PaleoArgentina Web. Noticias de Paleontologia. Riojanodon nenoi, una nueva especie precursora de los mamíferos en el Triásico de La Rioja, Argentina. Patagomaia chainko, el mamífero de mayor tamaño para el Cretácico de la Patagonia Argentina. Encuentran una gran cantidad de restos de Saurópodos juveniles en Neuquén. Las Aves del Terror fueron los primeros grandes depredadores de la Antártida durante el Eoceno.  Hallan restos de Notiomastodontes en la costa bonaerense. Hallan restos de Notiomastodontes en la costa bonaerense. Bustingorrytitan shiva, una nueva especie de sauropodo gigante en el Cretácico de la Patagonia Argentina. Marambionectes molinai, una nueva especie de reptil marino del Cretácico de la Antártida.  Opisthodactylus kirchneri. ¿Qué tan rápido era el ñandú más grande de América del Sur que habitó el noroeste argentino?  Titanomachya gimenezi, una nueva especie de sauropodo gigante de la Patagonia Argentina. Chakisaurus nekul, una nueva especie de dinosaurio en el Cretácico de la Provincia de Rió Negro, Patagonia Argentina.  
 
   

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Chakisaurus nekul, una nueva especie de dinosaurio en el Cretácico de la Provincia de Rió Negro, Patagonia Argentina.

Los restos del Chakisaurus nekul, veloz corredor y con un tamaño que podía llegar a los tres metros de largo y 70 centímetros de alto, fueron encontrados en la Reserva Natural Pueblo Blanco, provincia de Río Negro. El hallazgo redefine la comprensión de la fauna prehistórica y aporta información clave para entender particularidades del grupo conocido como Elasmaria, que incluye dinosaurios herbívoros de tamaño mediano a pequeño.

En las áridas extensiones de El Chocón, provincia de Río Negro, la tierra guarda los secretos de un pasado habitado por dinosaurios y otros animales. El equipo de paleontólogos argentinos del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de Vertebrados (LACEV) y la Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, pertenecientes al CONICET, año a año emprenden la incansable búsqueda de información sobre estas especies prehistóricas. Los resultados de su trabajo revelan fragmentos de la eterna narrativa de la historia de la Tierra. 

El más reciente de estos descubrimientos es un dinosaurio herbívoro bautizado como Chakisaurus nekul y cuyo hallazgo se hizo en la campaña de 2018 en la Reserva Natural Pueblo Blanco, expedición que contó con el apoyo de la National Geographic Society. “Se estima que el individuo de Chakisaurus de mayor tamaño llegaba a los 2,5 o tres metros de largo y a los 70 centímetros de alto. El otro ejemplar, más chico, tenía un tamaño mucho menor, apenas llegando a un metro de longitud”, indica el doctor Federico Agnolín, miembro del LACEV, a la Agencia CTyS-UNLaM.

Su nombre deriva de Chaki, que en el idioma Aonikenk del pueblo tehuelche significa “guanaco anciano”. “La elección se da porque, salvando las obvias diferencias, ambos animales habrían compartido un nicho ecológico similar. Ambos eran herbívoros de porte mediano, buenos corredores, que podían ser presa del predador tope de su zona. Nekul, por otro lado, quiere decir ‘veloz’ o ‘ágil’ en el lenguaje mapudungún, del pueblo mapuche”, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM el paleontólogo Rodrigo Álvarez Nogueira del LACEV, quien además encabeza el trabajo.

El Chakisaurus, cuentan los investigadores, se conoce principalmente por vértebras de la columna y huesos de miembros anteriores y posteriores. Las vértebras, cuya mayoría corresponden a la cola, son una parte poco conocida en estos animales. Los estudios arrojan datos novedosos, como características que indican que el Chakisaurus era un veloz corredor y que, a diferencia de otros dinosaurios, llevaba su cola curvada hacia abajo. “Se necesitan realizar más expediciones para confirmar que esta orientación de verdad existía -aclaró Agnolín-, pero, de ser así, significaría un gran descubrimiento para la Paleontología de vertebrados”.

Además, el equipo encontró un húmero en perfecto estado, de solo nueve centímetros de largo y perteneciente a un individuo aún joven. “Este hueso fue muy útil para realizar comparaciones con otros dinosaurios del grupo y hacer inferencias sobre sus hábitos”, subrayó Álvarez Nogueira. “Ahora sabemos que, dentro del grupo, existían animales con diferentes tipos de locomoción: desde algunos, en general de menor tamaño, completamente bípedos, como Chakisaurus, a otros de mayor porte que probablemente podían variar entre moverse con dos o cuatro extremidades”, agrega.

Durante la mayor parte de la historia de la Paleontología en Argentina y en Sudamérica, los dinosaurios saurisquios -los herbívoros de cuello largo y los carnívoros- dominaron ampliamente el registro. Pero, en las últimas décadas, dinosaurios ornitisquios, dentro de los que está incluido el Chakisaurus, comenzaron a ser cada vez más frecuentes en las expediciones paleontológicas. “Ahora se sabe que estos animales eran mucho más frecuentes en la fauna patagónica de lo que se pensaba en un momento”, indica Agnolín.

El artículo enque se dio a conocer el dinosaurio fue publicado en la prestigiosa revista Cretaceous Research, lo que nuevamente posiciona a la Paleontología argentina entre los estudios de vanguardia: solo en los últimos años, han encontrado especies como el enorme carnívoro Taurovenator violantei, el pequeño alado Overoraptor chimentoi, el extraño Gualicho shinyae y el gigantesco saurópodo Chucarosaurus diripienda. ¿Qué otros recuerdos de la historia de la Tierra se encontrarán próximamente? Fuente; el1digital.com.ar

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Titanomachya gimenezi, una nueva especie de sauropodo gigante de la Patagonia Argentina.

El “Titanomachya gimenezi” vivió hace más de 65 millones de años y era 10 diez veces más pequeño que otros de su especie. Los detalles del hallazgo realizado en Chubut y por qué podría brindar datos únicos sobre la evolución en el periodo Cretácico

Un nuevo descubrimiento significativo sacudió a la paleontología. Un equipo de investigadores del CONICET encontraron los restos fósiles de un tipo de titanosaurio denominado Titanomachya gimenezi, que vivió hace unos 66 millones de años, al final del período Cretácico. Se estima que pesaba aproximadamente 7 toneladas y era diez veces más pequeño que otros de su especie.

Los restos fueron hallados en la formación La Colonia, ubicada en la provincia de Chubut. Se trata del segundo dinosaurio encontrado en este lugar, pero el primer saurópodo, es decir que pertenece al grupo de los vertebrados terrestres más grandes en la historia evolutiva, caracterizados por ser herbívoros. El descubrimiento se realizó en el marco de una campaña efectuada por investigadores del CONICET en el Museo de La Plata (MLP, UNLP) y el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) de Trelew.

Según indicaron, su tamaño era pequeño en relación con otros gigantes encontrados en Chubut, como el Patagotitan mayorum, que se calcula medía casi 40 metros de largo, con un cuello de 12 metros y un peso estimado en 70 toneladas. El T. gimenezi habitó la Patagonia durante el Maastrichtiano, la última edad del periodo Cretácico que precedió a la extinción masiva. Según señalaron, las reconstrucciones ambientales de la formación La Colonia “indican que por entonces esos ambientes estaban dominados por estuarios o albuferas, es decir que su entorno contaba con una variada flora que incluía palmeras, plantas acuáticas con flores y coníferas”.

