río Salado y lo donó a dicha institución el Sr. J. C. Giribone.

Algunos de sus trabajos como Mamíferos sudamericanos, que publicó junto al Dr. Yepes en 1940, y su Catálogo de mamíferos sudamericanos, que apareció en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, se convirtieron en clásicos de la mastozoología. Fue profesor de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires y de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata

Curiosamente, este gran zoólogo y paleontólogo nunca realizó estudios universitarios en Ciencias Naturales y todos sus títulos en este campo le fueron otorgados honoríficamente, como reconocimiento al valor científico de sus trabajos.

Su obra consta de 27 libros, 218 publicaciones científicas y más de 400 artículos en publicaciones nacionales e internacionales. Algunos de ellas reeditadas actualmente. Se abocó a la taxonomía de los mamíferos, trabajando desde su llegada hasta su fallecimiento como Jefe del Departamento de Paleontología del Museo de La Plata. Murió en  La Plata, Argentina, 7 de julio de 1960.

Fuentes:

Daino, L., 1979, “Exégesis histórica de los hallazgos arqueológicos de la costa atlántica bonaerense”, Prehistoria Bonaerense, 95-195.

Magnussen Saffer, Mariano (2009). Reseña histórica de la evolución de la Ciencia Paleontológica en la Republica Argentina desde 1772 a 1910. Paleo, Boletín Paleontológico. Año 7. 41: 07-09.

 


Horacio Homero Camacho. Un paleontólogo de Invertebrados del pasado.

Por Mariano Magnussen Saffer. Grupo Paleo. Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. Fundación Argentavis. marianomagnussen@yahoo.com.arTomado de; - Magnussen Saffer, Mariano. 2015. Horacio Homero Camacho. Un paleontólogo de Invertebrados del pasado. Paleo Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XIII. 136: 11-13.

Horacio Camacho, nació el 2 de Abril de 1922. Fue un reconocido académico, docente y paleontólogo especializado en invertebrados fósiles, descubriendo una importante cantidad de especies nuevas. Su nombre esta asociado como un gran personaje y hombre de bien en la ciencia Argentina.

Desde muy joven se vio atraído por la geología y las ciencias naturales mientras cursaba la escuela secundaria, y e 1943 ingreso como ayudante de la cátedra del Dr Franco Pastore, preparando su doctorado mas tarde  en Ciencias Naturales con orientación geológica en la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en paleontología de los invertebrados del Cretácico Superior y Terciario.

Camacho desde 1944 a 1966 trabajó en la ex Dirección Nacional de Geología y Minería, como Asesor Paleontólogo. Se retiró para dedicarse exclusivamente a la docencia e investigación en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Fue también Profesor Titular de Paleontología en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina; dictó cursos en las Universidades Nacionales Argentinas de Tucumán, Salta, del Sur, de la Patagonia San Juan Bosco y en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Brasil).

En 1948 la Comisión Nacional de Cultura le otorgó una Beca para especializarse en el estudio de los foraminíferos en la Universidad de Harvard bajo la dirección del Dr. Joseph Cushman y en 1958 obtuvo la Beca John Simon Guggenheim Memorial Foundation que le permitió completar sus investigaciones sobre el tema en el Smithsoninan Institucion y en la Universidad Estatal de Louisiana en los Estados Unidos de América. De regreso a la Argentina, inauguró el Laboratorio de Micropaleontología en la Universidad de Buenos Aires, donde se formaron los primeros especialistas en el tema, que ahora actúan en Universidades e Instituciones oficiales y privadas.

<<<< El Dr. Horacio Camacho en su laboratorio, Sección Paleontología de Invertebrados del MACN. Foto: Florencia Pasqualino

La Patagonia y regiones australes constituyeron su escenario de trabajo desde sus primeras investigaciones como estudiante y despertaron su interés por la paleontología.  

Fue Miembro de la Comisión ad-hoc para la evaluación de solicitudes de Certificados de Calificación. Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Miembro Titular del Consejo Asesor Científico y Tecnológico de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Miembro del Comité de Pares de la CONEAU para evaluar carreras de posgrado en Geología, Evaluador de Informes de Avance o Finales de Proyectos de Grupos de Investigación en la Universidad Nacional del Sur, Miembro Correspondiente del Comité Internacional de Historia de las Ciencias Geológicas, Miembro del Comité Argentino de la Asociación Internacional de la Historia de la Ciencia, Miembro Titular de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Miembro de Número de la Academia Nacional de Geografía, Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias, Córdoba, Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias, Chile, Vicepresidente Primero de la Sociedad Científica Argentina, Miembro Titular del Colegio Directivo de la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia, Miembro Titular del Tribunal de Etica del Consejo Superior Profesional de Geología e Integrante de la Comisión Ad-Hoc de Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Entre 1972 y 1982, fue Director del Área de Biológica de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, impulsó la creación del Centro Argentino de Costas y del Centro de Investigaciones Geológicas, así como la realización de las Jornadas Geológicas Bonaerenses.

Integró Sociedades Científicas nacionales e internacionales. Publicó trabajos de investigación en revistas científicas y los libros Invertebrados Fósiles (EUDEBA, 1966), Las ciencias naturales en la Universidad de Buenos Aires. Estudio histórico. (EUDEBA, 1971) y Los Invertebrados Fósiles (Fundación Félix de Azara, 2008), entre otros. Distinguido, entre otros, con el Premio Eduardo L. Holmberg (1971), el Premio al Mérito Paleontológico (1992) y Diploma de Honor de la Universidad Nacional de La Plata (1977).