Los detalles del hallazgo fueron publicados en la revista científica Historical Biology. Agustín Pérez Moreno, becario posdoctoral del CONICET y autor principal del estudio, fue quien lideró las excavaciones que permitieron recuperar partes de los miembros, fragmentos de costillas y una vértebra caudal del dinosaurio. “El proceso de extracción fue muy minucioso e involucró a diez personas, ya que requirió embochonar o recubrir los restos con camisas de tela de arpillera y yeso para protegerlos antes de su traslado a los laboratorios del MEF”, detalló el científico.

A diferencia de otros saurópodos descubiertos en la misma región, como el Patagotitan mayorum, T. gimenezi se caracteriza por su tamaño relativamente pequeño. “La morfología del astrágalo –hueso responsable de distribuir la fuerza procedente de la tibia en el interior del pie– nunca fue vista antes en otros titanosaurios y muestra rasgos intermedios entre los linajes Colossosauria y Saltasauroidea, lo que destaca su importancia evolutiva. Además, estudios filogenéticos han revelado que precisamente es miembro del gran linaje de los Saltasauroidea”, comentó el investigador.

Esta particularidad destaca la relevancia evolutiva del dinosaurio y contribuye a la comprensión de la diversidad de los titanosaurios durante el Cretácico Superior.

La investigación arroja luz sobre las especies de saurópodos que habitaron la Patagonia durante el Maastrichtiano, la última edad del período Cretácico y ofrece datos valiosos sobre los ecosistemas de la época. “La formación es conocida por haber revelado diversos fósiles, desde dinosaurios carnívoros y plesiosaurios hasta tortugas y otros reptiles. Los hallazgos en La Colonia no solo ofrecen información crucial sobre las poblaciones de saurópodos en la Patagonia durante el final del período Cretácico, sino también sobre la diversidad de los ecosistemas de la región en ese momento”, apuntó Pérez Moreno.

A su vez, el paleontólogo agregó que “Titanomachya gimenezi marca el inicio de una serie de descubrimientos esperados en la formación La Colonia y, a medida que el proyecto avance, se anticipa la revelación progresiva de nuevas especies de dinosaurios, acompañadas de reconstrucciones paleoecológicas y ambientales que proporcionarán una visión más completa del mundo prehistórico en el que estos magníficos animales vivieron y desaparecieron”.

“Se erige como un descubrimiento intrigante que añade una nueva perspectiva a la rica historia de los dinosaurios saurópodos de la Patagonia durante el Cretácico Superior y abre la puerta a futuras investigaciones que profundicen en la diversidad y evolución de estos majestuosos gigantes”, sumó el investigador.

En cuanto al nombre, Pérez Moreno señaló que “es especialmente apropiado, ya que Titanomachya gimenezi procede de la época en que se extinguieron los titanosaurios”. A su vez, en “la palabra gimenezi rendimos homenaje a la fallecida científica Olga Giménez, quien fue la primera paleontóloga en estudiar los dinosaurios de la provincia de Chubut. Su legado ha dejado una huella imborrable, y esta denominación busca honrar su contribución pionera a la comprensión de la rica historia paleontológica de la región”.

Por su parte, el paleontólogo Diego Pol, del Museo Paleontológico Egidio Feruglio, destacó que “antes de este descubrimiento, no había registros de dinosaurios saurópodos en esta región”, siendo que “los restos estaban desarticulados pero colocados muy cerca unos de otros”. Según estimó, tras hallar costillas, vértebras, huesos de las extremidades y parte de una cadera, el dinosaurio tenía las dimensiones corporales de una vaca grande y un cuello y una cola largos, alcanzando unos seis metros de largo.

“Los hallazgos en La Colonia no solo ofrecen información crucial sobre las poblaciones de saurópodos en la Patagonia durante el final del período Cretácico, sino también sobre la diversidad de los ecosistemas de la región en ese momento”, ya que “la formación es conocida por haber revelado diversos fósiles, desde dinosaurios carnívoros y plesiosaurios hasta tortugas y otros reptiles”, afirmó el además explorador de National Geographic.

Según advirtieron los investigadores, esta es una de las campañas que se realizan en la zona. Posteriormente, se realizarán otras junto a profesionales del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN). Cabe destacar que el hallazgo se llevó a cabo en el marco del proyecto “Fin de la Era de los Dinosaurios en Patagonia”, financiado por National Geographic, que tiene como objetivo investigar todos los aspectos biológicos y ecológicos de la época en la que se extinguieron los dinosaurios no avianos. Fuente: Infobae.

  Mas información, fotos y videos en https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/04/titanomachya-gimenezi-una-nueva-especie.html

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Opisthodactylus kirchneri. ¿Qué tan rápido era el ñandú más grande de América del Sur que habitó el noroeste argentino?

El equipo científico –interdisciplinario-, logró dilucidar aspectos paleobiológicos del mayor ñandú que pobló los suelos de América del Sur –específicamente en zonas del noroeste argentino-, gracias a la utilización de estudios de biomecánica, geometría y morfología funcional.

El ejemplar en cuestión corresponde a un ave terrestre extinta con incapacidad de vuelo, muy similar a los ñandúes que hoy viven en América del Sur y con los que se encuentra emparentado filogenéticamente –tal lo demuestran los estudios de ancestralidad y descendencia (i.e., Análisis Filogenéticos) de este fósil conocido en en 2017 con el nombre de "Opisthodactylus kirchneri", fruto del trabajo de Jorge Noriega, director del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del CICYTTP, Centro que integra el CONICET Santa Fe.

La investigación, recientemente publicada en la revista internacional GEOBIOS, ha permitido revelar los aspectos paleobiológicos de esta ave extinta, a partir de fósiles hallados que se estudian a través de estimaciones con formas vivientes emparentadas filogenéticamente, “como comúnmente se conocen a las relaciones de ancestralidad y descendencia entre las especies”, según explica Raúl Vezzosi –especializado en paleontología de vertebrados con énfasis en aves y mamíferos de América del sur-.

En cuanto a la procedencia de los fósiles -Mioceno tardío, en los últimos 7 millones de años-, corresponden a lo que su colector, (Alfredo Castellanos, médico aficionado a la Paleontología), denomina como 'Araucanense medio', se corresponden con depósitos geológicos situados al noroeste de Agua del Chañar, en el Valle de Santa María, de la provincia de Tucumán. Sobre los fósiles, estudiados previamente por Jorge Noriega, precisa Raúl Vezzosi que “se corresponden a restos de huesos de ambas extremidades posteriores, representados por un fémur, tibias, tarsosmetatarsos y huesos de los dedos”.

A través de la confección de bases de datos -integradas en modelaciones matemáticas y estudios biomecánicos logrados en base a un modelo desarrollado por los científicos  del grupo para aves carnívoras terrestres extintas incapaces de volar –cursoriales,  conocidas como 'aves del terror'-; los investigadores obtuvieron información relevante de las diferentes especies de aves terrestres vivientes con grandes extremidades posteriores que hoy habitan el hemisferio sur; como los ñandúes sudamericanos, el avestruz africano, el emu australiano y el casuario austral de Indonesia. Al respecto, explica Vezzosi que “la información obtenida de las proporciones anatómicas que forman las extremidades posteriores de estas aves vivientes, permitieron las comparaciones con las extremidades de la especie extinta”.