La mayoría de sus publicaciones y comunicaciones científicas, que suman más de 120 se vinculan con la Paleontología, Bioestratigrafía, Paleogeografía e Historia de las Ciencias Naturales, e incluyen a los libros "Invertebrados Fósiles" y "Las Ciencias Naturales en la Universidad de Buenos Aires - Estudio Histórico". Dirigió 23 Trabajos de Licenciatura y 12 Tesis Doctorales, estas últimas en la UBA, Universidad Nacional de San Luis, Universidad Nacional del Sur y Universidad de la República (Montevideo, Uruguay). 

Hasta poco antes de fallecer, concurría al laboratorio en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" de la ciudad de Buenos Aires, tomándose el colectivo cerca de su casa y llegando témpano a la mañana al MACN.

Desde 2011, a pedido de su esposa y familiares, asistía al museo, pero en taxi, pero nunca penso en faltar. En el Museo porteño estuvo a cargo de la colección de Invertebrados fósiles y continuaba con sus investigaciones y era consultado por científicos nacionales e internacionales para clasificación o despejas dudas. Falleció el 30 de septiembre de 2015. Para quienes lo llegamos a conocer, extrañaremos sus largas charlas, a nivel académico, humano y amigo. Un personaje que se extrañara en la paleontología del hemisferio sur. A su memoria amigo.

Bibliografía sugerida.

Camacho, H. H. 1966. Invertebrados fósiles. EUDEBA. Buenos Aires. 707 páginas.

Camacho, H. H. y Longobucco, M. (eds.), 2010. Los invertebrados fósiles. Tomos I y II (950 páginas). Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Buenos Aires.

Giacchino, Adria y Apesteguia, Sebastián. 2014. El llamado a la vocación, Horacio Homero Camacho. Revista Azará N 2; 66-67.

Spinelli, Monica, 2005. Horacio Camacho un científico fundamental en el estudio de la biología, uno de los próceres argentinos de hoy. Sitio Web Argentina Universal. Abril.

Sitio Web de la Fundación Konex.

 


Rodolfo Parodi Bustos. EL último representante de la paleontología de los comienzos del siglo XX.

Magnussen Saffer, Mariano (2009). Rodolfo Parodi Bustos. EL último representante de la paleontología de los comienzos del siglo XX. Paleo, Boletín Paleontológico. Año 7. 41: 13 -19.

Don Rodolfo será siempre recordado con admiración y respeto, no sólo por lo que ha sido y es en el mundo de la paleontología, sino por todas sus virtudes personales. De esa manera permanecerá siempre entre nosotros y será a no dudar tomado como ejemplo por las nuevas generaciones de estudiantes, lo que será la mejor forma de brindar un merecido reconocimiento a su obra.

Don Rodolfo Parodi nació el 13 de septiembre de 1903 en la ciudad de Necochea (provincia de Bs. As) la ciudad con playas de arena negra magnética. Las barrancas de limos y toscas rojizas de la costa atlántica, la afición naturalista de su padre y una feliz circunstancia, habrían de marcar su vida y su destino y falleció el 14 de noviembre del 2004 a los 101 años en la ciudad de San Salvador de Jujuy (provincia de Jujuy), concluyendo así una tradición familiar en la materia de un par de siglos de duración, estudiando principalmente los mamíferos fósiles. Se formó en el seno de una familia de grandes figuras de la paleontología argentina. Su padre, don Lorenzo Parodi, de origen genovés, recolectaba fósiles en la costa atlántica para Florentino Ameghino y luego siguió trabajando para Carlos Ameghino y Angel Gallardo, prestando servicios al entonces Museo Nacional de Buenos Aires.

Su hermano Lorenzo Julio Parodi trabajó junto con Lucas Kraglievich, Alfredo Castellanos y Carlos Rusconi.

El profesor Rodolfo Parodi Bustos, fue un estudioso testigo del desarrollo y la evolución de las ciencias naturales y en especial de la paleontología durante la mayor parte del siglo XX. Conoció a Florentino Ameghino siendo niño y luego trabajó muchos años con Carlos Ameghino, hermano del sabio de renombre universal. En su juventud fue secretario de Eduardo Ladislao Holmberg, decano de los naturalistas argentinos y más tarde amigo, discípulo y biógrafo de Lucas Kraglievich, el malogrado paleontólogo continuador de la obra ameghiniana. Frecuentó a figuras de la talla de Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas.

Nació en la provincia de Buenos Aires y vivio sus ultimos años en San Salvador de Jujuy, donde trabajo y produjo con una lucidez y un cerebro envidiables. Rodolfo Parodi Bustos nació un 13 de Septiembre de 1903 en Necochea, Efectivamente, su padre era un colector de huesos fósiles, los cuales son abundantes en los terrenos del tiempo Cuaternario que están expuestos por el continuo trabajo de la abrasión marina.

Las olas lamben rítmicamente los acantilados y exhuman esqueletos de gigantes extinguidos que habitaron las pampas argentinas en los últimos millones de años. Bien, en 1909 su padre descubrió fósiles muy importantes en Miramar (Provincia de Buenos Aires), que atrajeron al lugar a un hombrecito sencillo y bondadoso que se convertiría en uno de los más grandes científicos que dio la República Argentina: el sabio de renombre mundial Florentino Ameghino. Más que feliz circunstancia para un niño de seis años que tuvo la suerte de ver, en su casa paterna, al famoso paleontólogo clasificando y ordenando las piezas óseas pertenecientes a los animales pretéritos. Ese cuadro germinó en su espíritu y decidió su camino, al punto que años después lo encontramos dedicado al estudio de los restos fósiles al lado de otras grandes figuras de la paleontología argentina.

Mantuvo una gran amistad con Carlos Ameghino, el hermano de Florentino, poco conocido por los ciudadanos, ha sido sin embargo reivindicado para la ciencia mundial por George Gaylord Simpson. Fue un estrecho colaborador y a la postre biógrafo de Lucas Kraglievich, quién se convirtió en el continuador de las investigaciones de Florentino Ameghino. Dio a conocer los resultados de sus investigaciones en numerosas revistas, y en 1937 publicó un Compendio de Zoología junto al excelso dibujante Paul Magne de la Croix.

A fines de los años cincuenta llegó a nuestra provincia y se integra al Museo y Facultad de Ciencias Naturales de Salta, donde enseñó e investigó en paleontología. Trabajó junto al Prof. Amadeo R. Sirolli y otros hombres soñadores que serían la piedra basal de la futura Universidad Nacional de Salta. Sus publicaciones abordan la descripción de gliptodontes, mastodontes, megaterios y otros mamíferos prehistóricos de la región. Es en los mastodontes, los antiguos elefantes que vivieron en estas tierras, donde dedica pacientes observaciones que le llevan incluso a sostener ásperas confrontaciones con otros académicos de la época. Escribe con el geólogo Félix V. Lorenzo un artículo sobre la problemática de la extinción de los dinosaurios, en un tiempo en que este tema no tenía la trascendencia que le da hoy la dinomanía que relanzó Spielberg.

Realizó contribuciones al conocimiento de los mastodontes. En 1962 publicó en el trabajo “Los mastodontes sudamericanos y su clasificación”, y en 1987, “Más sobre la clasificación de los mastodontes argentinos”, sacado por el Museo Argentino de Ciencias Naturales.

El hallazgo de ranas fósiles de unos 75 millones de años de antigüedad, en rocas que afloran en el camino a Cafayate y que fuera realizado por los geólogos M. Raskovsky y M. Ibañez de la Comisión Nacional de Energía Atómica, lo lleva al estudio detallado de estos singulares anuros. En 1960, da a conocer sus conclusiones junto al Dr. Marcelo Figueroa Caprini, Lucas Kraglievich (hijo) y Guillermo del Corro, relacionando las ranitas salteñas con los Eoxenopoides de igual edad de África del Sur.

En sus últimos años, siguió publicando y estudiando habiendo cubierto mas de 70 años de actividad académica y literaria. Por ello, los pueblos de Vespucio y Mosconi, sabedores de los conocimientos del distinguido paleontólogo, crearon en 1993 un Museo Regional de Ciencias Naturales que lleva el nombre de "Prof. Rodolfo Parodi Bustos". Falleció el 14 de noviembre del 2004 a los 101 años en la ciudad de San Salvador de Jujuy.

Conferencia inédita de Rodolfo Parodi Bustos dictada en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" el 3 de Octubre de 1985. Texto original completo. Tomado del articulo de Por Ricardo N. Alonso en Iruya.com

"MIS DIEZ AÑOS EN EL MUSEO BERNARDINO RIVADAVIA.
CARLOS AMEGHINO: UN SABIO AMIGO"

Respondiendo a la amable invitación de las autoridades de este Museo, procuraré brindar una imagen aproximada de lo ocurrido en el mismo durante la década 1920-1930, tiempo en el que tuve el privilegio de compartir el afán de sus investigadores, así como trazar también una semblanza lo más vívida posible de los notables estudiosos que le dieron tan grande relieve.

En realidad nada podría ser más grato a mi espíritu que recrear de alguna manera las grandes figuras científicas con las que conviví y que transitaron la vieja casona de la calle Perú 208, asiento inicial de la gran institución que hoy nos cobija, y digo así, porque a pesar del tiempo transcurrido fuera de ella me siento todavía formando parte de sus inquietudes e ideales.

En la sede de la calle Perú se cumplieron jornadas que podrían considerarse magistrales. Allí discurrió durante largos años el gran sabio prusiano D. Germán Burmeister, de poderoso intelecto, un tanto autoritario y poco amigo de aceptar las críticas de sus colegas, máxime si estos eran juveniles y autodidactos, como lo fuera nuestro genial y máximo paleontólogo Dr. Florentino Ameghino.

Gran medida de Sarmiento fue atraer a la Argentina a un especialista de la categoría de aquel eximio paleontólogo de vertebrados, a quién además, ofreció todo su apoyo, cosa que lo mismo hizo con Ameghino, a pesar de la juventud de éste, ya que su gran mentalidad le hizo compenetrarse de la indiscutible seriedad que emanaba de las teorías elaboradas por el paleontólogo argentino. De los escritos de Sarmiento puede estimarse que tanto estimaba al consagrado sabio alemán, como al joven que pretendía sin títulos académicos, explicar el origen del hombre y que había estudiado y descripto un increíble material paleontológico que lo exaltó a la fama en los grandes centros científicos de Francia y Alemania, pero que le hicieron perder su modesto cargo de Preceptor, hecho que, como sabemos, lamentablemente se ha repetido al tratar de auténticos y fecundos investigadores argentinos, ya que estos por su innata delicadeza y formación, jamás buscaron el apoyo que tanto procuran y usufructúan los mediocres.

A Don Florentino tuve oportunidad de conocerlo cuando yo era un niño. Fue en 1909, al descubrirse el hombre fósil de Necochea y vino en busca de mi padre que fuera explorador de la costa atlántica desde Mar del Plata a Tres Arroyos, tarea que siguió desempeñando durante varios años para este museo, entonces dirigido por Florentino Ameghino y luego por el Dr. Ángel Gallardo y más tarde por D. Carlos Ameghino.