Washington Jones (paleontólogo, especializado en aves fósiles de América de Sur), explica que “pudimos conocer el peso corporal –a través de las proporciones de masa- y así logramos estimar cómo se desplazaba en carrera el ñandú extinto de América del Sur, revelando así la máxima velocidad de carrera.  Por su parte, Ernesto Blanco -físico especializado en Paleobiología y biomecánica-, explica que “los resultados obtenidos a partir de ecuaciones alométricas (dimensiones en tamaño), permitieron conocer que Opistodacthylus kirchnerii fue un ñandú proporcionalmente grande, con extremidades posteriores largas y más robustas que las observadas en los ñandúes vivientes”.

La investigación permitió también hacer la estimación del peso corporal –en unos 35 kilogramos-, lo cual permitió reconocer una relación de proporcionalidad con los registros de ejemplares adultos de Rhea americana (10.5–40 kg), del emú australiano Dromaius novahollandiae (17.7–48 kg) y del casuario austral Casuarius casuarius (29.2–58.5 kg) de Indonesia y Nueva Guinea.

A pesar de ser un ave cursorial (aquellas adaptadas para correr), con extremidades posteriores largas y robustas y con una masa corporal importante, las proporciones de sus extremidades posteriores no le permitieron ser un buen corredor –tal como lo son los avestruces y ñandúes. Por esto, los llamativos 50 km/h que lograba adquirir en carrera, no eran suficientes para superar en velocidad a las especies vivientes; aunque puede que haya logrado adquirir un desplazamiento similar a las especies de Indonesia y Australia.

Para concluir, señala Washington Jones, que “el hecho de haber logrado preservar parte de los dedos de sus extremidades posteriores,  nos permitió estudiar en detalle estos elementos anatómicos, a partir de lo que interpretamos que este segmento distal habría brindado adaptaciones particulares ante las condiciones paleoambientales imperantes durante el Mioceno tardío de América del Sur, las que resultarían diferentes a las de sus parientes actuales de América del Sur y más próximas con las originarias de Indonesia, Nueva Guinea y Australia, como los emus o casuarios”.Fuernte: Conicet.

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Marambionectes molinai, una nueva especie de reptil marino del Cretácico de la Antártida.

El descubrimiento de un grupo de investigadores del CONICET permite echar luz sobre un proceso evolutivo desconocido hasta ahora y comprender la conexión entre otros géneros hallados en Chile, Nueva Zelanda y la Antártida occidental,

Apareció como una piedra en el camino, pero no metafóricamente sino solo en sentido literal, cuando el investigador del CONICET José O’Gorman tropezó con un bulto semienterrado cerca de la Base Marambio, principal nodo logístico argentino en la Antártida. Era febrero de 2018 y el científico cerraba una jornada de trabajo junto a colegas durante una campaña en el continente blanco. Su olfato le aconsejó no seguir de largo y, en cambio, demorar la vuelta unas horas para cavar en el lugar y averiguar de qué se trataba. Pocas semanas después esa protuberancia en la tierra se convertía en una de las más de ochenta vértebras de la columna de un elasmosáurido, un reptil marino que convivió en la última etapa de los dinosaurios, y al que se le calcula una antigüedad de poco más de 67 millones de años. El hallazgo se publicó en la revista Journal of Systematic Palaeontology.

“Empezamos cavando por la línea del cuello, a contrarreloj y con mucha expectativa frente a la idea de llegar al cráneo, una parte que pocas veces se conserva”, relata O’Gorman, investigador en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y primer autor del trabajo. Enorme fue la sorpresa cuando al final del recorrido encontraron lo que esperaban, y ese hallazgo es una de las perlas del descubrimiento, pero no la única. “El estado de preservación general es excepcional, incluso del material craneano, aunque no está completo. Y se trata de restos articulados, lo cual tampoco es frecuente.

Por si fuera poco, pudimos confirmar no solo que es una especie nueva, sino que tiene características particulares que nos permiten ubicarla como una forma de transición entre dos grupos que habitaron el hemisferio sur, echando luz al proceso evolutivo y la conexión entre otros géneros hallados en Chile, Nueva Zelanda y la Antártida occidental”, añade el experto.

El nuevo espécimen fue bautizado Marambionectes molinai en honor, por un lado, a la base Marambio y, por otro, a Omar José Molina (1937-2022), integrante del Museo de La Plata, primer técnico en la paleontología argentina en ir a trabajar a la Antártida en la década de 1970. Los restos colectados incluyen el tronco y parte de la cola, de las extremidades, del cuello y del cráneo, como así también unas piedras estomacales llamadas gastrolitos, posiblemente utilizadas para realizar la digestión mecánica de los alimentos. Fueron extraídos en su totalidad en aquella primera campaña, una experiencia intensa y agotadora que se vio interrumpida por una tormenta de nieve de varios días que aisló al equipo de investigación en un refugio a la espera de mejores condiciones climáticas que les permitiera concluir el trabajo.

Una vez extraído, M. molinai fue cuidadosamente trasladado a Buenos Aires para ser ingresado en la colección de Paleovertebrados del Instituto Antártico Argentino (IAA), organismo encargado de coordinar las campañas antárticas, para viajar un año después a la localidad neuquina de Villa El Chocón, donde comenzó su preparación en el laboratorio del Museo Municipal Paleontológico, Arqueológico e Histórico “Ernesto Bachmann”. De acuerdo a la explicación del investigador, “los huesos fósiles están en una concreción muy dura que después hay que quitarle con un martillo neumático, una pequeña herramienta similar al torno de un dentista pero muy potente, que va eliminando esa roca”. Es una tarea muy precisa de protección y limpieza que lleva tiempo –en este caso fueron dos años– y que debe ser realizada por personal especializado.

Cabe mencionar que los elasmosáuridos forman parte del grupo de los plesiosaurios, reptiles que se adaptaron secundariamente a la vida acuática. Vivieron durante el Mesozoico, que se extendió entre los 250 y 66 millones de años atrás, y se extinguieron junto con los dinosaurios. Históricamente se los ha considerado depredadores activos, consumidores de peces y otros organismos que nadan activamente, aunque en los últimos años fue tomando mayor peso la hipótesis de que un grupo, llamado aristonectinos, habrían desarrollado un modo de alimentación más similar a la filtración de agua –como hacen, por ejemplo, las ballenas barbadas–, que a la captura de presas individuales. “Si bien M. molinai no es un aristonectino, sus características indican que se trata de una especie cercanamente emparentada con ellos, y de ahí que su aparición nos permitirá conocer más sobre los diversos aspectos evolutivos entre estos animales extintos”, concluye el investigador. Fuente Conicet.

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Bustingorrytitan shiva, una nueva especie de sauropodo gigante en el Cretácico de la Patagonia Argentina.

El “Bustingorrytitan shiva” fue presentado en el museo Ernesto Bachmann de Villa El Chocón. La nueva especie fue reconstruida con piezas de dos individuos diferentes hallados en la zona.

Se trata del "Bustingorrytitan shiva", una especie de saurópodo, cuadrúpedo y herbívoro, que data de hace más de 200 millones de años (período Triásico Tardío) y que se extinguió junto con la mayoría de los dinosaurios hacia fines del Cretácico. La conferencia estuvo encabezada por los paleontólogos Edith Simón y Leonardo Salgado, ambos a cargo de la campaña de excavación de los restos, que comenzó en el 2001.