Hablar de la obra de D. Florentino a los estudiosos que me escuchan sería superfluo. Todos conocemos los enormes aportes que su incesante dedicación nos ha legado. Su obra -muy semejante a la de Sarmiento por lo diversa y copiosa- abarcó un cúmulo asombroso de producción. También sin duda, como aquel, cometió errores más que justificables por responder su labor a su sólo esfuerzo cumplido en un ambiente adverso, que malogró muchas de sus caras aspiraciones, pero dejando siempre, igual que el gran sanjuanino, un ejemplo de honestidad y sapiencia que muy pocos alcanzaron.

Su acción en este museo fue fecunda y obtuvo valiosas colecciones de mamíferos fósiles, muchas de la entonces casi desconocida Patagonia, gracias al esforzado y sacrificado empeño de su hermano Carlos, que pasó los mejores años de su juventud -alrededor del 20- explorando las desiertas mesetas y quebradas, teniendo como ampulosa vivienda los viejos cajones en que llevara la mercadería que debía previamente vender y que sufragaba los gastos de sus largas campañas.

Don Carlos Ameghino fue siempre un amigo cordial de mi familia desde que tomó contacto con mi padre en 1913, en el entonces humilde poblado de Miramar. Vino junto con el Dr. Ángel Gallardo que ejercía en aquellos años la dirección de este Museo, para que reiniciara los trabajos de exploración de la costa Atlántica como lo había hecho anteriormente para D. Florentino.

Gracias a la bondad de Carlos Ameghino pude realizar años después mi anhelo de venir a Buenos Aires para proseguir estudios que allí no podían efectuarse. A su generosidad e hidalguía debemos muchos nuestra formación científica; para él, más que jóvenes estudiosos éramos verdaderos amigos, que con frecuencia invitaba a almorzar en su histórica casa -que ya no existe- en las esquinas 11 y 60 de La Plata. A esos almuerzos acudían principalísimas personalidades de las ciencias y de las letras, y se realizaban de sobremesa interesantes tertulias donde se discutían los más diversos problemas del quehacer científico.

Recuerdo entre los asiduos visitantes al conocido psicólogo Prof. Rodolfo Senet, autor de importantes trabajos literarios; a D. Alfredo Torcelli, el hábil compilador de las obras completas de Florentino Ameghino y ameno y capacitado conversador, y tantos otros. Siempre presidía el ágape D. Carlos, con su bonhomía inalterable, donde nos daba oportunos consejos para nuestra conducción en la vida. Lo mismo ocurría en su despacho del Museo, frecuentemente prestigiado por celebridades como las de Ricardo Rojas, erudito extraordinario capaz de hablar horas enteras sobre los más dispares episodios de la historia argentina; Leopoldo Lugones, el genial poeta controvertido por su versatilidad política; el Dr. Eduardo Ladislao Holmberg -del cual fui secretario ad hoc en una intervención interna- sabio naturalista que introdujo la evolución en sus textos de historia natural y admirable expositor que escuchábamos con verdadero deleite y que, cumplidos los 80 años conservaba un optimismo contagioso. Sería interminable la lista de quienes acudían a esos auténticos ateneos, de los cuales muchos beneficios recibimos quienes con inmodestia juvenil pretendíamos emular algún día tan brillantes personalidades.

De D. Carlos, pues, todos mis recuerdos son gratos y le debo el mayor de los reconocimientos ya que el hizo posible, además, mi incorporación al Museo en Septiembre de 1920. Su carácter sencillo y paternal sirvió para fomentar entre los jóvenes que formábamos parte de su equipo el interés por el estudio de la Paleontología y la Antropología. Entre los que compartíamos ese lugar de amena enseñanza figuran algunos nombres que más tarde tuvieron merecida resonancia en las ciencias o las artes.

Fueron ellos dos antropólogos: Milciades Alejo Vignati y Enrique Palavecino, que alcanzaron justa fama por sus producciones enjundiosas; Alberto Casal Castel, un promisor estudioso de las ciencias naturales que se apartó muy pronto porque sus inclinaciones lo llevaron a incursionar en las bellas letras, en las que demostró poseer condiciones poco comunes; cuatro paleontólogos que debimos alejarnos en 1930, por las desagradables circunstancias que no deseo relatar para proseguir con el mejor ánimo esta recordación. Fueron ellos Carlos Rusconi, incansable trabajador científico que de un breve pasaje por el Jardín Zoológico de la Capital pasó a desempeñarse en el Museo Cornelio Moyano, cuyas colecciones incrementó y describió en la revista del museo y que se constituyó en una gran cantidad de volúmenes de indudable interés documental. Su labor, no obstante las dificultades que padeció, le dan un meritorio lugar dentro de los estudiosos argentinos.

Mi hermano Lorenzo Julio Parodi, que continuó sus tareas en el Museo de La Plata, donde se consagró como uno de los mejores conocedores de los mamíferos fósiles argentinos, en base a lo cual las autoridades de ese museo dieron su nombre al laboratorio de Paleontología del mismo. Fue, además, un experimentado investigador de campo, produciendo infinidad de informes de campo que fueron altamente conceptuados.

Por mi parte, por ser el menor de los contertulios del Museo, debo la gracia de poder referirles a Ustedes los pormenores de ese pasado ya lejano. Además mi extrema juventud de entonces me impidió realizar mayores trabajos científicos, que perdieron después muchas de sus posibilidades por los avatares que signaron el año '30, en que debí, al igual que la mayor parte de quienes procurábamos mantener el prestigio de la ciencia nacional, pasar a ocuparnos de tareas alejadas de los centros importantes de investigación. He dejado para el final de esta nómina de estudiosos de la paleontología al más grande de sus cultores argentinos posteriores a los Ameghino; me refiero a Lucas Kraglievich, mi querido maestro y el de todos los que lo rodearon durante su corta vida.

La obra realizada por este genial investigador alcanzó cimas pocas veces logradas. Su humildad y delicadezas naturales sirvieron para que se le crearan falsos problemas que determinaron su alejamiento del país. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a cuantos estudiosos acudían a consultarle sobre la gran gama de las ciencias. Empero, muy pocos, recordaron después de su muerte de cuanto le habían servido sus sabios asesoramientos. Tampoco creía en la maldad humana y por eso cayó en manos de quienes arteramente encontraron la forma de hacerle preferir el exilio que tan pronto le produjera la muerte.

Dejar su amado Museo fue para él fatal. Y decir amado Museo no es figura retórica, ya que todos sabemos y consta que en varias oportunidades el entonces director del Museo de La Plata, Dr. Luis María Torres, le ofreció el importante cargo de jefe del departamento de Paleontología, que el no aceptó. Y todo por no dejar sin estudio las importantes colecciones de mamíferos fósiles conservados en nuestro museo, aunque aquí solamente gozó del modesto cargo de ayudante técnico. Y pensar que por una simple coyuntura presupuestaria, arteramente aprovechada, fue dejado prácticamente en la calle. Kraglievich se inició en el Museo bajo la directa conducción de D. Carlos Ameghino y de inmediato dio pruebas de su talento colaborando con D. Carlos en un trabajo sobre los restos de Megaterio descubiertos en el puerto de la Capital.

Si bien muy someramente, para no cansar al distinguido auditorio, procuraré esbozar una breve reseña de la labor científica producida por Lucas Kraglievich. Sus primeras publicaciones datan de 1916 y abarcaron en total nada menos que 96 trabajos. La gran mayoría fueron dedicados a la paleontología de los mamíferos y dentro de ellos a los tardígrados, sobre los cuales realizó 25 contribuciones. Este grupo preocupó especialmente su atención en razón de la abundancia de restos de los mismos que se descubrieron en nuestras formaciones geológicas y a que su sistemática no era suficientemente clara. Se ocupó ampliamente de los milodóntidos y megatéridos, fundando sobre ellos diversos géneros y especies.

Sobre milodóntidos, en particular, revalidó con excelente criterio algunas determinaciones de Ameghino. También trató extensamente de los carnívoros, en uno de cuyos trabajos pudo determinar que Arctodus, nombre genérico que le asignaron los paleontólogos Merrian y Chester Stock a ciertos úrsidos de California no era el debido, creando en su reemplazo el género Tremarctotherium, que es el que le corresponde atento a sus características y sus relaciones filogenéticas.

Los roedores fueron igualmente muy tratados, así como casi todos los demás órdenes de mamíferos. Las aves fósiles dieron origen a varias publicaciones y en especial el género Phororhacos Amegh., del que creó una nueva especie, la de mayor tamaño, procedente de los estratos terciarios de Paraná. Sus trabajos geológicos fueron también muy importantes y sobre todo "La antigüedad Pliocena de las faunas de Monte Hermoso y Chapadmalal", significa un prolijo estudio de pesada y difícil elaboración.

Sería demasiado largo proseguir con el análisis de toda su producción; sólo quiero dejar constancia de su capacidad como paleontólogo y anatomista notable y que no lo fue menos en cuanto a la sistemática y la nomenclatura, como diera prueba cumplida particularmente en el trabajo donde se ocupa de determinar las especies genotipos de Mylodon y Glossotherium. Su estada en el Uruguay, donde encontró apoyo y comprensión, alcanzó singular proyección, haciendo conocer algunos estratos geológicos que no habían sido detectados con anterioridad. Publicó allí memorias valiosas, como su monografía de los cérvidos uruguayos y el Manual de Paleontología que fue su último acuciante empeño.

Debido al éxodo de nuestros paleontólogos en 1930, el Museo sufrió las consecuencias que eran previsibles; una paralización casi total que hizo decaer lamentablemente el alto nivel que el mismo ganara a través de sus notables especialistas. Dispersados casi todos, unos a las provincias, otro buscando refugio en ocupaciones ajenas a sus afanes, pero el más destacado de todos, aquel dio indiscutible jerarquía a la paleontología argentina, Lucas Kraglievich, debió exilarse para ofrecer en otras tierras la importante labor científica que su país reclamaba y que a él no le permitieron concretar, apagándose prontamente su vida.

Volviendo a mis recuerdos sobre las personalidades que tuve el placer de conocer en mi paso por el Museo, debo mencionar en primer término al Dr. Ángel Gallardo, preclaro biólogo que tuvo participación en los trabajos que se realizaban a principios de siglo sobre los misterios de la división celular y que por breve tiempo dirigió los destinos de este Museo, ya que por sus altas cualidades ciudadanas pasó a desempeñar las funciones de Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, desde donde siguió estimulando los estudios científicos y el incremento de las colecciones paleontológicas de las más diversas instituciones del país, como he podido comprobarlo en la Capital de Jujuy, cuyo modesto Museo Paleontológico y Mineralógico que se halla a mi cargo, posee la más hermosa serie de reproducciones de dinosaurios y peces de Europa y Norteamérica, única en el país, donada justamente por el Dr. Ángel Gallardo, con cuyo nombre he galardonado la entrada al Departamento de Paleontología.

También, aunque no fuera investigador científico quiero recordar la figura de D. Agustín J. Péndola, antiguo secretario del Museo desde la época de Burmeister, que con singular prolijidad estuvo redactando la historia de este instituto que quedó truncada por su fallecimiento. Hijo de él y también secretario, pero en la época de D. Carlos Ameghino, fue el Prof. Agustín Péndola, amigo incomparable que nos alentó en nuestros estudios y en particular me brindó su estimulante amistad.