Fue en ese año que Manuel Bustingorry dio aviso al museo municipal de Villa El Chocón que cerca de un cañadón de su propiedad había encontrado un hueso llamativamente grande y robusto. Se trataba del primero de los restos de la nueva especie que se presentó  ante la prensa. El dinosaurio hallado fue descrito por primera vez en 2001, en una tesis de la paleontóloga Simón, como un nuevo género que fue bautizado con el nombre genérico "Bustingorrytitan", honrando al propietario del terreno donde se encontraron los fósiles combinado con el término griego "titán", en referencia a su talla grande.

El nombre específico, "shiva", emula al dios hindú que destruye y transforma el universo, y que hace alusión al cambio de fauna entre Cenomaniano y Turonian. "Los titanosaurios incluyen los animales terrestres más grandes que jamás hayan existido", dijeron María Edith Simón y Leonardo Salgado.

"Bustingorrytitan shiva era miembro de Lithostrotia, un gran grupo de saurópodos titanosaurios que vivieron durante el período Cretácico", dijeron los paleontólogos. Los restos fosilizados de al menos cuatro individuos fueron recolectados de la base de la Formación Huincul en el sitio Bustingorry II en Villa El Chocón.

La primera campaña de excavación para extraer los restos del "Bustingorrytitan" se realizó en febrero del año 2001. Las piezas que se encontraron eran de gran tamaño: un húmero que medía 1,70 metros y la escápula de una extensión de 1,64 metros. Algunas de esas piezas estaban superpuestas y hubo dificultad en ser extraídas. Pero una vez que pudieron recuperarse comenzó el proceso de preservación. 

La segunda excavación se realizó entre noviembre y diciembre del 2001. Las nuevas piezas eran también voluminosas y pesadas. Por entonces se rescataron cinco huesos de la mano derecha del dinosaurio; tres huesos de “falanges”; y una vértebra de la espalda que alcanzaba los 93 centímetros de altura. En total, se rescataron entre 40 y 50 huesos pertenecientes a cuatro individuos, todos de la misma especie. Y con dos de ellos crearon esta nueva especie que llamaron "Bustingorrytitan shiva", y que fue presentado este viernes en el MEB.

"El Bustingorrytitan shiva tiene una masa corporal estimada de 67,3 toneladas métricas, lo que lo convierte en uno de los dinosaurios saurópodos más grandes jamás registrados", explicaron Simón y Salgado.

"Este descubrimiento aumenta nuestro conocimiento sobre estos extraordinarios animales, no sólo en términos de su diversidad anatómica sino también de su historia evolutiva", concluyeron. Fuente: mdzol.com

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Las Aves del Terror fueron los primeros grandes depredadores de la Antártida durante el Eoceno.

Se le perdonarían los términos “pájaros no voladores” y “Antártida”, que evocan imágenes de pequeños pingüinos felices contoneándose sobre el hielo. Pero con nuevas investigaciones en mano, permítanos retroceder hace 50 millones de años para descubrir una criatura mucho más aterradora que acecha en el continente entonces más cálido: las aves del terror.

La Dra. Carolina Acosta Hospitaleche y su equipo estaban excavando en la Formación La Meseta, un depósito de sedimentos del Eoceno en la Isla Seymour, Antártida, cuando el investigador encontró algo inusual.

“En las comunidades antárticas faltaban grandes depredadores continentales. Entre las aves sólo conocíamos una rapaz diurna y pequeños marsupiales insectívoros. Hasta ahora nunca habíamos encontrado un carnívoro grande”, explicó el Dr. Acosta Hospitaleche a Paleontología Electrónica .

En lugar de la gran cantidad de fósiles de pequeños mamíferos que se encuentran a menudo en la isla, el investigador había descubierto dos garras fosilizadas de 8 centímetros de largo (3 pulgadas), sospechando que pertenecían a un animal grande y no volador conocido como pájaro del terror .

Este título normalmente se otorga a aves de la extinta familia Phorusrhacidae, cuyos miembros a menudo se considera que eran carnívoros rápidos y activos. Si bien las garras encontradas en la Antártida indican que podrían pertenecer a este grupo, la edad de los fósiles y la falta de otras partes del esqueleto significa que Acosta Hospitaleche y el autor del estudio, el Dr. Washington Jones, no pueden ubicar firmemente el hallazgo en esta categoría. Sin embargo, creen que probablemente pertenezca a este grupo o a uno estrechamente relacionado.

Independientemente de su etiqueta científica, es probable que las garras formaran sólo una parte de una criatura formidable . Los investigadores estiman que el pájaro del terror habría medido unos 2 metros de altura y pesado unos 100 kilogramos, colocándolo firmemente en la categoría de peso pesado.

En cuanto a qué criaturas desafortunadas encontraron su final prematuro a manos de estas aves, se sugiere que las aves se alimentaban principalmente de vertebrados de tamaño pequeño y mediano, como marsupiales y ungulados (un grupo que hoy incluye cerdos y ciervos). Sus grandes garras y sus picos afilados y ganchudos habrían ayudado a derribar a esas presas.

Según los investigadores, esto sugiere que las aves "cumplieron el papel de depredadores continentales", un hallazgo que creen que "remodela inequívocamente nuestra comprensión de la dinámica de los ecosistemas continentales antárticos del Eoceno temprano".

Se espera que haya más hallazgos de fósiles que revelen más detalles sobre estas terroríficas aves y el entorno en el que vivieron hace millones de años, y la erosión podría ayudar a los investigadores en el camino.

“Las islas antárticas sufren una erosión significativa y cada año se descubren nuevos fósiles. La continua exposición de fósiles debido a la erosión presenta una oportunidad única para descubrir más sobre los antiguos ecosistemas de la Antártida”, concluyó Acosta Hospitaleche.

El estudio se publica en la revista Palaeontologia Electronica.

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Hallan restos de Notiomastodontes en la costa bonaerense.

La localidad de Mar del Sud, distante 15 km al sur de Miramar, sigue brindando su riqueza paleontológica a la ciencia. Estos hallazgos son gracias a las personas que además de visitar nuestras playas sienten curiosidad y se preocupan en comunicarse con el museo local si ven algo que les llama la atención. Luego de un paseo por los acantilados en el paraje de “El Remanso” y gracias a que el pequeño Lorenzo de 5 años observó algo raro en el acantilado, su madre Belén Rojas dio aviso al Museo de Ciencias Naturales de Miramar sobre la presencia de un posible resto prehistórico.

Inmediatamente junto al grupo de voluntarios que colabora en la extracción de fósiles, y a su vez son estudiantes avanzados de la Tecnicatura en Paleontología que se dicta en la misma ciudad, se pusieron a extraer el espécimen, el cual resultó ser parte de la pelvis de un “Notiomastodon platensis”, un pariente antiguo de los elefantes y mamuts, ya extinguido y de unos 400.000 años de antigüedad, según los sedimentos de donde fue extraído.

Curiosamente a 50 metros al norte del primer hallazgo y gracias al buen ojo y aviso de Cecilia Méndez, Romi Méndez y la pequeña Paloma, se pudo extraer, aunque con dificultad debido a su frágil estado de conservación, una media mandíbula de otro Notiomastodon.

Los fósiles recientemente extraídos ya se encuentran en el laboratorio del Museo para su limpieza y restauración, en un trabajo que llevará bastante tiempo debido a su fragilidad. En la mayoría de las ocasiones la tarea es difícil ya que los restos antiguos son bastante delicados y se encuentran en diverso grado de conservación, dependiendo del sitio en donde quedaron sepultados.

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Encuentran una gran cantidad de restos de Saurópodos juveniles en Neuquén.

El extraordinario hallazgo se dio en una zona cercana de Rincón de los Sauces. Los huesos son de titanosaurios en una etapa de vida inicial.

"Nos da mucha ternura por el tamaño de las piezas, cuando en su adultez eran animales gigantes", dijo uno de los paleontólogos.

Un espectacular hallazgo cerca de Rincón de Los Sauces sacude a la paleontología de Neuquén y del país. Incluso, con una latente proyección internacional. Se trata del descubrimiento de varios huesos completos de dinosaurios que tendrían entre diez meses y un año de edad que pertenecieron al cretácico superior. Los científicos analizan la posibilidad de que se trate de una «guardería» de pequeños saurópodos titanosaurios.

«Esto jamás se vio, es histórico», aseguró a Diario RÍO NEGRO, Leonardo Filippi, paleontólogo del Museo Argentino Urquiza de Rincón de los Sauces, quien formó parte de la campaña que detectó las piezas en la zona de «La invernada» cerca de la localidad petrolera.

Las primeras interpretaciones del descubrimiento confirman que estos enormes animales herbívoros de cuellos largos y cabezas chicas, habrían tenido un complejo sistema social.

«Aún es muy temprano, el hallazgo fue el sábado pero sin dudas estos ejemplares estaban conviviendo de alguna manera juntos y por alguna razón murieron todos juntos», contó Filippi quien agregó que «estaban en el borde de lo que fue un río por lo que se presume fueron arrastrados».

La cantidad de piezas rescatadas también es inédita. Al menos cien huesos fueron retirados del suelo. «Eran animales realmente gigantes, por lo general por cada campaña nos llevamos uno o dos huesos pero estos al ser tan chicos nos dieron la chance de recolectar más», dijo el experto.  La idea de que los ejemplares más chicos estaban juntos dentro del grupo, pone en juego la teoría de que eran cuidados por los adultos. Un comportamiento similar al de varios animales actuales que viven en manada.

n el material que será analizado hay huesos completos y buen estado de conservación. La medida va de los 15 centímetros. «Tenemos huesos que no superan los 40 centímetros, realmente nos enternece trabajar con estas piezas tan chicas, porque uno dimensiona el tamaño real y se da cuenta que eran ejemplares pequeños», confesó el emocionado paleontólogo.

Lo innovador del hallazgo también fue confirmado por el científico que pertenece a CONICET: « Se han encontrado evidencias de otros ejemplares en otras partes del mundo, sobre todo en Norteamérica pero en el Jurásico, esto jamás se vio». En una etapa posterior, se espera analizar la data de los huesos con estudios específico aunque el material de la zona y la especie de animal dan grandes pistas temporales.

Este proceso será crucial para determinar el contexto de muerte y porqué llegaron a ese punto los restos. ¿Era una familia que se desplazaba por alimento?, ¿Formaban parte de un proceso migratorio? o ¿Huían de algo?, son algunas de las maravillosas incógnitas que los paleontólogos tratarán de dilucidar.

La campaña que se inició hace unos días terminó el pasado sábado 24 y estuvo encabezada por un equipo de investigadores, becarios y técnicos del CONICET a los que se sumaron estudiantes de paleontología.

Se aclaró que trabajos de campo fueron realizados bajo los permisos de campo otorgados por la Dirección de Patrimonio de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén. Se destacó que el hallazgo del sitio fue realizado por el Dr. Francisco Barrios mientras se realizaban prospecciones en el área.  Fuente: Diario Rio Negro y El Diario.ec.

  Mas información, fotos y videos en https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/03/encuentran-una-gran-cantidad-de-restos.html

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Patagomaia chainko, el mamífero de mayor tamaño para el Cretácico de la Patagonia Argentina.

Un equipo multiinstitucional de arqueólogos y paleontólogos ha desenterrado e identificado una nueva especie de mamífero de la era del Maastrichtiano. En su artículo publicado en la revista Scientific Reports , los investigadores señalan que el mamífero era mucho más grande que cualquier otro ejemplar conocido de su tipo.

El fósil consta de fémur, tibia, cadera y cavidad de la cadera, suficiente para que el equipo lo identifique como perteneciente a un grupo conocido como Theria, que comprende mamíferos que no ponen huevos. También fue suficiente para demostrar que el animal era de gran tamaño en comparación con otros mamíferos de su época. El equipo nombró a la nueva criatura Patagomaia chainko. Fue excavado en el sur de la Patagonia.

Lo describen como un mamífero de tamaño mediano en comparación con los estándares actuales, probablemente del tamaño de un zorro andino. Sugieren que el tamaño promedio de la especie podría haber variado de 2 a 25 kilogramos y que probablemente creció hasta aproximadamente un metro de largo; Vivió hace aproximadamente 70 millones de años.

Los investigadores señalan que investigaciones anteriores han demostrado que la mayoría de los mamíferos de la época tenían una masa corporal inferior a 100 gramos, y que sólo una fracción de ellos alcanzaba 1 kilogramo. Sus estimaciones más pequeñas para P. chainko lo sitúan entre los mamíferos más grandes de la Era Mesozoica. Los equipos de investigación teorizan, basándose en los fósiles, que la forma del animal probablemente era similar a la de un ornitorrinco, o quizás a la de un puercoespín o un tejón.

Los mamíferos durante el Mesozoico tendían a ser muy pequeños, aproximadamente del tamaño de los ratones o musarañas modernos, y el tamaño corporal de los mamíferos durante el Mesozoico era en promedio mayor para los que vivían en el hemisferio sur que en el norte, hasta que llegó el asteroide que arrasó. Fuera los dinosaurios. Los investigadores sugieren que el nuevo hallazgo nos ayudará a comprender mejor la evolución de los mamíferos en el hemisferio sur durante la Era Mesozoica. Fuente:  phys.org/

  Mas información, fotos y videos en https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/03/patagomaia-chainko-el-mamifero-de-mayor.html

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Encuentran restos más antiguos de un ave del terror en el Eoceno de la Provincia de Chubut, en la Patagonia Argentina.

Durante mucho tiempo, los animales de dieta carnívora más exitosos en América del sur fueron aves gigantescas, como los Phorusrhacos. Es un género de gigantescas aves corredoras, no voladoras que habitaron la Patagonia. Fueron los depredadores dominantes en América del Sur durante el Cenozoico.

Sus parientes más cercanos en la actualidad son los de la familia Cariamidae, llamados también Seriemas o Chuñas, pero su tamaño era mucho mayor que el de éstos; siendo su aspecto más parecido al de un avestruz.

Estas aves habitaron en selvas, bosques y pastizales, un paisaje totalmente diferente del actual centro sur de Argentina.

Recientemente, se publicó el resultado de un estudio del registro más antiguo está representado por un extremo distal aislado de tibiotarso que se encontraba en las colecciones científicas de paleontología del Museo de La Plata, descubierto en sedimentos del Eoceno medio de la Formación Sarmiento expuesto en la localidad de Cañadón Vaca , Provincia de Chubut, Argentina.

A pesar de ser frecuentemente citado como el espécimen más antiguo de Phorusrhacidae, este espécimen nunca ha sido figurado ni descrito de manera exhaustiva.