Entre los más destacados naturalistas que integraban el plantel de investigadores del Museo deseo mencionar al distinguido geólogo español D. Enrique De Carles, notable explorador incorporado por el Dr. Burmeister, que realizó provechosas excursiones en casi todo el norte del país y llegó hasta la localidad boliviana de Tarija, coleccionando muy interesantes ejemplares de mamíferos del Terciario y Cuartario argentinos. Otro grande de la ciencia fue el Dr. Roberto Dabbene, renombrado ornitólogo que nos dejó una magnífica y completa obra sobre nuestras aves. También tuvieron actuación destacada los investigadores Eric Boman y Hector Greslebin, ambos dedicados al hombre y a su industria.

Con respecto a Botánica tuvimos un maestro notable, el belga Luciano Haumann, que dejó discípulos prestigiosos como el Dr. José F. Molfino, apreciado por su especial simpatía. Entre los investigadores extranjeros que vinieron a realizar trabajos en el Museo, merece señalarse sobre todo al Dr. Cayetano Rovereto, distinguido paleontólogo italiano que fuera invitado por D. Carlos Ameghino para describir el numeroso material de mamíferos del Terciario argentino, que se conservaba en el Museo, cuyo resultado fue la magnífica obra publicada bajo el título de "Los estratos araucanos y sus fósiles", trabajo indispensable para toda información paleontológica referida a ese periodo geológico. También se recibió la visita del sabio alemán Federico Von Huene, autoridad en reptiles del Mesozoico, que describió algunas formas nuevas de este Museo y del de La Plata.

Igualmente lo hizo el paleontólogo de fama mundial George Gaylord Simpson para las cuantiosas e importantísimas colecciones de mamíferos fósiles del Terciario patagónico reunidas por D. Carlos Ameghino. He pretendido dar una rápida semblanza de los valores humanos que intervinieron para mantener este Museo con la jerarquía científica que le dieran Burmeister y Ameghino. Quiero dejar constancia, empero, que esas valiosas contribuciones tuvieron feliz término gracias, en buena parte al auténtico promotor que supo inspirarlos en todo momento Carlos Ameghino, quién en su conducta aleccionadora y su ferviente prédica dejó bien sentados los principios rectores de toda labor científica sería.

Jamás toleró que el accionar de sus jóvenes colaboradores se apartara de esas normas primordiales: siempre debían estar dirigidas a la búsqueda de la verdad, único objetivo que puede condicionar el quehacer de todo estudioso que se precie de tal. Su importante labor fue puesta de manifiesto constantemente y quiero recordar, al respecto, el juicio que mereciera de una autoridad en la materia como el Dr. Anselmo Windhausen, quién al referirse a la obra cumplida por D. Carlos Ameghino en la Patagonia, que abarcó casi la integridad de sus estratos, expresó que consideraba a la misma como la verdadera Biblia para el conocimiento de la región y de la que no podría prescindir tampoco en los futuros trabajos.

Al término de esta recordación me place señalar que todo evidencia que ha sido superada ahora aquella etapa lamentable de nuestra paleontología y que significó su parcial deterioro. La inteligente dirección del Dr. José María Gallardo (digno nieto de aquel grande de las ciencias que fue el Dr. Ángel Gallardo) ha logrado encauzar firmemente la trayectoria del Museo hacia una recuperación de los altos destinos que le impusieran Burmeister, Gallardo y los hermanos Ameghino.

Y específicamente en cuanto a la paleontología de los vertebrados (la ciencia madre de este instituto), que tanto me atrajo y a la que espero dedicar todavía algún tiempo, advierto con sincera satisfacción el mismo fervoroso afán que alentó la brillante época ameghiniana: Cuenta hoy con un enjambre de jóvenes estudiosos, plenos de vocación, convocados por un investigador de los quilates del Dr. José Bonaparte, consagrado en todos los ámbitos científicos y que despierta mi cálida admiración, porque intuyo en él al hombre capaz de levantar nuestra producción científica hasta niveles quizá no igualados.

Lecturas sugeridas

DAINO, L., 1979, “Exégesis histórica de los hallazgos arqueológicos de la costa atlántica bonaerense”, Prehistoria Bonaerense, 95-195.

MILLAR, R., 1998, The Piltown Mystery. The story of the World´s Greatest Archaeological Hoax, Sb Publication, Seaford.

SPENCER, F., 1990, Piltdown. A Scientific Forgery, Oxford University Press, London.

TONNI, E., PASCUALI, RICARDO Y BOND,  MARIANO. 2001. Ciencia y fraude: el hombre de Miramar. Revista Ciencia Hoy. Volumen 11- Nº 62.

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Pellegrino Strobel. Naturalista Italiano y su contribución en Argentina.

Magnussen Saffer, Mariano (2010). Pellegrino Strobel. Naturalista Italiano y su contribución en Argentina. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 8. 52: 17 -19. 

Fue uno de los tantos naturalistas italianos que llegaron a la argentina a mediados del siglo XIX, después de la Batalla de Caseros. Strobel nació en Milán, en 1821. Estudió en la Universidad de Pavía, dictó clases como profesor en Piacenza. Más tarde se graduó de doctor en Derecho en 1844. Tiempo después, antes de viajar a Argentina, ejerció como profesor de zoología, geología y mineralogía en la Universidad de Parma. Por su talento y su amor hacia las ciencias naturales, fue contratado por Paolo Mantegazza  en Italia y por Juan María Gutierrez de Argentina, en nombre de la Universidad de Buenos Aires para dictar cursos especiales sobre zoología, mineralogía y geología, a la vez que se comprometía a realizar excursiones científicas durante sus vacaciones.