Motivados por esta brecha y reconociendo la importancia de este hallazgo,los autores de la publicación, los paleontólogos  C. Acosta Hospitaleche del Museo de la Plata y W. Jones del Museo de Historia Natural de Montevideo, Uruguay, realizaron una comparación detallada del tibiotarso depositado, con los de otras especies, asignándolo a una especie indeterminada de Psilopterinae con una masa corporal estimada de aproximadamente 5 kilos.

Además, tras la identificación de numerosas marcas de dientes en la superficie distal, planteamos la hipótesis de que este pequeño forusrácido pudo haber sido sometido a un ataque o actividad carroñera por parte de un depredador de tamaño pequeño a mediano, como Nemolestes spalacotherinus, un marsupial hipercarnívoro previamente registrado en el conjunto Cañadón Vaca.

Publicacion: C. Acosta Hospitaleche & W. Jones (2024) Perspectivas sobre el ave terror más antigua (Aves, Phorusrhacidae) del Eoceno de Argentina, Biología Histórica, DOI:10.1080/08912963.2024.2304592.  https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08912963.2024.2304592

  Mas información, fotos y videos https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/02/encuentran-restos-mas-antiguos-de-un.html

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Sidersaura marae, un nuevo dinosaurio herbívoro del Cretácico de Neuquén.

Fue encontrado por científicos del Conicet y la Fundación Azara en Neuquén. De qué se alimentaba y qué implica el hallazgo?

Un equipo de paleontólogos del Conicet dio a conocer a través de un estudio en la revista Historical Biology el hallazgo de una nueva especie de dinosaurio herbívoro de cuello largo. El nuevo dinosaurio, bautizado como Sidersaura marae. Era cuadrúpedo y tenía una larga cola.

Sidersaura formó parte de la familia de los dinosaurios rebaquisáuridos. Se han encontrado especies de esa familia en otros lugares de Sudamérica, Europa, Asia y África. Esos animales se caracterizaban por sus hocicos anchos tipo pato, que les facilitaban alimentarse de la vegetación baja, y por los huesos de su columna vertebral rellenos de espacios con aire (como en las aves), que les daban un peso mucho menor del esperable.

Los restos fósiles correspondientes a cuatro ejemplares diferentes fueron descubiertos en Cañadón de Las Campanas, localidad ubicada a 20 kilómetros de Villa El Chocón. Es una de las áreas paleontológicas más abundantes en rebaquisáuridos a nivel mundial.

Las rocas de la Formación Huincul que afloran en la localidad neuquina corresponden a comienzos del Cretácico Superior y tienen una antigüedad estimada de entre 96 y 93 millones de años.

Aunque los rebaquisáuridos no se distinguían por su gran tamaño, Sidersaura es la especie más grande de la familia, con una masa estimada de 15 toneladas y una longitud de entre 18 y 20 metros.

“Los rebaquisáuridos fueron dinosaurios muy importantes en los ecosistemas cretácicos y desaparecieron a mediados de este período en un evento de extinción masiva que tuvo lugar hace 90 millones de años, en el que también se extinguieron los carcarodontosáuridos, los dinosaurios carnívoros más grandes del mundo”, dijo Sebastián Apesteguía, investigador del Conicet y director del Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara (que funciona en la Universidad Maimónides) y uno de los autores del trabajo.

La especie descrita forma parte del grupo de los últimos rebaquisáuridos, pero a la vez pertenece a un linaje antiguo en términos evolutivos. “Nos muestra que al final de su época sobrevivían algunos de los rebaquisáuridos de los primeros tiempos, y que estos eran de los más grandes de su grupo, dado que podían alcanzar cerca de 20 metros de largo”, destacó el investigador.

El equipo de Apesteguía encontró los primeros restos de Sidersaura en 2012. Pero la extracción tomó cinco campañas anuales de entre dos y cuatro semanas, en las que también se recuperaron los restos del carnívoro gigante Meraxes gigas, hallados junto a los fósiles del ejemplar de Sidersaura de mayor tamaño. Los restos de los otros tres ejemplares fueron encontrados a pocos metros.

A partir de estudios geológicos, los investigadores pudieron determinar que estos dinosaurios murieron en una zona barrosa cercana a un río y sus restos se descompusieron en ese mismo lugar. Luego, algunos animales carroñeros se llevaron algunos huesos y las crecidas del río arrastraron otros restos y desarmaron parcialmente los esqueletos.

Entre los restos hallados se encuentran vértebras de la zona sacra y la cola en parcial articulación, huesos de las extremidades posteriores, partes del cráneo y vértebras sueltas de la cola.

“Contar con varios ejemplares que se superponen anatómicamente nos permitió poder correlacionarlos y conocer mejor las características de este nuevo dinosaurio saurópodo”, afirmó Lucas Lerzo, primer autor del estudio y becario doctoral del Conicet en el Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides.

Los paleontólogos destacaron que Sidersaura se distingue de otros dinosaurios por la forma estrellada de sus huesos de la cola. “Esta particularidad es la que le da nombre a la especie, dado que sider significa estrella en latín”, explica Lerzo. Además, los huesos del cráneo de la nueva especie son robustos, a diferencia de los del resto de sus parientes más cercanos, mucho más delicados y laminares.

“Otra característica craneal que diferencia a Sidersaura de otros rebaquisáuridos es su foramen frontoparietal, que es básicamente un agujero en el ‘techo’ del cráneo. Este rasgo lo acerca a los dicreosáuridos, una familia de dinosaurios saurópodos conocida por tener espinas en el cuello y la espalda, en la que se destacan especies como Amargasaurus o Bajadasaurus. Tanto los rebaquisáuridos como los dicreosáuridos forman parte de un grupo más grande de saurópodos conocido como Diplodocoidea”, explicó el becario.

Entre los restos óseos recuperados de Sidersaura se encuentra también el calcáneo, uno de los dos huesos que componen el tobillo de los vertebrados terrestres, junto con el astrágalo, y que hasta ahora no se había encontrado en los rebaquisáuridos conocidos. En este caso, los investigadores interpretaron que la morfología de este hueso le otorgaba una mayor resistencia en el paso a la extremidad posterior.

El estudio realizado indica que Sidersaura se encuentra emparentado con el rebaquisáurido africano Nigersaurus taqueti, el cual presentaba un notable ensanchamiento de la mandíbula y una batería dental prominente.

El trabajo contó con financiamiento de la National Geographic, la Municipalidad de Villa El Chocón (Neuquén), la Fundación Azara y el Museo Field de Historia Natural de Chicago (Estados Unidos), del cual participó el investigador Peter Makovicky y la técnica Akiko Shinya.

El fósil fue estudiado por el Lic. Lucas Lerzo, quien lideró el estudio de la Fundación Azara y la Universidad Maimónides-CONICET, junto al Dr. Pablo Gallina (Fundación Azara-CONICET), el Dr. Sebastián Apesteguía (Fundación Azara-CONICET) y los doctores Juan Ignacio Canale del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” (Neuquén), el Dr. Alejandro Otero de la Universidad de La Plata (Buenos Aires), Jose Luis Carballido del Museo paleontológico “Egidio Feruglio” (Trelew) y Peter Makovicky de la Universidad de Minessota (Estados Unidos). Fuente: Fundación Azara. InfoBae. GrupoPaleo.com.ar. La ilustración fue realizada por Gabriel Diaz Yanten. Esqueleto ilustrativo de Nigersaurus taqueti por Paul Sereno.

  Mas información, fotos y videos https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/01/sidersaura-marae-un-nuevo-dinosaurio.html

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La Fundación Azara inaugurara en San Martín de los Andes un Museo de Ciencias Naturales.

Ubicado sobre la calle Capitán Drury 936, pertenece a la Fundación Azara, que cuenta con varios museos en el país.

El gobernador Rolando Figueroa visitó este lunes por la tarde en San Martín de los Andes las instalaciones del museo de Ciencias Naturales, que pertenece la Fundación Azara. Esta organización cuenta con varios museos en el país, algunos en ciudades turísticas.

Acompañaron al gobernador en la recorrida, el intendente de San Martín de los Andes, Carlos Saloniti y los ministros Jefe de Gabinete, Juan Luis Ousset, de Turismo, Gustavo Fernández Capiet y de Economía, Producción e Industria, Guillermo Koenig; y la secretaria de Planificación y Vinculación Institucional, Leticia Esteves; entre otros.

El museo de San Martín de los Andes fue realizado con inversión privada y será gestionado de forma privada. Se podrá visitar con entrada arancelada y las escuelas lo podrán visitar gratuitamente.

El edificio se compone de dos plantas. En la planta baja existe una colección de paleontología, compuesta por réplicas de dinosaurios de toda la Patagonia y en el primer piso cuenta con una colección de fauna actual, integrada por animales nativos y exóticos embalsamados.

Además, hay un tercer sector de historia etnográfica, en la que se cuenta la historia de los pueblos originarios y se exhiben elementos históricos. Las instalaciones no cuentan con ninguna colección arqueológica, ni paleontológica, original.

La Fundación

La Fundación de Historia Natural Félix de Azara (Fundación Azara), cuenta, entre otros, con el museo de naturaleza y antropología “Jacobacci”, en la localidad de San Antonio Oeste, en la provincia de Río Negro.

Creada el 13 de noviembre de 2000, es hoy una de las instituciones dedicadas al estudio y conservación de la naturaleza más importantes de América Latina. Con origen en la Argentina, sus actividades crecen en Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay y sur de Brasil, además de algunas incursiones en Ecuador y Cuba.

La Fundación se destaca por su labor en la creación e implementación de reservas naturales, así como en la creación, puesta en valor y gestión de museos regionales de ciencias naturales y antropología, centros de interpretación, geoparques, sitios paleontológicos y arqueológicos, habiendo sumado 150 mil hectáreas en áreas naturales protegidas provinciales, municipales y privadas. Fuente: Neuquén Informa.

  Mas información, fotos y videos https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/02/la-fundacion-azara-inaugurara-en-san.html

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Tarjadia ruthae, un antepasado de los cocodrilos en el Triasico de Talampaya.

Es un reptil que vivió en el actual territorio de La Rioja durante el período Triásico. Los primeros fragmentos fueron hallados en 1998 y, en la última década, un equipo de investigación del CONICET encontró cráneos completos y otros restos mejor preservados. Así, pudo determinar de qué especie se trata y comenzar a estudiar cuáles eran sus hábitos

Apenas algunos fragmentos de osteodermos, es decir placas de huesos que cubren la piel, vértebras y costillas hallados en 1998 en la Formación Chañares, ubicada en el Parque Nacional Talampaya, de La Rioja, le permitieron a las científicas argentinas Andrea Arcucci y Claudia Marsicano determinar la existencia de una especie nunca antes descripta: Tarjadia ruthae. Ese escaso registro fósil no alcanzaba para establecer con exactitud las relaciones de parentesco de esta especie y, en ese entonces, las expertas a cargo del hallazgo consideraron que se trataba de un tipo de reptil muy antiguo vinculado al origen mismo de los arcosaurios, el linaje que engloba a los cocodrilos, las aves modernas y muchas de sus formas precursoras.

Sucesivas campañas realizadas por un equipo de investigación del CONICET entre 2011 y 2014 permitieron encontrar numerosos esqueletos casi completos, con el cráneo intacto, la columna articulada, las patas y los osteodermos bien preservados de T. ruthae. “Logramos triplicar la cantidad de ejemplares originales que se conocían para esta especie y, gracias a ese material, pudimos reconstruir su anatomía completa y determinar que no se trataba de un animal tan basal o ancestral, sino más bien de una forma derivada más afín al linaje de los cocodrilos.

Es un reptil de un grupo de pseudosúquidos que se conoce como erpetosúquido, que vivió en la región de Talampaya hace 237 millones de años durante el período Triásico”, cuenta Julia B. Desojo, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP).

Desojo es la primera autora de un artículo recientemente publicado en la revista The Anatomical Record en el que, junto a colegas del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET); el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja (CRILAR, CONICET-UNLaR-SEGEMAR-UNCa-Gobierno de La Rioja); el Centro de Investigaciones de la Geósfera y Biósfera (CIGEOBIO, CONICET-UNSJ); la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ); y la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), Brasil, describe minuciosamente la osteología, es decir las características óseas completas del cráneo de T. ruthae, y su paleoneurología, esto es el estudio de la evolución y las características de su cerebro y órganos de los sentidos, como el oído, mediante tomografías computadas craneales que permitieron reconstruirlos en un modelo 3D a partir de la cavidad que ocupaban.

“La reconstrucción del cerebro nos permite hacer inferencias y estimar cómo habrían sido algunas de sus conductas y habilidades”, cuenta María Belén von Baczko, investigadora del CONICET en el MACNBR y autora del estudio, y desarrolla: “Por ejemplo, a partir de la forma del oído se puede interpretar que tan ágil era, o cómo habrían sido sus capacidades sensoriales, y así entender cómo percibía el entorno en el que estaba y qué nicho ocupaba en el marco de la fauna que lo rodeaba. Lo que vemos en este animal es que, si bien hay características que nos dicen que era carnívoro, no era muy ágil.

Debió haber sido un cazador de poca monta. Esto surge del estudio del oído, donde encontramos que los canales que lo conforman tienen curvaturas bastante bajas. Esas estructuras son las que permiten estabilizar rápido la vista y recuperar el balance sin marearse al percibir movimiento. En este caso, no era así, su estructura era más primitiva. Entonces no era un animal que perseguía a sus presas con movimientos ágiles, sino que su forma de conseguir alimento se basaba en otras estrategias.

 La vista tampoco era su mejor virtud, por lo que se entiende que tendría un olfato mejor desarrollado para compensar esas falencias”.

De entre 2 y 3 metros de largo, T. ruthae era un cuadrúpedo cubierto por osteodermos en el dorso y los miembros, y presentaba un cráneo robusto en cuyo techo se destacaba una marcada ornamentación, similar a la que presentan los cocodrilos modernos. “Fue interesante encontrar una característica anatómica muy llamativa que es el patrón de salida de algunas arterias, como las carótidas, que no salen por el mismo lugar que en el caso de los cocodrilos, sino desde una posición más ventral, algo que no se ve en ningún animal actual. Si bien no es un animal tan ancestral como se pensaba al principio, sí presenta esta peculiar característica basal de salida ventral de las carótidas: lo retuvo de sus antepasados, y se perdió con su extinción, porque sus familiares modernos ya no la tienen”, cuenta von Baczko.

En todo el mundo hay trece ejemplares de la especie, nueve de ellos fueron hallados en La Rioja por el equipo del CONICET y el resto en Alemania, Brasil, Escocia, Estados Unidos y Tanzania. Los materiales de Tanzania y de nuestro país son los más completos y mejor conservados. “Esto es interesante porque hemos hecho un aporte muy importante para completar el conocimiento sobre un grupo del que hasta hace apenas quince años se sabía muy poco”, destaca Desojo.