Como había sido acordado, entre enero y febrero del año 1866, Pellegrino Strobel realizó un viaje de exploración a la Cordillera de Los Andes. Se trasladó a Chile pasando por la sierra de Uspallata a Mendoza, recorrió el río Diamante, visitando otras localidades como San Rafael y San Carlos además del Paso del Planchón. La expedición recolectó material zoológico, botánico y mineralógico de la zona recorrida. El diario de viaje contiene interesantes descripciones sobre la fauna y la flora del lugar y un mapa detallado del camino recorrido

Se graduó en ciencias naturales en la Universidad de Pavía. En esa casa de estudios comenzó su carrera docente, continuándola e partir de 1850 en Plasencia; nueve años más tarde, en 1859, pasó a la Universidad de Parma.

Estando allí recibió la propuesta de venir a Buenos Aires a dictar un curso de ciencias naturales, contratado como otros de sus connacionales por el doctor Juan María Gutiérrez, por entonces rector de la Universidad de Buenos Aires; Ströbel aceptó la propuesta y llegó a esta capital en 1865, integrando así el cuerpo docente de la que fue más tarde Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Dictó su materia hasta 1867, año en que regresó a Italia, llamado a presidir la Universidad de Parma. Su vacante en Buenos Aires fue ocupada por el profesor italiano Juan Ramorino.

Efectuó expediciones científicas a la Cordillera de los Andes e investigaciones geognósticas, geológicas, orohidrográficas, zoológicas y botánicas, que dio a publicidad en Italia en trabajos titulados: Paraderos Prehistóricos, La Malacología Argentina, Symbola ad Historiam coleoptícorum Argentinae Meridionalis y otros. Colaboró también en las revistas científicas argentinas con valiosos trabajos

Publicó asimismo otras obras en Italia, antes y después de su estadía en la Argentina; en 1874, junto a Pigorini, comenzó la publicación del Bollettino di Paleontologia Italica; sus estudios sobre las terramaras, abrieron a los historiadores un horizonte nuevo respecto de los primitivos habitantes de la península itálica. Ströbel falleció en Parma, en 1895. A pesar de su corta permanencia en nuestro medio, dejó aquí fieles discípulos, quienes al enterarse de la muerte de su maestro, efectuaron una suscripción para el monumento que se levantó a su memoria en la ciudad de Parma.

El 16 de junio de 1865, en la Universidad de Buenos Aires se creó el Departamento de Ciencias Exactas, que contemplaba a la enseñanza de la Historia Natural. El Plan de Estudios incluía a la Geología y, como Profesor de Historia Natural se contrató, en Italia, al Dr. Pellegrino Strobel (1821-1895), quien inauguró sus clases el 7 de julio de 1865.

Lamentablemente por razones familiares, Strobel renunció en abril de 1866, aunque alcanzó a efectuar importantes actividades, entre ellas un viaje de estudio hasta Chile a través de la Cordillera de los Andes. Antes de partir para Italia, donó a la Universidad 400 pesos para que sus réditos fueran aplicados a favor del estudiante más meritorio de Ciencias Naturales. Este espíritu de vocación y servicio aún se mantiene vivo en cada uno de los investigadores y docentes de este Departamento de Ciencias Geológicas. Bienvenido a conocer el contenido de esta Ciencia tan importante para el desarrollo del hombre dentro del marco sostenible.

Mientras fue Rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires Juan María Gutiérrez contrató al Dr. Pelegrino Strobel, que había sido profesor de ciencias naturales en la Universidad de Parma, se hizo cargo de la Cátedra de Ciencias Naturales en Buenos Aires. Pero regresó a su patria a comienzos de 1867.  

A pesar de que Strobel no estuvo sino dos años en el país, dejó algunos trabajos, realizó una excursión a las cordilleras mendocinas, y puede considerársele como uno de los primeros herborizadores del país. Además dejó su nombre vinculado con el progreso de las ciencias naturales en la Argentina, pues antes de regresar a su patria instituyó un premio, que hoy lleva su nombre, para otorgar a los estudiantes de ciencias naturales que más se distinguieran en ellas. Los primeros naturalistas argentinos que se hicieron acreedores a ese premio fueron Holmberg y Hicken.

Murió en Parma, Italia 1895

Bibliografía:

Babini, J. 1954. La evolución del pensamiento científico en la argentina. Ediciones La Fragua. Buenos Aires. 250 pp.

Camacho, H. 1971. Las ciencias naturales en la Universidad de Buenos Aires. Estudio Histórico. EUDEBA. Buenos Aires.150pp.

Camacho, H. 2004. Día del geólogo. Boletín Carnotaurus Nº 51: pp3

Petriella, D. y S. S Miatello. 1976. Diccionario Biográfico Italo-Argentino. Asociación Dante Alighieri de Buenos Aires.

Pellegrino Strobel en Wikipedia.

 


Eric Boman, el arqueólogo que dejo huellas en la paleontología pampeana.

Por Mariano Magnussen Saffer. Director de Grupo Paleo e Integrante del Museo Municipal Punta Hermengo. marianomagnussen@yahoo.com.ar Fuente; Magnussen Saffer, Mariano (2012). Eric Boman, el arqueólogo que dejo huellas en la paleontología pampeana. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 76: 29-30.   

Eric Boman, fue arqueólogo especializado en el noroeste argentino, nació en Falym, Suecia, el 5 de junio de 1867. Estudió en la Escuela de Antropología y en el Museum de París. Su libro Antiquités de la région andine de la Republique Argentine et du désert d'Atacama fue uno de los primeros estudios arqueológicos del norte argentino y junto con los de Juan Bautista Ambrosetti considerado una referencia esencial sobre el tema.

En 1888 llegó a la Argentina y se radicó en Catamarca. En 1901 fue parte de la Misión Científica Sueca dirigida por Erland Nordenskiold, con la que recorrió el valle de Lerma en Salta y el valle del río San Francisco en Jujuy, donde realizó importantes hallazgos. De esa misma época data su recorrida por la quebrada de Purmamarca y la exploración del nevado de Chañi, junto a Eric Von Rosen.

En 1903 volvió al noroeste argentino, formando parte de la Misión Científica Francesa dirigida por Créqui de Montfort y E. Sénechal de la Grange. Realizó en esta oportunidad una sistemática exploración de la Puna jujeña y del Territorio Nacional de Los Andes, recogiendo un importante volumen de material arqueológico y etnográfico.

Entre 1904 y 1910 estuvo en París, donde preparó la edición de una obra con las observaciones recogidas en las dos expediciones: Antiquités de la Région Andine de la Repúblique Argentine et du Désert d’ Atacama, en dos tomos, incluye cartas, dibujos y fotografías. Apareció en 1908, con el sello de la Imprimerie Nationale, París.

Esta obra mereció el premio Loubat, concedido por la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de Francia.

A partir de 1910, dirigió desde Buenos Aires nuevas expediciones, organizó museos y se desempeñó en diversos cargos relacionados con su especialidad. De esta época datan varios trabajos: Las calabazas de los indios antiguos y actuales de la América del Sur (1919), Cementerio indígena en Viluco (Mendoza) posterior a la conquista (1920), Una momia de Salinas Grandes (1918), Pipas de fumar de los antiguos diaguitas (1916-1917), El Pucará de los Sauces, una fortaleza de los antiguos diaguitas en el Departamento de Sanagasta, La Rioja (1916); Las ruinas de Tinti en el Valle de Lerma (1916) y Estatuitas de la región diaguita de aspecto fálico que no representa falos (1916). Aún debe mencionarse un grupo de artículos anteriores a la publicación de su gran obra Antiquités... en 1908: Hallazgo arqueológico a 6100 metros de altura, donde se refiere a los hallazgos del santuario de altura incaico del Cerro Chañi (1903), Grupos de Túmulos prehispánicos en el Valle de Lerma (1904), Migraciones precolombinas en el Noroeste de Argentina.

Fue el primer arqueólogo en realizar observaciones de campo en la Quebrada de Humahuaca. Tras el viaje de 1901 señaló la existencia de ruinas en Humahuaca, Calete, Chucalezna, Yacoraite, Huacalera y Tilcara. En su obra de 1908 dedicó un capítulo a la descripción de la región de omaguacas. En 1917 Boman was nombrado Director del Departamento de Arqueología del Museo de Ciencias Naturas Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta su muerte.

En 1914 realizó una expedición a La Rioja. Las colecciones arqueológicas que recogió en Jujuy en sus dos primeras expediciones marcharon a museos de Europa. Pero a partir de 1913 sus hallazgos se quedaron en Buenos Aires, primero en el Museo de Ciencias Naturales y luego en el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Boman tuvo participación en la investigación de la supuesta presencia del hombre durante el Terciario de la Region Pampeana, principalmente de un fémur atribuido a un toxodonte (Toxodon chapadmalensis) del Plioceno de la ciudad de Miramar, el cual presentaba una punta de proyectil inscrustada en el. En un trabajo publicado en 1921 refiere que en el Museo de La Plata se llevó a cabo una experiencia de laboratorio que tuvo como modelo al fémur con la punta de cuarcita hallados en Miramar.

Se buscó en las colecciones de paleontología del Museo, un fémur de Toxodonte del mismo tamaño y con un estado de fosilización semejante al original. Se le clavó una cuarcita en el trocánter o sea en el mismo sitio en que supuestamente había sido herido el Toxodonte de Miramar.

Sin embargo Eric Boman aclara que el experimento no demuestra más que la posibilidad de poder efectuar una imitación perfecta, pero que no es prueba definitoria de que el instrumento lítico haya penetrado en el fémur de Miramar cuando ya era un fósil Sin embargo hay algo que le llama la atención; es que en el fémur de Miramar, no hay alteraciones del hueso alrededor del lugar donde penetró la punta, pues según Boman, él había notado alteraciones visibles en otros huesos tanto humanos como animales, que habían sido heridos con instrumental lítico durante la vida de los individuos. Concluye su idea con respecto a la autenticidad de los hallazgos de Miramar afirmando que no hay pruebas para hablar de fraudes y que por el contrario muchas circunstancias avalan la autenticidad de los hallazgos, pero duda del encargado de cuidar la zona don Lorenzo Parodi, opinando que "la intervención permanente de una persona de las condiciones del guardián referido infunden necesariamente sospecha". 

Murió el 29 de noviembre de 1924 en la ciudad de Buenos Aires. sus colegas se encargaron de enterrarlo en el cementerio alemán de la ciudad de Buenos Aires, posteriormente sus restos fueron trasladados al Monumento en Honor a los arqueólogos del Pucará de Tilcara, junto a los de Salvador Debenedetti.

Bibliografía Sugerida:

Eric Boman en Wikipedia en inglés.

Revista American Antropologist; enero -marzo de 1926.

Mora Rivera, Gerardo; Eric Boman: aislamiento, etnografía y fotografía en la Antropología del norte grande de Chile; tesis para optar al título de Antropólogo Social sel Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile; Santiago de Chile (Chile); 2009.

Magnussen Saffer, Mariano (2009). Reseña histórica de la evolución de la Ciencia Paleontológica en la Republica Argentina desde 1772 a 1910. Paleo, Boletín Paleontológico. Año 7. 41: 07-09.

 

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