El estudio del cráneo y la reconstrucción del cerebro fue el primer paso de una serie de trabajos que el equipo se propone hacer sobre T. ruthae, que incluyen, entre otras cosas, analizar en detalle las relaciones filogenéticas, es decir sus vínculos de parentesco, algo que ya fue propuesto preliminarmente en 2017 por el mismo grupo de investigación en un artículo liderado por Martín Ezcurra, investigador del CONICET en el MACNBR. Asimismo, los expertos y expertas buscan comprender de manera más integral cómo era la comunidad faunística que habitaba, en la que convivían depredadores –dominaban los cocodrilos– y grandes herbívoros en un momento inmediatamente previo al origen de los primeros dinosaurios. “También nos interesa indagar sobre la morfología craneal, ya que presenta aspectos muy peculiares, con los costados del hocico excavados, los dientes alojados en la parte anterior del hocico, es decir que están retenidos a nivel frontal y ausentes en la parte posterior de la mandíbula superior. Son todas cuestiones a analizar en un estudio de carácter biomecánico”, subraya Desojo. Fuente: Conicet. Esqueleto ilustrativo de Erpetosuchidae

  Mas información, fotos y videos https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/02/tarjadia-ruthae-un-antepasado-de-los.html

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Riojanodon nenoi, una nueva especie precursora de los mamíferos en el Triásico de La Rioja, Argentina.

Se trata de un pequeño animal de unos 237 millones de años, descubierto en el Parque Nacional Talampaya. Los expertos explican por qué se trata de un hallazgo fósil clave, en búsqueda de entender los procesos evolutivos, y también cuentan los secretos que se esconden detrás del bautismo de la especie.

Como si fuese una experta guardiana, la Tierra esconde, en sus entrañas, viejos tesoros de tiempos paleontológicos, de escalas temporales que los seres humanos podemos medir, pero difícilmente dimensionar en su totalidad. Y, de tanto en tanto, algunos de los secretos de las viejas eras ven nuevamente la luz. Recientemente, un grupo de paleontología argentino dio cuenta de una nueva especie vinculada al origen de los mamíferos, que vivió hace unos 237 millones de años en lo que hoy es el Parque Nacional Talampaya, en la provincia de la Rioja.

El descubrimiento es clave, pues arroja más luz al linaje que luego originaría a los distintos grupos de los mamíferos. “Es una nueva especie de lo que se conoce como cinodonte probainognatio. Era un ‘bicho’ pequeño, no mayor a una comadreja actual. Fue un primo lejano de los mamíferos y, aunque no era parte de este grupo, ya poseía numerosos rasgos mamalianos, como un paladar óseo bien desarrollado y dientes complejos”, comenta Agustín Martinelli, investigador del CONICET e integrante del equipo, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Martinelli agrega que estos cinodontes “se diversificaron previamente al surgimiento de los dinosaurios”, mientras que “los mamíferos que conocemos hoy en día tuvieron su auge recién después de la extinción de los grandes dinosaurios del Mesozoico”.

El animal en cuestión, cuya descripción fue publicada en la prestigiosa revista The Anatomical Record, fue bautizado como Riojanodon nenoi, que significa “diente de La Rioja”. “Del Riojanodon encontramos restos de las mandíbulas y dientes. Es algo bastante peculiar lo de este extinto animal, porque es una forma de dentición herbívora dentro de un grupo que era principalmente carnívoro. De alguna forma, se ‘abrió’ una rama de ‘herbivorismo’ en esta línea evolutiva”, explica Martinelli, integrante del equipo Archosaur Research Group (ARG) y de la Asociación Paleontológica Argentina (APA).

El nombre nenoi, por su parte, homenajea a Roberto “Neno” Narváez, guardaparque del Parque Nacional Talampaya y actor clave en las campañas paleontológicas en esa región.

“Hace más de diez años que trabajamos en esta zona. Personas como ‘Neno’ son importantísimas porque conocen al territorio como la palma de su mano –valora el investigador del CONICET y paleontólogo-. Imaginate que acá no hay caminos ni nada marcado, pero, como un baqueano experto, él nos va diciendo en qué lugar están las rocas de distinto color –y, por lo tanto, antigüedad-, como ningún mapa lo describe”.

Cuentan también los investigadores que el hallazgo, además de aportar nuevas pistas en términos evolutivos, ofrece más evidencia de cómo la fauna prehistórica de Sudamérica de esa época se condice con la del sur de África, comprobando que ambos territorios estaban unidos hace unos cuantos millones de años.

En términos de tiempo, el Riojanodon vivió durante el período Triásico, entre unos 237 y 236 millones de años atrás. No llegó a convivir con los dinosaurios, aunque sí con sus predecesores. Los restos fósiles de este animal fueron encontrados a partir de trabajos de campo realizados entre 2014 y 2022 en la Formación Chañares, una de los depósitos de rocas continentales triásicas más rica en contenido fósil de América del Sur. Debido a su abundancia y diversidad, los especímenes hallados en esta formación constituyen uno de los mejores registros de tetrápodos - grupo de los vertebrados que tienen dos pares de extremidades- del Triásico Medio-Superior. Fuente; ctys.com.ar.

  Mas información, fotos y videos https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2024/02/riojanodon-nenoi-una-nueva-especie.html

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Continua el trabajo de voluntarios de la Fundación Azara en la Estación Científica Dr. Eduardo Tonni en Centinela del Mar.

Durante todo el mes de enero y comienzo de febrero los voluntarios realizaron diversas actividades en la Estación Científica "Eduardo Pedro Tonni" de la localidad de Centinela del Mar, que funciona como anexo del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, y fue creada en el 2022 por el Municipio de General Alvarado y la Fundación Azara, con el apoyo del Consejo Escolar.

Los voluntarios mantuvieron abierto al público el centro de visitantes, recibiendo a turistas y vecinos de la región que se acercaron a conocer más sobre la Reserva Natural Centinela del Mar, creada en el 2023.

 Estas actividades de concientización y difusión son muy importantes para consolidar la conservación del área natural y colaborar con la tarea que vienen realizando los guardaparques de la provincia de Buenos Aires, que son los encargados de gestionar el área protegida.

Se dio continuidad a las tareas de recolección y clasificación de residuos en playa. A partir de la información obtenida se realizará un informe sobre el tipo (clasificación) y cantidad de basura recolectada.

También participaron en la extracción de especies de flora exótica que se encuentran en los alrededores de la Estación Científica. Estas plantas fueron remplazadas por ejemplares nativos donados Luis Delvenne, naturalista adscripto de la Fundación Azara, quien posee amplia experiencia en el cultivo de especies nativas y tiene un vivero en la localidad de El Marquesado, partido de general Pueyrredón. Nuestro agradecimiento a Luis no solo por la donación de las plantas sino también por participar de la plantación y brindar una charla a los voluntarios.

Desde la Fundación Azara y a través de estas acciones con presencia en el territorio, apoyamos y colaboramos en la implementación de las áreas naturales protegidas en la provincia de Buenos Aires, las que consolidan la conservación del patrimonio natural y cultural de todos los argentinos.

Para más información podés ingresar en: https://museodecienciasnaturalesdemiramar.blogspot.com/2024/02/continua-el-trabajo-de-voluntarios-de.html

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